L`O S S E RVATOR E ROMANO
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L`O S S E RVATOR E ROMANO
Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00 L’OSSERVATORE ROMANO EDICIÓN SEMANAL Unicuique suum Año XLIX, número 5 (2.502) EN LENGUA ESPAÑOLA Non praevalebunt Ciudad del Vaticano 10 de febrero de 2017 El Papa Francisco habló de tres claves a tener en cuenta en el mundo de la enseñanza Humanizar la educación Y recordó que las escuelas y las universidades contribuyen grandemente a la misión de la Iglesia El Papa Francisco elogió la labor de las escuelas y universidades católicas por su gran aportación a la misión de la Iglesia, cuando están al servicio del crecimiento con humanidad, a través del diálogo y con la esperanza. El Pontífice recordó que «la universidad es un ámbito privilegiado para pensar y llevar a cabo el compromiso de evangelización y las escuelas católicas constituyen una contribución muy válida para la evangelización de la cultura, también en los países o en las ciudades donde una situación adversa nos estimula a usar la creatividad para encontrar los caminos adecuados». Tras saludar a los presentes, reunidos en la Sala Clementina del Palacio Apostólico del Vaticano, comenzando por el Cardenal Prefecto, Giuseppe Versaldi , los miembros de reciente nombramiento y los componentes de la Fundación Gravissimum educationis, constituida para relanzar los contenidos de la Declaración conciliar del mismo nombre, el Santo Padre se refirió a los sectores del vasto campo educativo que son de competencia de esta Congregación. Por ello quiso compartir tres claves que marcan el rumbo y hay que tener en cuenta en el mundo de la educación: «humanizar la educación, «la cultura del diálogo», «y sembrar esperanza». «En primer lugar —afirmó Francisco— frente a un individualismo que invade, que vuelve humanamente pobre y culturalmente estéril, es necesario humanizar la educación…». Y más aún las instituciones católicas «tienen la misión de ofrecer horizontes abiertos a la trascendencia». Y la «Gravissimum educationis recuerda que la educación está al servicio de un humanismo integral y que la Iglesia, como madre, educadora, siempre mira a las generaciones más jóvenes en la perspectiva de la formación de la persona humana en orden a su fin último y al bien de las varias sociedades, de las cuales el hombre es miembro». Otra de las claves es «hacer crecer la cultura del diálogo»: «Nuestro mundo se ha convertido en una aldea global con múltiples procesos de interacción, donde cada persona pertenece a la humanidad y comparte la esperanza de un futuro mejor con toda la familia de las naciones. Al mismo tiempo, por desgracia, hay muchas formas de violencia, pobreza, explotación, discriminación, marginación, enfoques restrictivos de las libertades fundamentales que crean una cultura del descarte». Una última clave que el Papa quiso compartir fue «la contribución de la educación para “sembrar esperanza”», porque «el hombre no puede vivir sin esperanza y la educación genera esperanza». «Estoy convencido –señaló el Papa– de que los jóvenes de hoy necesitan sobre todo esta vida que construye el futuro». «Queridos hermanos y hermanas, las escuelas y universidades católicas –concluyó el Papa– dan una gran contribución a la misión de la Iglesia cuando están al servicio del crecimiento en humanidad, en el diálogo y en la esperanza». Denuncia al sistema financiero Otra economía es posible PÁGINAS 3-4 Mensaje para la Cuaresma Los pobres llaman a nuestra puerta PÁGINAS 6-7 Los católicos ante los temas cruciales Por encima de la política LUCETTA SCARAFFIA EN PÁGINA 9 L’OSSERVATORE ROMANO página 2 viernes 10 de febrero de 2017, número 5 egoísmo, de la envidia, de la maledicencia, etc. Estos gérmenes arruinan el tejido de nuestras comunidades, que deben, sin embargo, resplandecer como lugares de acogida, de solidaridad, de reconciliación. Para unirse a esta misión, es necesario que nosotros mismos seamos los primeros liberados de la degeneración que corrompe de las influencias mundanas, contrarias a Cristo y al Evangelio; y esta purificación no termina nunca, se hace continuamente, ¡se hace cada día! Después de la oración del Ángelus, el Papa añadió: En el Ángelus el Papa pide una sociedad acogedora con todos Toda vida es sagrada portamiento que —en el bien y en el mal— deja un signo en los otros. Tenemos por tanto una tarea y una responsabilidad por el don recibido: la luz de la fe, que está en nosotros por medio de Cristo y de la acción del Espíritu Santo, no debemos retenerla como si fuera nuestra propiedad. Sin embargo estamos llaQueridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! mados a hacerla resplandecer en el mundo, a En estos domingos la liturgia nos propone donarla a los otros mediante las buenas obras. el llamado Discurso de la montaña, en el ¡Y cuánto necesita el mundo de la luz del Evangelio de Mateo. Después de haber pre- Evangelio que transforma, sana y garantiza la sentado el domingo pasado salvación a quien lo acoge! Esta luz debemos llevarla las Bienaventuranzas, hoy destaca las palabras de JeLa misión de los cristianos con nuestras buenas obras. sús que describe la misión La luz de nuestra fe, doen la sociedad es la de de sus discípulos en el munnándose, no se apaga sino do (cf. Mateo 5, 13-16). Él dar “sabor” a la vida con que se refuerza. Sin embarutiliza las metáforas de la go puede disminuir si no la la fe y el amor que sal y de la luz y sus palaalimentamos con el amor y Cristo nos ha donado bras son dirigidas a los discon las obras de caridad. cípulos de cada época, por Así la imagen de la luz se encuentra con la de la sal. lo tanto también a nosotros. Jesús nos invita a ser un reflejo de su luz, a La página evangélica, de hecho, nos dice que, través del testimonio de las buenas obras. Y como discípulos de Cristo, somos también «la dice: «Brille así vuestra luz delante de los sal de la tierra (v. 13)». La sal es un elemento hombres, para que vean vuestras buenas obras que, mientras da sabor, preserva la comida de y glorifiquen a vuestro Padre que está en los la alteración y de la corrupción —¡en la época cielos» (Mateo 5, 16). Estas palabras subrayan de Jesús no había frigoríficos!—. Por lo tanto, que nosotros somos reconocibles como verda- la misión de los cristianos en la sociedad es la deros discípulos de Aquel que es la Luz del de dar “sabor” a la vida con la fe y el amor mundo, no en las palabras, sino de nuestras que Cristo nos ha donado, y al mismo tiempo obras. De hecho, es sobre todo nuestro com- tiene lejos los gérmenes contaminantes del El Papa Francisco, el domingo 5 de febrero, rezó el Ángelus con los miles de fieles reunidos en la plaza de San Pedro. Antes de la oración mariana, reflexionó sobre el sentido de ser “sal” y “luz” en el mundo de hoy. Al finalizar, recordó la Jornada por la Vida que se celebraba en Italia y subrayó que toda vida “es sagrada”. L’OSSERVATORE ROMANO EDICIÓN SEMANAL Unicuique suum EN LENGUA ESPAÑOLA Non praevalebunt Ciudad del Vaticano [email protected] www.osservatoreromano.va GIOVANNI MARIA VIAN director Giuseppe Fiorentino subdirector TIPO GRAFIA VATICANA EDITRICE L’OSSERVATORE ROMANO don Sergio Pellini S.D.B. director general Silvina Pérez Servicio fotográfico [email protected] redactor jefe de la edición Publicidad: Il Sole 24 Ore S.p.A. Redacción System Comunicazione Pubblicitaria via del Pellegrino, 00120 Ciudad del Vaticano Via Monte Rosa 91, 20149 Milano teléfono 39 06 698 99410 [email protected] Queridos hermanos y hermanas, Hoy, en Italia, se celebra la Jornada por la Vida, sobre el tema “Mujeres y hombres para la vida en la línea de santa Teresa de Calcuta”. Me uno a los obispos italianos en el desear una valiente acción educativa a favor de la vida humana. ¡Toda vida es sagrada! Llevemos adelante la cultura de la vida como respuesta a la lógica del descarte y a la caída demográfica; estemos cercanos y juntos rezamos por los niños que están en peligro de interrupción del embarazo, como también por las personas que están en el final de su vida —¡toda vida es sagrada!— para que nadie sea dejado solo y el amor defienda el sentido de la vida. Recordemos las palabras de Madre Teresa: «¡La vida es belleza, admírala; la vida es vida, defiéndela!», tanto el niño que va a nacer, como la persona que está cerca de morir: ¡cada vida es sagrada! Saludo a todos aquellos que trabajan por la vida, los profesores de las Universidades romanas y los que colaboran con la formación de las nuevas generaciones, para que sean capaces de construir una sociedad acogedora y digna para cada persona. En particular, saludo a los fieles de Viena, Granada, Melilla, Acquaviva delle Fonti y Bari; así como a los estudiantes de Penafiel (Portugal) y Badajoz (España). Os deseo a todos feliz domingo. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto! Vídeo mensaje para el Super Bowl Cultura del encuentro El Papa Francisco envió un vídeo al Super Bowl, la final del campeonato de la Liga Nacional de Fútbol en Estados Unidos, que tuvo lugar el domingo 5 de febrero, en Houston, Texas. A continuación, las palabras del Pontífice. Los grandes eventos deportivos, como el Super Bowl de hoy, son sumamente simbólicos, lo que demuestra que es posible construir una cultura del encuentro y un mundo de paz. Al participar del deporte, somos capaces de ir más allá de nuestro propio interés personal —y de una manera saludable— aprendemos a sacrificarnos, a crecer en fidelidad y en el respeto a las reglas. Que el Super Bowl de este año sea un símbolo de paz, de amistad, de solidaridad para todo el mundo. ¡Gracias! Tarifas de suscripción: Italia - Vaticano: € 58.00; Europa (España + IVA): € 100.00 - $ 148.00; América Latina, África, Asia: € 110.00 - $ 160.00; América del Norte, Oceanía: € 162.00 - $ 240.00. Administración: 00120 Ciudad del Vaticano, teléfono + 39 06 698 99 480, fax + 39 06 698 85 164, e-mail: [email protected]. En México: Arquidiócesis primada de México. Dirección de Comunicación Social. San Juan de Dios, 222-C. Col. Villa Lázaro Cárdenas. CP 14370. Del. Tlalpan. México, D.F.; teléfono + 52 55 2652 99 55, fax + 52 55 5518 75 32; e-mail: [email protected]. En Argentina: Arzobispado de Mercedes-Luján; calle 24, 735, 6600 Mercedes (B), Argentina; teléfono y fax + 2324 428 102/432 412; e-mail: [email protected]. En Perú: Editorial salesiana, Avenida Brasil 220, Lima 5, Perú; teléfono + 51 42 357 82; fax + 51 431 67 82; e-mail: [email protected]. número 5, viernes 10 de febrero de 2017 L’OSSERVATORE ROMANO página 3 El Papa Francisco ha denunciado la idolatría de un sistema financiero que destroza a millones de personas. Durante la audiencia con los participantes del encuentro sobre economía de comunión —promovido por el movimiento de los Focolares— el sábado 4 de febrero, el Pontífice invocó un cambio en las reglas de capitalismo que sigue produciendo descartes. Queridos hermanos y hermanas: Me alegra acogeros como representantes de un proyecto en el cual estoy sinceramente interesado desde hace tiempo. A cada uno de vosotros dirijo mi saludo cordial, y doy las gracias en particular al coordinador, prof. Luigino Bruni, por sus amables palabras. Y doy las gracias también por los testimonios. Economía y comunión. Dos palabras que la cultura actual tiene bien separadas y a menudo consideradas opuestas. Dos palabras que vosotros sin embargo habéis unido, recogiendo la invitación que hace veinticinco años os dirigió Chiara Lubich, en Brasil, cuando frente al escándalo de la desigualdad en la ciudad de San Pablo, pidió a los empresarios convertirse en agentes de comunión. Invitandoos a ser creativos, competentes, pero no sólo esto. El empresario es visto por vosotros como agente de comunión. Al introducir dentro de la economía el buen germen de la comunión, habéis iniciado un cambio profundo en el modo de ver y vivir la empresa. La empresa no sólo puede no destruir la comunión entre las personas, sino que puede edificarla, puede promoverla. Con vuestra vida mostráis que economía y comunión se hacen más bellas cuando están una junto a la otra. Más bella la economía, ciertamente, pero más bella también la comunión, porque la comunión espiritual de los corazones es aún más plena cuando se convierte en comunión de bienes, de talentos, de beneficios. Pensando en vuestro compromiso, quisiera deciros hoy tres cosas. La primera se refiere al dinero. Es muy importante que en el centro de la economía de comunión esté la comunión de vuestros ganancias. La economía de comunión es también comunión de los prove- El Pontífice denuncia el sistema financiero que destroza a millones de familias Otra economía es posible chos, expresión de la comunión de la vida. Muchas veces he hablado del dinero como ídolo. La Biblia nos lo dice de distintas maneras. No es casualidad que la primera acción pública de Jesús, en el Evangelio de Juan, sea la expulsión de los mercaderes del templo (cf 2, 13-21). No se puede comprender el nuevo Reino traído por Jesús si no nos liberamos de los ídolos, de los cuales uno de los más poderosos es el dinero. ¿Cómo poder ser de los mercaderes que Jesús no expulsa? El dinero es importante, sobre todo cuando no hay y de eso depende la comida, la escuela, el futuro de los hijos. Pero se convierte en ídolo cuando se convierte en el fin. La avaricia, que no es por casualidad un pecado capital, es pecado de idolatría porque la acumulación de dinero en sí se convierte en el fin del propio actuar. Ha sido Jesús, precisamente Él, quien dio categoría de “señor” al dinero: “Nadie puede servir a dos señores, dos patrones”. Son dos: Dios o el dinero, el antidios, el ídolo. Esto lo ha dicho Jesús. Al mismo nivel de opción. Pensad en esto. Cuando el capitalismo hace de la búsqueda del beneficio su único fin, corre el riesgo de convertirse en una estructura idolátrica, una forma de culto. La “dea fortuna” es cada vez más la nueva divinidad de una cierta finanza y de todo ese sistema del juego que está destruyendo millones de familias del mundo, y a lo que vosotros os oponéis justamente. Este culto idolátrico es un sustituto de la vida eterna. Los productos (los coches, los teléfonos...) envejecen y se consumen, pero si tengo el dinero o el crédito puedo adqui- rir inmediatamente otros, con la ilusión de vencer a la muerte. Se entiende, entonces, el valor ético y espiritual de vuestra elección de poner los beneficios en común. La mejor forma y más concreta para no hacer del dinero un ídolo es compartirlo, compartirlo con otros, sobre todo con los pobres, o para hacer estudiar y trabajar a los jóvenes, venciendo a la tentación idolátrica con la comunión. Cuando compartís y donáis vuestros beneficios, estáis haciendo un acto de alta espiritualidad, diciendo con los hechos al dinero: ¡tú no eres Dios, tú no eres señor, tú no eres patrón! Y no olvidar Cuando el capitalismo hace de la búsqueda del beneficio su único fin, corre el riesgo de convertirse en una estructura idolátrica, una forma de culto tampoco esa alta filosofía y esa alta teología que hacía decir a nuestras abuelas: “El diablo entra por el bolsillo”. ¡No olvidéis esto! La segunda cosa que quiero deciros es sobre la pobreza, un tema central en vuestro movimiento. Hoy se realizan múltiples iniciativas, públicas y privadas, para combatir la pobreza. Y todo eso, por una parte, es un crecimiento en humanidad. En la Biblia, los pobres, los huérfanos, las viudas, los “descartados” de la sociedad de ese tiempo eran ayudados con el diezmo y la recogida del grano. Pero la gran parte del pueblo permanecía pobre, esas ayudas no eran suficientes para quitar el hambre y cuidar a todos. Los “descartados” de la sociedad eran muchos. Hoy hemos inventado otros modos de cuidar, quitar el hambre, educar a los pobres, y algunas de las semillas de la Biblia han florecido en instituciones más eficaces que aquellas anSIGUE EN LA PÁGINA 4 L’OSSERVATORE ROMANO página 4 VIENE DE LA PÁGINA 3 tiguas. La razón de los impuestos está también en esta solidaridad, que es negada por la evasión fiscal, que, antes de ser actos ilegales son actos que niegan la ley básica de la vida: el socorro recíproco. Pero —y esto no se dirá nunca lo suficiente— el capitalismo continúa produciendo descartados que después quisiera cuidar. El principal problema ético de este capitalismo es la creación de descartados para después tratar de esconderlos o cuidarlos para hacerles ver más. Una grave forma de pobreza de una civilización es no conseguir ver más a sus pobres, que antes son descartados y después escondidos. Los aviones contaminan la atmósfera, pero con una pequeña parte del dinero del billete plantarán árboles, para compensar parte del daño creado. Las empresas del juego financian campañas para cuidar a los jugadores patológicos que ellas crean. Y el día en el que las empresas de armas financien hospitales para curar a los Para tener vida en abundancia es necesario aprender a regalar: no sólo los beneficios de las empresas, sino a vosotros mismos niños mutilados por sus bombas, el sistema habrá llegado a su culmen. ¡Esta es la hipocresía! La economía de comunión, si quiere ser fiel a su carisma, no debe solamente cuidar a las víctimas, sino construir un sistema donde las víctimas sean cada vez menos, donde posiblemente no haya más. Mientras que la economía produzca todavía una víctima y haya una sola persona descartada, la comunión no se realiza todavía, la fiesta de la fraternidad universal no es plena. Por lo tanto es necesario ir hacia el cambio de las reglas del juego del sistema económico-social. Imitar al buen samaritano del Evangelio no es suficiente. Cierto, cuando el empresario o una persona cualquiera se tropieza con una víctima, está llamado a cuidarla, y quizá, como el buen samaritano, asociar también al mercado (el posadero) a su acción de fraternidad. Sé que vosotros tratáis de hacerlo desde hace 25 años. Pero es necesario actuar sobre todo antes de que el hombre se encuentre con los ladrones, combatiendo las estructuras de pecado que producen ladrones y víctimas. Un empresario que es sólo buen samaritano hace la mitad de su deber: cura a las víctimas de hoy, pero no reduce las de mañana. Para la comunión es necesario imitar al Padre misericordioso de la parábola del hijo pródigo y esperar en casa a los hijos, los trabajadores y colaboradores que se han equivocado, y allí abrazarlos y hacer fiesta con y por ellos –y no bloquearse por la meritocracia invocada por el hijo mayor y por muchos, que en nombre del mérito niegan la misericordia. Un empresario de comunión está llamado a hacer de todo para que también esos que se equivocan y dejan su casa, puedan esperar un trabajo y un sueldo digno, y no verse comiendo con los cerdos. Ningún hijo, ningún hombre, ni siquiera el más rebelde, merece las bellotas. Finalmente, la tercera cosa se refiere al futuro. Estos 25 años de vuestra historia dicen que la comunión y la empresa pueden estar y crecer juntas. Una experiencia que por ahora está limitada a un pequeño número de empresas, pequeñísimo si se comparan con el gran capital del mundo. Pero los cambios en el orden del espíritu y, por tanto, de la vida no están unidos a los grandes números. El pequeño rebaño, la lámpara, una moneda, un cordero, una perla, la sal, la levadura: son estas las imágenes del Reino que encontramos en los Evangelios. Y los profetas nos han anunciado la nueva época de salvación indicándonos el signo de un niño, el Emmanuel, y hablándonos de un “resto” fiel, un pequeño grupo. No es necesario ser muchos para cambiar nuestra vida: basta que la sal y la levadura no se estropeen. El gran trabajo a desarrollar es tratar de no perder el “principio activo” que les anima: la sal no hace su trabajo creciendo en cantidad, es más, demasiada sal hace la masa salada; sino salvando su “alma”, es decir su calidad. Todas las veces que las personas, los pueblos e incluso la Iglesia han pensando en salvar el mundo creciendo en números, han producido estructuras de poder, olvidando a los pobres. Salvemos nuestra economía, permaneciendo sencillamente sal y levadura: un trabajo difícil, porque todo decae con el pasar del tiempo. ¿Cómo hacer para no perder el principio activo, la “enzima” de la comunión? Cuando no había frigoríficos para conservar la levadura madre del pan se regalaba a la vecina un poco de la propia masa de la levadura, y cuando tenían que hacer de nuevo el pan recibían un puñado de la masa de la levadura de esa mujer o de otra que la había recibido su vez. Es la reciprocidad. La comunión no es sólo división sino también multiplicación de los bienes, creación de nuevo pan, de nuevos bienes, de nuevo Bien con mayúscula. El principio del Evangelio permanece activo sólo si lo regalamos, porque es amor, y el amor es activo cuando amamos, no cuando escribimos novelas o cuando vemos te- viernes 10 de febrero de 2017, número 5 lenovelas. Sin embargo, si lo tenemos celosamente todo y sólo para nosotros, se enmohece y muere. Y el Evangelio puede enmohecerse. La economía de comunión tendrá futuro si la regaláis a todos y no permanece sólo dentro de vuestra “casa”. ¡Regaladla a todos, y primero a los pobres y a los jóvenes, que son los que más la necesitan y saben hacer fructificar el don recibido! Para tener vida en abundancia es necesario aprender a regalar: no sólo los beneficios de las empresas, sino vosotros mismos. El primer regalo del empresario es la propia persona: vuestro dinero, aunque también importante, es demasiado poco. El dinero no salva si no está acompañado del don de la persona. La economía de hoy, los pobres, los jóvenes necesitan antes que nada vuestra alma, vuestra fraternidad respetuosa y humilde, de vuestras ganas de vivir y sólo después vuestro dinero. El capitalismo conoce la filantropía, no la comunión. Es sencillo donar una parte de los beneficios, sin abrazar y tocar a las personas que reciben esas “migajas”. Sin embargo, también sólo cinco panes y dos peces pueden quitar el hambre a las multitudes si son el compartir de toda nuestra vida. En la lógica del Evangelio, si no se dona todo no se dona nunca suficiente. Estas cosas vosotros las hacéis ya. Pero podéis compartir más los beneficios para combatir la idolatría, cambiar las estructu- ras para prevenir la creación de las víctimas y de los descartados; donar más vuestra levadura para fermentar el pan de muchos. Que el “no” a una economía que mata se convierta en un “sí” y a una economía que hace vivir, porque comparte, incluye a los pobres, usa los beneficios para crear comunión. Os deseo continuar por vuestro camino «Dios ama al que da con alegría» (2 Corintios 9, 7). Dios ama vuestros beneficios y talentos donados con alegría. Lo hacéis ya; podéis hacerlo todavía más. Os deseo continuar siendo semilla, sal y levadura de otra economía: la economía del Reino, donde los ricos saben compartir sus riquezas, y los pobres son llamados beatos. Gracias. L’OSSERVATORE ROMANO número 5, viernes 10 de febrero de 2017 página 5 El Pontífice a una delegación ecuménica alemana Tenemos el mismo bautismo Una invitación a «adentrarse por recorridos nuevos» para alcanzar la unidad entre todos los cristianos fue dirigida por el Papa a la delegación ecuménica de la Iglesia evangélica en Alemania, recibida en audiencia el lunes 6 de febrero por la mañana. Recordó además que tenemos el mismo bautismo y animó a caminar juntos. Queridos hermanos y hermanas, Con gusto os doy la bienvenida y os saludo cordialmente. Doy las gracias al Obispo regional de Bedford-Strohm por sus amables palabras —ein Mann mit Feuer im Herzen—; y estoy contento por la presencia del cardenal Marx: que el Presidente de la Conferencia Episcopal Alemana acompañe a la delegación de la Iglesia Evangélica en Alemania es fruto de una colaboración de larga duración y expresión de una relación ecuménica madurada durante años. Os deseo que sigáis adelante por este camino bendecido con la comunión fraternal, prosiguiendo con valor y decisión hacia una unidad cada vez más plena. Tenemos el mismo bautismo: debemos caminar juntos, ¡sin cansarnos! Es significativo que con ocasión del 500° aniversario de la Reforma, cristianos evangélicos y católicos aprovechen la ocasión de la conmemoración común de los eventos históricos del pasado para poner nuevamente a Cristo en el centro de sus relaciones. Precisamente «la cuestión sobre Dios», sobre «cómo poder tener un Dios misericordioso» era «la pasión profunda, el centro de la vida y del entero camino» de Lutero (cf. Benedicto XVI, encuentro con los representantes de la Iglesia Este año de conmemoración nos ofrece la oportunidad de dar un ulterior paso adelante, mirando al pasado sin rencores evangélica en Alemania, el 23 de septiembre 2011). Lo que animaba e inquietaba a los reformadores era, en el fondo, indicar el camino adecuado hacia Cristo. Es lo que nos debe preocupar también hoy en día, después de haber tomado nuevamente, gracias a Dios, un camino común. Este año de conmemoración nos ofrece la oportunidad de dar un ulterior paso adelante, mirando al pasado sin rencores, sino según Cristo y en comunión con Él, para volver a proponer a los hombres y a las mujeres de nuestro tiempo la novedad radical de Jesús, la misericordia sin límites de Dios: precisamente lo que los reformadores en su tiempo querían estimular. El hecho de que su llamada a la renovación haya suscitado un desarrollo de acontecimientos que han llevado a divisiones entre los cristianos, ha sido ciertamente trágico. Los creyentes no se han vuelto a sentir hermanos y hermanas en la fe, sino adversarios y rivales; durante demasiado tiempo han alimentado hostilidad y se han ensañado con luchas, fomentadas por intereses políticos y de poder, en alguna ocasión sin tener ni siquiera escrúpulos en usar la violencia los unos contra los otros, hermanos contra hermanos. Hoy, sin embargo, damos gracias a Dios porque finalmente, «sacudimos todo lastre», fraternamente «corremos con fortaleza la prueba que se nos propone, fijos los ojos en Jesús» (Hebreos 12, 1-2). Os estoy agradecido porque, con esta mirada, tenéis la intención de acercaros juntos, con humildad y franqueza, a un pasado que nos duele, y de compartir pronto un importante gesto de penitencia y de reconciliación: una función ecuménica, titulada “Sanar la memoria — testimoniar a Jesucristo”. Católicos y evangélicos en Alemania, podréis así responder, con la oración, a la fuerte llamada que juntos advertís en el país originario de la Reforma: purificar en Dios la memoria para ser renovados interiormente y enviados por el Espíritu a llevar a Jesús al hombre de hoy. Con esta señal y con otras iniciativas ecuménicas previstas este año —como el peregrinaje común a Tierra Santa, el congreso bíblico conjunto para presentar juntos las nuevas traducciones de la Biblia y la jornada ecuménica dedicada a la responsabilidad social de los cristianos— tenéis el ánimo de dar una configuración concreta a la “fiesta de Cristo” que, con ocasión de la conmemoración de la Reforma, pretendéis celebrar juntos. Que el redescubrir los manantiales comunes de la fe, el resaneamiento de la memoria con la oración y la caridad, y la colaboración concreta en el difundir el Evangelio y servir a los hermanos, sean impulsos para proceder más rápidamente aún por el camino. Es gracias a la comunión espiritual que se ha unido durante estas décadas de camino ecuménico, que podemos hoy deplorar juntos el fracaso de ambos respecto a la unidad en el contexto de la Reforma y de los avances sucesivos. Al mismo tiempo, en la realidad de un único bautismo que nos hace hermanos y hermanas y en la común escucha del Espíritu, sabemos, en una diversidad ya reconciliada, apreciar los dones espirituales y teológicos que de la Reforma hemos recibido. En Lund, el 31 del pasado mes de octubre, agradecí al Señor sobre esto y pedí perdón por el pasado; para el futuro deseo confirmar nuestra llamada sin retorno a dar testimonio juntos del Evangelio y a proseguir por el camino hacia la plena unidad. Haciéndolo juntos, nace también el deseo de adentrarse por recorridos nuevos. Cada vez más aprendemos a preguntarnos: ¿esta iniciativa, podemos compartirla con nuestros her- manos y nuestras hermanas en Cristo? ¿Podemos recorrer juntos otro tramo del camino? Las diferencias en cuestiones de fe y de moral, que todavía subsisten, permanecen como desafíos a lo largo del recorrido hacia la visible unidad, la cual anhelan nuestros fieles. El dolor es padecido especialmente por los esposos que pertenecen a confesiones diferentes. Es necesario que nos esforcemos con cautela, con la oración insistente y con todas nuestras fuerzas, en superar los obstáculos todavía existentes, intensificando el diálogo teológico y reforzando la colaboración entre nosotros, sobre todo en el servicio a quienes mayormente sufren y en la custodia de la Creación amenazada. La llamada urgente de Jesús a la unidad (cf. Juan 17,21) nos in- Las diferencias en cuestiones de fe y de moral, que todavía subsisten permanecen desafíos sobre el recorrido hacia la visible unidad la cual anhelan nuestros fieles terpela, como también a la entera familia humana en un periodo en el cual experimenta graves laceraciones y nuevas formas de exclusión y de marginación. ¡También por esto nuestra responsabilidad es grande! Con la esperanza de que este encuentro aumente ulteriormente la comunión entre nosotros, pido al Espíritu Santo, artífice y renovador de unidad, que nos fortalezca en el camino común con la consolación que viene de Dios (cf. 2 Corintios 1, 4) y nos indique sus vías proféticas y audaces. Invoco de corazón la bendición de Dios sobre todos vosotros y sobre vuestras comunidades y os pido, por favor, que me recordéis en vuestras oraciones. Os lo agradezco mucho y os querría invitar ahora a rezar juntos el Padre Nuestro. L’OSSERVATORE ROMANO número 5, viernes 10 de febrero de 2017 En el mensaje presentado el martes 7 por la mañana referido a la próxima Cuaresma, el Papa Francisco definió este periodo como un «tiempo propicio para intensificar la vida del espíritu a través de los medios santos que la Iglesia nos ofrece: el ayuno, la oración y la limosna». Inspirándose en la parábola evangélica del hombre rico y del pobre Lázaro el Pontífice analizó la dimensión del don. En el mensaje para la Cuaresma el Papa actualiza la parábola de Lázaro Los pobres llaman a nuestra puerta Queridos hermanos y hermanas: La Cuaresma es un nuevo comienzo, un camino que nos lleva a un destino seguro: la Pascua de Resurrección, la victoria de Cristo sobre la muerte. Y en este tiempo recibimos siempre una fuerte llamada a la conversión: el cristiano está llamado a volver a Dios «de todo corazón» (Jl 2, 12), a no conformarse con una vida mediocre, sino a crecer en la amistad con el Señor. Jesús es el amigo fiel que nunca nos abandona, porque incluso cuando pecamos espera pacientemente que volvamos a él y, con esta espera, manifiesta su voluntad de perdonar (cf. Homilía, 8 enero 2016). La Cuaresma es un tiempo propicio para intensificar la vida del espíritu a través de los medios La Cuaresma es un tiempo propicio para abrir la puerta a cualquier necesitado y reconocer en él o en ella el rostro de Cristo Cada uno de nosotros los encontramos en nuestro camino. Cada vida que encontramos es un don y merece acogida, respeto y amor santos que la Iglesia nos ofrece: el ayuno, la oración y la limosna. En la base de todo está la Palabra de Dios, que en este tiempo se nos invita a escuchar y a meditar con mayor frecuencia. En concreto, quisiera centrarme aquí en la parábola del hombre rico y el pobre Lázaro (cf. Lc 16, 1931). Dejémonos guiar por este relato tan significativo, que nos da la clave para entender cómo hemos de comportarnos para alcanzar la verdadera felicidad y la vida eterna, exhortándonos a una sincera conversión. 1. El otro es un don La parábola comienza presentando a los dos personajes principales, pero el pobre es el que viene descrito con más detalle: él se encuentra en una situación desesperada y no tiene fuerza ni para levantarse, está echado a la puerta del rico y come las migajas que caen de su mesa, tiene llagas por todo el cuerpo y los perros vienen a lamérselas (cf. vv. 20-21). El cuadro es sombrío, y el hombre, degradado y humillado. La escena resulta aún más dramática si consideramos que el pobre se llama Lázaro: un nombre repleto de promesas, que significa literalmente «Dios ayuda». Este no es un personaje anónimo, tiene rasgos precisos y se presenta como alguien con una historia personal. Mientras que para el páginas 6/7 rico es como si fuera invisible, para nosotros es alguien conocido y casi familiar, tiene un rostro; y, como tal, es un don, un tesoro de valor incalculable, un ser querido, amado, recordado por Dios, aunque su condición concreta sea la de un desecho humano (cf. Homilía, 8 enero 2016). Lázaro nos enseña que el otro es un don. La justa relación con las personas consiste en reconocer con gratitud su valor. Incluso el pobre en la puerta del rico, no es una carga molesta, sino una llamada a convertirse y a cambiar de vida. La primera invitación que nos hace esta parábola es la de abrir la puerta de nuestro corazón al otro, porque cada persona es un don, sea vecino nuestro o un pobre desconocido. La Cuaresma es un tiempo propicio para abrir la puerta a cualquier necesitado y reconocer en él o en ella el rostro de Cristo. Cada uno de nosotros los encontramos en nuestro camino. Cada vida que encontramos es un don y merece acogida, respeto y amor. La Palabra de Dios nos ayuda a abrir los ojos para acoger la vida y amarla, sobre todo cuando es débil. Pero para hacer esto hay que tomar en serio también lo que el Evangelio nos revela acerca del hombre rico. 2. El pecado nos ciega La parábola es despiadada al mostrar las contradicciones en las que se encuentra el rico (cf. v. 19). Este personaje, al contrario que el pobre Lázaro, no tiene un nombre, se le califica sólo como «rico». Su opulencia se manifiesta en la ropa que viste, de un lujo exagerado. La púrpura, en efecto, era muy valiosa, más que la plata y el oro, y por eso estaba reservada a las divinidades (cf. Jr 10, 9) y a los reyes (cf. Jc 8, 26). La tela era de un lino especial que contribuía a dar al aspecto un carácter casi sagrado. Por tanto, la riqueza de este hombre es excesiva, también porque la exhibía de manera habitual todos los días: «Banqueteaba espléndidamente cada día» (v. 19). En él se vislumbra de forma patente la corrupción del pecado, que se realiza en tres momentos sucesivos: el amor al dinero, la vanidad y la soberbia (cf. Homilía, 20 septiembre 2013). El apóstol Pablo dice que «la codicia es la raíz de todos los males» (1 Tm 6, 10). Esta es la causa principal de la corrupción y fuente de envidias, pleitos y recelos. El dinero puede llegar a dominarnos hasta convertirse en un ídolo tiránico (cf. Exh. ap. Evangelii gaudium, 55). En lugar de ser un instrumento a nuestro servicio para hacer el bien y ejercer la solidaridad con los demás, el dinero puede someternos, a nosotros y a todo el mundo, a una lógica egoísta que no deja lugar al cerdote, mientras impone la ceniza en la cabeza, amor e impide la paz. dice las siguientes palabras: «Acuérdate de que La parábola nos muestra cómo la codicia del ri- eres polvo y al polvo volverás». El rico y el poco lo hace vanidoso. Su personalidad se desarrolla bre, en efecto, mueren, y la parte principal de la en la apariencia, en hacer ver a los demás lo que parábola se desarrolla en el más allá. Los dos perél se puede permitir. Pero la apariencia esconde sonajes descubren de repente que «sin nada viniun vacío interior. Su vida está prisionera de la ex- mos al mundo, y sin nada nos iremos de él» (1 terioridad, de la dimensión más superficial y efí- Tm 6,7). mera de la existencia (cf. ibid., 62). También nuestra mirada se dirige al más allá, El peldaño más bajo de esta decadencia moral donde el rico mantiene un diálogo con Abraham, es la soberbia. El hombre rico se viste como si al que llama «padre» (Lc 16, 24.27), demostrando fuera un rey, simula las maneras de un dios, olvi- que pertenece al pueblo de Dios. Este aspecto hadando que es simplemente un mortal. Para el ce que su vida sea todavía más contradictoria, ya hombre corrompido por el amor a las riquezas, que hasta ahora no se había dicho nada de su reno existe otra cosa que el propio yo, y por eso las lación con Dios. En efecto, en su vida no había personas que están a su alrededor no merecen su lugar para Dios, siendo él mismo su único dios. El rico sólo reconoce a Lázaro en medio de los atención. El fruto del apego al dinero es una estormentos de la otra vida, y pecie de ceguera: el rico no ve al pobre hambriento, llaquiere que sea el pobre gado y postrado en su huquien le alivie su sufrimienEl dinero puede someternos millación. to con un poco de agua. Los gestos que se piden a a nosotros y a todo el mundo Cuando miramos a este Lázaro son semejantes a los personaje, se entiende por a una lógica egoísta que no deja que el rico hubiera tenido qué el Evangelio condena lugar al amor e impide la paz que hacer y nunca realizó. con tanta claridad el amor Abraham, sin embargo, le al dinero: «Nadie puede esexplica: «Hijo, recuerda que tar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y recibiste tus bienes en vida, querrá al otro; o, al contrario, se dedicará al pri- y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí mero y no hará caso del segundo. No podéis ser- consuelo, mientras que tú padeces» (v. 25). En el más allá se restablece una cierta equidad y los vir a Dios y al dinero» (Mt 6, 24). males de la vida se equilibran con los bienes. 3. La Palabra es un don La parábola se prolonga, y de esta manera su El Evangelio del rico y el pobre Lázaro nos ayuda a prepararnos bien para la Pascua que se mensaje se dirige a todos los cristianos. En efecto, acerca. La liturgia del Miércoles de Ceniza nos el rico, cuyos hermanos todavía viven, pide a invita a vivir una experiencia semejante a la que Abraham que les envíe a Lázaro para advertirles; el rico ha vivido de manera muy dramática. El sa- pero Abraham le responde: «Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen» (v. 29). Y, frente a la objeción del rico, añade: «Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto» (v. 31). De esta manera se descubre el verdadero problema del rico: la raíz de sus males está en no prestar oído a la Palabra de Dios; esto es lo que le llevó a no amar ya a Dios y por tanto a despreciar al prójimo. La Palabra de Dios es una fuerza viva, capaz de suscitar la conversión del corazón de los hombres y orientar nuevamente a Dios. Cerrar el corazón al don de Dios que habla tiene como efecto cerrar el corazón al don del hermano. Queridos hermanos y hermanas, la Cuaresma es el tiempo propicio para renovarse en el encuentro con Cristo vivo en su Palabra, en los sacramentos y en el prójimo. El Señor —que en los cuarenta días que pasó en el desierto venció los engaños del Tentador— nos muestra el camino a seguir. Que el Espíritu Santo nos guíe a realizar un verdadero camino de conversión, para redescubrir el don de la Palabra de Dios, ser purificados del pecado que nos ciega y servir a Cristo presente en los hermanos necesitados. Animo a todos los fieles a que manifiesten también esta renovación espiritual participando en las campañas de Cuaresma que muchas organizaciones de la Iglesia promueven en distintas partes del mundo para que aumente la cultura del encuentro en la única familia humana. Oremos unos por otros para que, participando de la victoria de Cristo, sepamos abrir nuestras puertas a los débiles y a los pobres. Entonces viviremos y daremos un testimonio pleno de la alegría de la Pascua. Vaticano, 18 de octubre de 2016 Fiesta de san Lucas Evangelista. L’OSSERVATORE ROMANO página 8 viernes 10 de febrero de 2017, número 5 Refugiados en la frontera al norte de con Grecia La crisis de los refugiados en Europa Unicidad y generosidad nente» (Julián Marías, Mapa del mundo personal, Alianza Editorial, Julián Marías, fallecido en 2005, Madrid, 1993, págs. 57-58). Hoy, gracias a los medios de cocontaba que una vez vivía muy pobremente, sin trabajo y con todas las municación, podemos conocer con puertas que se le cerraban. Al salir inmediatez la trágica situación de de casa con su caudal completo en tantos menesterosos y necesitados. el bolsillo (que se elevaba a dos o Podemos ver la pobreza, con los mil tres pesetas), una mujer anciana le rostros que tiene. Pensemos en los pidió un poco de dinero para com- refugiados, niños y adultos, o en prar su ración de pan; se lo dio, y tantos hermanos nuestros que no tielos céntimos restantes se los entregó nen nada que llevarse a la boca, paal primer mendigo que vio. Ese tes- sando hambre y muriendo de hamtimonio resulta más conmovedor si bre. La televisión, los periódicos o se tiene en cuenta que, cuando su Internet ponen ante nuestros ojos la hijo pequeño estaba gravemente en- penuria de todas esas personas, hefermo, antes de morir, Marías tuvo chas añicos por un sufrimiento laceque pedir dinero a unos amigos para rante. Nos ofrecen testimonios de poder comprar en la farmacia las primera mano. Pero deberíamos preguntarnos: Para nosotros, estas hismedicinas que le habían recetado. El mencionado filósofo, hombre torias reales, ¿son meros titulares de de profunda virtud, animaba a ven- noticias, datos manidos y fríos que cer la indiferencia y pedía no «res- damos por ya sabidos? ¿Se conmuebalar» sobre el prójimo, sino dete- ven nuestras entrañas ante tan triste nerse en él y en lo que tiene de úni- panorama? ¿Nos empujan a ponerco, lo cual implica una gran genero- nos en la perspectiva, en la piel del sidad. Decía que cuando se produce otro? ¿Logran esos testimonios sa«el contacto real con una persona carnos de nosotros mismos para salir como tal, cuando se sabe quién es al encuentro de quien se halla heriverdaderamente, se puede avanzar do por la garra de la miseria y la inen una aproximación más o menos digencia? Puede que muchas veces ese “ver” no nos lleve a “movernos”, a emprender el éxodo de lo propio paLa televisión, los periódicos o Internet ra hacer propio el dolor ajeno. ponen ante nuestros ojos la penuria de Quizás una de las imátodas esas personas, hechas añicos genes más impactantes que últimamente ha salpor un sufrimiento lacerante tado a un primer plano la hayamos visto en septiembre de 2015. Aquel lenta, que requiere una imaginación niño sirio muerto, ahogado en el que hace posible el traslado al punto mar, yacente boca abajo en la orilla de vista del otro, para ver las cosas de una playa turca, huido con su familia de la guerra. Una vida abocadesde su propia perspectiva. Esto incluye la visión de uno mis- da al futuro se vio truncada en su mo, hasta donde es posible, con los más tierna infancia, anegada por ojos de la otra persona. Cuando esto aguas funestas. ¿Logró que transitáse logra, se cierra el ciclo y se esta- ramos del impacto primero al comblece una relación rigurosamente promiso y del compromiso a la acpersonal, que tiene carácter progra- tuación? ¿Qué nos está pasando? mático y argumental en grado emi- ¿Cuál será nuestra defensa cuando FERNAND O CHICA ARELLANO* rismos, en cambio, el ser humano es concebido como un mero individuo confundido en la multitud de personas de su especie, comparable a una gota dentro del inmenso mar, sacrificable en aras de una nación, una raza o una ideología. Pero si volvemos al pensamiento de Julián Marías, decir que el hombre es individuo de una especie es insuficiente, en definitiva falso. Porque a la persona le pertenece una unicidad que va mucho más allá de la individualidad. “Unicidad” significa “calidad de único”. Es decir, cada vida presenta un carácter “absoluto”, inconfundible, insustituible, no derivable, irreductible, irrepetible, no intercambiable por otra vida. Con esa tesis de Julián Marías coincide un reciente documento del Papa Francisco. En efecto, en el n. 14 de la carta apostólica Misericordia et misera Su Santidad no vacila en afirmar: «No podemos olvidar que cada uno lleva consigo el peso de la propia historia que lo distingue de cualquier otra persona. Nuestra vida, con sus alegrías y dolores, es algo único e irrepetible, que se desenvuelve bajo la mirada misericordiosa de Dios». Esas frases contienen verdades luminosas y de largo alcance. Por eso merece la pena volcar lo mejor que llevamos dentro de nuestra alma en el que tenemos delante, especialmente si padece o pasa por diferentes y amargas pruebas, no obstante sea uno. Uno cuenta. «¡Basta intentemos explicar a los que vienen detrás de nosotros la fotografía de ese niño muerto, tendido sobre la arena, o de tantos otros que igualmente perecieron y cuyos nombres desconocemos o han sido ocultados? ¿Qué les diremos o qué razones invocaremos cuando les hablemos de esas filas interminables de emigrantes forzosos, cubiertos sus pies de barro y nieve, con sus miradas perdidas y sus estómagos vacíos? Y, sin embargo, aunEs tiempo de actuar y dejar la que las dificultades se acumulen y no sean hocostumbre de cerrar los ojos y ras de bonanza, no podeel corazón, de enclaustrarnos mos sucumbir ante el pesimismo. Es tiempo de herméticamente en nuestro yo actuar y dejar la costumbre de cerrar los ojos y el corazón, de enclaustrarnos herméticamente en nuestro yo, un hombre bueno para que haya esde hilvanar razonamientos que des- peranza!» (Laudato si’, 71). Esta casa cargan en otros responsabilidades, común nuestra la necesita para de echar la culpa a los demás o, sen- transformarse en hogar en el que nacillamente, de tomar el camino de la die se sienta excluido o postergado. Busquemos servir a todos, en parevasión o la apatía. En el paso de los discursos a las ticular a los menos favorecidos, aunobras contamos con el estímulo del que lleguemos a pocos, a uno incluPapa Francisco, para el cual no hay so, y hagámoslo con esa generosidad dudas: «El desafío urgente de prote- que abre horizontes nuevos, no marger nuestra casa común incluye la cados por la fuerza sesgada y calcupreocupación de unir a toda la fami- ladora de un egoísmo crematístico, lia humana en la búsqueda de un que solo ve en los seres humanos desarrollo sostenible e integral, pues productores o consumidores, dejansabemos que las cosas pueden cam- do en la cuneta de la vida y del probiar […]. La humanidad aún posee greso a los ancianos, a los niños, a la capacidad de colaborar para cons- los enfermos, a los desvalidos o a truir nuestra casa común» (Laudato quienes mueren helados de frío en calles olvidadas. Si seguimos así, y si’, 13). Si la comodidad, el miedo o la no tomamos otro rumbo, el corazón desidia nos llevan a retraernos, que del hombre se transformará en una sea la solidaridad activa la que ro- estepa sombría y solitaria. Llegarebustezca la voluntad de tejer una mos a ser “máquinas sin alma”, red de medidas concretas y de inicia- cuando en realidad somos personas tivas tangibles en favor de los prete- amadas por Aquel que se hizo pobre ridos de este mundo. Que suene la y pequeño, y nos conoce y ama, uno campana que nos convoque a ayu- a uno. dar, aunque sea a una persona. A una sola. Comencemos por ahí. Una *Observador Permanente de la Santa sola vida es mucho. Para los totalita- Sede ante la FAO, FIDA y PMA. número 5, viernes 10 de febrero de 2017 L’OSSERVATORE ROMANO página 9 Los católicos ante los temas cruciales de nuestro tiempo Por encima de la política LUCETTA SCARAFFIA La posición mantenida por el Papa Francisco, desde los primeros meses de su pontificado, respecto a los grandes temas como el aborto, el matrimonio homosexual, la eutanasia, ha sido firme y coherente con la moral católica, pero atenta a no vincularla a elecciones partidistas. De esta manera ha intentado arrancar a los católicos del abrazo interesado de las derechas. Sin desviarse de los principios de la moral católica, efectivamente ha querido huir de la politización que estas cuestiones han asumido en la vida de muchos países democráticos, para no encontrarse prisionero de lo que se estaba convirtiendo, a todos los efectos, en un aplanamiento de la Iglesia sobre posiciones estrictamente políticas. Ha sido una operación no fácil, que le ha costado muchas críticas, pero de la cual ahora se recogen los frutos. La posición de la Iglesia sobre dos temas cruciales de nuestro tiempo, los migrantes y la vida, es clara y autónoma respecto a la política, tanto que puede moverse libremente sin temor de ser inmediatamente aplastada por el peso de una aparente coincidencia. Se trata de un difícil equilibrio, que va reajustado de forma puntual: es más fácil encerrarse en posiciones preconcebidas y aparentemente claras. Una actitud en parte nueva, que no se puede confundir con el relativismo, porque se basa en la conciencia profunda de que cada vez es necesario elegir, y que para hacerlo es fundamental moverse a un nivel más alto del de la polémica política. Por lo demás la Iglesia sabe desde hace tiempo qué significa distanciarse de quienes solo exteriormente son compañeros de batalla: Napoleón, que hizo mucho más severa la legislación contra el aborto, ciertamente no lo hizo movido por motivos morales, sino para garantizar soldados a su ejército, fruto de la constricción obligatoria. Y de la misma manera se comportaron los gobiernos europeos después de la primera Guerra Mundial, que había determinado una hecatombe de hombres jóvenes. En ambas situaciones la Iglesia supo distanciarse de las contingencias políticas, Visita ad Limina El Papa Francisco recibió en audiencia, la mañana del lunes 6 de febrero, a los prelados de la Iglesia patriarcal de Alejandría de los coptos, en visita «ad limina Apostolorum» gracias precisamente a la altura moral con la cual afrontaba el problema. Pero sobre todo gracias al hecho de que la misericordia, el perdón, forman parte de la tradición católica tanto como la condena del pecado. Precisamente este particular punto de vista permite a la Iglesia salir de esquemáticas ecuaciones en las cuales se ha encontrado atrapada de vez en cuando. Cuando ha sido olvidada esta específica condición que es precisamente la que diferencia la posición católica de cualquier parte política, la Iglesia o grupos individuales de católicos han corrido el riesgo de ser usados, manipulados, tergiversados. Pagando muy cara la inmersión en el juego político, del cual al final nunca han sacado nada a largo plazo. Pero siempre hay quien intenta, tanto por un lado como por el otro, llevarse a la Iglesia a su terreno. Y es sólo elevando el punto de vista con el cual se interpreta el mundo que nos rodea, volviendo al espíritu evangélico sin miedo a parecer ingenuos que se puede encontrar la posición justa y libre con la cual mirar al presente. El Papa Francisco lo está haciendo, con la fatiga que supone este desvincularse de miles de lazos y de miles de condicionamientos, internos y externos. Los fieles deberían ayudarle, haciendo un esfuerzo más para entender qué ocurre, sin dejarse condicionar por las voces que parecen saber cuál es la vía justa sólo porque parece la más fácil. En vista del capítulo de la Soberana militar orden de Malta El arzobispo Becciu delegado especial del Papa En vista del capítulo extraordinario que deberá elegir al nuevo gran maestro de la Soberana militar orden de Malta (Smom), el Papa Francisco ha nombrado al arzobispo Angelo Becciu, sustituto de la Secretaría de Estado, su delegado especial con «todos los poderes necesario para decidir las eventuales cuestiones que podrían surgir». A continuación la carta de nombramiento — fechada el jueves 2 de febrero y publicada el sábado 4 — en la cual el Pontífice desea también «un estudio en vistas de la oportuna actualización de la Carta constitucional» de la Smom. Al venerado Hermano Mons. Giovanni Angelo Becciu Arzobispo titular de Roselle Sustituto para los Asuntos Generales de la Secretaría de Estado Al comienzo del camino de preparación en vista del Capítulo extraordinario que tendrá que elegir al nuevo Gran Maestro de la Soberana Orden Militar Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta, con la presente le nombro en fecha de hoy mi delegado especial ante esa benemérita Orden. Trabajará en estrecha colaboración con S. E. el Ven. Bailío Frey Ludwig Hoffmann von Rumerstein, Lugarteniente interino, por el mayor bien de la Orden y la reconciliación entre todos sus componentes, religiosos y laicos. Estará al lado del Lugarteniente y lo apoyará en la preparación del Capítulo extraordinario, y juntos decidirán la modalidad de un estudio en vista de la oportuna renovación de la Constitución de la Orden y del Estatuto Melitense. En particular, se hará cargo de todo lo que concierne a la renovación espiritual y moral de la Orden, especialmente de los Miembros profesos, para que se realice plenamente el fin de «promover la gloria de Dios mediante la santificación de los Miembros, el servicio a la Fe y al Santo Padre y la ayuda al prójimo», como indica la Constitución. Hasta el final de su mandato, es decir, hasta la conclusión del Capítulo extraordinario que elegirá al Gran Maestro, usted será mi portavoz exclusivo en todo lo relativo a las relaciones entre esta Sede Apostólica y la Orden. Le delego, por lo tanto, todas las facultades necesarias para decidir las cuestiones eventuales que puedan surgir en relación con la ejecución del mandato encomendado. Mientras le agradezco su disponibilidad para asumir el mencionado encargo, le aseguro mi oración y de corazón le imparto la bendición apostólica que, de buen grado, extiendo a todos los miembros de la Orden. Desde el Vaticano, 2 de febrero de 2017 L’OSSERVATORE ROMANO página 10 Homilías del Pontífice D os maravillas Con la certeza de que «Dios trabaja siempre», no es necesario tener miedo de vivir el don del amor y de la libertad, dando de lado de una vez por todas a las falsas seguridades que vienen de la rigidez. Es la sugerencia espiritual propuesta por el Papa en la misa celebrada el lunes por la mañana 6 de febrero en la capilla de la Casa Santa Marta. Para su meditación, Francisco se inspiró en el Salmo 103, en la cual, hizo notar, «hemos alabado al Señor» diciendo: «Eres muy grande, Señor, ¡Dios mío! ¡Eres muy grande!». Un salmo que, afir- Entonces, por qué Dios ¿ha creado el mundo? La respuesta que hay que dar es esta: Simplemente para compartir su plenitud, para tener a alguien al cual dar y con el cual compartir su plenitud mó, «ha sido un canto de alabanza: alabemos al Señor por las cosas que hemos oído en ambas lecturas, por la creación, muy grande; y, en la segunda lectura, para la re-creación, aún más maravillosa que la creación, que hace Jesús». La referencia es precisamente a los textos propuestos por la liturgia de la palabra, del libro del Génesis (1, 1-19) y del Evangelio de Marcos (6, 53-56). El Papa ha explicado que «el Padre trabaja» y el mismo «Jesús dice: “Mi Padre obra y yo también también obro”. Es un modo de decir “trabajo”, ad instar laborantis, como uno que trabaja, como precisa san Ignacio en los ejercicios» (cf. Ejercicios espirituales 236). Y así «el Padre trabaja para hacer esta maravilla de la creación —prosiguió Francisco— y para hacer con el Hijo esta maravilla de la re-creación; para realizar ese paso del caos al cosmos, del desorden al orden, del pecado a la gracia». Y «este es el trabajo del Padre y por eso nosotros hemos alabado al Padre, el Padre que trabaja». «Pero ¿por qué Dios ha querido crear el mundo?»: esta forma parte de las «preguntas difíciles», reconoció el Papa. Confesó también que, «una vez, un niño me puso en apuros porque me hizo esta pregunta: dime, padre, ¿qué hacía Dios antes de crear el mundo, se aburría?». Seguramente «los niños saben hacer preguntas —añadió el Papa— y hacen las preguntas justas y te ponen en apuros». Para responder a ese niño, narró Francisco, «el Señor me ha ayudado y he dicho la verdad: Dios amaba, en su plenitud amaba; en su comunicación, entre las tres Personas, amaba y no tenía necesidad de nada más». Es una respuesta que, prosiguió el Pontífice, suscita otra pregunta: pero si Dos «no tenía necesidad, ¿por qué ha creado el mundo?». Pero esta es una cuestión, siguió narrando Francisco, puesta no por un niño sino que «se planteaban los primeros teólogos, los grandes teólogos, los primeros». Entonces, por qué Dios «¿ha creado el mundo?». La respuesta que hay que dar es esta: «Simplemente para compartir su plenitud, para tener a alguien al cual dar y con el cual compartir su plenitud». En una palabra, «para dar». «La misma pregunta —siguió diciendo el Papa— podemos hacerla en la re-creación: ¿Por qué Él envió a su Hijo para esta obra de re-creación?». Lo hizo «para compartir, para re-colocar». Y «así en la primera creación, como en la segunda, Él viernes 10 de febrero de 2017, número 5 hace del caos un cosmos, de lo feo algo bonito, del error lo verdadero, de lo malo lo bueno». Precisamente «este es el trabajo de creación que es Dios y lo hace artesanalmente». Y «en Jesús se ve claramente: con su cuerpo da la vida totalmente». Tanto que «cuando Jesús dice: “El Padre siempre obra y también yo obro siempre”, los doctores de la ley se escandalizaron y querían matarlo porque no sabían recibir las cosas de Dios como don», sino «solamente como justicia», llegando incluso a pensar: los mandamientos «son pocos, ¡hagamos más!». Así, prosiguió Francisco, «en lugar de abrir el corazón al don, se escondieron, buscaron refugio en la rigidez de los mandamientos, que ellos habían multiplicado hasta quinientos o más: no sabían recibir el don». De lo demás, dijo el Pontífice, «el don solamente se recibe con la libertad», pero «estos rígidos tenían miedo de la libertad que Dios nos da; tenían miedo del amor». Y por esto querían matar a Jesús, «porque dijo que el Padre ha hecho esta maravilla como un don: ¡recibir el don del Padre!». «Eres grande Señor, te quiero mucho, porque me has dado este don, me has salvado, me has creado»: esta, afirmó el Papa, «es la oración de alabanza, la oración de alegría, la oración que nos da la alegría de la vida cristiana». Y «no esa oración cerrada, triste, de la persona que nunca sabe recibir un don porque tiene miedo de la libertad que siempre lleva consigo un don». Y así, al final, «solo sabe hacer su deber, pero el deber cerrado: esclavos Es oportuno preguntarse cómo yo recibo la redención, el perdón que Dios me ha dado, el hacerme hijo con su Hijo, con amor, con ternura, con libertad del deber, pero no del amor». En cambio «cuando tú te haces esclavo del amor eres libre: es una bonita esclavitud, pero estos no entendían». He aquí entonces, afirmó Francisco, las «dos maravillas del Señor: la maravilla de la creación y la maravilla de la redención, de la re-creación; la del inicio del mundo y la de después de la caída del hombre, de restablecer el mundo y por esto envió al Hijo: ¡es bonito!». Claro, «podemos preguntarnos cómo recibo estas maravillas, cómo recibo esto que Dios me ha dado —la creación— como un don». Y «si lo recibo como un don, amo la creación, custodio lo creado porque ha sido un don». En definitiva, insistió Francisco, es oportuno preguntarse «cómo yo recibo la redención, el perdón que Dios me ha dado, el hacerme hijo con su Hijo, con amor, con ternura, con libertad». Sin nunca esconderme «en la rigidez de los mandamientos cerrados que siempre, siempre, son más seguros —entre comillas— pero no te dan alegría, porque no te hacen libre». Cada uno de nosotros —es la sugerencia de Papa— «puede preguntarse cómo vive estas dos maravillas: la maravilla de la creación y la todavía más maravilla de la re-creación». Con la esperanza de «que el Señor nos haga entender esta cosa grande y nos haga entender lo que Él hacía antes de crear el mundo: amaba. Que nos haga entender su amor hacia nosotros y nosotros podamos decir —como hemos dicho hoy— “¡Eres muy grande, Señor, gracias, gracias!”». Y «sigamos adelante así». número 5, viernes 10 de febrero de 2017 L’OSSERVATORE ROMANO página 11 Cuestión de ADN Vuelta a los orígenes para entender quién es el hombre y, sobre todo, quién es el hombre a los ojos de Dios. Siguiendo las sugerencias de la liturgia de la palabra, el Papa Francisco, en la homilía de la misa celebrada en Santa Marta el martes 7 de febrero, se detuvo a reflexionar sobre la creación y sobre el gran amor que el Señor siente por el hombre. El Pontífice en primer lugar retomó uno de los versículos del Salmo responsorial: «¡Oh Yaveh, Señor nuestro, qué glorioso tu nombre por toda la tierra!» para recordar cómo la Iglesia, en estos días, «nos lleva a alabar tanto al Señor». Y, prosiguiendo en la lectura del Salmo 8 —«¿qué es el hombre para que de él te acuerdes, el hijo de Adán para que de él te cuides?»— subrayó cómo esto exprese «la admiración ante de la ternura, del amor de Dios: ¿por qué tú te comportas así con nosotros? No somos nada, pero tú eres grande...» La respuesta se encuentra en la primer lectura que cuenta el pasaje de la creación en el Génesis (1, 20 - 2, 4). Allí se lee, de hecho, al final del sexto día: «Dijo Dios: “Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra y manden en los peces del mar y en las aves de los cielos...”. Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó. Y bendíjolos Dios, y díjoles Dios: “Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar...”». Es decir, dijo el Papa, «Dios da todo al hombre. Y la creación del hombre y de la mu- Misa en Santa Marta jer es la coronación de toda la creación del mundo, es el final». Pero, se preguntó, «¿qué nos da Dios» para hacernos decir en el Salmo: «qué es el hombre para que de él te acuerdes, el hijo de Adán para que de él te cuides?». «En primer lugar —respondió— nos ha dado el ADN, es decir que nos ha hecho hijos, nos ha creado a su imagen, a su imagen y semejanza, como Él». Y, añadió «que se le parezca mucho o poco, es hijo: ha recibido la identidad». Se trata de una unión que permanece. Y así «si el hijo es bueno, el padre está orgulloso de ese hijo» y dice: «¡pero mira que bueno!». Igualmente, si el hijo «es un poco feo», el padre aun así dirá: «¡es guapo!», porque «el padre es así, siempre». E incluso: «si es malo, el padre lo justifica, lo espera...». El mismo Jesús, por otro lado, «nos ha enseñado cómo un padre sabe esperar a los hijos». En definitiva, Dios «nos ha dado esta identidad de hijos». Incluso podemos decir: «Somos “como dioses” porque somos hijos de Dios». Y Dios «está contento, porque tiene en la tierra un hijo, como tiene otro en el Cielo. Está feliz el Señor: “Es muy bueno”, se dice a sí mismo». Esta, por tanto, es la primera cosa que Dios ha dado al hombre en la creación. La segunda es a la vez un «don» y una «tarea». Es decir, explicó Francisco, «nos ha dado toda la tierra». De hecho en la Escritura se lee: «Mandad en los peces del mar y en las aves de los cielos y en todo animal que serpea sobre la tierra». Y Dios dice a los hombres: «Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en todo animal». Dios, es decir, «ha dado la realeza: el hombre es un rey. Es el que domina. Así lo quiere el Señor: no lo quiere esclavo, lo quiere señor». ¿Y qué implica esta señoría? Conlleva «la tarea de llevar adelante la Creación», es decir, «un trabajo». El Pontífice se detuvo en este último aspecto: «Como Él ha trabajado en la creación, nos ha dado a nosotros el trabajo, nos ha dado el trabajo de llevar adelante la Creación. No de destrozarla; sino de hacerla crecer, de cuidarla, de custodiarla y que dé fruto». Además, añadió, hay un hecho «curioso»: Dios «ha dado todo», pero «no nos ha dado el dinero». No por casualidad «las abuelas dicen que el diablo entra por el bolsillo...». El último don indicado por el Pontífice se encuentra prosiguiendo en la lectura del Génesis: «A imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó». Es decir: «la tercera cosa que ha dado es el amor». Dios dice: «No es bueno que el hombre viva sola. E hizo una compañera». Con este propósito el Papa Francisco confió que a veces, escuchando «alguna música que trata de decir esto», le «gusta pensar» cómo podría haber sido «ese primer diálogo, cuando los dos se miraban; el diálogo entre el hombre y la mujer, el diálogo del amor». Resumiendo, Dios ha dicho al hombre: «Tú eres el hijo, tú tienes que hacer esto: cuidar la creación, trabajar, ir adelante. Y amar. Porque yo soy amor y te doy esto». Frente a esto se exclama con la Escritura: «¡Eres grande Señor, eres grande! ¿qué es Hemos sido creados a su imagen y semejanza. Nos ha dado el don de la tierra, de la creación. El trabajo es un don de Dios y cuando una persona no tiene trabajo, se siente sin dignidad, le falta algo que viene de Dios el hombre para que de él te acuerdes, el hijo de Adán para que de él te cuides? Apenas inferior a un dios lo hiciste, coronándole de gloria y de esplendor; le hiciste señor de las obras de tus manos, todo fue puesto por ti bajo sus pies. Oh Yahveh, qué glorioso tu nombre por toda la tierra!». Dios, dijo el Pontífice, «nos ha dado la identidad: tenemos la misma identidad de Dios, somos hijos de Dios. Hemos sido creados a su imagen y semejanza. Nos ha dado el don de la tierra, de la creación: “¡Todo es vuestro, pero para llevarlo adelante, para cuidarlo, no para destruirlo!”». Y «esto se hace con el trabajo: el trabajo es un don de Dios y cuando una persona no tiene trabajo, se siente sin dignidad, le falta algo que viene de Dios». Finalmente Dios «nos ha dado el amor: el amor que empieza aquí, en el hombre y en la mujer». Por eso, concluyó, «damos las gracias al Señor por estos tres regalos que nos ha dado: la identidad, el don-tarea y el amor. Y pedimos la gracia de custodiar esta identidad de hijos, de trabajar en el don que nos ha dado y llevar adelante con nuestro trabajo este don, y la gracia de aprender cada día a amar más». L’OSSERVATORE ROMANO página 12 viernes 10 de febrero de 2017, número 5 En la audiencia general el Papa Francisco denuncia la trata de seres humanos Una plaga para combatir Llamamiento por los migrantes y en particular por los rohingya que han huido de Myanmar «El Señor está a nuestro lado y cuida siempre de nosotros». Fueron algunas de las optimistas palabras pronunciadas por Francisco durante la audiencia general del miércoles 8 de febrero, enmarcada en el ciclo de catequesis dedicadas a la esperanza, y que tuvo lugar en el Aula Pablo VI ante los miles de peregrinos provenientes de todo el mundo allí reunidos. Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! El miércoles pasado vimos que san Pablo en la primera Carta a los Tesalonicenses exhorta a permanecer radicados en la esperanza de la resurrección (cf. 5, 4-11), con esa bonita palabra «estaremos siempre con el Señor» (4, 17). En el mismo contexto, el apóstol muestra que la esperanza cristiana no tiene solo una respiración personal, individual, sino comunitaria, eclesial. Todos nosotros esperamos; todos nosotros tenemos esperanza, incluso comunitariamente. Por esto, la mirada se extiende enseguida desde Pablo a todas las realidades que componen la comunidad cristiana, pidiéndolas que recen las unas por las otras y que se apoyen mutuamente. Ayudarnos mutuamente. Pero no solo ayudarnos ante las necesidades, en las muchas necesidades de la vida cotidiana, sino en la esperanza, ayudarnos en la esperanza. Y no es casualidad que comience precisamente haciendo referencia a quienes ha sido encomendada la responsabilidad y la guía pastoral. Son los primeros en ser llamados a alimentar la esperanza, y esto no porque sean mejores que los demás, sino en virtud de un ministerio divino que va más allá de sus fuerzas. Por ese motivo, necesitan más que nunca el respeto, la comprensión y el apoyo benévolo de todos. La atención se centra después en los hermanos que mayormente corren el riesgo de perder la esperanza, de caer en la desesperación. Nosotros siempre tenemos noticias de gente que cae en la desesperación y hace cosas feas... La desesperación les lleva a muchas cosas feas. Es una referencia a quien ha sido desanimado, a quien es débil, a quien ha sido abatido por el peso de la vida y de las propias culpas y no consigue levantarse más. En estos casos, la cercanía y el calor de toda la Iglesia deben hacerse todavía más intensos y cariñosos, y deben asumir la forma exquisita de la compasión, que no es tener lástima: la compasión es padecer con el otro, sufrir con el otro, acercarme a quien sufre; una palabra, una caricia, pero que venga del corazón; esta es la compasión. Para quien tiene necesidad del conforto y la consolación. Esto es importante más que nunca: la esperanza cristiana no puede prescindir de la caridad genuina y concreta. El mismo Apóstol de las gentes, en la Carta a los Romanos, afirma con el corazón en la mano: «Nosotros, los fuertes —que tenemos la fe, la esperanza, o no tenemos muchas dificultades— debemos sobrellevar las flaquezas de los débiles, y no buscar nuestro propio agrado» (15, 1). Llevar, llevar las debilidades de otros. Este testimonio después no permanecerá cerrado dentro de los confines de la comunidad cristiana: resuena con todo su vigor incluso fuera, en el contexto social y civil, como un llamamiento a no crear muros sino puentes, a no recambiar el mal con el mal, a ven- en la propia gratificación, quien se siente siempre bien... quienes esperan son en cambio los que experimentan cada día la prueba, la precariedad y el propio límite. Estos son nuestros hermanos que nos dan el testimonio más bonito, más fuerte, porque permanecen firmes en su confianza en el Señor, sabiendo que, más allá de la tristeza, de la opresión cer al mal con el bien, la ofensa con el perdón —el cristiano nunca puede decir: ¡me la pagarás!, nunca; esto no es un gesto cristiano; la ofensa se vence con el perdón—, a vivir en paz con todos. ¡Esta es la Iglesia! Y esto es lo que obra la esperanza cristiana, cuando asume las líneas fuertes y al mismo tiempo tiernas del amor. El amor es fuerte y tierno. Es bonito. Se comprende entonces que no se aprenda a esperar solos. Nadie aprende a esperar solo. No es posible. La esperanza, para alimentarse, necesita un “cuerpo”, en el cual los varios miembros se sostienen y se dan vida mutuamente. Esto entonces quiere decir que, si esperamos, es porque muchos de nuestros hermanos y hermanas nos han enseñado a esperar y han mantenido viva nuestra esperanza. Y entre estos, se distinguen los pequeños, los pobres, los simples, los marginados. Sí, porque no conoce la esperanza quien se cierra en el propio bienestar: espera solamente su bienestar y esto no es esperanza: es seguridad relativa; no conoce la esperanza quien se cierra y de la ineluctabilidad de la muerte, la última palabra será suya, y será una palabra de misericordia, de vida y de paz. Quien espera, espera sentir un día esta palabra: “ven, ven a mí, hermano; ven, ven a mí, hermana, para toda la eternidad”. Queridos amigos, si —como hemos dicho— el hogar natural de la esperanza es un “cuerpo” solidario, en el caso de la esperanza cristiana este cuerpo es la Iglesia, mientras el soplo vital, el alma de esta esperanza es el Espíritu Santo. Sin el Espíritu Santo no se puede tener esperanza. He aquí entonces por qué el apóstol Pablo nos invita al final a invocarle continuamente. Si no es fácil creer, mucho menos lo es esperar. Es más difícil esperar que creer, es más difícil. Pero cuando el Espíritu Santo vive en nuestros corazones, es Él quien nos hace entender que no debemos temer, que el Señor está cerca y cuida de nosotros; y es Él quien modela nuestras comunidades, en un perenne Pentecostés, como signos vivos de esperanza para la familia humana. Gracias Gracias. Antes de concluir la audiencia, el Santo Padre realizó varios llamamientos. Entre ellos, pidió oración por el drama que está viviendo la etnia rohingya. Ayer, en Osaka en Japón, fue proclamado beato Justo Takayama Ukon, fiel laico japonés, muerto mártir en Manila en 1615. En vez de aceptar concesiones renunció a honores y comodidades aceptando la humillación y el exilio. Permaneció fiel a Cristo y al Evangelio; por esto representa un admirable ejemplo de fortaleza en la fe y de dedicación en la caridad. Hoy se celebra la Jornada de oración y reflexión contra la trata de personas, este año dedica en particular a los niños y adolescentes. Animo a todos aquellos que de diferentes maneras ayudan a los menores esclavizados y abusados a liberarse de tal opresión. Deseo que los que tienen responsabilidad de gobierno combatan con decisión esta plaga, dando voz a nuestros hermanos más pequeños, humillados en su dignidad. Debemos hacer todo lo posible para erradicar este crimen vergonzoso e inaceptable. El próximo sábado, memoria de la Beata Virgen María de Lourdes, se celebrá la 25ª Jornada Mundial del Enfermo. La celebración principal tendrá lugar en Lourdes y será presidida por el cardenal Secretario de Estado. Invito a rezar, por intercesión de nuestra Santa Madre, por todos los enfermos, especialmente por los más graves y que están más solos, y también por todo aquellos que los cuidan. Vuelvo a la celebración de hoy, la Jornada de oración y reflexión contra la trata de personas, que se celebra hoy porque hoy es la fiesta de santa Giuseppina Bakhita [muestra un folleto que habla de ella]. Esta chica esclavizada en África, explotada, humillada, no perdió la esperanza y llevó adelante la fe, y terminó llegando como migrante a Europa. Y allí ella sintió la llamada del Señor y se hizo religiosa. Rezamos a santa Giuseppina Bakhita por todos los migrantes, los refugiados, los explotados que sufren mucho, mucho. Y hablado de migrantes expulsados, explotados, yo quisiera rezar con vosotros, hoy, de forma especial por nuestros hermanos y hermanas rohingya: expulsados de Myanmar, van de una parte a otra porque no les quieren... Es gente buena, gente pacífica. ¡No son cristianos, son buenos, son hermanos y hermanas nuestros! Sufren desde hace años. Han sido torturados, asesinados, sencillamente porque llevan adelante sus tradiciones, su fe musulmana. Rezamos por ellos. Os invito a rezar por ellos a nuestro Padre que está en los Cielos, todos juntos, por nuestros hermanos y hermanas rohingya. [Oración del Padre Nuestro] Santa Giuseppina Bakhita – reza por nosotros. ¡Y un aplauso a santa Giuseppina Bakhita!