Descarga - Quaderni Ibero Americani

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Descarga - Quaderni Ibero Americani
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UENDE
Suplemento virtual de Quaderni Ibero Americani
Jefe de Redacción Patricia Martelli
Al cuidado de Mario Francisco Benvenuto – Università della Calabria (Italia)
Número 13 - noviembre 2016
DUENDE
Suplemento virtual de Quaderni Ibero Americani - ISSN 2283-8988 - Cód. ANCE E223526 - Número 13 - noviembre 2016
Recordando a Giuseppe Bellini
QUADERNI IBERO AMERICANI *
ÍNDICE
QUADERNI IBERO AMERICANI
• Comité Científico-Editorial
• Comité de Redacción, Comité Cultural y Secretaría
de Redacción
RECORDANDO A GIUSEPPE BELLINI
Prólogo
Vida y obra
Mario Francisco Benvenuto
Comité Científico-Editorial
p. 1
Director:
Giuliano Soria (Università RomaTre – Italia)
p. 2
Director Adjunto:
Brad Epps (King’s College - University of Cambridge - UK)
p. 3
p. 3
• Un certo Bellini Irina Bajini
p.9
• Per la signora Bellini, con affetto
Antonella Cancellier
p. 11
• Un recuerdo desde España
José Carlos González Boixo
p.13
• Giuseppe Bellini: el amigo fiel en “Próspera y
adversa fortuna”
Vicente González Martín
p. 15
• Extrañando al Profe
Emilia Perassi
p.17
• Mi querido maestro
Silvana Serafin
p.19
• Recuerdo de Giuseppe Bellini
José Carlos Rovira
p.21
• Giuseppe Bellini: eterna presencia para las letras
hispanoamericanas
Patrizia Spinato Bruschi
p.23
ARTÍCULOS
• Borges el immortal
Martha L. Canfield
• Hijos de la ira en Espadaña. Dámaso Alonso:
erudición y poesía
Isabel Navas Ocaña
NOTICIAS DEL HISPANISMO
Publicaciones
Carola Sbriziolo, José de María Romero Barea,
Carmela Ferradáns
CONTACTOS Y SUCRIPCIONES p. 25
p.28
p. 35
p. 42
Comité Científico-Editorial:
Benjamín Abdala Junior (Universidade de São Paulo – Brasil)
Rolena Adorno (Yale University – USA)
José Andrés-Gallego (Consejo Superior Investigaciones Científicas – Madrid, España)
Emilie L. Bergmann (University of California – Berkeley, USA)
Roy Boland (General Editor Antípodas Journal of Hispanic
and Galician Studies – Sydney University, Australia)
Martha Canfield (Università di Firenze – Italia)
Rubi Carreño (Dir.a “Taller de Letras” – Univ. Católica de Chile)
Christian Claesson (Lund Universitetet – Suecia)
Alfredo Conde (Escritor, La Trobe University of Melbourne
– Australia)
Bruno M. Damiani (Catholic Univ. of America – Wa, USA)
Luis Manuel Girón Negrón (Harvard University – USA)
Vicente González Martín (Universidad de Salamanca – España)
José L. Gotor (Università di Roma Tor Vergata – Italia)
José Carlos Herreras (Université Paris Diderot – Francia)
Louis Imperiale (University of Missouri – Kansas City, USA)
Antonio Jiménez Millán (Universidad de Málaga – España)
Efraín Kristal (Univ. of California UCLA – Los Angeles, USA)
Giulia Lanciani (Università RomaTre – Italia)
Ángel Loureiro (Princeton University – USA)
Hernán Loyola (Fundación Pablo Neruda, Univ. de Chile)
Jasmina Markič (Universidade da Ljubljana – Slovenia)
Antonio Monegal (Univ. Pompeu Frabra, Barcelona – España)
Katarzyna Moszczynska (Universytet Warsaw – Polonia)
Gabriele Morelli (Università di Bergamo – Italia)
Isabel Navas Ocaña (Universidade da Almería – España)
Julio Neira (UNED – Madrid, España)
Julio Ortega (Brown University– Providence, USA)
Elisabetta Paltrinieri (Università di Torino – Italia)
Ruth Paniagua (Universidad de Costa Rica – Costa Rica)
Ramón Pernas (Escritor, Real y Pontificia Academia AurenseMindoniense de San Rosendo – Ourense, España)
Carla Perugini (Università di Salerno – Italia)
Jesús Rodríguez-Velasco (Columbia University – USA)
Michael Rössner (Ludwig Maximilians Universität – München,
Alemania)
Jorge Ruffinelli (Standford University – USA)
Gustav Siebenmann (Universität St. Gallen – Suiza)
Darío Villanueva (Director Real Academia Española y Universidad de Santiago de Compostela – España)
Norbert Von Prellwitz (Università La Sapienza – Roma, Italia)
Elena Zernova (St. Petersburg State University – Federac. Rusa)
* Quaderni Ibero Americani. Attualità culturale della Penisola Iberica e dell’America Latina, revista semestral fundada en 1946 por Giovanni Maria Bertini, Torino (Italia), ISSN 0033-4960.
Comité de Redacción, Comité Cultural y Secretaría de Redacción
• Jefa de Redacción:
Patricia Martelli (Università degli Studi Guglielmo Marconi – Roma, Italia)
• Comité de Redacción:
Responsables del Suplemento Virtual Duende:
Marina Bianchi (Università degli Studi di Bergamo – Italia)
Mario Francisco Benvenuto (Università della Calabria – Cosenza, Italia)
Responsable de la sección “Italia-Spagna”:
Lino Pulcino (Torino, Italia)
Responsable de la sección “Francia-Spagna”:
Gerard Roero di Cortanze (Escritor – París, Francia)
DU
Coordinador de la sede QIA de Washington:
Bruno M. Damiani (The Catholic University of America – Washington, USA)
EN
Responsable de la sección “Enfoque New York”:
Joan Cammarata (Manhattan College – New York, USA)
DE
Coordinador de la sede QIA de la Università della Calabria:
Mario Francisco Benvenuto (Università della Calabria – Cosenza, Italia)
Coordinador blog QIA:
Óscar Santos-Sopena (West Texas A&M University – Canyon, Texas, USA)
Otros miembros:
Maria Cristina Assumma (Università IULM – Milano, Italia)
Jacques Issorel (Université de Perpignan – Francia)
• Comité Cultural:
Responsable de las relaciones internacionales:
Patricia Martelli (Università degli Studi Guglielmo Marconi – Roma, Italia)
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Coordinadora de la sede QIA de Salamanca:
Milagro Martín Clavijo (Universidad de Salamanca – España)
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Responsables de las relaciones con los ámbitos portuguesista y lusitanista:
Sofia Oliveira Dias (Estudios Portugueses y Brasileños, Universidad de Salamanca – España)
Regina Célia Pereira da Silva (Lengua y Cultura Protuguesa, Università Orientale di Napoli – Italia)
Responsables de las relaciones con el ámbito catalán:
Laura Borràs i Castanyer (Directora de la “Institució de les Lletres Catalanes” de la Generalitat de Catalunya y
Universidad de Barcelona – España)
Isabel Turull i Crexells (La Sapienza Università di Roma – Italia)
Relaciones con las bibliotecas italianas:
Paolo Tolu (Biblioteche Civiche Torinesi – Italia)
• Secretaría de Redacción:
Responsable de la Secretaría de Redacción:
Micol Cerato (Torino – Italia)
• Comunicación y Promoción:
Davide Agnello (Torino – Italia)
• Delegada para los Social Networks:
Chicca Martelli (Bologna – Italia)
Miembros:
Eleonora Mozziconi (Roma – Italia)
Gonzalo Pernas Frías (Revistas Leer y Álbum Letras-Artes – Madrid, España)
Michele Vigilante (Università di Bari – Italia)
Recordando a Giuseppe Bellini1
Prólogo
Mario Francisco Benvenuto
Università della Calabria
Cuando el profesor Giuliano Soria me propuso que me encargara de un
número especial dedicado a la memoria de Giuseppe Bellini acepté incondicionalmente, considerándolo un deber como estudioso y un honor
ante tan reconocida figura. Durante la organización de este número de
homenaje al Maestro Bellini, todos aquellos escritos, notas y demás detalles que en un principio habrían debido constituirlo fueron disipándose y,
cada vez con mayor intensidad, me fui convenciendo de que para un personaje de su envergadura cualquier idea que se alejara de su misma obra
Giuseppe Bellini (1923-2016)
podría resultar poco pertinente. Ese mismo criterio hemos aplicado a la
breve nota biográfica que presentamos a continuación. Por consiguiente,
este número 13 del Suplemento Virtual de los Quaderni Ibero Americani, que viera al Maestro a la dirección de la pluridecenal revista internacional, no pretende ser sino un modesto –pero sentido– homenaje
de la Redacción de los QIA, junto con el apreciado aporte de todos aquellos que han querido participar,
y a quienes debemos nuestro mayor agradecimiento.
Vida y obra de Giuseppe Bellini2
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Giuseppe Bellini nació en Isorella (Brescia, Italia) el 23 de octubre de 1923. A los veinte años interrumpió sus estudios universitarios y participó en la Segunda Guerra Mundial; los completó después en la
Universidad Bocconi de Milán, donde se licenció especializándose en Literatura Española. Así recuerda
aquel período:
3
Mis estudios universitarios los empecé en pleno conflicto mundial, y por consiguiente, a cierto punto, como
Mambrú, tuve que ir a la guerra. No les diré nada de mi experiencia de guerrero, de la que, con mucha suerte,
tras muchas aventuras, algunas espeluznantes, logré salir incólume. Regresé a mi casa «más viejo», al finalizar
el conflicto; pero, ¿dónde estaba mi casa?: un bombardeo la había arrasado. Por fin encontré el refugio de
mi familia y me sumí, no en un beato Nirvana, sino en una total desgana y desaliento, hasta que un día, de
repente, desperté y, vean casualidad, ocurrió a raíz de leer unos poemas de Antonio Machado, en un libro que
todavía poseo: correspondían perfectamente a mi estado sentimental y al mismo tiempo abrían una visión
insospechada sobre esa España profunda que apenas había alcanzado a divisar en los primeros meses de mi
especialización universitaria. Al leer «Recuerdo infantil», comenzó a resonar dentro de mí esa «tarde parda y
fría / de invierno», a la que se añadió por contraste otra «clara tarde, triste y soñolienta.../ tarde de verano»,
del poema «Fue una clara tarde» (Bellini, “Apunte Bio-Biográfico”, punto 2, párr. 4).
Primero discípulo y luego asistente de Franco Meregalli, Bellini comenzó su carrera en la misma
Debo agradecer por la revisión de este número de especial Duende a la profesora Marina Bianchi (Università delgi Studi di
Bergamo, y por la colaboración a la doctora Rossella Michienzi (Università della Calabria).
2
Los datos de esta breve nota proceden de la Biblioteca Virtual Cervantes, donde aparecen un “Apunte bio-bibliografico”
firmado por el mismo Giuseppe Bellini (<http://www.cervantesvirtual.com/portales/giuseppe_bellini/autor_apunte/>), un detallado y excelente trabajo bibliográfico realizado por Patrizia Spinato Bruschi (<http://www.cervantesvirtual.com/portales/
giuseppe_bellini/su_obra_bibliografia/) y a la cronología de los hechos significativos de Bellini (<http://www.cervantesvirtual.
com/portales/giuseppe_bellini/autor_cronologia/>), a quienes remitimos para mayores informaciones. Empleamos también el
contenido de la entrevista al Maestro, cuyo valor e importancia documental son dignos de mención (Entrevista a Giuseppe Bellini: 04. El encuentro con la Lengua y la Literatura Hispanoamericana, por José Carlos Rovira, Patrizia Spinato Bruschi, Alicante:
Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2013: <http://www.cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmcqc1s8>).
1
universidad milanesa, interesándose por la poesía femenina rioplatense, por el Inca Garcilaso, por Sor Juana Inés de la Cruz, para extender sucesivamente su interés a todo el universo literario hispanoamericano:
Comencé a interesarme no sólo por la literatura española sino por la literatura hispanoamericana, mi maestro, que había estudiado los iniciadores del Modernismo, en especial a José Asunción Silva, más conforme
con su problemática, me animó a que me dedicara a un sector entonces casi desconocido en Italia. En la
época no existía en las Universidades enseñanza alguna de literatura hispanoamericana. Durante varios decenios, a partir de 1939, hubo también un solo catedrático de literatura española, Giovanni Maria Bertini,
profesor en Venecia y Turín, abierto a lo hispanoamericano, y tanto que en 1946 fundó la revista Quaderni
Ibero Americani, durante decenios la única en el sector. Sólo con la oposición de 1956, a diecisiete años de
distancia, salieron otros tres catedráticos: Mancini, Meregalli, Macrí, y a partir de ellos comenzó a florecer el
hispanismo en Italia… (Bellini, “Apunte Bio-Biográfico”, punto 3, párr. 1).
Fue profesor a partir de 1954 en las universidades italianas de Parma, Bolonia, Milán, Brescia y
Venecia, alternando su enseñanza entre las cátedras de Literatura Española e Hispanoamericana y, desde
1981 hasta 1996, fue Catedrático de Lengua y Literatura Hispanoamericana en la Facultad de Filosofía y
Letras de la Universidad de Milán. Como él mismo recuerda, la integración de ésta última asignatura en
el sistema académico italiano requirió un empeño constante:
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Oficializada la enseñanza de la disciplina, había que crearle un público a través de traducciones y ensayos.
El problema no era fácil, debido a los motivos políticos mencionados [con otras asignaturas, ndr] y al total
desconocimiento de la materia por parte de los programadores editoriales, orientados más bien, por antigua
formación cultural, hacia Francia, y, los más abiertos, hacia Estados Unidos. Con obstinación y un poco de
buena suerte, logramos, sin embargo, derribar los muros de la ciudadela, ayudados también por el interés que
iban despertando, y más despertarían, los acontecimientos políticos del mundo iberoamericano y la frecuente
presencia en Italia de escritores famosos, como Asturias y Neruda, y en fin el conocido boom, encabezado
por García Márquez, que difundió en mi país la más valedera narrativa hispanoamericana contemporánea,
enriqueciendo considerablemente a los editores, mucho menos a los traductores (Bellini, “Apunte Bio-Biográfico”, punto 4, párr. 3).
4
Sus primeros libros fueron Figure della lirica negra ispano-americana (1950), La narrativa de Rómulo
Gallegos (1951), Figure della poesia femminile ispano-americana, (1953), La protesta nel romanzo ispanoamericano del ’900 (1957). Bellini mismo declara que la escasez de material didáctico en su área de estudio
lo estimuló a la producción de nuevas obras:
En cuanto a los textos necesarios para la enseñanza universitaria, faltó durante mucho tiempo una historia
de la literatura de Hispanoamérica. Sólo en 1954 Ugo Gallo publicó una, ciertamente curiosa en cuanto a
ciertos juicios críticos; más tarde, en 1959, la revisé y puse al día, pero ya desde 1953 yo venía redactando
algunos panoramas histórico-literarios para uso de mis alumnos, y más tarde, en 1970, realicé una Storia della
letteratura ispano-americana. Dalle origini precolombiane ai nostri giorni, la misma que, revisada y traducida al
castellano, publicó Castalia en 1985, y, ulteriormente ampliada, en 1997 se concretizó en la Nueva historia
de la literatura hispanoamericana (Bellini, “Apunte Bio-Biográfico”, punto 4, párr. 4).
Bellini, por interés y por pasión, había alcanzado una formación poliédrica que lo indujo a una visión universalista de la literatura, capaz de proporcionarle al estudioso los instrumentos necesarios para la
reflexión y el análisis de temas específicos. Su profunda erudición se deduce de estas líneas:
Imprescindible, naturalmente, para un hispanoamericanista es el conocimiento profundizado de la literatura
española y por tratarse de una literatura eminentemente mestiza, para entender su desarrollo a través de épocas y autores, lo es también el de las literaturas italiana, francesa, alemana, rusa, inglesa, norteamericana, con
alguna incursión en la literatura portuguesa, en las de la Europa del Norte, en la poesía árabe y japonesa, amén
de la literatura del mundo clásico. La literatura hispanoamericana, además, según mi opinión, iba considerada
dentro de una visión amplia, que abarcara todo el continente, de México a Chile, sin olvidar tampoco la literatura chicana, que actualmente va asumiendo importancia (Bellini, “Apunte Bio-Biográfico”, punto 4, párr. 5).
Giuseppe Bellini es autor de sesenta y nueve volúmenes de crítica literaria, de unos quinientos
ensayos y reseñas; de ochenta y uno traducciones y de veintidós ediciones de textos. Una producción
significativa, caracterizada por el rigor científico y el amor por nuestras letras. Nadie podría comentar la
obra belliniana mejor que el mismo Bellini, cuyas palabras se convierten contextualmente en comentario
y legado cultural del autor:
Mis primeros libros, fruto de mis cursos universitarios, fueron, Figure della lirica negra ispano-americana
(1950), La narrativa de Rómulo Gallegos (1951), Figure della poesia femminile ispano-americana, (1953), La
protesta nel romanzo ispano-americano del ‘900 (1957). El período inicial de mi actividad lo dediqué casi
exclusivamente a la literatura contemporánea: el motivo era que se trataba entonces de una actividad de
«ampliación» de los cursos de mi maestro, que se ocupaba del Caciller Pero López de Ayala, del teatro de
Calderón, de Unamuno, etc., y había que darles a los estudiantes algo distinto.
Ya profesor oficial de la disciplina, mantuve esta doble vertiente: dos cursos, en uno de los cuales trataba
argumentos de literatura colonial o de comparatística, en el otro de literatura contemporánea, y lo seguí haciendo durante toda mi actividad académica.
En el sector de la Colonia mis intereses se centraron progresivamente en personalidades señeras del período: Sor Juana –de la que había editado en 1953 la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz–, Garcilaso de la Vega el
Inca, de cuyos Comentarios Reales había publicado en 1955 una selección, Juan del Valle y Caviedes, de quien
me interesaba su relación, como satírico y moralista, con Quevedo, autor entre los españoles al que iban, y
van, mis preferencias.
El interés acerca de los autores mencionados me llevó a numerosas publicaciones, ensayos y libros, entre
estos últimos: L’opera letteraria di Sor Juana Inés de la Cruz (1964), Suor Juana e i suoi misteri (1987), el Teatro
sacro de la monja mexicana (1999) y el profano; Diente del Parnaso y otros poemas de Juan del Valle y Caviedes
(1997); la presencia e influencia de Quevedo in America (1974).
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Mi interés hacia Quevedo dio motivo a varios de mis trabajos, entre ellos Quevedo nella poesia ispanoamericana del ’900 (1967), a ensayos acerca de su presencia en Miguel Ángel Asturias, autor a quien desde
hace años sigo dedicando mi atención: véanse los libros De tiranos, héroes y brujos (1982), De amor, magia y
angustia 1989), hasta el reciente Mundo mágico y mundo real (1999), que revisa y amplía mi estudio de 1966,
La narrativa di Miguel Ángel Asturias (pésimamente traducido en la edición Losada de 1969).
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Profundizando en el período de la Colonia volvió a despertarse mi interés por la historia, vista desde un
enfoque literario; es así como surgen, con ocasión del Quinto Centenario del Descubrimiento, los libros
dedicados a Colombo e la Scoperta nelle grandi opere letterarie (1993), la edición facsimilar de las Historie del
S. D. Fernando Colombo, nelle quali s’ha particolare & vera relatione della vita & de’ fatti dell’Ammiraglio D.
Christoforo Colombo suo padre..., de 1571(1992), de Mondo Nuovo: gli Spagnoli (1993), realizado con Aldo
Albònico, la Historia de los Indios de la Nueva España, de fray Toribio de Benavente (1989), y en fin los ensayos reunidos en Amara America Meravigliosa (1995).
Otro sector que me ha seguido interesando y que por ser italiano me pareció siempre importante, fue el
de las interrelaciones entre la cultura de Italia y la de Hispanoamerica, argumento que traté en Storia delle
relazioni letterarie tra l’Italia e l’America di lingua spagnola (1977; 2ª. ed. ampliada 1982), libro al que siguieron varios ensayos más, entre ellos el dedicado a Italia, España, Hispanoamérica: una Comunidad literaria
renacentista (2001).
Otro sector de mis estudios concierne la narrativa. En mis comienzos me había dedicado, como dije, a la
novela de protesta y a la de Gallegos; más tarde objeto de mi interés fue la narrativa de Blest Gana, Gamboa,
Cambaceres, fueron las expresiones de la protesta indianista, Arguedas e Icaza, de la Revolución mexicana, la
protesta anti-yanqui en Aguilera Malta, y sobre todo las grandes expresiones del «realismo mágico», Asturias
y Carpentier, los renovadores de la narrativa contemporánea, desde Onetti a Vargas Llosa, desde García Márquez a Fuentes, a Skármeta, Posse y Homero Aridjis, etc.
Algunos libros recogen mis trabajos de un largo período sobre la novela: Il labirinto mágico. Studi sul «nuovo
romanzo» ispano-americano (1973), Il mondo allucinanate. Da Asturias a García Márquez: studi sul romanzo
ispano-americano della dittatura (1976), tema éste que volví a tratar varias veces, y nuevamente en el libro El
tema de la dictadura en la narrativa hispánica (siglo XX) (2000), y en algunos ensayos recogidos más tarde en
La pluma mensajera (2002).
En cuanto a la poesía, aunque toda su trayectoria en Hispanoamérica, desde la Colonia hasta hoy, ha sido
objeto de mi estudio, mis autores preferidos han sido Borges y Neruda, Vallejo y Octavio Paz, aunque me he
dedicado sobre todo a difundir la poesía de Neruda, en traducciones y en estudios críticos, como La poesia di
Pablo Neruda: da «Estravagario» al «Memorial de Isla Negra» (1966), Pablo Neruda: la vita, il pensiero, le opere
(1973), y finalmente Viaje al corazón de Neruda (2000).
También dediqué mi atención al teatro, aunque en medida más limitada. Remonta a 1957 mi libro Teatro
messicano del Novecento, y, más tarde, dentro de las expresiones dramáticas de la Colonia, he dedicado varios
estudios al teatro de Sor Juana. Menos me he interesado por el teatro contemporáneo que por el de la época
colonial, aunque siempre el teatro español del Siglo de Oro ha sido, digamos, una pasión arraigada. Lo demuestra en parte uno de mis últimos libros: Re, dame e cavalieri, rustici, santi e delinquenti. Studi sul teatro
spagnolo e americano del Secolo Aureo (2001) (Bellini, “Apunte Bio-Biográfico”, punto 5, párr. 2-11).
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Conjuntamente con su actividad académica, además de los mencionados Quaderni Ibero Americani,
dirigió las revistas Studi di Letteratura ispano-americana, Quaderni della Ricerca, Quaderni di Letterature
Iberiche e Iberoamericane, Rassegna Iberistica, Centroamericana y Dal Mediterraneo agli Oceani. Notiziario
CNR ISEM Milano; la colección Letterature e Culture dell’America Latina, Letterature Iberiche e Latinoamericane y Biblioteca della Ricerca.
Dictó conferencias en Universidades europeas y americanas de: Alcalá de Henares, Anversa, Barcelona, Caracas, Hasselt, Heredia (Costa Rica), Istambul, León (España), León (Nicaragua), Leuven, Madrid,
Málaga, Maracaibo, Mérida (Venezuela), México, Montpellier, Oxford, Paris-Nanterre, Paris-Sorbonne,
Perpignan, San José de Costa Rica, São Paulo (Brasil), Sevilla, Toulouse, Valencia, entre otras y en varias
Universidades italianas.
Entre los muchos reconocimientos nacionales e internacionales otorgados al profesor Bellini, son
dignos de mención los títulos de Doctor Honoris Causa por la Universidad de Salamanca y por la Universidad de Persignan, además de la Medalla del Presidente de la Academia de Montpellier, los tres en el año
2000. En 2004 recibió la Medalla de Honor presidencial chilena por el Centenario natalicio de Pablo Neruda y fue nombrado Presidente de honor de la «Asociación Española de Estudios Literarios Hispanoamericanos». Al año siguiente, recibió la Laurea Honoris Causa por la Universidad de Nápoles “L’Orientale”.
Sin lugar a dudas, con su fallecimiento, el 19 de junio de 2016, el hispanismo italiano (e internacional) ha perdido una de las personalidades de mayor prestigio, cuyo recuerdo indeleble perdurará en la
memoria de todos y cuya obra seguirá siendo el patrimonio de hoy y de siempre para los estudiosos de
nuestras letras.
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Por obvias razones de espacio, de las obras de Giuseppe Bellini citamos tan sólo los libros publicados
y para su bibliografía completa remitimos al mencionado y exhaustivo trabajo de Patrizia Spinato Bruschi
(<http://www.cervantesvirtual.com/portales/giuseppe_bellini/su_obra_bibliografia/>):
Figure della poesia negra ispano-americana, Milano, La Goliardica, 1950.
Rómulo Gallegos, Milano, La Goliardica, 1951.
Figure della poesia femminile ispano-americana, Milano, La Goliardica, 1953.
Sor Juana Inés de la Cruz, Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, Introduzione e note a cura di G. B., Milano/
Varese, Istituto Editoriale Cisalpino, 1953.
Garcilaso de la Vega, el Inca, Comentarios Reales. Introduzione, selezione e note a cura di G. B., Milano/
Varese, Istituto Editoriale Cisalpino, 1955.
La protesta nel romanzo ispano-americano del Novecento, Milano, Istituto Editoriale Cisalpino, 1957.
Poeti antillani, Milano, Istituto Editoriale Cisalpino, 1957.
Teatro messicano del Novecento, Milano, Istituto Editoriale Cisalpino, 1957.
Quevedo satirico, Milano, La Goliardica, 1961.
La poesia modernista, Milano/Varese, Istituto Editoriale Cisalpino, 1961.
Lo spagnolo d’America, Milano, La Goliardica, 1962.
Lirici spagnoli del Rinascimento, Milano, La Goliardica, 1962.
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Poeti d’America, Milano, La Goliardica, 1962.
L’opera letteraria di Sor Juana Inés de la Cruz, Milano/Varese, Istituto Editoriale Cisalpino, 1964.
Introduzione a Pío Baroja, Milano, La Goliardica, 1964.
La narrativa di Miguel Ángel Asturias, Milano, Istituto Editoriale Cisalpino, 1966.
La poesia di Pablo Neruda: da «Estravagario» al «Memorial de Isla Negra», Padova, Liviana, 1966.
Quevedo nella poesia ispano-americana del Novecento, Milano, Viscontea, 1967.
Larra e il suo tempo, Milano, La Goliardica, 1967.
Francisco de Quevedo, Milano, La Goliardica, 1968.
La narrativa de Miguel Ángel Asturias, Buenos Aires, Editorial Losada, 1969.
La letteratura ispano-americana: dalle origini precolombiane ai nostri giorni, Milano/Firenze, AccademiaSansoni, 1970.
Neruda, Milano, Edizioni Accademia, 1973.
Il labirinto magico. Studi sul «nuovo romanzo» ispano-americano, Milano, Cisalpino-Goliardica, 1973.
Quevedo in America: due saggi, Milano, Cisalpino-Goliardica, 1974.
Quevedo y la poesía hispanoamericana del siglo XX: Vallejo, Carrera Andrade, Paz, Neruda, Borges, New York,
Eliseo Torres & Sons, 1976.
Il mondo allucinante. Da Asturias a García Márquez. Studi sul romanzo ispano-americano della dittatura,
Milano, Cisalpino-Goliardica, 1976.
Storia delle relazioni letterarie tra l’Italia e l’America di lingua spagnola, Milano, Cisalpino-Goliardica,
1977.
De tiranos, héroes y brujos. Estudios sobre la obra de M. Á. Asturias, Roma, Bulzoni, 1982.
Storia delle relazioni letterarie tra l’Italia e l’America di lingua spagnola (2ª ed. ampliata), Milano, Cisalpino-Goliardica/C.N.R., 1982.
Bibliografia dell’ Ispanoamericanismo italiano (2ª ed. ampliata), Milano, Cisalpino-Goliardica/C.N.R.,
1982.
Historia de la literatura hispanoamericana, Madrid, Editorial Castalia, 1985.
Spagna-Ispanoamerica. Storia di una civiltà, Milano/Roma, Cisalpino-Goliardica/C.N.R., 1985.
Pero Tafur, Viajes por diversas partes del mundo havidos, Studio ed edizione facsimile, Roma, Bulzoni/
C.N.R., 1985.
Sor Juana e i suoi misteri. Studio e testi, Milano/Roma, Cisalpino-Goliardica/ C.N.R., 1987.
Fray Toribio de Benavente, Historia de los Indios de la Nueva España, Madrid, Alianza Editorial, 1988.
De amor, magia y angustia. Estudios sobre literatura centroamericana, Roma, Bulzoni Editore, 1989.
Historie del S. D. Fernando Colombo, Nelle quali s’ha particolare & vera relatione della vita, & de´ fatti
dell’Ammiraglio D. Christoforo Colombo, suo padre..., Studio ed edizione facsimile, Roma, Bulzoni Editore, 1992.
Nuovo Mondo. Gli Spagnoli 1493-1609, Torino, Giulio Einaudi Editore, 1992 (in collaborazione con A.
Albònico).
Colombo e la Scoperta nelle grandi opere letterarie, Parte Prima: Colombo nelle grandi opere delle letterature
iberiche, iberoamericane e italiana, Roma, «Nuova Raccolta Colombiana», Poligrafico e Zecca dello
Stato, 1993.
Amara America Meravigliosa. La cronaca delle Indie tra storia e letteratura, Roma, Bulzoni Editore/C.N.R.,
1995.
Juan del Valle y Caviedes, Diente del Parnaso, Roma, Bulzoni Editore, 1997.
Nueva historia de la literatura hispanoamericana, Madrid, Editorial Castalia, 1997.
Storia della letteratura ispanoamericana. Dalle civiltà precolombiane ai giorni nostri, Milano, Edizioni Universitarie di Lettere Economia Dirittto, 1997.
Alle origini del mondo ispano-americano: la poesia, Milano, CSAE-CNR, 1998.
Juana Inés de la Cruz, Teatro sacro, a cura di G. Bellini, Milano, Edizioni San Paolo, 1999.
Mundo mágico y mundo real. La narrativa de Miguel Ángel Asturias, Roma, CNR/Bulzoni Editore, 1999.
El tema de la dictadura en la narrativa hispánica (siglo XX), Roma, Bulzoni Editore/C.N.R., 2000.
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Viaje al corazón de Neruda, Roma, Bulzoni Editore/C.N.R., 2000.
Re, dame e cavalieri, rustici, santi e delinquenti. Studi sul teatro spagnolo e americano del Secolo Aureo, Roma,
CNR / Bulzoni Editore, 2001.
La pluma mensajera. Ensayos de literatura hispanoamericana, Salerno/Milano, Oèdipus, 2002.
Tra Medioevo e Rinascimento. La poesia nell’America conquistata, Salerno/Milano, Oèdipus, 2003.
Studi sulla narrativa ispanoamericana, a cura di Dante Liano, Milano, Vita e Pensiero, 2003.
Dal Mediterraneo al Mare Oceano. Saggi tra storia e letteratura, Salerno/Milano, Oèdipus, 2004.
Viaggio al cuore di Neruda, Firenze, Passigli Editori, 2004.
Gabriel García Márquez. Un’epopea della sconfitta, Roma, Bulzoni Editore, 2006.
Miguel Ángel Asturias, Madrid, Síntesis, 2006.
Pablo Neruda, Bestiario, estudio y edición de G. Bellini, Madrid, Visor, 2007.
Idea de la mujer en la literatura hispanoamericana. De Colón al siglo XX, Roma, Bulzoni Editore, 2011.
I tempi dell’Apocalisse. L’opera di Homero Aridjis, Roma, Bulzoni Editore, 2013.
Mondi perduti nuovamente interpretati. Dalla Cronaca delle Indie alla narrativa dei secoli XX-XXI, Roma,
CNR-Bulzoni Editore, 2015, pp. 194.
8
Un certo Bellini .. .
Irina Bajini
Università degli Studi di Milano
É
rase una vez el octubre de 1973.
Estaba en el primer año de la secundaria, en Milán, y de repente todo se hizo “verde que te quiero
verde”:
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Ah, vastità di pini, rumore d’onde che si infrangono,
lento gioco di luci, campana solitaria,
crepuscolo che cade nei tuoi occhi, bambola,
chiocciola terrestre, in te la terra canta!
9
La voz que retumbaba en el aula era la de nuestra profesora de Educación Artística, que había decidido introducir su clase sobre las maravillas y tristezas de un país lejano a través de las palabras de un
poeta. Así fue que Chile entró en mi vida, no solo gracias a una mujer sui generis, lo que es cierto, sino
también a la editorial Nuova Accademia y al traductor de Pablo Neruda, que tenía un nombre sencillo y
confiable de artesano lombardo: Giuseppe Bellini.
Años más tarde, cuando tuve la suerte de asistir a sus clases en la Universidad de Milán y oír por su
voz los mismos poemas que habían
emocionado mi adolescencia, noté
que el Professore tenía cierto parecido
con mi querido abuelo el pastelero,
lo que provocó en mí algo de fascinación de nieta que nunca se me
ocurrió confesarle.
Una vez, sin embargo, tuve la
posibilidad de tener con él un gesto
de admiradora algo atrevido, del que
no me arrepiento. Fue cuando me
tocó traducir al italiano un agradable relato de Antonio Skármeta
titulado No pasó nada, que originalmente se desarrollaba en Berlín tras
el golpe militar en Chile; sin embargo, de acuerdo con el autor, el
director de la editorial Garzanti me
pidió que lo recontextualizara en
Milán, modificando necesariamente, y a mi gusto, algunas referencias
a personajes y lugares de mi ciudad.
Por lo tanto, se me ocurrió añadir
al texto una alusión a “un certo Bellini” traductor de uno de los Veinte
poemas de amor con el cual Lucho,
muchacho chileno exiliado en Italia,
intenta enamorar a su compañera de pupitre.
Mi operación fue tan súbdola que sudé la gota gorda para aclarar a mis conocidos, tras el buen éxito
de dicha novelita, que Skármeta no conocía ni Milán, ni al traductor italiano del poeta chileno. Hasta el
Professore por un momento cayó en la trampa, y quizás se quedó un poco decepcionado cuando le confesé
que todo aquello era “farina del mio sacco”. Fue cuando pensé a solas, sin decirle nada: “Dale, Professore,
¡regáleme una sonrisa! Porque usted no lo sabe, pero cuando sonríe se parece mucho a mi abuelo el
pastelero...”.
Más allá de esta anécdota, le debo mucho al Professore.
En primer lugar me animó a sentirme orgullosa por haber elegido una carrera algo rara
(“lo spagnolo è una lingua per eletti, non è da tutti”, solía decir) en una época donde a
los que estudiaban castellano se le decía “olé” en broma.
La segunda razón es que me enseñó a amar al texto literario, es decir a saborearlo y anteponerlo
a cualquier teoría o manual de
análisis crítico.
Sus clases, pues, nacían
de la lectura y terminaban con la lectura, y a sus
exámenes todo estudiante, además del programa, tenía que comentar un libro
de su elección. Ojo, cualquier libro
de cualquier autor, género y época, pero
mejor si no fuera la última novela de García Márquez o de Vargas Llosa y si el
autor no fuera argentino sino paraguayo o guatemalteco, porque nos quería libres
y curiosos.
Por lo tanto, asistir a sus exámenes era
dar la vuelta al mundo, porque se
“veían” un montón de cosas increíbles, aunque
no hubiera internet: nos sentíamos
todos como Salgari, que había ido a Maracaibo
fijándose en el mapa.
Finalmente, el Professore decía que su pasión
por América latina se debía a la lectura de
las novelas del “Corsaro Nero”. Yo digo, en cambio, con respeto de alumna y cariño de nieta
de pastelero, que quien me alumbró y estimuló a
cruzar el charco fue “un certo Bellini”, el cual
supo explicarnos el sentido de las Leyendas de los
Hombres de Maís con la misma aristocrática
sencillez que hubiera empleado para contarnos las
Aventuras de los Piratas del Caribe.
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Momentos memorables...
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1) Giuseppe Bellini en la casa de Andrés Bello, Caracas (a la izquierda).
2) Investidura de Doctor Honoris Causa por la Universidad de Perpignan (a la derecha)
3) Investidura de Doctor Honoris Causa por la Universidad de los Andes, Mérida (en vertical)
(Fuente: <http://www.cervantesvirtual.com/portales/giuseppe_bellini/imagenes>)
Per la signora Bellini,
con affetto
Antonella Cancellier
Università degli Studi di Padova
Sciopero di cellule*
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di Amado Nervo
(Tepic, Messico, 1870 – Montevideo, Uruguay, 1919)
11
Questa partecipazione di cellule,
unanimi nella loro intenzione
misteriosa di far durare
l’intensa vita nel mio corpo;
quelle migliaia di milioni
di piccolissimi cervelli,
che, con disciplina
ammirevole nello sforzo,
si dividono il lavoro
dei miei diversi organi
e mantengono il fenomeno
del mio esistere nel tempo,
un giorno, forse vicino
(domani, oggi stesso chissà),
dovranno dichiararsi in sciopero,
perché nell’orologio eterno
è suonato il momento...
Che festa
sarà allora, quella di quel
collegio, più di quarant’anni
legato al mio spirito!
Che gioia nella banda
innumerevole e turbolenta!
*
Huelga de células. “Este concurso de células, / unánimes en su intento / misterioso de que dure / la intensa vida en mi
cuerpo; / esos miles de millones / de pequeñitos cerebros, / que, con disciplina / admirable en el esfuerzo, / se dividen el
trabajo / de mis órganos diversos, / y mantienen el fenómeno / de mi existir en el tiempo, / un día, quizá cercano / (mañana,
tal vez hoy mismo), / han de declararse en huelga, / porque en el reloj eterno / sonó el instante... / ¡Qué júbilo / entonces el
del colegio /aquel, más de cuarenta años / a mi espíritu sujeto! / ¡Qué alegría en el cotarro / innúmero y turbulento! / Cada
grupo ha de tirar / por su lado, con estruendo: / —¡Vuelvo a la rosa!, dirá / uno; y otro: ¡Al aire vuelvo! / y otro: ¡Al agua!; y
otro: ¡Al barro! / y otro: ¡Al carbón!; y otro: ¡Al hierro!; / y otro: ¡Al la cal!; y otro: ¡Al fósforo!; / y otro: ¡Al la mar!; y otro:
¡Al cielo! / Y mi espíritu entretanto, / verá feliz, sonrïendo, / la disociación bendita / que restituye al Acervo / lo prestado...
/ Mas de pronto, / movido por el recuerdo / más hondo, más persuasivo, / más amante, más inmenso, / se preguntará a sí
mismo: / Bien, y yo, ¿adónde me vuelvo? / —¡A mis brazos!—gritará / en la eternidad tu acento... / […]”.
Ogni gruppo tira
dalla sua parte, in baraonda:
—Torno nella rosa!, dirà
uno; e un altro: Nell’aria torno!
e un altro: Nell’acqua!; e un altro: Nel fango!
e un altro: Nel carbone!; e un altro: Nel ferro!;
e un altro: Nella calce!; e un altro: Nel fosforo!;
e un altro: Nel mare!; e un altro: Nel cielo!
E il mio spirito, nel frattempo,
felice, sorridendo, vedrà
la dissociazione benedetta
che restituisce al Patrimonio
ciò che ha avuto in prestito...
Ma improvvisamente,
mosso dal ricordo
più profondo, più persuasivo,
più amante, più immenso,
domanderà a se stesso:
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Bene, e io, dove ritorno?
—Nelle mie braccia!— griderà
nell’eternità la tua voce...
[…]
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Un recuerdo desde España
José Carlos González Boixo
Catedrático de la Universidad de León
(España)
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C
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onocí a Giuseppe Bellini en 1975, en el marco del XVII Congreso del Instituto de Literatura Iberoamericana, celebrado en Madrid y en algunas localidades andaluzas, y cuya organización había
confiado el meritorio Instituto al Departamento de Literatura Hispanoamericana de la Universidad Complutense, en el que yo comenzaba mis primeros pasos de licenciado como becario “honorífico” (es decir,
no recibía sueldo). Recuerdo al profesor Bellini, iniciada la cincuentena de su edad, con una imagen que
apenas sufrió cambios con el paso de los años: la vivacidad de su mirada, su sonrisa perenne y ese aspecto
de pulcritud señorial, con impecable traje y corbata. No recuerdo el momento preciso en el que se inició
nuestro primer saludo, nuestra primera conversación. Sí tengo la seguridad de que fue a partir de ese
encuentro cuando surgió una afinidad y una amistad que se mantuvo constante con el paso de los años.
El caso es que yo era un simple becario, en su escalafón más bajo, y Bellini era ya una de las máximas
figuras representativas del hispanismo, en especial en su vertiente hispanoamericana, autor de numerosos
libros y, entre ellos, de una Historia de la literatura hispanoamericana,
que figuraba entre los manuales
más utilizados en los recién acabados
cursos de licenciatura.
La generosidad del profesor Bellini no fue un factor menor para el
desarrollo investigador y, en consecuencia, profesional de mi generación y de las posteriores. El hecho de que la “Asociación Española
de Estudios Literarios Hispanoamericanos” le nombrara “Presidente
honorífico” fue un reconocimiento merecido a su papel benefactor.
Impulsor decidido y renovador de
los estudios hispanoamericanistas en
Italia, fundó y dirigió diversos proyectos editoriales, como sus colecciones en la editorial Bulzoni, y revistas especializadas. No es extraño que
desde España tengamos un afecto
especial al maestro Giuseppe Bellini,
por su magisterio ejercido a través
de sus incontables publicaciones, por
su presencia habitual en nuestras
universidades y en los congresos aquí
organizados y, también, porque
gracias a él resultó mucho más fácil
ver editadas muchas de nuestras
investigaciones. Siempre deseoso de
que los profesores españoles participasen en sus proyectos, abrió el ámbito investigador italiano a los españoles, algo que debemos agradecer desde España y que debe servir de ejemplo a imitar. Se ha producido,
así, un intercambio fluido entre investigadores españoles e italianos que no tiene equivalente en otros
ámbitos geográficos, ni siquiera en el ámbito hispanoamericano que sería su lugar natural.
Es difícil encontrar investigadores que puedan presentar un número tan ingente –esa es la palabra– de publicaciones en las que ha demostrado su magisterio. Ninguna de las épocas de la literatura
hispanoamericana le fue ajena y tuvo el don de la sencillez, propio del profesor que no prescinde del
carácter docente en investigaciones complejas. Cual otro Alfonso Reyes o Marcelino Menéndez y Pelayo,
incansablemente, necesitado de seguir escribiendo, sus últimos años fueron un prodigio de dedicación
intelectual, publicando numerosos libros.
La nostalgia de su recuerdo me invade y resulta difícil resignarse a su ausencia. Como cuando uno
lee una buena novela y lamenta que llegue su inevitable final, hemos de acostumbrarnos a su silencio.
Quedan su sólida obra académica e investigadora, pero, sobre todo, quedan los recuerdos ligados a las
pequeñas anécdotas que harán imposible el olvido, ese “olvido que seremos”, según el verso de Borges. En
mi recuerdo está su atención escuchando las comunicaciones de los jóvenes investigadores en cualquier
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congreso, su placer por la conversación, su casa milanesa convertida en extensa biblioteca (con la condescendencia de su gentil esposa, Estefanía), nuestros frecuentes encuentros en congresos. Regreso a aquel
año de 1975 cuando le conocí y nuevamente surgen las dos imágenes que yo asocio como las primeras
que de él recuerdo: una de ellas es el encuentro casual frente a la librería Visor, en la barrio Arguelles de
Madrid, con una bolsa repleta de libros en cada mano; la otra imagen es de una de las recepciones de
aquel congreso, encomiando el sabor y la sabiduría que encierran un humilde pincho de tortilla española. El mundo de los libros fue su mundo, un universo inacabable en el que podía saciar sus inquietudes
intelectuales; pero al profesor Giuseppe Bellini también le encantaban esas reuniones de amigos en torno
a un pequeño refrigerio, hablar y contar anécdotas, disfrutar de esa cultura mediterránea, abierta y vocinglera, que nos une a italianos y españoles. Su recuerdo será imborrable y, más allá del agradecimiento por
ese apoyo que nos brindó a varias generaciones de colegas españoles, permanecerá en todos nosotros el
recuerdo de su amistad.
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L
’avventura ispanica si compie sotto il contrastante segno. L’America prende
corpo tra la dimensione del reale e quella della fantasia. Se Colombo aveva
creduto di essere arrivato al Paradiso terrestre, i successivi esploratori del continente americano, e i conquistatori, vivono — scontata la violenza di cui sono
portatori, le stragi, che sempre comporta la conquista — essenzialmente, nella
dimensione del favoloso. In ogni luogo essi vedono concretarsi i prodotti della
fantasia, si muovono convinti della possibilità dei più straordinari incontri, non
solo con animali e uomini diversi, ma con luoghi mitici [...]. Non tutto, comunque, è sogno o favola: la più dura realtà si impone anch ’essa con la sua violenza.
Sono gli orrori e le stragi della guerra, il crollo di sistemi politici e di credenze, la
schiavitù rinnovata, il lamento senza speranza dei vinti. Una lunga età amara si
inaugura per l’America, abbandonata dagli dèi ai nuovi venuti, resa orfana di se
stessa. Si consuma, così, una tragedia di cui non è possibile scorgere la fine.
Giuseppe Bellini, Amara America meravigliosa (1995)
GIUSEPPE BELLINI:
El amigo fiel en “próspera y adversa fortuna”
Vicente González Martín
Catedrático de Filología Italiana
Decano Facultad de Filología
Universidad de Salamanca
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onocí personalmente a Giuseppe Bellini en Venecia en 1976. Yo estaba terminando mi Tesis Doctoral titulada la cultura italiana en Miguel de Unamuno, tenía 25 años y, antes de cerrar la Tesis,
decidí consultar al profesor Franco Meregalli, maestro de comparatistas. Y allí, con él, en la Universidad
Ca’ Foscari, en la vía Ca’Garzoni e Moro me encontré con Giuseppe Bellini, que acababa de conseguir
la Cátedra de Literatura Hispanoamericana, y otros hispanistas. Me llevaba bastantes años, pero desde
entonces se creó entre nosotros una empatía que ni la diferencia de edad ni de sabiduría –él era ya un
maestro de reconocido prestigio– hizo decaer a lo largo de los años.
No sé –o no quiero ser tan presuntuoso como para explicitarlo aquí– lo que vio en mí, pero rápidamente intuí la alta calidad humana de su persona; cosa que comprobé luego durante los cuarenta años en
los que mantuvimos nuestra amistad –yo seguiré manteniéndola en el recuerdo. Y, sobre todo, comprobé
el sumo valor que el daba a la amistad sincera no susceptible de ser traicionada, pues de ser así también sabía ser implacable. Ejemplo de ese
sentido de la amistad, ya que estamos en el marco de Quaderni Ibero
Americani, es su aceptación de la
co-dirección de esta Revista, de la
que me decía en un mensaje del 4 de
enero de 2012: “De vez en cuando
me telefonea Giuliano. Parece que
va a seguir con los Quaderni Ibero
Americani. Yo no hubiera querido
continuar con la co-dirección visto
la edad, pero ha insistido”. Siempre
y ante todo el sentido de la fidelidad al amigo y al deber.
Así pues, desde 1976, él desde Venecia y enseguida Milán, yo
desde Salamanca seguimos vidas
paralelas, que recurrentemente dejaban de serlo para encontrarse. En
lo personal tuve muchas veces y en
muy diversas situaciones el placer
de conversar solos o acompañados
por Stefania y Mercedes –delante
de una buena comida –siempre con
buen vino, incluso en los últimos
tiempos en que Stefania lo vigilaba,
y tuve también el triste honor de
acompañarlo en momentos muy
dolorosos de su vida, en los que
aprecié el temple y la fe de un hombre, acostumbrado a triunfar y gozar de la vida, pero que no se deja abatir por la desgracia.
Dentro del amplio mundo universitario los cuarenta años de relación dieron para muchas colaboraciones de diverso tipo. Él hispanista, desde Italia, y yo, italianista, desde España. confluimos en una misma convicción que ya había tenido mucho antes Miguel de Unamuno: que las culturas italiana y española, especialmente sus literaturas, han ejercido siempre entre ellas un beneficio mutuo muy positivo y que,
de alguna manera, el conocimiento de ambas es necesario para poder comprenderlas bien. Esos intereses
y convicciones comunes nos llevaron a participar en concursos a plazas docentes en Italia, en congresos
en diversos lugares, a colaborar en publicaciones… y, de forma casi instintiva por su habitualidad, nos
hizo encontrarnos año tras año durante mucho tiempo en Turín convocados por el Premio Grinzane Cavour y su presidente Giuliano Soria. No olvidaré mientras viva aquellas mesas. Tampoco a
tantos y prestigiosos hispanistas italianos, algunos ya también fallecidos, que conocí a través
suyo, como, sin ser exhaustivo, Ermanno Caldera, Rinaldo Froldi, Aldo Albonico, Gianni
de Cesare, Amos Segala, Lella Pittarello, Emilia Perassi, Antonio Scocozza, Dante Liano,
Giuseppe Tavani y tantos otros italianos ilustres de diversos campos.
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De Giuseppe Bellini siempre tuve
ayuda, fuera del tipo que fuera, cuando se la requerí. A veces ni siquiera era
necesario hacerlo. Él intuía que la necesitaba y no dudaba en comprometerse
conmigo. Por mi parte, procuré siempre
devolverle esa generosidad y manifestarle palpablemente no sólo el aprecio personal que le tenía sino el reconocimiento
por su magisterio, que en mí influyó en
muchos aspectos de forma muy positiva para mi itinerario vital y profesional. Por esa razón, en mayo 1998 hice
la propuesta de su nombramiento como
Doctor Honoris Causa por la UniversiInvestidura de Doctor Honoris Causa por la Universidad de Salamanca
dad de Salamanca, que culminó con su
(Fuente: <http://www.cervantesvirtual.com/portales/giuseppe_bellini/
investidura como tal el 23 de noviembre
imagenes>)
de 1999. Este momento fue el punto álgido de nuestra larga relación. Un momento de confirmación de que los afectos deben expresarse y reconocerlos en el otro, de constancia de hacer justicia reconociendo el mérito extraordinario del amigo. Sé
que para él fue motivo de honda satisfacción.
Giuseppe Bellini era un hombre que creía en las cosas superiores, que contagiaba con su humanidad
afable por donde quiera que iba. Su agudeza mental y la intensa y riquísima experiencia acumulada le
llevaban a discernir inmediatamente las causas que motivaban los problemas y las soluciones para resolverlos. La capacidad de hacer amigos y la fidelidad para con ellos, sin abdicar de ejercer su autoridad cuando
era necesario. Todo ello lo convirtieron en un referente del mundo científico, poco habituado a la figura
del intelectual serio, riguroso e independiente que el mundo actual que tanto necesita.
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L
’opera satirica di Quevedo, comunque la si giudichi, ha lasciato un ammaestramento efficace, il superamento della realtà. Il disprezzo per le cose del mondo
manifestato dallo scrittore del «Siglo de Oro» è stato giudicato esattamente da Ramón
Gómez de la Serna in senso positivo per l’uomo, di cui rafforza la coscienza morale.
Nell’atteggiamento di Quevedo sta il fondamento di una lezione etica di valore permanente, che ha avuto larga risonanza, nel tempo, in Spagna e fuori di Spagna; benché
sia, logicamente, entro l’area della creazione ispanica che la presenza del grande satirico
diviene più attivamente operante. La sua influenza, infatti, si presenta nella letteratura
di lingua spagnola con una costante che giunge fino ai nostri giorni. Per quanto concerne l’America ispanica tale orma è presente fin dalla Colonia e riprende e si accentua,
con risultati di particolare originalità, nella poesia e nella prosa del Novecento [...].
La mia attenzione va [...] a quegli scrittori che, a volte in modo meno scoperto, in realtà
con più profonda e meditata coscienza, sentono l’influenza di Quevedo come sostanza
viva della propria spiritualità e quindi come influenza anche artistica. In tal senso nel
Messico della Colonia Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695) è un esempio significativo; come lo è nel Perù il contemporaneo Juan del Valle y Caviedes.
Giuseppe Bellini,
Quevedo in America: due saggi (1995)
Extrañando al Profe
Emilia Perassi
Universidad de Milán
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os años transcurridos al lado del profesor Bellini han sido memorables. Fui su última discípula en
la Universidad de Milán, después de haberle tenido como director de tesis en el doctorado en Estudios Ibéricos en la Universidad de Bolonia. El tiempo de este doctorado fue un verdadero camino de
revelación: había cursado mi carrera en Turín, sin conocer todavía al Profe, salvo por el estudio constante
de la historia de la literatura hispanoamericana a través de sus obras. En Bolonia descubrí al hombre y al
maestro, a la persona que cambia tu destino, que te marca moral e intelectualmente. Descubrí al hombre
que dona su experiencia y sabiduría a sus discípulos; al maestro que lee cada línea que escribes, que aporta
sus sugerencias, que apoya u orienta trayectorias de pasión y de investigación, que conforma proyectos
extraordinarios en los cuales involucrarte; a la persona que testimonia, comparte, transmite una visión de
la vida basada en un proceso de comprensión incesante de la condición humana, de su fiesta y tragedia,
una condición que en la literatura encuentra su momento de definitiva expresión.
No me queda la menor duda de que la grandeza imperecedera de su enseñanza reside en este concepto de la literatura como destino irrevocable. Por su inclusión en un vastísimo marco de referencias
culturales universales, la literatura latinoamericana se convierte –a través
de esta enseñanza, realizada por medio de clases inolvidables, de libros
empapados de profundidad y cultura, de conversaciones incesantes sobre grandes autores observados desde
su vida real– en una de las expresiones más seguras y conscientes del
esfuerzo del individuo para vivir de
manera total su propia circunstancia.
Es difícil no quedar marcados sea
por la intimidad sea por la verdad de
la visión de la literatura tal como la
transmitió el profesor Bellini. Su estudio nunca resultó una convención
o una casualidad dentro de un destino individual, sino que fue siempre
adhesión a una búsqueda interior, a
su vez permanentemente vinculada a
una actitud solidaria hacia el mundo.
Quisiera citar a este respecto el
poderoso fragmento de un texto al
que he querido y quiero muchísimo,
La pluma mensajera, de 2002, donde
se forjan definitivamente el sentido y
la necesidad de la literatura en opinión del profesor Bellini. Un sentido y una necesidad de orden general, por cierto, pero que gracias a su
experiencia de estudioso se afinan a través de la lección de los grandes autores hispanoamericanos:
Con toda razón, en un lejano discurso, donde trataba del valor de la literatura hispanoamericana, Alfonso
Reyes afirmaba que la literatura “no es una actividad de adorno, sino la expresión más completa del hombre”,
porque “sólo la literatura expresa al hombre en cuanto es hombre, sin distingo ni calificación alguna. No hay
mejor espejo del hombre. No hay vía más directa para que los pueblos se entiendan y se reconozcan entre sí,
que esta concepción del mundo manifestada en las letras”.
La ciencia, en efecto, por más provechosos que sean sus inventos, puede conducir también a inmanes
catástrofes, como lo fueron, recordando sólo algunas de las más terribles, las que ha conmemorado dolorosamente, a los cincuenta años de verificarse, el pueblo japonés en Hiroshima y Nagasaki.
La literatura no. Su empeño en la interpretación y la defensa del hombre, es oponerse a las injusticias,
es instaurar la paz, es defender al individuo, no destruirlo. A través del “confuso esplendor” Neruda fue
buscando la presencia, el mensaje del ser americano, bajo los escombros del Macchu Picchu, rechazando
las sugestiones de la arqueología, convencido de que «El hombre es más ancho que el mar y que sus islas y hay que caer en él como en un pozo para salir del fondo con un ramo de agua secreta y de verdades
sumergidas».
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Aguas secretas y verdades sumergidas: creo que esta imagen permite representar la calidad profunda
del viaje permanente que fue para el profesor Bellini el estudio y la experiencia de la literatura hispnoamericana, a la vez estudio y experiencia de la vida. Exploró, de una manera incomparable por abarcadora,
todas las latitudes de esta literatura: los orígenes prehispánicos (fue de los primeros en considerarlas fundacionales) y la formación colonial, atento especialmente a los cronistas y a los viajeros, seducido por las
personalidades de Garcilaso el Inca, Sor Juana, Juan del Valle y Caviedes; el siglo XIX, con el modernismo
y la transición finisecular; el telurismo del XX y de las vanguardias, con la poesía negrista y femenina
(siendo aquí también entre los primeros en reivindicar su poderosa presencia en las letras), la novela de la
dictadura, las grandes voces poéticas y narrativas (Pablo Neruda y Miguel Ángel Asturias, amigos entrañables, junto con las de los poetas nicaragüenses José Coronel Urtecho, Pablo Antonio Cuadra, Ernesto
Cardenal, o las de Rómulo Gallegos y Gabriel García Márquez, entre las infinitas otras); las relaciones entre España, Italia y América Latina; por no hablar de la constante profundización de la obra de Quevedo,
quizás el poeta que más estuvo en resonancia con el estudioso por irradiar una lección sobre la existencia
humana insuperable en su dolorosa verdad.
No fue solamente el estudio de este gigantesco conjunto de obras, autores, movimientos y temas lo
que caracterizó la pasión hispánica del profesor Bellini –una pasión que confluye en una bibliografía inexhausta hecha de centenares de títulos– sino su capacidad de convertirlo en proyectos colectivos, abiertos a
la participación de innumerables investigadores. Merece recordar por lo menos los “Archivos de la literatura hispanoamericana del siglo XX”, cuyo principios se dan en el momento en que es presidente del Comité
de los Garantes de los países firmantes promovido por la Unesco, o la colección Quinto Centenario, que
se realiza a partir de su presencia como miembro del Comité Nacional Colombino para el IV Centenario del Descubrimiento. Forman parte de esta amplisíma visión del quehacer académico y científico, la
creación de revistas fundamentales para la historia del hispanoamericanismo italiano, como “Rassegna
Iberistica” o “Quaderni di Letterature Iberiche e Iberoamericane”, sin mencionar su participación en los
comités científicos de algunas de las principales revistas internacionales. La titánica y precursora calidad
de su actividad se reconoce también a través de las puntuales condecoraciones ortorgadas por Nicaragua,
Guatemala, Venezuela, Portugal, España, Italia, acompañadas por prestigiosos doctorados honoris causa.
Casi siempre celebramos estos eventos con viajes entusiasmantes a América Latina, ocasión para
profundizar el conocimiento vivo del continente, para relacionarnos con sus autores e interpretes, para
respirar paisajes y entender de cerca la imagen que da título a una de sus obras: Amara America meravigliosa. Esto fue lo que me donó el profesor Bellini, no solamente a mí, sino al entero equipo de la Cátedra de
Literatura hispanoamericana por él dirigida y fundada en la Universidad de Milán, promoviendo amistad
y afecto. Mucho trabajo y mucha alegría se compartieron en estos viajes. Y se me construyeron recuerdos
–imágenes, palabras, anécdotas ejemplares– que siguen vivos y activos, no solo en mi memoria, sino en
mi presente.
No creo necesario seguir con la síntesis del formidable trabajo del Profe, vastamente conocido y
reconocido. Lo que me limité a apuntar sirve de muestra de otro principio rector de su enseñanza: la esencia de nuestra labor, solía repetirme, son la creación de una escuela, la formación de redes, la capacidad
de obrar en equipos, de reunirlos, apoyarlos, fomentarlos. Sin esto, decía, solo hay un trabajo solitario
y solipsista poco influyente en la vida real de las personas, en el peso de la disciplina. La donación y la
herencia quedan pues ejes de su actuación: olvidarse de esto es desentender la grandeza aleccionadora de
su actuación y de su modelo.
El mundo, hay que admitirlo, no presenta panoramas exaltantes y la interpretación de este aspecto dramático ha dado una dimensión de gran hondura a la
literatura hispanoamericana, que tiene inmediata resonancia en quienes
no consideran al hombre únicamente materia.
Giuseppe Bellini,
La pluma mensajera (2002)
Mi querido Maestro
Silvana Serafin
Università di Udine
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s difícil condensar en cinco mil caracteres más de cuarenta años de enseñanza y amistad. Todo
comenzó en los años Setenta del siglo XX, al llegar Giuseppe Bellini a la Universidad Ca’ Foscari
de Venecia, donde yo, estudiante del segundo año, junto con un grupo muy limitado de colegas, cursaba las primeras clases de literatura hispanoamericana que se impartían en Italia. Todavía recuerdo con
nostalgia el viejo y ahora inexistente “Seminario de español”, que se encontraba en el edificio histórico
de Ca’ Foscari, en una entrada lateral, descentralizada con respeto a los anglistas, francecistas… y a
todos los demás “istas”. Una especie de dépendance, de oasis serena en la que se respiraba un clima
de amistad entre los profesores que compartían una pasión común por el mundo hispano –ibérico,
en general−, y de solidaridad entre los estudiantes, especialmente entre los pocos que habían optado,
después de los dos primeros años de español, por un segundo bienio de literatura hispanoamericana.
Una novedad absoluta para la época.
Gracias a las innumerables iniciativas culturales de Giuseppe Bellini, protagonista en la creación
de revistas, colecciones y publicaciones de todo tipo −editados en su mayoría por su amigo Bulzoni
de Roma, uno de los pocos editores que incluía en el catálogo también obras en lengua española− la
cultura hispanoamericana tiene una oleada nacional e internacional de importancia fundamental.
Revistas como Rassegna Iberistica, Studi di letteratura ispanoamericana, Quaderni Ibero Americani, Quaderni della ricerca o
colecciones como “Letterature
e culture dell’America Latina”,
“Studi di letteratura ispano-americana”, “Letterature Iberiche e
Ibero-americane”, por citar algunos nombres, presentaron una
oportunidad para jóvenes estudiosos italianos y extranjeros,
deseosos de acercarse a una disciplina in progress. Son los años
iniciales del boom de la literatura
hispanoamericana, que ejerció
una fuerte atracción en el lector
europeo y, por lo tanto italiano,
sensible a lo maravilloso de una
realidad contradictoria, llena de
mágicas presencias, de problemas aún no resueltos.
Testimonio de un continuo
interés fue la creciente presencia
de traducciones, particularmente
esmeradas, llevadas a cabo con
sensibilidad y competencia, relativas a autores famosos, pero
también a los menos conocidos.
No es de extrañar si un numeroso público acudió a asistir a las conferencias de escritores como Miguel Ángel Asturias −a quien la
Universidad Ca’ Foscari le confirió la laurea ad honorem−, Aguilera Malta, Jorge Luis Borges, Pablo
Neruda −por nombrar solo a algunos− invitados por el Maestro. Llegaban a la laguna entre la alegría
y la incredulidad de los que acudían a escuchar sus palabras con los versos de Neruda en el bolsillo,
prestados en italiano por Bellini, su traductor oficial. ¿Qué mejor oportunidad para una joven conversar con un premio Nobel o con los que crearon páginas inmortales, y almorzar en la “mítica” Trattoria
del Cavaliere?
La historia no termina allí. En el largo periodo que pasó primero como miembro y luego
como Presidente del “Comité 08” del CNR, Bellini sentó las bases para acuerdos internacionales no solo con los países de América Latina, sino también con los de la América del Norte
y proporcionó a los especialistas del sector la posibilidad material para llevar a cabo
sus propias investigaciones, publicar sus resultados y establecer una cooperación
amistosa con los colegas italianos y extranjeros. La ocasión la ofrecieron los con-
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gresos anuales organizados en los lugares más agradables de Italia,
donde importantes estudiosos expresaron sus puntos de vista sobre
las Américas: dos mundos opuestos que se presentaban −y se presentan− como un gran mosaico, formado por separaciones, naciones,
identidades y límites. La revista África, América, Asia, Australia, fue
otro resultado concreto.
Las revistas se multiplicaron, así como las colecciones editoriales, los volúmenes y ensayos, publicados con constancia hasta los
últimos días de su vida. ¿Quién no conoce su Historia de la literatura
hispanoamericana, la primera que incluyó la época precolombina en
el área de la disciplina o su Storia delle relazioni letterarie tra l’Italia
e l’America di lingua spagnola que inauguró los estudios del sector?
Realmente de gran importancia son sus reflexiones críticas que
entran en la misma esencia de la literatura −en primer lugar hispanoamericana, pero también española e italiana−, donde está implícito el doble registro capaz de modelar la construcción del discurso,
centrándose en la dialéctica permanente entre la cultura y la sociedad, en la pluralidad de conocimientos y experiencias. De crítico literario a voraz lector que, con curiosidad y humildad, penetró el
laberíntico camino del conocimiento, mostrando una pasión incondicional hacia los libros. Recuerdo
nuestras visitas a “La Toletta” o a otras librerías venecianas y la satisfacción dibujada en su rostro cuando encontraba algo particularmente estimulante. Nunca salía de la tienda sin comprar un libro, que
iba enriqueciendo su conocida biblioteca de más de 30.000 volúmenes, y regalar otro a quien estaba
junto a él. Por eso entiendo la amargura con la que se cierra su ensayo “El mundo de la Biblioteca”, al
reflexionar sobre las bibliotecas que se desmiembran.
Son asimismo importantes, para todos los que tuvimos el privilegio de su amistad, las cualidades
humanas, el sentido del humor, la amabilidad, la alegría, la generosidad, la ética disponibilidad hacia
los demás, a los que respetaba siempre. El vacío que deja es realmente insalvable.
20
Giuseppe Bellini en el
«Centro per lo Studio delle
letterature e delle culture
delle Aree Emergenti» del
Consiglio Nazionale delle
Ricerche, en Milán (Fuente:
<http://www.cervantesvirtual.com/portales/giuseppe_bellini/imagenes>)
Recuerdo de Giuseppe Bellini
José Carlos Rovira
Universidad de Alicante (España)
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M
21
e telefoneó Jaime Martínez al mediodía del 19 de junio para comunicarme que el maestro Giuseppe Bellini había fallecido en la madrugada en un hospital de Milán. Sabíamos desde hacía meses
que su salud tenía problemas, pero de ninguna manera podíamos esperar el desenlace a pesar de los 92
años que tenía, tan repletos de dignidad, fuerza y lucidez. No voy a insistir sobre la palabra tristeza…
Se ha mantenido activo hasta el final. El 12 de mayo me escribía un correo en el que me decía entre
otras cosas: “…Mi salud va mejorando pero en cuanto empiece el calor (empezará ?) mi médico me ha
impuesto que me vaya a la playa, y así haremos como buenos alumnos sometidos al Maestro. Por otro lado
la edad no perdona, recordarlo siempre, y por eso disfrutar lo que nos permite. La reseña del libro que
me enviaste saldrá en nuestro Notiziario al final del mes. El libro es de veras muy interesante y yo quisiera
agradecerle la dedicatoria a la autora y el libro, pero no tengo su dirección”. En los días sucesivos le envié
la dirección de Elena Pellús, a la que escribió el mismo día que la recibió. Elena era la autora de un libro
sobre Hernán Pérez de Oliva, su tesis doctoral, que el maestro Bellini destacó con su reseña en el último
Notiziario, el número 71, de mayo de este año, del Boletín Dal Mediterraneo agli Oceani publicado por el
Instituto que Bellini creó hace bastantes años en la Universidad de Milán.
Doy estos datos ahora, probablemente no por la trascendencia que tengan en el millar largo de aspectos esenciales que su biografía nos entrega, sino por la atención cordial que significaba que un maestro
de 92 años quisiera escribir a la joven autora de un libro para agradecerle sus palabras y su envío. En los
años en que he vivido he tenido tiempo para comprobar que sólo los grandes maestros, de la crítica y la
historiografía, o de la poesía por los que conozco, mantienen este tipo de atención cordial por los más
jóvenes, este dedicar unos minutos, o unas horas, a enviar una carta, leer un libro o escribir sobre él. Entre
tantas, ha sido ésta una lección que también hemos aprendido del maestro Bellini que, como destaqué
alguna vez, se ocupaba de los más jóvenes, incluso de los de aquí cerca, publicando sus trabajos en revistas
de las varias que dirigió o en libro en una de sus colecciones, atendiendo sus envíos, dedicando la palabra
oportuna en el momento oportuno para que no desfalleciesen y les llegase un desánimo que a veces es
inevitable…
Amábamos a Bellini también por eso. Y yo, particularmente, por su sentido del humor que deshizo
siempre distancias académicas. Conté cuando cumplió 90 años que habíamos aprendido y nos decíamos
una broma que partió de él una vez y nos repetíamos alguna vez en los últimos años: era de los humoristas
Pino e gli Anticorpi que se decían reiteradamente: «Non c’è problema: tu mi dici quello che devo fare e
io lo faccio». Lo hacíamos en el contexto de una invitación, en la que intentábamos fijar los límites de
intervenciones académicas, de conferencias congresuales, de seminarios en los que Giuseppe Bellini ha
sido siempre, por derecho y por palabra, la personalidad principal.
Escribo estas notas a los pocos días de su muerte y no sé ahora mismo cómo hacer una reseña académica de quien ha sido sin duda uno de los grandes maestros: pensaba comentar sus traducciones italianas
de Pablo Neruda y Miguel Ángel Asturias, de quienes fue además gran amigo, o de Octavio Paz, Ciro
Alegría, Jorge Icaza, Pablo Antonio Cuadra, Jorge Carrera Andrade, o Sor Juana, o los poetas barrocos
hispanoamericanos…unos setenta libros traducidos, con algunos poetas como Neruda en su casi totalidad, nos lo hacen el responsable más sistemático de la introducción de la literatura latinoamericana
en Italia, maestro principal de traductores.
Pensaba también comentar sus veinte ediciones críticas de autores que van desde el Inca
Garcilaso de la Vega a Neruda de nuevo; o sus sesenta y pico libros, desde el de una entrada inicial a la poesía de la negritud, o el dedicado a García Márquez, hasta los últimos
dedicados a Homero Aridjis o la Crónica de Indias. Tampoco sé ahora mismo cómo
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comentar unos trescientos cincuenta artículos o capítulos en los que están
contenidos autores y movimientos de todas las épocas, desde la colonia
hasta nuestros días, con lecturas imprescindibles en las que este año de
centenarios tuve que volver sobre sus trabajos sobre el Inca Garcilaso o sus
estudios sobre Rubén Darío en Italia.
Sus libros y artículos sobre literatura española (memorable su lección
sobre Quevedo) son imprescindibles para entender a alguien que nos enseñó también que, o sabíamos literatura española, o no entenderíamos nada
de la tradición americana.
Su Historia de la literatura Hispanoamericana ha sido también, con
múltiples ediciones y revisiones, otra lección muy difundida que le hacía
sonreír cuando, en alguna de las presentaciones en nuestra Universidad a
la que vino varias veces, yo decía a los alumnos que siempre han estudiado
“el Bellini” que ahora lo tenían delante “en cuerpo y alma”. En cualquier
caso, diré que fue en una primera edición allá por los años 60 cuando por primera vez se introdujeron en
nuestro ámbito las literaturas precolombinas en el cuerpo inicial de lo hispanoamericano.
Como no me sale el comentario académico, diré entonces que una manera rigurosa de entrar a su
obra y a su significado es la que recogimos, por acción principal de Patrizia Spinato, su discípula más
próxima, en la “Biblioteca de autor Giuseppe Bellini” de la Cervantes Virtual (http://www.cervantesvirtual.com/portales/giuseppe_bellini/). Obras principales, cronología, una larga entrevista que mantuvimos, fotografías, dan cuenta de una vida dilatada dedicada a la historiografía literaria.
Y supliré entonces lo académico con un recuerdo personal: Santander, finales de junio de 2007. Cerraba Bellini un seminario de la Menéndez Pelayo sobre “El canon y la historiografía literaria”. A su conferencia de clausura le había precedido otra de Luis Sainz de Medrano, fallecido en 2012, querido maestro
y amigo de Bellini y nuestro. Una conferencia brillantísima sobre su condición de historiador en Italia,
cerraba una semana de reflexiones y recuerdos en los que estaba muy presente que fue allí, en Santander,
casi cincuenta años antes, donde un joven profesor que perfeccionaba su español conoció y se enamoró de
una joven alumna, Stefania, que allí estaba con nosotros, recordando la ciudad, la Universidad Menéndez
Pelayo, aquellos años… A Stefania, su mujer, a sus hijas Michela y Elena, a sus descendientes va dedicado
nuestro recuerdo conmovido.
22
Corpo di Donna
Presentación de la edición italiana de Fin de mundo de
Pablo Neruda, en Milán<http://www.cervantesvirtual.
com/portales/giuseppe_bellini/imagenes>)
Corpo di donna, bianche colline, cosce bianche,
tu rassomigli al mondo nel tuo atteggiamento
d’abbandono.
Il mio corpo di contadino selvaggio ti scava
e fa saltare il figlio dal fondo della terra.
Pablo Neruda
Venti poesie d’amore e una canzone disperata.
Traducción italiana de Giuseppe Bellini (1962)
Giuseppe Bellini:
eterna presencia para las letras hispanoamericanas
Patrizia Spinato Bruschi
C.N.R. - I.S.E.M. – Universidad de Milán
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E
23
stán a punto de concluirse las vacaciones académicas de este verano 2016 y, dentro de un par de
semanas, vamos a darnos cuenta de la definitiva ausencia de nuestro estimado y querido Maestro,
Giuseppe Bellini.
En efecto, entre la mitad de junio y la mitad de septiembre, él tenía la costumbre de trasladarse con
su esposa y su familia a su departamento de Albissola, donde una acogedora biblioteca personal y un clima
más agradable le permitían seguir trabajando a pesar de la lejanía de Milán, su querida ciudad adoptiva.
En realidad, la ausencia de compromisos institucionales le consentía trabajar con mucho más ahínco que
de costumbre, y durante el verano generalmente cerraba un trabajo monógrafico y escribía las ponencias
que tenía que dictar en los meses siguientes. Recuerdo el pánico que cundía cada año cuando, al regresar
a nuestro Centro de investigación, enumeraba sus nuevos estudios y nos preguntaba qué habíamos escrito
nosotros: nos mirábamos desconcertados y balbuceábamos alguna que otra lectura y, cuando más, un
ensayo, puesto que las incumbencias familiares no nos permitían hacer mucho más.
Para él la lectura, el estudio y la escritura representaban un placer inmenso, y escribir era su único
vicio, como decía a menudo. Y, una vez terminados sus trabajos, tenía prisa por entregarlos al editor
y verlos impresos cuanto antes: de
vez en cuando alguien trataba de
convencerle que era mejor esperar
el año nuevo para sacar un libro,
para que se distribuyera más tranquilamente y no apareciera como
algo ya viejo por el cambio de fecha; sin embargo él seguía con su
plan y, salvo problemas con los
tiempos de la editorial, tenía entre
noviembre y diciembre en sus manos la nueva criatura, siempre con
nueva emoción.
Incluso para este 2016 tenía pensado terminar un libro,
sobre Carpentier, y, aprovechando
las salidas menos frecuentes y el
consejo de su médico de cabecera,
que le recomendó –como si hiciera
falta– que siguiera trabajando, ya
a finales de mayo había entregado
las segundas pruebas a la editorial
Bulzoni porque quería tenerlo en
sus manos antes de salir para la
playa. Y posiblemente lo hubiera
conseguido, a no ser por una duda
estilística repentina, por lo que me
pidió que llamara a Maurizio para que detuviera unos días la impresión, sin embargo no le alcanzó el
tiempo para releer… y justo en los primeros días de septiembre llegó la nueva monografía, Gli effimeri
regni di questo mondo. La narrativa di Alejo Carpentier, como ulterior y vivo legado suyo.
No faltan otros proyectos que ya estaban en marcha y que, por supuesto, contamos llevar a cabo, aunque
posiblemente en tiempos menos rápidos de los que él tenía pensados y a los que estábamos acostumbrados
bajo su dinámica dirección. En ocasión del cuarto centenario de la muerte de Miguel de Cervantes y del Inca
Garcilaso, por ejemplo, hemos promovido una recopilación de artículos de varios autores acerca de estas dos
grandes figuras de las letras hispánicas e hispanoamericanas. El libro va a salir en la colección electrónica del
ISEM del Consejo Nacional de Investigación italiano para finales de este año, al cuidado del Profesor,
que revisó la mayoría de los artículos, y de quien escribe.
Siempre tuvo tiempo para todos: contestaba casi de inmediato a las cartas, de estudiantes y de colegas, conocidos o desconocidos, por correo electrónico o normal; leía con
placer todos los textos que le enviaban, artículos y libros, tesis y reseñas, daba su opi-
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nión y animaba siempre a seguir adelante. Aunque tenía sus convicciones personales,
nunca dejaba que lo personal perjudicara lo profesional: para redactar sus trabajos leía
incansablemente y citaba incluso los estudios de colegas que tenían ideas muy diferentes
de las suyas. En sus grupos de trabajo acogía a todos los que, en su opinión, lucían tanto valores intelectuales como humanos y respetaba a quienes tenían ideas religiosas o políticas o éticas
antagónicas. Aunque expresaba líberamente las suyas, nunca trataba de convencer a nadie, más bien
exhortaba al diálogo y a la tolerancia, reconociendo, en las diferencias, riqueza.
Su generosidad, su honestidad, su apertura se reflejan a lo largo de toda su trayectoria profesional.
En las revistas y en las colecciones que dirigía publicaba no sólo los trabajos de su grupo, sino también
los de estudiosos o estudiantes con quienes entraba en contacto epistolar, o durante los congresos. Los
jóvenes, sobre todo, eran sus preferidos y les daba plena confianza. El grupo de trabajo tenía una estructura parecida a la de una familia: cada uno tenía su dignidad y su importancia, desde los investigadores
hasta los becarios y los administrativos. Y siempre que era posible, se intentaba que participaran en las
actividades que se organizaban. Sus fondos constituían un recurso para todos y nos los ponía a disposición
para comprar libros, para participar en los congresos, para publicar. Sin embargo, siempre quería ver los
resultados, es decir, artículos o monografías, que otorgaban sentido concreto a todo el trabajo preliminar.
Va a ser difícil para nosotros, que tuvimos el privilegio de estudiar y trabajar con él, encontrar a
una figura que pueda reemplazarle, en nuestro Centro de Investigación y desde luego siempre ocupará
un lugar destacado en nuestros corazones. Su dinamismo, su rectitud, su amor por la cultura, su respeto
por las personas, su liberalidad, franqueza, nobleza de ánimo, optimismo, hacen de Giuseppe Bellini un
modelo de caballero de otra época y de otras latitudes.
24
Borges el inmortal
Martha L. Canfield
Università degli Studi di Firenze (Italia)
A Giuseppe Bellini, maestro y amigo entrañable,
in memoriam.
Tres meses después de su desaparición y en el
trigésimo aniversario del fallecimiento de Jorge Luis Borges,
con quien él tenía profundas afinidades.
C
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uenta Jonathan Swift que en el lejano reino de Luggnagg, dos o tres veces cada siglo, nace un niño
con una mancha roja en la frente y que esa mancha es el signo de que ha nacido un inmortal. Gulliver conoció a esos inmortales (en su país les llamaban struldbruggs) y, contrariamente a lo que se había
imaginado, descubrió que tales seres eran dignos únicamnte de conmiseración y de desprecio. Si hubiera
podido llevar uno de ellos a Inglaterra, es muy probable que al verlo los ingleses se hubieran curado para
siempre del miedo a la muerte (Gulliver’s Travels, III, 10). Cuenta Borges que cuenta Joseph Cartaphilus
que más allá del Nilo existe una extraña ciudad cuyas formas absurdas producen el horror de lo incomprensible. La ciudad está poblada por los Inmortales, que viven desnudos, insensibles a todo, no hablan,
se nutren de serpientes y dejan, por los siglos de los siglos, que el sol y la luna se alternen sobre sus cuerpos
rudimentales. Cartaphilus los llama trogloditas y, aparte el significado, el nombre evoca fónicamente el
gulliveriano struldbrugg. Ambos, trogloditas y struldbruggs, son temibles figuraciones de lo que podría ser
el hombre condenado a no morir. Ya el sueño de la inmortalidad vuelve horrendos e inhumanos a los
hombres: «Esta ciudad –pensé– es tan horrible que su mera existencia y perduración [...] contamina el
pasado y el porvenir [...]. Mientras perdure, nadie en el mundo podrá ser valoroso o feliz» (“El inmortal”,
en El aleph). La conciencia de la fugacidad, en cambio, vuelve conmovedores y valiosos a los hombres.
Relacionadas con los mortales, aun las cosas menos perecederas adquieren el valor de lo irrecuperable:
25
Hay una línea de Verlaine que no volveré a recordar,
Hay una calle próxima que está vedada a mis pasos,
Hay un espejo que me ha visto por última vez,
Hay una puerta que he cerrado hasta el fin del mundo.
(“Límites”, en El otro, el mismo, 1964)
«La muerte es vida vivida,/ la vida es muerte que viene», dice Borges que cantaba un orillero quien
probablemente nunca había leído a Quevedo.
En la tarde del 14 de junio de 1986, en la ciudad de Ginebra, asistido y rodeado por el afecto de
María Kodama y Héctor Bianciotti, Jorge Luis Borges cerró para siempre sus ojos; o bien, como repitió
la crónica de esos días, «se fue dulcemente». El adverbio no es casual: se había preparado en profundidad
para la muerte y hacía mucho que la esperaba; lo había dicho incluso varias veces en sus últimos tiempos.
La descomposición de la individualidad y el regreso a la pura energía no podían atemorizar a Borges. Al
contrario, para él esto no podía ser más que el justo corolario a una larga vida de fatigas, enteramente
dedicada a recomponer la secreta unidad de la literatura, innumerablemente fragmentada a través de las
voces y los siglos. Es decir, una vida dedicada a los otros; es decir, a nosotros.
El mundo es un libro incesante (todos los autores se reúnen en uno) y en la literatura universal está
la clave de interpretación, disgregada, de ese libro único. Reunir los fragmentos y recuperar la clave fue la
tarea inmensa, y en último término imposible, que se impuso Borges. Para llevarla a cabo sacrificó su vida
personal. Son muchas las variaciones de su motivo recurrente «he leído mucho y he vivido poco». Pero su
extrema lucidez no le permitía hacerse ilusiones sobre los resultados de su empresa ni sobre la pureza de
sus mismas intenciones. El individuo fue en él sofocado por el escritor. Pero él mismo se pregunta cuánto
habría en el escritor de vanidad, de magnífico egoísmo más que de magnífico altruismo, y cuánto el individuo no deseaba conscientemente anularse para perdurar en el otro.
[...] yo vivo, yo me dejo vivir, para que Borges pueda tramar su literatura y esa literatura me justifica. Nada
me cuesta confesar que ha logrado ciertas páginas válidas, pero esas páginas no me pueden salvar, quizá porque lo bueno ya no es de nadie, ni siquiera del otro, sino del lenguaje o la tradición.
(“Borges y yo”, en El hacedor, 1960)
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En el famoso “Epílogo” de El hacedor (1960), Borges proponía la siguiente parábola: un hombre
dibuja, a lo largo de su vida, el mundo, y va llenando un espacio con imágenes de provincias, de montañas, de islas, de naves, de peces, de astros, de instrumentos, de personas.
Poco antes de morir descubre que ese paciente laberinto de líneas reproduce
su propia cara.
La obra es la representación del mundo, o quiere serlo; pero, según
enseña el idealismo gnoseológico, el mundo no puede representarse sino a
imagen de nosotros mismos: «el mundo es mi representación», dice Schopenhauer, maestro de Borges. Así, Borges está en su obra, aunque en ella el
individuo no se haya salvado sino, antes bien, se haya perdido en las ampliaciones y contorsiones del pensamiento literario.
Como Joyce, como Goethe, como Shakespeare, como Dante, como
Quevedo, como los autores que él amaba y en los cuales veía la literatura
compendiada, Borges fue menos un hombre que una dilatada y compleja literatura (sea permitido parafrasearlo). Como tal está destinado a perdurar. Su
compulsión a escribir (recuérdese su poema “El otro tigre”) lo salva y su obra
realizada lo justifica. Por ella serán perdonadas las flaquezas del hombre, las cuales, por otra parte, a nadie
sino a los santos es dado superar:
26
He trabajado en fuertes palabras ese mi pensativo sentir que pudo haberse disipado en sola ternura.
El recuerdo de una antigua vileza vuelve a mi corazón.
Como el caballo muerto que la marea inflige a la playa, vuelve a mi corazón.
Aún están a mi lado, sin embargo, las calles y la luna.
El agua sigue siendo dulce en mi boca y las estrofas no me niegan su gracia.
Siento el pavor de la belleza; ¿quién se atreverá a condenarme si esta gran luna de mi soledad me perdona?
(“Casi juicio final”, en Luna de enfrente, 1925)
Spinoza, recordado por Borges, decía que todas las cosas quieren perseverar en su ser: la piedra eternamente quiere ser piedra y el tigre tigre. Quién sabe que en la nueva dimensión sin tiempo y sin espacio
a la cual ya también Borges pertenece, no sea lícito imaginarlo como él ha imaginado a Alfonso Reyes
después de su muerte, y a Poe, y a otros, es decir, empecinado, aplicándose aún «dichoso y desvelado» a
erigir otras «espléndidas y atroces maravillas».
Borges no puede morir simplemente porque su literatura sigue viviendo en nosotros, que también
seremos nadie pero habremos sembrado a nuestra vez su vasta herencia. Digamos a su manera, con extrema reverencia y dulce consuelo, que si bien en la precisa armonía de sus ecuaciones textuales él fue Homero, fue Dante, fue Shakespeare, y ahora es nadie, será Borges en los siglos, en esa forjadura de idioma
y pensamiento en la que no podrá ser confundido.
Él imaginó muchas veces –partiendo de las imaginaciones de otros– que el mundo es un teatro, que en
la rueda del tiempo cada momento regresa y el espectáculo previsto en el Eterno Libro se repite. Imaginó que
todos los autores no son sino uno, que vuelve puntualmente para encarnar el espíritu del siglo en cada siglo.
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Entonces nosotros podemos creer que Homero y su ceguera se repitieron en él, para que pudiera entender
(como nos lo revela “El Hacedor”) que es del silencioso recuerdo escondido en el pozo del alma de donde
nacen los hexámetros rumorosos; y Dante y sus fieras animadas por los símbolos de la mente y su muerte en
el exilio, se repitieron en él; y Shakespeare y su angustiosa versatilidad; y Joyce y sus infiernos espléndidos;
y Cervantes y Quevedo. Así podemos creer, en consecuencia, que seguirá regresando, «como la aurora y el
ocaso», para infaliblemente «convertir el ultraje de los años / en una música, un rumor y un símbolo».
Borges no puede morir, porque aunque todas estas lucubraciones no sean más que el signo de nuestra debilidad, de nuestra incapacidad para aceptar lo irremediable, es cierto que él nos enseñó un modo
de hablar y de pensar y eso durará en nosotros y más que nosotros.
Desde hace unos cuarenta años en Europa, y en ámbito hispánico incluso antes, nos hemos acostumbrado a ver continuamente citado el nombre de Borges o evocadas sus imágenes. Sus laberintos, su
ajedrez de valor metafísico, sus espejos, sus bibliotecas erigidas como símbolo del universo, se han vuelto
puntos de referencia constantes y hasta lugares comunes. Incluso la «enumeración caótica», que él prefería llamar «enumeración cósmica», suele ser ilustrada con citas tomadas de sus páginas. No porque él
la haya inventado, sino porque ha hecho de ella un uso tan intenso y particular que ya no podríamos no
asociarla a él. Así hizo Umberto Eco –que también desdichadamente nos dejó este año–, en una de las
muchas páginas que por largos años nos regaló a través del semanario El Expreso: se trata precisamente de
un artículo publicado en junio de 1986, que por curiosa y “borgeana” coincidencia fue publicado a pocas
horas de distancia de la noticia de la muerte de Borges (v. «La bustina di Minerva», en L’Espresso, Anno
XXXII, n. 24). La referencia se volvió así un insospechado homenaje, no por insospechado menos eficaz,
a la memoria del Maestro, quien a su vez, en la figura arquetípica del bibliotecario ciego que conoce de
memoria todos los libros, ya había entrado en el universo novelesco de Eco: inolvidable permanece en
efecto el fascinante y alusivo Jorge de Burgos de Il nome della rosa.
El elenco de lo que hemos aprendido con Borges sería demasiado largo y siempre se correría el riesgo
de quedar en falta. Digamos simplemente que su voz se deja oír en los más grandes escritores de nuestro
tiempo, no sólo de lengua española; pero entre estos últimos y en primer lugar en García Márquez, premiado con ese Nobel que a él le fue sistemáticamente negado. Digamos que estas páginas escritas para
recordarlo en este triste aniversario están llenas de su voz, no sólo porque son en honor suyo. Digamos en
fin que otra de sus grandes enseñanzas es que la diferencia entre escritor y lector es fortuita y que por eso
mismo podemos en justicia dedicarle los versos que él compuso para otro:
27
no profanen las lágrimas el verso
que nuestro amor inscribe en su memoria.
Giuseppe Bellini y Jorge Luis Borges
en Milán*
* Fuente: <http://www.cervantesvirtual.com/
portales/giuseppe_bellini/imagenes>.
Bellini y Miguel Ángel Asturias
en la librería Rizzoli de Milán*
Presentación de la edición italiana de Fin
de mundo de Pablo Neruda, en Milán*
Hijos de la ira en Espadaña. Dámaso Alonso:
erudición y poesía
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Isabel Navas Ocaña
Universidad de Almería (España)
En la sección «Crítica y Notas» del n. 1, Espadaña anunciaba la publicación de Oscura noticia e Hijos de
la ira de Dámaso Alonso1. Los redactores espadañistas prometían, además, ocuparse próximamente de
Hijos de la ira2 en un estudio más amplio. Este estudio correrá a cargo de Antonio González de Lama que,
en el n. 2, incluirá el artículo «La nueva poesía de Dámaso Alonso»3. La crítica ha analizado este texto
haciendo hincapié en conceptos tales como rehumanización, neorromanticismo, poesía desarraigada, etc.
En relación a este último término, Fernando Presa ha señalado que Antonio G. de Lama se adelantó en
catorce años a la distinción entre «poetas arraigados» y «poetas desarraigados» que Dámaso Alonso haría
en Poetas españoles contemporáneos4. Sin embargo, la utilización que Lama hace de estos conceptos tiene
un significado opuesto al que les otorgaría más tarde Dámaso Alonso5. Para Lama, la poesía de Hijos de
la ira es una poesía «arraigada en el humus purulento del vivir actual». Se
desprende de esta circunstancia la diferente carga semántica que atribuye al
término «arraigada». No obstante, Fernando Presa, eludiendo la oposición
terminológica que se establece entre Lama y Dámaso Alonso, y sirviéndose
de los vocablos acuñados por este último –dada su mayor repercusión en la
historia de la crítica actual–, considera que existieron importantes lazos de
unión entre los espadañistas y Dámaso Alonso por «el carácter desarraigado
de ambos, de la revista leonesa y del poeta madrileño.»6.
Lo cierto es que tanto González de Lama como Dámaso Alonso se
hallan insertos en un mismo contexto ideológico y cultural que los iguala
en cuanto a planteamientos estéticos. La adscripción de ambos al modelo
neorromántico ha sido analizada en profundidad por Sultana Wahnón. Dos
son, a su juicio, los modelos teóricos dominantes en los años cuarenta: el
garcilasista y el neorromántico7. El garcilasismo de posguerra, hegemónico prácticamente hasta 1943,
tuvo entre sus postulados fundamentales la normativa utilización de la métrica clásica y la sujeción de la
actividad intelectual a las directrices de una entidad superior –Dios o el Estado–. El neorromanticismo, de
la mano de críticos tan importantes como Dámaso Alonso o Antonio González de Lama, vino a sancionar
positivamente la utilización del verso libre y a eliminar la obligada vinculación de las tareas culturales a las
políticas. El arte deja de ser entonces expresión de contenidos –contenidos dados por esa entidad superior
a la que nos referíamos más arriba– para convertirse en expresión de la individualidad genial del artista. La
síntesis, el intento de conciliación de términos opuestos –forma y contenido; clasicismo y romanticismo–,
fue otro de sus rasgos más destacados. El papel de Dámaso Alonso en la asunción generalizada de este nue1
«Lanzado por la colección “Adonais” ha hecho su aparición un libro de versos de Dámaso Alonso: Oscura noticia, y otro
del mismo autor, Hijos de la ira, editado por la Revista de Occidente. Del primero se han publicado ya algunas notas críticas
que nos impiden insistir. Pero prometemos ocuparnos del segundo, al que se ha saludado como la prueba más evidente de la
madurez del poeta español.» (n. 1, mayo de 1944).
2
Dámaso Alonso publicó en Espadaña un solo poema, perteneciente a este libro: «A la Virgen María» (n. 9, 1944, pp. 193-195).
3
Junio de 1944, pp. 27-29.
4
Fernando Presa González, La revista Espadaña en la poesía española de posguerra (Madrid, Universidad Complutense, 1988,
pp. 266-269), publicado después en León (Excmo. Ayuntamiento de León, 1989).
5
«Poesía arraigada y poesía desarraigada», en Poetas españoles contemporáneos (Madrid, Gredos, 1952, pp. 364-380).
6
Op. cit., p. 273.
7
Estética y crítica literarias en España (1940-1950), Universidad de Granada, 1988.
vo modelo fue decisiva. La estilística alonsiana es la corriente crítica que avaló al neorromanticismo8. Por
otra parte, Espadaña, y sobre todo Antonio González de Lama, se erigió en uno de los principales adalides
de esta tendencia, en abierta oposición a las tesis estéticas del garcilasismo.
Además de su labor crítica, fundamental en la elaboración del modelo romántico, Dámaso Alonso
publicará en 1944 un libro de poemas, que se convertiría en uno de los máximos exponentes de la nueva
sensibilidad neorromántica. Se trata de Hijos de la ira. Veamos el análisis que González de Lama hace de
este libro.
La sorpresa es la primera impresión que a Lama le ha producido Hijos de la ira, una sorpresa que
viene dada por el carácter diferencial que este poemario presenta en relación a la producción poética
anterior de Dámaso Alonso y al trabajo de erudición que como filólogo y crítico literario había venido
desempeñando:
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Ha sido una sorpresa –para los que leemos poesía– este libro, “Hijos de la ira”, de Dámaso Alonso. Conocíamos del poeta su entrega fervorosa e inteligente a los problemas de la filología, su conocimiento exacto y
lírico de la poesía española, sus estupendos –definitivos– estudios sobre la lengua poética de Góngora, sobre
Gil Vicente, sobre San Juan de la Cruz. Y conocíamos también sus poemas de juventud, que creíamos habían
sido sólo eso, poemas de juventud, efusión adolescente de un alma, que, luego, la erudición y el estudio habrían ido secando. Y no porque aquellos poemas juveniles fueran cosa inmatura y enclenque. Había allí un
poeta. Saturado de influencias, refinado y acicalado, con un profundo hervor poético enhebrado en versos
de hombre culto, lector de poetas, profesor de poesía. Pero pensábamos que el poeta se habría perdido en la
selva de la erudición sin posible Virgilio que de ella le sacara.
29
Así pues, en primer lugar, Lama va a definir la poesía de Hijos de la ira respecto a la producción
poética inicial de Dámaso Alonso. Otros críticos, como Rafael Ferreres, abordaron también este tema en
su comentario de Hijos de la ira9, partiendo igualmente de los postulados estéticos del modelo neorromántico. A R. Ferreres se le planteó la difícil cuestión de armonizar la poesía juvenil
de Dámaso Alonso –vinculada a la etapa purista de la generación del 27– con
el neorromanticismo de Hijos de la ira. La solución que dió a este problema
pasaba por la negación de cualquier vínculo de los primeros poemas alonsianos
con el arte puro, disminuyendo la importancia del magisterio de poetas como
Verlaine o Mallarmé en Poemas puros, poemillas de la ciudad, en favor de Bécquer y Antonio Machado.
González de Lama no duda, sin embargo, en distinguir dos períodos
diferentes en la poesía de Dámaso Alonso: el primero, constituido por los poemas que denomina «de juventud» y el segundo por la producción poética que
inicia Hijos de la ira. No menciona la posible relación del primer período con
la poesía pura, pero, a nuestro juicio, alude veladamente a ella. Según Lama,
el primer Dámaso Alonso es un poeta «saturado de influencias, refinado y acicalado», sus versos son los
«versos de un hombre culto, lector de poetas, profesor de poesía». Por debajo de estas palabras late el
concepto de poesía como técnica, implícito en el arte puro. No obstante, la técnica, la erudición, en lugar
de haber favorecido la expresión poética alonsiana, tuvieron como efecto inmediato el silenciamiento de
la voz del poeta. En consecuencia, Lama considera incompatibles erudición y poesía. Las causas de esta
incompatibilidad son varias, aunque, a primera vista, pueda parecer que el texto de González de Lama
ofrece sólo una: la derivada de la labor erudita de Dámaso Alonso como filólogo, profesor y crítico. Sin
embargo, debemos tener en cuenta otros factores:
En primer lugar, la vasta formación cultural de todos los miembros de la generación del 27, incluso de los que carecían de estudios universitarios. No en vano fue llamada «generación de los poetas-profeUna de las primeras formulaciones de la estética neorromántica aparece en el libro de Dámaso Alonso La poesía de San
Juan de la Cruz (desde esta ladera), Madrid: C.S.I.C., 1942. Ver S. Wahnón, «La poesía de San Juan de la Cruz: un libro para el
modelo romántico de la posguerra», en Estética y crítica literarias en España (1940-1950), cit., pp. 478-510.
9
«La poesía de Dámaso Alonso (Apuntes), Escorial, 17, n. 54, febrero de 1945, pp. 192-203.
8
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30
sores». Angel González ha explicado el alcance de esta denominación, ampliando «la referencia profesional a cierta vocación intelectual o culturalista
que manifestaron otros poetas del grupo». Los poetas del 27 «realizaron
una sistemática labor de exploración por la lírica española del siglo de oro,
compatible con su afán de novedades y con su positiva curiosidad por todo
lo que sucedía en el campo de la estética, fuera de nuestras fronteras.»10
En definitiva, eran poetas cultos, preocupados por la búsqueda de nuevos
hallazgos formales que enriquecieran al máximo el caudal expresivo de la
poesía, tanto a través del estudio de los clásicos como a partir del conocimiento de las nuevas tendencias.
En dos terrenos diferenciados se manifestó, pues, la vocación intelectual de la generación del 27: por una parte, en el interés que mostraron por
la literatura del siglo de Oro: Góngora, Soto de Rojas, Gil Vicente, etc.; por
otra parte, en la atracción que sintieron por los movimientos de vanguardia.
Dado el amplio bagaje cultural de todos ellos, así como sus grandes conocimientos de técnica poética, aspectos formales, etc., no debe extrañarnos que en diversas ocasiones manifestasen un fervor especial
por las cuestiones técnicas, hasta el punto de rechazar el concepto romántico del poeta como vate, y preferir el de «un profesional, un técnico, un virtuoso cuyo oficio [...] es “hacer” poemas.»11. No podemos
olvidar las declaraciones de García Lorca en este sentido: «Si soy poeta... lo soy por la gracia de la técnica
y del esfuerzo, y de darme cuenta en absoluto de lo que es un poema.»
Esta circunstancia guarda una innegable relación con la poesía pura. Juan Ramón Jiménez, por
ejemplo, se refiere a Paul Valéry como un «poeta voluntario», «artificial», un «artesano», en suma12.
La producción crítica y teórica de Dámaso Alonso en los años 20, en concreto su tesis doctoral Evolución de la sintaxis de Góngora13, lo convierte en el «teórico del grupo de poetas vanguardistas españoles»14,
sobre todo, teniendo en cuenta el entusiasmo que Dámaso Alonso mostraba en este trabajo por los aspectos formales y, además, su proximidad con las posiciones estéticas del vanguardismo español en esos
años15. No obstante, Wahnón sale al paso de aquellos que, como José Portolés16, consideran que se pueden
detectar posiciones meramente formalistas en esta primera etapa de la crítica alonsiana –no se trata de
formalismo, sino de estilística–, aunque reconoce que Dámaso Alonso se mostraba en esos momentos
«mucho más preocupado por los recursos expresivos que por “lo expresado”, esto es, más preocupado por
dar cuenta de la forma que por dar cuenta del espíritu que la origina...»17
Pues bien, todos estos factores van a jugar un papel capital en el análisis que González de Lama
hace de la poesía de Dámaso Alonso. Es más, las conclusiones que obtengamos tras el estudio del texto de
Lama, se convertirán en altamente relevantes para la comprensión del trato que el 27 purista y vanguardista habría de recibir de parte de la rehumanización de signo neorromántico durante la posguerra.
Angel González, El grupo poético de 1927, Madrid, Taurus, 1978, p. 15.
Vicente Gaos, Antología del grupo poético de 1927, Madrid, Cátedra, 1981, pp. 21-22.
12
En Estética y ética estética, ed. de Francisco Garfias (Madrid, Aguilar, 1962, p. 202). Francisco Javier Blasco ha realizado
un estudio muy interesante sobre las diferencias existentes entre el ideal de pureza juanramoniano y la poesía pura de la
generación del 27. Se trata de «La pureza poética juanramoniana», en Historia y crítica de la literatura española, vol. 7, Época
Contemporánea (1914-1939), Barcelona, Editorial Crítica, 1984, pp. 174-178. Ver también A. Blanch, La poesía pura española,
Madrid, Gredos, 1976.
13
Leída en la Universidad Central en 1928.
14
Sultana Wahnón, op. cit., p. 458.
15
Dice Sultana Wahnón: «Su entusiasmo por la forma era tal que, a decir de Portolés, superó el del propio Ortega. Su
proximidad a las posiciones estéticas del arte nuevo queda atestiguada por la complacencia con que Dámaso Alonso acoge la
huida de la realidad, los rodeos para evitar el uso de palabras corrientes, los valores fonéticos del verso y otras características que
descubre en el lenguaje poético de Góngora.» (Ibid., p. 458).
16
Medio siglo de filología española (1896-1952) (Madrid: Cátedra, 1986).
17
Op. cit., p. 460. Dámaso Alonso se hallaba muy cerca de Spitzer, puesto que confiaba en llegar al conocimiento del estilo
particular del poeta a través del estudio de los recursos estilísticos. La evolución que sufren los planteamientos teóricos de
Dámaso Alonso en los años posteriores a la guerra civil, sobre todo en lo relacionado al pesimismo epistemológico, ha sido
considerada por Sultana Wahnón como la «historia de una involución teórica» (op. cit., 451).
10
11
En definitiva, varios son los frentes desde los cuales debemos abordar las palabras de Antonio González de Lama sobre la poesía «de juventud» de Dámaso Alonso:
1). El tipo de poeta que la generación del 27 produjo, en un primer momento, como arquetípico,
poseía una serie de rasgos que lo vinculaban con el arte puro y deshumanizado de la década de los años
veinte: era un poeta culto, que desconfiaba de la inspiración y apreciaba enormemente las cualidades técnicas de la poesía. Los poemas juveniles de Dámaso Alonso respondían perfectamente a la tipología que
acabamos de describir. En consecuencia, la erudición condujo a Dámaso Alonso, al igual que a los otros
miembros de la generación del 27, hacia una poesía deshumanizada, intelectual, cargada de influencias
literarias, concebida no para un público amplio, sino para placer de los propios poetas. Sin embargo, Hijos
de la ira se encuentra en el polo opuesto a este tipo de poesía:
Porque era lógico esperar que Dámaso Alonso, el sabio maestro, el ilustre crítico, nos diera una poesía comedida y meticulosa, de admirables artificio y lima, de técnica depurada y exigente, una poesía que rezumara
saber literario y magistral dominio retórico. Y resulta que no; que en estos poemas nuevos no hay resonancias
conocidas, no hay lima ni comedimiento ni artificio formal, sino profundo resollar de un hombre que rompe
todas las normas para gritarnos su sentir.
Es evidente que González de Lama está levantando su discurso crítico sobre la base de un profundo
rechazo hacia las actitudes puristas de la generación del 27. Es más, al poeta puro, preocupado por la técnica, artesano del verso, González de Lama opondrá una concepción romántica del poeta y de la poesía:
El poeta –todo auténtico poeta– es un alucinado. Pero es su alucinación tan clarividente que, cuando nos
muestra su visión todos le creemos y untamos nuestros ojos con el mismo aceite que a él le hace ver fantasmas
reales que sólo por él vemos. La poesía trasmuta el mundo y hace que la realidad sea fantasmagórica y las
fantasmagorías cobren tomo y carne de realidad. Así es la poesía de Dámaso Alonso, real y fantasmagórica,
sobrerreal, intrarreal.
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Esta cuestión queda definitivamente zanjada cuando Lama proclama: «Es necesario repetir que la
poesía es, ante todo, hombría. Y que vale más el hombre que el poeta.»
31
2). La vocación intelectual de la generación del 27 tuvo una consecuencia inmediata: el estudio de la obra de los poetas clásicos, y en
concreto de Góngora, poeta considerado tradicionalmente como difícil,
preocupado, ante todo, por los aspectos formales de la poesía. La máxima
expresión del interés que la generación del 27 mostró por este autor fue
el estudio del propio Dámaso Alonso sobre la lengua poética de Góngora. Dámaso Alonso es, por tanto, el mejor representante teórico de la
preocupación formalista y técnica que animaba a la generación en sus
inicios.
Si el interés por los clásicos del siglo de Oro condujo a los poetas
Dámaso Alonso (1898-1990)
del 27 hacia actitudes formalistas y puristas, el garcilasismo de posguerra,
anclado también en la rememoración de estos clásicos, habría de tener como resultado una misma inquietud formal. En «Si Garcilaso volviera»18 Antonio González de Lama señaló ya un estrecho vínculo entre la
poesía pura y el garcilasismo en razón del formalismo que, a su juicio, era el elemento definidor de ambas
tendencias19.
En consecuencia, el purismo de la generación del 27 ya no sólo es rechazable por ser una actitud
deleznable en sí misma, sino además por ser un antecedente del movimiento garcilasista, que el neorromanticismo, en manos de González de Lama, quería derribar. Por eso, enfatiza aquellos caracteres de Hijos
de la ira que se oponen a cualquier «comedimiento» o «artificio formal», y cuya consecuencia inmediata
Cisneros 6 (1943), recogido en Espadaña. Revista de Poesía y Crítica, edición facsímil (León, Espadaña Ed., 1978, pp. 33-35).
Hemos analizado por extenso esta cuestión en «Poesía pura, vanguardias y garcilasismo. Una nueva perspectiva en el análisis
de “Si Garcilaso volviera” de Antonio González de Lama», en prensa en la revista leonesa Estudios Humanísticos. Filología.
18
19
es la ruptura de todo tipo de normativa que limite la libre expresión del hombre-poeta. La lectura, por
tanto, que debemos hacer de estas palabras es doble: Lama apunta sus dardos contra el arte puro y contra
el garcilasismo.
3º) En otro de los aspectos en los que se manifestó la vocación intelectual de la generación del 27
fue en el interés que mostraron por los movimientos de vanguardia: si la erudición se asocia a técnica, a
formalismo, a poesía pura, el vanguardismo, fruto también del interés erudito de los poetas del 27, será
a su vez poesía deshumanizada y formalista. Esta idea, tal como acabamos de exponerla, no aparece en el
texto de González de Lama. Sin embargo, contamos con el precedente de «Si Garcilaso volviera», en donde todos los movimientos vanguardistas, a excepción del surrealismo, fueron colocados bajo la etiqueta de
formalismo20. Además, en el nº 27 de Espadaña, Lama publicará un artículo sobre la poesía de Joaquín de
Entrambasaguas, directamente relacionado con esta concepción formalista de la vanguardia, derivada de
la problemática sobre la erudición poética21. En suma, desde esta perspectiva, no es difícil detectar en el
texto de González de Lama sobre la poesía inicial de Dámaso Alonso, una alusión al clima vanguardista
que vivió la generación del 27 durante los años veinte.
4). Pero González de Lama hace una salvedad: el surrealismo. Esta salvedad también la hizo en «Si
Garcilaso volviera»: el surrealismo aparecía como origen de la tendencia romántica, frente a los restantes
movimientos de vanguardia incluídos en la tendencia clasicista o formalista.
Para González de Lama, no existen influencias literarias en Hijos de la ira. A partir de esta circunstancia quiere demostrar las diferencias que existen entre este libro y los primeros poemas escritos por Dámaso
Alonso. Su intención no es otra que la de delinear las fronteras que separan a Hijos de la ira de la poesía pura,
y en general, de toda vinculación con teorías formalistas del arte. No obstante, observa en los poemas de
Hijos de la ira la presencia de ciertas resonancias que los relacionan con la Biblia, Unamuno y el surrealismo:
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Si acaso hay alguna influencia, es menos literaria que humana; de autores los más alejados de toda predilección profesoral. La Biblia, Unamuno, los superrealistas; he aquí las tres voces que resuenan a lo largo de estos
poemas desgarrados, dándoles profundidad, humanidad, divinidad.
32
Presentar al movimiento surrealista como una influencia humana y no literaria en Hijos de la ira,
tiene su lógica en el entramado crítico de Antonio González de Lama. En «Si Garcilaso volviera», había
dejado muy claro el impulso rehumanizador del surrealismo considerándolo el movimiento que estuvo en
el origen de la tendencia romántica. Lama era consciente del importante papel que el surrealismo desempeñó en la rehumanización de la poesía de la generación del 27 durante los años treinta. Nada más alejado
de la erudición literaria que un movimiento que se presentaba a sí mismo no sólo como una revolución
estética sino con la pretensión de ser una revolución integral.
Con todo, en González de Lama no existe una aceptación plena del surrealismo. Así lo expuso en «Si
Garcilaso volviera», en donde el surrealismo aparecía como el límite que nunca debía traspasar la corriente
neorromántica. Parece que, al hacer la crítica de la poesía de Dámaso Alonso, está más preocupado por
delimitar en qué ha consistido la renovación poética de Hijos de la ira en relación a la poesía pura y a otras
tendencias formalistas como el garcilasismo, que en marcar las diferencias que separan sus tesis críticas
del surrealismo, como hará más adelante. El artículo «La nueva poesía de Dámaso Alonso» fue escrito por
Lama en 1944, cuando la reacción romántica contra el garcilasismo estaba en plena efervescencia. De ahí
Ver «Poesía pura, vanguardias y garcilasismo. Una nueva perspectiva en el análisis de “Si Garcilaso volviera” de Antonio
González de Lama», art. cit.
21
Así definió González de Lama la poesía de Joaquín de Entrambasaguas: «Entrambasaguas es, ante todo, un erudito; pero
muy versado en las corrientes modernas de la poesía. Y al componer sus poemas, no se ha dejado llevar por la tentación del
pasado –tan fuerte en un profesor–, sino que se ha lanzado al campo alborotado de la poesía más nueva. En el superrealismo
podríamos encasillarle, si fueramos amigos de casillas y etiquetas. [...] Como no podía menos, la poesía de Entrambasaguas, a
pesar de todos los esfuerzos, resulta cerebral, intencionada, sin la espontaneidad del poeta que ignora las reglas. Es una poesía
elaborada con cuidado, con afán por la arquitectura, por el equilibrio clásico. Es una retórica original, montada sobre un
arranque lírico y soportes de imágenes surrealistas. Pero, al fin, una retórica. Sabiduría que enmcarrila el ímpetu, pasión sujeta
a normas, a cánones bien sentados.» (Poesía y Verdad, «Voz de este mundo», Espadaña 27, 1947, p. 591).
20
que le interesase mucho más hacer hincapié en la distancia que separaba a Hijos de la ira de toda tentación
formalista, que en ocuparse de movimientos como el surrealista, cuyo componente rehumanizador era
indiscutible. De hecho, la frase de González de Lama, «Dámaso Alonso ha humanizado la poesía», delimita perfectamente la práctica poética en oposición a la cual había surgido la poesía humana de Dámaso
Alonso: el arte puro y el garcilasismo.
5). En «Si Garcilaso volviera», Lama había expuesto su ideal estético del equilibrio entre valores
formales y valores de contenido, definiéndolo como la «integración de romanticismo y clasicismo en una
unidad superior, preñada de vida y recortada de forma»22. El hecho de que, en «La nueva poesía de Dámaso Alonso», insista tanto en aquellos aspectos que nada tienen que ver con la técnica o con la forma, no
quiere decir que haya olvidado lo que expuso en el artículo de Cisneros. Todo lo contrario, también en la
poesía desgarrada y humana de Dámaso Alonso se puede apreciar la belleza formal:
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No se crea, sin embargo, que “Hijos de la ira” es un libro informe, una algarabía de gritos sin compás y alaridos sin norma. Nunca se olvida el poeta de que su oficio es un arte. Tiene también su retórica. Una retórica
noble, sobria, que se ajusta estrictamente a lo que quiere decir, que ciñe con elegante sobriedad y enérgico
relieve la interna vibración. Y tiene recursos de alto valor expresivo, de indudable belleza formal. Podríamos
reunir una rica antología de expresiones felices por la exactitud de la imagen, por la fuerza del dibujo, por
la delicadeza del contorno, por la música robusta o acariciadora del verso. Ahí están esa maravilla de técnica
poética, “Los insectos”, esa “Mujer con alcuza”, esas “Raíces del odio”, ese “De profundis” en que resuena la
voz trepidante y bronca de Job en el estercolero.
Pero lo que a esta retórica le da su valor supremo, poético, es el estar al servicio de una poesía honda y
ululante, cargada con todas las angustias del hombre, arraigada en el humus purulento del vivir actual. Aquí
la retórica no ahoga sino que valoriza la poesía, la intensifica, la enardece.
33
En definitiva, no toda la erudición es mala, la técnica es necesaria, puesto que, como el propio
González de Lama dice, el oficio del poeta es un «arte». Sólo es rechazable la erudición que no se pone al
servicio de la vida humana, la técnica que no sustenta un contenido sino que se erige por sí misma en eje
del poema, el formalismo en suma. Así pues, no es la erudición en un sentido amplio la que ahogó la voz
de Dámaso Alonso en los años anteriores a la guerra civil, sino la erudición que condujo a la generación
del 27 hacia la poesía pura y el formalismo, la erudición que Dámaso Alonso puso de manifiesto en su
trabajo sobre la lengua poética de Góngora.
El propio Dámaso Alonso, cuya labor fue decisiva en la formulación del modelo neorromántico
durante los años cuarenta, a partir de la introducción en España de las teorías estilísticas, tan ligadas a la
concepción de la poesía como expresión y ajenas a todo tipo de formalismo, manifestaba en 1948 una
opinión semejante a la de González de Lama: si Lama consideraba que el poeta que había en Dámaso
Alonso fue ahogado por la erudición formalista de los años de preguerra, también Dámaso Alonso dirá
que las tendencias existentes en ese período helaron su voz poética:
Si he acompañado a esta generación como crítico, apenas como poeta. Mi primer librito es anterior (1921) a
la constitución más trabada del grupo. Las doctrinas estéticas de hacia 1927, que para otros fueron tan estimables, a mí me resultaron heladoras del impulso creativo. Para expresarme en libertad, necesité la tremenda
sacudida de la guerra civil española. Los poemas más antiguos de Hijos de la ira son de 1930; pero la mayor
parte, posteriores a 1940.23
En suma, estamos asistiendo a una identidad de pareceres entre el poeta –Dámaso Alonso– y el
crítico –Antonio González de Lama–. Hijos de la ira se convierte así en un libro modélico, que el crítico
espadañista utiliza para ejemplificar sus propios ideales estéticos: la armonía entre forma y contenido, el
rechazo del formalismo –léase en este caso poesía pura y garcilasismo–, la consideración del movimiento
art. cit., p. 35.
Dámaso Alonso, «Una generación poética (1920-1936)», Finisterre, I, n. 35, marzo de 1948, pp. 193-220. Recogido luego
en Poetas españoles contemporáneos (Madrid, Gredos, 1952, pp. 167-92).
22
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surrealista como una tendencia rehumanizadora, origen del neorromanticismo de preguerra, etc. Estos
ideales los confirma el propio Dámaso Alonso con sus declaraciones y, más aún, con la labor crítica que
desarrolló en esos años. Esta labor es del mismo signo que la realizada por González de Lama. Ideas similares a las que acabamos de exponer podemos encontrarlas en algunos de los textos escritos por Dámaso
Alonso en este período24. Y lo que es más importante, Dámaso Alonso debe renunciar a algunas de las
características más definitorias de la poesía de su generación –el arte puro, la vanguardia–, debe excluirse
a sí mismo de esa generación, para adaptarse plenamente a los postulados estéticos del neorromanticismo
de posguerra, que él contribuyó a crear.
34
A modo de ejemplo podemos citar los siguientes: para las ideas de tipo general referidas a la estética neorromántica ya
hemos hablado del libro La poesía de San Juan de la Cruz (desde esta ladera). En lo que respecta a las vanguardias y, en particular,
al creacionismo y el ultraísmo, resulta especialmente significativo el artículo «Alondra de Gerardo Diego (Poesía de Verdad)»,
Escorial, XI, n. 30 (abril de 1943, pp. 119-141). En este artículo pueden rastrearse también las opiniones de Dámaso Alonso sobre el garcilasismo. Para el surrealismo y su relación con el neorromanticismo pueden consultarse los textos que Dámaso Alonso
publicó sobre Espadas como labios, La destrucción o el amor y Sombra del Paraíso de Vicente Aleixandre, todos ellos incluidos
en Poetas españoles contemporáneos. Sin olvidar, por supuesto, el artículo «Una generación poética (1920-1936)», en donde,
como hemos visto, Dámaso Alonso, nos ofrece una información muy importante sobre su generación y sobre el papel que, a su
juicio, él mismo desempeñó en ella. Hemos comentado todos estos textos en Las vanguardias poéticas en España (1940-1950),
actualmente en prensa en el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Granada.
24
NOTICIAS DEL HISPANISMO
Publicaciones
DUENDE
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Dolores Romero López (ed.), Retratos de traductoras en la Edad de Plata,
Madrid, Escolar y Mayo, 2016.
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Carola Sbriziolo
El libro que aquí
Università
degli
Studi di Catania,
reseñamos nos preStruttura Didattica Speciale di Lingue
senta los retratos de
e Letterature Straniere di Ragusa
nueve figuras femeninas cuya faceta de
traductoras ha sido
hasta ahora ignorada o desconocida y que, gracias a su labor, actuaron como mediadoras culturales en el contexto tan interesante cuanto complejo de principios del siglo XX.
Abre el volumen una presentación de la editora Dolores Romero López quien, recordándonos las limitaciones de las mujeres
de aquella época (trabajar, votar, expresarse en los medios, etc.), nos
explica que la traducción se convierte para ellas en una válvula de
escape, ya que les permite sumarse a la comunidad intelectual y defender los valores feministas sin exponerse demasiado, además de representar un sustento económico. La estudiosa analiza también unos
datos fundamentales para entender la labor de estas mujeres: cómo
se forman, con qué modalidades traducen, qué textos traducen, en qué lugares actúan y en qué principios
se inspiran.
Abre esta galería de retratos femeninos el artículo de Ana María Freire López, quien aborda la figura
de Emilia Pardo Bazán señalando sus méritos profesionales -entre otros, fue la primera mujer catedrática
de Universidad en España y la que dio a conocer en el país el Naturalismo francés y la novela rusa- junto
a sus aficiones personales, tales como la vida social, la lectura, los viajes e incluso los quehaceres de la casa
y la cocina.
En el siguiente capítulo, María del Carmen Simón Palmer se centra en la autora Carmen de Burgos,
quien tradujo incansablemente para seis editoriales, impulsada a veces por razones comerciales hasta el
punto de que encontramos obras que van en contra de sus propios ideales feministas. Se nos descubre aquí
un significativo rasgo común a estas mujeres: la necesidad de llevar a cabo un trabajo en solitario, no muy
bien pagado y encima de poco prestigio.
Es el caso también de la activista política María Martínez Sierra, retratada por Juan Aguilera Sastre,
autora que a partir de la etapa del exilio se tuvo que dedicar casi exclusivamente a la traducción para poder
sustentarse. A lo largo de su carrera, tradujo grandes autores como Shakespeare, Maeterlinck, Jonson e Ionesco, entre otros. Y fue autora de novelas, dramas, ensayos, libretos de ópera, que muchas veces firmaba
con el nombre de su marido, Gregorio Martínez Sierra.
Una serie de coincidencias une a esta autora a Isabel Oyarzábal de Palencia, empezando por su fuerte
compromiso político. Gracia Navas Quintana nos la retrata como una mujer moderna y anfitriona, amiga
de políticos e intelectuales, la primera en dar una conferencia en el Ateneo madrileño, en 1908. Como
María Martínez Sierra, ella también escribió novelas y obras teatrales, y tradujo cualquier tipo de obra que
las editoriales le proponían y que tuvo que firmar con el nombre de su marido. Por último, como ocurre
con otras mujeres traductoras, su labor es impulsada más por razones económicas que literarias, lo que
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conlleva cierto descuido a la hora de traducir. Para analizar los procedimientos
aprovechados por Isabel en sus traducciones, la autora de este artículo analiza
detenidamente la tarea llevada a cabo con la novela Silas Marner de George Eliot
llegando a la conclusión que, más que de traducciones, se trata de textos manipulados con ampliaciones, supresiones e intervenciones.
Alumna de Unamuno y de Ortega y Gasset, María de Maeztu ocupa el siguiente capítulo del libro, en el que Anna T. Macías García nos explica cómo esta
mujer participó activamente en el debate cultural y en el afán europeísta y regeneracionista de aquellos
años fomentando la educación, sobre todo de mujeres y jóvenes. En su caso, la traducción no es un recurso
económico sino que viene a desempeñar un papel fundamental en la nación, convirtiéndose en un medio
capaz de reformar los planteamientos pedagógicos españoles.
María Jesús Fraga nos presenta a la grafóloga Matilde Ras, autora de novelas, teatro, artículos y otros
géneros de textos. Por lo que se refiere a su faceta de traductora, una vez más encontramos unos textos
traducidos “por necesidad”, como es el caso de los cuentos infantiles -que adapta y manipula con libertady encontramos también la poesía de raíz simbolista-modernista, que traduce “por placer” y por tanto con
escrúpulo filológico y respeto por el original.
Emilia Cortés Ibáñez nos habla de una Zenobia Camprubí hasta ahora desconocida, al desligarla
de la figura tan imponente de su marido Juan Ramón Jiménez y presentárnosla como una mujer culta,
de gran personalidad, aficionada al teatro, al cine y a la música. La mayoría de sus traducciones, llevadas
a cabo con su marido, derivan de la necesidad, aunque también tuvieron el mérito de dar a conocer en
España al Premio Nobel Tagore, además de proporcionar varios textos de autores ingleses y del propio
Ramón.
El siguiente capítulo lo dedica Carmen Servén Díez a la periodista Mari Luz Morales y a su labor
como promotora de la lectura femenina, traductora y adaptadora de textos infantiles. La Guerra Civil hizo
que el trabajo de esta mujer se redujese a la sola labor de traducción, teniendo que firmar con pseudónimos sus artículos.
El último retrato, dibujado por Julio César Santoyo, pertenece a Ernestina Michels de Champourcin,
conocida como autora de poesía junto a sus compañeros de la Generación del 27 pero cuya faceta de traductora es casi desconocida. Como otras autoras tratadas hasta ahora, ella también dirigió sus intereses a
la traducción por necesidad, tras el conflicto bélico.
Todos los artículos reseñados hasta ahora incluyen una provechosa bibliografía sobre el tema tratado. Concluye el libro un útil “Índice de traducciones por autores” al cuidado de Patricia Barrera Velasco,
que recoge las traducciones españolas citadas en el volumen permitiendo al lector una consulta rápida y
sencilla y una visión de conjunto de las obras tratadas en los varios capítulos.
Llegados a este punto, es inevitable concluir que se trata de un libro novedoso que nos permite acercarnos a unos aspectos de la Edad de Plata hasta ahora desconocidos. Los nueve retratos se pueden contemplar con una visión de conjunto dado que, como se ha visto, estas mujeres poseen numerosos rasgos
comunes: formación políglota, afán de modernización, mismos lugares de encuentro como el Lyceum
Club y la Residencia de Señoritas… Todos elementos que nos confirman que estas autoras nada han de
envidiar a los grupos intelectuales masculinos de entonces, como la Generación del 98 y la del 27.
Pero el aspecto más original del libro sea quizás el de ofrecer unos verdaderos “retratos” considerando, junto a los quehaceres profesionales de estas mujeres, sus intereses y sus personalidades. Como la misma editora precisa, “Sin convertirlas ni en heroínas ni en mártires, los matices de la personalidad siempre
son necesarios para una mejor comprensión de las mujeres modernas” (p. 23).
Publicaciones
Antonio Rivero Taravillo, Lo que importa, Sevilla, Renacimiento, 2015.
Rivero Taravillo:
formas no personales del verso
José de María Romero Barea
Para cada una de las voces
poeta y crítico
de su libro de poemas Lo
que importa (Editorial Renacimiento, Sevilla, 2015),
Antonio Rivero Taravillo (Melilla, 1963) ha concebido un lenguaje y una técnica peculiares, una biografía compleja y un contexto
literario que da lugar a sutiles interrelaciones y reciprocidades. Lo
que importa es un poemario al uso, pero también un cuaderno de
dibujo, un dietario filosófico, un mosaico inquietante de sueños,
anotaciones psicológicas, máximas, fragmentos de teoría y crítica
literaria.
La vertiente imaginista y la concreción del ideograma se combinan en la sección “Milagros del atardecer”; su estilo limpio, libre
de arcaísmos, abarca desde el grandeur (… es misa de una / sobre
el mundo. // El día distribuye sus limosnas”) al epigrama (“Ave / a
los que van a morir / en este edén / en que la enroscada serpiente
/ es la mondadura de la manzana”). Las supuestas traducciones de
Humberto Fabbro son réplicas a la obra de un poeta “con temas y tratamientos afines […] lecturas y experiencias comunes”. Son, sobre todo, un acto de crítica: al mostrar cómo la imitación es central al concepto
de originalidad, apuntan a la porosidad del proceso creativo:
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Mientras, espejo sin azogue que también me copia
el vaso se vacía lentamente”.
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Si hay un hilo común, es el de la introspección. En la serie “Sala de espera”, el poeta se pregunta a sí
mismo y a los espejos de vida que ha contribuido a crear. La soledad permea “Cenizas”: “… hoy me traéis
/ nítido a mi padre hace cuarenta años”. Nada puede devolvernos el sueño de ser otro. La introspección
está llena de peligros: “… frágiles, deshaciéndoos, / tenéis la solidez de lo indeleble”. El paisaje es espectral:
“No ha terminado la combustión”. Para crear, el poeta se destruye. Lo que importa se enfrenta a lo que no.
Se suceden las epifanías. “Columpio” es plegaria que encapsula la alteridad. Su sentido de la comedia es
agudo: “Con los pies en el suelo, / él es mis alas; cada vez más arriba / soy sus raíces”. Su auto-burla roza
el surrealismo: “La gravedad y su ley // La ley de la grave edad”. Al alejarse, el poeta se encuentra: “Hay
un momento en que están / a la misma altura nuestros ojos”.
Autor de versiones de John Keats, Alfred Tennyson o Robert Graves, entre otros, Rivero Taravillo es, en
esencia, traductor. Sus poemas se benefician no solo de esa disciplina, sino de la filosofía, la crítica y la teoría lingüística. Al igual que Borges o Beckett, la mentira del monolingüismo es aparentemente ingenua. El
genio políglota de Taravillo subyace y se refleja en su auto-dispersión en diversos y contrastantes personae.
Todas estas facetas convergen en:
una identidad que es alteridad,
el infinitivo, el gerundio.
Las formas no personales del verso.
Publicaciones
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Alm@ Pérez, Respiración mecánica &VeloCity, Barcelona,
Icaria Literaria, 2014.
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Los libros tienen su propia hisCarmela Ferradáns
toria, su propio devenir biolóIllinois Wesleyan University
gico que a veces nos incluye y
nos apropia en ese constante
diálogo interactivo que es la lectura. Es el caso de Respiración Mecánica & VeloCity (Barcelona: Icaria Literaria, 2014) el nuevo poemario de Alm@a Pérez, heterónimo transgénico de Tina Escaja. El
libro fue publicado en castellano por primera vez por la editorial
digital Badosa.com en 2001 con el título de Respiración mecánica, y
es presentado ahora por Icaria en su versión impresa y multilingüe
en castellano, gallego, euskera y catalán. Según cuenta la autora en la
nota que precede a esta edición de Icaria, la poeta vasca Itxaro Borda
descubrió el poemario en 2011 y decidió traducirlo al euskera por
su cuenta. Luego siguieron la poeta gallega Mariña Pérex Rei y la
catalana Maria Cinta Montagut. A los poemas originales en castellano, Icaria añadió el tríptico VeloCity: Artefacto Digital junto a las
traducciones en gallego, euskera y catalán. No es casualidad que yo
esté leyendo ahora estos poemas entre mi casa de la calle Ferlandina
y las terrazas que rodean al MACBA, en el Raval alto de la Barcelona más diversa y rabiosamente multicultural, un espacio urbano recientemente recuperado, muy cerca de donde la autora hizo una de sus primeras
presentaciones del libro en mayo de 2014. Sentada aquí, en esta plaza de piedra despiadada, ante el imponente edificio del Museu d’Art Contemporani de Barcelona y el Convent dels Angels, entre el continuo
ronroneo de los patinadores y el parloteo infinito de los comensales, tomo el libro de tapas negras entre las
manos y la fotografía de Joan Carbonell que ilustra la portada me transporta a una ciudad, otra ciudad,
iluminada de neón, cuyo skyline está festoneado por una serie de ceros y unos, quizás dándonos una pista
para que descodifiquemos algún mensaje escondido. El buzo urbano de la imagen me mira desde el interior
de su escafandra metálica, me invita a entrar a este universo tan futurista y tan cercano como esta plaza del
Raval barcelonés o aquellas tomas panorámicas de Los Angeles del Blade Runner finisecular de Ridley Scott.
Tiene algo en la mano que no alcanzo a descifrar del todo, un cronómetro o quizás un aparato mecánico
que le permita respirar en este ambiente contaminado de máquinas y neón. Como muy bien califica Marta
Segarra, catedrática de literatura francesa y estudios de género en la Universitat de Barcelona, este poemario
nos pasea por la historia de la literatura a una velocidad, veloci(u)dad, vertiginosa. Para Segarra, haciéndose
eco de las propias palabras de Escaja, los poemas de Respiración mecánica & VeloCity son fruto de un pulso
finisecular sólo posible a finales del segundo milenio por su sensibilidad cibernética. También muestran una
identidad diluida y resbaladiza, desterritorializada a lo Deleuze y Guattari; identidad en la que el prefijo
post- (post-estructuralista, post-moderno, post-colonial, post-feminista) pierde totalmente su significado
descriptivo al perderse el referente más próximo en un sinfín de capas referenciales superpuestas. Es una
identidad imposible de definir con parámetros conocidos (género, clase, etnicidad) e imposible de fijar con
las categorías binarias absolutas con las que analizábamos la realidad del siglo 20.
La colección Respiración mecánica está compuesta por veintiún poemas divididos en cuatro partes:
Itaca, Reflejos líquidos, (Auto)retratos, y Poemas de amor y virus (y otros pecados). Los dos poemas que abren
este poemario nos remontan a Ítaca y a Penélope, mito de la fidelidad femenina, que tejía y destejía el
sudario para su suegro Laertes en espera del regreso de su esposo Ulises, perdido en el Mediterráneo tras
la guerra de Troya. ¿Qué hay que hacer, amor, con el deseo? pregunta en el primer verso la Penélope del
poema “Ítaca”, ¿olvidarse de que existe? Pero el deseo es lo que personaliza a Penélope, la identifica y la
explica en el tejido textual y literal de las palabras de tal modo que anhela que Ulises no vuelva nunca
para poder seguir viviendo en el telar de su deseo. El poema “Penélope” está compuesto por fragmentos de una afirmación del deseo “Más allá de las pieles, de las palabras, / sólo el deseo existe”. Los tres
poemas que componen Reflejos líquidos siguen esta meditación fragmentada sobre el deseo: en “Deseo”,
“Descalza”, “Dos Gotas”, nos encontramos a la hablante sola con su deseo, formando palabras y textos
en la pantalla del ordenador. “Te invento y desapareces y te vuelvo / a inventar/ hasta hacerte poema”. El
poema “Deseo”, para mí uno de los más logrados del libro, resume los temas centrales del poemario: la
total fragmentación del sujeto en su propio discurso de deseo y metasubjetividad. El hablante del poema
en un momento se convierte en la Ofelia shakesperiana, evocando su figura flotante en el agua, enredada
en las hojas, comenzando a hundirse, así como se (f )hunde el deseo del hablante en el trazo del poema:
“Mi pelo / te enreda, / te ahoga, / te desaparece en el trazo”.
La figura de Ofelia abre también la segunda parte de Respiración mecánica titulada (Auto)Retratos. En
esta sección del libro Ofelia, Sor Juana y Fortunata conviven con princesas (re)tomadas y (res)catadas de
cuentos para niñas que dejan sus vientres en las orillas; hay también bodegones urbanos que recuerdan el
surrealismo más sórdido de Poeta en Nueva York y de los paisajes submarinos de Maruja Mallo y Urbano
Lugrís. Este mundo textual en el que se mueve el hablante de estos poemas también está poblado por
estereotipos inútiles que nos asaltan desde los anuncios publicitarios que aparecen constantemente en nuestro universo ciberespacial contemporáneo. Imágenes comerciales que establecen una relación perversa,
de voyeur, entre sujeto que mira y objeto que es (ad)mirado desde un punto escondido, ventajoso, fuera
del espacio que ocupan y controlan los objetos: “Te quiero así, sin fantasmas. / Tal como miras te miro /
y entonces apenas me conozco”. Pero es a la vez una invitación a quedarse en la superficie de las cosas:
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No mires a través de mis ventanas.
No vayas más allá de mis ojos, de las puertas de mis ojos.
No cruces el cristal de metal y silicona.
Párate allí donde el reflejo para.
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Una invitación a permanecer en el bucle del deseo, entre sujeto y objeto, ojos y pantalla, gafas y
reflejo, en un permanente y multiplicador deseo no resuelto. Como la imagen de Ofelia flotando en el
agua en el cuadro de John Everett Millais, o como la describe Shakespeare en el famoso monólogo de Gertrude en la obra Hamlet: “Her clothes spread wide; And, mermaid-like, awhile they bore her up”, o quizás
la Ofelia-gitana de Lorca meciéndose en el rostro del aljibe sostenida apenas por un carámbano de luna.
Bajo el título de Poemas de amor y virus (y otros pecados) la tercera parte de Respiración mecánica nos
lleva a un universo simbólico amoroso fin de siglo XX, moribundo y anegado de despojos de todo tipo
“Nos morimos amor. / El fin de siglo acaba de mendrugos”. Un mundo donde se esfumaron los paisajes
imposibles de vacas clonadas, pollos hormonados e invenciones cibernéticas y permanecen las imágenes
de modelos anoréxicas y los instrumentos clínicos en la oficina de un ginecólogo. Una realidad en la que
la felicidad es aquel breve momento en que podemos degustar un jugo de piña en una cocina recién ordenada, escuchando un disco de Loreena McKennitt que no sabemos bien si nos gusta del todo. El último
poema de esta sección, un geopoema titulado “Ambar a Uwe” ofrece un atisbo de redención a este sujeto
finisecular desolado, deshabitado, y diluido; redención que pasa por el amor compartido en clave de tango:
Atrapada estoy de amor por ti y siempre alada
en tu amarillo imán.
Amor azul y libre y sol
Amor de tango.
VeloCity es un artefacto digital en tres partes que afirma el pulso finisecular cibernético de este volumen
impreso por Icaria Literaria. La conciencia diluida y multiplicada en el deseo de los poemas de Respiración
mecánica nos invita ahora a entrar en el ocaso virtual del tres mil. Velófila. Velógamo. Velógrafa. Velociudad.
Conciencia cyborg que ahora habla en inglés, en francés, en un discurso, ahora sí, totalmente fragmentado.
Si podemos hacer alguna afirmación del ser, sería aquella del navegante en el mar de las palabras; seríamos
lectores de oficio intentando descifrarnos, leernos, en una constante negociación con el deseo propio y ajeno.
Quizás Marshall McLuhan tenía razón cuando decía que el medio es el mensaje. Quizás esta edición
impresa de Icaria Literaria sea un intento de sujetar esta identidad transgénica y resbaladiza de Alm@
Pérez, de ofrecer una pauta al lector para que se sujete y se reconozca en la lectura. O quizás sea, simplemente, otra puerta de entrada al universo simbólico cyborg de Tina Escaja | Alm@ Pérez. En cualquier
caso, estos “poemas-guerrilla”, como los califica la autora, bien merecen una segunda lectura.
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Tina Escaja es artista digital, escritora, y profesora en la Universidad de
Vermont en los Estados Unidos desde 1993. Su obra creativa ha sido expuesta en galerías de España, México y los Estados Unidos. Sus poemarios han ganado varios premios internacionales como el International
Poetry Prize “Dulze Maria Loynaz” por su libro Caída Libre publicado
en 2004. Como investigadora, Tina Escaja ha publicado estudios sobre
género, identidad, y tecnología y representación en las culturas del milenio españolas y latinoamericanas. Es autora de la monografía Salomé
decapitada: Delmira Agustini y la estética finisecular de la fragmentación
(Amsterdam: Rodopi, 2001) y editora de varios volúmenes como Compromiso e hibridez: Aproximaciones a la poesía hispánica contemporánea
escrita por mujeres (Valladolid: Universitas Castellae & The Manchester Metropolitan University, 2007) y De los 50 al ciberpoema: Antología
de la poesía española contemporánea (Buenos Aires: Tres Haches, 2002).
Como profesora e investigadora ha ganado dos de los prestigiosos premios que otorga la Universidad de Vermont: “Kroepsch-Maurice Excellence in Teaching” (2013) y el “Dean’s Lecture Award for excellence in
teaching and research” (2010).
Parte de su obra digital se puede ver aquí http://www.uvm.edu/~tescaja
y en la web de la editorial digital Badosa: www.badosa.com.
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Publicaciones
Laura Cesarco Eglin: Los brazos del Saguaro, Montevideo, Yaugurú, 2015.
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Laura Cesarco:
imantar y repeler
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José de María Romero Barea
La poeta uruguaya Laura Cepoeta y crítico
sarco, a pesar de su juventud,
posee una voz única. En Los
brazos del saguaro (Yaugurú,
2015), su último poemario, Cesarco escribe no solo sobre la fidelidad, sino sobre la traición, en composiciones iluminadas por el
amor y el deseo. Para la poeta, el poema (“la expresión de / amor
propio de tocarse el cuello al peinarse”) es tan importante como la
exploración de sí misma.
Cesarco es implacable en su búsqueda de la palabra justa (“Tu
nombre a larga distancia está / tan cerca como saberlo decir”). Su
poesía, sin embargo, goza de un desprendimiento lunar que deja, en
última instancia, a sus composiciones libres de su influencia. Es por
eso que siguen vivas: “Imantar y repeler / son una sola realidad”. La
alegría de Los brazos del saguaro
es contagiosa; su genialidad, la de
una mente que crea en una especie de juego del espíritu: “amar (…) / duplica el verbo en toda una
sintaxis”.
La autora de Llamar al agua por su nombre (Mouthfeel Press, 2010)
y Sastrería (Yaugurú, 2011), regresa con un universo poético ya creado.
Su imaginería exhibe un coraje que acaba pagando su precio: “el ojo,
seco, busca / llorar pero el dolor no es garantía / de lágrimas”. Sus motivos son las lunas y los calendarios, las brújulas y los hemisferios. En
Los brazos, Cesarco mira al cielo, pero sus versos tiran de ella hacia el
suelo; logran definir una metafísica nihilista en la que la muerte no es
la única salida.
Los poetas son en última instancia oficiantes, sobre todo de la
poesía misma. Una poeta como Laura Cesarco devuelve la vida al lenguaje. La realidad es sufrimiento, sí, pero también son frutillas y queso,
amapolas y campos, lunares, abejas, piercings, puré de papas y amistades. Como W. B. Yeats, la poeta uruguaya arroja “una mirada fría / en vida, sobre la muerte”, pero también
despliega una pícara comicidad, un apetito por la experiencia sensual, una delicia oculta en los ritmos y
las músicas de sus versos, un brío y una alegría tangibles.
Publicaciones
João Gilberto Noll, Hotel Atlántico (1946), trad. de J.S. Cárdenas,
Adriana Hidalgo editora, 2014.
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Hotel Atlántico:
inmensidad de dunas blancas
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José de María Romero Barea
“Ahora solo miraba el suelo supoeta y crítico
cio del piso superior de la terminal. Mirando aquel suelo sucio
no tenía nada en que pensar. Tal
vez en una vaga nostalgia de la intimidad infantil con el suelo”. La
novela Hotel Atlántico (Adriana Hidalgo editora, 2014) transpira soledad. Su solipsismo, sin embargo, no es eremita, sino psicológico:
pura alienación social. La novela de João Gilberto Noll (Porto Alegre,
Brasil, 1946) es producto de una cultura (la occidental) sin rumbo,
sin sentido, azotada por las condiciones materiales y sociales, carente
de cualquier capacidad de reflexividad o deseo.
La indiferencia de su protagonista (innominado) no es la del
estoico. Tampoco es un extranjero al modo de Mersault (aunque Noll
está claramente influenciado por Camus). El héroe de Hotel Atlántico
rechaza su entorno al mismo tiempo que anuncia el fin del sentimiento, tal y como lo conocemos: “En aquel espejo parecía un hombre
proveniente de una tierra remota, alguien obligado a enfrentar a diario
las peores intemperies. Sentí que me hacía falta todo eso que jamás tendría que soportar. Bajé la mirada”.
Noll denuncia la indiferencia del universo, la inutilidad del esfuerzo humano, el fracaso de las creencias, las aspiraciones, los sueños. La actitud de su protagonista, sin embargo, no es ni cínica ni desesperada.
Si nada importa, todo vale. Su anti-héroe se complace en destrozar aspiraciones, como antes hicieran sus
contrapartidas literarias: el Bartleby de Melville, el Iván Karamazov de Dostoievski, el Joseph K. de Kafka.
La desintegración urbana, el humillante trabajo rutinario, la bondad de los extraños –esos son los verdaderos protagonistas de Hotel Atlántico.
Esta extrañeza, este sentimiento de alienación, este malestar, están motivados por la banalidad de
una fe ciega en lo racional. Nuestro pecado original es haber caído en las garras de la sociedad, en el
“mundo de estructuras” al que se refiere el doctor Carlos: “Como en cualquier otra, cuando se extrae una
parte de la estructura ósea toda la estructura se ve afectada”. Jerarquías y círculos perpetúan el poder, la
crueldad, la indiferencia. La irrupción del pasado y el futuro engendran mala conciencia.
La insensibilidad es el reconocimiento tácito de la necesidad de volver a la naturaleza. El protagonista abraza plenamente su soledad porque es lo único que le queda. Percibe entonces su verdadero rostro,
que no es la máscara que la sociedad le demanda: “El mundo se había vuelto mudo, era solo silencio, pero
yo veía bien todas las cosas. Aunque invertido, vi muy bien al becerro que pastaba en el terreno baldío,
vi un perro que corría tras las patas de un caballo que tiraba de una carroza, vi una inmensidad de dunas
blancas”.
La traducción de Juan Cárdenas respeta la simplicidad de la mente del protagonista. Su versión
acentúa el lado más lacónico, el menos expansivo de una novela que es, en parte, una exploración filosófica
de la indiferencia, un himno humanista al epicureísmo de lo cotidiano. Cárdenas logra captar las sutilezas
del autor brasileño, persiste en sus alegrías. Vladimir Nabokov escribió que “ni el estudio ni el aprendizaje
pueden sustituir a la imaginación o el estilo”. La voz de Cárdenas es, a la vez, ágil y erudita.
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