L`O S S E RVATOR E ROMANO

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L`O S S E RVATOR E ROMANO
Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00
L’OSSERVATORE ROMANO
EDICIÓN SEMANAL
Unicuique suum
Año XLIX, número 5 (2.502)
EN LENGUA ESPAÑOLA
Non praevalebunt
Ciudad del Vaticano
10 de febrero de 2017
El Papa Francisco habló de tres claves a tener en cuenta en el mundo de la enseñanza
Humanizar la educación
Y recordó que las escuelas y las universidades contribuyen grandemente a la misión de la Iglesia
El Papa Francisco elogió la labor de
las escuelas y universidades católicas
por su gran aportación a la misión
de la Iglesia, cuando están al servicio del crecimiento con humanidad,
a través del diálogo y con la esperanza.
El Pontífice recordó que «la universidad es un ámbito privilegiado
para pensar y llevar a cabo el compromiso de evangelización y las escuelas católicas constituyen una contribución muy válida para la evangelización de la cultura, también en
los países o en las ciudades donde
una situación adversa nos estimula a
usar la creatividad para encontrar
los caminos adecuados».
Tras saludar a los presentes, reunidos en la Sala Clementina del Palacio Apostólico del Vaticano, comenzando por el Cardenal Prefecto,
Giuseppe Versaldi , los miembros de
reciente nombramiento y los componentes de la Fundación Gravissimum
educationis, constituida para relanzar
los contenidos de la Declaración
conciliar del mismo nombre, el Santo Padre se refirió a los sectores del
vasto campo educativo que son de
competencia de esta Congregación.
Por ello quiso compartir tres claves que marcan el rumbo y hay que
tener en cuenta en el mundo de la
educación: «humanizar la educación, «la cultura del diálogo», «y
sembrar esperanza».
«En primer lugar —afirmó Francisco— frente a un individualismo
que invade, que vuelve humanamente pobre y culturalmente estéril, es
necesario humanizar la educación…». Y más aún las instituciones
católicas «tienen la misión de ofrecer horizontes abiertos a la trascendencia».
Y la «Gravissimum educationis recuerda que la educación está al servicio de un humanismo integral y
que la Iglesia, como madre, educadora, siempre mira a las generaciones más jóvenes en la perspectiva de
la formación de la persona humana
en orden a su fin último y al bien
de las varias sociedades, de las cuales el hombre es miembro».
Otra de las claves es «hacer crecer la cultura del diálogo»: «Nuestro
mundo se ha convertido en una aldea global con múltiples procesos
de interacción, donde cada persona
pertenece a la humanidad y comparte la esperanza de un futuro mejor
con toda la familia de las naciones.
Al mismo tiempo, por desgracia,
hay muchas formas de violencia, pobreza, explotación, discriminación,
marginación, enfoques restrictivos
de las libertades fundamentales que
crean una cultura del descarte».
Una última clave que el Papa quiso
compartir fue «la contribución de la
educación para “sembrar esperanza”», porque «el hombre no puede
vivir sin esperanza y la educación
genera esperanza».
«Estoy convencido –señaló el Papa– de que los jóvenes de hoy necesitan sobre todo esta vida que construye el futuro».
«Queridos hermanos y hermanas,
las escuelas y universidades católicas
–concluyó el Papa– dan una gran
contribución a la misión de la Iglesia cuando están al servicio del crecimiento en humanidad, en el diálogo y en la esperanza».
Denuncia al sistema financiero
Otra economía
es posible
PÁGINAS 3-4
Mensaje para la Cuaresma
Los pobres llaman
a nuestra puerta
PÁGINAS 6-7
Los católicos ante los temas cruciales
Por encima
de la política
LUCETTA SCARAFFIA
EN PÁGINA
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L’OSSERVATORE ROMANO
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viernes 10 de febrero de 2017, número 5
egoísmo, de la envidia, de la maledicencia,
etc. Estos gérmenes arruinan el tejido de
nuestras comunidades, que deben, sin embargo, resplandecer como lugares de acogida, de
solidaridad, de reconciliación. Para unirse a
esta misión, es necesario que nosotros mismos
seamos los primeros liberados de la degeneración que corrompe de las influencias mundanas, contrarias a Cristo y al Evangelio; y esta
purificación no termina nunca, se hace continuamente, ¡se hace cada día!
Después de la oración del Ángelus, el Papa
añadió:
En el Ángelus el Papa pide una sociedad acogedora con todos
Toda vida es sagrada
portamiento que —en el bien y en el mal— deja un signo en los otros. Tenemos por tanto
una tarea y una responsabilidad por el don recibido: la luz de la fe, que está en nosotros
por medio de Cristo y de la acción del Espíritu Santo, no debemos retenerla como si fuera
nuestra propiedad. Sin embargo estamos llaQueridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! mados a hacerla resplandecer en el mundo, a
En estos domingos la liturgia nos propone donarla a los otros mediante las buenas obras.
el llamado Discurso de la montaña, en el ¡Y cuánto necesita el mundo de la luz del
Evangelio de Mateo. Después de haber pre- Evangelio que transforma, sana y garantiza la
sentado el domingo pasado
salvación a quien lo acoge!
Esta luz debemos llevarla
las Bienaventuranzas, hoy
destaca las palabras de JeLa misión de los cristianos con nuestras buenas obras.
sús que describe la misión
La luz de nuestra fe, doen la sociedad es la de
de sus discípulos en el munnándose, no se apaga sino
do (cf. Mateo 5, 13-16). Él
dar “sabor” a la vida con
que se refuerza. Sin embarutiliza las metáforas de la
go puede disminuir si no la
la fe y el amor que
sal y de la luz y sus palaalimentamos con el amor y
Cristo nos ha donado
bras son dirigidas a los discon las obras de caridad.
cípulos de cada época, por
Así la imagen de la luz se
encuentra con la de la sal.
lo tanto también a nosotros.
Jesús nos invita a ser un reflejo de su luz, a La página evangélica, de hecho, nos dice que,
través del testimonio de las buenas obras. Y como discípulos de Cristo, somos también «la
dice: «Brille así vuestra luz delante de los sal de la tierra (v. 13)». La sal es un elemento
hombres, para que vean vuestras buenas obras que, mientras da sabor, preserva la comida de
y glorifiquen a vuestro Padre que está en los la alteración y de la corrupción —¡en la época
cielos» (Mateo 5, 16). Estas palabras subrayan de Jesús no había frigoríficos!—. Por lo tanto,
que nosotros somos reconocibles como verda- la misión de los cristianos en la sociedad es la
deros discípulos de Aquel que es la Luz del de dar “sabor” a la vida con la fe y el amor
mundo, no en las palabras, sino de nuestras que Cristo nos ha donado, y al mismo tiempo
obras. De hecho, es sobre todo nuestro com- tiene lejos los gérmenes contaminantes del
El Papa Francisco, el domingo 5 de febrero, rezó
el Ángelus con los miles de fieles reunidos en la
plaza de San Pedro. Antes de la oración
mariana, reflexionó sobre el sentido de ser “sal” y
“luz” en el mundo de hoy. Al finalizar, recordó la
Jornada por la Vida que se celebraba en Italia y
subrayó que toda vida “es sagrada”.
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Queridos hermanos y hermanas,
Hoy, en Italia, se celebra la Jornada por la
Vida, sobre el tema “Mujeres y hombres para
la vida en la línea de santa Teresa de Calcuta”. Me uno a los obispos italianos en el desear una valiente acción educativa a favor de
la vida humana. ¡Toda vida es sagrada! Llevemos adelante la cultura de la vida como respuesta a la lógica del descarte y a la caída demográfica; estemos cercanos y juntos rezamos
por los niños que están en peligro de interrupción del embarazo, como también por las
personas que están en el final de su vida —¡toda vida es sagrada!— para que nadie sea dejado solo y el amor defienda el sentido de la vida. Recordemos las palabras de Madre Teresa:
«¡La vida es belleza, admírala; la vida es vida,
defiéndela!», tanto el niño que va a nacer, como la persona que está cerca de morir: ¡cada
vida es sagrada!
Saludo a todos aquellos que trabajan por la
vida, los profesores de las Universidades romanas y los que colaboran con la formación
de las nuevas generaciones, para que sean capaces de construir una sociedad acogedora y
digna para cada persona. En particular, saludo a los fieles de Viena, Granada, Melilla, Acquaviva delle Fonti y Bari; así como a los estudiantes de Penafiel (Portugal) y Badajoz
(España).
Os deseo a todos feliz domingo. Por favor,
no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!
Vídeo mensaje para el Super Bowl
Cultura del encuentro
El Papa Francisco envió un vídeo al Super Bowl, la final
del campeonato de la Liga Nacional de Fútbol en Estados
Unidos, que tuvo lugar el domingo 5 de febrero, en Houston, Texas. A continuación, las palabras del Pontífice.
Los grandes eventos deportivos, como el Super Bowl
de hoy, son sumamente simbólicos, lo que demuestra
que es posible construir una cultura del encuentro y
un mundo de paz. Al participar del deporte, somos
capaces de ir más allá de nuestro propio interés personal —y de una manera saludable— aprendemos a sacrificarnos, a crecer en fidelidad y en el respeto a las reglas.
Que el Super Bowl de este año sea un símbolo de
paz, de amistad, de solidaridad para todo el mundo.
¡Gracias!
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número 5, viernes 10 de febrero de 2017
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El Papa Francisco ha denunciado la
idolatría de un sistema financiero que
destroza a millones de personas. Durante la
audiencia con los participantes del encuentro
sobre economía de comunión —promovido por
el movimiento de los Focolares— el sábado 4
de febrero, el Pontífice invocó un cambio en
las reglas de capitalismo que sigue
produciendo descartes.
Queridos hermanos y hermanas:
Me alegra acogeros como representantes
de un proyecto en el cual estoy sinceramente interesado desde hace tiempo. A
cada uno de vosotros dirijo mi saludo cordial, y doy las gracias en particular al
coordinador, prof. Luigino Bruni, por sus
amables palabras. Y doy las gracias también por los testimonios.
Economía y comunión. Dos palabras
que la cultura actual tiene bien separadas
y a menudo consideradas opuestas. Dos
palabras que vosotros sin embargo habéis
unido, recogiendo la invitación que hace
veinticinco años os dirigió Chiara Lubich,
en Brasil, cuando frente al escándalo de la
desigualdad en la ciudad de San Pablo,
pidió a los empresarios convertirse en
agentes de comunión. Invitandoos a ser
creativos, competentes, pero no sólo esto.
El empresario es visto por vosotros como
agente de comunión. Al introducir dentro
de la economía el buen germen de la comunión, habéis iniciado un cambio profundo en el modo de ver y vivir la empresa. La empresa no sólo puede no destruir
la comunión entre las personas, sino que
puede edificarla, puede promoverla. Con
vuestra vida mostráis que economía y comunión se hacen más bellas cuando están
una junto a la otra. Más bella la economía, ciertamente, pero más bella también
la comunión, porque la comunión espiritual de los corazones es aún más plena
cuando se convierte en comunión de bienes, de talentos, de beneficios.
Pensando en vuestro compromiso, quisiera deciros hoy tres cosas.
La primera se refiere al dinero. Es muy
importante que en el centro de la economía de comunión esté la comunión de
vuestros ganancias. La economía de comunión es también comunión de los prove-
El Pontífice denuncia el sistema financiero que destroza a millones de familias
Otra economía es posible
chos, expresión de la comunión de la vida. Muchas veces he hablado del dinero
como ídolo. La Biblia nos lo dice de distintas maneras. No es casualidad que la
primera acción pública de Jesús, en el
Evangelio de Juan, sea la expulsión de los
mercaderes del templo (cf 2, 13-21). No se
puede comprender el nuevo Reino traído
por Jesús si no nos liberamos de los ídolos, de los cuales uno de los más poderosos es el dinero. ¿Cómo poder ser de los
mercaderes que Jesús
no expulsa? El dinero
es importante, sobre
todo cuando no hay y
de eso depende la comida, la escuela, el futuro de los hijos. Pero
se convierte en ídolo
cuando se convierte en
el fin. La avaricia, que
no es por casualidad
un pecado capital, es
pecado de idolatría
porque la acumulación de dinero en sí se
convierte en el fin del
propio actuar. Ha sido
Jesús,
precisamente
Él, quien dio categoría
de “señor” al dinero:
“Nadie puede servir a
dos señores, dos patrones”. Son dos: Dios
o el dinero, el antidios, el ídolo. Esto lo
ha dicho Jesús. Al mismo nivel de opción.
Pensad en esto.
Cuando el capitalismo hace de la búsqueda del beneficio su único fin, corre el
riesgo de convertirse en una estructura
idolátrica, una forma de culto. La “dea
fortuna” es cada vez más la nueva divinidad de una cierta finanza y de todo ese
sistema del juego que está destruyendo
millones de familias del mundo, y a lo
que vosotros os oponéis justamente. Este
culto idolátrico es un sustituto de la vida
eterna. Los productos (los coches, los teléfonos...) envejecen y se consumen, pero si
tengo el dinero o el crédito puedo adqui-
rir inmediatamente otros, con la ilusión de
vencer a la muerte.
Se entiende, entonces, el valor ético y
espiritual de vuestra elección de poner los
beneficios en común. La mejor forma y
más concreta para no hacer del dinero un
ídolo es compartirlo, compartirlo con
otros, sobre todo con los pobres, o para
hacer estudiar y trabajar a los jóvenes,
venciendo a la tentación idolátrica con la
comunión. Cuando compartís y donáis
vuestros beneficios, estáis haciendo un acto de alta espiritualidad, diciendo con los
hechos al dinero: ¡tú no eres Dios, tú no
eres señor, tú no eres patrón! Y no olvidar
Cuando el capitalismo
hace de la búsqueda del beneficio
su único fin, corre el riesgo
de convertirse en una estructura
idolátrica, una forma de culto
tampoco esa alta filosofía y esa alta teología que hacía decir a nuestras abuelas: “El
diablo entra por el bolsillo”. ¡No olvidéis
esto!
La segunda cosa que quiero deciros es
sobre la pobreza, un tema central en vuestro movimiento.
Hoy se realizan múltiples iniciativas,
públicas y privadas, para combatir la pobreza. Y todo eso, por una parte, es un
crecimiento en humanidad. En la Biblia,
los pobres, los huérfanos, las viudas, los
“descartados” de la sociedad de ese tiempo eran ayudados con el diezmo y la recogida del grano. Pero la gran parte del
pueblo permanecía pobre, esas ayudas no
eran suficientes para quitar el hambre y
cuidar a todos. Los “descartados” de la
sociedad eran muchos. Hoy hemos inventado otros modos de cuidar, quitar el
hambre, educar a los pobres, y algunas de
las semillas de la Biblia han florecido en
instituciones más eficaces que aquellas anSIGUE EN LA PÁGINA 4
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VIENE DE LA PÁGINA 3
tiguas. La razón de los impuestos está
también en esta solidaridad, que es negada por la evasión fiscal, que, antes de ser
actos ilegales son actos que niegan la ley
básica de la vida: el socorro recíproco.
Pero —y esto no se dirá nunca lo suficiente— el capitalismo continúa produciendo descartados que después quisiera cuidar. El principal problema ético de este
capitalismo es la creación de descartados
para después tratar de esconderlos o cuidarlos para hacerles ver más.
Una grave forma de pobreza de una civilización es no conseguir ver más a sus
pobres, que antes son descartados y después escondidos.
Los aviones contaminan la atmósfera,
pero con una pequeña parte del dinero
del billete plantarán árboles, para compensar parte del daño creado. Las empresas del juego financian campañas para cuidar a los jugadores patológicos que ellas
crean. Y el día en el que las empresas de
armas financien hospitales para curar a los
Para tener vida en abundancia es necesario
aprender a regalar: no sólo los beneficios
de las empresas, sino a vosotros mismos
niños mutilados por sus bombas, el sistema habrá llegado a su culmen. ¡Esta es la
hipocresía!
La economía de comunión, si quiere ser
fiel a su carisma, no debe solamente cuidar a las víctimas, sino construir un sistema donde las víctimas sean cada vez menos, donde posiblemente no haya más.
Mientras que la economía produzca todavía una víctima y haya una sola persona
descartada, la comunión no se realiza todavía, la fiesta de la fraternidad universal
no es plena.
Por lo tanto es necesario ir hacia el
cambio de las reglas del juego del sistema
económico-social. Imitar al buen samaritano del Evangelio no es suficiente. Cierto,
cuando el empresario o una persona cualquiera se tropieza con una víctima, está
llamado a cuidarla, y quizá, como el buen
samaritano, asociar también al mercado
(el posadero) a su acción de fraternidad.
Sé que vosotros tratáis de hacerlo desde
hace 25 años. Pero es necesario actuar sobre todo antes de que el hombre se encuentre con los ladrones, combatiendo las
estructuras de pecado que producen ladrones y víctimas. Un empresario que es sólo
buen samaritano hace la mitad de su deber: cura a las víctimas de hoy, pero no reduce las de mañana. Para la comunión es
necesario imitar al Padre misericordioso
de la parábola del hijo pródigo y esperar
en casa a los hijos, los trabajadores y colaboradores que se han equivocado, y allí
abrazarlos y hacer fiesta con y por ellos –y
no bloquearse por la meritocracia invocada por el hijo mayor y por muchos, que
en nombre del mérito niegan la misericordia. Un empresario de comunión está llamado a hacer de todo para que también
esos que se equivocan y dejan su casa,
puedan esperar un trabajo y un sueldo
digno, y no verse comiendo con los cerdos. Ningún hijo, ningún hombre, ni siquiera el más rebelde, merece las bellotas.
Finalmente, la tercera cosa se refiere al
futuro. Estos 25 años de vuestra historia
dicen que la comunión y la empresa pueden estar y crecer juntas. Una experiencia
que por ahora está limitada a un pequeño
número de empresas, pequeñísimo si se
comparan con el gran capital del mundo.
Pero los cambios en el orden del espíritu
y, por tanto, de la vida no están unidos a
los grandes números. El pequeño rebaño,
la lámpara, una moneda, un cordero, una
perla, la sal, la levadura: son estas las imágenes del Reino que encontramos en los
Evangelios. Y los profetas nos han anunciado la nueva época de salvación indicándonos el signo de un niño, el Emmanuel,
y hablándonos de un “resto” fiel, un pequeño grupo.
No es necesario ser muchos para cambiar nuestra vida: basta que la sal y la levadura no se estropeen. El gran trabajo a
desarrollar es tratar de no perder el “principio activo” que les anima: la sal no hace
su trabajo creciendo en cantidad, es más,
demasiada sal hace la masa salada; sino
salvando su “alma”, es decir su calidad.
Todas las veces que las personas, los pueblos e incluso la Iglesia han pensando en
salvar el mundo creciendo en números,
han producido estructuras de poder, olvidando a los pobres. Salvemos nuestra economía, permaneciendo sencillamente sal y
levadura: un trabajo difícil, porque todo
decae con el pasar del tiempo. ¿Cómo hacer para no perder el principio activo, la
“enzima” de la comunión?
Cuando no había frigoríficos para conservar la levadura madre del pan se regalaba a la vecina un poco de la propia masa de la levadura, y cuando tenían que hacer de nuevo el pan recibían un puñado
de la masa de la levadura de esa mujer o
de otra que la había recibido su vez. Es la
reciprocidad. La comunión no es sólo división sino también multiplicación de los
bienes, creación de nuevo pan, de nuevos
bienes, de nuevo Bien con mayúscula. El
principio del Evangelio permanece activo
sólo si lo regalamos, porque es amor, y el
amor es activo cuando amamos, no cuando escribimos novelas o cuando vemos te-
viernes 10 de febrero de 2017, número 5
lenovelas. Sin embargo, si lo tenemos celosamente todo y sólo para nosotros, se
enmohece y muere. Y el Evangelio puede
enmohecerse. La economía de comunión
tendrá futuro si la regaláis a todos y no
permanece sólo dentro de vuestra “casa”.
¡Regaladla a todos, y primero a los pobres
y a los jóvenes, que son los que más la necesitan y saben hacer fructificar el don recibido! Para tener vida en abundancia es
necesario aprender a regalar: no sólo los
beneficios de las empresas, sino vosotros
mismos. El primer regalo del empresario
es la propia persona: vuestro dinero, aunque también importante, es demasiado
poco. El dinero no salva si no está acompañado del don de la persona. La economía de hoy, los pobres, los jóvenes necesitan antes que nada vuestra alma, vuestra
fraternidad respetuosa y humilde, de vuestras ganas de vivir y sólo después vuestro
dinero.
El capitalismo conoce la filantropía, no
la comunión. Es sencillo donar una parte
de los beneficios, sin abrazar y tocar a las
personas que reciben esas “migajas”. Sin
embargo, también sólo cinco panes y dos
peces pueden quitar el hambre a las multitudes si son el compartir de toda nuestra
vida. En la lógica del Evangelio, si no se
dona todo no se dona nunca suficiente.
Estas cosas vosotros las hacéis ya. Pero
podéis compartir más los beneficios para
combatir la idolatría, cambiar las estructu-
ras para prevenir la creación de las víctimas y de los descartados; donar más vuestra levadura para fermentar el pan de muchos. Que el “no” a una economía que
mata se convierta en un “sí” y a una economía que hace vivir, porque comparte,
incluye a los pobres, usa los beneficios para crear comunión. Os deseo continuar
por vuestro camino «Dios ama al que da
con alegría» (2 Corintios 9, 7). Dios ama
vuestros beneficios y talentos donados con
alegría. Lo hacéis ya; podéis hacerlo todavía más.
Os deseo continuar siendo semilla, sal y
levadura de otra economía: la economía
del Reino, donde los ricos saben compartir sus riquezas, y los pobres son llamados
beatos. Gracias.
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número 5, viernes 10 de febrero de 2017
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El Pontífice a una delegación ecuménica alemana
Tenemos el mismo bautismo
Una invitación a «adentrarse por recorridos nuevos»
para alcanzar la unidad entre todos los cristianos fue
dirigida por el Papa a la delegación ecuménica de la
Iglesia evangélica en Alemania, recibida en audiencia el
lunes 6 de febrero por la mañana. Recordó además que
tenemos el mismo bautismo y animó a caminar juntos.
Queridos hermanos y hermanas,
Con gusto os doy la bienvenida y os saludo cordialmente. Doy las gracias al
Obispo regional de Bedford-Strohm por
sus amables palabras —ein Mann mit Feuer
im Herzen—; y estoy contento por la presencia del cardenal Marx: que el Presidente de la Conferencia Episcopal Alemana
acompañe a la delegación de la Iglesia
Evangélica en Alemania es fruto de una
colaboración de larga duración y expresión de una relación ecuménica madurada
durante años. Os deseo que sigáis adelante por este camino bendecido con la comunión fraternal, prosiguiendo con valor
y decisión hacia una unidad cada vez más
plena. Tenemos el mismo bautismo: debemos caminar juntos, ¡sin cansarnos!
Es significativo que con ocasión del
500° aniversario de la Reforma, cristianos
evangélicos y católicos aprovechen la ocasión de la conmemoración común de los
eventos históricos del pasado para poner
nuevamente a Cristo en el centro de sus
relaciones. Precisamente «la cuestión sobre Dios», sobre «cómo poder tener un
Dios misericordioso» era «la pasión profunda, el centro de la vida y del entero camino» de Lutero (cf. Benedicto XVI, encuentro con los representantes de la Iglesia
Este año de conmemoración nos ofrece la
oportunidad de dar un ulterior paso
adelante, mirando al pasado sin rencores
evangélica en Alemania, el 23 de septiembre
2011). Lo que animaba e inquietaba a los
reformadores era, en el fondo, indicar el
camino adecuado hacia Cristo. Es lo que
nos debe preocupar también hoy en día,
después de haber tomado nuevamente,
gracias a Dios, un camino común. Este
año de conmemoración nos ofrece la
oportunidad de dar un ulterior paso adelante, mirando al pasado sin rencores, sino
según Cristo y en comunión con Él, para
volver a proponer a los hombres y a las
mujeres de nuestro tiempo la novedad radical de Jesús, la misericordia sin límites
de Dios: precisamente lo que los reformadores en su tiempo querían estimular. El
hecho de que su llamada a la renovación
haya suscitado un desarrollo de acontecimientos que han llevado a divisiones entre
los cristianos, ha sido ciertamente trágico.
Los creyentes no se han vuelto a sentir
hermanos y hermanas en la fe, sino adversarios y rivales; durante demasiado tiempo
han alimentado hostilidad y se han ensañado con luchas, fomentadas por intereses
políticos y de poder, en alguna ocasión
sin tener ni siquiera escrúpulos en usar la
violencia los unos contra los otros, hermanos contra hermanos. Hoy, sin embargo,
damos gracias a Dios porque finalmente,
«sacudimos todo lastre», fraternamente
«corremos con fortaleza la prueba que se
nos propone, fijos los ojos en Jesús» (Hebreos 12, 1-2).
Os estoy agradecido porque, con esta
mirada, tenéis la intención de acercaros
juntos, con humildad y franqueza, a un
pasado que nos duele, y de compartir
pronto un importante gesto de penitencia
y de reconciliación: una función ecuménica, titulada “Sanar la memoria — testimoniar a Jesucristo”. Católicos y evangélicos
en Alemania, podréis así responder, con la
oración, a la fuerte llamada que juntos advertís en el país originario de la Reforma:
purificar en Dios la memoria para ser renovados interiormente y enviados por el
Espíritu a llevar a Jesús al hombre de hoy.
Con esta señal y con otras iniciativas ecuménicas previstas este año —como el peregrinaje común a Tierra Santa, el congreso
bíblico conjunto para presentar juntos las
nuevas traducciones de la Biblia y la jornada ecuménica dedicada a la responsabilidad social de los cristianos— tenéis el
ánimo de dar una configuración concreta
a la “fiesta de Cristo” que, con ocasión de
la conmemoración de la Reforma, pretendéis celebrar juntos. Que el redescubrir
los manantiales comunes de la fe, el resaneamiento de la memoria con la oración y
la caridad, y la colaboración concreta en
el difundir el Evangelio y servir a los hermanos, sean impulsos para proceder más
rápidamente aún por el camino.
Es gracias a la comunión espiritual que
se ha unido durante estas décadas de camino ecuménico, que podemos hoy deplorar juntos el fracaso de ambos respecto a
la unidad en el contexto de la Reforma y
de los avances sucesivos. Al mismo tiempo, en la realidad de un único bautismo
que nos hace hermanos y hermanas y en
la común escucha del Espíritu, sabemos,
en una diversidad ya reconciliada, apreciar
los dones espirituales y teológicos que de
la Reforma hemos recibido. En Lund, el
31 del pasado mes de octubre, agradecí al
Señor sobre esto y pedí perdón por el pasado; para el futuro deseo confirmar nuestra llamada sin retorno a dar testimonio
juntos del Evangelio y a proseguir por el
camino hacia la plena unidad. Haciéndolo
juntos, nace también el deseo de adentrarse por recorridos nuevos. Cada vez más
aprendemos a preguntarnos: ¿esta iniciativa, podemos compartirla con nuestros her-
manos y nuestras hermanas en Cristo?
¿Podemos recorrer juntos otro tramo del
camino?
Las diferencias en cuestiones de fe y de
moral, que todavía subsisten, permanecen
como desafíos a lo largo del recorrido hacia la visible unidad, la cual anhelan nuestros fieles. El dolor es padecido especialmente por los esposos que pertenecen a
confesiones diferentes. Es necesario que
nos esforcemos con cautela, con la oración
insistente y con todas nuestras fuerzas, en
superar los obstáculos todavía existentes,
intensificando el diálogo teológico y reforzando la colaboración entre nosotros, sobre todo en el servicio a quienes mayormente sufren y en la custodia de la Creación amenazada. La llamada urgente de
Jesús a la unidad (cf. Juan 17,21) nos in-
Las diferencias en cuestiones
de fe y de moral, que todavía subsisten
permanecen desafíos sobre
el recorrido hacia la visible unidad
la cual anhelan nuestros fieles
terpela, como también a la entera familia
humana en un periodo en el cual experimenta graves laceraciones y nuevas formas
de exclusión y de marginación. ¡También
por esto nuestra responsabilidad es grande!
Con la esperanza de que este encuentro
aumente ulteriormente la comunión entre
nosotros, pido al Espíritu Santo, artífice y
renovador de unidad, que nos fortalezca
en el camino común con la consolación
que viene de Dios (cf. 2 Corintios 1, 4) y
nos indique sus vías proféticas y audaces.
Invoco de corazón la bendición de Dios
sobre todos vosotros y sobre vuestras comunidades y os pido, por favor, que me
recordéis en vuestras oraciones.
Os lo agradezco mucho y os querría invitar ahora a rezar juntos el Padre
Nuestro.
L’OSSERVATORE ROMANO
número 5, viernes 10 de febrero de 2017
En el mensaje presentado el martes 7 por la mañana
referido a la próxima Cuaresma, el Papa Francisco
definió este periodo como un «tiempo propicio para
intensificar la vida del espíritu a través de los medios
santos que la Iglesia nos ofrece: el ayuno, la oración
y la limosna». Inspirándose en la parábola
evangélica del hombre rico y del pobre Lázaro el
Pontífice analizó la dimensión del don.
En el mensaje para la Cuaresma el Papa actualiza la parábola de Lázaro
Los pobres llaman a nuestra puerta
Queridos hermanos y hermanas:
La Cuaresma es un nuevo comienzo, un camino que nos lleva a un destino seguro: la Pascua
de Resurrección, la victoria de Cristo sobre la
muerte. Y en este tiempo recibimos siempre una
fuerte llamada a la conversión: el cristiano está
llamado a volver a Dios «de todo corazón» (Jl 2,
12), a no conformarse con una vida mediocre, sino a crecer en la amistad con el Señor. Jesús es el
amigo fiel que nunca nos abandona, porque incluso cuando pecamos espera pacientemente que
volvamos a él y, con esta espera, manifiesta su voluntad de perdonar (cf. Homilía, 8 enero 2016).
La Cuaresma es un tiempo propicio para intensificar la vida del espíritu a través de los medios
La Cuaresma es un tiempo propicio
para abrir la puerta a cualquier necesitado
y reconocer en él o en ella el rostro de Cristo
Cada uno de nosotros los encontramos en nuestro
camino. Cada vida que encontramos es un
don y merece acogida, respeto y amor
santos que la Iglesia nos ofrece: el ayuno, la oración y la limosna. En la base de todo está la Palabra de Dios, que en este tiempo se nos invita a
escuchar y a meditar con mayor frecuencia. En
concreto, quisiera centrarme aquí en la parábola
del hombre rico y el pobre Lázaro (cf. Lc 16, 1931). Dejémonos guiar por este relato tan significativo, que nos da la clave para entender cómo hemos de comportarnos para alcanzar la verdadera
felicidad y la vida eterna, exhortándonos a una
sincera conversión.
1. El otro es un don
La parábola comienza presentando a los dos
personajes principales, pero el pobre es el que
viene descrito con más detalle: él se encuentra en
una situación desesperada y no tiene fuerza ni para levantarse, está echado a la puerta del rico y
come las migajas que caen de su mesa, tiene llagas por todo el cuerpo y los perros vienen a lamérselas (cf. vv. 20-21). El cuadro es sombrío, y el
hombre, degradado y humillado.
La escena resulta aún más dramática si consideramos que el pobre se llama Lázaro: un nombre
repleto de promesas, que significa literalmente
«Dios ayuda». Este no es un personaje anónimo,
tiene rasgos precisos y se presenta como alguien
con una historia personal. Mientras que para el
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rico es como si fuera invisible, para nosotros es alguien conocido y casi familiar, tiene un rostro; y,
como tal, es un don, un tesoro de valor incalculable, un ser querido, amado, recordado por Dios,
aunque su condición concreta sea la de un desecho humano (cf. Homilía, 8 enero 2016).
Lázaro nos enseña que el otro es un don. La
justa relación con las personas consiste en reconocer con gratitud su valor. Incluso el pobre en la
puerta del rico, no es una carga molesta, sino una
llamada a convertirse y a cambiar de vida. La primera invitación que nos hace esta parábola es la
de abrir la puerta de nuestro corazón al otro, porque cada persona es un don, sea vecino nuestro o
un pobre desconocido. La Cuaresma es un tiempo propicio para abrir la puerta a cualquier necesitado y reconocer en él o en ella el rostro de
Cristo. Cada uno de nosotros los encontramos en
nuestro camino. Cada vida que encontramos es
un don y merece acogida, respeto y amor. La Palabra de Dios nos ayuda a abrir los ojos para acoger la vida y amarla, sobre todo cuando es débil.
Pero para hacer esto hay que tomar en serio también lo que el Evangelio nos revela acerca del
hombre rico.
2. El pecado nos ciega
La parábola es despiadada al mostrar las contradicciones en las que se encuentra el rico (cf. v.
19). Este personaje, al contrario que el pobre Lázaro, no tiene un nombre, se le califica sólo como
«rico». Su opulencia se manifiesta en la ropa que
viste, de un lujo exagerado. La púrpura, en efecto, era muy valiosa, más que la plata y el oro, y
por eso estaba reservada a las divinidades (cf. Jr
10, 9) y a los reyes (cf. Jc 8, 26). La tela era de un
lino especial que contribuía a dar al aspecto un
carácter casi sagrado. Por tanto, la riqueza de este
hombre es excesiva, también porque la exhibía de
manera habitual todos los días: «Banqueteaba espléndidamente cada día» (v. 19). En él se vislumbra de forma patente la corrupción del pecado,
que se realiza en tres momentos sucesivos: el
amor al dinero, la vanidad y la soberbia (cf. Homilía, 20 septiembre 2013).
El apóstol Pablo dice que «la codicia es la raíz
de todos los males» (1 Tm 6, 10). Esta es la causa
principal de la corrupción y fuente de envidias,
pleitos y recelos. El dinero puede llegar a dominarnos hasta convertirse en un ídolo tiránico (cf.
Exh. ap. Evangelii gaudium, 55). En lugar de ser
un instrumento a nuestro servicio para hacer el
bien y ejercer la solidaridad con los demás, el dinero puede someternos, a nosotros y a todo el
mundo, a una lógica egoísta que no deja lugar al cerdote, mientras impone la ceniza en la cabeza,
amor e impide la paz.
dice las siguientes palabras: «Acuérdate de que
La parábola nos muestra cómo la codicia del ri- eres polvo y al polvo volverás». El rico y el poco lo hace vanidoso. Su personalidad se desarrolla bre, en efecto, mueren, y la parte principal de la
en la apariencia, en hacer ver a los demás lo que parábola se desarrolla en el más allá. Los dos perél se puede permitir. Pero la apariencia esconde sonajes descubren de repente que «sin nada viniun vacío interior. Su vida está prisionera de la ex- mos al mundo, y sin nada nos iremos de él» (1
terioridad, de la dimensión más superficial y efí- Tm 6,7).
mera de la existencia (cf. ibid., 62).
También nuestra mirada se dirige al más allá,
El peldaño más bajo de esta decadencia moral donde el rico mantiene un diálogo con Abraham,
es la soberbia. El hombre rico se viste como si al que llama «padre» (Lc 16, 24.27), demostrando
fuera un rey, simula las maneras de un dios, olvi- que pertenece al pueblo de Dios. Este aspecto hadando que es simplemente un mortal. Para el ce que su vida sea todavía más contradictoria, ya
hombre corrompido por el amor a las riquezas, que hasta ahora no se había dicho nada de su reno existe otra cosa que el propio yo, y por eso las lación con Dios. En efecto, en su vida no había
personas que están a su alrededor no merecen su lugar para Dios, siendo él mismo su único dios.
El rico sólo reconoce a Lázaro en medio de los
atención. El fruto del apego al dinero es una estormentos de la otra vida, y
pecie de ceguera: el rico no
ve al pobre hambriento, llaquiere que sea el pobre
gado y postrado en su huquien le alivie su sufrimienEl
dinero
puede
someternos
millación.
to con un poco de agua.
Los gestos que se piden a
a nosotros y a todo el mundo
Cuando miramos a este
Lázaro son semejantes a los
personaje, se entiende por
a
una
lógica
egoísta
que
no
deja
que el rico hubiera tenido
qué el Evangelio condena
lugar al amor e impide la paz
que hacer y nunca realizó.
con tanta claridad el amor
Abraham, sin embargo, le
al dinero: «Nadie puede esexplica: «Hijo, recuerda que
tar al servicio de dos amos.
Porque despreciará a uno y
recibiste tus bienes en vida,
querrá al otro; o, al contrario, se dedicará al pri- y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí
mero y no hará caso del segundo. No podéis ser- consuelo, mientras que tú padeces» (v. 25). En el
más allá se restablece una cierta equidad y los
vir a Dios y al dinero» (Mt 6, 24).
males de la vida se equilibran con los bienes.
3. La Palabra es un don
La parábola se prolonga, y de esta manera su
El Evangelio del rico y el pobre Lázaro nos
ayuda a prepararnos bien para la Pascua que se mensaje se dirige a todos los cristianos. En efecto,
acerca. La liturgia del Miércoles de Ceniza nos el rico, cuyos hermanos todavía viven, pide a
invita a vivir una experiencia semejante a la que Abraham que les envíe a Lázaro para advertirles;
el rico ha vivido de manera muy dramática. El sa- pero Abraham le responde: «Tienen a Moisés y a
los profetas; que los escuchen» (v. 29). Y, frente a la
objeción del rico, añade:
«Si no escuchan a Moisés y
a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un
muerto» (v. 31).
De esta manera se descubre el verdadero problema
del rico: la raíz de sus males
está en no prestar oído a la
Palabra de Dios; esto es lo
que le llevó a no amar ya a
Dios y por tanto a despreciar al prójimo. La Palabra
de Dios es una fuerza viva,
capaz de suscitar la conversión del corazón de los
hombres y orientar nuevamente a Dios. Cerrar el corazón al don de Dios que
habla tiene como efecto cerrar el corazón al don del
hermano.
Queridos hermanos y
hermanas, la Cuaresma es el
tiempo propicio para renovarse en el encuentro con
Cristo vivo en su Palabra,
en los sacramentos y en el
prójimo. El Señor —que en los cuarenta días que
pasó en el desierto venció los engaños del Tentador— nos muestra el camino a seguir. Que el Espíritu Santo nos guíe a realizar un verdadero camino de conversión, para redescubrir el don de la
Palabra de Dios, ser purificados del pecado que
nos ciega y servir a Cristo presente en los hermanos necesitados. Animo a todos los fieles a que
manifiesten también esta renovación espiritual
participando en las campañas de Cuaresma que
muchas organizaciones de la Iglesia promueven
en distintas partes del mundo para que aumente
la cultura del encuentro en la única familia humana. Oremos unos por otros para que, participando de la victoria de Cristo, sepamos abrir nuestras
puertas a los débiles y a los pobres. Entonces viviremos y daremos un testimonio pleno de la alegría de la Pascua.
Vaticano, 18 de octubre de 2016
Fiesta de san Lucas Evangelista.
L’OSSERVATORE ROMANO
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viernes 10 de febrero de 2017, número 5
Refugiados en la frontera
al norte de con Grecia
La crisis de los refugiados en Europa
Unicidad y generosidad
nente» (Julián Marías, Mapa del
mundo personal, Alianza Editorial,
Julián Marías, fallecido en 2005, Madrid, 1993, págs. 57-58).
Hoy, gracias a los medios de cocontaba que una vez vivía muy pobremente, sin trabajo y con todas las municación, podemos conocer con
puertas que se le cerraban. Al salir inmediatez la trágica situación de
de casa con su caudal completo en tantos menesterosos y necesitados.
el bolsillo (que se elevaba a dos o Podemos ver la pobreza, con los mil
tres pesetas), una mujer anciana le rostros que tiene. Pensemos en los
pidió un poco de dinero para com- refugiados, niños y adultos, o en
prar su ración de pan; se lo dio, y tantos hermanos nuestros que no tielos céntimos restantes se los entregó nen nada que llevarse a la boca, paal primer mendigo que vio. Ese tes- sando hambre y muriendo de hamtimonio resulta más conmovedor si bre. La televisión, los periódicos o
se tiene en cuenta que, cuando su Internet ponen ante nuestros ojos la
hijo pequeño estaba gravemente en- penuria de todas esas personas, hefermo, antes de morir, Marías tuvo chas añicos por un sufrimiento laceque pedir dinero a unos amigos para rante. Nos ofrecen testimonios de
poder comprar en la farmacia las primera mano. Pero deberíamos preguntarnos: Para nosotros, estas hismedicinas que le habían recetado.
El mencionado filósofo, hombre torias reales, ¿son meros titulares de
de profunda virtud, animaba a ven- noticias, datos manidos y fríos que
cer la indiferencia y pedía no «res- damos por ya sabidos? ¿Se conmuebalar» sobre el prójimo, sino dete- ven nuestras entrañas ante tan triste
nerse en él y en lo que tiene de úni- panorama? ¿Nos empujan a ponerco, lo cual implica una gran genero- nos en la perspectiva, en la piel del
sidad. Decía que cuando se produce otro? ¿Logran esos testimonios sa«el contacto real con una persona carnos de nosotros mismos para salir
como tal, cuando se sabe quién es al encuentro de quien se halla heriverdaderamente, se puede avanzar do por la garra de la miseria y la inen una aproximación más o menos digencia? Puede que muchas veces
ese “ver” no nos lleve a
“movernos”, a emprender
el éxodo de lo propio paLa televisión, los periódicos o Internet
ra hacer propio el dolor
ajeno.
ponen ante nuestros ojos la penuria de
Quizás una de las imátodas esas personas, hechas añicos
genes más impactantes
que últimamente ha salpor un sufrimiento lacerante
tado a un primer plano
la hayamos visto en septiembre de 2015. Aquel
lenta, que requiere una imaginación niño sirio muerto, ahogado en el
que hace posible el traslado al punto mar, yacente boca abajo en la orilla
de vista del otro, para ver las cosas de una playa turca, huido con su familia de la guerra. Una vida abocadesde su propia perspectiva.
Esto incluye la visión de uno mis- da al futuro se vio truncada en su
mo, hasta donde es posible, con los más tierna infancia, anegada por
ojos de la otra persona. Cuando esto aguas funestas. ¿Logró que transitáse logra, se cierra el ciclo y se esta- ramos del impacto primero al comblece una relación rigurosamente promiso y del compromiso a la acpersonal, que tiene carácter progra- tuación? ¿Qué nos está pasando?
mático y argumental en grado emi- ¿Cuál será nuestra defensa cuando
FERNAND O CHICA ARELLANO*
rismos, en cambio, el ser humano es
concebido como un mero individuo
confundido en la multitud de personas de su especie, comparable a una
gota dentro del inmenso mar, sacrificable en aras de una nación, una raza o una ideología. Pero si volvemos
al pensamiento de Julián Marías, decir que el hombre es individuo de
una especie es insuficiente, en definitiva falso. Porque a la persona le
pertenece una unicidad que va mucho más allá de la individualidad.
“Unicidad” significa “calidad de único”. Es decir, cada vida presenta un
carácter “absoluto”, inconfundible,
insustituible, no derivable, irreductible, irrepetible, no intercambiable
por otra vida.
Con esa tesis de Julián Marías
coincide un reciente documento del
Papa Francisco. En efecto, en el n.
14 de la carta apostólica Misericordia
et misera Su Santidad no vacila en
afirmar: «No podemos olvidar que
cada uno lleva consigo el peso de la
propia historia que lo distingue de
cualquier otra persona. Nuestra vida,
con sus alegrías y dolores, es algo
único e irrepetible, que se desenvuelve bajo la mirada misericordiosa de
Dios». Esas frases contienen verdades luminosas y de largo alcance.
Por eso merece la pena volcar lo mejor que llevamos dentro de nuestra
alma en el que tenemos delante, especialmente si padece o pasa por diferentes y amargas pruebas, no obstante sea uno. Uno cuenta. «¡Basta
intentemos explicar a los que vienen
detrás de nosotros la fotografía de
ese niño muerto, tendido sobre la
arena, o de tantos otros que igualmente perecieron y cuyos nombres
desconocemos o han sido ocultados?
¿Qué les diremos o qué razones invocaremos cuando les hablemos de
esas filas interminables de emigrantes forzosos, cubiertos sus pies de
barro y nieve, con sus miradas perdidas y sus estómagos vacíos?
Y, sin embargo, aunEs tiempo de actuar y dejar la
que las dificultades se
acumulen y no sean hocostumbre de cerrar los ojos y
ras de bonanza, no podeel corazón, de enclaustrarnos
mos sucumbir ante el pesimismo. Es tiempo de
herméticamente en nuestro yo
actuar y dejar la costumbre de cerrar los ojos y el
corazón, de enclaustrarnos herméticamente en nuestro yo, un hombre bueno para que haya esde hilvanar razonamientos que des- peranza!» (Laudato si’, 71). Esta casa
cargan en otros responsabilidades, común nuestra la necesita para
de echar la culpa a los demás o, sen- transformarse en hogar en el que nacillamente, de tomar el camino de la die se sienta excluido o postergado.
Busquemos servir a todos, en parevasión o la apatía.
En el paso de los discursos a las ticular a los menos favorecidos, aunobras contamos con el estímulo del que lleguemos a pocos, a uno incluPapa Francisco, para el cual no hay so, y hagámoslo con esa generosidad
dudas: «El desafío urgente de prote- que abre horizontes nuevos, no marger nuestra casa común incluye la cados por la fuerza sesgada y calcupreocupación de unir a toda la fami- ladora de un egoísmo crematístico,
lia humana en la búsqueda de un que solo ve en los seres humanos
desarrollo sostenible e integral, pues productores o consumidores, dejansabemos que las cosas pueden cam- do en la cuneta de la vida y del probiar […]. La humanidad aún posee greso a los ancianos, a los niños, a
la capacidad de colaborar para cons- los enfermos, a los desvalidos o a
truir nuestra casa común» (Laudato quienes mueren helados de frío en
calles olvidadas. Si seguimos así, y
si’, 13).
Si la comodidad, el miedo o la no tomamos otro rumbo, el corazón
desidia nos llevan a retraernos, que del hombre se transformará en una
sea la solidaridad activa la que ro- estepa sombría y solitaria. Llegarebustezca la voluntad de tejer una mos a ser “máquinas sin alma”,
red de medidas concretas y de inicia- cuando en realidad somos personas
tivas tangibles en favor de los prete- amadas por Aquel que se hizo pobre
ridos de este mundo. Que suene la y pequeño, y nos conoce y ama, uno
campana que nos convoque a ayu- a uno.
dar, aunque sea a una persona. A
una sola. Comencemos por ahí. Una *Observador Permanente de la Santa
sola vida es mucho. Para los totalita- Sede ante la FAO, FIDA y PMA.
número 5, viernes 10 de febrero de 2017
L’OSSERVATORE ROMANO
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Los católicos ante los temas cruciales de nuestro tiempo
Por encima de la política
LUCETTA SCARAFFIA
La posición mantenida por el Papa
Francisco, desde los primeros meses de su
pontificado, respecto a los grandes temas
como el aborto, el matrimonio homosexual, la eutanasia, ha sido firme y coherente con la moral católica, pero atenta a
no vincularla a elecciones partidistas. De
esta manera ha intentado arrancar a los
católicos del abrazo interesado de las derechas. Sin desviarse de los principios de
la moral católica, efectivamente ha querido huir de la politización que estas cuestiones han asumido en la vida de muchos
países democráticos, para no encontrarse
prisionero de lo que se estaba convirtiendo, a todos los efectos, en un aplanamiento de la Iglesia sobre posiciones estrictamente políticas. Ha sido una operación no
fácil, que le ha costado muchas críticas,
pero de la cual ahora se recogen los frutos.
La posición de la Iglesia sobre dos temas cruciales de nuestro tiempo, los migrantes y la vida, es clara y autónoma respecto a la política, tanto que puede moverse libremente sin temor de ser inmediatamente aplastada por el peso de una aparente coincidencia. Se trata de un difícil
equilibrio, que va reajustado de forma
puntual: es más fácil encerrarse en posiciones preconcebidas y aparentemente claras. Una actitud en parte nueva, que no se
puede confundir con el relativismo, porque se basa en la conciencia profunda de
que cada vez es necesario elegir, y que para hacerlo es fundamental moverse a un
nivel más alto del de la polémica política.
Por lo demás la Iglesia sabe desde hace
tiempo qué significa distanciarse de quienes solo exteriormente son compañeros de
batalla: Napoleón, que hizo mucho más
severa la legislación contra el aborto, ciertamente no lo hizo movido por motivos
morales, sino para garantizar soldados a
su ejército, fruto de la constricción obligatoria. Y de la misma manera se comportaron los gobiernos europeos después de la
primera Guerra Mundial, que había determinado una hecatombe de hombres jóvenes. En ambas situaciones la Iglesia supo
distanciarse de las contingencias políticas,
Visita ad Limina
El Papa Francisco recibió en audiencia, la mañana del
lunes 6 de febrero, a los prelados de la Iglesia patriarcal de Alejandría de los coptos, en visita «ad limina
Apostolorum»
gracias precisamente a la altura moral con
la cual afrontaba el problema. Pero sobre
todo gracias al hecho de que la misericordia, el perdón, forman parte de la tradición católica tanto como la condena del
pecado. Precisamente este particular punto de vista permite a la Iglesia salir de esquemáticas ecuaciones en las cuales se ha
encontrado atrapada de vez en cuando.
Cuando ha sido olvidada esta específica
condición que es precisamente la que diferencia la posición católica de cualquier
parte política, la Iglesia o grupos individuales de católicos han corrido el riesgo
de ser usados, manipulados, tergiversados.
Pagando muy cara la inmersión en el juego político, del cual al final nunca han sacado nada a largo plazo. Pero siempre hay
quien intenta, tanto por un lado como por
el otro, llevarse a la Iglesia a su terreno. Y
es sólo elevando el punto de vista con el
cual se interpreta el mundo que nos rodea, volviendo al espíritu evangélico sin
miedo a parecer ingenuos que se puede
encontrar la posición justa y libre con la
cual mirar al presente.
El Papa Francisco lo está haciendo, con
la fatiga que supone este desvincularse de
miles de lazos y de miles de condicionamientos, internos y externos. Los fieles deberían ayudarle, haciendo un esfuerzo más
para entender qué ocurre, sin dejarse condicionar por las voces que parecen saber
cuál es la vía justa sólo porque parece la
más fácil.
En vista del capítulo de la Soberana militar orden de Malta
El arzobispo Becciu delegado especial del Papa
En vista del capítulo extraordinario que deberá
elegir al nuevo gran maestro de la Soberana
militar orden de Malta (Smom), el Papa
Francisco ha nombrado al arzobispo Angelo
Becciu, sustituto de la Secretaría de Estado, su
delegado especial con «todos los poderes necesario
para decidir las eventuales cuestiones que podrían
surgir». A continuación la carta de nombramiento
— fechada el jueves 2 de febrero y publicada el
sábado 4 — en la cual el Pontífice desea también
«un estudio en vistas de la oportuna
actualización de la Carta constitucional» de la
Smom.
Al venerado Hermano
Mons. Giovanni Angelo Becciu
Arzobispo titular de Roselle
Sustituto para los Asuntos Generales
de la Secretaría de Estado
Al comienzo del camino de preparación en
vista del Capítulo extraordinario que tendrá
que elegir al nuevo Gran Maestro de la Soberana Orden Militar Hospitalaria de San Juan
de Jerusalén, de Rodas y de Malta, con la presente le nombro en fecha de hoy mi delegado
especial ante esa benemérita Orden.
Trabajará en estrecha colaboración con S. E.
el Ven. Bailío Frey Ludwig Hoffmann von
Rumerstein, Lugarteniente interino, por el mayor bien de la Orden y la reconciliación entre
todos sus componentes, religiosos y laicos. Estará al lado del Lugarteniente y lo apoyará en
la preparación del Capítulo extraordinario, y
juntos decidirán la modalidad de un estudio
en vista de la oportuna renovación de la Constitución de la Orden y del Estatuto Melitense.
En particular, se hará cargo de todo lo que
concierne a la renovación espiritual y moral de
la Orden, especialmente de los Miembros profesos, para que se realice plenamente el fin de
«promover la gloria de Dios mediante la santificación de los Miembros, el servicio a la Fe y
al Santo Padre y la ayuda al prójimo», como
indica la Constitución.
Hasta el final de su mandato, es decir, hasta
la conclusión del Capítulo extraordinario que
elegirá al Gran Maestro, usted será mi portavoz exclusivo en todo lo relativo a las relaciones entre esta Sede Apostólica y la Orden. Le
delego, por lo tanto, todas las facultades necesarias para decidir las cuestiones eventuales
que puedan surgir en relación con la ejecución
del mandato encomendado.
Mientras le agradezco su disponibilidad para asumir el mencionado encargo, le aseguro
mi oración y de corazón le imparto la bendición apostólica que, de buen grado, extiendo a
todos los miembros de la Orden.
Desde el Vaticano, 2 de febrero de 2017
L’OSSERVATORE ROMANO
página 10
Homilías del Pontífice
D os
maravillas
Con la certeza de que «Dios trabaja siempre», no es necesario tener miedo de vivir
el don del amor y de la libertad, dando de
lado de una vez por todas a las falsas seguridades que vienen de la rigidez. Es la
sugerencia espiritual propuesta por el Papa en la misa celebrada el lunes por la
mañana 6 de febrero en la capilla de la
Casa Santa Marta.
Para su meditación, Francisco se inspiró
en el Salmo 103, en la cual, hizo notar,
«hemos alabado al Señor» diciendo:
«Eres muy grande, Señor, ¡Dios mío!
¡Eres muy grande!». Un salmo que, afir-
Entonces, por qué Dios ¿ha creado el mundo?
La respuesta que hay que dar es esta:
Simplemente para compartir su plenitud,
para tener a alguien al cual
dar y con el cual compartir su plenitud
mó, «ha sido un canto de alabanza: alabemos al Señor por las cosas que hemos oído en ambas lecturas, por la creación,
muy grande; y, en la segunda lectura, para
la re-creación, aún más maravillosa que la
creación, que hace Jesús». La referencia es
precisamente a los textos propuestos por
la liturgia de la palabra, del libro del Génesis (1, 1-19) y del Evangelio de Marcos
(6, 53-56). El Papa ha explicado que «el
Padre trabaja» y el mismo «Jesús dice:
“Mi Padre obra y yo también también
obro”. Es un modo de decir “trabajo”, ad
instar laborantis, como uno que trabaja,
como precisa san Ignacio en los ejercicios» (cf. Ejercicios espirituales 236).
Y así «el Padre trabaja para hacer esta
maravilla de la creación —prosiguió Francisco— y para hacer con el Hijo esta maravilla de la re-creación; para realizar ese paso del caos al cosmos, del desorden al orden, del pecado a la gracia». Y «este es el
trabajo del Padre y por eso nosotros hemos alabado al Padre, el Padre que trabaja».
«Pero ¿por qué Dios ha querido crear el
mundo?»: esta forma parte de las «preguntas difíciles», reconoció el Papa. Confesó también que, «una vez, un niño me
puso en apuros porque me hizo esta pregunta: dime, padre, ¿qué hacía Dios antes
de crear el mundo, se aburría?». Seguramente «los niños saben hacer preguntas
—añadió el Papa— y hacen las preguntas
justas y te ponen en apuros».
Para responder a ese niño, narró Francisco, «el Señor me ha ayudado y he dicho la verdad: Dios amaba, en su plenitud
amaba; en su comunicación, entre las tres
Personas, amaba y no tenía necesidad de
nada más». Es una respuesta que, prosiguió el Pontífice, suscita otra pregunta:
pero si Dos «no tenía necesidad, ¿por qué
ha creado el mundo?». Pero esta es una
cuestión, siguió narrando Francisco, puesta no por un niño sino que «se planteaban los primeros teólogos, los grandes
teólogos, los primeros». Entonces, por
qué Dios «¿ha creado el mundo?». La respuesta que hay que dar es esta: «Simplemente para compartir su plenitud, para tener a alguien al cual dar y con el cual
compartir su plenitud». En una palabra,
«para dar».
«La misma pregunta —siguió diciendo
el Papa— podemos hacerla en la re-creación: ¿Por qué Él envió a su Hijo para esta obra de re-creación?». Lo hizo «para
compartir, para re-colocar». Y «así en la
primera creación, como en la segunda, Él
viernes 10 de febrero de 2017, número 5
hace del caos un cosmos, de lo feo algo
bonito, del error lo verdadero, de lo malo
lo bueno». Precisamente «este es el trabajo de creación que es Dios y lo hace artesanalmente». Y «en Jesús se ve claramente: con su cuerpo da la vida totalmente».
Tanto que «cuando Jesús dice: “El Padre
siempre obra y también yo obro siempre”,
los doctores de la ley se escandalizaron y
querían matarlo porque no sabían recibir
las cosas de Dios como don», sino «solamente como justicia», llegando incluso a
pensar: los mandamientos «son pocos,
¡hagamos más!».
Así, prosiguió Francisco, «en lugar de
abrir el corazón al don, se escondieron,
buscaron refugio en la rigidez de los mandamientos, que ellos habían multiplicado
hasta quinientos o más: no sabían recibir
el don». De lo demás, dijo el Pontífice,
«el don solamente se recibe con la libertad», pero «estos rígidos tenían miedo de
la libertad que Dios nos da; tenían miedo
del amor». Y por esto querían matar a Jesús, «porque dijo que el Padre ha hecho
esta maravilla como un don: ¡recibir el
don del Padre!».
«Eres grande Señor, te quiero mucho,
porque me has dado este don, me has salvado, me has creado»: esta, afirmó el Papa, «es la oración de alabanza, la oración
de alegría, la oración que nos da la alegría
de la vida cristiana». Y «no esa oración
cerrada, triste, de la persona que nunca
sabe recibir un don porque tiene miedo
de la libertad que siempre lleva consigo
un don». Y así, al final, «solo sabe hacer
su deber, pero el deber cerrado: esclavos
Es oportuno preguntarse cómo yo recibo la
redención, el perdón que Dios
me ha dado, el hacerme hijo con
su Hijo, con amor, con ternura, con libertad
del deber, pero no del amor». En cambio
«cuando tú te haces esclavo del amor eres
libre: es una bonita esclavitud, pero estos
no entendían».
He aquí entonces, afirmó Francisco, las
«dos maravillas del Señor: la maravilla de
la creación y la maravilla de la redención,
de la re-creación; la del inicio del mundo
y la de después de la caída del hombre,
de restablecer el mundo y por esto envió
al Hijo: ¡es bonito!». Claro, «podemos
preguntarnos cómo recibo estas maravillas, cómo recibo esto que Dios me ha dado —la creación— como un don». Y «si lo
recibo como un don, amo la creación, custodio lo creado porque ha sido un don».
En definitiva, insistió Francisco, es
oportuno preguntarse «cómo yo recibo la
redención, el perdón que Dios me ha dado, el hacerme hijo con su Hijo, con
amor, con ternura, con libertad». Sin nunca esconderme «en la rigidez de los mandamientos cerrados que siempre, siempre,
son más seguros —entre comillas— pero no
te dan alegría, porque no te hacen libre».
Cada uno de nosotros —es la sugerencia
de Papa— «puede preguntarse cómo vive
estas dos maravillas: la maravilla de la
creación y la todavía más maravilla de la
re-creación». Con la esperanza de «que el
Señor nos haga entender esta cosa grande
y nos haga entender lo que Él hacía antes
de crear el mundo: amaba. Que nos haga
entender su amor hacia nosotros y nosotros podamos decir —como hemos dicho
hoy— “¡Eres muy grande, Señor, gracias,
gracias!”». Y «sigamos adelante así».
número 5, viernes 10 de febrero de 2017
L’OSSERVATORE ROMANO
página 11
Cuestión
de ADN
Vuelta a los orígenes para entender quién
es el hombre y, sobre todo, quién es el
hombre a los ojos de Dios. Siguiendo las
sugerencias de la liturgia de la palabra, el
Papa Francisco, en la homilía de la misa
celebrada en Santa Marta el martes 7 de
febrero, se detuvo a reflexionar sobre la
creación y sobre el gran amor que el Señor siente por el hombre.
El Pontífice en primer lugar retomó
uno de los versículos del Salmo responsorial: «¡Oh Yaveh, Señor nuestro, qué glorioso tu nombre por toda la tierra!» para
recordar cómo la Iglesia, en estos días,
«nos lleva a alabar tanto al Señor». Y,
prosiguiendo en la lectura del Salmo 8
—«¿qué es el hombre para que de él te
acuerdes, el hijo de Adán para que de él
te cuides?»— subrayó cómo esto exprese
«la admiración ante de la ternura, del
amor de Dios: ¿por qué tú te comportas
así con nosotros? No somos nada, pero tú
eres grande...»
La respuesta se encuentra en la primer
lectura que cuenta el pasaje de la creación
en el Génesis (1, 20 - 2, 4). Allí se lee, de
hecho, al final del sexto día: «Dijo Dios:
“Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra y manden
en los peces del mar y en las aves de los
cielos...”. Creó, pues, Dios al ser humano
a imagen suya, a imagen de Dios le creó,
macho y hembra los creó. Y bendíjolos
Dios, y díjoles Dios: “Sed fecundos y
multiplicaos y henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar...”». Es
decir, dijo el Papa, «Dios da todo al hombre. Y la creación del hombre y de la mu-
Misa en Santa Marta
jer es la coronación de toda la creación
del mundo, es el final». Pero, se preguntó,
«¿qué nos da Dios» para hacernos decir
en el Salmo: «qué es el hombre para que
de él te acuerdes, el hijo de Adán para
que de él te cuides?».
«En primer lugar —respondió— nos ha
dado el ADN, es decir que nos ha hecho
hijos, nos ha creado a su imagen, a su
imagen y semejanza, como Él». Y, añadió
«que se le parezca mucho o poco, es hijo:
ha recibido la identidad». Se trata de una
unión que permanece. Y así «si el hijo es
bueno, el padre está orgulloso de ese
hijo» y dice: «¡pero mira que bueno!».
Igualmente, si el hijo «es un poco feo», el
padre aun así dirá: «¡es guapo!», porque
«el padre es así, siempre». E incluso: «si
es malo, el padre lo justifica, lo espera...».
El mismo Jesús, por otro lado, «nos ha
enseñado cómo un padre sabe esperar a
los hijos». En definitiva, Dios «nos ha dado esta identidad de hijos». Incluso podemos decir: «Somos “como dioses” porque
somos hijos de Dios». Y Dios «está contento, porque tiene en la tierra un hijo,
como tiene otro en el Cielo. Está feliz el
Señor: “Es muy bueno”, se dice a sí mismo». Esta, por tanto, es la primera cosa
que Dios ha dado al hombre en la creación.
La segunda es a la vez un «don» y una
«tarea». Es decir, explicó Francisco, «nos
ha dado toda la tierra». De hecho en la
Escritura se lee: «Mandad en los peces del
mar y en las aves de los cielos y en todo
animal que serpea sobre la tierra». Y Dios
dice a los hombres: «Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla;
mandad en los peces del mar y en todo
animal». Dios, es decir, «ha dado la realeza: el hombre es un rey. Es el que domina.
Así lo quiere el Señor: no lo quiere esclavo, lo quiere señor». ¿Y qué implica esta
señoría? Conlleva «la tarea de llevar adelante la Creación», es decir, «un trabajo».
El Pontífice se detuvo en este último
aspecto: «Como Él ha trabajado en la
creación, nos ha dado a nosotros el trabajo, nos ha dado el trabajo de llevar adelante la Creación. No de destrozarla; sino
de hacerla crecer, de cuidarla, de custodiarla y que dé fruto». Además, añadió,
hay un hecho «curioso»: Dios «ha dado
todo», pero «no nos ha dado el dinero».
No por casualidad «las abuelas dicen que
el diablo entra por el bolsillo...».
El último don indicado por el Pontífice
se encuentra prosiguiendo en la lectura
del Génesis: «A imagen de Dios le creó,
macho y hembra los creó». Es decir: «la
tercera cosa que ha dado es el amor».
Dios dice: «No es bueno que el hombre
viva sola. E hizo una compañera». Con
este propósito el Papa Francisco confió
que a veces, escuchando «alguna música
que trata de decir esto», le «gusta pensar»
cómo podría haber sido «ese primer diálogo, cuando los dos se miraban; el diálogo entre el hombre y la mujer, el diálogo
del amor».
Resumiendo, Dios ha dicho al hombre:
«Tú eres el hijo, tú tienes que hacer esto:
cuidar la creación, trabajar, ir adelante. Y
amar. Porque yo soy amor y te doy esto».
Frente a esto se exclama con la Escritura:
«¡Eres grande Señor, eres grande! ¿qué es
Hemos sido creados a su imagen
y semejanza. Nos ha dado el don de la
tierra, de la creación. El trabajo es un don
de Dios y cuando una persona no tiene
trabajo, se siente sin dignidad, le falta
algo que viene de Dios
el hombre para que de él te acuerdes, el
hijo de Adán para que de él te cuides?
Apenas inferior a un dios lo hiciste, coronándole de gloria y de esplendor; le hiciste señor de las obras de tus manos, todo
fue puesto por ti bajo sus pies. Oh
Yahveh, qué glorioso tu nombre por toda
la tierra!».
Dios, dijo el Pontífice, «nos ha dado la
identidad: tenemos la misma identidad de
Dios, somos hijos de Dios. Hemos sido
creados a su imagen y semejanza. Nos ha
dado el don de la tierra, de la creación:
“¡Todo es vuestro, pero para llevarlo adelante, para cuidarlo, no para destruirlo!”».
Y «esto se hace con el trabajo: el trabajo
es un don de Dios y cuando una persona
no tiene trabajo, se siente sin dignidad, le
falta algo que viene de Dios». Finalmente
Dios «nos ha dado el amor: el amor que
empieza aquí, en el hombre y en la mujer».
Por eso, concluyó, «damos las gracias al
Señor por estos tres regalos que nos ha
dado: la identidad, el don-tarea y el amor.
Y pedimos la gracia de custodiar esta
identidad de hijos, de trabajar en el don
que nos ha dado y llevar adelante con
nuestro trabajo este don, y la gracia de
aprender cada día a amar más».
L’OSSERVATORE ROMANO
página 12
viernes 10 de febrero de 2017, número 5
En la audiencia general el Papa Francisco denuncia la trata de seres humanos
Una plaga para combatir
Llamamiento por los migrantes y en particular por los rohingya que han huido de Myanmar
«El Señor está a nuestro lado y cuida
siempre de nosotros». Fueron algunas
de las optimistas palabras
pronunciadas por Francisco durante la
audiencia general del miércoles 8 de
febrero, enmarcada en el ciclo de
catequesis dedicadas a la esperanza, y
que tuvo lugar en el Aula Pablo VI
ante los miles de peregrinos
provenientes de todo el mundo allí
reunidos.
Queridos hermanos y hermanas,
¡buenos días!
El miércoles pasado vimos que
san Pablo en la primera Carta a los
Tesalonicenses exhorta a permanecer
radicados en la esperanza de la resurrección (cf. 5, 4-11), con esa bonita
palabra «estaremos siempre con el
Señor» (4, 17). En el mismo contexto, el apóstol muestra que la esperanza cristiana no tiene solo una respiración personal, individual, sino
comunitaria, eclesial. Todos nosotros
esperamos; todos nosotros tenemos
esperanza, incluso comunitariamente.
Por esto, la mirada se extiende enseguida desde Pablo a todas las realidades que componen la comunidad
cristiana, pidiéndolas que recen las
unas por las otras y que se apoyen
mutuamente. Ayudarnos mutuamente. Pero no solo ayudarnos ante las
necesidades, en las muchas necesidades de la vida cotidiana, sino en la
esperanza, ayudarnos en la esperanza. Y no es casualidad que comience
precisamente haciendo referencia a
quienes ha sido encomendada la responsabilidad y la guía pastoral. Son
los primeros en ser llamados a alimentar la esperanza, y esto no porque sean mejores que los demás, sino en virtud de un ministerio divino
que va más allá de sus fuerzas. Por
ese motivo, necesitan más que nunca
el respeto, la comprensión y el apoyo benévolo de todos.
La atención se centra después en
los hermanos que mayormente corren el riesgo de perder la esperanza,
de caer en la desesperación. Nosotros siempre tenemos noticias de
gente que cae en la desesperación y
hace cosas feas... La desesperación
les lleva a muchas cosas feas. Es una
referencia a quien ha sido desanimado, a quien es débil, a quien ha sido
abatido por el peso de la vida y de
las propias culpas y no consigue levantarse más. En estos casos, la cercanía y el calor de toda la Iglesia
deben hacerse todavía más intensos
y cariñosos, y deben asumir la forma
exquisita de la compasión, que no es
tener lástima: la compasión es padecer con el otro, sufrir con el otro,
acercarme a quien sufre; una palabra, una caricia, pero que venga del
corazón; esta es la compasión. Para
quien tiene necesidad del conforto y
la consolación. Esto es importante
más que nunca: la esperanza cristiana no puede prescindir de la caridad
genuina y concreta. El mismo Apóstol de las gentes, en la Carta a los
Romanos, afirma con el corazón en
la mano: «Nosotros, los fuertes
—que tenemos la fe, la esperanza, o
no tenemos muchas dificultades—
debemos sobrellevar las flaquezas de
los débiles, y no buscar nuestro propio agrado» (15, 1). Llevar, llevar las
debilidades de otros. Este testimonio
después no permanecerá cerrado
dentro de los confines de la comunidad cristiana: resuena con todo su
vigor incluso fuera, en el contexto
social y civil, como un llamamiento
a no crear muros sino puentes, a no
recambiar el mal con el mal, a ven-
en la propia gratificación, quien se
siente siempre bien... quienes esperan son en cambio los que experimentan cada día la prueba, la precariedad y el propio límite. Estos son
nuestros hermanos que nos dan el
testimonio más bonito, más fuerte,
porque permanecen firmes en su
confianza en el Señor, sabiendo que,
más allá de la tristeza, de la opresión
cer al mal con el bien, la ofensa con
el perdón —el cristiano nunca puede
decir: ¡me la pagarás!, nunca; esto
no es un gesto cristiano; la ofensa se
vence con el perdón—, a vivir en paz
con todos. ¡Esta es la Iglesia! Y esto
es lo que obra la esperanza cristiana,
cuando asume las líneas fuertes y al
mismo tiempo tiernas del amor. El
amor es fuerte y tierno. Es bonito.
Se comprende entonces que no se
aprenda a esperar solos. Nadie
aprende a esperar solo. No es posible. La esperanza, para alimentarse,
necesita un “cuerpo”, en el cual los
varios miembros se sostienen y se
dan vida mutuamente. Esto entonces
quiere decir que, si esperamos, es
porque muchos de nuestros hermanos y hermanas nos han enseñado a
esperar y han mantenido viva nuestra esperanza. Y entre estos, se distinguen los pequeños, los pobres, los
simples, los marginados. Sí, porque
no conoce la esperanza quien se cierra en el propio bienestar: espera solamente su bienestar y esto no es esperanza: es seguridad relativa; no
conoce la esperanza quien se cierra
y de la ineluctabilidad de la muerte,
la última palabra será suya, y será
una palabra de misericordia, de vida
y de paz. Quien espera, espera sentir
un día esta palabra: “ven, ven a mí,
hermano; ven, ven a mí, hermana,
para toda la eternidad”.
Queridos amigos, si —como hemos dicho— el hogar natural de la
esperanza es un “cuerpo” solidario,
en el caso de la esperanza cristiana
este cuerpo es la Iglesia, mientras el
soplo vital, el alma de esta esperanza
es el Espíritu Santo. Sin el Espíritu
Santo no se puede tener esperanza.
He aquí entonces por qué el apóstol
Pablo nos invita al final a invocarle
continuamente. Si no es fácil creer,
mucho menos lo es esperar. Es más
difícil esperar que creer, es más difícil. Pero cuando el Espíritu Santo
vive en nuestros corazones, es Él
quien nos hace entender que no debemos temer, que el Señor está cerca
y cuida de nosotros; y es Él quien
modela nuestras comunidades, en un
perenne Pentecostés, como signos vivos de esperanza para la familia humana. Gracias
Gracias.
Antes de concluir la audiencia, el
Santo Padre realizó varios llamamientos. Entre ellos, pidió oración por el
drama que está viviendo la etnia rohingya.
Ayer, en Osaka en Japón, fue proclamado beato Justo Takayama
Ukon, fiel laico japonés, muerto
mártir en Manila en 1615. En vez de
aceptar concesiones renunció a honores y comodidades aceptando la
humillación y el exilio. Permaneció
fiel a Cristo y al Evangelio; por esto
representa un admirable ejemplo de
fortaleza en la fe y de dedicación en
la caridad.
Hoy se celebra la Jornada de oración y reflexión contra la trata de
personas, este año dedica en particular a los niños y adolescentes. Animo a todos aquellos que de diferentes maneras ayudan a los menores
esclavizados y abusados a liberarse
de tal opresión. Deseo que los que
tienen responsabilidad de gobierno
combatan con decisión esta plaga,
dando voz a nuestros hermanos más
pequeños, humillados en su dignidad. Debemos hacer todo lo posible
para erradicar este crimen vergonzoso e inaceptable.
El próximo sábado, memoria de la
Beata Virgen María de Lourdes, se
celebrá la 25ª Jornada Mundial del
Enfermo. La celebración principal
tendrá lugar en Lourdes y será presidida por el cardenal Secretario de
Estado. Invito a rezar, por intercesión de nuestra Santa Madre, por
todos los enfermos, especialmente
por los más graves y que están más
solos, y también por todo aquellos
que los cuidan.
Vuelvo a la celebración de hoy, la
Jornada de oración y reflexión contra la trata de personas, que se celebra hoy porque hoy es la fiesta de
santa Giuseppina Bakhita [muestra
un folleto que habla de ella]. Esta
chica esclavizada en África, explotada, humillada, no perdió la esperanza y llevó adelante la fe, y terminó
llegando como migrante a Europa.
Y allí ella sintió la llamada del Señor y se hizo religiosa. Rezamos a
santa Giuseppina Bakhita por todos
los migrantes, los refugiados, los explotados que sufren mucho, mucho.
Y hablado de migrantes expulsados, explotados, yo quisiera rezar
con vosotros, hoy, de forma especial
por nuestros hermanos y hermanas
rohingya: expulsados de Myanmar,
van de una parte a otra porque no
les quieren... Es gente buena, gente
pacífica. ¡No son cristianos, son buenos, son hermanos y hermanas nuestros! Sufren desde hace años. Han
sido torturados, asesinados, sencillamente porque llevan adelante sus
tradiciones, su fe musulmana. Rezamos por ellos. Os invito a rezar por
ellos a nuestro Padre que está en los
Cielos, todos juntos, por nuestros
hermanos y hermanas rohingya.
[Oración del Padre Nuestro] Santa
Giuseppina Bakhita – reza por nosotros. ¡Y un aplauso a santa Giuseppina Bakhita!