Viaje a Nueva Granada / Charles Saffray.

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Viaje a Nueva Granada / Charles Saffray.
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Viaje a Nueva Granada
B1BLIOTEC.1
POPULAR
DE CULIDRA
COLOMBIANA
BOOOTA
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:Biblioteca
Popular
de Culh¡ra
ColO1nbiana
Dootor So.ffray
VIAJE
A NUEVA
GRANADA
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Publicacio'/l,es del Ministerio
de .Educación de Colombia.
Prensas del Ministerio
Departmnento
de Extensión
de Educación
Cultw'al
y
Nacional
EeHas A.rtes
1 948
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Doctor Saffray
Vi aj e
a
Nueva
BIBLIOTEG.i.
Granada
POPULAR
DE CULTURA
COLOMBIANA
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PROLOGO
Cuando los hombres de mi generación estábamos
nifios (y adviértase que no digo que lo éranws, no
vaya, a suceder que a muchos se nos tache de que
nos quedamos con la manía, verificándose de ese
modo en nosotros aquel pasaje de la Escritura en
que se habla de párvulos de cien ajios), cuandn
nosotros, digo, o mejo;-, iba a decir, estábmnos nifíos, y por tales, teníamos que paga?' tributo a las
llamadas enfermedades eruptivas, esto es, al sarampión, la varisrla y otras de la laya, 80líatJw8
paliar los posibles estragos de la enfermedad tomando leche con toronjil, abrigádonos con buena
copia de frazadas, y si la había, con una rnana, y
entreteniendo los forzados ocios con la visión, diré
mejor que la lectttra, de unos libros prof'l,tsamente
ilustrados con láminas en madera y en piedra, ent¡'e
los que 110 faltaban en ning'una casa, dos encantadores: el Correo de Ultramar, y uno que se editó
en Pa1'ís, como obsequio a los lectores del Correo,
llamado aquél La vuelta al mundo.
Todas estas consideraciones, o dígase rec'uerdos,
se volcaron en mi memoria, cuando ya mayor, pero
siempre párvulo por lo que atrás se dijo, comencé a
manejar los relatos de viajes, que ya en volumen
separado, o en forma de folletín de alguna revista,
o ya formando colecciones dedicadas exclusivamente a una literatura, qu.e si no puedella1narse trashUtnante, sí tiene mucho de gitana, la de los viajes,
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PROLOGO
en fin, cayó en n~is manos una obra de mucho aliento entre las del género, ornada, como aquellas de
que se hizo mérito, de prec'iosas y sugestivas láminas de todos los lugares de la tierra, particularmente los más exóticos y camcter'ísticos, contándose
entre éstos, valga el caso, el de un colombianísimo
champán cursando las aguas del Magdalena, el río
grande de B astidas y de J'iménez de Quesada, la
arteria principal de Colombia, el del negro Obeso
y el de Soffia el diplomático, que lo cantó por los
tie'mpos en que los viajes, o mejor, los relatos de
ellos, hacían furor.
Llamábase la tnencionada obra con el mismo
tít'ulo de la que ofr'eC'ió como prima el Correo de
Ultramar a sus suscriptores, bien que s'u nombre
no aparecía en castellano sino en fmncés, a~f,nque
recogiendo, como la otra, los 1'násexquisitos relatos.
y fue así como vine a leer el Viaje a la Nueva Granada, escrito por el doctor Saffray, y me di después
a la tarea de traducirlo. M as cuando la tarea iba
ya bien adelantada, digo la de la traducción, p~tes
la de la lectum había quedado hecha a cabalidad,
un mi amigo, conocedor de m'is aficiones, y aprovechando la circunstancia de que a la sazón desempeñara yo el cargo de subdirector de la Biblioteca
Nacional, 'vino a ofrecerme, hecha y mU;1Jbien hecha,
una 'versión magnífica, comparada con la cual la
pobre mía ni siquiera podía mencionarse, del Viaje
de Saffmy, y que había aparecido en la edición
castellana (que yo naturalmente 'ignoraba) de uno
de los tomos de La vuelta al mundo. Esa versión,
(1], desplazar
la del suscrito, es la que voy a ofrecer
a los lectores de la Biblioteca Popular de C'ultura
Colombiana, si no ya como prima de regalo, en la
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PROLOGO
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forma en que lo hiciera el Oorreo de Ultramar, sí
como tlna de las más lindas obras que sobre nuestra patria se haya hecho.
y el lector no me dejará mentir.
RICARDO
PARDO
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VIAJE
A
NUEVA
GRANADA
I
DE SANTA MARTA A Tl!RBACO
INTRODUCCION GEOGRAFICA.-A
LA VISTA DE SAKTA
MARTA.-DESCRIPCIOK
DE LA CIUDAD.-EL
TASA.ra.
LA PATADA AL TIBURON.-LA
VIRGE:'-r DE RIO HACHA.-OJEADA RETROSPECTIVA SOBRE SANTA MARTA.
LOS INDIOS DE SIERRA KEV ADA.-NOTICIAS
SOBRE
EL ERYTHROXYLON COCA.
Eran las tres de la madrugada cuando oímos
resonar en el buque la ansiada palabra ¡tierra!
Casi todos los pasajeros del Salvador se agruparon
sobre cubierta para contemplar cómo se destacaban
las costas, débilmente iluminadas por los primeros
albores de la autora; los vientos alíseos hinchaban
las velas; la proa del buque cortando las olas, trazaba un profundo surco que se cubría de blanquísima
espuma; y la ancha estela dejaba en el mar, a gran
distancia, como un rastro de fulgores fosforescentes.
Ni una sola nube empañaba el cielo; sobre un
fondo azul oscuro despedían las estrellas un brillo
desconocido en Europa, cuatro veces más vivo, según dice Humboldt, que el que nosotros estamos
acostumbrados a ver. En el zenit desarrollaba la vía
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A NUEVA GRANADA
láctea su faja luminosa; por el sur se entreveían
las nubes magallánicas, vagas claridades de las que
cada átomo es un mundo; mientras que el cono
obtuso de la luz zodiacal aparecía en el occidente.
Fue necesario esperar tres horas: cerca del
ecuador no media sino un corto intervalo entre la
aurora y el pleno día; el sol apareció como un globo
de fuego, y vino a dar vida a un panorama espléndido.
Las costas están limitadas al este por escarpadas y áridas montañas; las unas descienden hacia
el mar, formando rápida pendiente; y otras se elevan como una muralla eortada a pieo: son los últimos promontorios de Sierra Nevada, cuyas gradas
giganteséas se destacan desde las playas marinas
hasta las cúspides cubiertas por las nieves eternas.
Desde el trópico al polo abárcase el conjunto al
golpe de vista: en la región inferior los bosques
impenetrables, los frutos deliciosos, las asombrosas
plantas; en la superior, sobre una faja de nubes
flotantes, extiélldense los desiertos donde el suelo
avaro no produce sino líquenes; y en la cima se ven
las nieves perpetuas.
La tierra que teníamos a la vista era Nueva
Andalucía, descrita por el cronista ReITera, el viajero Oviedo, y su contemporáneo Castellanos, cuyos
poemas llevan el sello del espíritu supersticioso del
siglo diez y seis.
El aspecto del Santa Marta es por demás pintoresco, los arcos de la aduann, las torres de las iglesias, los jardines y los grupos de palmeras la comunican cierta semejanza con una ciudad oriental.
Mientras se practicaba la maniobra a bordo,
trasladéme a tierra en una piragua: el mestizo que
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la conducía hablaba en papiamento, especie de lengua franca, mezcla bárbara de inglés, de francés,
de holandés y de español. Después de haberme
desembarcado en la arenosa playa, trató por todos
los medios posibles de inducirme a que le aceptas e
como cicerone; pero se cansó inútilmente, pues no
quería
yo que un segundo me distrajese de mis
..
ImpreSIOnes.
La bahía de Santa Marta es pequeña, bastante
cómoda para los buques de poco calado; pero los
grandes deben permanecer a cierta distancia, quedando expuestos al viento del nordeste.
El interior de la ciudad no corresponde a la idea
que se forma desde lejos: las casas son todas de
planta baja, con las ventanas enredadas, los tejados son ordinarios y el conjunto me pareció mezquino. En los arrabales no hay más que miserables
cabañas; las calles carecen de empédrado, y como
el viento acumula en ellas las arenas de la playa,
ofrecen cierto aspecto de desolación.
Algunos monumentos, erigidos por orden del
virrey y por los religiosos, permitieron que la ciudad conservase hasta principios de este siglo cierto
carácter de grandeza; pero el terremoto que en
1825 agitó al monte Horqueta, derribó iglesias,
conventos y fuertes. Hoy día, los cactus espinosos
y algunas raquíticas mimosas crecen en medio de
las ruinas, donde el liquen microscópico se prende
por todas partes: las serpientes, los camaleones y
los escorpiones buscan allí un refugio. Santa Marta
sobrevive; pero de aquí a mucho tiempo no parece
que mejorara su situación.
En medio del día, cuando el ardiente calor invita a los habitantes a su acostumbrada siesta, no
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A NUEVA GRANADA
se ve un solo sér viviente en las calles o en la plaza
y se creería estar en alguna necrópolis, pero por
la mañana reina un poco de animación en el puerto
y en los alrededores del mercado. Este último se
.halla establecido en las minas de un fuerte; y a
él llevan los indios todos los días el maíz de las
montañas, la banana, la yuca y la arracacha, que
con el tasajo y el tocino constituyen la base de la
alimentación.
El tasajo merece que diga sobre él dos palabras. Aquí no se compra la carne al peso, sino por
brazas; se corta en delgadas tiras, que se ponen a
secar al sol después de haberla salado y enciérrase
luégo en petacas, especie de cajas de cuero en bruto, donde se conserva durante varios meses. La preparación culinaria es de las más primitivas: se tritura el tasajo entre dos piedras hasta reducirle a
un grueso polvo, que se fríe en seguida, constituyendo un manjar muy poco delicado, con frecuencia
de un olor excesivamente fuerte, pero que llena las
dos principales condiciones para el país, cuales son
la baratura y la rapidez con que se prepara.
Los carniceros tienln sus establecimientos en
los arrabales: para la matanza acostumbran a sangrar a los bueyes en el cuello: extienden la piel en
tierra, fijándola con c8taeas de madera; recogen
cuidadosamente el sebo, cortan las partes carnosas
en tiras, y el resto se tira a la calle. Bandadas de
buitres, que se anuncian por su ronco grito y su
olor fétido, se disputan todos los días aquellos restos repugnantes.
Cuando estaba yo examinando los grupos, cerca
del mar, oí de pronto gritar: "i Blanco, mi blanco!"
Y al punto vi que llegaba una multitud de pillete s
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desnudos, negros o morenos. "Yo doy una patada
al tiburón por una peseta ", me gritó un negrillo
que podría tener doce años. Yo creí al pronto que
aquello era una broma; pero corno insistiese, prometíle la recompensa en medio de las salvajes aclamaciones de sus compañeros.
Todo el mundo ha visto dar latigazos a los leones domesticados; pero ~cómo suponer que un niño
osara burlarse del mostruo más terrible del Océano?
Llegado a un sitio donde el agua era tranquila
y muy profunda, zambullóse el negrillo, reapareció
a los pocos instantes y dio principio a varias evoluciones que le hubiera podido envidiar cualquiera
de los habitantes de las aguas. Poco después sacó
la cabeza y me gritó en criollo: "i Li venir!" Al
mismo tiempo nadaba hacia la orilla, dirigiéndose
al pie de una roca, y yo le distinguía perfectamente. Pasados algunos momentos, vi corno una masa
que se movía en las aguas, avanzando rápidamente:
era un tiburón. El pillete volvió a. zambullirse, dio
un rodeo, y descargó en el costado del mostruo tan
fuerte patada que le hizo emprender la fuga.
"Me tiene miedo ", gritaba el negrillo alegremente, saltando de roca en roca. El muchacho decía
verdad: el tiburón, corno todos los a.nimales llamados feroces, huye del hombre por instinto, y no le
acomete sino cuando le aguijonea el hambre. Aho:;"a bien, en la bahía de Santa Marta tienen siempre
les tiburones a su disposición miles de doradas y
otros peces que viven reunidos en gran número y
nsí es que los negrillo s se divierten impunemente
con el tiburón.
Fui a visitar la .iglesia principal, ..qonde. el bedel
me hizo el óbsequio~ nÚ'dlante pago, de enseñarme
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GRANADA
una imagen milagrosa, la de la Santísima Virgen
de los Milagros; es una estatua de madera que tiene la cara y las manos pintadas con bermellón, viste
una falda de raso que fue blanca en otro tiempo,
sembrada de grandes estrellas; un manto de terciopelo azul, cuyo color ha palidecido por la acción del
tiempo, pende airosamente de sus hombros; calza
unos zapatos de raso blanco, y del cuello pende un
gran corazón de oro por medio de una cadena de
cuentas de filigrana, mezcladas con esmeraldas. En
otro tiempo ostentaba en la cabeza una pesada cadena de oro esmaltada con piedras preciosas; pero
cierto guardián se encaprichó por ella, y entonces
fue reemplazada por una tiara de cobre.
Esta Virgen, según me han dicho, fue traída de
Riohacha. Los piratas que infestaban aquellas aguas
se presentaron un día ante la ciudad, a la cual habían saqueado varias veces; toda la población acudió a la playa, precedida de la estatua de la Virgen
y cantando las letanías; los conductores penetraron
en el agua hasta la cintura; y como la multitud suplicase a su Patrona que hiciera un milagro para
expulsar a los piratas, la Virgen se quitó la corona
de oro y la tiró al mar. Las olas del Océano se desviaron repentinamente como en otro tiempo las del
Mal' Rojo, y prodújose en ellas tal agitación, que
todas las naves naufragaron.
Tal es la leyenda; pero el origen de la estatua
que me enseñaron me parece muy dudoso, porque los
habitantes de Riohacha aseguran que aún conservan
en su poder la. verdadera imagen milagrosa.
Santa. Marta es el más antiguo de los establecimientos españoles en Costa Firme, territorio que se
extiende desde el cabo de la Vela hasta las desembo-
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caduras de la Magdalena. La colonia de San Sebastián, en el golfo de Urabá (golfo de Darién), había
sido destruída por los indios, y era urgente ya establecerse de una manera definitiva en los países de
la costa nuevamente descubiertos.
En 1521, Rodriga Bastidas, célebre ya por sus
expediciones, fue el encargado de fundar en Costa
Firme una ciudad y una fortaleza capaces de servir
de base de operación para las expediciones al interior. En 1525 desembarcó cerca del pueblo indio de
Gaira, precisamente el día de Santa .Marta, en Ulla
bahía que había visitado ya en su primer viaje do
reconocimiento y allí fue donde fundó la ciudad que
bu cOllservado este nombre .
.B'iela su política, trató de cOllciliarse la amistad
de los indios Cairas y Tagangas; pero su moderación DO S8 avenía con la rapacidad de sus compañeros, quienes acabaron por asesinarle. Las Casas, tan
severo con les que trataban mal a los americanos,
111-1ce
completa justicia a la conducta excepcional, y
casi única del fundador de Santa :3Tarta, expresándose en estos términos: "Siempre le vi dando pruobas de caridad a los indios y encolerizado contra
aquellos que les trataban maL"
Los indios de los alrededores de Santa :\1arta son
de una hermosa raza; su tipo se asemeja al del kalmuco, al que se parecen también por el color y la estatura. Descienden de los invencibles Tairollas, que
podían poner en pie de guerra cincuenta mil combatientes, y que cultivaban la sierra en la parte templada de sus vertientes. Los hombres llevan por única ropa un pañuelo de algodón atado a la cintura, y
se cubren la cabeza con un ~()mbter_ocónico formado
de boja.s d-e helicónia. Las 111ujeresllevan en casa el
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GRANADA
mismo traje que el marido; pero cuando van a la
ci:udad se cubren los hombros y una parte del pecho
Qonun pedazo de tela de lana o de algodón, fijándose
otra en las caderas.
Los descendientes de los Taironas cultivan el
mttíz y algunas raíces. Buenos cazadores, rehusan
servirse de las armas de fuego, que espantan a 106
animales, y sólo emplean la bodoquera, larga cerbatana de unos ocho pies.
Para fabricar esta arma, el indio necesita en el
más alto grado esa cualidad que le distingue por todas partes, es decir, la paciencia. Elige una palmera
macana, de tronco delgado, de fibras negras y duras; introduce, en línea recta, a cortas distancias,
unos pedazos de silex en forma de moneda; golpea
sucesivamente en cada piedra, y acaba por hacer
saltar el tallo en toda su longitud. Hecho esto, y valiéndose de un silex cortado en bisel, desprende poco
a poco las fibras centrales, hasta que practica en toda la extensión de la macana un canal estrecho y
uniforme. Con una piedra redondeada y arena húmeda, modela este canal, practicando un corte; las
dos piezas unidas ofrecen entonces en su centro un
tubo perfecto, y sólo falta ya modelar la parte externa, enlazando en forma de espiral continua las
dos secciones, por medio de una liana, llenando después los intersticios con cera.
No se lleva acabo esta obra en menos de un mes
de constante trabajo. Los indios un poco civilizados
que hay en la ciudad de Santa Marta no construyen
las bodoqueras por sí mismos, sino que las compran
a otras tribus más salvajes; las del Orinoco, emplean como cerbatanas unas arundíneas cuyos in-
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ternodios tienen de quince a diez y seis pies, encontrando así sus armas hechas.
Si el indio quiere coger viva un ave de mediana
talla, usa como proyectil una bolita de arcilla seca,
apunta con cuidado, sopla vigorosamente, y el animal, tocado en lá cabeza, cae aturdido; pero si se
trata de un cervatillo, de un tapir o de un tigre, coloca en la bodoquera una pequeña flecha de bambú, cuya punta, endurecida al fuego, está impreg- .
nada de curare, mientras la otra extremidad se
halla guarnecida de algodón.
El indio no caza los grandes animales sino al
acecho; conoce los sitios donde tienen la costumbre
de beber, y les espera oculto en el ramaje de un
árbol o detrás de una roca. La menor picadura de
una flecha impregnada en curare ocasiona la muerte al animal más robusto; pero no cae desde luego,
y es preciso seguir su pista: un tigre tarda ocho o
diez minutos en morir.
Yo he visto curare en Santa Marta; pero las indicaciones que me dieron sobre su composición demostraba que se ignoraba completamente cuáles
son las plantas empleadas en confeccionarlo. Algún
tiempo después, cuando fui a Rio Verde, tuve ocasión de ver cómo se preparaba esta temible sustancia, de la que hablaré luégo detalladamente.
Los Taironas de Santa Marta constituían un
pueblo agricultor, industrioso, rico, y notable por
su bravura, pues nunca consiguieron los españoles
someterlos, por lo cual escribió Castellanos en su
obra:
y es. ha,~tª hoy ªU¡ (lOsa.n.Qtoria,
que ningún español cantó victoria.
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,
VIA.JE
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La palabra tairo en el lenguaje de aquellos naturales, significaba fundición; y en efecto, no lejos
de Santa Marta tenían un establecimiento considerable, donde "se trabajaba el oro de las minas del
país. l.;os españoles se apoderaron en aquel punto
de un considerable botín, empleando las riqueza s
para la expedición durante la cual se fundó a Cartagena.
Los Taironas no comerciaban sólo en gran escala con el oro y las piedras preciosas, sino que
cambiaban por telas de algodón, procedentes del
interior, las hojas de una planta llamada hayo, conocida en el Perú con el de coca.
La coca (Erythoxylon coca) es un arbusto que
apenas alcanza tres metros de altura; sus bojas,
tan grandes como las de los árboles del té, son lisas,
puntiagudas y de color verde oscuro. Los indios de
los Andes las mascaban con una pequeña cantidad
de cal, de ocre o de ceniza, según las localidades, y
como la coca no prosperaba sino en algunas regiones de la cordillera, era objeto de un comercio muy
considerable.
Acosta dice en su Historia del PerÚ, que en el
año de 1590 se vendieron en el sólo mercado de Potosí, noventa y cinco mil cestillos de coca, a razón
de cuatro o seis escudos cada uno, y que se utilizaba
como moneda para los cambios.
Los indios habían reconocido en esta planta
principios nutritivos y tónicos, y gracias a su uso
podían soportar las fatigas del trabajo en las minas y la abstinencia forzosa durante sus largos
viajes.
En un extracto de coca preparado cuidadosamente, he reconocido la presencia de clorofila, de
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goma, cera, y un alcaloide especial, la cocaína, que
he podido combinar con cal, aislándola después en
forma de cristales en agujas. Administrada esta
sustancia en grandes dosis a los animales, produce
una excitación de la sensibilidad, seguida de profundo abatimiento y de fenómenos tetánicos: mucho siento no haber tenido ocasión de hacer en el
hombre repetidos experimentos.
TI
CARTAGENA DE INDIAS.-SU
PASADO.-DESCRIPCION
DE
CARTAGENA.--DANZAS
y CANTOS.-EL
BAMBUCO.
INTERIOR DE LA CATEDRAL.-LA
INQUISICION EN
AMERICA.-PASEO AL MERCADO.-LOS COCUYOS,-PROD1:CTOS y COMERCIO.
Ante nosotros está la isla baja de Tierra Bomba, toda cubierta de nogales, de bambúes y de cañas; detrás de aquel muro de verdura se elevan, en
segundo término, dos altas torres agrisadas; es
Cartagena, la Reina de las Indias, que se extiende
detrás de aquella punta.
En otro tiempo penetraban los buques en línea
l'ecta, para llegar a la rada, por el ancho canal llamado de Boca-Grande; pero en 1741, España, que
estaba en guerra con los ingleses, mandó obstruir
el paso, formando un istmo artificial entre la isla
y el continente. Hé aquí por qué es preciso dar la
vuelta a este largo promontorio para introducirse
en el estrecho y tortuoso canal de Boca-Chica, bordeado a izquierda y derecha Iml' rompientes y roeas
a flor de ag'ua.
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VIAJE
A NUEVA
GRANADA
Tres fuertes, reducidos hoya un montón de ruinas, que invaden los zarzales, constituían en otro
tiempo la primera línea defensiva de la ciudad.
La rada es una de las más hermosas del mundo,
pues en ella podrían reunirse todas las flotas de
Europa. Hacia la punta oriental de Tierra Bomba,
a la izquierda, dejamos la ciudad del oro, habitada
únicamente por leprosos, y poco después anclábamos cerca de las murallas.
En 1501 fue cuando Rodrigo Bastidas descubrió
la ciudad india de Calamari, a la cual dio el nombre de Cartagena, porque su puerto se parecía de
un modo singular al que llaman así en España; pero
antes de ésto hubo de sostener encarnizado combate
contra los indios.
Sin embargo, la fundación de la ciudad actual
no data sino desde 1533, y se debe a los esfuerzos
de Alonso de Ojeda, cuya expedición se componía
de los veteranos de la isla española de Santo Domingo y de intérpretes indios.
Lo que más llama la atención al llegar a Cartagena son las fortificaciones que defienden la ciudad
por la parte del Océano: hay una elevada muralla
de plataformas, que recuerda aquellos muros de
Babilonia donde podían correr seis carros de frente, casamatas, y un profundo foso completamente
lleno por las aguas del mar. El conjunto es notable
e imponente por las proporciones y armonía, de tal
modo que se cree uno trasportado a las épocas caballerescas en que la Reina de las Indias, orgullosamente sentada sobre su archipiélago de coral,
foco del comercio de las Filipinas, del Perú, de Colombia y del Centro de América, guardaba sus tesoros a la sombra de la poderosa bandera españo-
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la, lanzando al Océano flotillas armadas para dar
caza a los piratas bretones, a los audaces anteses,
cuyos veleros barcos recorrían toda la costa del
mar de los Caribes.
Una masa de inmundo cieno ha invadido el puerto, casi desierto ahora; míseras piraguas sustituyen a los buques de alto bordo y a los navíos de tres
palos de otra época; los musgos y los líquenes cubren con su vegetación los abandonados muros; las
plantas saxatiles introducen sus raíces entre las piedras, hasta desunirlas; mimosas de gruesos nudos
invaden los revestimientos, y las plantas trepadoras tapizan enormes lienzos de pared medio caídos,
cual si quisieran acabar de sepultarlos. Más abajo,
en el foso cubierto de limo, pululan inmundos reptiles y hediondos caimanes, la iguana, la serpiente,
el murciélago y el buho tienen su gunrida en los
huecos de las paredes.
No teniendo tesoros qué guardar y demasiado
débil a la vez para excitar la envidia y defenderse,
Cartagena vendió por último sus cañones a la gran
República americana, y por ciento veinte mil piastras firmó la declaración en que reconocía haber
llegado al último límite de su decadencia.
La mayor parte de las. casas antiguas están
construídas con caliza cochifera o con rocas madrepóricas; las de reciente construcción son de ladri110;en la plaza y en las calles principales tienen un
piso con balcón abierto; las de los bajos se hallan
protegidas por un enrejado de madera que forma
saliente: es el mirador, desde el cual pueden las
mujeres ver a los transeúntes sin ser percibidas.
De ordinariQ se ven entr-elazadilS en 14S enrejados
hojas de cocotero, que trenzan allí artístieamente:
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VIAJE
A NUEVA
GRANADA
es el ramo bendito que protege la casa, como se observa todavía en muchos de nuestros pueblos.
Las habitaciones están casi todas construídas
bajo el mismo plano; un corredor da entrada al
patio central, cuyo piso se compone de guijarros
blancos y de conchas formando mosaicos; en el centro hay una fuente circuída de flores y de arbustos,
y al rededor del patio una galería cubierta, a la que
tienen salida diversos cuartos. Por el corredor de
entrada se penetra en el zaguán, especie de salón
o fumadero, en el cual se introduce a quien desea
ver al amo de la casa. Allí recibe a sus amigos o
visitantes para tratar de los negocios. Para penetrar en las demás habitaciones es preciso tener intimidad con el dueño. Obsérvase aquí en las costumbres mucha semejanza con las de los moros y
también cierta analogía en las habitaciones y en los
monumentos.
Todo caballero está obligado, por las reglas de
buena política, a decir a su visitante extranjero:
"Tenéis esta casa a vuestra disposición"; pero si
desea dispensaros su confianza, añade: "Así como
mi familia." En este último caso se os introduce en
un salón cuyo suelo de baldosas suele estar esterado; varias banquetas guarnecidas de tapicería hacen las veces de divanes; las damas se sientan a la
turca o a la francesa; al entrar el extranjero, adelantan un macizo sillón guarnecido de cuero de
Córdoba para que descanse; las hijas, si las hay,
traen al punto cigarros; y la madre invita al visitante a fumar, dándole el ejemplo. La conversación
es poco animada: después de dos o tres preguntas
triviales acerca de vuestro país, no se deja nunca
de preguntar si sois casado; y después no se con-
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testa apenas sino por monosílabos a todo cuanto
digáis. Las primeras visitas tienen poco atractivo,
aunque se haya asegurado ser soltero, pero si os
mostráis asiduo, vienen luégo las agradables sorpresas. Así, por ejemplo, una joven os permitirá
que volvais por la noche a conversar por la reja o
el mirador, y de vez en cuando, invitándoos a entrar, os obsequiará con una graciosa canción, acompañándose con su guitarra.
Sin embargo, si sois prudente, no paseis del zaguán, y recordando que se ha concedido la palabra
al hombre para disfrazar sus pensamientos, no toméis por lo serio la fórmulas corteses con que os
ofrecen la casa y cuanto contiene.
Si se pasa por las calles de Cartagena un poco
después de ponerse el sol, óyese salir de cada casa
un murmullo monótono: es la familia que entona
las letanías de la Virgen.
Una tarde me aventuré en los arrabales de la
ciudad; hacía un claro de luna espléndido; las calles irregulares, bordeadas de pequeñas cabañas de
bambúes,. con techos de hoja de palmera, estaban
entrecortadas por jardines y graciosos grupos de
árboles, el aroma del naranjo de frutos agrios y
del jasminu1n sambae perfumaba el aire, donde se
veían brillar miles de moscas fosforescentes.
El barrio en que me hallaba estaba habitado sólo
por negros, mestizos o indios. A la puerta de casi
todas las cabañas veíase reunida una familia numerosa, euyos individuos parecían felices. El padre
cantaba acompañándose con un guitarrón de madera de cedro, que producía agudos sonidos; la madre .lJev.aba el compás golpe a:ndo en el .cl).el'O que
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VIAJE
A NUEVA GRANADA
sirve de puerta, y los niños mezclaban con esta música primitiva sus gritos o carcajadas.
Al llegar a una encrucijada vi una casita algo
mayor que las contiguas, iluminada en parte por
velas que despedían negro humo y del interior partía un confuso ruido de voces e instrumentos. Como
preguntase a un negro qué había allí, miróme con
admiración, sonrió abriendo una boca enorme y me
contestó con aire de importancia:
-Es un baile, blanco mío; aquí tenéis la casa
del compadre Caicedo. lo Queréis entrar?
Yo vacilé, porque a través de la puerta entornada veía una ruidosa multitud; pero el negro, sin
separar de mí su mirada, permanecía descubierto,
llamábame mi amo, y quería a toda costa presentarme en el baile de su compadre.
Movido en parte por la curiosidad, y acaso también porque no osaba rehusar la invitación de aquel
robusto negro, que llevaba pendiente del cinto un
largo machete, del cual se sirven allí para corta l'
la caña de azúcar, cuando no para sus pendencias,
acabé por aceptar el ofrecimiento. El negro penetró entonces en la casa, codeando a izquierda y derecha, y agitaba su sombrero 1:1 los gritos de: "i Paso al blanco, paso al blanco!" Así atravesamos por
un compacto círculo de hombres y mujeres, que se
oprimían al rededor del espacio destinado a la
danza.
Varias banquetas de bambú formaban entre los
bailarines y los espectadores una endeble barrera,
que no por serIo dejaba de respetarse; allí estaban
sentadas las jóvenes que deseaban ser invitadas 11
bailar; en un ángulo elevábase un estrado para la
orquesta, formado con una mesa y algunos toneles,
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DOCTOR SAFFRAY
27
y en las paredes clavadas prestaban luz varias velas de cera de palmera, clavadas de trecho en trecho en fuertes espiras de cactus, que utilizaba también el bello sexo a guisa de alfileres.
Mi negro me hizo sentar en uu buen sitio cerca
de los artistas. Aquella música tenía para mí un no
sé qué de extravagante; tres hombres cantaban con
acompañamiento de dos guitarras y una bandurria,
mientras algunas mujeres daban palmadas a compás, pero lo que más me llamó la atención fue un
instrumento nuevo para mí, llamado guache. Consiste sencillamente en un tronco de bambú del grueso
del pUllO,en el que encierran bonitas semillas negras y rojas del Abrus Precatorius, que llamamos
nosotros guisantes de América. Los que tenían la
voz chillona cantaban naturalmente en tercera y en
octava, las viejas marcaban el compás con energía,
las guitarras hacían un acompañamiento de bajo,
dominado por los agudos sonidos de la bandurria,
y el guache, manejado por un indio de pura raza,
completaba el conjunto con su ruido estridente, del
cual darían apenas una idea las castañuelas del
tirolés.
El traje de las mujeres del pueblo, en Cartagena
consiste en un jubón corto de sarga, de indiana o
de muselina, ajustado por un cinturón de lana de
vivos colores; el busto no está cubierto más que por
la camisa, muy escotada y guarnecida de encaje, y
los brazos se dejan desnudos. Para salir a la calle
se ponen un pequeño chal de algodón, de lana o de
seda, el cual cruzan sobre el pecho, dejando las extremidades pendientes a la espalda. Adórnanse con
collares.. de Gro, de coral -0- de cuentas _de vidrio,
enormes anillos o pendientes, prolongan en extremo
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VIAJli1 A NUEVA GRANADA
sus orejas, y abusan de las sortijas; su peinado
consiste en una especie de rodete, sostenido por
grandes peinetas de concha o de metal dorado, los
zapatos son desconocidos, pero las elegantes llevan
una especie de zapatillas de lana, cuyas suelas se
confeccionan con fibras del Fourcroya.
Un pantalón de cuti, una camisa cuyas mangas
presentan numerosos pliegues simétricos y el caracterísico poncho, de vistosos colores, constituyen
el traje de los hombres; traje cómodo a la vez que
graci6so.
Aquí no se conoce más que un baile, que es el
bambuco. Mezcla de tradiciones coreográficas del
indio Chibcha y del negro Congo, sirve de introducción una marcha general; los jóvenes eligen sus
parejas, y se da varias veces la vuelta por la sala,
ejecutando un paso muy sencillo, con balanceos de
todo el cuerpo, a una señalo dos en el espacio ocupado antes por todos; entonces cambia el ritmo y
comienza el bambuco. El hombre ejecuta pasos muy
complicados, que recuerdan un poco el jig irlandés;
da saltos, patalea y agita los brazos para dar más
expresión él su mímica; la mujer permanece entretanto con los brazos cruzados y por un movimiento
muy rápido del talón, y después del pie, deslízase
hasta tocar el suelo, describiendo zig-zag y círculos,
acércase a su pareja con cierta coquetería, le vuelve
la espalda, dirigiéndole una mirada expresiva, huye
de él y se aproxima sucesivamente. Este es un baile
a la vez gracioso e ingenuo, cuya mímica me pareció
muy apasionada. En cuanto a las coplas que se
cantan durante el baile, suelen ser improvisación
de algún poeta de cabello crespo.
La catedral es el más hermoso monumento de
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DOCTOR
SAFFRA.Y
29
Cartagena, y el único que tiene hoy día alguna importancia.
Fue edificada hace unos dos siglos, según el
estilo indeciso de la arquitectura española de aquella época; una alta torre se eleva sobre la puerta
de entrada, a la cual se llega subiendo varios escalones; las paredes y la fachada están blanqueadas
con cal; el interior, sombrío y triste, se halla siempre muy sucio; en algunos sitios hay pintura de
Quito, ingenua y tosca imitación de los cuadros religiosos del siglo décimo sexto. Las telarañas, cubiertas de polvo, ocupan todas las cornisas, y entre
las piedras tumulares desunidas se deslizan a cada
momento los escorpiones: la lámpara de plata que
se ve delante del santuario está ennegrecida por la
acción del tiempo y del humo.
En las capillas vi una curiosa colección de estatuas de madera, pintadas, doradas, vestidas con
telas comunes, cRrgadas de escapularios, de corazones de plata, de cruces y de otras ofrendas. El
altar maJ~or ostenta un número excesivo de ornamentos de madera que fue en otro tiempo dorada,
entre las cuales se ven espejos muy pequeños, flores marchitas, encajes que han perdido su color, y
diversos objetos de vidrio, formando el todo un
conjunto confuso, digno de la prendería de un pueblecillo. Al ver aquellos oropeles se siente el observador inclinado a deplorar que los que van a entregarse a sus oraciones en la casa del Señor sean tan
ignorantes y toscos que se necesita cautivar sus
sentidos, como hacen en los templos de la India o
en las pagodas chinas. Sin embargo, en medio de
aq~el mal gu~to,_he vi~to 11no~jetoA~ arte precioso, obra maestra de algún oscuro artista -florentino
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30
VIAJE
A NUEVA
GRANADA
del siglo XVI: es el púlpito, ornato de esculturas
y de pequeñas estatuas de marfil.
En la iglesia no hay asientos; cuando las señoras
van a misa, vestidas de negro y cubierta la cabeza
con su mantilla, las sigue siempre una negra, que
lleva un tapiz para qne se arrodillen o se sienten.
Las mujeres del pueblo no usan esto, se arrodillan
sobre el duro suelo.
La obispalía, contigua a la catedral, no ofrece
nada notable, pero evoca en el viajero el recuerdo
del tribunal de la Inquisición, que celebraba allí sus
terribles sesiones.
Entre los antiguos monumentos de Cartagena,
uno de los mejor conservados es el convento de los
jacobitas.
En la cima del monte Popa, cuyas pendientes
áridas presentan sólo una triste vegetación de cactus y de mimosas, se ven las ruinas de una capilla
dedicada a la Virgen bajo la advocación de Nuestra
Señora de la Popa; a un lado existía en otro tiempo
una ermita, y más abajo estaba el fuerte San
Lázaro.
En uno de mis paseos por la montaña, el negro
que me proporcionaron para criado me indicó un[1
planta trepadora a la cual daba el nombre de contra (alexipharmaque),
asegurándome que era un
remedio infalible para las mordeduras de las serpientes, y que él mismo babía podido aprecíar sus
virtudes maravillosas. Reconocí que era la Aristoloq7tia anguicida, indicada, según creo, por Kunth,
como perteneciente a esta región.
No lejos de la iglesia, en una plaza enarenada,
vi varios vehículos de alquiler, que ostentaban el
pomposo nombre de volantas: son una especie de
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DOCTOR SAFFRAY
31
calesas antiguas, que van tiradas por escuálidas
mulas, con los arneses enrojecidos por el tiempo.
El cochero, e más bien el zagal, negro mulato, agita
repetidas veces el látigo cuando se acerca alguno
u pedir sus servicios, y clavando la espuela en los
ijares de su montura, parte con una celeridad de
legua y media por hora.
Yo alquilé una de estas volantas para iodo un
día, rcgando políticamente al cochero que me condujera donde se le antojara, con tal que pudiese ver
dguna cosa interesante; y añadí que deseaba caminar despacio, recomendación que pareció causar
a mi automedonte tanta sorpresa como placer. Ya
sabía yo, por otra parte, que S8 obtiene cuanto se
quiere de los negros si se halaga su amor propio,
dándoles además de vez en cuando una copita de
ron. Por eso mi cochero me cobró afecto muy pronto: condújome primero a la Manga, paseo bastante
frecuentado por la tarde; después fuimos a las inmediaciones del cementerio, a la playa, a las principales calles y al mercado.
En este último punto nos detuvimos largo tiempo: pues todo era nuevo e interesante para mí.
Pablito, así se llamaba mi cochero, parecía estar
muy al corriente acerca de los artículos de venta
y su valor. Díjome que los huevos de tortuga se
paga ban a un medio la docena (cinco sueldos); y
que la panela o azúcar en bruto estaba a siete, es
decir, que daban siete libras por veinte sueldos.
Por todas partes llegaban indios, mestizos y negros,
conduciendo mulas y asnos cargados de maíz, azúcar, banana s, cacao, yucas, cocos, naranjas, ananas
y otros frutos, los más de los cuales no conocía yo
sino ae nom·bre~.
- --- --~- -- ~- ---- ->. - -- .
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"VIAJE A NUE"VA GRANADA
Allí pude ver el mamey, el níspero, la pomarosa,
que exhala un delicioso perfume semejante al de
esta flor; la chir'imoya, que contiene una pulpa azucarada y ácida; el madroño, cuya corteza amarilla,
erizada como la de la castaña, encierra una gelatina
refrescante; el marañón, empleado por las mujeres
para perfumar sus ropas, pero cuya semilla es venenosa; y por último, los guaras, que parecen habichuelas verdes, y miden cuatro pies de longitud.
Un indio se acerca para ofrecerme bálsamo
María,. una anciana quiere que le compre manteca,
extraída de las almendras de la palmera de C01'OZO,
y conservada en un nudo de bambú; más allá me
llaman para' elogiarme la yesca de magney, hecha
con la medula del agave vivíparo, cuyas hojas carnosas producen la cabuya, magnífica hilaza blanca
de sedosas fibras, con las cuales se fabrican sacos,
redes, cuerdas y suelas de alpargata.
En otro sitio me enseñan unas ligeras cajas
trenzadas con los peciolos hendidos y aplanados de
nacuma (e arludovica palmata), cuyas hojas, recogidas antes de su desarrollo, dan la paja para fabricar los sombreros llamados de Panamá.
Pablito me hizo admirar colecciones de totumas
o calabazas, que reemplazan aquí, para el pueblo, a
todos los artículos de alfarería, haciéndose con ellos
muchos utensilios. Las más pequeñas, cortadas por
la mitad, sirven de tazas, de platos o de cazuelas;
también las comunican la forma de cucharas, y sin
más instrumento que la punta de un cuchillo adornan todos estos objetos de dibujos en relieve, verdaderas obras maestras por la ejecución y la
paciencia. Algunos indios, casi desnudos, me presentan ollas de barro pésimamente fabricadas; más
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lejos, una negra despedaza una enorme tortuga y
arroja los restos a los chiquillos que la rodean.
Pablito se afanaba por enseñármelo todo, si bien
parecía en extremo sorprendido de mis preguntas,
pnes no podía imaginar que hubiera un país bastante atrasado, o tan poco favorecido de la Providencia, que no le fuese posible disfrutar de todo
cuanto me parecía tan nuevo como interesante.
-¡Cocuyos,
cocuyos, señoras! gritaba un negrillo. Acerquéme y vi que la mercancía consistía
sólo en cuatro o cinco troncos de caña de azúcar.
-z,Dónde están los COCi!YOS? pregunté al muchacho.
Ivliróme el negrillo con asombro; pero comprendiendo qne yo era un inglés (a todos los extranjeros
los consideran aquí como hijos de la Gran Bretaña),
y sin duda con la esperanza de hacer un buen negocio, recogió del suelo uno de los nudos amarillos
de la caña, indicóme que estaba hueco, e hizo salir
con precaución dos insectos muy curiosos, que yo
compré par¡i recompensar la complacencia del muchacho.
El cocuyo (Larnpyris cocuyo) es un escarabajo
de un'os tres centímetros de longitud, cuyos ojos,
muy grandes y algo prominentes, despiden una luz
fosfórica en la oscuridad. Las damas de Cartagena,
así como las de Cuba, adornan a menudo su cabello
con estos insectos, encerrados en pequeñas jaulas
de gasa; y cuando pasean al oscurecer én los jardines, diríase que son los genios de la noche ornados con una diadema de brillantes estrellas.
Se ha dicho y escrito a menudo que tres o cuatro
___d~g~tQs_llunp.i..ri¡s
rnl~sto_L~lLJlnf~a.ªc-º,_dap:m bastante luz o claridad para que se pudiese leer; pero
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VIAJE
.A NUEVA GRANADA
no se debe exigir tánto a estos insectos sin exponerse a quedar chasqueado. Nunca iluminaron más
que las láminas de capricho; si bien es cierto que
podrían despedir un reflejo semejante al de la luz
muy débil de una lamparilla. Para conservarlos
vivos se les encierra durante el día en un tronco de
caña de azúcar, y allí devoran filosóficamente las
paredes de su prisión.
Las larvas de los cocuyos son unos gusanos
blancos, que se alimentan de la medula de las cañas
o de las palmeras. Los negros de algunos cantones
comen con mucho gusto estos insectos; pero a los
europeos les inspira repugnancia semejante manjar, que sería delicioso para un chino.
Como el agua escasea un poco en Cartagena, el
comercio que se hace con ella es bastante lucrativo;
pero en un país donde se considera la fatiga como
el mayor de los males, los buenos negros que se
dedican al oficio de aguador, hallan siempre medio
de aligerar considerablemente su trabajo. Todos
tienen una mula o un asno; llenan de agua cuatro
troncos de bambú, de unos tres pies de largo; los
enlazan de dos en dos por medio de una correa;
montan en la grupa del cuadrúpedo y van paseando
perezosamente su mercancía. Cuando han ganado
una peseta creen haber hecho lo suficiente; gastan
un real en ron y lo demás para su alimento; en
cuanto al burro o a la mula, debe ir a buscar el suyo
donde pueda, en las calles o el mercado, contribuyendo así a la limpieza de la ciudad.
El comercio de Cartagena tiene poca importancia, siendo causa de ello la apatía de los neogranadinos. En otro tiempo, un brazo del Magdalena,
canalizado por los españoles, y que conserva toda-
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vía el nombre de dique o de canal, ponía en comunicación el puerto con el gran río, cerca de la ciudad
de Calamar, distante cincuenta kilómetros; y gracias a esta canal, Cartagena era el emporio de todo
el comercio interior.
Allí fluían el tabaco de Ambalema, las quininas
de Pitayo y de Almaguer, el cacao de Ocaña, tan
bueno como el mejor de Caracas; el oro, los cueros
de Antioquia y el platino del Chocó. Los negros y
los indios llevaban por sí mismos, o en sus ligeras
embarcaciones, los apreciables productos de los
bosques, de los ríos y del mar; el caucho que se
desprende del ficus elliptica; la vainilla; los bálsamos de Tolú y de Oopaiba; el Ayrax, que se exuda
del hirnenaca courbaril; la cera vegetal, producida
por el ceroxylu1n de los Andes y el myrica; el dividivi, cuya aplicación para curtir conocen muy bien
los indios chibchas; la zarzaparrilla, rival de la de
Honduras; el marfil vegetal, fruto de una especie
de palmera; los dientes de caimán; las conchas de
color de rosa para camafeos, y, por último, la ostra
perlera, abundante en todas las costas de Nueva
Granada.
Por desgracia para la ciudad, se ha dejado que
la arena invada poco a poco \31 canal; de modo que
la gran arteria ha quedado completamente cerrada.
Hoy día no se exportan sino pequeñas cantidades
de caucho, inferior al de Pará, pero mejor que
el de la América Central; tabaco de buena calidad
y un poco de concha.
Este último producto es el único que allí se trabaja; se fabrican muy buenos peines, agujas para
el cabello, cajas, y sobre todo bastones, sumamente
~apreclados- en él país- y
Europa.-Los que se de-
~en
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VIAJE A NUEVA GRANADA
dican a esta industria venden también caparazones
enteros de tortuga, pulimentados y con adornos de
plata.
La más rica y grandiosa obra de concha que se
conoce es el revestimiento que adorna la Capilla del
Sagrario, contigua a la Catedral de Bogotá. Las
paredes están cubiertas de concha hasta la cornisa
de la cúpula; los ocho altares, las columnas y los
capiteles están revestidos del mismo adorno, perfectamente trabajado, lo cual constituye a la vez
una curiosidad y un objeto de arte.
Los puertos de Barranquilla y de Sabanilla, en
la desembocadura del Magdalena, han reemplazado
a Cartagena como depósitos comerciales de la mayor parte de la república; pero atendido que distan
mucho de ofrecer a los buques iguales ventajas, hay
razón para creer que la antigua reina de las Indias
mandará abrir de nuevo su canal, a fin de adquirir
poco a poco su perdida importancia. Sin embargo,
para ello l:lería indispensable que el país estuviese
en paz y renunciara a su manía, o mejor dicho, a su
afición a los pronunciamientos.
III
UN MULETERO MODELO.-LA VERDAD ACERCA DEL ARBOL DE LA NOCHE.-LOS
VOLCANES DE AIRE DE
TURBACO.-EL
TEMPLO DEL ESPIRITU DE LAS CURAS.-ANTIGuEDADES
INDIAS DE TURBACO.
Un arriero o muletero llamado Cañas, juntamente con su hijo, que tenía por nombre Cañitas,
accediendo a mis instancias y a las del propietario
de la fonda donde me hospedaba, comprometiéronse
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DOCTOR SAFFRAY
37
a trasladarme a la ciudad de Oalamar, en el Magdalena.
A las seis de la mañana, padre e hijo entraban
en el patio de la fonda, conduciendo para mí un
caballo ensillado que no tenía muy mala traza, pero
en cambio, las mulas destinadas a llevar los bagajes
ofrecían un aspecto lastimoso. Los preparativos se
hicieron con mucha lentitud.
El camino de Oartagena a Turbaco está apenas
abierto a través del bosque; es un sendero sinuoso,
lleno de barro, cortado por barrancos y charcas
llenas de agua, obstruídos por raíces y troncos de
árboles, y donde se enseñorean los vástagos de
bambúes y los cactus.
Ouando ha caído un árbol centenario, corroído
por los parásitos y agobiado por el peso de las plantas trepadoras, que forman en su ramaje como una
corona ficticia, el arriero, sin dar importancia al
obstáculo que le intercepta el paso, desenvaina su
machete y abre camino muy pronto. En otros casos
R.vanza por el lecho de un torrente, sobre cantos
rodados y pelados peñascos; la marcha es entonces
lenta y penosa, y es preciso recordar a menudo las
palabras del conductor: "Tenga usted paciencia".
Hacia medio día llegamos a las inmediaciones de
un estanque, donde mandé hacer alto, colocando al
punto mi hamaca entre dos árboles.
Aquello era una playa de formación reciente, la
yerba presentaba tintes amarillentos muy agradables a la vista; varias' aves chillonas volaban acá
y allá y algunas hermosas garzas a las cuales no
atemorizó nuestra presencia, sondeaban con su
larg() J~icoel pantan_os~§110o_Qe_kt~_():r:UIªs. _
Pero- mientras me balanceaba en mi hamaca,
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VIAJE
A NUEVA
GRANADA
entregándome a una profunda meditación, espesas
nubes de mosquitos, pequeños y grandes, me declararon de pronto tan encarnizada guerra, que me
pareció prudente pronunciarme en retirada.
Cerca de aquel estanque observé un árbol de
aspecto extraño, que los indios llaman mocundo
(Pourretia platanifolia), y cuyo follaje ofrece bastante semejanza con el de nuestro plátano. De la
extremidad de las ramas penden cápsulas provistas
de cinco grandes alas membranosas, delgadas "JT sonoras como el pergamino, y que a cierta distancia
parecen farolillos de papel aceitoso.
También tuve ocasión de ver y estudiar, no lejos
de Cartagena, un árbol que llaman palo de vaca,
o árbol de la leche, respecto al cual se han compla,~ido los viajeros, y sobre todo los que exploran
sin salir de su gabinete, en referir cosas por demás
interesantes, pero embellecidas siempre por una
fantástica imaginación.
El árbol de la leche (Galactodendrurn utile), no
se cultiva en ninguna parte, ni lo merece tampoco.
En las regiones donde crece espontáneamente, sólo
en el caso de necesidad mayor, de falta de comestibles, o por puro capricho, se recurre a él; mas
para que su jugo se pueda beber, es preciso mezclarle con una gran cantidad de líquido caliente,
como por ejemplo café o té.
A causa de las dificultades que presenta el camino llamado allí real, no llegamos hasta por la
noche a Turbaco, y sólo habíamos recorrido un espacio de cuatro leguas.
El pueblo está situado casi en el emplazamiento
de una antigua ciudad india, que debió su importancia a la vecindad de un templo erigido a dos le-
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DOCTOR
SAFFRAY
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guas de allí, cerca de los volcanes de aire y de ba1'1'0, que son célebres como curiosidad
geológica,
pero cuyas tradiciones históricas no han sido citadas por los viajeros.
Merced a las indicaciones de Cañas, trabé conocimiento con un anciano indio llamado Fachimachi,
descendiente auténtico de los caciques de Turbaco;
pude granjearme su amistad por medio de algunos
regalitos, y hé aquí lo que me refirió:
El nombre indio del lugar era Yurmaco: el templo de los volcanes estaba consagrado a Cemi, el
Espíritu de las curas, sus doce sacerdotes llevaban
como insignia un ancho cinturón de oro y una diadema del mismo metal, pendían de sus narices unas
medias lunas de filigrana y del cuello unas placas
de oro que representaban una especie de rana de
relieve.
Al rededor de la eminencia que forman las bocas
de los volcanes se habían construído varias chozas,
donde eran recibidos los enfermos que iban en peregrinación al templo. Se les conducía a un montón
de barro, producido por los desprendimientos volcánicos, sepultábanlos allí, dejando solamente la
cabeza fuera; y el sacerdote pronunciaba entonces
las sagradas palabras para invocar la protección
del Espíritu.
Los volcnes de Turbaco tienen su leyenda: refiérese que hace dos siglos lanzaban llamas, porque
Satán respiraba por sus bocas, pero el cura del
pueblo se dirigió un día al sitio con gran pompa,
hizo aspersiones con agua bendita, pronunciando la
fórmula del exorcismo, y los volcanes se apagaron
uno dElsQ,º-_és
de otro como por arte de encantamiento.
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VIAJE
A NUEVA GRANADA
Lo cierto es que los gases que se escapan contienen mucho ázoe, y una parte muy pequeña de oxÍgeno, eXplicándose así la incombustibilidad.
En la casa del cura del pueblo he visto objetos
preciosos sacados de las tumbas indias de los alrededores: había allí una colección de vasijas de barro
de curiosas formas, un cinturón de oro de unas tres
pulgadas de ancho, trabajado con todo gusto como
arte; dos placas o medallas del mismo metal precioso, muy tenues, de unas cuatro pulgadas de diámetro, y con una tosca imagen que representaba
una rana; una media luna de oro para adornar las
narices, y una especie de cetro hueco, maravillosamente trabajado.
Antes de la conquista, los indios de Nueva Andalucía y de Castilla de Oro eran muy hábiles en
la confección de vasijas de arcilla, las cuales adornaban con figuras pintadas, cubriéndolas de un barniz casi indestructible. Sus trabajos en oro y en la
aleación de éste con cobre, que llamaban guanín,
eran tan notables, que el historiador Oviedo escribía lo siguiente: "Sus vasos preciosos, formados
con frutos de higuera, con asas de oro, son tan bonitos que podrían servir de copa para el más poderoso rey".
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41
IV
DE TURBACO A NARE
PAISES QUE LOS ESPAÑOLES LLAMARON TIERRA FIRME,
NUEVA ANDALUCIA y CASTILLA DE ORO.-CRISTOBAL
OOLON y EL PARAISO TERRESTRE.-REFORMA
DE LA
CARTA GEOGRAFICA DE NUEVA GRANADA EN TIEMPO DE LA CONQUISTA.-POLITICA
y TACTICA DE
LOS CONQUISTADORES.-USOS y COSTUMBRES DE LOS
INDIOS DE LAS COSTAS DEL ATLANTICO.-LAS
SE·
PULTURAS DEL RIO ZENU.-LAS
ARMAS ENVENENADAS.-EL MANZANILLO.
En la historia se consigna que Cristóbal Colón
descubrió de hecho el continente americano durante
su tercer viaje, pero que no tuvo conciencia de su
descubrimiento.
Al año siguiente, Rodrigo Fonseca, obispo de
Palencia, encargado del gobierno de las tierras nuevamente descubiertas en nombre de la Corona de
Castilla, comunicó a su protegido Alonso de Ojeda,
capitán de los ejércitos reales, los documentos relativos al tercer viaje de Colón, facilitándole los
fondos necesarios para una nueva expedición a la
isla de Trinidad.
Ojeda tomó por piloto a Juan de la Cosa, y por
auxiliar al cosmógrafo florentino Américo Vespucio. Algunos autores dicen que este último iba solo
como simple mercader, pero es probable que se
deseara sobre todo utilizar sus conocimientos náuticos ..
Al poco tiempo llegó Ojeda a la desembocadura
.deLOrinooo;-visitó como-Cclónlas islas.de Trinidad y la Punta de Paria; dio a la costa de Venezuela
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42
VIAJE
A NUEVA GRANADA
el nombre que lleva actualmente, y costeando siempre la tierra firme, reconoció él cabo de la Vela y
el Río Hacha, que constituyen hoy parte del territorio de Nueva Granada.
El capitán Ojeda fue, pues, el primero en confirmar la existencia del continente americano.
Las primeras expediciones de Ojeda y Bastidas
a lo largo de la costa americana tenían sólo por
objeto el cambio de artículos de insignificante valor
por el oro, las perlas y las otras riquezas del país.
Los ávidos aventureros, por otra parte, no se contentaban con despojar por violencia a todos los
indios, que no les enriquecían bastante a medida
de sus deseos, y los embarcaban como esclavos para
llevarlos a trabajar a las minas de oro de Santo
Domingo.
Sin embargo, en 1508, después de morir la reina
Isabel, Ojeda, célebre ya por sus viajes, y Diego
de Nicuesa, rico cortesano, obtuvieron de la corte
de España la concesión y el privilegio de fundar
colonias en las costas del Atlántico. Todo el territorio comprendido entre el cabo de la Vela y el
golfo de Urabá (hoy golfo de Darién), fue cedido
a Ojeda con el nombl'e de Nueva Andalucía; a Nicuesa le tocó en suerte la costa desde el golfo de
Urabá hasta el cabo de la Gracia de Dios, a la que
dio el nombre de Castilla de Oro. Al este de los
dos gobiernos, desde el cabo de la Vela hasta la
desembocadura del Orinoco, extendíase la Tierra
Firme, así denominada por Colón, en, memoria de
iU viaje.
Cuando se supieron en España y en Portugal
los resultados de los viajes de Colón y de sus émulos, la corte del segundo de estos países reclamó al
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u
43
Papa Alejandro. VI, alegando. que las reyes de España usurpaban sus privilegias cama descubridares. Pero. cama quiera que sus Majestades Católicas demastrasen a Su Santidad que las tierras de
.que se había tamada pasesión en su nambre no. estaban camprendidas en el vasto. espacio. cancedida
al Rey de Partugal, el Papa, dividiendo. en dos partes las regianes aún descanacidas, y las terrenos
nuevamente explorados, dio. una a cada cual de las
monarcas favaritas de la Santa Sede.
Las reyes de Castilla quedaron pues perfectamente en regla; el Papa les cedía la. América can
tada su cantenida; y las delegados no lo. alvidaron,
cansideranda desde entances cama casa suya todo
cuanto. se podían llevar, vender, o utilizar de un
mada cualquiera.
Desde aquel momento., y a la sombra de las decretas reales, se cometieran actas en cuya apreciación no. es mi ánimo. entrar aquí, pues para ello me
sería preciso. hacer una disertación histórica. Entre
atras casas, Carlas V permitió que fuesen reducidas a la esclavitud las indias que rehusaran recanocer su seberanía. Según dice el P. Simón, diariamente salían buques de Santo Daminga cen dirección a Tierra Firme, y siempre regresaban llenos
de bote en bate.
Desechemas tan tristes recuerdas, haciendo lo.
pesible par alvidar las desgracias de una épaca de
tinieblas, y allí dande la ascuridad está sólo. medio.
vencida, vayamas repitiendo. las palabras de Geethe
maribunda: "i Luz, más luz!"
Les indias de Nueva Andalucía eran mejar farmados .y_ de .colormenoBoSCllIu. que los.de Santa
Domingo.; las mujeres no. dejaban de ser agracia-
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VIAJE
A NUEVA GRANADA
das, según dicen los historiadores, y se complacían
en adornarse para agradar a los españoles.
Toda la costa estaba muy poblada; en un espacio que se pierde de vista, extendíanse los campos
en cultivos, cruzados por jardines; allí donde no se
encuentra hoy más que bosques o desiertos, vivía
un pueblo feliz, industrioso y bastante rico, puesto
que podía destinar al comercio de cambio el exceso
de sus productos, sin pedir a sus vecinos más que
artículos de adorno.
Sus casas, circulares, formadas con troncos' de
árboles, estaban cubiertas de un techo cónico de
hojas de palmeras, y los tabiques divisorios eran
de bambú o de caña. Había una sala con el piso cubierto de esterillas, que representaban con vivos
colores figuras de animales, y en las casas más ricas veíanse tapices de pluma. Las mujeres tenían
habitaciones separadas, era de su competencia servir a los hombres sus comidas, pero no tomaban
en ellas parte al mismo tiempo. Al rededor de la
sala principal estaban las momias; ¡terfectamente
conservadas, de los antecesores del jefe 4ilela familia.
El traje de los hombres se reducía a un taparabo de algodón, o a un pedazo de calabaza sujeto
en la citura. Las mujeres vestían casi en todas partes una faldilla más o menos larga de algodón,
adornada de dibujos de vivos colores. Los individuos de ambos sexos llevaban en la nariz medias
lunas de oro, en el cuello collares del mismo metal
y de perlas, y en los brazos y en las piernas brazaletes.
Cultivaban el maíz y la yuca, alimentándose
principalmente de la caza; su bebida consistía en
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DOCTOR SAFFRAY
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una especie de cerveza llamada chicha 'y en vino de
ananas.
No ha sido dado obtener las tradiciones religiosas de aquellos pueblos, pero su particular respeto
a los difuntos y su manera de enterrar los cuerpos
que no recibían los honores del embalsamamiento,
parecen indicar la noción de la inmortalidad del
alma.
En las localidades habitadas por ciertas tribus,
y sobre todo en el valle del Río Zenu, distinguíanse
las sepulturas indias, reunidas de ordinario en cementerios, por su buena conservación y más aún
por la riqueza de los objetos que se depositaban
junto al difunto.
Heredia, el fundador de Cartagena, fue quien
descubrió aquellos monumentos sagrados de los indios. Habiendo penetrado hasta los dominios del
cacique Finzemi, mandó saquear la ciudad y el templo, donde encontró veinticuatro ídolos de madera
cubiertos de placas de oro, que sostenían de dos en
dos una especie de hamacas donde los fieles iban a
depositar sus ofrendas.
Los árboles de los alrededores estaban cargados
de campanillas del mismo metal precioso, que sirvieron para enriquecer el botín.
Los cementerios del Zenu consistían en aglomeraciones de túmulo s de tierra, cónicos los unos y los
otros rectangulares; cuando moría un indio, practicábase un agujero bastante grande para contener
el cuerpo, sus armas, sus objetos preciosos, varias
jarras llenas de chicha y de maíz y una piedra para
moler el grano; y si era un jefe, algunas mujeres
.y. v.arios. eSCjlavosj()Lh.Qyc:>_s(l
~mhría_con una tierra
porosa que iban a buscar muy lejos. Entre los ob-
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VIAJE
A NUEVA
GRANADA
jetos preciosos descubiertos en estas tumbas, halláronse figuras de oro que representaban animales
de toda especie, desde el hombre hasta la hormiga,
y en una época muy reciente hallóse un pedazo de
madera dura esculpida y pintada, en el que se había
figurado danzas y juegos. El trabajo de esta reliquia es tan superior a todo cuanto hacían los indios
en tiempo de la conquista, que se ha creído ver en
esto el vestigio de una civilización anterior, a la
cual se remontarían las sepulturas del Zenu. Varias
excavaciones practicadas regularmente por gentes
entendidas, permitieron más tarde resolver el problema.
La industria de los pueblos primitivos y de las
civilizaciones nacientes no bastaba para obtener
armas temibles; la flecha, la jabalina y el rompecabezas no eran suficientes para la caza de grandes
animales y para la lucha de los hombres, y hé aquí
por qué encontramos en la más remota antigiiedad
la costumbre de envenenar los darlos y las flechas.
Este uso se practicaba en Asia varios siglos antes de Alejandro y en Italia, mucho tiempo antes
de la fundación de Roma. Los Galos, al decir de
Plinio, extraían del Limeun un veneno con el que
impregnaban sus flechas para cazar el gamo. Pero
por un sentimiento caballeresco, que data de antiguos tiempos, desdeñaban emplear en la guerra semejantes armas.
Cuando se hizo el descubrimiento de América,
la mayor parte de las tribus de los países cálidos,
y sobre todo las que vivían no lejos del mar, emponzoñaban sus flechas, así para la guerra como para
la caza, variando el veneno según el clima y los productos naturales de la lecalidad. En la costa sep-
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DOCTOR SAFFRA y
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tentrional de Nueva Granada, los indios se valían
del jugo de manzanillo y la más leve picadura bastaba, según dicen, para que muriese el herido en
medio de los más atroces tormentos.
Estas armas terribles causaban gran espanto a
los españoles, que en vano buscaban un contraveneno eficaz, pero según dice una leyenda, el hidalgo
:Montalvo tuvo un sueño en el que la Santa Virgen
le indicó el sublimado corrosivo como antídoto del
veneno indio; curóse a sí propio y dio cuenta a sus
compañeros del descubrimiento que acababa de hacer. Esto recuerda el sueño de Alejandro, referido
por Diodoro de Sicilia, sueño en que una serpiente
reveló el medio de curar las heridas causadas por
las flechas ponzoñosas de los Brachmanes. Como
quiera que sea, el uso del hierro candente fue adoptado en general por los españoles para combatir
los efectos del veneno.
El manzanillo es muy común en los alrededores
de Cartagena; es un árbol de mediana altura, que
por su aspecto y follaje se parece bastante al peral; una mancha roja ocupa la cima de cada peciolo, aunque no siempre, el fruto, umbilicado en su
extremidad, se asemeja a una manzanita colorada;
la pulpa es blancuzca y contiene un hueso erizado
de salientes agudas, y en cuanto al sabor, mi pasión
por la ciencia no fue bastante poderosa para inducirme a probarle, pues hasta prevenido estaba por
todo cuanto había leído en los autores sobre los deplorables efectos que produce comer este fruto.
Por lo que hace a la madera, no es dura, ni tampoco propia, como se ha dicho, para los trabajos de
ebaJJjstAría; blanda yiilamfluto.6a, JieIl~lloca du-_
ración. Se ha confundido con el verdadero manzu-
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VIAJE
A NUEVA
GRANADA
nillo (hippomane mancinella) una planta venenosa
que crece en las montañas, y cuya madera se puede
utilizar si se tiene cuidado de sacar la savia .
.Además de la nandirhoba, que parece ser el contraveneno más seguro para combatir los efectos
del manzanilla, puede emplearse también confiadamente la bignomia leucoxylu!fn (cedro blanco) que
crece comúnmente cerca del peligroso árbol. Con la
sal se han hecho algunas curas; el jugo de caña no
posee, como se ha creído, las mismas propiedades,
pero el aceite, ingerido en abundancia, salvó a los
primeros españoles que comieron estos frutos engañosos.
En cuanto a la atmósfera que rodea al manzanilla, admitíase, bajo la fe de las leyendas, que era
muy peligrosa por la mañana, por la tarde y durante la noche. Dábase por seguro que un prolongado sueño bajo la sombra del árbol, en tiempo húmedo, era mortal; pero las observaciones de Jacquin nos han dado a conocer que todos estos peligros son imaginarios.
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DOCTOR SAFFRA y
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v
CAMINO DE TURBACO A CALAMAR.-LAS AVISPAS CARTONERAS.-PASO
DEL CANAL DE CARTAGENA.-CUADROS DE LA NATURALEZA TROPICAL.-LOS
COMEDORES DE TIERRA.-MODO DE NAVEGAR EN EL MAGDALENA.-ISLAS
y PLAYAS.-DESEYIBOCADURA
DEL
CAUCA.-LA
CIUDAD DE MOMPOX.-DOS PALABRAS
ACERCA DEL VALLE DE UPAR.-iSON
LAS HORMIGAS
COMESTIBLESt-OPINION
SOBRE EL ORIGEN DE LAS
LENGUAS INDIAS.
Tengo impaciencia por volver al pueblo de Turbaca, tan célebre en otro tiempo, siguiendo el camino que llaman real y que conduce a Calamar, situado sobre el gran río Magdalena.
El camino real de Calamar no es efectivamente
más que un abominable sendero.
Un poco antes de llegar al mísero pueblo de Arjona, y en el momento de pasar por debajo de unos
grandes árboles de tronco liso y espeso ramaje. Cañas, que cantaba para distraer los enojos del camino, se interrumpió de pronto y dijo en voz baja:
" No hagamos ruido j aquí están las avispas." .Al
pronunciar estas palabras, cubrióse la cabeza con
su poncho, y Cañita s le imitó prontamente. En el
mismo momento me sentí picado en el cuello, en las
manos y en las mejillas y durante un cuarto de hora
estuve aturdido por el dolor, pues creo que no se
puede experimentar otro más vivo. Después acometióme una intensa fiebre, que 'no se debilitó hasta
la caída de la tarde.
Las avispas que nos habían acometido, negras
y pequeñas, pertenecían a la numerosa familia de
las-cartoner-as.- Acostuñfbtání:fsa fabricar en los-
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VIAJE A NUEVA
GRANADA
árboles, de ordinario en el nacimiento de una gruesa
rama, un nido de forma cónica y de color apacible,
y apenas perciben el más leve rumor cerca de su
vivienda, lánzanse sobre los hombres y los animales que se aventuran en su dominio. Yo he visto a
los más valerosos huir atemorizados al distinguir
uno de esos nidos, que podrían confundirse a veces
con los de los inofensivos térmites.
Como a la mitad del camino de Arjona a Calamar, un poco antes de llegar al pueblo de Mahates,
la senda está cortada por el antiguo canal de Oartagena, llamado de Dique. El primitivo lecho regular ha desaparecido, y el agua se disemina a lo lejos formando lagunas y pantanos. Para cruzarlo
se cargan en una piragua los bagajes; los viajeros
se colocan junto a ellos y deben conducir de la brida
sus caballos o mulas, que nadan junto a la embarcación, tripulada por dos hombres. En algunos sitios es tan rápida la corriente, que arrastra consigo
piragua y caballo, pero fácilmente se vuelve a recobrar la línea y después de haber navegado por
espacio de diez o quince minutos, se toca en la orilla opuesta.
En aquel sitio se ofrece a la vista un paisaje de
los más magníficos que sea dado contemplar. Figuraos una vasta llanura limitada a lo lejos por
colinas azuladas, cubiertas de un bosque inundado
de luz, donde cruza una ancha faja líquida, que,
perdiéndose a cierta distancia, forma islas de bambúes, arenosas playas y cristalinos lagos. En ciertos sitios elévase un añoso árbol cargado de parásitas, y cuyas robustas ramas se cubren de repente
de una bandada de zancudas de blanco plumaje; más allá, en los cañaverales, se ven algunas
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DOCTOR SAFFRAY
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garzas que juguetean en la orilla, mientras que
otras, apoyadas sobre una pata, con el cuello replegado y la cabeza debajo del ala, duermen tranquilamente, y por último, entre las yerbas y las plantas acuáticas, pululan ánades de plumaje metálico
y gallineta s de agua, cuyas alas desplegadas presentan una media luna de color de oro sobre el fondo púrpura. El sol tórrido está en el cenit; un grito
ronco interrumpe a largos intervalos el silencio
más agradable. Arboles de mediana talla, que surgen de la espesura de cactus, de bl'omeliáceas y de
aquella naturaleza virgen y salvaje, llena de gracioso encanto y de mágicos esplendores.
A poca distancia del canal, el camine mejora
sensiblemente, y el bosque que atraviesa es también
imponente de la soledad; todo está en armonía con
gramíneas, forman una primera bóveda compacta,
de donde se escapan graciosos ramos de palmeras.
De trecho en trecho, los cedros y los laureles, grandes árboles de tronco liso, se elevan orgullosamente
a más de cien pies de altura y proyectando al rededor la sombra de sus vigorosas ramas, dominan
con su soberbia copa la primera línea de verdura.
De su tronco se lanzan las plantas trepadoras de
barnizados follajes y odorÍferas flores, suben retorciéndose, se enroscan hasta la cima, y no hallando más apoyo, vuelven a caer en forma de largos
cordones, que toman raíz a su vez, mezclando su
vitalidad con la de la planta madre. Las plantas
parásitas, de hojas filiforme s y agrisadas, penden
de las ramas como cabelleras, balanceando muellemente a las muchas avecillas cantoras que han ido
. ~ .1?()~arseªllí..
Por doquiera se ven ílóres: las haya.e color de
1":
,
.~,
.
~
.
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púrpura, amarillas, moteadas; unas se abren solitarias o por grupos, otras caen en forma de guirnaldas, de racimos o de ombelas, y en ellas se posan
el escarabajo de color de oro, las moscas de brillantes tintes y las atercicpeladas mariposas. En los
árboles se ostentan gigantescas orquídeas con sus
formas enigmáticas, imitando las de un ave, de una
urna o de un insecto.
El colibrí disputa a la abeja la miel de los néctares perfumados, el ruiseñor eleva su canto en la
espesura, el cardenal revolotea entre los brezos, las
chillonas cotorras pasan a veces por bandadas, y
las aras, de color de púrpura y azul, cruzan los aiI'es como una exhalación. Sobre el tronco de un árbol que cayó herido del rayo, el águila inmóvil acecha su presa; de lo más intrincado de la espesura
parte el grito de los monos aulladores, mientras que
el iguana, ese gigante de los lagartos, y algunas
tímidas serpientes, huyen del viajero dejando oír
el roce de sus cuerpos sobre la yerba.
Calamar, en otro tiempo Barranca, es un pueblo
agradablemente situado a orillas del Magdalena;
para los pequeños barcos de vapor del río, constituye una escala poco importante desde que Cartagena dejó de ser el gran centro del valle. Hay allí
una especie de posada bastante cómoda relativamente al país, donde me fue preciso permanecer algunos días hasta que pasara un vapor.
Yo los aproveché para hacer algunas excursiones por las cercanías, unas veces siguiendo a pie
los senderos que penetran en el interior del bosque,
y otras a bordo de una piragua, que me conducía a
los caseríos inmediatos. La naturaleza, los hombres
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DOCTOR S.A.FFR.A.y
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y las cosas, todo era nuevo para rrú y me ofrecía el
mayor interés.
Oierto día me detuve para almorzar en una cabaña de bambú y de cañas, donde una familia de
indios se apresuró a servirme bananas asadas en
la ceniza, leche y algunas frutas, es decir, toda su
riqueza. Llamó mi atención un adolescente de catorce a diez y seis años, que permanecía inmóvil
cerca de la puerta: tenía un color pálido, casi lívido;
en su mirada notábase una fijeza que me hizo daño;
sus ojos carecían ya de brillo y sus miembros enflaquecidos parecían demasiado débiles para sostener una voluminosa cabeza y un vientre enorme.
Oomopreguntase a la madre si estaba enfermo aquel
joven, contestóme al punto:
-¡ Oh, no es nada! Eso consiste en que come
tierra.
Poco después supe que el geofagismo era una
enfermedad bastante extendida en algunas partes
del valle bajo del Magdalena, aunque sin ofrecer
,el carácter de endémica, como en las orillas del
Orinoco. Extraño es encontrar esta perversión del
gusto, no sólo en varios países de la América del
Sur, y hasta de los Estados Unidos, sino también
de Guinea, en Java y en otros diversos puntos.
La tierra que se utiliza como comestible es una
arcilla amarillenta o rojiza, muy grasosa, rica en
detritus de diminutos animales y de plantas criptógamas. En ciertos puntos la comen sin preparación alguna; en otros la secan al sol o la calientan
entre la ceniza. Los atomacos del Orinoco la fríen,
lo cual le comunica al menos algunas virtudes nutritivas.
Esta:- enfermedad, conocida con el nombre- de
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A NUEVA
GRANADA
pica, es por fortuna bastante rara en Europa y sólo
en los tiempos de escasez, particularmente en la
época de las Cruzadas y durante la guerra de los
treinta años, se vieron en Pomerania, en Suecia y
en Finlandia, poblaciones enteras que comían una
arcilla llamada harina de montaña, la cual contiene
una notable proporción de materias orgánicas de
restos que por el microscopio se han reconocido
como pertenecientes a varias especies de algas.
La navegación· por el Magdalena es bastante
activa y sobre todo muy pintoresca. Sin contar los
vapores que hacen casi un servicio regular, cuando
la política y los pronunciamientos lo permiten, se
ven a menudo bajar por la corriente balsas de bambú o del Hibiscus tiliaceus, madera tan ligera como
el corcho, sobre las cuales se trasportan de ordinario las frutas, las banana s y las mercancías que
no se echan a perder por la intemperie. Una vez llegada a su destino abandónase la balsa.
Hay otras embarcaciones llamadas hongos:
grandes piraguas construídas con troncos de árboles, y que pueden contener de sesenta a setenta toneladas de mercancías, empléanse para abastecer
los mercados que haya lo largo del río. El champán
es un bongo de gran tamaño, protegido por un tejado de cañas y de hojas de palmera; es la más
pintoresca de las embarcaciones del Magdalena.
En cuanto a los p·equeños vapores, son reemplazados con frecuencia por los champanes. El interior
está dividido por esterilla s en compartimientos que
sirven de habitaciones y almacenes; la cocina se
halla en la proa; en la popa se sitúa el capitán, que
se cubre el cuerpo sólo con una camisa, y se sirve
de un largo remo a guisa de timón; sobre el teja-
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dillo se colocan de diez a doce negros, provistos de
largas pértiga s terminadas por una horquilla de
madera muy dura, con las cuales hacen avanzar la
pesada madera contra la corriente, lanzando a intervalos ruidosos gritos. Vistos de lejos estos hombres, agitándose con sus pértiga s sobre la arqueada
cubierta, y ejecutando verdaderos ejercios de acróbatas, simulan realmente una danza fantástica de
demonios.
Estos marineros, llamados en el país bogas,
forman una casta separada, más notable por sus
defectos que por sus buenas cualidades. El boga
elige de ordinario por morada la orilla de los ríos,
esas tierras malsanas donde el calor y la humedad
engendran prodigios de vegetación y extraños animales; su caseta de bambú, cubierta de hojas de
palmera, es angosta y baja; en la única habitación
no hay muebles, ni utensilios, ni útiles; sólo se ve
una olla de barro, una hacha vieja y un machete.
Su hedionda compañera, de seno deforme y medio
recostada sobre una piel de toro, tiene a su alrededor a dos tres pequeños monstruos, cuyo vientre,
desarrollado con exceso, les impide sostenerse de
pie, por lo cual se arrastran hasta la edad de tres
años, enteramente lo mismo que lbs animales, cuya
existencia imitan durante toda la vida. Al rededor
de la choza planta el boga algunos bananos, y dos
o tres veces al año siembra en el mismo rincón de
tierra, sin labrar y sin echar abono, el maíz que
recogerá a los cincuenta o sesenta días. Sus anzuelos
le permiten obtener algunos peces, cuando no es
demasiado perezoso para servirse de ellos, y escarba
_Jill_la_abrasada arena _de_la_play-a -parILb:uscar los_
huevos de tortuga y de caimán.
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En rigor podría vivir sin trabajar; pero el hombre desea tomar parte en los placeres y los vicios
de las ciudades y los pueblos; para esto necesita
dinero; y a fin de adquirido consiente en alquilarse
por una o dos semanas al pa.trón de una balsa, de
un bongo o de un champán. Desnudo, sufriendo los
ardientes rayos del sol, y con su pértiga apoyada
en el pecho para hacer más fuerza, recorre la embarcación, moviéndola a la vez por su peso y por el
esfuerzo de todos sus músculos. Rudo es el trabajo,
y por prisa que se tenga en llegar, no puede uno
menos de reconocer que es muy natural que los desgraciados bogas traten de aprovecharse de todas
las ocasiones posibles para reposar un momento, y
hasta que busquen en la embriaguez la insensibilidad y la indiferencia.
La corriente del Magdalena se desliza sobre un
terreno de aluvión llano y poco sólido: estamos a
cerca de cuarenta leguas de su desembocadura, y
a pesar de ello tiene todavía una media legua de
ancho; numerosas islas dividen su curso, y los bancos de arena, islas en vía de formación, interrumpen acá y allá el paso de las aguas. La vegetación
varía con la edad del terreno que cubre: vense aparecer primero cañas de un delicado color verde,
después gramíneas y arbustos, y por último árboles
de follaje sombrío y grupos de palmeras.
En las partes arenosas se encuentran miles de
caimanes que salen a tomar el sol y abren a cada
momento sus enormes bocas; la tortuga franca llega
por la tarde a depositar sus huevos; la iguana corre
en persecución de los insectos y de las ranas que
pululan debajo de las piedras, en la yerba y entre
los matorrales.
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Un día que desembarqué en una playa cubierta
en parte de espeso bosque, para dedicarme a la caza
de mariposas e insectos, caza fructuosa de la que
obtuve una rica colección, el boga que me acompañaba profirió un ligero grito y comenzó a llamarme con una pantomima de las más expresivas. Llego
presuroso, y siguiendo la dirección de su dedo, veo
sobre la rama de un árbol una enorme araña parda,
con manchas purpúreas, que tenía entre sus patas
una avecilla, la cual se agitaba en las convulsiones
de la muerte. Era un migale cazador, o dvicular,
que habiendo sorprendido al pajarillo en su nido,
picóle con sus do~ dardos, semejantes a los del escorpión, y después de una breve lucha, comenzó a
chupar la sangre de su víctima antes de que muriese.
A los seis días de navegación llegamos a la
desembocadura del río Cauca, afluente principal del
Magdalena. No lejos de allí está la ciudad de Magangué, donde se celebra todos los años una importante feria. La corriente del Cauca, tan extensa
como la del Magdalena, pero de lecho más angosto,
está separada del gran río por la cordillera central.
Era ya de noche cuando llegamos a la altura de
Magangué: la luna aparecía con toda su esplendidez; la tranquila superficie del agua brillaba como
un espejo; el aire era tibio y perfumado, y perdíase
el paisaje en vaporosas perspectivas. Para completar el cuadro, y cuando más absorto me hallaba en
la contemplación, llegó a mis oídos un canto dulcificado por la distancia, que partía de una piragua
próxima, y que me pareció muy poético.
~.- -Al-día.-siguiente-llegamBS· a~la-ellidad~·de MQm·
pox, tocando en los grandes árboles que hay a 10
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largo de la orilla, y que prestan sombra a las numerosas embarcaciones cuando van a depositar sus
mercancías o a ca.rgarlas. La ciudad cuenta seis o
siete mil habitantes. La construcción de las casas
es por el estilo de las de Cartagena. El único monumento notable es la iglesia, junto a la cual se
eleva una torre octógona de cinco pisos, todos de
estilo diferente, sobrepuesta de una cúpula aplanada, sosteni&a por ocho columnas.
La temperatura de Mompox es sumamente elevada; el termómetro marca a la sombra, por la
tarde, cuarenta grados centígrados, y jamás hay
viento ni sopla la menor brisa. Así se comprende
la indolencia de los habitantes, y se explica que
tomen con intervalos de una hora copitas de ron,
para luchar contra la influeneia depresiva del
clima.
Al remontar el Magdalena se pueden visitar en
la orilla derecha varios puntos importantes, y sobre todo el confluente del río Upar, célebre en la
historia del descubrimiento del país a causa de la
desgraciada expedición que salió de Coro (Venezuela), en 1530, al mando de Alfinger. Este último
llegó al territorio del cacique Tamalameque, penetró en la cordillera que se extiende más allá del río
Ocaña, y durante varios meses estuvo sufriendo
todos los horrores del frío, de las enfermedades y
del hambre. Alfinger marchó algún tiempo por el
~mr,y después, en vez de continuar en la misma dirección, seguida siete años más tarde por Gonzalo
.Jiménez de Quesada, y que le hubiera conducido a
las ricas tierras objeto de su ambición, dejóse dominar por el abatimiento, permitió que sus compañeros devoraran los últimos indios que tenían a su
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serVICIO,e iba a retroceder cuando fue muerto en
un combate. Los demás expedicionarios se dispersaron en dirección a la costa.
Quesada, saliendo de Santa Marta en 1537, Ol'ganizó dos cuerpos expedicionarios que debían
obrar de concierto, remontando uno el Magdalena,
y siguiendo el otro la vía de tierra firme. Obligado
a enviar las embarcaciones a la costa con los enfermes, penetró en las cordilleras como Alfingel',
y siguiendo siempre la dirección sur, atravesó los
Estados actuales de Santander y Boyacá. Los cronistas nos dan detalles desgarradores sobre los padecimientos y las privaciones que sufrieron los españoles en aquella campaña. Después de alimentarse por espacio de algunas semanas con las yerbas
y plantas del bosque, comiéronse todos los objetos
de cuero, las vainas de las espadas, los arneses y
las correas; y como el hambre continuase, viérons8
en la precisión de dar caza a los insectos para devorarlos.
Habían visto a unas míseras tribus de indios
criar gran número de hormigas para comerlas;
apelaron a tan duro expediente para disputar su
vida a la inexorable parca. Al efecto formaban una
pasta con yerbas cocidas, colocábanla sobre un hormiguero, dejándola hasta que estuviera bien cufundiendo débil su claridad; un largo cono luminobierta; amasábanla de nuevo, repetían la operación
y formaban así un verdadero pan de hormigas. Es
posible que los cronistas, y particularmente Juan
de Laet, en su N ovus Orbis, hayan confundido los
térmites con las hormigas, pues el ácido fórmico,
ingerido en tales cantidades, habría ocasionado la
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VIAJE
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muerte a los españoles, o cuando menos les hubiera
producido una grave indisposición.
Por lo demás, tenemos talvez demasiadas preocupaciones respecto a la comestibilidad de los insectos. Sin hablar aquí de los acrodófagos, o comedores de langostas, bastante numerosos en Africa,
según los relatos de Strabón, confirmados por Dampier, Knox dice en su Descripción de Ceilán, que
los habitantes de algunos distritos comen abejas.
Livingstone asegura que los naturales de las orillas
del lago Nianza confeccionan con los mosquitos
unas tortas a que son muy aficionados. Sabido es
que los bohemios comen sin repugnancia ciertos
parásitos del hombre, y que al ilustre Laplace le
gustaban mucho las arañas.
Más allá del río Upar se halla en la misma orilla el río Ocaña, centro principal de la provincia de
este nombre; después el río Lebrija, que corre por
el estrecho valle de Soto; y por último el Sogamoso, que baña con sus afluentes los valles y mesetas
de Socorro, Pamplona, Tundama, Vélez y Tunja.
Todos tres tienen su nacimiento en la cordillera
oriental, en aquella donde los conquistadores encontraron más obstáculos, pues todos los indios del
país se mostraron hostiles. Los invasores sufrieron
tanto más, cuanto que casi nunca tenían guías e intérpretes, mientras que la diversidad de lenguas de
aquellos países era extremada y difícil de explicar.
Sin embargo, el historiador Gregorio García no
se apuró para damos noticias en su obra sobre el
origen de las lenguas del nuevo continente. Véase
la traducción de un pasaje: "El diablo, que no carece nunca de inteligencia, sabía por conjeturas que
iba a p~edicarse en el país la ley evangélica; y que-
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riendo aumentaI' las dificultades de los mlSlOnerOfJ
e impedir a los indios que la comprendiesen, C0l1Sigui6 inducir a los indígenas a. que inventaran un
gran número de idiomas, ayudándoles en la tarea
con el ingenio que sé le conoce."
Queden los lingiiistas advertidos; la historia de
la torre de Babel no es aplicable al nuevo continente.
VI
LA
ISLA MARGARITA.-LOS
MONOS AULLADORES.-EL
VINO DE PALMERA Y LA COL PALMISTA.-DESENGAÑO ACERCA DE LOS COCOTEROS.-LAS ISLAS FL()"
TANTES.-IJA TIERRA DE LAS MARIPOSAS.-EL
MARFIL VEGETAL.-EL CEDRO.-DIVERSOS MODOS DE CA,
ZAR EL CAIMAN.-LLEGADA A NARE.-SU SITUACION,
COMERCIO y HABITANTES.
Acabamos de costear una isla encantadora, verdadera perla que no se puede menos de admirar
entre todas las riquezas de esta naturaleza. espléndida: diríase que es un jardín creado bajo la inspiración de un poeta. Numerosas casas de bambú,
tan limpias como bien construídas, están diseminadas en la orilla. del río y en el interior; cada vivienda. tiene su verjel, poblado de limoneros, de naranjos y de pequeños cedros, cuyas flores odoríferas
perfuman el aire en toda estación; al lado se extienden un pequeño campo de cañas de azúcar, otro
de maíz y un plantío de banano s, y varias palmeras
ostentan acá y allá sus empinadas coronas. Al reaedo!' dé'Iás casetas abunaan las fIo'res,' formando'
vistosas guirnaldas; de trecho en trecho, varios
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VIAJE
A NUEVA GRANADA
bosquecillos de árboles seculares, respetados por el
hacha, constituyen sobre el río un gracioso arco de
verdura, bajo el cual descansan en sus piraguas los
pescadol'fls, cuyo monótono canto contrasta con el
rumor de las aguas.
La isla está principalmente habitada por mestizos. Las mujeres se distinguen por su belleza, y
sobre todo por una gracia que realza sus encantos.
Es preciso verlas por la mañana, cuando bajan por
grupos a la orilla del río para llenar de agua sus
cántaros de arcilla; su falda de indiana, algo corta,
y adornada de un volante, permite ver un pie diminuto que envidiarían nuestras bellas; el busto, bien
formado y flexible, sólo está cubierto por una camiseta escotada, guarnecida también de un volante; las mangas, que apenas llegan al codo, dejan
ver los brazos desnudos, perfectamente modelados.
Algunas llevan su negro y abundante cabello dispuesto en trenzas que caen sobre los hombros;
otras le recogen con un gran peine de concha; largos pendientes y un collar de oro constituyen todo
su adorno.
Llegada la tarde se oyen por todas partes voces
argentinas y los acordes de la guitarra; acaso no
haya en el mundo un rincón de tierra donde el hombre haya sabido mejor armonizarse con la naturaleza para vivir según sus deseos, y disfrutar de todos los dones de aquélla.
Pero ya abandonamos la isla feliz, para seguir
avanzando por el gran río j llega la tarde, el sol
desaparecerá bien pronto en el horizonte; por la
parte de poniente, varias nubes sonrosadas, rojas
y purpurinas, se destacan sobre un fondo anaranjado, que se degrada al pasar por el amarillo, mien-
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DOCTOR SA.FFRA y
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tras que el cenit presenta todavía un precioso color azul. Poco a poco se debilitan las tintas, el rosa
se cambia en lila, el rojo en violado y las nubes de
púrpura adquieren un color gris azul franjeac10 de
oro. Algunos minutos más, y la sombra habrá invadido esa parte del cielo, pero en la opuesta del horizonte aparece como una nueva aurora; el disco
de la luna sube con lentitud, grande, plateado, difundiendo débil su claridad; un largo cono luminoso se extiende sobre la superficie del río y ensánchase con la marcha rápida del astro, que bien pronto es reflejado por las aguas, simulando éstas en-·
tonces un inmenso espejo de plata. La verdura reviste un tinte azulado, ]as luces luchan con opacas
sombras, y pequeñas nubes blancas, ligeras como el
brazo del cisne, deslízanse sobre el fondo de un cielo
tachonado de estrellas.
i Qué hermosas son estas noches! i Cuán diferente es aquí el reposo de la naturaleza si se compara
con el que observamos en Europa! En vez de las
tinieblas, del frío y del silencio que recuerda la
muerte, contémplase aquí un cielo radiante de claridades; la brisa es tibia, por doquiera se aspiran
perfumados efluvio s y los cantos meliodiosos y los
rumores del bosque nos anuncian siempre la vida.
La cigarra lanza su grito agudo; el cucarachero
(Regulus) modula gamas cromáticas; la nutria deja oír a intervelos su grito de llamada; en el bosque resuena el siniestro rugido del tigre; el perezoso repite de minuto a minuto su queja, semejante
al llanto de un niño; el cocodrilo que reposa en la
playa choca ruidosamente sus mandíbulas, y en la
- -espesura-Be oyenlasTOJICas--vuces-delos monos au-
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VIA.TE A NUEVA
GRAN-+-DA
lladores, que a cierta distancia simulan el lejano
fragor del trueno.
Estos cuadrurnanos, que pertenecen a la familia
de los Aluates, son unos singulares animales. La
naturaleza quiso hacerlos músicos y les conformó
la glotis a manera de tambor huesoso, muy desarrollado, lo cual les permite producir una voz de bajo
cavernosa. Su talla es la de unos tres pies, están
cubiertos de pelo de color pardo rojizo, la cola es
prensil y su cara de azul negruzco, adornada de
una especie de larga barba. El ángulo facial mide
unos treinta grados. Son por lo general muy sociables, y forman numerosas tribus, pero distan mucho de tener ese alegre carácter que distingue a las
especies más pequeñas. Es un hecho reconocido que
cuanto más semejanza ofrece el mono con el hombre, mayor es su gravedad.
Los aulladores del Magdalena pertenecen a la
especie llamada Simia Bel-zebuth. El jefe de la
tribu emite a veces un gruñido particular, que repiten en coro los demás, hecho en el que reconocen
algunos cierta semejanza con los responsorios de
las letanías, o con ese murmullo monótono que se
oye en algunas casas cuando se reza el rosario. Sucede también a menudo que todos los monos de la
tribu, particularmente en los momentos de expansión, lanzan a la vez un gruñido prolongado.
He tenido ocasión de ver en la isla Margarita
dos cosas muy elogiadas por los viajeros: el vino
de palmera y la col palmista.
Para obtener el vino se corta una palmera real
y se practica en el tronco, por debajo del nacimiento de las frondas y de los espatos florales, una canal de treinta y cinco o cuarenta centímetros de
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DOCTOR SAFFRA y
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largo, por diez a catorce de ancho. Como la subida
de la savia continúa la excavación, se llena lentamente de un sabor ligeramente vinoso, líquido que
se recoge durante quince o diez y ocho días. Lasavia, al principio muy dulce, va siendo cada vez más
alcohólica, y luégo comienza la fermentación acética. Un árbol vigoroso puede producir unas veinte
botellas de este licor, y hasta un poco más, si se
tiene cuidado de quemar las hojas y los peciolos,
para in1pedir que absorban en provecho suyo una
parte de la. savia ascendente.
El corazón de palmera, compuesto de hojas no
desarrolladas, blancas y tiernas, constituye nna legumbre insípida y poco nutritiva, que exige la intervención de los condimentos.
El uso de la. col palmista y del vino de palmera
es incompatible con las más sencillas nociones de
la. cultura y de la civilización; pero afortunadamente, los naturales del Magdalena no consideran
una cosa y otra sino como golosinas, y no se permiten tomarlas sino en circunstancias excepcionales. En efecto, sería bárbaro sacrificar por tan mí-.
nimos productos un árbol que cuenta al menos treinta años, el más hermoso ornamente de los verjeles,
y que puede dar fruto durante más de medio siglo.
Obligado a reducir a las dimensiones y a los colores de la realidad mis ideas respecto a esta palmera, no puedo menos de proceder del mismo modo
con el cocotero, acerca del cual se ha incurrido en
no poca exageración en las descripciones. ¿ Quién
no se admirará al leer que el cocotero satisface todas las necesidades del hombre, proporcionándole
-abundantesmaterias--para- hacer- srrvivienda, un
alimento sabroso, una bebida deliciosa, aceite para
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VIAJE
A NUEVA GRANADA
la luz, ropas ya tejidas, vajilla, aparatos de caza y
pesca, remedios, y, por último, todo cuanto puede
desear un sabio para vivir según las leyes de la
simple naturaleza' Bernardino de Saint Pierre no
ha contribuído poco a popularizar estas poéticas
descripciones, demasiado seductoras para que se
deje de reproducirlas siempre en los libros de los
niños, y aun en los que se pretende vulgarizar la
CIenCIa.
El cocotero comienza a dar fruto a los veinte
años; continúa creciendo hasta la edad de un siglo,
y entonces alcanza a la altura de ochenta a cien
pies. Cuando es joven, el tronco está rodeado, así
como la base de las hojas, de una especie de borra
áspera y gruesa, que en rigor podría emplearse
para calafatear, y hasta para tejer cuerdas; pero
en cuanto a confeccionar ropas, compadezco a los
pobres salvajes que estén condenados a llevar semejantes cilicios.
Sin duda piensan ellos del mismo modo, puesto
que prefieren cubrirse con Ulla capa de grasa o de
pintura. Los frutos verdes del cocotero contienen,
cuando son bastante tiernos para poderse cortar
con el machete, un agua ácida, fresca y muy agradable, pero que, según dicen, ocasiona fiebres intermitentes si no se tiene cuidado de añadir un poco
de coñac. Cuando llegan a su completa madurez,
sólo se encuentra una escasa cantidad de agua.
Aunque se tenga la mejor voluntad del mundo, no
se puede considerar como un alimento la almendra
coriácea que reviste las paredes de la nuez, y el estómago más robusto no resistiría más que una pequeña can.tidad. Esta almendra puede producir, en
efecto, algún aceite, mas para ello es indispensable'
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DOCTOR SA.FFRA.Y
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apelar a procedimientos industriales que no se hallan en modo alguno al alcance de los hombres primitivos. Si se corta con la extremidad de un espato
el cocotero en el momento en que debe abrirse para
que salgan las flores, vierte durante algunos días
vino de palmera; pero entonces abortan las flores,
y se carece del beneficio de los frutos, sin contar
que es un penoso ejercicio de cucaña subir a recoger este líquido de lujo. El indígena puede excusarse de tal trabajo si espera a que se desprendan los
frutos, pero ha de evitar que le toquen semejantes
proyectiles en su caída, pues no confirmarían lo
que se dice en la fábula de la bellota y la calabaza.
Una de las virtudes menos contestables de esta
palmera tan elogiada es la propiedad febrífuga de
sus raíces. Por lo demás, la datilera es muy superior, y da productos en mayor número y más útiles, aunque también hay un poco de exageración en
el proverbio persa, que dice: "Los productos de la
palmera son tan numerosos como los días del año. "
Por lenta que sea la navegación en el Magdalena, aún se quisiera ir más despacio, a fin de disfrutar mejor de las bellezas del paisaje, cuyo aspecto
cambia de continuo. A cada hora se experimentan
nuevas sensaciones; a cada vuelta del río se recibe
una sorpresa.
Unas veces se costea por una alta orilla, cortada
a pico, cubierta de una cortina impenetrable de
bosques, que aparecen como suspendidos sobre el
río; y otras se toca en algún fondo de arena, donde
la embarcación permanece algún tiempo inmóvil.
Aquí es preciso luchar contra una corriente rápi- ~da rn.a-s-allá ~debe:ñ evitarse -tos ironcos- que interceptan el paso. Hay ocasiones en que después de
r
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VIAJE
A NUEVA GRANADA
una noche de tempestad se ven flotar sobre el agua,
cubierta de limo, pedazos arrancados de las orillas,
grandes árboles, y raíces llenas de yerba. Nada más
pintoresco e imprevisto que aquellas islas flotantes
de follajes variados, de ramas cubiertas de plantas
parásitas, y donde aún se ostentan las flores. 1Jas
garzas blancas, las espátulas y las garzotas se poean allí lanzando alegres gritos; y cuando se pasa
cerca de ellas, parece que os saludan agitando un
momento las alas: todo este conjunto parece realmente una decoración fantástica.
Más lejos nos rodea una nube de mariposas de
color pardo, con manchas verdes tornasoladas de
azul, ocupando un espacio que se pierde de vista;
ion cidimones, que pululan de continuo en aquella
orilla, la cual se ha designado por esta circunstancia con el nombre de Tierra de mariposas. Se pueden recoger al paso las suficientes para enriquecer
todas las colecciones del mundo.
Nuestra piragua, conducida por dos. negros, lleva cargamento de granos del Phitelephas macrocarpa, que las gentes del país llaman tagua. La
planta ofrece el aspecto de un joven cocotero; el
fruto, del grandor de un melón, se desprende cuando está maduro; los pécaris y los monos, que son
muy aficionados a él, se comen la pulpa, dejando
en el suelo las numerosas semillas, del tamaño de
pequeñas manzanas, protegidas por una cubierta
de color pardo gris, esponjosa y frágil. La almendra consiste en una sustancia albuminoide, córnea,
traslúcida, de color blanco amarillento, y fácil de
cortar con el cuchillo cuando está fresca, pero que
adquiere al secarse una dureza suficiente para que
se pueda trabajar a torno como el marfil, al que se
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DOCTOR SAFFRAY
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asemeja por su aspecto. Esta semilla es la conocida
en el comercio con el nombre de marfil vegetal. Con
él se fabrican cajas, puños de bastón y otros pequeños artículos; los indios de Pasto hacen preciosas figuritas. El marfil vegetal es muy abundante
en las orillas del Magdalena y del Atrato; pero es
talla apatía de los habitantes, que dejan perder la
mayor parte de este producto natural de los bosques.
Después de haber saltado en tierra, no lejos de
la desembocadura del río Ocaña, tuve oportunidad
de ver en plena floración un arbusto célebre en todo el país por las propiedades medicinales de sus
cotiledones: es el cedrón (Simaba cedro1'/,),de la familia de las simarubeas. Sabiendo que esta especie
no estaba figurada en ninguna parte de un modo
satisfactorio, hice un dibujo tan exacto como era
posible, y estudié luégo las propiedades del vegetal.
El cedrón tiene el aspecto de la palmera: su
tronco, muy recto, presenta en la cima grandes hojas pinnadas; las flores forman panículos, y están
provistas de cinco pétalos muy angostos, de color
blanco mate interiormente y pardo por fuera, con
una ligera pelusa. El fruto es un drupa del tamaño
de un huevo de oca, solitario por efecto del abortamiento de uno o varios carpelos, cuyo lugar queda
indicado por una depresión; el endocarpo es duro
y leñoso; en el centro de una cubierta insípida hay
dos cotiledones unidos, que llaman vulgarmente
nueces de cedrón, y en ellos residen las virtudes de
la planta.
En 1828, varios indios llevaron la planta por
primera vez a' Cartagena, anunciando que el uso del
polvo de sus almendras curaba infaliblemente a las
personas ó animales· mordidos poi lass-erpientes
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VIAJE A NUEVA GRANADA
más venenosas. Y a fin de probar su aserto, aquellos indios, efectivamente, curaron a varios animales mordidos por los reptiles más temibles del país.
No contentos con esta prueba, la repitieron en sí
mismos, y gracias al poderoso contraveneno, no experimentaron ninguna consecuencia desagradable.
Estas pruebas parecieron tan concluyentes, que
se compraron por un doblón cada una (unas ochenta y tres pesetas) cuantas semillas se pudieron adquirir.
Para emplear este remedio se raspan cinco o
seis semillas en una cucharada de aguardiente, y
se da esta bebida al enfermo; después se empapa
un paño en el mismo líquido, aplicándole sobre la
herida, y rara vez es necesario apelar a una nueva
dosis.
He tenido varias veces ocasión de reconocer las
virtudes de la planta, después de haberme asegurado de la presencia de los colmillos venenosos en
las serpientes que habían producido la herida, y
sabiendo por experiencia que varias de ellas ocasionaban la muerte de la víctima en algunas horas.
Todas las personas a quienes yo administré a tiempo la medicina se salvaron, y la convalecencia fue
relativamente corta.
He querido asegurarme también de las propiedades tónicas y febrífugas por las que merece tántos elogios dicho vegetal en el paí; y pude reconocer que producen los mejores resultados para
combatir las enfermedades escrofulosas y de la clorosis; pero es sobre todo notable para el tratamiento de las fiebres intermitentes nerviosas, en el que
obtuve resultados asombrosos. En este país de tIerras cálidas y húmedas, el cedrón es mucho más
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DOOTOR SAFFRA. y
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eficaz que la quinina: cura radicalmente y no ocasiona ninguna perturbación en el organismo.
Después de haber hecho toda clase de pruebas
en las más diversas condiciones, no vacilo en creer
que el cedrón está llamado a ocupar un lugar preferente en nuestras farmacopeas, como tónico y febrífugo; mas para ésto es preciso que varias personas competentes practiquen repetidos experimentos en diversas latitudes y climas. Más tarde, el cultivo de esta preciosa planta llegará a ser una fuente de fácil riqueza para los habitantes de las orillas
del Magdalena. Convendría que una asociación
científica enviara a varios de sus individuos a aquellos parajes para estudiar el cedrón, dando el programa de los experimentos que deben hacerse. Por
otra parte, los bosques de quinina se van agotando
y todo el mundo está de acuerdo en la insuficiencia
de aquélla para combatir las fiebres de los países
cálidos, reconociendo asímismo las funestas consecuencias que produce el empleo de grandes dosis.
El cedrón puede sustituír a la quinina con gran
ventaja: en vez de destruÍr el árbol para obtener
lo que se desea, se cosecharían los frutos en cada
estación, pudiéndose así adquirir a bajo precio.
Aquí hay una conquista que hacer para el alivio de
la humanidad, y es de esperar que nuestro país
tome la feliz iniciativa.
Una de las cosas más notables en el Magdalena
es la abundancia de caimanes; podría hacerse explotación fructuosa con su piel, el marfil de sus
dientes, y hasta el cuerpo mismo, convertido en una
especie de guano.
- - Cuando--elsol-está en -el-eenit y- abrasa la -atmósfera; cuando los habitantes del bosque buscan si-
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VIAJE
A NUEVA GRANADA
lenciosos la espesura para encontrar la sombra
más fresca; cuando no se oye canto alguno ni el
más leve rumor, sólo el monstruoso caimán, tendido
sobre la ardiente arena de la playa, y abriendo su
boca enorme, se entretiene en tragar miles de moscanes, y produce por el choque de sus mandíbulas
formidables, un ruido seco y estridente. Es la hora
en que el negro, avanzando con ese perezoso paso
que le es característico, baja hacia el río para sumergirse en las tibias ondas, que no pueden refrescar sus miembros. Apenas le divisa el caimán, pone
en movimiento, lenta y pesadamente, su disforme
masa, y arrastrándose sobre la arena, introdúcese
en su elemento favorito con la esperanza de apoderarse de una presa. Si el negro no está armado,
evita la persecución del monstruo, porque estos dos
seres tan perezosos, momentos antes, adquieren de
pronto una asombrosa agilidad, el uno por hallarse
en el momento más conforme a su naturaleza, el
otro obedeciendo al instinto de propia conservación. Pero si el negro lleva su afilado cuchillo, espera a su adversario, que avanza sobr~ él en línea
recta; el hombre se sumerge, da una vuelta rápidamente y aparece de nuevo en la superficie, en el
. punto mismo de donde partió el repti1. Estos no
son más que los preludios de la lucha: repitiendo
la misma maniobra varias veces, el negro acaba por
atontar al monstruo, le fatiga, observa sus movimientos, y prepárase al ataque. ¡,Pero qué herida
podrá inferir en aquel cuerpo escamoso, sobre el
cual se aplastan o resbalan las balas de una carabina ~ El hombre sabe que hay un punto débil en la
coraza de su enemigo, y que descargando el golpe
debajo de la espaldilla, puede causar una herida
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DOCTOR SAFFRAY
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mortal. Por esto hace cuanto es posible para aturdir a su enemigo, ejecutando rápidos movimientos
y evoluciones imprevistas; después permanece casi
inmóvil, cual si estuviera cansado de la lucha y
deja que el animal recobre ánimo.
Cuando más ardiente es su persecución, y en el
momento en que el monstruo, cerca ya, abre sus
enormes mandíbulas, sumérgese de nuevo y vuelve
a subir de pronto, cuando el anfibio, llevado de su
ímpetu, pasa por encima de la cabeza del negro.
Entonces le descarga un golpe con segura mano;
el agua se enrojece al rededor del hombre y del animal; y hé aquí el momento en que la lucha ofrece
un carácter más encarnizado y terrible, pues el caimán herido, furioso por el dolor, se lanza contra
su antagonista, acósale de cerca, le sigue en sus
rápidos giros, se sumerge, vuelve a salir a la superficie, y conociendo que llega su última hora,
quiere por lo menos vengarse. Sin embargo, las
fuerzas del saurio se agotan; poco a poco adquiere
su cuerpo cierta rigidez; el hombre aprovecha uno
de estos instantes para descargarle una nueva cuchillada, y bien pronto arrastra la corriente el ca-.
dáver inmundo, mientras que el negro, tranquilo e
indiferente, cual si no hubiese hecho nada, se vuelve
a sentar a la sombra de sus bananos.
Cuando un caimán está cebado, según dicen en
el país, es decir, cuando tiene la costumbre de asechar en las inmediaciones de una cabaña, el propietario de ésta procura desembarazarse de su
enemigo por un medio que exige tanta sangre fría
como valor. Coge un pedazo de madera dura de unos
t~einta_c!3!ltímet~os de la~ºpor: och9.pnueve de
grueso; le aguza en ambas extremidades, y deja al
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VIAJE
A NUEVA
GRANADA
rededor de la parte afilada un reoorde de algunos
centímetros. Apenas divisa al monstruo, restrea
suavemente en dirección a él, coge el madero puntiagudo con la mano derecha, apóyase sobre las
rodillas y la. mano izquierda, y alarga su brazo derecho al reptil cual si le ofreciese una presa. El
caimán abre la boca, vuelve a cerrarla con fuerza,
y al sentir sus mandíbulas clavadas, lánzase presuroso en el río. Pero el hombre no le suelta por eso,
déjase llevar por el reptil; una vez en el agua, este
último no osa remontar a la superficie, y tarda poco
en morir asfixiado.
Empléase otro método muy curioso para cazar
el caimán: varios negros se emboscan, provistos de
fuertes cuerdas con nudo corredizo; cuando encuentran a uno de estos animales durmiendo, uno de los
cazadores se acerca y le rasca suavemente la garganta; el animal, sin abrir los ojos, mueve la cabeza
y quiere continuar su sueño; pero el negro aprovecha el instante para pasarle un nudo corredizo; sus
compañeros tiran con todas sus fuerzas, y cuando
el caimán está ya lejos del agua le matan a lanzadas.
Después de navegar en el espacio de unas cien
leguas, me fue preciso despedirme del Magdalena.
He pasado dos días en la pequeña ciudad de
Nare, a orillas del río, mientras me preparaban una
embarcación para remontar el río de aquel nombre,
que baja de las mesetas del Estado de Antioquia.
Apenas habrá en Nare dos mil habitantes, entre
negros y mestizos: aquél es el depósito comercial
más importante del Estado de Antioquia, del cual
nos ocuparemos luégo con minuciosidad. En cuanto
a su propio tráfico, se reduce a la venta de esterillas, de hamacas y un poco de cacao. El clima de
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DOCTOR SAFFRAY
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Nare se considera con razón como malsano; casi
todos los naturales son víctimas de las fiebres interminentes. Sólo el afán del lucro retiene allí a
varios comerciantes, que se bacen pagar bien caros
sus servicios, y ejercen el monopolio en el tráfico.
Nare deja un mal recuerdo en los viajeros: el
calor es sofocante; los mosquitos lo infestan todo;
el alimento es muy malo; los agentes tres veces
ladrones, y sobre todo esto, las fiebres. Hé aquí qué
espera en aquella población al viajero; y esto explica por qué se apresuran todos a comprar, por un
precio enorme, una piragua y las provisiones indispensables para continuar el camino.
VII
DE NARE A MEDELLIN
NAVEGACION POR EL RIO NARE.-LA BODEGA DE SAN
CRISTOBAL.-CAMINOS
DE LAS CORDILLERAS.-MEDIOS DE TRANSPORTE.-LOS
TAMBOS.-ARQUEOLOGIA DE NUEVA GRANADA.-LA NATURALEZA EN LOS
ANDES.-MARINILLA.-RI1US
DE GALLOS.-DE RIONEGRO A MEDELLIN.-VISTA
DE LA CIMA DE LA
MONTARA DE SANTA ELENA.
Ocho hombres y una piragua conducen por el
río Nare mi gran piragua descubierta.
A lo grandioso ha sucedido lo pintoresco; ya no
hay vastos horizontes, ni paisajes que se pierdan
de vista, ni playas cubiertas de caimanes, ni jóvenes islas pobladas de aves. Un río poco ancho, encajonado entre montañas que forman gradería,
sigue su curso tortuoso, y a cada recodo cambia de
_a!?p~Gto
:,n() hay puelJ10sni _viv!eJl_d~s,e!l
lB;Sorillas;
la naturaleza parece haberse recogido en sí misma.
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.76
VIAJE
A NUEVA GRANADA
Costeábamos acercándonos lo más posible a la
orilla, para buscar un poco de sombra, porque el
calor era intenso en aquel angosto y profundo valle.
Al pasar por un arco de verdura dejóse oír un
fuerte roce en el ramaje, y alguna cosa cayó en la
piragua; era nada menos que una serpiente verdinegra, de cuatro a cinco pies de longitud; pero según vi, el animal no tenía malas intenciones; pareció
tan espantado como los negros, que lanzaron atronadores gritos, y al momento se precipitó al río
para ganar la orilla a nado.
Lo que admira sobre todo en la vegetación de
este valle es el gran número de árboles cuya cima
está coronada de flores. La variedad de formas y
de tintes del follaje contribuye también a comunicar al conjunto un aspecto particular. En unos sitios
se ven hojas gruesas y barnizadas, que brillan como
un espejo donde se reflejaran los rayos del sol;
más allá son de un color verde mate aterciopelado;
otras están cubiertas de una pelusa amarillenta o
blanca, y cuando las agita el aire presentan visos
plateados o dorados.
La orilla forma casi por todas partes una suave
pendiente; pero el lecho se estrecha a intervalos
entre dos contrafuertes cortados a pico por las
aguas; en otros puntos está interceptada por hundimientos de las rocas, formándose entonces una
especie de cascadas impetuosas una de ellas, llamada Remolino, es el terror de los bogas, y nos
costó mucho trabajo franquearla. Cuando se trate
de introducir la navegación de vapor en el Nare, los
ingenieros habrán de vencer grandes obstáculos;
pero como estas cascadas son poco extensas, bastará hacer saltar algunas rocas para que se puedan
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DOCTOR SAFFRA y
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franquear sin grandes dificultades, por medio de
un cable fijado en la orilla.
Habiendo salido de Nare a las siete de la mañana, llegamos a eso de las dos de la tarde a la
Bodega de San Cristóbal. Allí es donde hacen escala
las embarcaciones y donde desemboca el camino
llamado real, que conduce al Estado de Antioquia.
La bodega consiste en una casa bastante grande, que sirve para depósito comercial; en ella se
guardan todas las mercancías destinadas al interior,
durante un período que varía de una semana a seis
meses, según el buen deseo o actividad del agente
director, el estado de los caminos y la facilidad de
los medios de transporte.
AUí vi una porción de objetos abandonados por
sus propietarios, europeos los más, a causa de la
falta de medios para transportarlos a su destino,
o bien por su forma o su peso. Había calderas para
evaporar la sal o azúcar, instrumentos de sondaje,
planchas de metal, piezas de hierro de una draga,
una pequeña máquina de vapor, y otros muchos
instrumentos de industria, que se quedaron a la
puerta del país, porque esta puerta no era bastante
grande.
Para que los fardos se puedan transportar a
lomo no deben tener más de ochenta y cinco centímetros de largo por cuarenta y' cinco de alto y de
anchura, y el peso no ha de exceder apenas de cincuenta kilogramos, o sesenta cuando más. Con objeto de preservar de los choques y de la lluvia las
cajas y fardos, es preciso cubrirlos bien con una
capa de paja y fuertes lienzos de los que allí llaman
H_e'lZCer.ados.
Alg:ILm1s _:vec~LsuGBªe__q1!e__p.nobjeto
voluminoso, pero cuyo peso no excede de setenta y
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VIAJE
A NUEVA
GRANADA
cinco a ochenta kilogramos, se puede cargar en una
mula; pero si se trata de transportar un cajón algo
grande que contenga cosas frágiles, lo más prudente es que lo lleven hombres. Para un fardo del
peso y volumen de un piano, por ejemplo, se emplean de doce a diez y seis faquines, a fin de que
puedan relevarse; y andan dos leguas diarias, mientras que las mulas recorren sólo tres o cuatro.
Fácilmente se comprenderá por estos detalles
hasta qué punto debe resentirse el comercio y la
industria en un país donde los transportes S011 tan
lentos y onerosos; y si os quejáis, aun os contestarán que todo ha cambiado mucho en los últimos
años, realizándose un progreso increíble. Alguno
podría no creer, pero nada más cierto. Hace poco
que el camino real, desde la Bodega de San Oristóbal a Medellín, capital del Estado de Antioquia, no
era practicable sino para el ligero pie de los indios;
una mula no habría podido pasar; y sólo el hombre
hacía las veces de bestia de carga para el transporte
de las mercancías y de los viajeros. Los que habían
corrido las minas de Méjico en los caballitos, que
no eran otra cosa sino indios ensillados para el uso
del hombre, no hallaban en esto nada de particular;
pero a los novicios les causaba no poco asombro
ver que les presentaban para montura un indio
fornido y robusto, que llevaba en la espalda una
sillita sujeta a la cabeza por un frontal. "El transporte es un poco lento, decían al viajero; pero el
pie de ese hombre es seguro y podéis fiaras de éL"
Los conductores se habían acostumbrado a tan
rudo oficio, que no dejaba de reportarles ganancias; y tanto es así, que cuando en la asamblea legislativa se propuso por primera vez hacer el ca-
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DOCTOR SAFFRAY
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mino practicable para los mulos, los empresarios
de transporte por medio del hombre, y los conductores mismos, reclamaron con tanta insistencia, que
se abandonó momentáneamente el proyecto. Sin
embargo, la influencia de los comerciantes hubo de
predominar, y el sendero primitivo, desembarazado
de algunos árboles, dio paso a las mulas, recibiendo
el pomposo título de camino real.
Pizarro escribió a la corte de España diciendo,
entre otras cosas, que no había en toda la cristiandad un camino tan magnífico y bien hecho como el
que conducía del Cuzco a Quito, y cuya extensión
no bajaba de quinientas leguas. Según el licenciado
Polo Oudigardo, Huayna Capac~ cuyo padre había
conquistado el reino de Quito, hizo conducir por este
camino, desde Cuzco hasta su capital, las enormes
piedras destinadas a la construcción de su palacio .
.Ahora bien, ¡,no es triste ver que después de tres
siglos de dominación no tenga el país sino unos
míseros caminos, que dan a conocer su rápida decadencia desde que se halla en poder de un pueblo
civilizado?
En los estrechos valles de las cordilleras, el
sendero suele seguir las orillas de un río o de un
torrente; es la pista de los primitivos viajeros, que
luégo se ensanchó un poco. .Aquellos atrevidos exploradores no tenían más remedio que costear las
corrientes para no extraviarse a la vuelta; y allí
donde el lecho era poco profundo, parecía1es menos
fatigoso avanzar por él que abrirse camino en la
orilla. Una vez en las montañas, ganaban las crestas
más altas, a fin de reconocer el país; y así es como
procede _aftn_el illdio que ~3.'!,cl1a~ la _des~mbiert~.
Parece que en las partes pobladas se podría adop-
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80
VIAJE
A NUEVA
GRA.NADA
tar un sistema menos primitivo; pero no sucede
así. En tierras bajas, el camino sigue tan pronto
la orilla como el lecho n:ismo de las corrientes; en
las regiones altas serpentea por las cimas; si una
montaña aislada intercepta el paso, se sube y se
baja, y encuéntrase el viajero, después de un día
de marcha, a media legua del punto de partida.
Unicamente la naturaleza es la que se encarga
de la conservación, o más bien del deterioro de la
mayor parte de los caminos: sólo se encuentran
hoyos, desprendimientos, rocas bordeadas de precipios, y árboles caídos, que ponen a prueba la paciencia del hombre más resignado. A cada momento
se hallan también como unos pasadizos que llaman
allí canalones, cuya formación explicaré aquí. Durante la estación de las lluvias, el camino que sigue
la arista de las colinas se ablanda bajo los pies de
las mulas, y a cada tempestad, la capa de barro es
impulsada por las aguas. Poco a poco se ahueca el
camino entre los declives que le bordean; y cuando
se está en el fondo de esta especie de desfiladero,
no se ve, al mirar hacia arriba, sino una estrecha
faja de cielo. En ciertos sitios se inclina de tal
manera el suelo, que las mulas no se atreven a bajar
paso a paso; estiran las piernas delanteras, recogen
lo más posible el cuarto trasero, y se dejan deslizar sobre las cuatro herraduras.
Los muleteros tienen muy buen cuidado de lanzar sonorosos gritos antes de penetrar en estos
desfiladeros, pues si dos caravanas llegaran a encontrarse, no podrían retroceder ni pasar adelante.
Cierto día que avanzaba yo solo por un camino
poco frecuentado, al llegar al centro de un tortuoso
canalón, vime de pronto frente a un jinete, que ade-
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DOCTOR
SA.FFRA. y
81
lantando a su vez, no había tomado la precaución
de costumbre. Y hé aquí que nuestras mulas llegan
casi a tocarse, y nos quedamos mirándonos uno a
otro sin proferir palabra. No obstante, recobrándose
.al punto el viajero, que parecía hombre de buen
humor, rompió el silencio diciéndome:
-j Vaya, hétenos aquí bien apurados entre dos
muros!
-Sí, contesté yo, y por culpa nuéstra.
-Felizmente, repuso el otro, no es la primera
vez que me veo en caso semejante.
-Entonces sabréis cómo salir del apuro.
-Sí. ¡, Conocéis bien vuestra mula?
-N o, porque es de alquiler.
-Pues bueno, voy a deciros lo que debe hacerse.
Apeáos; yo vendaré los ojos de vuestra mula, le
ataré los pies y la obligaremos a echarse de lado.
Después será preciso cubrir la silla con nuestras
mantas; nos agarraremos un instante a las paredes
del canalón, y mi mula pasará sobre la vuestra sin
hacerle daño alguno.
Dicho y hecho; un momento después pudimos
continuar nuestro camino.
Por lo demás, no me desagradó del todo aquel
encuentro: el viajero llevaba fijo en su silla un
tronco de bejuco que me pareció ser el acuático;
preguntéle dónde lo había encontrado, y gracias a
sus indicaciones pude estudiar perfectamente esta
planta algunas horas después.
Este bejuco tiene el grueso de la muñeca; su
corteza gris está surcada en toda su longitud; y
si se desprende rápidamente un trozo, cortando
p:r;jmero.la partE) infer~orJ..b~ota_ l!na agua dulce,
muy sana, por lo cual se ha designado esta planta
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81!
VIAJE
A NUEVA
GRANADA
con el nombre de beju,co del viajero. Ciertamente
que es un recurso precioso para aquel que se halla
en medio de un bosque en países áridos. El bejuco
presenta numerosas células de color encarnado con
mezcla de blanco; las fibras forman al rededor de
la medula radios cortados por divisiones circulares;
las hojas tiernas, al principio de un rojo púrpura,
adquieren luégo un tinte verde oscuro en la cara
superior y blancuzco en la inferior; son ásperas y
secas, alternas, elípticas y terminadas en punta.
A las flores, dispuestas en carimbo, suceden bayas
piriformes.
En el camino de San Cristóbal a Medellín escasean mucho los pueblos, y hasta las casas aisladas; verdad es que los muleteros que transportan
las mercancías se acomodan mejor en los tarnbos,
especie de grandes cobertizos construídos a expensas de los habitantes en los caminos más frecuentados. En uno de estos albergues pasé la primera
noche después de salir de la Bodega.
Un poco antes de llegar al tambo está el camino
cerrado por una barrera compuesta de dos hojas
llenas de agujeros, por los que se introducen cañas,
y que los conductores abren y cierran cen precaución. No lejos de allí hay otra barrera semejant~;
asegúranse primero si está en buen estado, y hecho
esto, se descargan los fardos, y se colocan convenientemente. Cuando todo está en orden, prepáranse
los hombres a cenar: el uno saca agua de un tronco
de bambú; el otro enciende fuego en el hogar, formado por tres o cuatro grandes piedras, y un tercero pene en la mesa tasajo, manteca y bananas,
con todo lo cual hacen una comida muy pasadera.
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Para postres se toma un poco de chocolate mezclado
con harina de maíz.
En cuanto a las mulas, se las deja pacer libremente en el espacio comprendido entre las dos barreras.
Para dormir se extiende sobre el suelo un encerado, y se emboza el viajero en su manta, si hace
frío, cuidando sobre todo d~ no dejar los pies descubiertos.
Si no se toma esta última precaución, se corre
peligro de sufrir una sangría, sobre todo en los
dedos gruesos del pie, pues allí abundan los murciélagos vampiros. Estos animales llegan de pronto,
agitan suavemente las alas para refrescar el sitio
en que van a fijarse, y por medio de sus finos incisivos y de su lengua cubierta de ásperas papilas,
pican la piel para chupar la sangre. La pequeña
herida que infieren no tiene nada de peligrosa, y
a menos de ser picado varias noches seguidas, no
se experimenta ninguna debilidad, pues la pérdida
de sangre no excede apenas de diez a quince gramos
cada vez.
El vampiro acomete a todos los animales domésticos de esta manera. Las aves sucumhen COl1
frecuencia a la sangría; en cuanto a los bueyes, los
caballos y'las mulas, comienzan a enflaquecer, enferman y mueren cuando han sido picados numerosas veces por estos insaciables bebedores de sangre. Se ha observado que el animal o el rebaño introducido recientemente en un pasto son las primeras víctimas de bs vampiros. Me he cerciorado de
que se puede preservar a un aniPlal flotándo10 por
. la .no~he con jugo de. limón ._
P?escindiendo de estos ll1l1i'ciélagos¡de lns /1i.-
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84
VIAJE
A NUEVA GRANADA
O pulgas penetrantes, que se introducen en las
uñas de los pies, de la emoción que produce el roce
de una serpiente en el techo de paja del cobertizo,
y de los rugidos siniestros del tigre que busca una
presa, los tambos no tienen nada de desagradables.
En cuanto al muletero, es todo un tipo, siempre
el mismo. Lleva un pantalón de cutí, remangado
por encima de la rodilla; una camiseta a cuadros,
sujeta en la cintura, de la que pende el largo machete; el poncho cubre sus hombros, y se preserva
la cabeza y el cuello con un ancho sombrero de paja, sobrepuesto de una calabaza que le sirve de taza
y de plato. Por lo general va descalzo; rara vez se
permite el lujo de unas sandalias de cuero. Lleva
siempre un palo provisto de un hierro cortante de
cuatro a cinco centímetros de anchura, especie de
regatón del que se sirva para abrir camino en ciertos sitios, o hacer algunas mejoras provisionales:
aquí extiende un poco de tierra sobre una pendiente demasiado resbaladiza; más allá practica agujeros para que asegure el pie la mula; y un golpe
dado a tiempocoll su regatón evita que el cuadrúpedo caiga al pasar junto a un precipicio.
El muletero es laborioso, puntual y honrado:
nadie se queja nunca de que le falte la menor cosa
de sus bagajes. Toda su ambición es adquirir algunas mulas.
Antes de salir del tambo, el muletero no deja
nunca de colgar el tronco de bambú en su sitio,
arreglando el fuego de modo que otros viajeros
puedan utilizarle.
El establecimiento de los tambo s data en el Perú de la época de Manco-Capac, y su uso se propagó
más allá del imperio de los incas. Algunas de estas
guas
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construcciones, que son de piedra, ofrecen bastantes comodidades; pero en el norte de Quito, en todo
el territorio de Nueva Granada, la construcción era
del todo primitiva, excepto entre los indios civilizados, que ocupaban el país de Cundinamarca.
Los palacios de los caciques, los templos mismos
del Sol, eran todos de madera, protegidos por un
techo de hojas de palmera. Sin embargo, se han
descubierto en ciertos sitios objetos de piedra y
monumentos, poco estudiados aún en nuestros días,
restos que en opinión de los más entendidos viajeros podrían constituir datos preciosos para el estudio de las civilizaciones anteriores a la conquista.
No lejos de las fuentes del l\fagdalena, a los 2°
50' de latitud norte, en los alredores del pueblo de
San Agustín,. existen vestigios de estatuas, de columnas, de figuras de animales, y una gigantesca
imagen del sol, todo de piedra y de estilo peruano.
Los historiadores no hacen mención de estas ruinas
ni de otras análogas que se hallan en La Plata, en
la misma parte de la cordillera. Cerca del pueblo
de Timaná, siempre en la misma región, se han descubierto vestigios de galerías y acueductos de mampostería; y por lo tanto, debe ser positivo que en
otro tiempo existió un pueblo civilizado en el S111'
de Nueva Granada, no lejos de las fronteras del
antiguo Perú.
Si en esas frías regiones se desciende paralelamente al Magdalena, hasta hallarse entre el quinto
y sexto grado de latitud norte, encuéntranse, particularmente en la provincia de Tunja, ruinas mucho más importantes, de unas épocas tan remotas,
.gu€!.los JIldios del tiempQ d.e.lu..cf,lnquista habían
perdido ya la tradición.
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VIAJE
A NUEVA
GRANADA
Allí, sobre una explanada de quinientos metros
de longitud por trescientos de anchura, se ven dos
series de columnas sin capiteles, orientadas del este
al oeste; figuran en número de treinta y cuatro en
el lado del sur, y de doce en el del norte; tienen un
diámetro de cuarenta centímetros, y media entre
ellas un espacio igual.
Las dos series están separadas por una distancia de dos metros al nivel del suelo; pero como se
inclinan una hacia otra, marcando un ángulo de
unos 25°, su cúspide se aproxima lo bastante para
recibir un tejado compuesto de piedras planas de
dos o cuatro metros de longitud por cincuenta a
ochenta de anchura. No se cuentan menos de ciento
en el valle situado al oeste de las ruinas. Todas las
columnas que formaban galería han sido mutiladas,
utilizándose como canteras, de donde se tomaron
la mayor parte de los materiales para construir el
convento' de Leiva. He visto una columna derribada,
que parece entera y mide cerca de seis metros de
largo.
El edificio sin concluir, para el cual se destinaban estas piedras enormes de arenisca rojiza, era
sin duda un templo del Sol; la orientación de las
columnas parece indicarlo así, pero en tiempo de la
conquista habían olvidado los indios qué raza de
hombres erigió aquel monumento.
Si se avanza en el espacio de unas veinticinco
leguas hacia el norte, se pueden hacer observaciones geológicas del más alto interés en los grandes
lagos de gradería que ocuparon en otra época el terreno donde se elevan las ciudades de Tunja y S,
gamoso. El lago de Tunja, que es el más alto, rompió sus diques, y las aguas se 'vertieron en el ([\,
I
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DOCTOR
SÁFFRA. y
87
Sogamóso, que no tenía menos de catorce leguas
de superficie, y en ciertos sitios una profundidad
de doscientos cincuenta metros. Este último lago
debió abrirse paso también entre las montañas que
le aprisionaban, y sus aguas se precipitaron en el
valle inferior, donde iban a encontrar un último y
poderoso obstáculo. Acaso necesitarían centenares
de siglos para abrir la vasta brecha de dos mil quinientos metros de profundidad, que forma hoy el
confluente del Gámeza y del Sogamoso. Este diluvio tuvo testigos: en el paraje donde la masa líquida, contenida largo tiempo, minó y rompió el
gigantesco dique, se ve todavía, entre masas de rocas precipitadas desde la cima de la montaña, una
pirámide truncada de exquisto micáceo, cuya base
mide ocho metros; la cara que da frente a los dos
ríos está cubierta de jeroglíficos, entre los cuales
se .ve la figura de una rana, signo que representaba
las aguas abundantes ~n el calendario chibcha.
También se reconocen figuras de hombres que
huyen elevando las manos al cielo.
A medida que se sube por las cordilleras, la naturaleza tropical pierde una parte de sus caracteres más salientes: desde el segundo día de marcha
por el camino de Medellín, el viajero se encuentra
en la zona templada, comprendida entre seiscientos
y mil trescientos metros de altura. Las perspectivas de las montañas y los tonos de la vegetación,
vistas desde lejos, recuerdan los paisajes alpestres. En el segundo plano del cuadro, los árboles de
follaje espeso por lo regular y de floridas copas,
revelan mayor fecundidad que la de nuestros bos. <¡"!les¡ su ::l.odo Y- aspectQ,eLcolol' de. la cartezay
de
los musgos y parásitos, y las enredaderas de be-
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YIA-JE A NUEVA
GRANADA
jucos, ofrecen un atractivo irresistible, que produce
la impresión de -una eterna juventud; mientras que
las befarias, con sus tintes violados y rosa, y sobre
todo las fucsias, presentan más colorido al conjunto
en las orillas del camino.
Pero no se o1:lserva allí la animación de las tierras cálidas; los animales escasean; apenas se ven
a lo lejos algunas aves revoloteando sin ruido entre las ramas de los árboles; el silencio de la naturaleza admira primero, y después contrista el ánimo.
Marinilla es la primera ciudad que se encuentra en el camino de Medellín, y tiene de cuatro a
cinco mil habita:ntes. No se deben buscar en ella ni
edificios ni paseos que recuerden las grandes ciudades de la cost~; construída en terreno muy accidentado, sus calles presentan pendientes harto difíciles de franQuear a pie. Las casas, edificadas
con tierra, están cubiertas de tejas o de rastrojo.
Los habitant€s son casi todos blancos, y gozan
de una merecida reputación por su patriotismo, su
honradez y la importancia que dan a la educación.
En otro tiempo se les citaba como modelo de candidez, que segÚn parece dio origen a cuentos más
o menos satiricos, de los cuales sólo citaré el siguiente :
Habíase ternlinado la construcción de la iglesia
parroquial, cuy() pórtico, de estilo indescriptible,
estaba flanql1eado por una torre bastante alta. En
esta última se consiguió suspender una gran campana, traída de Nare a fuerza de brazos; pero faltaba fijar la cuerda, que había llegado de Londres,
y que era demasiado larga, sobrando unas ocho
brazas. En caso tan imprevisto, el arquitecto y el
cura convocarOl1 al concejo municipal en sesión
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DOCTOR SA.FFRAY
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extraordinaria, y los debates fueron tempestuosos.
Unos querían que se levantara más la torre; otros
propusieron que se practicara un agujero de ocho
brazas de profundidad para introducir la cuerda.
Por fin predominó la votación de estos últimos y el
arquitecto recibió orden de ejecutar inmediatamente la obra resuelta por tan memorable acuerdo.
En Marinilla fue donde asistí por primera vez
a las riñas de gallos: el palenque era oblongo y estaba cerrado por una delgada barrera de dos pies
de altura, ocupando el centro de un patio. Los dueños de las aves y los que cruzaban mayores apuestas se oprimían en primera fila, agachados los unos
y de pie los otros; detrás se agrupaban los que iban
a. presencial' el espectáculo sólo por curiosidad. En
cada columna de la galería que rodeaba el patio
veíase un gallo atado por las patas y dispuesto
para la lucha; antes de comenzar la función, le cortan la cresta, le arrancan una parte de las plumas
del vientre, para que no se caliente tanto; le reducen la cola y le afilan los espolones, pero sin poner
hoja de acero, como hacen en Inglaterra.
La enseñanza de estas aves reñidoras exige cuidados minucioscs: cuéntanse los granos de maíz
que deben tomar a cada comida, y se mide el agua
que h!ln de beber. Un buen gallo acepta siempre la
batalla, y muere antes de darse por vencido. Al rededor del recinto circulan inteligentes que pesan
las aves y las comparan, a fin de igualar en cuanto
sea posible las condiciones de la lucha. En primera
fila se reservan sitios para los jueces. En esta función bárbara se observan reglas tan complicadas
como las del tur!, o luchas a la inglesa, habiéndose
aaoptaaoalgunas
a.elis costúm1:Jres de los boxeado-
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VIAJE A NUEVA GRANADA
res ingleses. Allí figura la esponja y el aguardiente
que galvaniza un momento al volátil moribundo,
permitiéndole dar un último picotazo a su adversario expirante y alcanzar así la victoria.
A tres cuartos de legua de Marinilla, y a cinco
leguas de Medellín, está Rionegro, cuyas calles son
regulares, y que tiene casas bien construídas. Entre los ocho mil habitantes de la ciudad, apenas se
cuentan algunos pobres: la agricultura y el comercio proporcionan más de lo suficiente para satisfacer las necesidades de un pueblo moral
laborioso.
Al salir de la ciudad sorprende ver un camino
regular; se han empedrado los sitios fangosos, disponiéndolos convenientemente para que corran las
aguas. Un gobernador inteligente dispuso que los
presidiarios hicieran estos trabajos, y gracias a ello
cuenta hoy la república con cinco leguas de un camino transitable durante la estación de las lluvias
y muy bueno en el resto del año.
A cuatro leguas de Rionegre está el punto culminante de la cordillera oriental, llamado Santa
Elena, desde donde se domina una vasta extensión
de montañas. En la parte baja, a una profundidad
de ochocientos metros, se abre el valle de Medellín,
completamente bañado de luz. Cuando el viajero
está en Santa Elena, parécele que se cierne sobre
la ciudad, de la cual distingue las calles, los jardines y monumentos; y aquella vasta extensión de
llanuras, limitada por las líneas azules de la cordillera central, que se ofrece de pronto a la vista del
viajero después de la naturaleza monótona de la
región fría que se acaba de recorrer, produce una
impresión cuyo recuerdo no puede olvidarse fácilmente. El panorama de Santa Elena es sin disputa
~T
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DOCTOR SAFFRAY
uno de
viajero
algunos
por las
dellín.
91
los más imponentes que se puedan ver: el
se detiene mudo de sorpresa, y después de
minutos de admiración apresúrase a bajar
tortuosas pendientes que conducen a Me-
VIII
MEDELLIN Y sus ALREDEDORES.-USOS
y COSTUMBRES.
PEPITO Y PEPITA.-LOS
AGUINALDO S.-LAS SERENATAS.-COMERCIO.
Se llega a Medellín siguiendo un torrente que
llaman Quebrada: en ambos lados hay pintorescas
casa y jardines, y a pesar del poco atractivo de aquel
paraje, es el punto de reunión ordinario de los que
van a pasear. Nivelando el suelo, y platando en las
orillas del torrente algunos árboles se podrían trazar dos preciosas avenidas, donde las demás no temerían ya lastimarse sus delicados pies,
Si se continúa avanzando por la Quebrada, llégase bien pronto al río, y a un sendero frecuentado
durante la mañana por las bañistas. Desde las nueve a las diez se las ve llegar, sufriendo los rayos
del sol, seguidas de sus negras, y cubierta la espalda con su espeso cabello, tan largo como eL manto
de un rey.
Al salir de la Quebrada se llega a la plaza principal, que es muy extensa y está rodeada de casas
de un solo piso, construídas casi todas por el mismo
plano. En uno de los ángulos se eleva la iglesia catedral, de estilo único e indescriptible.
Eriel templo de MedeTIín-no hay ufribunas, ni
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VIAJE
A NUEVA
GRANADA
bancos reservados ni sillas: las mujeres pobres, y
digo las mujeres porque los hombres suelen ir poco
a la iglesia, se arrodillan o se sientan en las losas
desnudas. La menestrala lleva un tapiz para orar
más cómodamente, siendo siempre el conductor un
niño. Todas las que van a misa se visten de negro,
cubriendo su cabeza con la característica mantilla,
que, recogida sobre la frente, les comunica un aire
de notable modestia. Pero como los ojos quedan
descubiertos, y son muy negros y están velados por
largas pestañas, si hacen pensar en el Paraíso, harán olvidar también a muchos la uevoción que deben
tener en misa. Por otra parte, nunca faltan momentos en que la mantilla se desarregla, lo cual obliga
a. su dueña, como es natural, a elevar graciosamente
ambos brazos sobre la cabeza para prenderla mejor, y entonces deja ver, como por casualidad, el
busto y el rostro. A fin de aprovechar estas oportunidades, los elegantes de la población acuden solícitamente los domingos al atrio de la iglesia.
El porta-tapiz es un servidor necesario en toda
la América española: en toda casa acomodada hay
uno, que no tiene otra ocupación, y cuya nacionalidad varía. según el punto del país. Las familias del
Perú que se precian de tener mejor gusto, eligen
un chico o un indio pura sangre; en otras partes se
prefiere un negrito o una negrita de la mejor raza.
Este servidor debe ser el compañero de juego de
los niños de la familia, pero está condenado también a. sufrir sus impertinencias. Todos le halagan
o le riñen, según se les antoja; y de aquí resulta
que cuando el adolescente debe cesar en sus funciones, no es nunca un buen servidor.
En Medellín, como en toda la Nueva Granada,
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DOCTOR
SAFFRAY
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apenas hay más aristocracia que la del dinero. Los
descendientes de los exploradores que descubrieron
el país, fundando los primeros establecimientos, y
los vástagos de los altos funcionarios enviados por
la metrópoli, escasean de tal manera, que la aristocracia de la cuna no existe en la Nueva Granada;
la del talento es desconocida también; y así es que
en aquel pueblo, ocnpado tan sólo en buscar el progreso material, los sabios, los artistas y los poe~,as,
quedan' siempre pobres, sin poder constituir lna
clase separada.
La clase de menestrales figura en primer término; en ellas se comprende a las personas dedicadas
a profesiones liberales, a los mercaderes y a los
propietarios de haciendas (plantíos o granjas), así
como también a todo el que posea unos quince mil
duros.
Del color no hablemos: cada cual se jacta de
descender en línea recta de hidalgos de sangre azul;
pero la verdad es que los colores morenos, amarillos y atezado s que se ven en casi todas las familias,
desmienten esa pureza de origen; bien es verdad
que nadie se ocupa de ello.
El dinero es el único que da a cada cual su valor. El muletero enriquecido llega a ser don Fulano
de tal; y si pierde su fortuna, no ha de imponerse
privaciones para conservar un rango adquirido por
casualidad; vuelve a vestir su antiguo traje, y adopta de nuevo sus primeras costumbres. En cuanto
al millonario, no considera vergonzoso dejar en la
miseria a toda su familia; si no se siente obligado
por el corazón, tampoco lo está por las consideraciones sociales.
_w
:mCténmno-6nico de -éomparación es eTdinero:
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VIAJE
A NUEVA
GRANADA
un hombre se enriquece por la usura, los fraudes
comerciales, la fabricación de moneda falsa u otros
medios por el estilo, y se dice de él: ¡Es muy ingenioso! Si debe su fortuna a las estafas o a las trampas en el juego, sólo dicen: ¡Sabe mucho! Pero si
piden informes sobre una persona que nada tenga
que echarse en cara sobre este punto, contéstase
invariablemente: Es buen sujeto, pero muy pobre.
Ya se comprenderá que con tales elementos no
pueden ofrecer mucho atractivo en Medellín las relaciones sociales. Apenas se visitan más que las
mujeres; los hombres se encuentran en los almacenes o en la calle; los viejos hablan de negocios;
los jóvenes, de sus placeres.
El domingo, desde el medio día hasta las dos de
la tarde, está permitido a los elegantes visitar las
casas de su preferencia. Aquel día pueden franquear el zaguán, donde el dueño de la casa les recibe
durante toda la semana, y son admitidos en el salón, en el que encuentran a todas las señoras vestidas de gala y sentadas sobre un largo sofá o banquetas cubiertas de tapices.
El saludo es asaz indiferente por una parte y
otra; y en cuanto a la conversación, recuerda la
academia silenciosa de Amadan; bien es verdad que
poco tienen de qué hablar en una población donde
no hay bailes, ni conciertos, ni teatros, ni crónica,
donde la vida de hoyes la misma de hace un año y
la de toda la existencia. l,Se habrá de hablar de literatura a unas mujeres que no conocen un verso de
Espronceda ni de Bretón de los Herreros, que no
han visto las producciones de Moratín ni aun por
el forro, y que no saben que ha existido un Herrera f
A Se hablará de música a aquellas d~mas que no
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DOCTOR SAFFRAY
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conocen más instrumento que la guitarra, y que
sólo aprenden de rutina algunas coplas, las cuales
constituyen su eterno repertorio? ~Podrá discutirse
sobre pintura con una gente que nos ensalza como
cuadros maestros los mamarrachos de Quito que
se venden a duro la vara? La conversación carece
de alimento en todos los puntos de que pudiera
tratar una persona instruída; y hé aquí por qué deben hacer siempre el gasto la maledicencia y la
chismografía; sólo para esto están dispuestas las
damas de Medellín todos los domingos desde las
doce a las dos.
Seamos justos: debemos añadir que hay en la
ciudad algunos salones, muy escasos por desgracia,
amueblados a la europea, donde se encuentran varias buenas tradiciones, y se forma lentamente el
núcleo de una verdadera sociedad.
Después de un año de relaciones como las que
acabo de describir, no se tiene más intimidad que
el primer día; y como todo el mundo sabe lo que
hacéis, lo que decís, adónde váis, por qué y para
qué, no se tarda en comentar vuestras visitas a cada
casa. Si hay una joven en estado de casarse, al
punto se ve en el extranjero un pretendiente; se da
cuenta de ello a los padres, y os afirman con empeño que estáis perdidamente enamorado de la señorita. Por más que lo negáis, insístese en lo mismo,
y a fuerza d.e oírlo decir, os hacen pensar en ello.
El padre, por su parte, adopta sus medidas: un
domingo os recibe en el zaguán, con gran asombro
vuestro, y sin más preámbulo, pregunta cortésmente
con qué objeto vistáis la familia. Si la respuesta
no es una demanda de matrimonio, os despiden po-
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96
VIAJE
A NUEVA
GRANADA
líticamente, y es preciso que vayáis a otra parte a
matar vuestro aburrimiento dominguero.
Los que allí llaman cachacos visitan poco a las
familias, y aumentan el número de los esquineros,
verdaderos guardacantones vivientes, que pasan
horas enteras en las esquinas de las calles principales. Desde su punto de observación examinan todas
las ventanas enrejadas, en las que ap1:lrecende vez
en cuando rostros de jóvenes, cuya mirada se dirige
magnéticamente hacia el sitio donde se hallan de
centinelas los esquineros.
Verdad es que no se dicen una palabra, pero los
ojos hablan. La pepita (no de oro), nombre con que
designan aquí generalmente a las jóvenes, reconoce
desde lejos el rumor de los pasos de su admirador,
que también debería llamarse pepito; adivina, por
su modo de toser, que se halla ya en su esquina
preferente; y nunca le faltan pretextos para asomarse varias veces a la ventana, donde cambia con
su adorador desde lejos mil juramentos y amorosas
protestas.
Así es como suelen trabar conocimiento los jóvenes. Después de hacer una temporada el oficio de
esquinero, se pide la mano de la niña, que casi
siempre se concede, y el afortunado mortal recibe
la recompensa de su constancia.
Por fortuna, casi todas las jóvenes son buenas
para la vida matrimonial: si las mujeres de Mede.
llín no son dadas a la ostentación exterior, tan buscada en otras partes, poseen en cambio en el más
alto grado las cualidades de su sexo.
Una vez casadas, conságranse asiduamente a
los quehaceres domésticos; tiernas con sus hijos,
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DOCTOR SAFFRA y
y fieles a sus maridos, son verdaderas
97
esposas y
buenas madres.
Hay, sin embargo, una época en que los habitantes de Medellín interrumpen sus costumbres claustrales; es la que llaman allí época de los aguinaldos,
y que dura, según las provincias, desde el 25 de
diciembre al 6 de enero. En este período privilegiado menudean las visitas, y el forastero puede presentarse en casa de las personas a quienes desea
conocer, pues tiene la seguridad de ser bien recibido.
Hé aquí cómo se precede en los aguinaldos. Los
jóvenes de ambos sexos convienen de antemano en
pedírselos mutuamente; fíjase algunas veces el día,
y hasta se estipulan las condiciones del combate,
pqrque es verdaderamente una lucha de finezas, de
astu~if.s y d:e precauciones la' que se trabará por
ambas partes. Aquel que divisa a otro primero,
cuando van por la calle, grita al punto: " j Venga
mi aguinaldo!" y el otro no tiene más remedio que
complacerle. Difícil es dar una idea de lo mucho que
trabaja la imaginación de aquella gente para sorprender a uno antes de que le vean. Por lo general
se permite todo, incluso el escalamiento y la violación de domicilio. Se soborna a los criados; se ponen espías, y varios se ocultan o se disfrazan, y
siempre acaba la cosa por reírse todos de la mejor
voluntad. Un enamorado penetra audazmente en
casa de su adorada con traje de aguador, y es reconocido demasiado tarde. Un joven recibe en su casa
en el momento menos pensado un fardo voluminoso;
éste se abre de repente, y una voz formidable grita:
, , j Mi aguinaldo!"
Con frecuencia, y para prolongar más tiempo
Iaoroma, discute la' vaIldez' de 'los medios em-
se-
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VIAJE· A NUEVA
GRANADA
pleados; y no son pocas las bodas que se llevan a
efecto por esta costumbre. Los regalos suelen ser
muy sencillos, y se tiene el buen tacto de no dar
importancia a su valor.
Para aquel que no conociese a Medellín sino en
la época de los aguinaldos, esta ciudad sería seguramente la más alegre y sociable del mundo; pero
pasado este buen tiempo, todo vuelve a su acostumbrada monotonía, y a los jóvenes no les queda
más recurso que las serenatas.
j Felices los países que han conservado tan poética tradición! j Dichoso aquel que en una de esas
noches serenas y perfumadas de los trópicos tiene
derecho a ir solo, o con sus amigos de confianza,
a entonar bajo las ventanas de su amor las ingenuas coplas de las baladas populares! Abrese un
balcón; una velada forma se dibuja en la penumbra;
cae una flor en la calle como señal de agradecimiento o de promesa; dos corazones laten a la par,
y la voz del cantor es trémula al terminar su estrofa.
En Medellín están muy a la moda las serenatas,
y perfectamente en armonía con las sencillas costumbres y con aquel clima igual y constante.
En dicha ciudad no se hace el comercio de exportación; sólo se envía a otros países el oro de las
minas de la provincia; pero impórtanse todos los
años grandes cantidades de mercancías, que se reparten entre los pueblos y ciudades del Estado, y
aun de otros vecinos.
Inglaterra remite hierros, artículos de herrería,
algodones blancos o crudos e indianas; de Alemania
se recibe quincallería, juguetes y fósforos; Suiza
suministra pañuelos, chales de algodón y de lana
y cortes de muselina; España remite sus vinos, y
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DOCTOR SAFFRAY
911
Francia las lanas, sedas, artículos de :mercería,
sombreros, calzado, drogas y medicinas.
Los traficantes venden al por mayor y al por
menor; los almacenes de cierta importancia son
verdaderos bazares, y ninguno tiene especialidad.
Las tiendas son numerosas, pero cada día se abre
una nueva. El título de tendero es aquí muy considerado, y todos le ambicionan. Es de ver con qué
orgullo llevan aquí los elegidos, por mañana y tarde, la enorme llave que constituye la insignia de su
profesión. No hay bolsillo capaz o.e ocultar este
objeto, verdaderamente monumentaL
La mayor parte de los negocios se hacen a crédito y plazo de doce a dieciocho meses; el interés
ordinario es de un doce por ciento; pero muchas
transacciones se hacen a dieciocho. Esta extensión
del crédito indica una honradez y buena fe general
en los negocios; el tipo más elevado en el interés
prueba que con industria se pueden realizar prontamente considerables beneficios.
La proximidad de los grandes distritos mineros
contribuye por mucho a la importancia del comercio
de Medellín; los principales negociantes compran
el oro para hacer sus pagos en Europa, y realizan
así un beneficio de cinco a quince por ciento.
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100
VIAJE A NUEVA GRANADA
IX
PASEO POR EL MERCADO DB MIWELLIN.-EL
PAN DE
YUOA.--EL HILO DE OABUY A y DE PIT A.-HONORES
AL SANTISIMO SACRAMENTO.-MONUMENTOS DE ME·
DELLIN.-CASAS
P ARTICULARES.-CONSTRUCCIONES
POR APISONAMIENTO.-LA
FIESTA.
El mercado de Medellín se verifica en la gran
plaza; cada cual expone allí a su antojo las mercancías; pero las de una misma especie ocupan un sitio
designado por el inspector.
Lo que más abunda es el maíz, base de la alimentación, y que se expende en forma de arepa~, gruesas galletas de muy buen sabor, sanas y algo más
nutritivas que el pan, prescindiendo de la porción
de agua que contienen. El pan de trigo es un artículo de lujo, del cual no se hace uso sino para tomar
chocolate; el que traen de Ríonegro es algo moreno
y no está bien amasado. Un panecillo del tamaño
del puño vale un real. Ya está leje s la época en que
Herrera decía al hablar del maíz:
"Los españoles le comen cuando no pueden pasar por otro punto ".
Hoy día, ricos y pobres comen con gusto las sabrosas arepas.
Pero hay otros panes que por su aspecto, forma
y color, recuerdan unos que se hacen en París en
forma de media luna. Los de Medellín son de un
blanco de nieve, ligeros, y pueden competir con los
más perfectos de las panaderías europeas: son los
panes de yuca (Manihot).
El tallo de la yuca alcanza a los dos años una
altura de cinco a seis pies; es cilíndrico, leñoso, y
está lleno de medula; de las axilas de las hojas di-
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101
DOCTOR SAFFRA y
gitadas, O de las bifurcaciones terminales, se desprenden graciosos ramitos de flores de color verde
pálido, a los que suceden cápsulas de tres aristas
con otros tantos lóculos, cada uno de los cuales contiene una sola semilla. Esta última no se suele emplear para la reproducción de la planta; utilízanse
al efecto los pedazos del tallo, que plantados a la
distancia de ochenta centímetros uno de otro, en
una tierra conveniente, producen al poco tiempo un
vigoroso vástago. Estas raíces tuberosas adquieren
todo su desarrollo a los dos años, pero no se puedell
extraer hasta finalizar el tercero.
Conócense dos especies muy distintas de yuca:
la una dulce, que es la menos extendida; la otra que
contiene un veneno activo, y que sin embargo es la
que se cultiva más generalmente; las dos se encuentran en ~~frica, en Asia y en América.
Los negros de las costas meridionales de Africa
cultivan la especie venenosa desde tiempo inmemorial, e ignoro por qué casualidad descubrieron que
esta peligrosa planta podía ser para ellos un alimento sano y agradable.
La preparación más sencilla de la yuca es lo que
se llama cazabe en algunos puntos de las Antillas:
se raspa la raíz, se lava la pulpa y se pene en gruesos sacos, donde es sometida a una fuerte presión,
y así desembarazada de su exceso de agua, extiéndese dicha pulpa en forma de galletas delgadas sohre unas placas de hierro bien calientes. Los bizcochos de cazabe no son atacados nunca por los gusanos, y pueden conservarse largo tiempo con tal que
no se les exponga a la humedad. La tapioca difiere
delcazabe en que se hace sóhcon iéc~
ligeramente tostada. El pan de y~wa no contiene tampoco
.~.' '.
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102
VIAJE
A NUEVA GRANADA
más que la fécula de las raíces, que se obtiene muy
pura por medio de repetidos lavados.
Los indios caribes emplean instrumentos muy
ingeniosos para preparar el cazabe: su raspador
consiste en un largo pedazo de madera de fibras
elásticas, en el cual fijan unos guijarros cortantes;
para separar el jugo del agua de la pulpa, sírvense
de 10 que l1anwn la serpiente, y que no es otra cosa
sino un saco de seis pies de longitud, más ancho en
. el centro que en las extremidades, tejido con peciolos de las hojas de la palmera brasileña. La serpiente, hinchada y encogida por la pulpa húmeda,
se cuelga por una extremidad de la rama de un árbol, atándose en la otra una pesada piedra, que
tiende a comunicarle su forma prolongada, produciendo la necesaria presión. Los piedras planas sirven para cocer las tortas amasadas a la mano.
El jugo venenoso de la yuca no es acre; una
ebullición prolongada destierra el principio activo,
muy volátil, que no es otra cosa sino el ácido prúsico; el cazabe, incompletamente lavado, se purifica también por el calor necesario a su cocimiento
sobre las placas.
Veinte libras de jugo de yuca producen por la
destilación una onza de líquido volátil, poco más o
menos, de un olor insoportable. Se ha ensayado su
fuerza ponzoñosa en un negro condenado a muerte: treinta gotas bastaron para que expirase a los
seis minutos, presa de horribles convulsiones.
El P. García, en una curiosa obra dedicada exclusivamente a la botánica de las Indias, observa
con razón qne la yuca del continente americano es
inofensiva; e11su época no crecía la especie venenosa sino en 811nto Domingo. El ingenioso obserr
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DOCTOR SAFFRAY
103
vador Paw, autor de la obra Investigaciones filosóficas sobre los americanos, indica en ella como contraveneno del jugo de dicha planta el carbonato de
potasa, tomado en agua de menta, y el azúcar o la
sal en grandes dosis. Pison recomienda, en su Tratado sobre las enfermedades de las Indias, el jugo
de ananas o de limón, considerándole como infalible. La experiencia ha demostrado después que los
ácidos vegetales tienen realmente la virtud de neutralizar, hasta cierto punto, los efectos tóxicos de
la citada planta.
Los vendedores de pan de yuca expenden también fécula no preparada para hacer almidón; las
raíces se pagan a razón de unas ocho pesetas el
quintal; se comen como legumbre en la olla, pero
deben elegirse frescas y tiernas, antes que el tejido
celular haya llegado a ser leñoso.
Hénos aquí ahora en presencia de altas columnas de sombreros, cuyas muestras llevan los vendedores formando una pirámide en la cabeza; muchos son de Panamá; otros, de un precio módico,
están trenzados o tejidos con peciolos elásticos.
El azúcar en bruto se corta en panes aplanados
de una libra de peso; el refinado, de un color blanco sucio, y en forma de grandes cristales poco coherentes, deja mucho que desear.
Lacera vegetal figura en panes o bajo la forma
de velas; obtiénenla, por ebullición, de las semillas
del Myrica arguta, arbusto que recuerda el olivo
por su aspecto y colores. Ac1ici(,mFH'lo un pG~C (\e
sebo, que la impide ser tan quebradiza, esta cera da
una luz preferible a la de las velas arabaria", i ~'}(>ro
s~empre más o menos lnn:ncsa; UllR c\epuraciól1 conveniente corregiría esté defecto. -
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104
VIAjE
A NUEVA GRANADA
Detengámonos algunos momentos ante esa serie de productos fabricados con las fibras de la pita
y de la cabuya: unos mazos de brillantes hilos de
color blanco amarillento y de tres pies de largo,
elásticos y flexibles, representan la materia prima;
junto a ésta hay unos pelote s de bramante o de
cordel, trabajados perfectamente; los de mayor
grueso se destinan para el trasporte de géneros.
Más lejos se ven sacos muy fuertes, que podrían
resistir un gran peso, y un poco más allá hay rollos
de una especie de trencilla plana bastante gruesa,
que sirve para hacer las suelas de las alpargatas.
Todas estas fibras son producto de diversas especies de Fourcroya y de bromeliáceas, que se cultivan para formar cercas. Las hojas carnosas, guarnecidas de pinchos y terminadas en aguda punta,
llegan a tener hasta cinco y seis pies de largo; después de cortarlas se ponen a secar y se baten para
aislar las fibras, las cuales se limpian y alisan después con un peine de metal.
Oyese de pronto el sonido de una campanilla,
que resuena en el atrio de la iglesia: todos los rumores cesan; los hombres se descubren, las mujeres se persignan, y todos caen de rodillas. Es que
pasa el Viático. El sacerdote va revestido del sobrepelliz y de la estola, precedido por el monaguillo y escoltado de un sacristán que le cobija bajo
una especie de dosel. Muchos hombres y mujeres
siguen al Santísimo Sacramento, y a su paso, y
hasta donde llega el sonido de la campanilla, prostémase cada cual. Algunos momentos después vuelve a recobrar la plaza su animación y continúan las
transacciones, para terminar entre dos y tres de
la tarde.
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DOCTOR SA.FFRA y
105
Sería inútil buscar en Medellín monumentos
proporcionados a la importancia de la ciudad. Hace
medio siglo que la ciudad de Santa Fe de Antioquia, situada al otro lado de la cordillera occidental, no lejos del Oauca, era todavía la plaza más
importante de toda la provincia, el asiento de las
administraciones del episcopado, el gran centro político, comercial y religioso de un vasto territorio.
Medellín no contaba entonces más que tres o cuatro
iglesias o capillas, de reducidas proporciones, y de
estilo mezclado sin arte y sin gusto: únicamente el
colegio actual, y su iglesia, honraban, como construcción, a los monjes que le edificaron.
La catedral, construcción moderna de ladrillo,
sobrepuesta de una pretenciosa cúpula, como ya
hemos visto, se distingue por la falta completa de
estilo y de gusto, por la más absoluta ignorancia
de las reglas de la arquitectura; la fachada presenta
dos especies de torres cuadradas; pero por razones
de economía no se han levantado más que dos paredes de cada una.
En medio de la plaza principal se eleva un surtidor bastante gracioso, que se mandó traer de Europa a costa de una suma considerable; adornan
el centro unas Quimeras, y el agua cae irregularmente en el pilón. Hace algunos años se veía a pocos pasos del surtidor una piedra de unos sesenta
centímetros de largo por treinta de ancho, destinada a formar parte de la base monumental. Cuando llegaron a Medellín las piezas desmontadas de
la fuente, el concejo municipal nombró un ingeniero
jefe (léase maestro de obras), quien reuniendo a
su vez a_va.rios miJ}eros~_
cant~ro~ y _picapedreros,
asignóles muy buenos salarios por espacio de dos
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106
VIAJE
A. NUEVA GRANADA
meses para llevar a cabo la obra. Cuando la primera piedra de la proyectada base estuvo en la
plaza de Medellín, costaba nada menos que siete
mil pesetas! ... Hé aquí porqué no se levantan monumentos en aquella ciudad.
Las casas particulares se construyen con cal,
apisonándolas después; para los armazones, marcos de puerta y de ventana, etc., se emplean sólo
maderas odoríferas o resinosas, a fin de que no
sean atacadas por los térmites. La mayor parte de
las casas no tienen más que bajos; y lo más notable
en la disposición interior es la completa falta de
puertas en las habitaciones, pero algunas veces se
pone un tapiz para hacer la separación. En la plaza
y en varias calles, los pisos bajos están ocupados
por almacenes, y hay además un principal con galería corrida a la que dan las ventanas o balcones.
Una casa ordinaria, para una familia de cinco o
seis personas, cuesta. por término medio de cuarenta a sesenta mil pesetas. Los primeros ahorros de
cualquier industrial o negociante 'se destinan a la
compra o construcción de una casa; de modo que
cada cual vive en la suya, siendo por lo tanto muy
difícil hallar una que se alquile.
En recuerdo de un glorioso aniversario o de algún acontecimiento político, el gobernador y el alcalde permiten al buen pueblo que se divierta a su
antojo durante tres días. I..Jascampanas repican sin
cesar; una misa solemne inaugura la fiesta, y a ella
asisten todas las mujeres, pues los hombres están
muy ocupados en otras cosas. Pcr la mañana dan
a sus caballos doble ración de maíz y una libra de
azúcar, pues los nobles animales deben sufrir rudas pruebas. El punto de reunión de los jinetes PS
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DOOTOR SAFFRA y
107
una pradera situada en los alrededores de la ciudad, donde se han dejado libres varios toros destinados a la función. Para los más atrevidos jinetes,
la tr'aída de toros constituye la parte más interesante del programa.
Los caballista s más prácticos creen indispensable en tal circunstancia la gran silla del país con
sus pesados arneses, silla muy alta por dolante,
apropiada para sujetar el lazo; no es cuestión de
elegancia, trátase sólo de la seguridad. Sujetar a
los toros por los cuernos y conducirlos no es juego
sin peligro; se necesita a la vez una destreza a toda
prueba, una sangre fría inalterable, )' la mayor
audacia, para perseguir a los animales y evitar sus
acometidas. El caballo es el verdadero héroe de la
lucha; se identifica con su amo; obedece al menor
movimiento, precipítase, gira y detiénese de pronto
a la menor palabra, a la menor señal. Apenas lanza
el hombre su nudo corredizo, con mano certera y
segura, rodeando los cuernos del animal, el caballo, que le hace frente, se recoge y prepara a recibir
el choque que debe trasmitir la cuerda tendida; en
este momento, un segundo nudo corredizo cae sobre
el primero, y el toro, sujeto a la vez por dos partes,
no opone ya sino una débil resistencia.
El arte de los jinetes que practican este ejercicio, consiste en preservarse mutuamente de las acometidas oblicuas de su prisionero, maniobrando
hábilmente con el lazo. Cuando todos los toros están sujetos, se les lleva triunfalmente a un establo
que hay cerca de la pradera.
La autoridad 110permite las corridas clásicas de
_ toros :1& graD_plaza que BirvedeprllmlfJ116 está rodeada por "'.111a
barreTa que protege al público; allí
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VIAJE
A NUEVA
GRANADA
no hay picadores, ni capeadores, ni espadas; varios
hombres a pie o a caballo ocupan el recinto, y si
salta un toro, cada cual huye como puede.
En vez de banderillas de fuego arrójanse al animal inocentes petardos; cuando se reconoce su fatiga, avanza un hombre, cubierto el brazo con un
poncho de vistosos colores; el toro le acomete, pero
no consigue tocarle, y entonces aplaude la multitud
estrepitosamente. Cuando el que hace la suerte es
un novicio, sucede a menudo que el animal le lanza
a diez pies de altura, entre los silbidos del público.
En Medellín hay un coliseo que tiené dos filas
de palcos; la platea es bastante grande, pero no
hay asientos; allí se pasea el público libremente y
fuma sin temor de que se vicie la atmósfera, pues
el techo es pura y sencillamente la celeste bóveda;
el arquitecto hubo de renunciar a ponerle por falta
de los materiales necesarios. Todos los actores pertenecen al sexo feo; ninguna mujer se atrevería a
presentarse en las tablas; y si hubiese alguna capaz
de arrostrar las preocupaciones y la excomunión,
la falta de señoras protestaría contra semejante
escándalo. En Medellín no hay función completa
sin baile; y en los arrabales hace furor el bambuco.
Los que se precian de inteligentes en el arte coreográfico se convienen sobre los medios de danzar un
poco o de obtener el permiso para que lo haga la
juventud. Lo principal es saber cuál será el punto
de reunión y a quién se convidará, dos puntos de
importancia que suscitan no pocas dificultades; pero
por fin se ponen todos de acuerdo. Luégo ocurren
dudas sobre lo que dirá el cura; cada convidado
corre a pedir permiso a su confesor; los más lo ob-
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DOCTOR SAFFRA y
109
tienen, y los que no ... se lo toman, prometiéndose
una larga penitencia.
Durante aquellas fiestas, en las que toman parte
todas las clases de la sociedad, entregándose a sus
placeres favoritos, no ocu-rren excesos ni desórdenes; se apela un poco a las bebidas espirituosas;
pero la alegría no llega nunca a la embriaguez. Al
día siguiente continúan todos sus tareas ordinarias,
y la ciudad recobra su calma.
x
LA. PROVINCIA. DE ANTIOQUIA
DESCUBRIMIENTO DE ANTIOQUIA.-EL
GUERRERO SANTIAGO.-CIVILIZACION
DE LOS IKDIGENAS.-INVENCION DE LA BALANZA.-EL
PERRO AMERICANO.-LIMITES DE LA PROVINCIA.--DIVISION
y PUKTOS ]\'0TABLES DE LA CORDILLERA.-RIOS.-NA
VEGACION
EN E~ CAUCA.-VIAS DE COMUNICACION.
Cmmdo los primeros pobladores de Cartagena
hubieron disipado los tesoros que trajeron del valle
de Zenú, concentráronse todas sus esperanzas en
el nuevo establecimiento de Darién, que debía servirles de base de operaciones para el descubrimiento de las provincias del Sur.
En el mes de abril de 1536, Pedro de Heredia,
gobernador de Cartagena, partió de la colonia de
San Sebastián con doscientos diez infantes y cincuenta caballos: remontó durante algunos días el
Atrato, y desembarcando después en la orilla derecha;ihfenlóse' en las terrenOs 'pantanosos, cubier-
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VIAJE
A. NUEVA. GRANADA.
tos de impenetrables bosques, que aún hoy parecen
desafiar la audacia del hombre.
Es necesario haber visto aquellas tierras bajas,
surcadas por canales y pantanos, erizadas de espinos y palmeras, y obstruídas por el inextricable
laberinto que forman los troncos derribados, las
enredaderas y los bejucos, para comprender las
fatigas, los peligros, los inauditos trabajos que
arrostraron durante algún tiempo los españoles de
Heredia. Baste decir que en tres meses no recorrieron más de cuarenta leguas.
La lluvia les molestaba diariamente; no era posible encender fuego, por falta de leña seca; los
miasmas descomponían la sangre y no pasaban día
sin que en el camino quedaran algunos hombres y
caballos, que aún vivos, eran presa de los gusanos,
y sentían corroer sus huesos por estos insectos
inmundos antes de llegar la hora de la muerte.
Sin embargo, los que sobrevivían iban avanzando siempre; habíanles dicho que encontrarían
oro al otro lado de las montañas, y querían obtener
el precioso metal o morir.
Algunos hombres que aún conservaban su robustez se adelantaron como batidores, y al cabo de
algunos días llegaron a un pueblo indio que tenía
sus viviendas en los árboles, a fin de evitar las
inundaciones y las acometidas de las fieras. Un
intérprete se puso en comunicación con los indígenas, valiéndose de señas cuando no le comprendían,
y así supieron los españoles que les era imposible
llegar por aquel camino a la tierra de Babaybé,
objeto de la. expedición. lIeredia se vio, pues, precisado a conducir a San Sebastián los restos de su
tropa.
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DOCTOR,SAFFRAY
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Pero estaba dicho que nada detendría a los aventureros castellanos.
Al año siguiente, algunos de los individuos que
habían sobrevivido a la desgraciada expedición de
Heredia obtuvieron autorización para acometer
por segunda vez la empresa, a las órdenes del capitán Francisco César. Este jefe comenzó por escoger cuidadosamente cien hombres, sin admitir más
que veteranos aclimatados; dirigió por sí mismo
todos los preparativos para la expedición, y reunió
cierto número de caballos, a pesar de las dificultades que en su concepto podría ocasionar la conducción, pues la experiencia le había demostrado cuán
útiles eran en los encuentros con los indios.
César resolvió franquear a toda costa las mOlltañas de Abibe, ramificación de la cordillera occidental, cuya anchura media es de unas veinte leguas. Costóle esta primera etapa una tercera parte
de sus hombres y la mitad de los caballos; pero
cuando los aventureros, agobiados de cansancic,
descubrieron en lontananza el valle de Guaca, escapóse de sus pechos un grito de alegría.
El valle bañado por el Cauca estaba cubierto de
pueblecillos, y grande fue el asombro de los indígenas al ver hombres blancos con ropas, y animales
desconocidos. Unos querían luchar, y otros emprender la fuga, pero los intérpretes les dieron a
entender que los blancos iban como amigos, induciéndoles a que trajeran víveres en abundancia.
Mientras que los españoles reposaban de sus
fatigas, preparándose a instalarse en el país, el
cacique Nutibara, a quien se indicó cuán reducido
era (óllnúrnero de lOS!3xtrªnjeros~ .pUj¡O en pie de
guerra un ejército de diez mil hombres, no dudando
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112
VIAJE
A .NUEVA GRANADA
que conseguiría exterminar hasta el último de los
intrusos.
El combate que se :,¡iguiófue terrible: el ca-pitán
César mató por su propia mano al hermano del
cacique, y en pocas horas perecieron centenares de
indios.
El historiador Pedro Simón refiere que en lo
más recio de la pelea se vio aparecer de pronto,
montado en brioso corcel, un guerrero armado de
punta en blanco, que hizo morder el polvo a más
de cien infieles mientras que su ejemplo animaba
a los españoles, asegurándoles la victoria. Este
guerrero era el mismo Santiago, el santo apóstol,
que no dejaba nunca de prestar a sus compatriotas
un auxilio milagroso en las ocasiones solemnes. El
buen P. Simón cuenta con mucha formalidad que
al otro día de la batalla se presentaron los indios
a pedir paz, extrañándose mucho de no ver entre
los españoles al invulnerable paladín que sembrara
la muerte en sus filas.
Algunos días después del eombate, una india,
cediendo a las amenazas, indicó al capitán César
una tumba de la cual se extranjeron cuarenta mil
ducados de oro. Los conquistadores ihan por fin a
realizar sus dorados sueños; pero advertidos, también por una mujer, que todos los guerreros del
valle se reunían para combatirles, juzgaron oportuno tomar el camino de la costa.
Sin embargo, la expedición de César preparó
de una manera eficaz la que debía seguir y dar por
resultado la conquista de la rica provincia cuyo
límite meridional ocupaba el valle de Guaca.
Juan de Vadillo, juez de Cartagena, se había
hecho culpable de concusión y usurpación de po-
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DOCTOR SAFFRAY
113
\1eres, y SUS amigos le aconsejaron que se lanzase
en alguna expedición, cuyo éxito pudiera preservarle del castigo, anulando a la vez las justas que! jas elevadas contra él al gobierno de España. Este
era en aquella época el medio adoptado por los que
,cometían desacie.rtos, observando una conducta reprensible. Entonces, como en los días de Petronio,
se podía decir: Quid faciant lege ubi sola pecunia
regnat? (lo Qué hacen las leyes allí donde sólo reina
el dinero i)
Vadillo reunió cuatrocientos hombres y otros
tantos caballos, con un gran número de esclavos
para llevar los víveres, las armas y todo el material, eligiendo por segundo a :Francisco César, cuyos
relatos le habían inducido a dirigirse por el lado
del valle de Guaca. Con los expedicionarios iba el
historiador Cieza de León, autor de la Crónica del
Perú.
Vadillo salió de San Sebastián a principios de
1538, y siguiendo primeramente las huellas de César, penetró después por otra vía en el valle de
Guaca, pero el cacique Nutibara defendió la entrada
con tal tesón, que los españoles hubieron de replegarse hacia las tierras del cacique Nori, quien los
condujo a la provincia de Buriticá, riquísima en
minas de oro.
El pueblo principal fue tomado por asalto y el
botín excedió a las esperanzas de los aventureros.
Llegados a las orillas del Cauca, juzgaron los españoles que la corriente era demasiado rápida para
intentar el paso, y por lo tanto avanzaron con lentitud por la orilla izquierda hasta llegar a Caramanta. Penetraron luégo en una tierra poco hospi-talaria a la cual dieron
nombre de.A.nserma, de
I
el
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114
VIAJE
A NUEVA
GRANADA
la palabra india anzer, que significa sal, porqu¿
vieron allí, por primera vez, que los indios hacían
evaporar el agua en las fuentes saladas. Poco más .•
allá, y no sin gran sorpresa, reconocieron las hue-·
Has de otros expedicionarios: eran los que a las
órdenes de Belalcázar habían venido de Cali hasta
aquellos parajes.
'
Comprendiendo Vadillo que había fracasado su
empresa, tocó retirada, y poco después separó~e
de su gente, sin dejar a cada uno de los soldados
que sobrevivieron, más que un valor de diez piastras, en pago de sus fatigas y peligros durante un
año.
Estaba reservado a Jorge Robledo completar el
descubrimiento de la provincia de Antioquia, fundando los primeros establecimientos.
Robledo era hombre enérgico, ambicioso, estaba
ya acostumbrado a los trabajos de la conquista, y
había acompañado a Sebastián de Belalcázar en la
expedición de Popayán.
Después de haber dejado una pequeña colonia
en el valle de Umbría, bajó hacia Caramanta, venció
a IQS indios de Arma, fundando en este sitio poco
después una ciudad, pasó por la orilla derecha del
Cauea, y pudo determinar por completo el curso
de este gran río, cuya desembocadura en el Magdalena fue reconocida algunos años antes por los
colonos de Santa Marta.
Robledo fundó en 1540 la ciudad de Cartago, en
la orilla derecha del Cauea, pero después hubo de
suspender sus descubrimientos y conquistas obedeciendo las órdenes del gobernador de Popayán.
Al cabo de un año volvió a ponerse en marcha,
y siguiendo la orilla derecha del Cauea hizo reC0110-
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DOCTOR SAFFRAY
115
cer los pueblos de Pascua y de Nungía, ricos en salinas, pero no osó aventurarse a través de la helada
cordillera de Arby (hoy liervé).
Poco después ofrecióse a su vista el valle de
Aburrá, al que dio el nombre de Medellín, en recuerdo de una ciuda<;l de Extremadura que se eleva
sobre el Guadialla. Desde el principio <le sus campañas no había estado nunca en un país tan delicioso: los cam~JOS
cultivados, los plantíos de árboles
frutales, y los pueblos populosos, se extendían en
un espacio que no alcanzaba la vista; era la tierra
de promisión después del desierto.
Los habitantes, de carácter pacífico, no intentaron rechazar a los españoles, muy lejos de ello, poseídos de un pánico indecible a su solo aspecto,
muchos se dieron muerte estrangulándose, y fue
menester no poca paciencia y buenos tratamientos
para hacerles comprender que los españoles no eran
demonios.
Alejándose del valle de Aburrá, después de
haber descansado de sus fatigas, los aventureros
franquearon la cordillera, cruzaron el Cauca en
balsas de bambú, y fueron en busca de nuevas tierras. Sólo en marchas y contramarchas pasaron
algunos meses, hasta que desanimados, faltos de
recursos, sin calzado, casi desnudos, y temiendo
volver a cruzar el río,. cayeron sobre el valle de
Ebéjico, donde fundaron la ciudad de Santa Fé
de A.ntioquia.
Terminada la primera instalación, Robledo resolvió volver a Cartagel1a, y pasar desde allí a España, a fin de obtener el gobierno del país que
había descubierto. Acompañado solo de doce hombres, sin- gÚía ningu:ria,peioimpelido por la ambi-
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VIAJE
A. NUEVA. GRANADA
ClOn,osó aventurarse en el camino de San Sebastián, a través de los bosques, de los pueblos hostiles,
y de los peligros sin número que le amenazaban.
Al fin llegó casi desnudo, destrozado y sin poderse sostener apenas, pero en vez de los honores
que esperaba, encerráronle en un calabozo por
orden del gobernador, bajo el pretexto de que las
tierras descubiertas por él pertenecían a la jurisdicción de Cartagella.
El territorio de la provincia actual de Antioquia
estaba habitado en tiempo de la conquista por numerosos pueblos, bárbaros los unos, civilizados los
otros. Los habitantes eran mucho más valerosos que
los indios de la costa. Ya hemos visto que el cacique
Nutibara rechazó valerosamente la invasión de su
territorio, sus soldados hostigaron largo tiempo a
los españoles durante la retirada y tal era su furor,
que devoraban los heridos y los rezagados.
Este hecho no tenía hasta cierto punto nada de
particular, puesto que en el valle de Antioquia eran
todos antropófagos. Cieza refiere que un cacique,
amigo de los españoles, llamado Nabonuco, fue un
día a visitar a Robledo, seguido de tres mujeres.
A una señal de su amo, dos de ellos se echaron en
el suelo, y el indio, con gran asombro de los blancos se sentó encima, cual si fueran almohadones, a
fin de estar en una postura más digna durante la
conferencia. Y como le preguntasen que haría con
la tercera mujer, contestó tranquilamente: "VO)T
a comérmela".
Los ebejicianos casaban a sus prisioneros con
las mujeres de la tribu para comerse los hijos que
tuvieran y cuando los hombres llegaban a ser viejos, también servían para el festín.
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DOOTOR
8A.PFRA Y
117
En la orilla derecha del Canca, las tribus de
Quimbaya engordaban a sus prisioneros, después
de encerralos en grandes jaulas de bambú, para
regalarse en los días solemnes, pero esto era para
ellos un lujo, no una necesidad relativa, CQl110 en
algunos pueblos del estado salvaje. Sus tierras,
muy bien cultivadas, producía:n abundtmtemente el
maíz, la yuca y otras raíces, y los árboles frutales
rodeaban sus casas. Los indígenas eran hombres
altos y robustos, las mujeres no carecían de gracia
y belleza y llevaban por único traje una estrecha
faja de tejido.
Estos indios hacían sacrificios humanos a grandes ídolos de madera, sus armas eran las flechas,
la jabalina, la maza y la honda. En cuanto a sus
admnos, consistían en alhajas de oro, muy numerosas. Su princip~l riqueza procedía del comercio
de la sal.
Los indios de Arina admiraron a los españoles
por su buena organización militar, marchaban al
combate en cuerpos regulares, con banderas de figuras simbólicas y estrellas de oro. Los jefes se
distinguían por una diadema y brazaletes de aquel
precioso metal, artísticamente trabajados.
El cacique regaló a Robledo un vaso de oro
que podría contener dos cuartillos de agua y cuyo
peso era de unas tres libras.
Todo anunciaba en aquellos indios una civilización ya antigua. Los españoles fundaron en su territorio 'un establecimiento importante, pero no
:prosperó mucho tiempo. Arma no es hoy más que
un miserable pueblo.
up_LQB indígenaB de Gu.acaaventajahan
por mucho
en civilización a los demás pueblos de la provincia.
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118
VIAJE
A NUEVA GRANADA
En su valle bien cultivado, veíanse casas grandes
y perfectamente construídas, rodeadas de bonitos
jardines donde crecía la guayaba, las ananas y diversas especies de palmeras útiles. El pueblo era
industrioso y rico, hombres y mujeres vestían ropas
de. algodón, y habían progresado mucho en el arte
de trabajar el oro.
Cuando el cacique visitaba los pueblos o dirigía
una expedición hacíase llevar en una litera de bambú cubierta de hojas de 01'0, muy delgadas y bru. ñidas.
Los funerales se celebraban con gran pompa,
enterrándose con el difunto sus más preciosos objetos así como las mujeres favoritas de su harem.
Ya hemos dicho que una india de Guaca descubrió a los españoles una de esas ricas sepulturas.
En toda Nueva Granada se da hoy el nombre de
Guaca a las tumbas indias, probablemente en memoria del primer tesoro de este género descubierto
en la provincia de Antioquia.
Hemos adquirido un gran número de objetos
procedentes del valle de Guaca: son vasos de tierra
roja, parda o negra, notables por la elegancia de
la forma, la originalidad de los adornos, las curiosas imágenes y el barniz inalterable que les cubre. Hemos tenido así mismo objetos de oro, por
demás interesantes bajo el punto de vista de la
ejecución, y también porque han servido para descubrir una parte de los procedimientos de que se
valían los plateros indígenas.
La mayor parte de los habitantes de Nueva
Granada creen que los indios conocían plantas cuyo
jugo tenía la virtud de comunicar al oro tánta maleabilidad como la cera: esta creencia data de
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DOOTOR SAFFRAY
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remota época, pues ya la encontramos en un libro
muy curioso publicado en 1786 por un tal Antonio
Julián, bajo el título de Perla de América. Hé aquí
sus propias palabras:
"Se repite por todas partes, según cierta tradición generalmente admitida, que los indios conocen una yerba que ablanda los metales, comunicándoles la maleabilidad que se desea. Esto se dice y
se cree por los hombres más inteligentes de la provincia. "
En el pueblo de Buriticá fue donde los compañeros de Robledo vieron por primera vez los hornillos de tierra y los útiles empleados por los indios para fundir y trabajar el oro. Hemos reconocido, en ídolos compuestos de varias piezas, que
hacían uso de la soldadura; y también que estaban
familiarizados con las aleaciones de cobre, tanto
para aumentar la masa del metal como para construir buriles.
El cronista Cieza, al dar otros detalles sobre la
industria de los indígenas de la provincia, dice que
"se servían de balanzas para pesar el oro". Si se
tratara de un escritor menos concienzudo, este aserto aislado podría inspirar alguna duda; pero el
autor de la Crónica del Perú ha justificado siempre
la magnífica profesión de fe de su prefacio, donde
dice: "Me propongo referir aquí cuanto he visto,
y aquello de que me acuerdo, sin tratar de añadir
ni suprimir y dejando al lector que juzgue por sí
mismo". Por otra parte, es sabido que la balanza
se conocía entre los peruanos. En el año de 1525,
Bartolomé Ruiz, piloto de Pizarro, que navegaba
por las costas del Pacífico, desde el golfo de Panamá
básta erEcuadoi,· encoñtr6 - enuna balsa
el-mar--
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VIAJE
A NUEVA GRANADA
cargada de tejidos de algodón y-de lana, y habiéndola abordado, vio que sus tripulantes llevaban
unas balanzas para pesar el ero, que debían cambiar por sus productos en la costa del Chocó. ¿ Habían inventado los peruanos la balanza' ~Era 1111a
herencia de las civilizaciones anteriores? ~La tendrían acaso los indios de Nueva Granada por medio
de los del Perú? Faltan los datos para contestar a
estas preguntas, así C01110 también para dete-cmillar
el origen de este instrumento en el antiguo continente.
En la preciosa Crónica de Cieza es donde encontramos también por primera vez una noticia positiva sobre la existencia del perro doméstico en
varias naciones de la América del Sur. Los españoles hallaron los primeros perros en el valle de
Aburrá, y no oyéndoles ladrar, diéronles el nombre
de perros mudos. Según Garcilazo de la Vega, en
su Historia general del PerÚ, encontráronse también
en este país varios de dichos animales, que parecían ser una variedad del perro de pastor.
Por esta breve reseña vemos que los aventureros
españoles hallaban a eada paso en sus correrías
cosas dignas de su admiración y estudio, en presencia de civilizaciones tan diversas en que la
barbarie se daba la mano con las más refinadas
costumbres, pero aquellos hombres ávidos de riquezas, ignorantes y supertieiosos, no nos han transmitido sino datos muy incompletos acerca de la
parte más interesante de sus aventuradas excursiones. i Buscaban oro, siempre oro! ~Qué importaba lo demás?
Los detalles que doy a continuación se refieren
a la provincia de Antioquia, tal como era antes
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DOCTOR SAFFRAY
121
<lela reciente división de Nueva Granada en mayor
número de Estados.
La provincia de Antioquia se extiende desde el
5° al 8° 34' de latitud boreal, y de 0° 6' al 2° 18'
de longitud occidental, según el meridiano de Bogotá. Comprende dos mil doscientas leguas cuadradas, cuya mayor extensión estl1 cubierta de bosques;
los pastos ocupan unas trescientas leguas y el cultivo de setenta a ocbenta cuadradas.
Todo concurre a que esta provincia sea el corazón de la República neo-granadina; ninguna. otra
reúne tántos elementos de prosperidad limitada en
un lado por la cordillera occidental, en cuya falda
se desliza el Cauca, está cruzada por las numerosas
ramificaciones de la. central, que forman, a una
altitud media de dos mil quinientos metros, nnas
mesetas accidentadas, donde reina todo el año el
clima de Francia en la primavera; mientras que si
se baja a la cuenca del Magdalena, se sienten los
ardores de la región ecuatorial.
Partiendo del valle de Medellín y si nos dirigimos hacia Santa Rosa por el camino real, vemos
desarrollarse basta el último confín del horizonte
las vigorosas ondulaciones de las montañas, semejantes a. nn mar de verdura. Si se sigue el camino
de Sonsón, a la uniformidad grandiosa sustituye el
más imponente desorden: parece que las montañas
han caído en revuelta confusión, no se distinguen
más que elevadas cimas; las profundidades se ocultan bajo un espeso vapor y más lejos, por la parte
del sur, brilla de una manera singular el ventisquero del Ruiz.
Añtes-de llegar a -Márlni11a, en el camino de
Nare a Medel1ín y si el viajero se inclina a la de-
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122
VIAJE
A NUEVA GRANADA
recha siguiendo el camino de Santo Domingo, para
dirigirse en línea recta hacia el valle de Medellín,
se llega por una sucesión de pendientes bastante
suaves al punto culminante de la cordillera, donde
se tiene con frecuencia la buena suerte de contemplar uno de los espectáculos más grandiosos que
puede ofrecer la espléndida naturaleza de los Alpes
granadinos. Ante el viajero se prolonga una línea
azulada de montañas de ondulada cresta, que es la
cordillera occidental; a sus pies hay una rápida
pendiente que termina en un abismo flotante de
nubes; y de este inmenso dosel, suspendido sobre
el valle, destácanse en lontananza algunas verdosas
cimas. La vista deslumbrada se pierde en las vaporosas extensiones, a las que comunican relieves fantásticos los rayos del sol levante; las nubes, vistas
por debajo, distan mucho de ofrecer la uniformidad
de superficies que ofrecen desde otro punto; su as·
pecto es más rico en colores, más imprevistas sus
formas, pero de repente, en aquel mar caprichoso
forma un vacío alguna ráfaga de viento, el sol proyecta una inmensa decoración de gloria y se ve iluminarse, a una profundidad que parece incalculable,
todo el valle del Porce, sembrado de granjas, de
bosquecillo s y de praderas.
La provincia de Antioquia, gracias a la feliz
disposición de las cordilleras, es muy rica en corrientes de agua, el Nare se vierte en el Magdalena,
el Porce baña el valle de Medellín; toma el nombre
de Nechí, y desagua en el Cauca, afluente o más bien
hermoso gemelo del Magdalena. El Guadalupe, tributario del Nechí, presenta uno de los saltos de
agua más notables del mundo; después de formal'
dos cascadas en gradería, cada cual de ....
mos cien
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DOCTOR SAFFRA y
123
metros de altura, precipítase de un solo golpe a
una profundidad de cuatrocientos a quinientos, pero
desgraciadamente esta maravilla de la naturaleza
está en una región casi solitaria, y por lo mismo
permanece desconocida.
Ninguno de estos ríos se presta a la navegación, su curso está interrumpido por cascadas, remolinos, saltos de agua y rocas desprendidas, en
algunos puntos precipítase la coniente en una caverna, y vuelve a salir a varios centenares de metros más lejos como sucede en Puente Piedra y
Puente Tierra, en el Nare.
El mismo Cauca, a pesar de cuanto dicen alguno:5
granadinos, no es navegable en la provincia de
Antioquia. La corriente es muy rápida desde la
desembocadura hasta Espíritu Santo, donde comienza una serie de obstáculos, en el punto llamado
Remango, el río forma un remolino que ninguna
embarcación podría franquear; más lejos, en 01'0bajo, toda la masa líquida se oprime en una especie
de pasadizo que apenas tenurá veinticinco metros
de anchura, a los 6° 46' de latitud está la catarata
de Juan García, formada por un desprendimiento
de rocas. La empresa de hacer el Cauca navegable
es el bello ideal de los habitantes de la provincia de
Antioquia; pero esto no pasará de ser un sueño
imposible de realizar. Por el Atrato es por donde
podría establecerse una comunicación fácil con el
océano.
Para dirigirse de un punto a otro de la provincia es preciso viajar a pie, a caballo, o a lomo
de buey o sobre las espaldas de un hombre, según
que se sigue elcahiinorea1, el de las cOll1unicaciones cortas, o el que allí llaman la trocha, sendero
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124
VIAJE A NUEVA
GRANADA
apenas indicado, que frecuentan principalmente los
conductores. Antes de recorrede yo, jamás hubiera
creído que el buey, tan pesado en apariencia, fuera
mejor montura que el mulo en caminos llenos de
barrancos, fangosos, obstruídos por raíces, troncos
y rocas, cortados por torrentes y bordeados de precipicios. Sin embargo, nada tan seguro como el
buey, no siendo cuestión de ir a prisa, sino de llegar
sano y salvo; el animal sale de un mal paso allí
donde la mula más diestra y vigorosa perdería pie
o se hundiría. Al llegar a un sitio por donde el buey
no puede pasar, es preciso dejarse conducir. Nunca
he viajado de una manera tan desagradable; más
valdría ir por su propio pie; pero al qne no tiene
costumbre de recorrer aquellos senderos le es imposible andar. Sentado sobre la sillita que el conductor lleva al hombro, hay momentos en que vuestra vida y la suya dependen de la inmovilidad; en
aquellos momentos no sois más que una maleta o un
fardo, y debéis parecerlo así; si el conductor da
un paso en falso y os deja caer en el agua, en el
cieno o en las piedras, no es responsable de las
averías.
Los puentes son raros; se vadean los torrentes
y los riachuelos, y si éstos llevan gran caudal de
agna, se ha de tener paciencia y esperar hasta que
baje.
El dibujo que he conservado y que representa
un puente sobre el Porce (valle de Medellín), podrá
dar una idea bastante exacta del arte primitivo de
los ingenieros del país. Por lo regular debe uno
apearse para cruzar el puente; las flexibles tablas
ondulan bajo los pies de una manera alarmante;
algunas vigas ausentes permiten ver el agua que se
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DOCTOR SAFFRA y
125
estrella ruidosamente contra las rocas, y por poco
que vuestra montura sea espantadiza o caprichosa,
es preciso aguardar refuerzo para vencer su repugnancia.
Las vías de comunicación de la provincia se hallan por lo regular en un estado lamentable. Los
habitantes dicen que ya abrirán buenos caminos
cuando su comercio sea de más consideración, y no
es posible hacerles comprender que deben comenzar
por facilitar las comunicaciones. En la actualidad
sucede que los gastos de transporte aumentan el
valor de los productos agrícolas en la proporción
de cinco a seis pesetas por quintal, sólo en un trayecto de cuatro leguas,
XI
CLIMA DE LA PROVINCIA.-TIERRAS
CALIDAS, TEMPLADAS Y FRIAS.-POBLACION
y COSTUMBRES.-COMERCIO E INDUSTRIA.-HISTORIA
DE IJA CARA DE AZUCAR.-EL AZUCAR CONSIDERADO COMO ALIMENTO.
OJEADA SOBRE LA FAUNA Y LA FLORA DE LA PROVINCIA ..
Sólo hay dos estaciones en la provincia de Antioquia: la seca y la lluviosa; cada una de las cuales
dura unos seis meses. La primera comienza en el
solsticio de diciembre, y la segunda en el de junio,
pero no deben tomarse en el sentido absoluto las
calificaciones de estación seca y estación cálida.
Durante los seis meses de verano cae bastante agua
para- alimentartas plantas a partir de la- elevación
de unos mil metros. En el invierno o estación llu-
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126
VIAJE
A NUEVA
GRANADA
viosa, el cielo se conserva sereno a menudo por
espacio de varios días, y los turbios muy abundantes,
no se prolongan largo tiempo. Por lo que hace a
la temperatura, no varía de una estación a otra
más que en dos o tres grados.
Bastaría elegir, según la altitud, una llanura,
un valle, una meseta o una montaña, para encontrar el clima que se prefiere: en ciertas regiones se
tienen todas a mano en un radio de pocas leguas.
Calcúlase que la temperatura decrece por término
medio un grado por cada ciento setenta o ciento
ochenta metros de elevación. En Cartagcna y en la
desembocadura del Magdalena, la temperatura media es de 33° ('); a tres mil metros, es de 27° (~) ;
a dos mil, 24° (T) ; a tres mil, de 11°, y a cuatro mil,
de 5° centígrados. Sin embargo, obsérvase que no
decrece de una manera uniforme a medida que uno
se eleva; la capa de aire que más rápidamente se
enfría está comprendida entre dos mil quinientos
y tres mil metros.
Esta diferencia de temperatura, corresponde
sobre todo a la elevación de las diversas regiones;
ha sido causa de que se adopte aquí la división de
tierras cálidas, templadas y frías. Las primeras
se elevan a unos seiscientos metros; es el país de
los cocoteros, de las escitamíneas y de los helechos
en árbol. La zona templada está comprendida entre
seiscientos y dos mil metros; aun se ven allí palmeras y befarias de flores cambiantes, que engalanan el lindero de los bosques. Las tierras frías que
se hallan a tres mil metros, no ofrecen nada del
aspecto tropical; allí se desarrollan tristes bosques
de encinas de carcomido tronco con el ramaje car-
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DOCTOR SAFFRA y
127
gado de parásitos; pero también se encuentran algunas bonitas liliáceas, fucsias y graciosos yaros.
Sobre esta región se extienden los páramos o
mesetas frías, y a partir de los tres mil quinientos
metros ya no se ven árboles; los arbustos achaparrados y las plantas alpinas vegetan hasta la altura
de cuatro mil cien metros; después no produce el
terreno más que algunas escasas gramíneas -y líquenes, hasta el límite de las nieves, que varía entre
cuatro mil setecientos y cuatro mil novecientos
metros.
A pesar del gran número de experimentos que
practiqué, no me ha sido posible reconocer una disminución de la humedad atmosférica en proporción
a la altitud, a no ser a partir de una elevación de
tres mil trescientos metros, límite de la formación
de las nubes espesas. La zona más eléctrica está
comprendida entre dos mil doscientos y dos mil
quinientos metros. En esta altura es donde se ven
estallar las más grandiosas tempestades, acompañadas de copiosas lluvias.
La cantidad de agua que cae todos los años en
las tierras templadas equivale a una columna de
1 m. 80, mientras que el término medio de Europa
es de 50 centímetros. En las tierras cálidas del
Chocó se puede estimar en una tercera parte más
la altura que da el udómetro: de las observaciones
hechas en Guayaquil resultaron 2 m. 43.
La provincia de Antioquia contiene unos ciento
veintitrés mil habitantes, que pueden distribuírse
así: descendientes de españoles, más o menos mezclados con los indios, treinta mil; indios civilizados,
mulatos y razás ci'Úzadas, setenta y ciilco nlil; negTOS libres, trece mil, e indios salvajes, ('inco mil.
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VIAJE A NUEVA
GRANADA
El indio de pu.ra raza ha desaparecido completamente, y sin embargo, en la época de la conquista
no se contaban menos de quinientos mil indígenas
en el territorio ocupado hoy por la provincia de
Antioquia. ¡Pero podrá nadie extrañar su desaparición, cuando el escritor Oviedo se quejaba ya de
que "se matara tan rápidamente a los indígenas,
que no habían tenido tiempo los naturalistas para
estudiarlos '"
Los hijos de Antioquia son laboriosos, inteligentes y sobrios. El amor a la propiedad está muy
desarrollado en ellos; cada cual quiere tener un
rincón de tierra suyo, y casi todos lo consiguen.
El habitante de las regiones templadas participa
de la naturaleza que le rodea, es el agricultor de
Europa, pero vive más desahogadamente, bajo un
cielo más benigno y en una tierra más fecunda. Su
casa está formada de juncos sobrepuestos, con techo de hojas de palmera; dos tabiques de bambú
dividen la vivienda en tres compartimientos: el del
centro sirve de sala y de comedor; a derecha e izquierda se ve UlJaalcoba donde hay camas de bambú, y una pequeña habitación sirve de despensa. El
mueblaje de la sala se reduce a unos bancos de
bambú, una mesa y algunas sillas hechas con cuero
sin curtir; otro pedazo de cuero hace las veces de
puerta.
Detrás de la casa, o al lado, está la cocina, que
carece de chimenea; enciéndese el fuego en medio,
entre unas grandes piedras, y el humo sale como
puede.
Los utensilios consisten en un gran mortero de
madera para descortezar el maíz, una gran piedra
de sienita, sobre la cual se machaca el grano C011
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DOCTOR SAFFRA y
129
otra más pequeña, varias ollas de barro sin bañar,
una chocolatera de lo mismo, calabazas} cucharas
de madera, y troncos de bambú para conservar el
agua.
Los instrumentos del agricultor corresponden
a la sencillez de su mobiliario; un hacha, un machete, una cuchilla, llamada allí calabozo, y un regatón
de hierro, provisto de un largo mango, bastan para
todos sus trabajos.
La riqueza del amo consiste en una docena de
fanegadas de tierra; alrededor de la casa, en la
pradera, pastan dos o tres vacas y gruñen algunos
cerdos, 'mientras las gallinas cacarean debajo de los
bananos, cerca de un campo de maíz. La caña de
azúcar, la yuca, la arracacha (Aracacia esculenta),
la mafafa (Arum esculentum), la batata (Convolvolus batata), las patatas, las habichuelas, las coles
y las cebollas, completan el cultivo de los propietarios más industriosos, pero los más se fijan sobre
todo en la banana, la caña de azúcar y el maíz.
El campesino no necesita muchos esfuerzos para obtener estos productos de primera necesidad:
durante la estación seca corta los árboles y arbustos de una fanega da de tierra, y algunas semanas
después prende fuego. Cuando el terreno se ha enfriado, practica con el regatón un agujero de dos
o tres pulgadas de profundidad, siembra el maíz y
le cubre. Al cabo de dos meses arranca las malas
hierbas que hayal pie de cada mata, y a los tres
obtiene una cosecha de mil por uno. La caña es vivaz y no se necesita cuidar de ella. En cuanto al banano, basta despojarle, de vez en cuando, de las
hojas marchitas y de los tallos secos para que broten nuevos 'retoños.
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VIAJE
A NUEVA
GRANADA.
Tal es la manera de vivir del mayor número de
los habitantes de la provincia: vida sencilla, uniforme y tranquila, sin placeres, sin sufrimientos y
sin pasiones.
Sobre esta clase figura lo que allí llaman el hacendado; a éste no se le ha de pedir instrucción ni
refinados modales, pero es generalmente honrado,
inteligente e industrioso; es el hombre de morigeradas costumbres, fiel guardián del honor de su familia, de ordinario muy numerosa; es buen vecino,
buen amigo y hospitalario.
Fortuna es para el viajero encontrar al fin del
día una hacienda de buen aspecto; no conoce al amo,
pero puede estar seguro de encontrar un patrón
obsequioso, buena cena y mejor cama.
Dna pesada puerta da entrada a una pradera
pequeña contigua a la casa. El trabajo del día se
termina temprano y la familia se reúne en la sala
o en la galería. Los niños echan puñados de maíz
a las gallinas y a los pavos; los criados separan a
, los terneros de sus madres; los trabajadores vuelven de los campos cargados de cañas de azúcar, de
banana s verdes o amarillas y de cestos de frutos.
El dueño distribuye un poco de sal a las mulas y a
los caballos de mano, a los cuales se deja en libertad, y la esposa se ocupa en algunos quehaceres
domésticos.
Cuando los ladridos del perro anuncian la llegada de un forastero, el dueño de la casa sale a esperarle a la puerta, invítale cordialmente a echar
pie a tierra, teniendo el estribo, y con frecuencia
desensilla el caballo por su propia mano, mientras
que los criados descargan las. mulas. Hecho ésto, os
ofrece la mano, diciéndoos: "Entráis en vuesta C3-
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DOCTOR SAFFRAY
131
sa"; y en efecto, desde aquel instante, podéis estar
allí con toda confianza.
Primeramente, os hacen sentar para desembarazaras de las polainas y de las espuelas. Los caballos, después de haberse revolcado sobre la yerba,
vienen a buscar el maíz que se les ha preparado, y
las mulas están ya en el pasto.
Después de haber colgado la silla' de montar en
una percha de madera y de arreglar convenientemente los bagajes, el amo os invita a que le sigáis.
Una gran sala, separada en dos partes por otros
tantos tabiques, y cuatro gabinetes en los ángulos,
constituyen la habitación; la pieza del centro sirve
de comedor. En medio hay una gran mesa, y a los
lados largos bancos, sillas de cuero y dos pesados
sillones. Una mesita adornada con un crucifijo, algunos vasos de cristal, varios frascos dorados, y un
espejo portátil, es lo primero que llama la atención; adornan las paredes algunas estampas iluminadas, sujetas por medio de espinas de cactus.
Las dos alcobas que hay a derecha e izquierda
no tienen puerta; una cortina de muselina blanca
con lazos de cinta cierra a medias la entrada. Las
camas, de construcción muy sencilla, son numerosas, porque la familia aumenta rápidamente, pues
al casarse las hijas, permanecen bajo el techo paterno.
Frente a la puerta de entrada, hay otra semejante que da al patio, donde está la cocina y la cuadra, y una especie de barranca para los trabajadores. Cuando hay ventanas, carecen de vidrios, presentando en su lugar un enrejado de madera.
La cena que se ofrece es sencilla, pero siempre
buena después· de un día de ·c·a:illiIlo.Siel patrón se
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VIAJE
A NUEVA
GRANADA
cree igual a su huésped, por la categoría,.. siéntase
con él a la mesa; la esposa y las hijas le sirven con
el mayor agrado.
Llegada la hora de retirarse a descansar, el
dueño os indica vuestra cama, donde se acaban de
poner sábanas muy limpias y una colcha; pero si
no tenéis sueño, os hacen compañía con la mayor
complacencia,' y si alguno dirige preguntas, procura que sean discretas. Por lo regular, allí, como en
otras partes, se juzga de vuestro valer por el número de criados que os siguen, por el aspecto del
equipaje, la belleza del caballo y sus arneses.
Si el forastero no va de prisa, si viaja por recreo, si unos ojos negros han cautivado su atención
y si desea perman~cer un día más en la casa, puede
hacerlo con la seguridad de que no le pondrán mala'
cara ni dejarán sus patrones de mostrarse obseqUIOSOS.
El natural de Antioquia es muy amante de su
patria, y a pesar de sus costumbres pacíficas, está
siempre dispuesto a combatir con valor los pronunciamientos de las provincias inmediatas, que son
turbulentas y difíciles de gobernar. Jenofonte ha
dicho: "Las gavillas de mieses comunican a los que
las hacen crecer el valor suficiente para defenderlas. "
El antioqueño, propietario de un campo, y acostumbrado a una vida tranquila y honrada, es enemigo de las revoluciones; mientras que la provincia del Cauca, donde los más de los habitantes no
son propietarios, proporcicnan siempre un contingente numeroso a los generales ávidos de poder.
Aquí se emplea mejor el tiempo; el comercio, la
industria y la agricultura, ofrecen recursos inago-
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DOCTOR SAFFRA y
13E
tables, y cada cual se esfuerza por adquirir un modesto bienestar, pero a causa de la misma sencille2
de gustos y de las limitadas aspiraciones de aquellos naturales, no se aprovecha sino una pequeñv
parte de las riquezas que se tienen a la mano.
El comercio se limita casi al tráfico que se haCE
en Medellín. No hay fábricas ni grandes talleres er
la provincia. El arte del tintoreo es casi desconocido, aunque el suelo produce plantas preciosas
que importaría dar a conocer a la industria europea. He visto teñir de amarillo con la brujita (Rubia), de encarnado en una decoccióll de salvia amar
ga (Cupatorium), de verde con las hojas de chilc~
(Baccharis), y de negro con la corteza del e8cor<
(Malpighia). El índigo crece espontáneamente, pe
1'0 no se sabe extraer la fécula colorante.
Los principales productos de la agricultura son
el maíz, que madura hasta la altitud de dos mil qui
nientos metros; la yuca, la arracacha (.Aracacia es
culenta), la mafafa (Arum colocacia), la patata
que prospera entre los mil quinientos y tres mi
metros de altura, produciendo también a cuatro mil
las habichuelas, que se cultivan en la zona templa
da; el trigo, que da dos cosechas al año y prosperl
entre los mil doscientos y mil seiscientos metros
el banano, cuyos frutos maduran hasta la elevaciól
de mil ochocientos, y, por último, la caña de azú
car, algunas de cuyas variedades pueden utilizars
aún, sobre todo como forraje, hasta el límite de la
tierras frías.
Según vemos, la cuestión de altitud decide de
género de cultivo que conviene emprender en Ul
terreno dado, y así es que cuando se viaja por lo
l
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VIAJE
A NUEVA
GRANADA
sitios poblados de las Cordilleras, el aspecto de los
campos varía algunas veces de hora en hora.
En resumen, los.dos principales cultivos son los
del maíz y de la caña. El azúcar entra por una gran
parte de la alimentación, no refinado o purificado
cuando menos, como se ve en los mercados de las
ciudades,·sino en forma de panela, o de panes de
una libra. Un trabajador de las minas o de las granjas recibe de doscientos setenta y cinco a cuatrocientos gramos de azúcar diariamente. Cuando viajan los na1¡prales, no suelen llevar consigo más que
pan de maíz' y panelas; los muleteros se contentan
con comer azúcar mojado en agua fresca.
Yo hice a menudo como ellos y me iba muy bien;
el agua caliente azucarada sustituye allí al chocolate por la tarde.
El uso del azúcar en grandes dosis produce en
el europeo al principio algunos accidentes biliosos,
pero no tarda en acostumbrarse y entonces le pa.rece indispensable aquel artículo.
El viajero que aprecie en mucho su caballo debe llevar siempre consigo una o dos libras de panelas, para las horas más calurosas del día.
En efecto, el azúcar es un alimento respiratorio
por excelencia; es decir, que puede facilitar, con
pequeña dosis, los materiales de combustión húmeda que mantiene el calor. El maíz, el más rico de
los cereales en principios grasos y en ázoe, el cacao
y una pequeña porción de carne, bastan para formar, con el azúcar, una alimentación completa.
He leído recientemente, en un libro destinado a
la instrucción de la juventud, que la caña de azúcar
era originaria de las Antillas. Tanto valdría decir
que la patata fue trasportada de Irlanda a América
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DOCTOR SAFFRAY
13
por el famoso almirante Releigh. Isaías y Jeremía
.hablan de unas cañas dulces que se traían desde le
jos a J udea. Strabon dice que en la India crece un~
caña de la que se extrae una miel semejante a la di
las abejas, y Marco Varron lo confirma.
Por último, Plinio hace también mención de
azúcar, como producto de la Arabia y de la India
Las azucarerías del Estado de Antioquia se ha
llan casi todas instaladas bajo un sistema muy pri
mitivo; las cañas se trituran entre dos cilindros d
madera, puestos en movimiento por mulas, y el jug
es c·onducido a. cuatro o cinco calderas colocada
sobre un largo hornillo. Allí se concentra por eva
poración, desembarazándose de las impurezas e:
forma de espuma, y al secarse sufre una. primer,
cristalización. Cuando sale de la última caldera s
vierte en los moldes y recibe el nombre de panel¡¡
Hemos visto que en la provincia de Antioqui
e'xisten todos los climas, y así es que para estudia
su flora y su fauna se hace preciso referirse a caE
todos los vegetales y animales de Nueva Granad¡¡
En los bosques de los valles cálidos, en los deE
filaderos de la Cordillera, crecen vigorosamente la
más preciosas esencias, entre ellas el ébano, la cae
ba, el árbol llamado cedro' en el país, el laurel iTI
destructible, las mimosas, mezcladas con las saxi
fragas, y la madera del Brasil y de Campeche. La
palmeras de todas dimensiones, los helechos arbe
rescentes, de graciosos penachos, forman unas VE
ces grupos que prestan agradable sombra, destacár
dose otras airosamente sobre el oscuro fondo de 1
selva o bien dominan con su recortada corona la
cimas cubiertas de flores. Las bromeliáceas de fi
bras textiles, y los soberbios cactus, forman de in
l
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VIAJE A NUEVA GRANADA
cho en trecho impenetrables espesuras, y en la orilla de las aguas y en terrenos pantanosos, el bambú
invasor levanta sus ramas gigantescas, labrando el
suelo con sus raíces rastreras, alimento favorito del
tapir.
Sobre el tronco de los grandes árboles, los Pothos parásitos arrollan sus guirnaldas de hojas dÍgitadas, mientras que la vainilla de odorífero fruto
serpentea por el ramaje. La fantástica familia de
las orquídeas, que sólo pide a la corteza un punto
de apoyo, y que para vivir no necesita sino aire y
luz, sorprende al observador a cada paso por la
extraña variedad de sus flores. Esta es una mariposa, aquella una avecilla; aquí ofrecen la forma
de moscas y otros insectos; más allá afectan la figura de una urna o un incensario; diríase que son
la caprichosa obra de Titania durante una noche
de estío.
La provincia de Antioquia ofrece al botánico
una maravillosa colección de plantas, muchas de las
cuales son desconocidas aún en Europa. La higuera
que mata a los árboles (Ficus dendrocida) enlaza
con un delgado cordón, liso y flexible, el tronco de
un anarcardo; préndese por medio de sus chupadores, lanza en todos sentidos sus aéreos filetes, y envolviéndose éstos a su vez al árbol hispitalario,
vuelven a caer a tierra para echar de nuevo raíces.
El bejuco crece, sus nudos llegan a soldar se y se
ensanchan; poco después comienzan a estrechar su
robusto apoyo, le comprimen y le ahogan hasta que
por fin cae lentamente, reducido a polvo, dejando
en su lugar una columna hueca y abierta en un
8010 día.
El puma, pequeño león sin crin, el jaguar y el
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DOCTOR SAFFRA y
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gato-tigre persiguen en aquellas soledades al cier
vo, al gamo y a la. nutria; el langotis, el cabicu, lo
agutis y las pacas son para esos carniceros presa
fáciles y abundantes. El hormiguero y el tamandu:
extienden su pegajosa lengua sobre los nidos -a
térmites y hormigas, que les sirven de sabroso paE
to, y el ai se agarra a los árboles para recorre
lentamente su ramaje. Numerosas tribus de monOf
entre los que figuran principalmente los ateles d
cola prensil, los aragnates, los alnates y los belzebu
de larga barba, retozan allí alegremente; tambié
se ven algunas variedades de sapajus, de macaco
y de titís, y distínguese entre todos el midas leon:
no, miniatura de un león.
Entre los seres alados, los buitres, las águila
y los alcones representan la fuerza y la carnicerÍl
mientras que los colibrís y los pájaros moscas, h
ciendo sus preciosos tintes, parecen no alimentan
sino del aire y del rocío, lo mismo que las florE
cuyos jugos absorben.
Durante la noche se ve salir de sus agujeros
los repugnantes vampiros que chupan la sangre. 1
garza real, las espátulas de ancho pico, los ánad€
de metálico plumaje, animan las orillas de los rí(
y las playas inundadas. En la espesura, los loros
las cotorras lanzan gritos atronador es que contra:
tan con el monótono canto de la cigarra; más aI
se ven aras azules, verdes y rojos, que lanzan a iJ
tervalos un ronco chillido; el tulcán de pico disfo
me vuela pesadameIlte en los grandes árboles.
En las 'partes descubiertas se ven perezosos (
negro pelaje, pardos, azules y de color de púrpur
que buscan granos y persiguen a los insectos. ]
cardenal repite su grito estridente, que- ltdlft valk
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laS
vIAJlJ A NUEVA GRANADA
el nombre de titiribís en la comarca; la viuda se
suspende en las yerbas de las sabanas y el cacique
fija su nido de raíces trenzadas en la punta de la
hoja de la palmera.
A la orilla de los torrentes circulan bandadas
de mariposas, tan admirables por su tamaño como
por el brillo incomparable de sus alas; allí se ve el
calidriade, de color amarillo de oro; el himenites,
de alas desnudas, como las de la libélula; el erebo,
una de las mayores mariposas nocturnas, y el morfa menelas, de manto verdoso con visos de azul.
En la numerosa familia de las avispas; los polistes y los prolibios suspenden de las ramas sus
nidos, formados de alveolo s tan finos como el papel
de seda, y cubiertos por fuéra de una resistente
capa de cartón. Muchos insectos notables por su
forma, su talla y sus colores, atraen acá y allá las
miradas del observador.
Los lagartos grises, azules y verdes, las salamandras y los hediondos gecos, corren por la arena
de las playas, por los troncos o la hojarasca. Las
serpientes rastrean, acechan y cazan en los pantanos, en los árboles o en las rocas. El gigantesco crótalo, el tara, tan temible por su fuerza como por su
veneno; el mapaná, cuya mordedura es rápidamente mortal para los mayores animales; el coralino
blanco y rojo, tan peligroso como seductor por su
aspecto; la pudridora o serpiente gangrena, cuya
víctima queda reducida a las pocas horas a una
masa de podredumbre, y la patoquilla, que se aplana a su antojo bajo el tronco que la cobija, constituyen la serie más notable en el orden de los reptiles.
En los bosques de melastomáceas, cubiertas de
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DOCTOR SAFFRA y
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flores cambiantes, como las de la hortensia, se ven
manadas de pecaris perseguidos por el jaguar de
las tierras frías, el tatú de robusta coraza, dos especies de osos, y un gran número de marsupiales y
de roedores. El cazador no tiene más que elegir.
Las plantas medicinales están representadas por
la zarzaparrilla, la cañafístula, el tamarindo refrescante, el bálsamo de Oaraña, la ipecacuana
(Cephoelis I1Jecac1lanha y Psichotria emita), la Datura arborescente, la jalapa, el Chenopodium y el
Spigelia, poderosos vermífugos, el Curcas purgans,
violento drástico, el Pologonium tenuifolium, cuyo
jugo corta las hemorragias, el Pareira brava, y
muchas variedades de gencianas, salvias y valenanas.
Por último, entre los vegetales útiles citaremos
el algodón y el añil silvestres; la orellana, una especie preciosa de rubia; el Micronia granulosa y el
Baccharis polyantha, que dan las tinturas amarillas y verdes; el Hyminoea courbaril, que· exuda
una resina copal; la palmera Oozozo (Alfonsia olei¡era) CUJ'aalmendra, machacada en agua, hace sobrenadar una especie de manteca perfumada; el 1nga algarrobo, cuyo jugo resinoso ofrece el aspecto
del ámbar y aprisiona a los insectos; varias especies de pita, cuyas fibras reemplazan al cáñamo; el
gayac, igualmente buscado por su resina y su madera; el Sapindus soponaria, cuyos frutos reemplazan al jabón, y el Solanum foetidum, de un olor que
ahuyenta a los insectos.
Las plantas que parecen sólo creadas para recrear la vista son innumerables; aquí se ven grupos
de calceolarias, de fuchsias, de heliotropos, de ver. bemIs, y más allá,ualrededor de las- cañas; de los
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VIAJE
A NUEVA GRANADA
bambúes y de las palmeras, forman guirnaldas 108
bejucos, el jazmín y las numerosas granadillas.
Difícil sería hallar en el globo una región más
favorecida. En presencia de tántos tesoros ignorados, admíranle al viajero semejantes maravillas al
pisar aquella tierra fértil y hospitalaria, y el ánimo
se contrista al pensar que millones de hombres vegetan amontonados y en la miseria en nuestra antigua Europa, cuando encontrarían aquí las verdaderas fuentes de la riqueza y de la felicidad.
Todo cuanto se pudiera soñar en este mundo,
ofrécelo aquí la naturaleza a manos llenas.
XII
GEOLOGIA y MINEROLOGIA.-MANANTIALES
SALADOS.
YACIMENTOS METALICOS.-ESTADO
ACTUAL DE LOS
DISTRITOS MINEROS.--DIVERSAS ESPECIES DE MINAS
DE ORO.-TRABAJOS
DE EXPLOTACION.-ESTADISTICA DE I.•AS MINAS DE ORO DE NUEVA GRANADA.
INFLUENCIA DEL DESCUBRIMIENTO DE LAS MINAS
DEL NUEVO MUNDO SOBRE EL VALOR DE LOS METALES PRECIOSOS DE EUROPA.
El esqueleto de las cordilleras, en la provincia
de Antioquia, se compone casi por todas partes de
granito antiguo, con mezcla de sienitas manchadas
de feldespato blanco o sonrosado, y anfíbola verde
más o menos obscura; abunda la protogina, las serpentinas, algunas de cuyas variedades son muy duras, y sobre todos estos productos eruptivo s encuéntranse a menudo en confuso desorden poderosos
bancos de micasquistos, que interceptan ciertos caminos durante la estación de las lluvias. La inmensa
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DOCTOR SAFFRAY
141
capa de arenisca que ocupa el istmo de Panamá, las
('uenCflSdel Atrato, del Magdalena y del Cauca, así
como las mesetas de la Cordillera Central, incluso
la de Bogotá, no se encuentra aquí sino en algunos
puntos aislados, donde aparecen efloraciones de
caliza, carbonífera, margas y esquisto s del terreno
saliferiano.
He visto a orillas del río Nare, magníficas masas de mármoles grises y verdosos y en las mesetas
de la cordillera occidental, no lejos de Espíritu
Santo, otras de mármol blanco.
En la provincia hay varias minas de esmeraldas,
pero el gobierno se reserva la propiedad y nadie
trata de reconocer su riqueza. En los terrenos de
aluvión antiguos se encuentran rubíes, granates,
zafiros blancos y hasta diamantes, pero todos tan
pequeños que no se recogen.
El oro es el único metal que se explota. La falta
de caminos y de industria es causa de que duerman
en sus filones la plata, el plomo, el zinc y el cobre.
Nadie ha intentado todavía explotar las minas de
hierro de Río Chico, de Claras y de Río Negro, así
como el cobre de Peñol y el cinabrio de Guarzo. Los
habitantes civilizados de hoy día se contentan lo
mismo que los indios, con extraer de las profundidades de la tierra el oro, el cual explotan según los
procedimientos empleados desde tiempo inmemorial
por los indígenas.
Los manantiales salados son muy numerosos, pel'O
en los más se encuentran el cloruro de sodio asociado con notables cantidades de sulfatos de magnesia y de sosa, que les comunican un sabor amargo
y la cualidad de purgant~ La sal más :pura proviene
del im¡mrtante manantial de Guaca. Una tosca
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VIAJE
A NUEVA
GRANADA
bomba eleva el agua salada al nivel de unas calderas
de hierro alineadas sobre un largo hornillo semejante al de las azucarerÍas; los cristales que caen
en el fondo de las calderas, por efecto de la concentración del líquido, se recogen al punto, se enjuagan
y secan, embolándolos después en cestos de hojas,
que pueden contener doce libras cada uno.
En la explotación de las minas de oro daban los
indios pruebas de su paciencia, de su inteligcncia
y habilidad. No teniendo más útiles que los regatones de piedra, que se encuentran en gran número
en sus tumbas, y barras de madera dura, tomaban
por auxiliares el agua y el fuego. Descubierto un
filón o yacimiento, lo primero en que se o~:npaball
era en hacer llegar el agua, la seguridad de su golpe
de vista al establecer en un terreno accidentado diversos canales, a veces de varias leguas de longitud, causa verdadera admiración al geómetra que
encuentra los vestigios. Así como el indio parece
dirigirse por instinto a travéH de los bosques, 1\Sl
también reC011oce,por observaciones que escapan a
nuestra penetración, la pendiente insensible que un
arroyo deberá seguir él través de mil obstáculo;,;
para llegar ti un punto dado. AUll hoy, ('tUllido mi
europeo emprende la explotación de nnn mina, en
vez de exponerse a los errores de nna nivelación
geométrica, manda llamar a nn acequiero, quien le
enseña el nivel más bajo él que podrá utilizar el
agua, y le indica el torrente que es preciso desvim',
Las minas más importantes están diseminndm¡
hoy día ell los distritos bañados por el Nechí, el
Porcé, Río Grande y el Nare, en todos los valles
altos, y las mesetas y montañas y la eOl'dil1cl'Hcentral. Entre las de ltlayor l'elJOmbl'c ('¡t¡¡remo" (k~-
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DOCTOR SAFFRA y
143
pués de la conquista las de Santa Rosa y de Nusito, los filones de Frontino y de Marmato. Este
último produce oro de doce a trece quilates asociado
con plata, es decir, el metal que los antiguos llamaban electru y que apreciaban casi tanto como el oro.
El trabajo de los filones auríferos no ofrece
nada de particular; el mineral se reduce a una especie de lodo por medio de bocartes puestos en
.movimiento por una rueda hidráulica, una corriente
de agua hace pasar lentamente este lodo a unos
tablones cubiertos de lana, y cuando éstos están
cargados de partículas de oro se llevan a un lavadero donde se recoge el metal; pero si aquéllas son
tan ligeras que la menor corriente basta para impelerlas, apélase a la amalgama para su fijación .
. Muchos filones muy ricos han sido abandonados
por falta de máquinas convenientes; otros no fueron
explotados nunca por carecer de agua suficiente,
pero cuando el estado de los caminos permita la
introducción de peqneñas máquinas de vapor, los
trabajos de los filones entrarán en una nueva fase'
de prosperidad.
Las minas de aluvión ofrecen mueLo más atractivo sobre todo porque el trabajo S8 hace al n [¡'L'
libre. Allí las dividen en dos grandes clases: las que
están situadas en un terreno bajo y plano, y las que
ofrecen la pendiente necesaria par1:: que corra naturalmente el agua que se lleva a la mina; en las
primeras se hace el desagiie por medi:) de bombas;
entre las segundas C'itaremol' las llliJ][ls I1nmnd¿~1'
de seca y de tonga.
Llámase aventadero R mI aluvión antiguo ~lUC'
se halla, a wnsem..H.mcia d". un lev~mtamiento '.'01c{¡nicc) lejos de'I do que le formó, en In :J( nc1iC'·J
tI'
l
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VIAJE
A NUEVA
GRANADA
de una colina o sobre una meseta. En todos los
aluviones se encuentra, debajo del humus más o
menos espeso, una capa de tierra mezclada con
gruesos cantos rodados, donde el oro no aparece todavía, y comiénzase a descubrir un poco más abajo,
allí donde los guijarros son de un tamaño regular
y están unidos entre sí por arena cuarzosa. Sin embargo, las minas llamadas criaderos constituyen
una excepción de esta regla, inexplicable aún, encontrándose a menudo en ellas el oro en pepitas,
en la capa misma de la tierra vegetal.
Los útiles del minero son de notable sencillez:
consisten en unos platos de madera. bastante cóncavos, que llaman en el país bateas, en unas planchitas corvas, de que luégo daremos a conocer el
uso, designadas con el nombre de cachos; un almocáfre, instrumento bastante análogo a la escardilla
del jardinero, el regatón, que según hemos visto,
está siempre en manos del muletero y del agricultor, y por último, la barra. En cuanto al carretón,
es todavía en Nueva Granada un lujo que exdta
en alto grado al asombro.
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.L.I..
Y el agua dirigida por hombres proristos de barras
y regatones, se apodera de todo cuanto es tierra,
arena o guijarros pequeños, y 10 arrastra a un canal
de escape, mientras que el oro, que tiene demasiado
peso para ceder a la corriente, se acumula en el
fondo.
Resulta de los datos más auténticos que Nueva
Granada produjo hasta 1848 una cantidad de oro
por valor de 1.951,000,000,pudiéndose avaluar en
10.000.000 de francos el contingente anual desde
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DOCTOR SAFFRA y
aquella fecha. En 1870 ha sido el producto total de
2.172.000 francos.
El producto de los metales preciosos no es, sin
embargo, una causa de prosperidad sino por efecto
del desarrollo que proporciona a la agricultura, la
industria y el comercio el activo trabajo de las
mmas.
La provincia de Antioquia ha sido favorecida
particularmente bajo este punto de vista; alrededor
de cada mina se establecen granjas y forman pueblos, y cuando se agota el filón o yacimiento, el
labrador continúa reclamando el terreno conquistado al bosque, otras riquezas más seguras, y que
SIempre se renuevan.
XIII
DE MEDELLIN
A ANTIOQUIA
CAMINO DE MEDELLIN A SANTA FE DE ANTIOQUIA.-UN
PANORAMA.-LAS PLAYAS ARDIENTES.-PAISAJE
DEL
C.\.UCA.-ESTACION
A ORILLAS DEL RIO.-HOSPITA·
LIDAD.-PRUEBAS
HISTORICAS DE LA EXISTENCIA
DEL BANANO EN AMERICA ANTES DE LA CONQUISTA.
CULTIVO Y PRODUCTO DEL BA'>A!':ro.-SU INFLUEN
CIA SOBRE LA CIVILIZACION.
Sobre el río de MedelIín hay un puente que a
los naturales les parece magnífico: es la obra maestra de un albañil alemán, y considérase como una
de las maravillas del país. Cuando los planos estuvieron hechos y merecieron la aprobación, el improvisado ingeniero tropezóoon una dificultad en que
al principio no se fijó. No sabía cómo fijar los es-
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146
VIAJE
A NUEVA GRANADA
tribos en el río, pues en su concepto no era posible
trabajar
en el agua ni dejar el lecho en seco. En
tan apurado trance, el bueno del alemán busca una
solución al problema y consigue encontrada:
El cada
lado del río se extendía un aluvión formado por
teromonteros
sucesivos;
en vez de construir
el
puente sobre la corriente misma, el albañil le establece en tierra firme, y después se ingenia de
modo que las aguas corran por debajo.
El camino de Medellín a Santa Fe de Antioquia
es muy agradable al principio:
se atraviesa desde
luego el valle, cubierto todo de granjas y casas de
campo; los prados están cultivados con un esmero
que no se observa en ninguna otra parte del país, y
desde algunos años se ven ligeras carretas tiradas
por bueyes blancos. Los pueblecillos ofrecen el más
risueño aspecto; por tedas partes brotan las flores,
las paredes de las casas están blancas y limpias,
y en las habitaciones se reconoce cierto aire de honradez y tranquilidad
que está perfectamente
('JJ
armonía con la naturaleza.
A medida que Re sube,
ensánchase el país, el aspedo emnbía a cada sirnlosidad del camino, que serpentea C11 medio de los
contrafuertes
de la cordillera, bien pronto desaparecen los grandes espacios cubiertos, llenos de luz,
)" se ve el horizonte eRtrechnmente limitado por un
caos de montañas
que se deben franquear poco a
poco.
Cuando se ha pasado del pueblo de San CristÓbal, ofrécese a la vista del viajero nna naturaleza
fría y triste, las pendientes S011 más empinadas, los
bosques y los jara les parecen desiertos, y estn impresión, que proviene sobre iodo del contraste, Si'
reproduce casi siempre cuando se sale de un \'a 11('
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DOCTOR SAFFRA y
147
cálido para ganar la altura. Aspírase a llegar al
punto culminante desde donde la mirada podrá
abarcar de nuevo inmensas perspectivas, pero es
preciso tener paciencia, porque se avanza con lentitud por aquellos desfiladeros, donde abundan los
precipicios, los pasos tortuosos y las pendientes
resbaladizas, en las que no se fija con seguridad
el pie de los mulos.
Al cabo de medio día de marcha se deja de subir,
y algunas horas después se sale del bosque. A lo
lejos desarróllase una vaga línea azulada, medio
perdid1". en el vapor o cortada por las nubes: es la
C'ordillera occidental, última barrera que impide al
viajero ver el Pacífico. A mis pies se extienden
mesetas ligeramente inclinadas que van perdiéndose
de vista, y en las cuales se elevan los puehlos de
San Jerónimo y de Sopetrán, únicos de la provincia
donde se rultiva el arroz. Acá y allá encuéntranse
consiclerablcs granjas rodeadas de campos y dI'
prados, varios grupos de palmeras reales sobrepuestas de una cúpula verde se destaean formando
oasis scmbríos sobre una vegetación algo amarillenta; el vasto desfiladero, qllC parece un valle, se
em'iuncha a Illndida que el terreno se aplana ~' COTlfúndese luégo lentamente con la llanura que cruza
el CaucR. Al otro lado del río, sobro nn<1ligera
eminencia, r a 'través de la neblina que vela los má8
ligeros objetos, percíbense ,'agamente blancas paredes, rojizos tejados en los que se reflejan los nl~'OS
del sol: es la ciudad de Antioquia.
El panorama qne se desPlTolla a la vistn COl11pr2JlUe una extensión de doce leguas, poco lJlrS o
menos~ y nada en él mo reeordaba a .América {'{)H
sus 1JC1isnjCf1 familiares. La fal(1a dE' la!'l ('oliml!'l Pl'tf1
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H8
VIAJE
A NUEVA
GRANADA
cubierta de una yerba corta; admíranse los arrozales, entre los que cruzan las acequias, y la disposición excepcional del terreno, y un aire más
cargado de vapores comunica cierta novedad al
conjunto. Ningún árbol ni planta alguna evoca el
recuerdo de los lugares que se acaban de recorrer;
el viajero, que se despertara aquí después de haber
soñado algún paisaje oriental, podría creer que la
realidad continuaba el sueño eon toda su belleza y
su poesía.
Quise detenerme en Sopetrán para observar al
día siguiente la salida del sol en aquel privilegiado
rincón de tierra.
Habiéndome puesto en marcha muy temprano,
bajamos con rápido paso las pendientes que se confunden de una manera insensible con la llanura.
Era entonces la estación seca, contábanse ya veinte
y tantos días sin lluvia, y por esto aparecía la yerba
muerta y agrietado el terreno. Los pastores eligen
esta época todos los años para bonificar sus pastos,
prenden fuego a la yerba, la llama se extiende como
una rojiza sabana que se desarrolla a lo largo de
las colina.s y en poeas horas no se ve n1á.s que una
tierra ennegrecida cubierta de humo. .Al caer las
primeras lluvias la ceniza forma un abono poderoso
para las raíces respetadas por el rápido incendio,
y al cabo de algunos días comienzan a renovarse
todas las praderas.
Miraba yo distraído cómo se propagaba la llama
chisporroteando por una pendiente que descendía
hasta el camino, cuando un grito penetrante de mi
criado me hizo volver la cabeza.
El pobre hombre corría desalentado haciendo
gestos de terror, y en el mismo instante vi lanzarse
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DOCTOR SAFFRAY
149
en el camino a una multitud de serpientes de todos
los tamaños y colores, que llevaban la cabeza erguida, silbando de un modo siniestro. Desviando
rápidamente mi caballo, conseguí alcanzar una altura, y desde allí contemplé el más singular espectáculo que había presenciado en mi vida.
Ahuyentados de sus guaridas por el fuego, los
reptiles huían en desorden, poseídos de cólera, y
como el camino les ofreCía un espacio libre, penetraron en él precipitadamente; los rayos del sol,
fijándose en sus corazas adiamantadas, producían
un efecto extraño que no olvidaré en mi vida. La
cabeza de la columna se desvió hacia un bosque,
y a poco perdí de vista a los terribles animales.
Cuando me pareció que ya. estarían lejos, comencé a buscar a mi criado, no sin que se resistiese
a. ello mi caballo, que vacilaba en seguir la pista
que dejaron las serpientes en el polvo.
Faustino, así se llamaba mi servidor, se había
caído de miedo a la orilla del camino, como le sucedía siempre que divisaba uno de aquellos reptiles,
y aún temblando de espanto, refirióme que sintió
flaquear sus piernas de pronto, creyendo llegada. su
última hora. Sin embargo, ninguna de las serpientes le tocó, sin duda porque aún era. mayor el temor
de ellas, o más bien, según mi opinión propia, porque no es peligroso encontrar a estos reptiles cuando se permanece completamente inmóvil.
Por fin llegamos a la gran llanura del Canca,
durante la estación seca, después de cosechar el
maíz en aquellos campos inmensos, parece un desierto cruzado por oasis. La tierra endurecida resuena bajo los pies de los caballos; un polvo tenue
hace más sofocante el-aire; la brisa que sopla por
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VIA.TE A NUEVA GRANADA
casualidad reseca y quema la piel, y la fiebre se
encienda en el cerebro bajo los rayos del sol que
está en el cenit. Sin embargo, de trecho en trecho
se ven plantíos de cacaos, de follaje verde oscuro;
aquello no es un efecto de espejismo y allí se disfruta del reposo y la frescura, pero aún vale más
cobrar ánimo y seguir la marcha, porque aquella
tierra ardiente ofrece bellezas especiales, aun en
medio de su inclemencia y aridez.
Los cambios sucesivos que se observan en el
lecho del río han formado, a grandes distancias,
playas de guijarros y arena. Los cactus, achaparrados, las mimosas espinosas semi-trepadoras, y
algunas duras yerbas, disputan su vida a los ardores del aire. En la arena recalentada que marcaría
por lo menos sesenta grados, descúbrese todavía las
especies de sesuvium y de gomphrena, verdaderas
salamandra s del reino vegetal, pero no se percibe
ni un ave ni un insecto; la mosca misma, tan aficionada al sol, busca la sombra durante aquellas horas
en que el aire es abrasador. Sólo la cigarra, oculta
en el follaje de un tamarindo, deja oír su ruidoRo
y monótono canto. A lo lejos se oye el rumor sordo
y continuo: es la corriente del Cauca, que se precipita con rapidez cuando encuentra algún obstáculo.
Al aproximarse el viajero al río cambia la escena, pues allí donde el terreno y el aire son húmedos, el ardor del clima no hace más que excitar la
vegetación. No se ven por do quiera más que impenetrables espesuras de cañas, de bambúes y de
cactus, los árboles aparecen todos circuídos de guirnaldas formadas Jlor los bejucos; los monos retozan
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DOCTOR SAFJ!'RAY
151
en el ramaje; por las orillas del río deslízase la
iguana de larga cresta dentada.
Los negros se valen de un medio singular para
dar caza a este gran lagarto, de más de un metro
de longitud, que se aprecia mucho por su carne suculenta. Así como nu'estro lagarto de las paredes,
la iguana es muy sensible a la música, y lo mismo
que al loro, gústale que le rasquen el cuello, dos
debilidades que exponen de continuo la vida del
animal. El cazador, provisto de una pértiga de tres
metros de largo, en cuya éxtremidad hay un nudo
corredizo, comienza a silbar suavemente una monótona melodía, y rara vez deja la iguana de acudir al llamamiento. El reptil infla su buche, y
mueve la cabeza de un lado a otro y menea la cola
con lentitud; poco a poco se acerca, anímale la música por grados, se empina sobre las patas delanteras para recoger mejor los sonidos, y queda como
extasiado. Entonces, siempre silbando, el negro
aproxima poco a poco su pertiga al escamoso reptil, le toca con suavidad el cuello, domestica en cierto modo la inocente víctima, le echa traidoramente
su lazo y después le oprime el cuello.
Se puede cruzar de tres modos distintos el río
Cauca, cuya anchura, delante de Antioquia es de
unos cuatrocientos metros. Los indios, hombres
prácticos y económicos, no muy aficionados a los
caminos abiertos, y que buscan siempre la línea
recta, suelen ahorrarse la barca para no tener que
pagar su pasaje. Al efecto cortan uno o dos troncos de bambú de tres a cuatro pies de largo, hacen
un lío sus ropas, se le atan en la cabeza, lánzanse
al agua con su flotador y nadan dejándose llevar
por la co-rriente..
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152
VIAJE
A NUEVA GRANADA
Allí donde el río corta un camino se encuentran
siempre piraguas capaces para dos barqueros, tres
personas y unos tres quintales de bagajes, sin contar las sillas y los arneses. Las mulas y los caballos sujetos por largas correas, son precipitados
en la corriente y de grado o por fuerza deben se·
guir a la piragua hasta ganar la opuesta orilla. El
desembocadero está situado bastante lejos, a causa
de la rapidez de la corriente, y así es que cuando
hay grandes crecidas sucede con frecuencia que los
animales pierden aliento y se ahogan. Hé aquí por
qué no se vende en el país un caballo sin dar palabra de que nada como un pez.
Como el método indio conviene poco a las gentes civilizadas y las piraguas ofrecen inconvenientes notorios, se ha establecido hace pocos años una
barca especial a la altura de Antioquia, en el camino de Medellín, que puede contener seis y ocho mulas
con sus cargas y una docena de pasajeros, y hace
el trayecto en línea recta, afianzada por un grueso
cable fijo en la orilla.
Durante las crecidas, es decir,' cuando la barca
sería más útil, no funciona nunca, pues témese que
se rompa el cable, lo cual es siempre un percance
de gravedad; la pesada embarcación es arrastrada
entonces muy lejos, y para conducida al puerto se
necesitan bueyes, mulas y todos los hombres de
buena voluntad del cantón. El cable se confer-ciona
con fibras de la fourcroya, pero como no hay máquinas a propósito, la torsión es muy defectuosa.
Los de Antioquia no están por eso menos orgullosos con sus embarcaciones del Cauca, y hasta dicen
que quien no las vio no ha visto nada.
Después de una feliz travesía, y fatigado por
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DOCTOR SAFFRAY
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un calor insoportable, resolví pedir hospitalidad
hasta la noche en la primera granja que encontrara.
A poca distancia se veían grandes masas de espesura, el terreno era menos árido, algunos arroyos
susurraban dulcemente entre los matorrales, revoloteaban las mariposas ostentando sus ricos colores y el canto de algún ave interrumpía a intervalos esos rumores monótonos y enervante s que
llenan el espacio.
A poco observé que comenzaba a orillar el camino una doble -cerca de limoneros, de ramas espinosas; aquí y allá se extendían los plantíos de cacaos, y de vez en cuando surgía de entre el follaje
el puntiagudo techo de una casa.
Mi negro llamó en la primera contrabarrera,
pronunciando las palabras sacramentales: "j Ave
Maríal"
-Entrad
y sed bien servidos, contestó una voz
dulce y fresca.
Un momento después abría la puerta un niño.
Estábamos frente a una casa rústica, construída
con estipos de palmera y de bambú; al rededor de
la habitación principal se veían varias cabañas destinadas para la servidumbre, y un plantío de bananos ocupaba uno de los lados de la avenida que
conducía a la casa.
Sentada con cierto abandono sobre un tronco
cargado de frutos, una joven tan graciosa como bonita nos miraba pasar sonriéndose; contestó con
algunas palabras a mi saludo, y al punto conocí la
voz que nos felicitó por nuestra llegada.
El ama de la casa nos recibió en el umbral, y
poco después vi entrar a su marido por la puerta
del jardíñ, donde aca1:laDa.de recoger una buena eo-
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VIAJE
A NUEVA
GRANADA
secha. Inmediatamente lo pusieron todo a mi disJ
posición, la ·casa y su contenido, pero yo pedí sóld
un vaso de leche y frutas, y permiso para descansar algunas horas.
Mi patrón, hombre amable y comunicativo, parecía ávido de noticias; contesté a sus preguntas y
le interrogué a mi vez sobre el país, los cultivos y
las costumbres. Era persona práctica, de mucha
experiencia y de buen sentido y tengo el gusto de
consignar que todas sus indicaciones respecto al
cultivo del ·café, del cacao, del tabaco y de la banana, anotadas cuidadosamente por mí, me fueron
confirmadas después punto por punto. Cito aquí
estos detalles porque aquel hombre pertenecía a la
clase más numerosa del distrito, o sea a la de los
pequeños propietarios. Es gente que no tiene nada
de tosca, distínguese por su inteligencia y urbanidad, y no carece de conocimientos que en regiones
más favorecidas son del dominio de personas de
más elevado rango.
Mi conversación con el dueño de la casa me permitió adquirir algunos conocimientos más de los
que ya poseía referentes al banano.
Este árbol crece espontáneamente en una parte
de Asia y de Africa, y parece cierto que existía en
América antes de la llegada de los españoles, por
más que asegure Pedro Mártir en sus Décadas, que
no se había encontrado en las Indias occidentales,
y que se recibió de Canarias bajo el nombre impropio de plátano, mientras que en Alejandría lo llaman musa.
Entre los vegetales herbáceos no hay ninguno
que rivalice con esta planta, generosa, por sus bellas formas y su gracia. Del centro de un grueso
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DOCTOR SAFFRA y
155
bulbo rodeado de raíces fibrosas, se destaca un tallo recto y liso, formado por las anchas vainas de
los peciolos, que se cubren entre sí, y a la altura de
cuatro o cinco metros; este tallo termina en un ramo de hojas ovales, de unos dos metros de longitud, por treinta o cincuenta centímetros de ancho.
Estas hojas, delgadas, lisas y de color verde brillante, presentan numerosos nervios transversales,
y la parte inferior está cubierta de una materia
blanquesina que se desprende al menor frotamiento.
En las tierras cálidas, cuando la planta. llega a
la edad de unos nueve meses, se ve salir de entre
las hojas una especie de asta semejante a un pedazo
de tronco, que parte del centro del bulbo, crece rápidamente y encorva hacia él suelo su espádice terminal, de donde van a salir las flores protegidas
por espatos de color violáceo; las de la cima son las
únicas fecundas, producen bayas, a menudo trigonas, que adquieren de diez a treinta centímetros de
largo, según las variedades.
Del tronco nacen cada dos o tres meses renuevos
que deben reproducir la planta, pues una vez recogidos los frutos, es preciso cortar el tallo, que es ya
inútil; de estos retoños se deja el más desarrollado
y uno o dos muy jóvenes, con lo cual se asegura una
sucesión regular y los demás se inutilizan o trasplantan.
En superficie igual, el banano produce seis veces más que la patata.
Pero no está aquí todo el mérito :"sus frutos poseen en toda edad propiedades preciosas, por las
cuales ofrece la planta un variado alimento. Cuando la cáscara está todavía verde, la banana asada
entre la ceniza. caliente-· constituye una· . eepeeÍ:e de
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VIAJE
A NUEVA
GRANADA
pan rico en fécula; entonces se puede cortarla en
rajas, se pone a secar en el horno y se conserva
perfectamente para los viajeros. Al acercarse a la
madurez, el banano adquiere un agradable sabor a
castaña, y ya se ha convertido en azúcar una parte
del almidón. Por último, cuando la cáscara toma un
color amarillo, el almidón ha desaparecido completamente, el azúcar abunda, la pulpa está perfumada y se puede comer cruda, cocida en la sopa, frita
o en almíbar.
Los negros de Santo Domingo, la cuecen a menudo en las calderas del azúcar, y nunca se cansan
de las bananas, bien sean verdes o maduras, ya estén fritas, cocidas o asadas.
La banana constituye por sí sola un alimento
completo, puede formar la base de la nutrición en
el país, donde el hombre no se entrega a rudos trabajos.
El cultivo de la planta consiste en cortar los tallos agotados, que se utilizan como forraje, en desembarazar el tronco de los retoños demasiado numerosos y cortar las hojas marchitas. Sin más que
estos cuidados, el mismo rincón de tierra producirá
sin gran esfuerzo lo suficiente para satisfacer las
necesidades de varias generaciones.
Cuando el sol estuvo cerca del horizonte, me
despedí de mi obsequioso patrón, para llegar a la
.ciudad antes de la noche. Volvía a pasar por delante de los bananos; la hermosa joven había desaparecido, pero en el momento de ir a franquear la
barrera, llamóme la graciosa criolla y me ofreció
dos flores, las mismas, que yo había elogiado mucho al hablar con su padre. La una era una extraña
liliácea de cinco pétalos blancos, largos, delgados
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DOCTOR SAFFRA y
15'1
cortantes, sobrepuestos de estambres de notable
desarrollo; la otra una bromeliácea parásita, tan
curiosa por sus formas como por sus vivos colores.
y
XIV
LA CIUDAD DE ANTIOQUIA.-SANGRE
AZUL y SANGRE
MEZCLADA.-RAZAS y CASTAS EN LAS COLONIAS ES·
PA:&OLAS.-PASEO POR UN ARRABAL.-UNA
NUEVA
ENFERMEDAD.-EXCAVACIONES
EN LAS TUMBAS IN·
DIAS.-LA DIOSA ESMERALDA.-MINAS
DE ESMERAL·
DAS EN NUEVA GRANADA.-LA REINA DE LAS MA·
RIPOSAS.-FESTIVIDADES
DEL CORPUS.
Un amigo había alquilado para mí una casa en
Antioquia, en la cual me esperaba a fin de hacerme
los honores, y encontré en ella toda la comodidad
apetecible. Don Enrique, así se llamaba, se puso a
mi disposición; pero haciéndome comprender que
esto no era un cumplido y que debja tomar la. frase
al pie de la letra. "En Antioquia, me dijo, cuanto
se ofrece es de buena voluntad, y el no aceptar supondría casi una. ofensa.. Disponed de mí y de mis
amigos con entera libertad."
Así diciendo, retiróse mi amigo, llevándose una
docena de cartas de recomendación de que era portador, y las cuales me ofreció distribuir aquella
misma. noche.
Lo primero que hice fue tomar una jícara. del
famoso ch(}colate de Antioquia, que me pareció digno de su nombradía. Después mandé a Faustino que
no me despertase antes de las ocho de la mañana y
me dormí bajo una inmensa nrosquitera; sobre un
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158
VIAJE
A NUEVA
GRANADA
lecho de cuero con colchas de volantes, según la
moda del país.
Al día siguiente bajé al jardín para respirar el
aire fresco de la mañana, impregnado del perfume
del naranjo, del cafetal y del sambac; esos fuertes
olores, que en una habitación ocasionarían un principio de asfixia, producen al aire libre, llevados por
el viento, una sensación muy distinta. Según la costumbre establecida, permanecí todo el día en casa
esperando a los visitantes. Las personas a quienes
iban dirigidas mis cartas de recomendación fueron
puntuales, ofrecieron hacerme ver todas las curiosidades del país y brindáronme con sus reuniones
de familia y excursiones a caballo para visitar las
quintas. También recibí la visita de personas a quienes no conocía, pero que muy obsequiosas, mostraron deseos de serme útiles en alguna cosa. por la
tarde llegaron varios criados con flores, frutas y
confituras, como prueba de afecto de los que habían
ido a verme.
Sin manifestar una altivez desagradable, algunas familias se jactan de no tener en las venas sino
sangre azul, por descendencia directa de los ·chapetones y por alianzas entre godos: estas palabras
exigen una explicación.
El chapetón es el blanco nacido en Europa, sobre todo en España, bien sea noble o plebeyo. Llámase godos a los descendientes de los chapetones,
que habiéndose aliado exclusivamente entre sí, tienen sangre azul.
Las casas y los monumentos de Alltioquia, no
ofrecen nada de notable; los arrabales tienen un
aspecto más pintoresco que la ciudad, sobre todo el
que se extiende por el camino de Medellín. Las ca-
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DOCTOR SAFFRA y
159
sas, construídas todas con bambú y cañas, están
sumamente aseadas, lo mismo interior que exteriormente j el tejado es de hojas de palmera, y todas
presentan un recinto plantado de árboles frutales
y altos cocoteros. Por todas partes se ven flores,
a las mujeres les gusta mucho adornarse con ellas
y también las utilizan para engalanar las imágenes
de los santos de su devoción.
Los muebles son bastante escasos en aquellas
modestas viviendas, una o dos hamacas y algunos
ruedos constituyen lo indispensable j el banco y las
sillas son casi objetos de lujo. La guitarra o la
vihuela, pendientes de la pared, indican las disposiciones musicales del amo de la casa.
Los habitantes de los arrabales, casi todos de
un color algo oscuro, son buenas gentes, de costumbres sencillas, pero en las que se nota cierta indolencia. El marido trabaja en un plantío o cultiva
un rincón de tierra que le basta para satisfacer todas las necesidades de su familia. Las mujeres
tejen sombreros, hacen cigarros y venden pan de
maíz, aguardiente o cacao.
También se dedican a los trabajos de alfarería,
reunidas tres o cuatro cerca de la arcilla y del combustible modelan a manotadas las piezas -cafeteras,
tazas, ollas y tinajas para el agua, pero no conocen
el empleo de ningua especie de barniz; después de
algunos días de exponer los objetos al sol, están ya
corrientes para cocerlos. Para esta operación reúnen
las mujeres una gran cantidad de madera menuda
y de hojarasca o ramaje, forman una inmensa hoguera, colocan encima los objetos de tierra, los
cubren con una espesa capa de combustibles, y
'prenden friego .. Al cabo de algunas boras sacan
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VIAJE A NUEVA GRANADA.
del montón de cenizas y de brasa! el producto de
sus trabajos, que es rojo y de agradable aspecto.
Las asociadas proceden entonces a la distribución,
encierran sus mercancías en una red y van a.vender
por la ciudad.
Los habitantes de Antioquia, sean del color que
fueren, padecen pocas enfermedades, a pesar de
la elevada temperatura y la poca pendiente del
suelo del valle, cruzado por un gran río, y parece
que siempre ha sido así, pues en la Geografía de
las India,s, de Herrera, dice este autor: "Los naturales del país son robustos de cuerpo y de color
blanco; el clima tan dulce, que por la noche van a
dormir al aire libre, sin temor ninguno al relente".
En la provhicia de Antioquia son generalmente
sanas las tierras frías; en las templadas se observa
que en las partes cubiertas de prados o de sabanas,
así como en las pendientes de las montañas, se disfruta también de un clima salubre. Pero en las tierras bajas donde se acaba de hacer el desmonte,
los estrechos valles, las orillas de las corrientes
cubiertas aún de bosques, y a menudo la inmediación de los ríos en los valles cálidos, engendra fiebres, de ordinario endémicas, y seguidas casi siempre de accidentes graves por su tenacidad. Hay
sitios tan malsanos, que nadie puede cruzar por
ellos sin recoger el germen de la enfermedad.
En las tierras cálidas y húmedas las fiebres
toman un carácter bilioso o tifoideo, la desintería
ocasiona muchas víctimas.
En el fondo de algunos valles poco desmontados,
donde el aire está siempre saturado de humedad a.
una elevada temperatura, según se observa en varios puntos del Porce y del Nus, los habitantes,
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DOCTOR SAFFRA y
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blancos, negros o mestizos, están sujetos a una
afección que no ha sido estudiada todavía por los
médicos europeos, y que los naturales llaman carate .
. Después de permanecer algún tiempo en aquellos
parajes, nótase que la epidermis, particularmente
en las partes descubiertas, presenta manchas de
color violáceo y pardusco, entre las que distingue
el natural de la piel. En los negros produce a menudo elcarate una decoloración casi completa de
la epidermis, ofreciendo entonces las manchas el
tinte mate que caracteriza en ellos el albinismo.
La causa de estas coloraciones no es aún conocida; en cuanto a su naturaleza, no podría confundírselas con los tintes más oscuros de la caquexia,
centro ordinario de la coloración de la epidermis y
la disposición irregular de las manchas comunica
algunas veces a los tegumento s afectados el aspecto
de una piel de serpiente. Hay casos, aparentes sobre
todo en los mulatos y en los negros, en que desaparece del todo el pigmento natural.
Los habitantes del país atribuyen a los mosquitos la inoculación del cara te, pero las observaciones acusan una enfermedad constitucional, desarrollada bajo la influencia de ciertas condiciones climatéricas .
.A pesar de las autopsias que he practicado, tengo el sentimiento de no haber podido arrojar alguna luz sobre la naturaleza y el origen de tan curiosa
enfermedad, pero en cambio me fue dado hallar un
medio curativo que me parece infalible, al menos
para los blancos y los mestizos.
Hacía yo explotar una mina de oro, cerca del río
Nare; el capataz encargado de vigilar en el molino
de amaTganiacióri cayó enfermo y yo le -reemplacé
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VIAJE
A NUEVA GRANADA
por un hombre de confianza, cuyo semblante, cuello
y manos estaban cubiertos de manchas oscuras,
mientras que el resto del 'cuerpo conservaba el color ordinario del hombre. Hacía cerca de un mes
que este enfermo manipulaba el mercurio, cuando
me hizo observar que palidecía la coloración morbosa de las manchas, y dos meses más tarde había
desaparecido completamente.
Creí deber atribuír esta cura a la absorción del
metal, y para asegurarme de ello, sometí a un tr,atamiento mercurial prolongado, aunque poco activo,
a varias personas afligidas del carate. Todas ellas
curaron radicalmente.
En el distrito de Antioquia se encuentran muchas sepulturas indias, y hay hombres especiales
que se encargan de su descubrimiento cuando algún
extranjero, movido por la curiosidad o la esperanza
de un rico hallazgo, se dedica a este género de investigaciones. Por la inspección sola del terreno, y
después de dar algunos golpes con el azadón, estos
hombres reconocen, sin equivocarse casi nunca, la
disposición interior del terreno y el género de objetosque contiene.
En las tumbas más sencillas, el cuerpo, rodeado
de toscos objetos de alfarería, reposa en el fondo
de una excavación de seis a siete pies de diámetro,
por diez o doce de profundidad. Pero con frecuencia no se encuentra cosa alguna de valor. Se ha
observado que la tierra que sirvió para llenar la
fosa es de distinta naturaleza que la extraída. Si
el indio sepultado fue en vida un personaje de cierta importancia, de la pared del pozo parte una
corta galería que conduce a uno o varios compar-
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DOCTOR SAFFRA y
163
timentos O cámaras; las sepulturas de esta especie
son de ordinario ricas.
En las inmediaciones de Antioquia mandé practicar varias excavaciones considerables, pero no con
la esperanza de descubrir un tesoro; si hubiera sido
para ésto, habría tenido un desengaño. Mis trabajadores se desanimaron porque no podían encontrar
más que algunos pequeños objetos de oro y no se
explicaban mi alegría al ver otro de barro o de piedra, que me presentaban como avergonzados de no
poder ofrecerme una cosa mejor.
Entre otras curiosidades, recogí dos puntas de
lanza o de jabalina de sílex cortado, pero sin pulimentar; varios regatones de feldespato compacto;
una caja de serpentina dura, con adornos en relieve, lo mismo que la cubierta, y algunas esmeraldas
más o menos redondas, imperfectamente pulimentadas, con un agujero en el centro.
En, algunos pueblos indios era la esmeralda una
piedra sagrada; en el Perú, en el valle de Manta,
había un templo donde se adoraba una esmeralda
del tamaño de un huevo de avestruz.
Los sacerdotes explicaban a los fieles que esta
maravillosa piedra era madre de todas las esmeraldas, que amaba mucho a sus hijas, y que si se deseaba que se mostrase propicia al pueblo, era preciso llevarle todas cuantas fuese posible para que
la hiciesen compañía. En esta creencia recogieron
entre todos un número inmenso de esmeraldas, muchas de las cuales cayeron en poder de los españoles, quienes ignorando el valor de aquel rico botín,
no lo aprovecharon. Decían que las esmeraldas finas podían resistir los martillazos, y las rompieron
para asegurarse de su calidad.
-dIosa Esmeralda
La
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VIAJE
A NUEVA
GRANADA
escapó del pillaje de su templo; su culto no existía
en Nueva Granada, pero atribuíase Jl esta piedra
un origen celeste que la tradición de los Muiscas
explicaba así: Después que Nuamqueretaba, el hombre blanco y barbudo que había venido a enseñar
la agricultura y a propagar los elementos de la civilización, hubo desaparecido por la parte de Sogamasa, una de sus hijas, muy dada al culto del sol,
se casó con este dios y de su unión resultó una esmeralda de incomparable belleza.
En Nueva Granada son raras las minas de estas piedras, y si el gobierno permitiese la libre explotación se descubrirían seguramente algunas muy
ricas. El único yacimiento explotado hoy día es el
de Muzo, no lejos de la fuente del río Sogamoso,
afluente del Magdalena. La montaña donde está se
compone principalmente de esquistos arcillosos y
anfibólicos, cruzados por capas o vetas de caliza y
de cuarzo piritoso. Sólo hace algunos años que se
trabaja en galerías en vez de hacerla al aire libre.
Varios depósitos alimentados por arroyos que
recorren grandes distancias y recogen las aguas
llovidas, dominan los puntos de la explotación; los
obreros golpean con la barra y el regatón el esquisto poco resistente, y abriendo después la compuerta de un depósito, barren por medio de una corriente enérgica todos los restos inútiles que a través de
una galería de desagiie van a parar al lecho del río
Minero.
En las vetas de cuarzo, y sobre todo ,en medio
de cristalizaciones de las de caliza, es donde se encuentran las piedras preciosas o cristales regulares
de color verde más o menos oscuro. El virrey Ezpeleta regaló al Museo de Madrid una esmeralda de
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DOCTOR SAFFRAY
165
Muzo que pesaba cerca de diez y ocho onzas. Y sin
embargo, pobre hubiera parecido este ejemplar
junto a aquellos de que nos habla Teofrasto, si es
cierto que un rey de Babilonia presentó al soberano
de Egipto una esmeralda de -cuatro codos de largo
por tres de ancho, y que en este último país se vio
un obelisco compuesto de cuatro esmeraldas sola,
mente, que no tenía menos de cuarenta codos de alto
por cuatro de anchura. Sin embargo, parece indudable que los antiguos confundían con el nombre
de esmeraldas diversas piedras preciosas que ni
aun eran berilo ni aguas-marinas.
Como las esmeraldas orientales, que son las
más duras, no circulan apenas en el comercio, podemos decir que las de Muzo son las más hermosas.
Cuando un minero encuentra piedras pálidas, dice
que no están maduras y que con el tiempo tendrán
un color más oscuro.
Este es un error que se puede perdonar a un
indio pero lo que me ha causado indecible sorpresa
es que se haya anunciado a la Academia de Ciencias
que la esmeralda es friable al salir de la ganga,
hasta el punto de aplastarse entre los dedos, y que
sólo adquiera lentamente la dureza que le reconocen
los lapidarios ..
En los alrededores de Muzo se encuentra una
maravilla más notable que las esmeraldas, que es
la mariposa Morpho cypris, el más hermoso, el más
brillante y perfecto de los lepidóptero s, sin exceptuar ni aun el Uranio Rifeo de Madagascar. La
cara superior de las alas es azul, verde y parda, y
la inferior de un azul celeste metálico, con visos
anacarados y verdosos, .de tal maI!era que parece
un esmalteformadocóri
zafiros, berilos y esmeral-
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VIA.TE
A NUEVA
GRANADA
das. Esta joya de los Andes se ve sólo cada treB
años, según me han dicho, en un valle inmediato a
Muzo. Los indios cazan el morgo con red y le llevan
a Bogotá donde se paga por cada individuo una
onza de oro, si es de los más hermosos. Los granadinospiensan y con razón que uno de estos lepidópteros es el más bonito recuerdo que pueden ofrecer a los viajeros. En Antioquia fue donde me regalaron el primero que poseía, en otras partes me
habían enseñado varios individuos, poniéndoles a
mi disposición según la costumbre, pero no pude
obtener uno solo ni aun pagándolo a buen precio.
En Antioquia era más sincera la fórmula a la disposición de usted y a pesar de haber rehusado,
enviáronme una magnífica de la reina de las marIposas.
Todos los años comienza la alegría de Antioquia ·cuando llega la festividad del Corpus; háblase
con mucha antelación de este dichoso día y se hacen
toda clase de preparativos. Cada cual se esfuerza
para que la procesión aventaje en magnificencia,
si es posible, a la del año anterior.
'En las iglesias se limpian bien las arañas de
cristal, se lavan las baldosas, blanqueándose las
paredes, se cambian las flores artificiales que adornan los candelabros y los altares, límpiªse la gran
cruz de plata y se renuevan los doseles.
De una habitación contigua a la sacristía se
saca una docena de maniquíes de madera de cuero
y de paja, destinados a representar los diversos
personajes bíblicos que deben figurar en el acto.
Los devotos se esfuerzan a porfía en vestir a
estos personajes, pero desgraciadamente el color
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DOCTOR SAFFRAY
167
local es poco respetado por un celo que quiere sólo
excitar la admiración de la multitud.
El Santo Cristo se coloca sobre una plataforma,
después de vestirle con una larga túnica de terciopelo azul; la Santa Virgen va cubierta de joyas de
oro, de diamantes y esmeraldas; María Magdalena
viste un jubón de indiana, una camiseta escotada
con volantes, y el pequeño chal de las mujeres del
país, y por último San Pedro, con las piernas desnudas, ostenta una túnica de lana, cubriendo su
cabeza un sombrero de paja de anchas alas.
Llegado el gran día repican las campanas de
todas las iglesias y se observa en las calles una
extraordinaria animación; de los pueblos inmediatos llegan numerosos grupos de campesinos, que
lucen su traje de fiesta.
A medio día sale la procesión de la catedral;
cuatro agentes de policía, que se reconocen por su
bastón con puño de plata, van apartando a la gente
hasta las aceras; después aparecen dos filas de
hombres que figuran soldados, provistos unos de
fusil o lanza, y otros de sable. Siguen unos quince
jóvenes, vestidos de rojo, cornudos y barbudos, que
arrastran una larga cola, y saltan y brincan al compás de los pífanos; una música algo mundana precede al Santo Sacramento, que lleva el obispo de~
bajo de un palio, escoltándole varios curas de la
ciudad, y todo el clera convidado a la ceremonia.
Los santos personajes, tanto figuras como grupos,
desfilan lentamente, conducidos por los fieles, en
medio de aquella multitud que canta las letanías.
Muchos detalles de esta fiesta son ridículos;
pero cuando se eonteIIlpla, ªesde . lejos .el conjunto
de la procesión y todo aquel pueblo entusiasmado
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VIAJE
A NUEVA GRANADA
por su celo religioso, olvídanse las formas que pu·
dieran prestarse a la crítica.
Otra fiesta, de un género distinto, es la de San
Juan, que va perdiendo poco a poco su importancia.
En otro tiempo, los jóvenes, divididos en varios
bandos, montaban a caballo, a la entrada de la noche, llevando todos grandes estribos de cobre, cuyo
borde exterior se afilaba cuidadosamente. Apenas
se encontraban, acometían se unos a otros, sólo con
el objeto de desmontarse recíprocamente, para lo
cual era permitido cortar el costado de los cuadrúpedos con el ángulo agudo del estribo, de lo cual
resultaba que algunas veces quedaban heridos los
mismos jinetes, a pesar de las polainas de piel de
león o de tigre con que protegían sus piernas.
La juventud de hoy día, menos belicosa, ha renunciado a esta clase de torneo; durante la noche
de San Juan se galopa por las calles, se canta, se
bebe anisete, hacia la media noche vuelve a reinar
el silencio. Todos creen haberse divertido mucho,
salvo dos o tres jinetes desgraciados, que deben
llamar al cirujano para que ponga en su lugar algún hueso.
xv
UN PLANTIO DE TIERRA CALIDA.-~VERDADERA HISTORIA DEL CHOCOLATE.-UN
CASO DE CONCIENCIA.
EXCURSION 1L\ TINAL.-LOS
FRUTOS DE LOS TROPICOS.-DONDE y COMO SE FABRICAN LOS SOMBREROS
DE PANAMA.
Alejéme, no sin sentimiento, de la risueña y
hospitalaria Antioquia, para ir a visitar las ruinas
de Espíritu Santo, situadas a poca distancia del
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DOCTOR SAFFRAY
169
pueblo de Cuenca, donde tuve ocasión de reconocer
una veta de cinabrio.
Eran las dos de la tarde, y como estábamos en
lo más fuerte de la estación ,calurosa, hacía un
calor bochornoso; las mulas, bañadas en sudor,
sacaban la lengua, buscando inútilmente un poco
de aire fres,co; mi negro avanzaba jadeante, y a
pesar de mi naturaleza de salamandra, declaréme
vencido, cuando al doblar un recodo del camino divisamos una hacienda de agradable aspecto. Faustino
me miró con aire suplicante y yo le permití que
fue'ra a pedir hospitalidad por algunas horas.
La casualidad me había favorecido: el dueño de
la casa era sobrino de un rico negociante de Antioquia con el cual estaba yo en relaciones amistosas, y así es que fui recibido cordialmente. Su joven
esposa era un delicioso tipo de criolla, alta, esbelta,
de bellas formas y aire majestuoso; su negro cabello, dispuesto en trenzas, que pendían hasta la
rodilla, llamaba desde luego la atención.
En un comedor, situado en la galería, cuyas
paredes estaban tapizadas de plantas trepadoras,
me sirvieron leche y frutas, y como mi patrón era
muy amable, hablamos largo rato del país, de los
alrededores, de las curiosidades y de las riquezas
descubiertas o por descubrir. Convínose en que yo
pasara allí todo el día siguiente, y que aprovecharíamos la frescura de la tarde para ir a visitar la
propiedad, donde habíll; una plantación de primer
orden.
Delante de la casa se extendían las praderas
destinadas a los caballos de montar y a las vacas;
las cercas eran de bambú entrelazado con mucho
arte, yeI agua serpenteaba por todas partes en
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VIAJE
A NUEVA
GRANADA
forma de cristalinos arroyos. Por un lado veíanse
vastos campos de maíz y de caña de azúcar, y por
otro algunas fanegadas de tierra cubiertas de bananos. El cultivo más importante era el del cacao;
mi patrón me invitó a examinarle detenidamente,
explicándome sus ventajas. Para establecer uno de
estos plantíos es indispensable un terreno muy rico
y bastante profundo, para que se pueda regar constantemente. Comienza por plantar bananos en forma de quincencio, a la distancia de doce pies uno
de otro, y de trecho en trecho se reemplazan dichos
árboles con ceibas, que crecen muy rápidamente,
y cuyo alto ramaje, casi horizontal y poco espeso,
intercepta los rayos del sol sin producir una sombra opaca. Entre los bananos se siembran semillas
del árbol del cacao 3T a cada lado de las avenidas
donde están las ceibas se plantan cafetales, separados por una distancia de cuatro a cinco pies.
El árbol del cacao crece lentamente, y cuando
ha llegado a su completo desarrollo, ofrece bastante
semejanza con un peral. Comienza a florecer hacia
los cuatro años y de los nueve a los diez da una
cosecha do dos libras de almendras secas, poco más
o menos, y continúa prosperando hasta los treinta
y cinco. En toda edad, pero sobre todo en los primeros años, necesita sombra y terreno húmedo, y
por esta razón se le preserva con los bananos, de
anchas hojas, hasta que las ceibas le ofrecen protección suficiente.
El árbol del cacao es originario de Méjico, de
las Antillas y de una parte de la antigua Colombia.
No se encontraba en el Perú en tiempo del descubrimiento de este país, al menos si hemos de juzgar
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DOCTOR SAFFRAY
171
por lo que dice Acosta: "El cacao no crece en el
Perú, pero lo reemplaza el coco".
En la corte de Montezuma fue donde los europeos conocieron por primera vez esta preciosa almendra. Antonio de Salís, que escribía en 1545,
refiere que aquel emperador acostumbraba a tomar
como postre "una especie de chocolate que contenía la sustancia del cacao, batido por medio de un
molinillo hasta que la vasija ofreciera más espuma
que líquido". Después fumaba tabaco perfumado.
Los granos de cacao servían de monedas en los
mercados mejicanos.
A las pequeñas flores del árbol, compuestas de
cinco pétalos amarillentos con manchas de púrpura,
y fijas por un largo pedúnculo en el tronco y en las
gruesas ramas, sucede una cápsula amarillenta, del
tamaño de una pera regular, de forma ovoidea y
con los lados un poco salientes. Esta cápsula está
dividida interiormente en cinco celdillas, donde los
granos, cubiertos por su película, se aglomeran en
el centro de una gelatina algo ácida y azucarada.
Cuando los frutos están maduros, lo cual se reconoce por su color amarillo manchado de pardo, se
recogen para extraer los granos, cubiertos de una
sustancia viscosa; déjanse cuatro o cinco días para
que fermenten espontáneamente, y después se ponen
a secar al sol y se les despoja de la pulpa endurecida
que permanece adherente. En algunos países se
hace la fermentación en zanjas poco profundas, por
lo cual se aplica el nombre de cacao terroso.
Los españoles conocieron bien pronto todas las
propiedades del cacao, y hasta nuestros días han
conservado el método de preparación que se empleaba en el país de Montézuma. Loseclesi¡1sticos
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VIAJE
A NUEVA
GRANADA
fueron los primeros en celebrar las virtudes d(¡Jeste
agradable brebaje, y algunos pensaron que la perfumada bebida no debía considerarse canónicamente
-comoun alimento. Un tal Antonio de León escribió
una obra muy docta cuyo título era: Cuestión moral: sobre si el chocolate quebranta el ayuno eclesiástico.
La fama del cacao fue siempre en aumento, y
parece que no tuvo jamás detractores, como el café.
Linneo le dio el nombre de manjar de los dioses
(Theobroma), y Brilla-Savarin, tan experto en estas materias, le dedica el siguiente párrafo encomiástico: "Todo aquel que haya robado al sueño
algunas horas para dedicarlas al trabajo; todo
hombre de talento que se sienta de pronto entorpecido, todo aquel a quien le parezca el aire húmedo,
el tiempo largo y la atmósfera pesada, todo el que
se vea atormentado por una idea fija que le prive
de la facultad de pensar, todos éstos, lectores, que
tomen medio litro de chocolate perfumado, y reconocerán su maravilloso efecto ".
En los puntos cálidos de Nueva Granada convienen perfectamente al cafetal todas las condiciones que exige el cultivo del cacao, por 10 cual se
aprovecha doblemente el terreno. El producto de
los bananos y de los cafetales paga con creces los
gastos de explotación hasta que se obtienen las primeras cosechas de cacao, y entonces se sacrifican
aquellos árboles o una parte de ellos.
El café que se cultiva en los alrededores de Antioquia es de excelente calidad, pero por desgracia
los habitantes del país no le preparan bien. Sólo
cuando Faustino le hacía para mí me era dado reconocer la bondad de este licor, que Balzac reco-
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DOCTOR SAFFRAY
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mendaba con tánta razón, diciendo: "Para vosotros
todos, ilustres candelas humanas, que os consumís
por la cabeza".
Al día siguiente me levanté umy temprano, y
al asomarme a la ventana vi en el patio un magnífico alazán de crines blancas que me esperaba
ya ensillado. Mi patrón había dispuesto acompañarme con varios de sus amigos a dar un paseo
matinal, aprovechando las horas más frescas y
después debíamos bañamos en el agua helada de
un torrente, que bajando de la cima de la cordillera
a través de impenetrables sombras, llevaba a las
tierras abrazadas del valle del Cauca una agua
limpia y fría.
Por la parte del oriente aparecía el cielo de
·color de oro y sonrosado, y en la verdura se reflejaban esos tonos tan vivos con que los pintores
italianos iluminan sus paisajes. Las aves se reunían
por bandadas en el lindero de los bosques, los cardenales y las viudas revoloteaban entre los brezos;
el tulcán melancólico dejaba oír a intervalos, entre
las ramas más altas, el grito plañidero que le ha
valido en el país el nombre de Dios te asista; los
colibrís zumbaban alrededor de las flores, disputando a las mariposas y a las abejas el perfumado
néctar; de vez en cuando posábase sobre algún
brezo una pequeña tórtola de color de chocolate,
cuya posesión hubiera envidiado cualquier observador; centenares de cotorras retozaban alegremente en la llanura, y las infatigables cigarras lanzaban
al aire sus sonidos monótonos en la espesura de
los tamarindos.
La brisa matinal, refres·cada al contacto del rocío, estaba impregnada: dé aromas -; la natUraleza,
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VIAJE
A NUEVA
GRANADA
ávida de disfrutar algunas horas de frescura, desplegaba todas sus galas, toda su riqueza de formas
y colores, todo su tesoro de perfumes.
Nuestros caballos, llenos de ardimiento, piafaban impacientes, y poco después salimos del sendero
abierto para penetrar en el lecho casi seco del torrente, objeto de nuestro paseo.
Malo era aquel terreno para evoluciones ecuestres; el terreno caía desde las pendientes bruscas
de la montaña, profundamente socavadas, arrastrando a su paso y pulimentando las masas de pórfido, de granito, de sienita y de serpentina, mezcladas con dioritas, jastas y pedazos transparentes de
cristal de roca.
El suelo cubierto de cantos rodados, parecía que
iba a desaparecer algunas veces bajo los pies de los
ea,ballos; en ciertos sitios era forzoso saltar de
un peñasco a otro sin perder el equilibrio sobre la
resbaladiza superficie; en otros, debíamos buscar
partes salientes que sirvieran como de escalones a
nuestras monturas, y al fin el caso de que, no pudiendo sostener con la brida a los nobles animales,
renunciáramos a dirigidos, porque tenían el golpe
de vista más seguro que el nuéstro.
Sólo corría entre las piedras un diminuto arroyuelo, semejante a un hilo líquido, pero el lecho era
ancho y profundo, los enormes peñascos que habían
rodado desde lo alto de la montaña, los árboles
gigantescos retorcidos entre las masas pedregosas,
donde aparedan como incrustados, indicaban claramente que aquel insignificante arroyo, crecido
en la estación de las lluvias, impetuoso y cubierto
de espuma, debía transformarse en un torrente
preñado de amenazas.
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DOCTOR SAFFRAY
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La vegetación de la orilla era riquísima, veíanse reunidas en aquel sitio todas las plantas que necesitan calor y humedad. Medí por curiosidad una
hoja rascadera (caladiu1n) y hallé que tenía seis
pies de largo por cuatro de anchura. Los helechos
arborescente s, formando pabellones de verde encaje y sobrepuesto de frondas simétricas como las
aristas de una cúpula, aparecían acá y allá entre la
espesura de bambúes, Las heliconias dejaban caer
entre sus hojas, parecidas a las del banano, los racimos tricolores que forman sus extrañas flores;
las orquídeas, siempre notables por sus extravagantes formas, animaban con su vida parásita las
gruesas ramas de los añosos árboles de tronco recto y liso, y de su cima pendían los bejucos, figurando el cordaje de un gigantesco mástil. Algunas palmeras de estipo erizado se destacaban airosamente
en algunos claros, inclinándose sobre el torrente, y
en la extremidad' de s~s hojas colgantes se balanceaban algunos nidos de avecillas. De vez en cuando
aparecían entre las yerbas grandes lagartos verdes
y serpientes de colores metálicos; los pájaros huían
al percibir el ruido causado por las herraduras de
los caballos en las rocas, y al rededor de nosotros
se elevaban enjambres de insectos que parecían de
oro, de zafiro y de esmeralda. Aquella rica naturaleza, aquello's juegos de luz, aquellos rumores y
cantos, aquellos murmullos y perfumes, aquella
exuberancia de vida en medio de la soledad comunicaban al paisaje un admirable encanto.
Al fin pudimos ganar un pequeño espacio encajonado en un pórtico rosa cortado a pico; el agua
caía de golpe desde una altura de treinta pies, y
habíaabierlo una especieue pilón, sobre el que las
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VIAJE
A NUEVA GRANADA
ramas entrelazadas formaban como una bóveda impenetrable.
En aquel estanque natural, que los poetas hubieran poblado de náyades o de ondinas de verde
cabello, tomamos un delicioso baño, y después nos
pusimos en marcha hacia la población.
La mesa que había en el centro del comedor estaba sobrecargada de todo cuanto los trópicos pueden ofrecer de más exquisito: allí había zapotes
(fruto del achras sapota) de forma oval regular,
cubiertos de una pelusa de color de orín, y que sólo
se comen cuando están muy maduros; abolados,
que constituyen el término medio entre la fruta y
la legumbre; pomarosas, (fruto de rnyrtus yambos),
que son huecas y tienen un ligero perfume de rosa
de la mangifera indica, árbol originario de las Indias orientales, introducido por primera vez en J amaica por lord Rodney en 1872. En otro sitio veíase una rama del anona squamosa, fruto verde y escamoso que contiene una crema aromática, la cual
se come con cuchara, y a su lado otro producto conocido en el país con el nombre de guanábana (anona muricata). Este último alcanza algunas veces el
tamaño de un melón ordinario, su forma es la de
un corazón prolongado, las escamas imbricadas se
desprenden del todo hacia la punta, y el interior
consiste en una serie de bayas rudimentarias, cada
una de las cuales encierra un grano negruzco y luciente, rodeado de una pulpa abundante impregnada de un líquido ácido. Algunas ananas cultivadas
podrían rivalizar con las de nuestros invernaderos
por la dimensión y el perfume, pero este fruto exige
mucho cuidado, aun en su tierra natal.
He leído a menudo con asombro, en los relatos
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DOCTOR SAFFRA y
177
de viajeros, que los frutos de los países tropicales
no se podían comparar con los de nuestros ·climas.
Aquí no veo yo más que una cuestién de gusto, pero,
en mi concepto, la opinión de ciertos autores procede de que quisieron sujetarse demasiado estrictamente a las comparaciones y buscar equivalentes al de nuestros frutos que distinguen a los de
los países cálidos. En cuanto a mí, creQ que las pulpas ácidas, perfumadas y balsámicas, la mayor
parte muy jugosa, corre~.Jonden perfectamente a
las necesidades del clima.
Antes de separarme de don Lucio, éste era el
nombre de mi patrón, visité con él un pueblo de los
alrededores, donde se fabrica:il sQmbreros de los
llamados de Panamá. Lo que se designa impI'opiamente con el calificativo de paja, proviene de una
planta denominada Nacuma y Murrapa, que es la
Carl1,tdovica palmata, de los botánicos. Cuando las
hojas, que afectan la forma de abanicos y tienen
numerosos nervios, están aún plegadas y sobrepuestas entre sí, se cortan entre cada nervio, se introducen en agua hirviente para hacerlas perder
su tinte amarillento y se ponen luégo a secar donde
haya una buena corriente de aire. Después se escogen las mejores y más a propósito por el largo,
el grueso y la blancura.
En las provincias de Neiva, Socorro y Antioquia, las mujeres de muchos pueblos se dedican a
la confección de sombreros, los cuales se venden,
según la finura, a un precio que varía de diez a
ciento cincuenta pesetas. No se someten a ni~lguna
preparación; una vez terminados, lo único que se
hace es alisarlos con la semilla dura de la Acacia
s-eandeux. Los sombreros finos ~de'Nueva Granada
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VIA.TE A NUEVA
GRANADA
pueden rivalizar con los de Guayaquil, y son tan
buscados como ellos entre los que llamamos de Panamá, por más que en este último punto sea desconocida esta fabricación.
Fácil sería cultivar la Carludo'vica palmata en
las colonias europeas para exportar la paja preparada, y entonces se podría fabricar en nuestro país
sombreros de primera calidad por ocho o diez pesetas.
XVI
DE RIO VERDE A MANIZALES
PROYECTO DE CAMINO DE ANTIOQUIA A ATRATO.--EN
BUSCA DE SALVAJES.-TRIBUS
INDEPENDIENTES
DE
NUEVA GRANADA.-MAROHA ARIO VERDE.-MI COMP A:RERO DE AVENTURAS.-OASAS
DE RIO VERDE.
LOS INDIOS Y SUS COSTUMBRES.
Lo que necesita .Antioquia para llegar a ser una
gran ciudad comercial es ponerse en comunicación
con el mar, por la otra vía que no sea la de Medeliín, Nare y el Magdalena. Al alejarme, no sin sentimiento, de aquella hospitalaria ciudad, pensé en
su prosperidad futura, cuando la enlace un camino,
por el burgo de Urras, con el centro de navegación
del río Chaquenendo. Este último, llamado también
Bebara, es un tributario del tranquilo Atrato, que
prosigue su curso hasta el Atlántico cruzando los
más ricos bosques del Nuevo Continente.
Según los informes detallados que obtuve de
personas familiarizadas con toda esta región, no
ofrecería ninguna grave dificultad abrir un buen
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DOCTOR SAFFRAY
179
camino de herradura grave en la dirección indicada, pero desgraciadamente, la autoridad se ocupa
muy poco de los caminos y como el espíritu de asociación no se ha desarrollado aún en los habitantes,
es probable que Antioquia seguirá siendo largo
tiempo lo que es hoy día, por falta de vías de comunicación.
Mientras estuve en la ciudad, fue mi principal
anhelo obtener indicaciones exactas acerca de las
tribus indias más próximas, porque después de haber oído hablar mucho de los salvajes, quería conocerlos y estudiar de cerca, en medio de ellos, su
género de vida, tan elogiado por unos como vituperado por otros.
Habiéndoseme dicho que a siete jornadas de Antioquia, por la parte del oeste, habitaba en el pequeño valle de Río Verde toda una tribu de Chocoanos, resolví ir a visitarla. En Nueva Granada,
lo mismo que en los Estados Unidos, los indios independientes, que retroceden de continuo ante la
civilización, ven a su raza disminuír de día en día,
pero los sometidos mejoran algunas veces su bienestar, merced a sus relaciones con los blancos.
Estímase en doscientas veinticinco mil almas la
población india de la república; los Paeeses y los
Pijaos, los Coconucos de Popayán, Almaguer y Neiva, los Nanamos del Chocó y los Calamares de Santa Marta y de Cartagena han olvidado la lengua de
sus antecesores, pero los Cunas y los Chocós del
Darién y del Atrato, los Guajiros, los Motilones, los
Cociuas de Río Hacha y de Upar, los Mocoas, los
Guahiros, los Omaguas y los Andaquíes de la provincia del este, conservan en toda su pureza la lengua y costumbres de sus -padres .....
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VIAJE
A NUEVA
GRANADA
No lejos de Cocui, al este de Socorro, y frente
a los desiertos de Casanaré, existen varios pueblos
ocupados por los indios Tunebos, pero no puede
llegar allí el hombre blanco, porque hay un obstáculo natural tnfranqueable para los que no sean
salvajes. Entre éstos y los civilizados se eleva, casi
cortado a pico, un muro de pizarra de doscientos
metros de altura, cubierto de míseras yerbas y de
arbustos achaparrados, excepto en una larga y estrecha faja, que los Tunebos llaman el camino, en
tono de mofa.
Por esta senda, sin embargo, penetran ellos en
el interior de la civilización, sin que nadie haya tenido nunca el valor suficiente para acompañarlos
a la vuelta. El camino consiste en unos agujeros
practicados en el muro de trecho en trecho; un mozo podría escalarlo cogiéndose al reborde de aquéllos, pero sólo el indio es capaz de bajar por la misma vía. Para ello coge un palo en cada mano, le
apoya en el primer agujero, deslizándose hasta que
sus talones se afirman donde reposa la extremidad
de los palos, y repitiéndose este ejercicio, como de
escalón en escalón, vuelve a la tierra de libertad,
exponiendo a cada momento su vida.
Algunos pueblos, entre otros los de Ahnaguer y
de Pitayo, que se dedican al cultivo de la quinina,
se han convertido al cristianismo, y pagan exactamente su diezmo al cura, aunque murmurando siempre un poco. Después de un sermón patético sobre
la bondad infinita de Dios, el buen pastor de AImaguer preguntó una vez al cacique qué pensaba
de su discurso, a lo cual contestó el indio: "Si Dios
es tan bueno como decís, me parece que debería
darnos de comer sin que trabajáramos tanto."
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Los misioneros no han podido conseguir nunca
que les admitan los indios del sudeste; algunos obtuvieron mejor resultado por la parte del nordeste,
entre los Guajiros, pero su influencia es por lo general casi nula.
Dirigíme, pues, en busca de los salvajes, y bien
pronto nos alejamos del camino llamado real, sin
duda irónicamente, para internarnos en la trocha,
que termina en el valle del Río Verde.
Yo creía conocer ya todos los peores caminos,
así es que cuando se trató de abandonar mi buena
mula para continuar el viaje a pie, no me atemorizó
la perspectiva de tres días de marcha por el bosque, pero el sendero llamado allí trocha, que me fue
preciso seguir, excedía por lo malo a todo lo que
podía imaginarme. Fue necesario escalar montañas
a pico, ayudándome con pies y manos, franquear
precipicios, torrentes, pantanos fétidos y numerosos espinos, saltando a cada momento sobre troncos derribados, para abrirme paso después por enmarañadas espesuras.
El viajero que se resuelva a recorrer aquellas
vastas soledades debe ir siempre alerta; le es preciso evitar a cada momento el tronco espinoso de
una palmera o de una bromelia, saltar acá y allá
muy a menudo, remover con su palo la yerba antes
de poner el pie, y mirar bien dónde se coge con la
mano, pues las serpientes abundan en aquellos paraJes.
Debo confesar que a las pocas horas de marcha
estaba rendido, y mi ropa destrozada, pero mi compañero seguía avanzando sin ninguna dificultad y
sin manifestar la menor fatiga, aunque llevaba una
peeada maleta, en la cual babía reunido yo los ob-
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VIAJE
A NUEVA
GRANADA
jetos más propios para conciliarme la buena voluntad de los indios, tales como cuchillos, alambre,
abalorios, estampas, aguardiente y sal.
Debo advertir, no obstante, que mi compañero
era un indígena de pura raza, un cholo, que hablaba varias lenguas, robusto, inteligente y amigo
de los blancos, a quienes siempre elogiaba. Había
sido sucesivamente minero, sacristán y mercader,
y después de ganar algún dinero vivía muy tranquilo en un arrabal de Antioquia. Al bautizarse
cambió su nornbre de Sihuachi por el de Miguel; a
la edad de veinte años le honraron sus vecinos con
el don, después con el calificativo de señ01', y aspiraba naturalmente a que en sus viajes le llamaran
señor don Miguel, cual convenía a un hombre que
ha hecho fortuna. Hasta que llegase la hora, y como no se enorgullecía con aquel principio de aristocracia, no se negaba nunca a prestar algunos servicios mediante una recompensa proporcionada a
su posición social. Era buscador de sepulturas, correo y hasta criado, con tal que se le diera siempre
el título de compañero.
Prescindiendo de estas manías, Miguel era un
hombre muy útil: cuando se ponía su calzón corto
y su ligera chaquetilla de lana, convertíase en el
indio fornido, de músculos salientes, sobrio, vigilante, infatigable, capaz de internarse por los más
desconocidos bosques, y diestro para salir de cualquier apuro. Era algo cocinero y un poco lingi:iista;
tenía, en fin, todas las cualidades necesarias, incluso la de ser muy reservado y silencioso.
El séptimo día de marcha llegamos al bosque de
bambúes, donde se ofreció a mi vista un paisaje a
la vez extraño, imponente y encantador. Un lilipu-
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tiense extraviado en un campo de avena experimentaría sensaciones semejantes a las de un europeo
ante aquella vegetación gigantesca. Reconócese úno
pequeño al pié de aquellos árboles colosales, en que
se balancean las verdes garzotas a la altura. de cien
pies; ninguna otra planta, ningún arbusto encuentra lugar entre su compacto ramaje; el terreno, labrado por sus poderosos rizomos, de los que parten
jóvenes tallos cubiertos de escamas aterciopeladas,
está sembrado de musgos y de pequeños helechos.
En tiempo sereno reina el silencio más profundo,
pues ni las aves ni los insectos habitan aquellas soledades sin flores, pero si el viento se cuela entre
la espesura, óyese allí un rumor inusitado, las hojas se frotan entre sí, crujen los troncos, percíbense silbidos en las copas de los árboles, y estos
sonidos extraños forman un conjunto cuya grandiosa armonía no tiene igual.
El terreno era cada vez más húmedo; en algunos sitios se veían espesuras de yaros, con sus enormes hojas y cañas en forma de abanico. Miguel me
anunció poco después que nos acercábamos al término de nuestro viaje, y que el Río Verde estaba
ya próximo. En efecto, bien pronto oímos, a intervalos iguales, un ruido seco, semejante al que produce el hacha al herir los troncos de bambú. Era
un indio que cortaba con su machete los materiales
necesarios para construír una balsa.
-Buenos días, compadre, le dijo mi compañero.
-Buenos días, taita.
-¿Dista mucho de aquí el pueblo1
-Bastante.
-¡,Vas tú1
-No.
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18~
VU.1EA
NUEVA GRANAD.!.
-¿ Hacia dónde está'
-Allí.
Así terminó el diálogo, y por él pude conocer
que aquella. gente no pierde el tiempo en palabras
inútiles. Ofrecí una copita de ron al compadre, quien
me dio las gracias con la palabra taita, y continuamos nuestro camino en la dirección indicada. La
urbanidad exige allí que los indios se llamen compadres si hablan español, y taita (padre) si usan
su idioma. Esta palabra significa además venerable, superior, y es el nombre que dan a la divinidad.
Después de una penosa marcha de dos horas por
un terreno pantanoso, llegamos al pueblo, donde
encargué a Miguel que se presentase como embajador al cacique, para pedirle hospitalidad en mi
nombre. Una calabaza de cautchuc llena de ron, un
cuchillo y un collar de abalorios rojos debían apoyar la demanda de mi enviado.
Miguel volvió muy pronto a darme cuenta del
buen éxito de su comisión, el jefe indio se había
engalanado desde luego con el collar; después probó
tres veces el contenido de la calabaza y a falta de
bolsillo, pues iba casi desnudo, se ató el cuchillo a
la cintura, todo lo cual quería decir: "Sed bienvenidos". Aquellos indios no admiten regalos cuando
rehusan dar hospitalidad.
Fichihuacu, nombre del cacique, nos esperaba a
pocos pasos de su vivienda. Hablaba algo el español,
y Miguel comprendía a medias su dialecto. La casa
de aquel jefe, un poco más· grande que las de los
demás individuos de la tribu, pero construída por
el mismo modelo, era toda de bambú, con techo de
hojas de palmera; para preservarla de las avenidas
del río la habían levantado a cuatro o cinco pies
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DOCTOR SAFFRA y
185
sobre el suelo, y el espacio libre que debajo quedaba
servía de almacén. La fachada tiene una galería que
hace las veces de recibimiento, y a ella se sube por
el tronco de un árbol inclinado, en el que hay varios
cortes que sirven de escalones. No había ningún
punto de apoyo, pero tuve la suerte de aparecer en
la posición vertical ante la señora del cacique, que
me esperaba con todo el aire majestuoso propio de
su rango. Su traje consistía en una faldilla muy
corta, y adornaban su cuello varios collares de
pluma y de abalorios. Yola saludé dándole el calificativo de comadre y ella me llamó compadre,
desapareciendo al punto detrás de la esterilla que
servía de puerta.
Fichihuacu permanecía inmóvil sin decir una
palabra, y yo le imité, por temor de faltar a la etiqueta de aquella gente, pero a los pocos minutos
apareció la matrona cobriza con diversos utensilios.
Echó en una totuma harina de maíz asada yagua,
revolvió el todo con sus dedos, que me parecieron
de dudosa limpieza y presentómeaquella
especie
de gachas.
En semejante caso se debe hacer de tripas corazón i tragué sin vacilar aquella mezcla, y mi sa- .
tisfacción por haber salido bien de la primera prueba se consideró como un cumplido. Miguel fue tratado como yo, y aun tuvo mejor suerte, pues la
mano de la dama, que nunca he podido olvidar,
debía estar más limpia al revolver por segunda vez
las gachas. Habiendo aceptado el mate (nombre
de la mezcla), éramos ya considerados como amigos
de la casa.
Varios tabiques dividían la morada del cacique
.en varias habitacion~s; Ja mayor, que Jlaba sobre .
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186
VIAJE
A NUEVA GRANADA
la galería, servía a la vez de sala y alcoba para
los hombres; detrás estaban el gineceo y la cocina,
y junto a ésta unos compartimientos destinados a
guardar las provisiones. Designáronnos para alojamiento aquel en que se hallaba el maíz, y después
de traernos dos camas, es decir, dos esteras, una
jarra de chicha y una uña de tapir, destinada a
darnos suerte mientras estuviéramos en aquellos
parajes, el cacique cogió su bodoquera con su pequeño carcaj de bambÚ y alejóse rápidamente. Miguel reía a carcajadas, guiñando con malicia un
ojo, y repetía a cada momento: "i Oh, tendremos
una buena cena!"
Yo deseaba penetrar en las habitaciones del
fondo, pues oíanse en ellas voces y carcajadas, pero
era necesario un pretexto.
-¿ Cómo se llama al agua en su lengua? pregunté yo a Miguel.
-Namburi, me contestó.
Esto me bastaba; empujé una esterilla y después
otra, y halléme frente a un grupo de niños de todas
edades, con los que jugueteaban las dos hijas mayores de Fichihuacu. Apenas me vieron comenzaron
todos a chillar, y las jóvr.nr.s indias se refugiaron
en un rincón, mientras yo gritaba con una expresión de pantomima: namburi, namburi. Al oír esta
palabra, una de las dos adolescentes pasó a la cocina y un momento después presentóme una calabaza llena de agua fresca. Yo bebí sin sed, para
disimular mi indiscreción; la muchacha podría tener
unos catorce a quince años; no llevaba más ropa
que una faja de tela sujeta por un cordón en la
cintura, y como adorno un collar de abalorios. No
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DOCTOR SAFPRA y
187
era bonita, pero presentaban sus formas cierta
que casi tocaba en la belleza.
Al devolverle la calabaza vacía, dándo las gracias en un lenguaje que no le era posible comprender, su digna madre entró por una puerta que yo
no había visto, cargada de no sé qué provisiones
envueltas en hojas. Su mirada me demostró que no
le parecía bien que yo me hubiese excedido en mis
privilegios de huésped, y para evitar una reprensión repetí varias veces la famosa palabra namburi, pero no era suficiente para hacer olvidar mi
ofensa, y hube de apelar a los grandes medios.
Llamé a Miguel, diciéndole que trajera un barrilito
de sal, y cuando se lo hube ofrecido a la señora de
Fichihuacu, cambió súbitamente la expresión de su
fisonomía. Puso una de sus manos sobre mi cabeza,
e invitó a sus dos hijas a que hicieran lo mismo; yo
quise marcharme, ya no me dejaron; los chiquillos se acercaron de puntillas para tocar mi ropa, y
para contentarles corté algunos botones superfluos
que consideraron sin duda como tesoros, a juzgar
por la avidez con que los miraban. Entonces recordé
cierto pasaje de Proundhon sobre los botones inútiles, por los cuales se g'astan millones, y sentí no
tener una doble hilera en mi chaleco, puesto que
con tan poca cosa podía hacer a algunas personas
felices.
Nuestro cacique volvió antes de la noche, cargado con un pequeño corzo, que entregó a las mujeres a fin de que lo preparasen para la cena. Parecía estar de muy buen humor; la ocasión me pareció oportuna para tomar algunos informes, y
llamando al punto a Miguel, sentámonos los tres
El rmonía
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18S
TrAJE
A NUEVA
GRANADA
debajo de la galería. La conversación no era de las
más fáciles, pero con el auxilio de mi compañero
pudimos entendemos suficientemente.
-He oído hablar mucho de vos y de vuestra
tribu, le dije; pasáis por un cacique sabio y poderoso, por un diestro cazador, muy inteligente en
plantas. Yo no soy español, pero los blancos de mi
país aman y respetan a los indios. Vengo a solicitar
vuestra amistad y a ver vuestro país.
-& y no venís a buscar minas' repuso el cacique
mirándome fijamente.
-No, contesté.
-¿ No buscáis tampoco sepulturas'
-No.
-Entonces, replicó el cacique, podéis permanecer COJ¡ nosotros tanto tiempo como gustéis; yo os
acompañaré a cazar y a pescar. Cuando aparezca la
nueva luna se casará mi hija Isquisaba, y lo celebraremos con una gran fiesta. Mañana os presentaré a mis amigos; tenemos un gran conjurador
que cura todas las enfermedades, y os aseguro que
apreciaréis en mucho haberle conocido.
Para dar una prueba de agradecimiento a mi
patrón mandé a ~,tigucl que nos trajera una botella
de anisete, y cuando llegó la hora de cenar, el buen
cacique estaba ya por demás comunicativo, y me
llamaba taita con el más profundo respeto.
Al indio no le gustan las preguntas; con él no se
debe ser curioso y sí muy circunspecto; siempre
está prevenido, aunque haya intimidad o se halle
embriagado, y contesta evasivamente o se calla. Si
se insiste sobre un punto, sólo responde: "¿ Quién
sabe'" Es inútil decir más, pues desconfía del
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DOCTOR SAFFRAY
189
blanco aunque le dé hospitalidad. Sin embargo, yo
había ido allí para ver y aprender.
El pueblo se componía de unas cien casas, todas
casi iguales, diseminadas en medio de los campos
de maíz, de los bosquecillos de palmeras y de las
espesuras de bambúes.
Ya he dado a conocer el sencillo traje de las
mujeres; en cuanto a los hombres, llevan el cordón
obligatorio en la cintura, del cual pende, por lo
regular, un pedazo de tela. Cuando viajan, cuando
van a cazar o pescar, y siempre que deben sufrir
largo tiempo los rayos del sol, exponiéndose a las
picaduras de los insectos, hombres y mujeres se
pintan de rojo con orellana molida en aceite de
palma. Durante la marcha son siempre las mujeres
las que llevan los fardos, y así en camino como en
casa, las que preparan el alimento.
Según me lo había anunciado Fichihuacu, asistí
a la boda de su hija. Cuando un hombre llega a los
diez y ocho años, sus amigos le ayudan a construír
una casa y a desmontar un espacio del bosque para
sembrar maíz. Con el producto de su caza, el futuro
jefe de familia compra esteras y algunas vasijas
(le barro; fabrica por sí mismo diversos utensilios
de madera y hace provisión de calabazas, y caza
alguna buena pieza para regalársela a su suegro.
Este organiza un baile para el día prefijado, baile
en que no son admitidos sino los individuos de la
familia y el conjurador, único que está autorizado
para unir legítimamente a los esposos. La ceremonia termina con una danza a la luz de la luna; se
haila por parejas, al són de una especie de flauta,
acompañada de un instrumento que consiste en una
calabazallerrade semiUasduras;- La chicha circula
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190
VIAJE
A NUEVA GRANADA
abundantemente de mano en mano, y más de un convidado se queda profundamente dormido en el
suelo.
No obstante, este matrimonio no es definitivo
gracias a la costumbre del amaño, unión provisional
que dura doce meses; si trascurrido este plazo no
está contento el esposo, devuelve la mujer a sus
padres y ambos quedan en libertad. La esposa no
goza dél mismo privilegio; todos los maridos son
considerados como buenos en este país; como en
otros muchos, rige la ley del más fuerte.
La casualidad hizo que contrajese conocimiento
Íntimo con Cachinau, médico y hechicero de la tribu. Cierto día llevaron a su casa un indio a quien
había mordido una serpiente en la pierna, pero el
hombre de la ciencia estaba ausente; contáronme
el caso y me ofrecí a curar al herido. Yo llevaba
siempre polvo de cedrón, y después de fajar con
fuerza la pierna del paciente le administré un gramo
del remedio, mientras que Miguel, siguiendo mis
indicaciones, transformaba en vaso la parte prolongada de una calabaza. Con mi cortaplumas ensanché la herida, y la calabaza, impregnada de
aguardiente inflamado, formó una enorme ventosa.
Propiné al indio tres veces, con dos horas de intervalo, la dosis de cedrón mezclado con ron, y mandé
que le hicieran unas fricciones enérgicas. El paciente recobró el conocimiento y a las venticuatro
horas no ofrecía sino los síntomas tifoideo s, que
se combaten con los tónicos ordinarios.
Al día siguiente vino a verme Cochinau; díjome
que yo era el gran taita, y declaró que deseaba ser
mi amigo. Yo fe expliqué el acto de ligadura y de
la ventosa; demostréle que a falta de aguardiente,
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DOCTOR SAFFRA y
191
produciría el bombax o de melastomas holosericea,
y le hice comprender cómo un tronco de bambú podía reemplazar la calabaza, de la cual me había
servido yo por no tener otra cosa mejor.
El buen hombre parecía asombrado; yo era a
sus ojos un gran conjurador, y dijo que podía COl1siderarme como su cofrade sin humillarse. Desde
aquel momento me sirvió de compañero en mis
paseos por el bosque, indicóme varias plantas útiles
y me inició en su práctica médica, aunque sin atreverse a revelarme los signos cabalísticos y las palabras inspiradas sin las cuales, en su concepto, no
podía curar las plantas. En él no era esto charlatanería, sino pura convicción; los indios creen que
IRS plantas actúan por su virtudes o(3ultas.
XVII
PESCA MILAGROSA.-U~A
BORRASOA.-OOMUNICACIONES
EN EL VALLE DE RIO VERDE.-UN 1'000 DE VERDAD
SOBRE LAS SERPIENTES Y LOS REMEDIOS KVIPLEADOS CONTRA SDS MORDEDURAS.-EL
GUACO.-OAZA
CON LA BODOQUERA.-EL
VENENO LLAMADO CCRA·
RE.-MIS COLECCIONES.-CONSEJOS PRACTICOS A LOS
VIAJEROS NATURALISTAS.-LA
MEDICINA DE LOS
INDIOS.-REGRE80
AL 1'AI8 CIVILIZADO.
Mi patrón, el cacique, me había propuesto una
partida de pesca; llegado el día, nos pusimos en
marcha, acompañados de vari9s hombres que llevaban cestos, un .hacha y un machete; no vi anzuelos, ni cañas, ni redes,_ lo clJ,al me llamó mucho la
. atención, pues no me explicaba de qué medios se
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1~2
VIAJE
A. NU:&VA GRANADA
valdrían. En el camino observé que aquellos hombres cortaban varios bejucos muy delgados, recogiendo algunas ramas y la raíz de una planta llamada en el país barbasco, que yo reconocí ser la
teofrasia marginal. Entonces comprendí por qué
no llevaban aparatos de pesca; tratábase de adormecer o embotar a los peces, sin tenderles lazo alguno. El barbasco es muy afin de otras dos leguminosas empleadas para el mismo caso: el galega
sericea y el galega toxicaria de la India, donde se
encuentran también las bayas embriagadoras del
coccukus suberoux. He visto usar igualmente en
Nueva Granada el piscidia carthaginiensis y el jugo
del mil pesos (hura crepitans), llamado vulgarmente arenilla en nuestras colonias..
Llegados al punto elegido por Fichihuacu, construímos una balsa de bambú, y poco después estábamos en medio del río. La corriente era tan débil,
que bastaba un hombre para la maniobra: Echáronse en el agua raíces y ramas de barbasco y a los
pocos minutos vimos flotar en la superficie, privados de sentido, varios peces grandes y pequeños.
Los cestos rebosaron muy pronto, y vaciáronse en
la balsa para volver a llenarlos; la piel luciente de
aquellos animales, sus brillantes escamas y variados colores, formaban agradable conjunto.
La pesca fue muy abundante; como el tiempo
amenazaba lluvia, los peces estaban inquietos, y
esto les hacía abandonar el fondo, donde no hubiera
podido alcanzarles la influencia tóxica de la teofrasia.
Cuando estuvimos cansados de pescas regresamos a tierra, y se encendió un buen fuego para secar los peces. Miguel, que había levantado una pe-
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DOCTOR SAFFRAY
193
queña tienda, me mostró con aire inquieto unas nubes de color gris sonrosado que ascendían lentamente, y de las cuales vi partir varias veces exhalaciones eléctricas. Una cálida brisa, cargada de
ozono, agitaba a las garzotas de bambÚ; poco a poco refrescó la atmósfera, cayeron algunas gotas,
precursoras de la tempestad; las nubes invadieron
todo el cielo y los relámpagos produjeron un fragor
espantoso que parecía desgarrar los aires. De repente oyóse un sordo rumor en el follaje de los árboles: era la lluvia de los trópicos, era que acababan de abrirse las cataratas del cielo. :FJlhuracán
retorcía, destrozaba, lo arrancaba todo con el Ímpetu de una tromba, y en medio de los grandiosos
rumores de la tempestad, percibíanse los sonidos
estridentes que producía el crujido de los troncos
y de los árboles tronchados. Esto duró acaso media
hora; poco después despejáronse algunas nubes,
reinó de nuevo el silencio más profundo, y una brillante gloria prestó animación al paisaje.
Fue necesario encender de nuevo el paisaje para
secar los peces; al día siguiente emprendió mi patrón el camino de su pueblo, y yo marché con mi
cofrade Cachinacu y Miguel para visitar una tribu
vecina.
El sendero que seguimos durante dos días se
asemeja al primero que recorrí para ir al pueblo del
cacique; de trecho en trecho veíase un árbol derribado o ramas cortadas para facilitar el paso. Atravesamos el Verde por un puente de bambúes y de
cañas sin ninguna dificultad, pero más lejos me
estaba reservada una sorpresa. Al llegar a la orilla
de un río ancho y profundamente encajonado, vi
que el sendero se interru:rnpía brusCl:imenté en un
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IN
VIAJE
A NUEVA GRANADA
declive de unos cincuenta pies de altura. Miré COE.
inquietud a mi amigo, como preguntándole qué h~ríamos; pero me contestó con una sonrisa, mostrándome una cuerda tendida entre las dos márgenes:
era lo que allí llamaban la tarabita. Consiste esencialmente en una cuerda de cuero o de corteza, a lo
largo de la cual avanza el hombre a fuerza de puños, suspendido como una araña que teje su tela.
Nuestra tarabita, sin embargo, era menos rudimentaria; un gancho de madera, que se desliza por el
cable, sostiene un asiento de bejucos, donde el viajero puede descansar durante la travesía; y si se
trata de trasladar de una orilla a otra un fardo o
una persona que no pueda hacer ejercicios gimnásticos,el primer hombre llega a la orilla opuesta y
atrae por medio de una cuerda el gancho con el
asiento.
En varias provincias de Nueva Granada hay
tarabitas establecidas por cuenta del gobierno, y en
cada orilla permanece un hombre encargado de tirar
del gancho.
Costeábamos hacía algún tiempo el río, que habíamos cruzado sin percance alguno, cuando vi
avanzar por la corriente un objeto de palmera. Creí
al pronto que sería un tronco de palmera rodeado
de. un grueso bejuco, pero observé que éste se movía. Lo que la corriente llevaba era nada menos que
un boa de gran tamaño, que para evitar el trabajo
de nadar, se había enroscado en un bambú flotante.
Después de haber agotado los recursos de un distrito, emigraba hacia un nuevo bosque, donde pudiese satisfacer sin fatiga su voraz apetito.
Durante mis correrías con Cachinau hice, bajo
5U dirección o atendiendo a sus advertencias, num€I
'
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DOCTOR SAFFRAY
1116
rosas observaciones acerca de las ~ostumbres de
las serpientes.
Las especies venenosas figuran en menor número que las otras, pero entre éstas las hay terribles por su fuerza, como son los pitones y las boas.
Los primeros pueden alcanzar a treinta y cuarenta
pies de longitud; su boca enorme está armada de
largos y robustos dientes; ahoga a su presa, la
ablanda entre sus anillos, redúcela al estado de
pulpa y la absorbe por medio de una succión enérgica. He visto uno de estos monstruos que, después
de haber devorado un ciervo esperaba, entorpecido
por una digestión laboriosa, a que la putrefacción
desprendiese la cabeza y las astas que no había
podido tragar. La piel de esta serpiente, que tiene
más de un metro de anchura, sirve para forrar
sofás y sillones.
Las boas no son tan grandes como los pitones,
ni tampoco tan voraces; las de dimensón ordinaria
no pueden ahogar a un hombre robusto entre sus
anillos como no esté cogido por el cuello.
Las mán bonitas serpientes que he visto en el
país son las llamadas bojobi, cuyo dorso es de color
verde amarillo vivo; las hibokas, cazadoras de hormigas, cuya piel tiene el fondo blanco cubierto de
manchas rojas, azules, amarillas y verdes; el coralino, con anillos alternativamente blancos y rojos;
el lurus, que tiene el vientre pardo, los costados
azules y el dorso amarillo, cruzado por una lista
roja, y por último el flosculus, cuyo vientre es blanco y el dorso azul celeste.
Desgraciadamente las serpientes más inofensivas son también objeto del horror, Entre las más
peligrosas citaré el horrible crótalo, o serpiente de
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VIAJE
A NUEVA
GRANADA.
cascabel, el equis o tara; la verrugosa, la mapaná,
el veinticuatro horas, la pudridora y el cinco minutos, cuyo veneno, como lo indica el nombre del reptil, mata en este breve espacio de tiempo.
A medida que el viajero se eleva hacia las regiones templadas y frías, las especies peligrosas
comienzan a escasear, y la ponzoña de las que tienen veneno pierde su actividad. Como se necesita
cierto tiempo para que se llene el depósito desde
donde pasa el veneno al colmillo destinado a infiltrarle en la herida, compréndese que la mordedura
de una serpiente muy peligrosa no puede ocasionar
accidentes graves después de haber agotado ya en
una presa su mortífero licor.
Los resultados de la mordedura varían también
según la parte herida y la constitución de los individuos; si el veneno se infiltra en un vaso de los
más gruesos, sus efectos son mucho más rápidos
que cuando se deposita en un músculo, si la succión
y la ligadura no ba~tan para contener el mal.
En el momento de ser la persona mordida por
una serpiente venenosa, no experimenta más dolor
que el que ocasiona la picadura, pero poco después
se siente como un hormigueo en los miembros, y
luégo el entorpecimiento. La lengua se hincha o por
lo menos parece aumentar de volumen, acometen
fuertes dolores de cabeza, que producen a menudo
un desmayo, y en la parte herida se declara una tumefacción que se propaga rápidamente. Después de
estos síntomas, comunes a la mayoría de casos, aparecen los accidentes especiales que caracterizan la
mordedura de las diversas especies de reptiles. El
coralino produce la ictericia; la serpiente de cascabel un dolor de costado; el equis una hemorragia
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DOCTOR
SAF!FRA y
197
por boca y nariz; la taya rabona, agudos dolores
musculares y un escozor semejante al de una quemadura; la pudridora, como lo indica su nombre,
ocasiona una descomposición rápida de los tejidos,
una gangrena fulminante.
Los indios del país conocen un gran número de
contravenenos; entre los más eficaces citaré la dorstenia contra-yerba, de sabor cálido, picante y aromático; la caña de víbora (Kuntia montana), único
individuo de la familia de las palmeras en el que
se ha reconocido la propiedad de combatir el veneno de las serpientes; el aegiphila sal'tttaris, verbenácea muy activa; la almendra de pica-pica (Macuna 1nutisiana), llamada también ojo de venado;
el cedrón, o más bien los cotiledones del fruto del
simabo cedrón, y el malambo, (Drymis granatensis), designado igualmente con los nombres de bejuco de Guayaquil y canelo de la costa, grueso bejuco de corteza amarga y aromática.
La familia de las aristoloquias produce en todos
los países remedios que los indígenas consideran
como muy poderosos para combatir los efectos del
veneno de las serpientes. Aquí no hay más que elegil'; citaré sólo la aristolochia cordiflora, de enormes flores acampanadas, cuya raíz es la que contiene la virtud; la A. fraga1'ttisima, de corteza aromática'y alcanforada, febrífugo conocido en el país
con el nombre de bejuco de las estrellas, porque el
tallo presenta en su interior una figura en forma
de estrella; la A. geminiflora, o bejuco carare; la
A. anguicida, o contra capitán, o capitana de corazón; y por último, la A. ringens, que conseguí determinar de~ués de haberla conoelno -con los nombres comunes de chumbipe, larrogoza y gallo de
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198
VIAJE
A NUEVA G:RANADA
monte; este último se deriva de la forma de su flor.
La más célebre de las plantas anti-venenosas
del país es el guaco, clasificado primeramente por
Mr. Mutis. Hay dos especies: la una de flores blancas, que crece en las regiones templadas, y la otra
de flores de color violeta, que habita en las cálidas
y constituye el verdadero guaco de los indígenas.
Cuéntase que una ave del Chocó, destructora de ser·
pientes, come las hojas de esta planta, cuando ha
sido mordida por una serpiente, y que de su grito
particular, huaco, o guaco, se deriva el nombre aplicado al poderoso específico.
La mikania es una planta herbácea trepadora,
de ocho a diez metros de largo; las hojas, muy delgadas y membranosas, son opuestas, ovales, de doce
a quince centÍmetroí; de longitud por seis o siete de
anchura, algo carnadas, ligeramente dentadas y ásperas en su cara superior. Las flores, dispuestas
en corimbos en la extremidad pubescentes, ofrecen
los caracteres bien marcados de la familia de las
sinantereas.
Entre todas estas plantas se cuentan tres que
merecen especial confiunza: el cedrón, la Místolochía rígens y el guaco. Son poderosos tónicos, cuya
acción en la economía permite luchar contra la influencia depresiva y asfixiante del veneno; Hero
podrían calificarse de verdaderos específicos? No
lo creo, pues no neutralizan el principio letífero. En
el tratamiento de un herido los considero tan sólo
como auxiliares indispensables, porque los verdaderos medios de salvación son la ligadura, el
ensanchamiento de la herida, la succión con la boca
o por medio de ventosas y la neutralización del
veneno por el amoníaco a la potasa cáustica, ensa-
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DOCTOR SAFFRA y
199
yada con éxito por el abate Fontana. El amoníaco,
administrado como remedio interno, es asímismo
útil, es un estimulante difusible. En diversas ocasiones ensayé la cauterización de la herida por medio del yodo disuelto en una solución de yoduro de
potasa, propinado el mismo remedio como bebida,
y todos los pacientes curaron. En otros experimentos inoculé en varios animales veneno de serpiente
adicionado con una centésima parte de solución yódiC'a,y no sufrieron accidente alguno. El yodo ejerce en tal caso una acción neutralizadora muy marcada.
Al invitarme Cachinau a que le acompañara a
la orilla del Río Verde, preparábame una sorpresa.
Había sabido que los jefes de la vecina tribu, los
Chocos, iban a reunirse a .fin de preparar el veneno con que los indios impregnaban las flechas que
lanzan con cerbatana, y el verdadero objeto de su
viaje era precisamente abastecer a su tribu de curare, nombre de esta terrible preparación.
El día prefijado salimos del pueblo un poco antes de rayar la aurora. Cachinau, Miguel y yo, íbamos con el cacique, a quien seguían ocho o diez
hombres; algunos de ellos llevaban calabazas vacías, y otros, paquetes de plantas cubiertos de grandes hojas, así como también diversos objetos encerrados en cestitos.
Al cabo de media hora de marcha nos detuvimos
en un sitio elegido por el cacique, en un pintoresco
rincón del bosque situado a orillas de un torrente.
Allí se recogió la leña para encender fuego, desempaquetáronse los ingredientes y se machacó en pequeñas porciones la raíz y la corteza de un bejuco,
cuyo jugo se introducía en las calabazas. Después
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200
VIAJE
A NUEVA
GRANADA
de extraerlo todo se llenaron con este líquido varia!!
vasijas de barro cocido, que fueron puestas sobre
el fuego; en cada una de ellas echáronse en seguida
grandes arañas del género mygale, juntamente con
otras más pequeñas, que no pude reconocer, colmillos de serpiente y un poco de arenilla. Cuando
todo esto hubo hervido por espacio de una hora, el
jefe cogió un tronco de bambú, cuya extremidad
inferior estaba tapada con fibras de palmera, de
modo que formase un filtro, y vertió poco a poco
el contenido de cada vasija, que caía clarificado en
una olla bastante grande. Terminada esta operación, y como se necesitaban algunas horas para que
se evaporase aquel extracto, algunos hombres, provistos de sus bodoquera s, marcharon a cazar. Poco
después volvieron trayendo un mono y varias aves,
cuya sangre debía servir de reactivo para probar
las fuerzas del veneno. Con este objeto se echaron
algunas gotas en una calabaza, y añadiendo una
sola del extracto, en parte fluído, vióse que bastaba
para producir una coagulación casi instantánea. La
prueba se renovó varias veces, siempre con el misIDO resultado, y el curare, reconocido como de primera calidad, se vertió entonces en unas calabazas
pequeñas en las cuales debía endurecerse al enfriarse.
Los indios preparan así un curare mucho menos
terrible, con el que entorpecen a los animales cuando quieren cogerlos vivos. Es lo que llaman el curare destemplado, y se compone de los mismos elementos que el veneno ordinario, pero diluído en un
extracto del Hura crepitans.
He dicho que Cachinau conocía casi todo~ los
ingredientes del curare; más tarde me enseñó el
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DOCTOR SAFFRA y
201
bejuco venenoso, que reconocí ser el Strych1lOs toxicaria. Prescindiendo de las arañas, que no tienen
importancia, se puede considerar que el curare de
los Chocoes se compone de extracto de strychnos
mezclado con una pequeña cantidad de veneno de
serpiente.
El animal herido por una flecha impregnada en
esta sustancia: no sufre, los músculos se paralizan,
déjase caer, como desfallecido y muerto por asfixia.
Los indios creen que el tabaco es el contraveneno del curare, pero he reconocido que no sÍl've para
combatir el envenenamiento ocasionado por aquella sustancia con base del strychnos.
Mi compadre indio negoció en mi nombre el
cambio de dos cuchillos por un pequeño carcaj cubierto de una capa de veneno y provisto de dos flechas de bodoquera, y hecho el trato emprendimos
la marcha. hacia el Río Verde.
En el valle de este nombre fue donde encontré
la. reina de las langostas, el acridium dux, que tiene
quince centímetros de largura y cuyas carnosas
ancas invitan al hombre a convertirse en acridófago. Allí hay también otro insecto llamado caballito
de palo en el país, y que en todo tiempo inspiró al
pueblo un temor supersticioso. Asegúrase que es
un veneno violento para los equidos. En su tratado
de las enfermedades de las Indias, Pison afirma
gravemente que si uno de estos animales toca al
hombre, le comunica un temblor general (sin on(13
el del miedo), pues el autor añade que no ocasiont'!
ningún mal "aunque se oprima entre las manos."
Entre la repugnante familia de los Blatidos recogí un monstruoso ejemplar~ el escarabajo gigante, que no mide menos de diez y ocho centímetros
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202
VIAJE
A NUEVA
GRANADA
de punta a punta de ala. Oontábanse también entre
mis víctimas un capricornio pardo, con bonitas
manchas rojas, el acroince longirnane, notable por
la longitud de sus patas, que le permite dar saltos
enormes, aunque parecen molestarle durante el
descanso, unos bonitos filis y un terocroso hoja seca, verdadero capricho de la naturaleza. Sus alas,
de color pardo rojizo, presentan nervios articulados como las hojas, admirable previsión del Oreador para preservar al pobre insecto indefenso de
sus numerosos enemigos. Entre los escarabajos hice
preciosas adquisiciones, figurando en primer término la corinea, cuyo coselete se prolonga en forma de dos cuernos obtusos, entre los cuales aparece
otro más largo que parte de la mandíbula inferior,
y el hércules, la especie más bonita y extraña de la
familia, provista o más bien adornada de dos largos cuernos agudos.
y ya que de colecciones hablo, me permitiré dar
algunos consejos prácticos a los que viajen por
Nueva Granada. Llévense siempre baúles o maletas
pequeños y en cuanto sea posible impermeables,
porque será necesario va.dear con frecuencia los
ríos. Oonviene también proveerse de un buen surtido de tubos de cajas de zinc de todos tamaños, y
cera para cubrir los bordes. No olvidar, sobre todo,
las sustancias desinfectantes e insecticidas, pero
abstenerse en lo posible de los frascos de cristal j
los que se tengan deberán colocarse cada uno en su
tubo de zinc.
A pesar de todas estas precauciones, llegará un
momento en que apenas le quedará al viajero nada
de su equipaje europeo. Las mulas pu<?dencaer en
un precipicio, o ser arrastradas por la corriente, y
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DOCTOR SAFFRA y
203
en consecuencia se debe estar dispuesto a improvisarlo todo en cualquier sitio en que uno se encuentre. Los troncos de bambú y las cañas constituyen
excelentes receptáculos para las plantas y los insectos. Si no matais inmediatamente estos animales,
tened cuidado de separar los individuos de las especies voraces y evitad sobre todo un desastre tan
funesto como la lucha de dos gatos, pues de ellos
no quedan sino las colas.
Para preparar las pieles encontraréis alumbre
hasta en los pueblecillos. En cuanto a los insectos
poco frágiles, el mejor medio de conservarlos consiste en ponerlo s separadamente en cajas de cartón, de madera o de metal, llenas de aserrín impreg-nado en esencia de trementina.
Si queréis conservar una copia exacta de una
mariposa, cubrid una hoja de papel con una ligera
capa de jabón, poned encima el insecto, levantad el
cuerpo si es voluminoso y apoyando sobre las alas
otra hoja preparada del mismo modo, oprimidla
sobre aquéllas con la mayor igualdad posible. Las
escamas de color se adhieren al papel, y por este
calco podréis hacer cómodamente un dibujo o una
acuarela.
Ahora añadiré un consejo muy especial, y es
que no contéis con nadie sino con vos mismo; "cortad el trigo por vuestra mano si queréis verIe
crecer."
Hubiera deseado permanecer largo tiempo con
mis excelentes amigos, el cacique y el conjurador,
en medio de los sencillos habitantes de Río Verde,
en aquellas orillas que me ofrecían diariamente
;Q.ll~V:illLteso.ro.sT pe.ro
llB-
Bl'-a
fo-l'Z-6SiJ
m-a-t'chrrr~ Una
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I
204
VIAJE A NUEVA GRANADA
despedida es siempre triste y hasta a los salvajes
se echa de menos cuando se les abandona.
XVIll
DE mo VERDE A SONSON.-~ARMA, RlrPIA y ANSERMA.
ANTROPOFAG1A.-ORIGEN
DE T.A GEOGRAFIA BOTANICA.-LOS
PASAPORTES EN NUEVA GRANADA.-EN
CAMINO PARA CARTAGO.
De regreso a Medellíu encontré el país en plena
revolución; así como el pastor de cierta graciosa
fábula, "ignoraba que hubiese cambiado de amo."
El general Mosquera, en otro tiempo jefe de los
conservadores, y que como tal, fue elevado al rango
de Presidente de la República, había experimentado la necesidad de rehacer su fortuna, arruinada
en especulaciones en los Estados Unidos; y hé aquí
porqué acababa de cambiar de política repentinamente, proclamándose el hombre más liberal del
mundo. Mosquera reclutó por lo tanto un ejército
entre hombres que están siempre dispuestos a seguir a quien les paga; hizo prisionero al Presidente Ospina y ocupó su lugar, anogándose el título
de dictador de los Estados Unidos de Colombia,
con 10 cual anexionaba de un solo rasgo de pluma
dos repúblicas independientes: Venezuela y el
Ecuador.
Sin embargo, los conservadores luchaban contra
el usurpador, y sus ejércitos, aunque menos numerosos, tenían en jaque a las fuerzas de Mosquera.
Estos acontecimientos no me permitieron continuar el plan que tenía proyectado, y en consecuencia resolví dirigirme al puerto de Guayaquil por el
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DOC'l'OR SAFFRAY
205
valle del Cauca y las altas cordilleras de Pasto y
de Quito.
Después de una corta permanencia en Rionegro,
ciudad un poco triste, comparada con Medellín, pero cuyos habitantes son honrados e industriosos,
encaminéme hacia la Cordillera Oriental, trepando
por una serie de colinas en las cuales se pasa alternativamente de las regiones frías a las templadas,
y viceversa. El camino parecía monótono, si no fuera porque al vadear los ríos y franquear los precipicios que causan vértigos, se experimenta de vez
en cuando impresiones en que no es siempre fácil
distinguir entre el sentimiento de admiración y el
temor. En semejante camino y durante la estación
de las lluvias, no puede el viajero lisonjearse de
que andará más de tres leguas diarias. Algunas
veces, al llegar a orillas de un río, se ve que el vado
es infranqueable, a causa de las avenidas, y entonces no hay más remedio que levantar la tienda y
esperar a que bajen las aguas. A falta de puentes,
se daría úno por muy contento con encontrar una
tarabita como las que ya he descrito.
Desde las cimas se puede ver la extensa línea
ondulada de la Cordillera Central y las colinas de
Arma, Supia y Anserma, grandes centros de población antes de la conquista. Los habitantes eran ricos, industriosos e intrépidos; mas a pesar de S11
civilización relativa, devoraban sus prisioneros de
guerra. El territorio de estas tribus está hoy casi
desierto.
Los burgos de Pácora y de Abejorral son poco
importantes, pero la ciudad de Sonsón merece la
atención del v.iajero. El clima es tan salubre, que
-los--mélltcos--se
ven oBligados a ejercer una segundá
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VIAJE
A NUEVA
GRANADA
profesión menos ilusoria. Los habitantes se enorgullecen, y con justo motivo, de la educación liberal que se da a la juventud en su colegio, del que
salen algunos hombres de talento excepcional. Por
este concepto puede rivalizar Sonsón con la peque.•
ña ciudad de Marinilla. El comercio es casi nulo;
los más de los habitantes se dedican a la agricultura; el país produce mucho trigo.
Después de Sansón no encuentra el viajero nada
interesante hasta llegar a Manizales, ciudad muy
favorecida por S11 posición, casi limítrofe, entre las
provincias de Antioquia y del Cauca. Es un punto
de tránsito muy importante y no se debe juzgar de
su comercio por el miserable aspecto de las cabañas, cubiertas de hojas de palmera, de que se componen aún las más de las calles. La población, formada al principio por aventureros de toda especie,
se depuró luégo poco a poco, como se observa en
las demás ciudades que se constituyen apresuradamente.
Manizales está en el límite de las regiones templadas y frías. Cuando sale el sol se ven brillar en
su horizontes las nevadas cimas del Páramo, o ventisquero del Ruiz, centro de la Sierra Nevada del
Quindío, que se desarrolla desde los glaciares de la
Mesa de Hervé, al norte, hasta la enorme masa cónica del Tolima, al sur.
No me costó poco trabajo encontrar guías para
hacer una excursión al Páramo. Todo el mundo me
decía: ¡ ¡ No veréis nada curioso, nadie va; la falta
de caminos, el frío y los obstáculos se opondrán a
que neguéis al fin."
Cierto que es más fácil hoy escalar el Monte
Blanco, por senderos bien conocidos y con guías
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DOCTOR SAFFRA y
207
prácticos, pero no se disfruta de todo lo imprevisto
que ofrece una ascensión por cadenas aún vírgenes. Franquear, a pocos grados del ecuador, los
senderos que sólo recorren el puma y el tapir, elevarse a través de las soledades de una inmensa selva, jamás hollana por la planta del hombre, hasta
las nieves ptel'nas que coronan las cimas no exploradas aÚll, penetrar allí donde la naturaleza, según
la frase feliz de Buffon, "debe admirarse de que la
interroguen por primera vez", son cosas más que
suficientes para tentar al celoso viajero y al sabio,
cuando están ávidos de nuevas emociones.
Necesité algunos días para hacer mis preparativos.
En la Aldea de María, pueblo contiguo a las primeras pendientes, pude reclutar por casualidad un
vaquero, es decir, un hombre que conocía algo la
montaña. Una parte de la ascensión, según dijo,
podría hacerse en mula; pero valía más proveerse
desde luego del palo alpestre.
El supuesto camino, muy escarpado, estaba cuJ-i"'rto por la vegetación y las tierras desprendiél!\c;
A medida que íbamos subiendo, desaparecían las
plantas de la zona templada y el aspecto general
del bosque me recordaba los climas del centro de
Europa; después llegamos gradualmente a la naturaleza boreal. A cierta altura predominan las encinas (Quescus granatensis), más pequeñas que las
de Francia, y cubiertas de musgo que penden en
ramas, simulando cabelleras.
El tapir de las tierras frías, el leopardo, el pecari (sus tassaju), el oso pardo, el ciervo de los Án_dJts _y p.Lgato:-tig.re., SOl1- los- .habitantes- -d.e-.aqucllos-
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VIAJE
A NUEVA GRANADA
bosques. Sobre esta zona crecen pinos y cedros de
proporciones colosales.
El botánico podría también formar allí una numerosa colección.
Subiendo siempre sin cesar, y cuando se está a
la altura de unos cuatro mil trescientos metros, sólo
ofrece la tierra algunos escasos arbustos; el puma,
y un oso pequeño de cara blanca, son los únicos
cuadrúpedos grandes que se aventuran en aquella
infecunda zona, pero en cambio abundan las gramíneas, entre las que descuellan los panicum y los
agrostis. A mayor altura parece que los musgos y
los líquenes temen elevarse sobre el suelo, que apenas les comunica calor para arrostrar las heladas
brisas. Ninguna ave, ningún insecto anima aquella
fría naturaleza.
Apenas se ve alguna mariposa extraviada a la
cual impelieron los aires lejos de las regiones más
favorables para su existencia, o bien una mosca de
vuelo indeciso, a la que dio vida un rayo de sol y
que morirá al más leve soplo de la brisa.
Continuando la ascensión, llégase, a costa de
mil fatigas, a la altura de cuatro mil setecientos
metros, donde ya se pisan las nieves eternas; pero
entonces redoblan los peligros y las dificultades.
Por arriba la avalancha, en los lados el precipicio,
delante un muro de hielo, más allá un torbellino de
aguas cristalinas, que amenaza envolveros en un
sudario movible, formado por la nieve, cuya congelación es incompleta, pero el atractivo de las cimas
hace olvidar todos los peligros.
y ahora, apartando la vista de esa capa deslumbradora de hielo, virgen de las huellas del hombre,
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DOCTOR SAFFRA y
209
i dónde sería dado contemplar un panorama más
grandioso'
La mirada no se limita. sino por su propia debilidad; las líneas onduladas de las crestas azules se
confunden a lo lejos insensiblemente con el azul
del cielo j más cerca se designan profundos valles
y atrevidos picos, que surgen de una masa de montañas, y si volvéis a otro lado la cabeza, cambia la
escena completamente. A vuestros pies, y hasta un
punto que se pierde de vista, muévese un inmenso
mar de nubes, mar ondulante y monótono, entre
esta masa flotante y los cirrus que se prolongan en
el cenit; ningún sér representa la vida en la inmensa solemnidad del espacio, del silencio y de las soledades.
&, Ninguno? Ah, se me olvidaba: en medio de un
aire rarificado, donde los sonidos mueren sin producir un eco, se cierne el habitante de aquella naturaleza, el gran cóndor de los Andes, cuyas robustas alas miden catorce pies de punta a punta. En
los límites del aire respirable, el ave se desliza, trazando una. espiral, hasta el pico inaccesible donde
construye su nido de ramas, y desde aquellas alturas vertiginosas, su mirada percibe en el fondo del
valle todo aquello que no alcanza vuestra vista. No
acecha a los animales vivos; reina de las aves depuradoras, sólo se alimenta de cadáveres.
Hubiéramos querido tener alas como el cóndor
para descender hasta las colinas de Manizales, pues
la bajada. es mucho más penosa y difícil que la
subida.
El Páramo del Ruiz, ha sido poco visitado por
los naturalistas. Mutis fue el primero que se aventuró-ellsna-bosques y formó un cuadro
las altu-
de
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210
VIAJE A NUEVA GRANADA
ras comparadas, donde crecen, en los Andes ecuatoriales, las principales familias o especies. A consecuencia de sus relaciones con el sabio español,
Humboldt, tuvo conocimiento de este trabajo, hallado recientemente en Madrid por el doctor Triana, quien debió a sus notables obras figurar entre
los primeros botánicos de nuestra época.
Las tropas del gobierno ocupaban a Manizales,
y los partidarios de Mosquera, dueños del valle del
Cauca, avanzaban hasta la Aldea de María, pueblo
que dista apenas una legua de aquella ciudad. El
general Renao, que mandaba en la plaza, esperaba
proteger el territorio de Antioquia, y hasta expulsar del Cauca a las numerosas fuerzas, aunque mal
organizadas, del general Payán, un ex-abogado que
se había constituído en jefe de ejército.
Convertida la ciudad de Manizales en plaza de
guerra, todo aquel que saliese después de ponerse
el sol debía contestar a todo momento al quién vive
de los centinelas y de las patrullas. Nadie entraba
ni salía de la ciudad sin un pasaporte, y esto cuando no tenía el jefe el capricho de suprimir los pases, sin excepción, por un tiempo determinado.
Resuelto a continuar mi viaje por el valle del
Cauca, fui a ver al general y le dije:
-He terminado mis preparativos, y marcharé
mañana a medio día.
-Como gustéis, me contestó; pero debo advertiros que os detendrán en las puertas.
-Muy bien, repuse; tomad vuestras precauciones, pues yo pasaré.
-j Probadlo; y si pasáis, buen viaje!
Yo no temía !lada en cuanto a mi persona, pues
era un poco amigo del general Renao, pero expo-
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DOO'I'OR
SA.F.l<'RA y
211
níame a que me quitasen el criado y las mulas. Por
lo tanto, juzgué más prudente dejar en Manizales
mis bagajes, reuniendo en una. maleta los efectos
más indispensables, mis objetos preciosos y una
bolsa bien repleta. Oonfié a Miguel este ligero equipaje, y encarguéle que se dirigiera por los atajos
al camino de Oartago, en cuya ciudad le esperaría yo.
Al día siguiente, a eso de las doce, fui a despedirme del jefe de Estado mayor, quien me recordó
la inflexible consigna, y poco después me alejaba
de Manizales.
-j Vuestro pasaporte!,
gritáronme de pronto
dos soldados que jugaban a los naipes en medio del
camino.
-Amigos, les contesté, no le necesito ni le tengo: soy extranjero; llamad al oficial.
.y al decir esto, eché algunas monedas sobre los
nmpes.
Este pasaporte debía valer por lo mellaS tanto
como otro, pues ambos soldados hicieron un saludo
casi marcial y uno de ellos me dijo:
-El camino está libre, caballero: podéis pasar.
Mi criado me servía hacía poco tiempo. No ignoraba él cuando nos separamos que llevaba consigo una pequeña fortuna, y en aquellos tiempos
de disturbios podía muy bien desaparecer, o fingir
que le habían robado durante la noche en algún camino, pero no hizo ni una cosa ni otra. Los criados
y los correos son aquí de una fidelidad a. toda prueba; jamás se oye decir que un hombre haya sido robado o asesinado en un camino desierto o en las cabañas aisladas, yeso que el criminal podría estar
easi-segu-ro--de-que-iba-a:-qtre--aarimpune sli--ae1itó.
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312
VIAJE
A NUEVA
GRANADA
Una vez lejos de los quién vive?, de los patriotas
de Manizales, y reunido con mi criado, esperaba
llegar a Cartago sin contratiempo, pero el camino
estaba ocupado por el ejército liberal, y en los puestos militares pidieron el pasaporte. Sin embargo,
salí del paso valiéndome del mismo expediente que
la primera vez.
Cuando se trataba de atravesar por un campamento, rogaba al primer soldado con la mayor finura que me condujese a presencia del general. Una
vez ante el jefe, trabábamos conversación, convidábame a comer o a almorzar y después de granjearme su afecto, pedíale una escolta hasta el próximo puesto militar ..
De este modo llegué a las orillas del Vieja, desde donde comienzan a divisarse las palmeras de
los jardines de Cartago.
XIX
EL VALLE DEL CAUCA.-MI LLEGADA A CARTAGO.-VISITA OBLIGATORIA AL GENERAL COMANDANTE DE
I,A PT.A7.A.-INTRIGAS y SOSPECHAS.-MILITARISMO
y CORTESIA.-DESCRIPCION
DE CARTAGO.-TIENDAS
y 'l'ENDEROS.-ESTUDIO
DEL MAIZ y SUS PRODUCTOS.-ELEFANCIA
y PAPERA.
Para llegar a Cartago es preciso atravesar un
torrente, cuyas orillas ofrecen un paso difícil, siendo el vado con frecuencia peligroso. Ambas márgenes estaban custodiadas por soldados cuya consigna era mucho más severa que la de los que había
en Manizales. Al pedirme el pasaporte presenté la
reducida escolta que me había dado el general Al-
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DOCTOR SAF .FRAY
213
zate; pero ésto no pareció suficiente al oficial; toda
persona que llegase al vado sin pasaporte debía ser
conducida a presencia del ex-abogado que se titulaba general Payán.
Los cuatro lanceros que me servían de escolta
quedaron por lo tanto detenidos, y dos fusileros,
acompañados de un agente de policía, fueron los
encargados de conducirme a presencia del jefe, para lo cual fue necesario atravesar una gran parte
de la ciudad. Yo observaba en todos los semblantes
la expresión de una curiosidad irónica; como nadie
viaja por su gusto en un país donde no se sabe nunca si se debe gritar, iViva el rey 1 o iViva la liga 1,
la llegada de un extranjero no dejaba de ser un
acontecimiento, lo cual me hicieron comprender
más de lo que convenía. Por otra parte, mi acompañamiento se prestaba a la risa j mi mula, cansada, cubierta de barro, vacilante y con la cabeza
baja, olfateaba el suelo como un perro extraviado;
mi traje no estaba más limpio que el pelaje de mi
montura, y mi criado, cubierto de lodo, me seguía
con aire sombrío, cual si fuese un criminal, mientras que la autoridad -civil y militar nos vigilaban
atentamente.
El general Payán no era tan terrible como le
pintaban: recibióme cortésmente, me dirigió dos o
tres preguntas de pura fórmula, y dejóme en completa libertad, poniéndose a mis órdenes.
Yo llevaba carta de recomendación para un liberal avanzado, con cuyo apoyo contaba; por desgracia se había ausentado de la ciudad, pero como
estaba prevenido de mi próxima llegada, antes de
ma.l!<illa-l'----d~ó-o-rden-pa-rlt que nre-lllstalasen --en sUcasa.
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VIAJE
A NUEVA GRANADA
Al día siguiente de mi llegada fueron a visitar-'
me varias personas que yo no conocía, ni aun de
nombre, y todas me ofrecieron sus servicios: eran
coroneles del ejército, ganaderos y traficantes en
cacao. Oada cual se creía con derecho a interrogarme, pero, desgraciadamente, cuanto más sincero
era, menos confianza inspiraba, y ninguno de aquellos señores quiso creer que yo fuese un simple viajero por afición. Por más que hice, mis visitantes
se fueron convencidos de que yo era algún espía.
Durante varios días recibí visitas por este estilo; hiciéronme ofrecimientos ventajosos a causa
de la guerra; el uno quería venderme mulas y caballos a mitad de precio, porque temía que se los pidieran para el ejército; otro me cedía, casi de balde, costales de cacao atravesados de algunos balazos e invadidos por los insectos; éste deseaba cambiar por especies sonantes una casa de su propiedad, convertida entonces en alojamiento de las tropas; aquél me vendía, por el más ínfimo precio, algunas fanegadas de tierra, cuyos árboles había cortado el enemigo después de llevarse todo el ganado.
Dondequiera que sc presentaba mi ('r1Hno¡ ¡omfrÍa
un interrogatorio en regla, acerca de él y de mí.
Cierto día me anunció que comenzaban a circular
desagradables rumores acerca de mi persona: decíase que puesto que no iba a comprar ni a vender,
no podían ser mis intenciones leales, que yo era
algún espía de Henao o de los godos, según llamaban a los conservadores, y que por lo tanto debían
reducirme a prisión.
Yo no ignoraba que los arrestos arbitrarios eran
allí cosa muy común, y para conjurar el peligro
hice una segunda visita, voluntaria aquella vez, al
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DOCTOR S.A.FFRA y
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general Payán. Quejéme vivamente de las sospechas de que era objeto, excité su amor propio expresándole mi sentimiento por haber confiado en
la proverbial hospitalidad de los habitantes del
Cauca, y apelé, por último, a sus sentimientos caballerescos.
Como soldado, Payán era audaz, severo, y a
veces sanguinario, así en él como en casi todos los
demás hombres con quienes la revolución me ha
puesto en contacto, eran cualidades éstas que se
adquirían al ceñir la espada; pero como abogado,
Payán era cortés. Aseguróme que en nada había influido para que me molestasen; me rogó
que no acusase sino a las cir{lunstancias, y dióme
su palabra de que mi residencia en Cartago me sería
en adelante agradable. En prenda de su promesa
firmó un salvoconducto general para mí y los que
me acompañasen.
Cartago es una bonita ciudad, que recuerda la
de Antioquia por sus jardines y sus ~alles, pero en
rigol.' no posee más monumentos que una mediana
iglesia. La plaza principal, que sirve de ord.inario
para las corridas de toros y los pronunciamientos,
está rodeada de casas de un solo piso, con un gran
mirador. La yerba que dejan caer algunos asnos
errantes forma una especie de tapiz, cortado por
senderos de diagonal.
En las calles, limpias y bien alineadas, ofrecen
las casas un aspecto más decente y cómodo; pocas
ha.y que no tengan su tienda, al frente de la cual
suele verse siempre una mujer, cosa que no se obeerva en Medellín.
-El-come-~cio-p-:ri-IWipal--se--ha.oo---oon---mel'0aneía8
europeas, procedentes de Cali o del Estado de An-
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VIAJE
216
A NUEVA GRANADA
tioquia; el cacao, el tabaco y otros productos del
país, constituyen también importantes artículos
para el tráfico. En algunas tiendas en que se despacha al por menor se ven al frente verdaderas
señoras. Un saloncito comunica con el despacho
primeramente dicho, y como los parroquianos escasean, en aquella habitación es donde la dueña
pasa la mayor parte del día recibiendo sus visitas,
tocando la guitarra y fumando los adoríferos cigarros de Palmira.
Sobre esta especie de aristocracia comerciante
predomina otra clase más numerosa llamada allí
de las pulperas: vendedoras al por menor, cuyos
establecimientos comunican a Cartago un aspecto
particular.
La pulpera es de ordinario bastante joven, y
algunas veces casada, o acaso viuda; es más que
una modista y menor que una señora; no se atrevería a usar zapatos o botinas, y parécele que sería
la alpargata lo más adecuado a su rango. Algo coqueta; de ordinario bonita, curiosa por la ociosidad,
y maldiciente por costumbre, convierte su tienda
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comercio es lucrativo; encuéntranse en el establecimiento de la pulpera, candelas y confituras, artículos de mercería, tabaco, maíz, sa1, chocolate,
ron, chicha, anisela, queso, canela, espejos, quincallería y betún. Los que no necesitan nada de esto
y sólo quieren pasar el tiempo, piden cigarrillos de
pale, y a fuerza de comprarlos se adquiere derecho
para exigir una silla y formar parte de la tertulia
de la pulpera.
Las calles son solitarias; las pocas personas que
se ven parecen afanarse sólo en buscar alguna cosa
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.DOCI'OIt B.aF?R.a Y
en qué matar el tiempo. Unicamente los vendedores
de cañas de azúcar, que siguen perezosamente a
sus mulas, parecen ocuparse de algo, 1J81'O diríase
que hasta les fatiga pregonar su género, y el que
quiera comprarle debe echar al paso, sino se quiere
exponer a quedarse sin caña cuando más la necesita.
Los alrededores de Cartago son magníficos:
más allá de un semi-recinto de colinas limitado hacia
el sur por los jardines de los arrabales, se extíende
una campiña cortada por pequeños estanques y
cristalinas corrientes, y cubierta de precbsas quintas y rústicas viviendas. Allí se cultiva la caña de
azúcar, y sobre iodo el maíz, que da admirables
cosechas. Las especies más productoras son el Lea
virginica y el Lea versicolos, 'cuyas espigas tienen
de quinientos a seiscientos granos; de modo que
la semilla produce por término medio, mil doscientos por uno, en terreno que no exige abono ni labor,
y puede dar dos cosechas al año.
En aquel país tan favorecido la tierra es, me
atreveré a decirlo así, demasiado generosa, puesto
que su fecundidad retarda el progreso. El cultivo
inteligente y laborioso impuesto a Europa, no es
allí necesario, gracias a la riqueza del suelo y a
la benignidad del clima; basta que el hombre trabaje
unos pocos días para asegurar la subsistencia de
un año. Para desgranar el maíz, se frotan entre sí
las mazorcas, y así se hará hasta que se introduzca
a las máquinas. Estas últimas se podrían llevar
desmontadas, pues de seguro no faltan allí, entre
los hombres del oficio, algunos bastante hábiles
para montar el aparato. También convendría intro"-ducir-'en-la-1bnérica-dcl'-SUr-una:-máquina
portatil-
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VIAJE A NUEVA GRANADA
para descortezar el maíz y otra para reducirlo a
pasta después de cocerlo.
Lejos de creer con Humbolt que el maíz haya
sido importado de América a Europa y Asia, más
bien que fue introducido en el Nuevo Continente
por los primeros emigrantes del antiguo, que le
poblaron en épocas desconocidas; pero pláceme
reconocer también que la pródiga naturaleza hizo
crear a la vez el más útil de los cereales en las
más apartadas regiones.
El maíz y la banana constituyen en Nueva Granada la base de la alimentación. Los habitantes
actuales le preparan de una manera tan primitiva
como la que emplearon sus antecesores indios. Para
hacer las arepas, o tortas de maíz, mondan y descortezan en parte el grano en un gran mortero de
madera, desembarazándolo de sus impurezas por
medio de un lavado, hecho el cual lo cuecen. Después de enfriarle le machacan en una piedra de
moler, que consiste en un pedazo de sienita o de
pórfido, con la superficie ligeramente cóncava y
colocado sobre un tres pies de madera. Cuando los
granos están convertidos en una pasta homogénea,
se torna un. !,uiiauu
de ella., furnIall
una bola, la
aplanan después entre las manos, y la ponen sobre
lo que allí llama la cayana, placa de barro cocido
que se coloca sobre un fuego lento. Cuando se ha
vuelto varias veces la torta o arepa, presenta un
color dorado muy apetitoso, constituye una especie
de pan de buen sabor, que así se puede comer frío
como caliente.
Otra preparación muy importante del maíz es
10 que llaman la mazamorra, sin la cual no creería
ningún trabajador haber comido bien. A mí me
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DOCTOR SAFFRA y
219
parece que es digna de figurar en las mesas de
más lujo. Para obtenerla se humedece el maíz durante doce o quince horas en agua tibia, y después
se pone a cocer, añadiendo al agua un poco de
ceniza para que sea ligeramente alcalina, y comunicarIe la propiedad de ablandar la cubierta córnea de
los granos. Cuando están bien cocidos y dilatados,
se descortezan frotándolos sobre las piedras de
moler. Entre tanto se ha reposado el agua del cocimiento; échase en ella azúcar, juntamente con los
granos, que muy blandos entonces adquieren así
el gusto más agradable. Sustituyendo con leche el
agua alcalina obtiénese un manjar que recomiendo
a las personas de paladar más delicado.
Aunque muy nutritiva, la mazamorra no empacha a los enfermos y su uso es precioso durante
la convalecencia.
Con la pasta de arepa se hacen también unos
bollos destinados sobre todo para los viajeros.
Como los molinos escasean mucho, y se reservan
para moler el trigo en las regiones frías, no se hace
uso del maíz bajo la forma de harina.
Prepáranse algunas veces arepas con un maíz
llamado chócolo, cuyo grano es aún algo lechoso
y azucarado; es una especie de pan de lujo, excelente sobre todo para hacer sopas de leche, pero conviene usarle con moderación, pues se cree que promueve los síntomas de la fiebre intermitente.
El maíz sirve también para fabricar una especie
de cerveza llamada chicha, que los españoles hallaron muy abundante en tiempo de la conquista, y
cuyo uso se conserva en todas las regiones donde
crece la fecunda gramínea. Es la bebida favorita,
--y--sereserva paralosaías-ae-fiestay--de-giila~--Er
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220
VIAJE
A NUEVA
GRANADA
agua. pura basta de ordinario a este sobrio pueblo
para sus comidas.
La chicha de primera calidad se hace dejando
fermentar el maíz, al que se agregan algunos jugos
mezclados con un poco de levadura para acelerar
la operación. El líquido así obtenido aparece ligeramente turbio, rico en alcohol, y tiene un sabor algo
picante, debido a la presencia de una cantidad de
ácido acético. Sometido a la destilación, produce
un buen aguardiente, pero este último se suele fabricar más a menudo con el maíz fermentado solo
y aunque no tiene mal gusto, no se toma sin aromatizarle antes con anís. Practicada esta operación,
desígnase el líquido con el nombre de aniseta o anisado, y es el único licor fuerte de un uso general
entre los neo-granadinos.
Los antiguos indios componían para la cura de
ciertas enfermedades una chicha medicinal, en la
que intervenía principalmente la zarzaparrilla;
esta bebida se usa todavía en algunas localidades.
En las regiones cálidas se podría extraer de los
tallos de maíz un jugo azucarado que da por evaporación un jarabe análogo al obtenido del sorgho,
operación que practicaban los peruanos de otro
tiempo. Cuando la industria haya penetrado en
esos ricos países, transformará sin duda los diversos modos de utilizar el maíz y hasta quizá se consiga hac.er papel bueno a juzgar por las dos muestras que yo he visto. Entonces desaparecería la
verda dera de tortas, cuyo tráfico recuerda al viajero la poética sencillez de las costumbres antiguas.
Aquí atribuyen al maíz dos cualidades nocivas
de las cuales está bien inocente. Preténdese que
ocasiona, por lo menos en parte, dos enfermedades:
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DOCTOR SAFFRAY
221
la una, epidémica en ciertos cantones, que es la papera, y la otra, bastante rara, que designan con
el nombre de elefancía.
Se ven en Nueva Granada, sobre todo en el
valle de Neiva, unas paperas de enorme dimensión,
hasta el punto de que varios individuos atacados
deben sostener con un vendaje la masa hipertrofiada que le baja sobre el pecho. En el valle del
Cauca se encuentra el remedio cerca del mal, y
consiste en la sal de Burila. En el análisis que yo
practiqué en el agua salada de las fuentes de este
nombre, reconocía la presencia de una gran proporción de yoduro de sodio, lo cual explica el efecto
curativo bien marcado de aquella sal, que se administra como medicamento interno, aplicándose a la
vez en el cuello como cataplasma. Las aguas madres, residuo de la. cristalización de la. sal, me dicron notables resultados en el tratamiento de la papera en personas jóvenes.
En Cartago es donde he visto el caso más repugnante, aunque mejor diría, el más curioso de
la degeneración hipertrófica. de la epidermis y
de la dermis, llamada elefancía.. El infeliz atacado
de este mal se ve con espanto que sus pies y piernas se hinchan, se agrietan y se cubren de escamas
furfuráceas, pierden toda forma humana, adquieren un color gris de barro seco, y ofrecen entonces
cierta semejanza con la pierna del elefante, circunstancia a. que debe su nombre esa terrible enfermedad sin remedio hasta aquí.
He conocido a un hombre que después de haber
ensayado inútilmente todos los remedios, se sometió
en un momento de desesperación a una terrible
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!2!
VIAJE
A NUEVA
GRANADA
prueba que le aconsejó un indio, homeópata sm
saberlo.
Dejóse morder por una pulbucanna, serpiente
cuyo veneno produce una erupción pustulosa seguida de la gangrena y de la muerte; y apenas se
manifestaron los primeros síntomas de la ponzoña,
el indio administró al paciente poderosos antídotos
para combatir el envenamiento, que sólo produjo
una larga enfermedad, sin ejercer acción alguna
sobre el mal que debía curar.
xx
EL GRAN VALLE.-POBLACION.-CLIMA.-AGRICULTURA
y COMERCIO.-LA CAZA CON LAZO.-USOS y COSTUM·
BRES.-EL BAMBU y SU EMPLEO.-LA LEYENDA DE
QUEREMIA.-LA
VIRGEN DE.· CHIQUINQ1}IRA.-LAS
ÑAPANGAS.-BAILES DE LOS ANGELITOS.
Más allá de Cartago se extiende el gran valle
del Cauca, que tiene unas cientos cincuenta leguas
de largo por seis u ocho de anchura, y era, en tiempo
de la conquista de los españoles, una de las partes
más poblada::> uel país.
Uno de los capitanes de Jorge Robledo, Sebastián de Belalcázar, que había salido de San Francisco de Quito en 1536, fue quien primero reconoció
el valle, bajando de las cordilleras de Popayán. Los
habitantes eran comparativamente bárbaros; algunas tribus, despreciando la agricultura, dedicábanse
sólo a la caza, y cuando ésta comenzaba a escasear,
organizaban expediciones contra sus vecinos para
abastecer de víveres, o mejor dicho, para coger
hombres, a los cuales encerraban después y en-
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DCCTOTI· S...-1.FPRAI"
gordaban, con el objeto de alimentarse de su carne.
Herrera dice, en su Geografía, que los indios Paezes y Pijaos devoraron así toda la población de
Buga.
Hoy día no hay ya indios en el valle del Oauca.
Los pocos que sobrevivieron a la conquista emigraron al territorio de Mocoa,-país sin explorar, situado
en los confines del Brasil.
Entonces ocuparon el valle otros pueblos menos
independientes que habitaban en las cordilleras
vecinas, los cuales se aliaron con los españoles, y
hasta con los negros. La población actual proviene
de estas diversas mezclas, predominando al tipo
español.
En el valle propiamente dicho reina el clima de
las regiones cálidas; la altitud de Oartago es de
novecientos setenta metros; las orillas del río no
son malsanas sino en las partes cubiertas de bosque o sujetas a inundaciones frecuentes.
A. medida que el viajero se eleva sobre las suaves pendientes que forman la base de las cordilleras, disfrútase de un clima muy sano, templado,
fresco y hasta frío si se desea. La naturaleza, sin
ofrecer los admirables esplendores de las orillas
del Magdalena, es por do quiera fecunda y encantadora; aquí se ven bosques de orquídeas; más allá
espacios cubiertos de cañas, y a lo lejos inmensas
sabanas, varios riachuelos y ríos serpentean en
bosquecillos, campos y jardines.
En el valle del Oauca no hay pobres; los pocos
vagabundos que viven a costa del prójimo, podrían
muy bien ganar su vida si quisieran, pero prefieren
robar víveres o trampear en el juego, aunque jamás
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VIAJE
224
A NUEV.A. GRANADA
detienen a los viajeros ni cometen asesinatos, como
no sea en tiempo de guerra civil.
Como la riqueza está repartida con ~bastante
igualdad, el comercio de consumo no puede menos
de ser floreciente. La mayor parte de las mercancías vendidas se importan desde los Estados Unidos y Europa por el puerto de Buenaventura, en el
Pacífico, el río Dagua y el Cali. Consisten principalmente en algodones blancos y crudos, indianas
de diversas clases, ponchos rayados, muselinas bordadas, pequeños chales cuadrados de algodón o
lana, que hacen las veces de mantilla en la clase
media; sederías y merino s negros, chales de seda.
mantillas de franela azul y roja, paños, cutis rayados, artículos de farmacia, y por último, como
objetos de lujo, de un uso muy restringido, algunos
artículos de París. Antioquia envía sombreros y
alhajas de oro, y Pasto, impermeables, cuyos colores no se borran nunca.
Los artículos de exportación se reducen a la
quinquina de los alrededores de Popayán, que se
expide a Europa, al tabaco y al cacao, que se remite
al ~stado de Antioquia.
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años dijo que el cacao se vendía a dos cuartos la
libra. Por este precio no valdría la pena cosechal'lo. El tipo varía entre cuatro y seis reales en épocas
ordinarias.
Debo añadir que el viajero de quien hablo llevaba mucha prisa, por lo cual pudo inscribir en su
libro de memorias algunos asertos erróneos, como
por ejemplo el de decirnos que "dio de latigazos a
varios honrados propietarios de mulas" porque no
quisieron ceder sus animales para que se hubiera
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:DOCTOR 8.t\.FFR~'lY
permitido semejante ultraje; cuando yo estaba en
el país habría pagado en el acto su atrevimientu.
Los granadinos son de carácter dulce y cortés, pero
no toleran esos correctivo s de las épocas caballerescas.
El valle del Cauca no produce sólo cacao, tabaco
y caña de azúcar, sino también patatas, habichue- .;
las y trigo, aunque sólo en los puntos más altos.
Descúidase la agricultura por falta de camino para
exportar los productos; el índigo, el algodón y la
vainilla crecen espontáneamente, pero no se cultivan en ninguna parte. La vainilla silvestre es casi
toda de la especie llamada en el país platanillo, de
cáscara carnosa, corta y menos odorífera que la
fina.
El viajero que ha visto vender en Cartago el
cacao de primera clase a dos cuartos de libra, añade: "La vainilla, tan cara en Europa, se da en este
país por nada". Cierto que sí, pero sólo cuando se
trata de algunas cáscaras para poner en la petaca
o cosa semejante, y son tanto más de apreciar, cuanto que el artículo no está de venta en ninguna
parte.
En efecto, difícil es encontrar ni aun muestras,
pues los monos son muy aficionados a este fruto,
y se la comen antes que madure. Por otra parte,
esta planta parásita y trepadora se enrosca hasta
la cima de los grandes árboles, y rara vez se pueden
alcanzar sus frutos.
El cultivo de la vainilla en bosques abiertos daría excelentes resultados si se practicase la prolificación artificial, pues en el estado de naturaleza
quedan casi todas las flores sin fecundar, pero tambiéTI-.seria-precisO--dar- caza- a- Ws--monos.--ÁUll -en
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226
VIAJE
A NUEVA
GRANADA
el estado actual de las comunicaciones sería muy
provechosa esta industria, pero la dificultad está
en que la vainilla crece lentamente, siendo preciso
esperar algunos años para recoger la primera cosecha.
Ahora bien: tratándose de un país en que el
dinero, colocado sobre hipoteca y con dos garantías
accesorias, produce del quince al dieciocho por ciento, y donde no está uno jamás seguro de vivir largo
tiempo sin revolución, lo que se busca son las especulaciones a corto plazo. Ni aun el cacao se cultivaría si no fuese para todas las clases un artículo
de primera necesidad.
La principal fuente de riqueza en el valle del
Cauca consiste en la cría de bueyes y de cabras.
Los propietarios ricos cuentan por miles sus cabezas de ganado, y hasta en la más humilde cabaña
hay mayor o menor número de animales. Estos
quedan todo el año en libertad; el dueño, acompañado de su mayordomo y de numerosos auxiliares,
recorre dos o tres veces al mes los pastos para repartir la sal a los ganados, marcar los individuos
jóvenes y elegir los que deban venderse y matar
las larvas de los otros.
Elígese para los animales una sal que contiene
cierta proporción de sulfato de magnesia, cuyas
propiedades, algo purgantes, son muy favorables
para engordar. La sal llega a ser un artículo indispensable en los ganados que se acostumbran a
ella. Durante la guerra civil de que yo fui testigo,
una de las mayores calaminades para el Cauca fue
la falta de sal, que llegó a venderse a diez y doce
pesetas la libra. Los animales privados de este
excitante comenzaron a enflaquecer, y una tercera
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DOCTOR SAPFR ...
~Y
227
parte murieron a consecuencia de enfermedades
desconocidas.
Los caballos del Cauca tienan bastante nombradía en los Estados vecinos, donde se envían los individuos destinados para montar y para adiestral'los al paso, con objeto de que no cansen al jinete.
Los potros viven libres hasta la edad de cuatro
años, de modo que luégo es bastante difícil adiestrarlos, sin contar que a esta edad se han désarrolIado con exceso sus fuerzas, no bastando ya los
cuidados en la cuadra, y el uso del maíz para comunicarles la elegancia de formas que se desea.
La cría de mulas es mucho más importante que
la de caballos y da mejores resultados, pero desgraciadamente los asnos de gran tamaño y de buena
raza escasean mucho, y sólo se adquieren a un subido precio, siendo necesario importarlos de Europa',
Las colinas un poco pedregosas, y las pendientes de los contra-fuertes de la cordillera, son muy
favorables para que se produzca una buena raza
de mulas destinadas al tráfico de las regiones montañosas. En aquel terreno seco, accidentado, cubierto de una vegetación que, aunque poco abundante, es muy sustancial, las mulas jóvenes adquieren todas las cualidades requeridas para el servicio
de la montaña, carnes apretadas sin grasa, miembros enjutos, cascos elásticos y resistentes, ojo y
pie seguros.
Las buenas mulas de carga, jóvenes, valen de
trescientas a cuatrocientas pesetas; las de montar,
que van sin esfuerzo al paso y sólo tienen ligeros
defectos de carácter, valen de seiscientas a mil
pesetas. Para el propietario de una mula tiene poca
- i-mpol't-aneia----ufi-iiefeete--eo-neeide¡
--pel'que--es
-cosa
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VIAJE
A NUEVA GRANADA
admitida que en este animal debe tener por lo menos uno. Muchas mulas no se pueden montar sin
taparles antes los ojos, otras no se dejan oprimir
la cincha hasta. después de un cuarto de hora de
marcha; ésta no puede sufrir que su jinete lleve
polainas de piel de tigre; aquélla lanza por tierra
al que ponga el pie en el estribo, teniendo en la
mano algún objeto por poco que pese. También hay
mulas que temen mojarse los pies, o que les da la
manía por entrar en las casas, o que tienen el capricho de escaparse del pasto durante la noche para
ocultarse en el bosque, no dejándose coger hasta
después de una prolongada caza.
La mula es indispensable, acaso lo conozca el
animal y se complazca en mortificar al hombre.
Los ganados mular y caballar vagan ligeramen.
te por los pastos en grupos de veinte ,') treinta individuos.
Para poder atar uno de ellos se emplea una
larga. tira de cuero que llaman allí soga o lazo y
que sin duda conocerán ya todos mis lectores.
El manejo del lazo ofrece singular atractivo
cuando quince o veinte jinetes persiguen a la vez
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de terror al oír el silbido de la cuerda.
La vida del propietario en el gran valle del
Cauca es poco más o menos la misma que observan
los de los alrededores de Antioquia, con la diferencia de que los hombres se distinguen por su
actividad gustándoles más la vida al aire libre,
hasta el punto de no encontrarse a su gusto sino
cuando montan sus caballos. Hay en esos hombres
algo de los gustos y costumbres de los pamperos
de la República Argentina. Valerosos, audaces y
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DOCTOR SAFFRA y
229
diestros en los ejercicios corporales, están dotados
de clara inteligencia, de un espíritu patético y del
amor entusiasta por las grandes cosas. Lo que les
falta son las ideas prácticas y la experiencia.
Las mujeres, sin desviarse de las virtudes domésticas, tan justamente apreciadas en el Estado
vecino, son menos tímidas, más sociables y amigas
de distracciones. Aunque poco instruídas, su trato
es agradable; no se reconoce su talento, pero ma- .
nifiestan una benevolencia que podría tomarse por
el deseo de agradar.
Practícase la hospitalidad sencillamente y con
mucha cortesía; os felicitan por vuestra llegada y
os dejan en plena libertad. Admitido en una casa,
podéis contar con la mejor habitación, criados y
caballos; organízanse excursiones a los sitios más
pintorescos, os presentan a los amigos y vecinos,
cada cual os convida; debéis dedicar al uno dos
días y al otro una semana, y necesitarías años para
satisfacer a todo el mundo.
Los ribereños del Cauca son tan felices como
puede serlo el hombre; en medio de aquella hermosa
naturaleza pueden satisfacer fácilmente necesidades, que nada tienen de ficticio. Viven todas las
afecciones dulces, y no aspiran a las luchas de nuestras grandes ciudades. El género de vida observada
allí parece el más conforme con la naturaleza.
Casi todas las casas poseen un bosquecillo de
bambú, constituyendo esta particularidad uno dE
los rasgos característicos del paisaje. La gigantesca gramínea sirve para los usos más variados;
los retoños se comen como legumbres, o se conservan en vinagre. Por lo gJle hace al crecimiento ~s
sumamente rápido; cuando la planta llega a tener
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VIAJE.A
NUEV.A GRANADA
dos o tres pies de altura, crece ocho centímetros
en veinticuatro horas. El bambú es adulto a la
edad de cuatro o cinco años, y entonces adquiere
un color amarillo de paja; sus fibras cuarzosas se
endurecen y enciéndense al golpe del hacha; los dos
o tres primeros nudos de la base no contienen ya,
como antes, un agua cristalina y siempre fresca,
pero emiten concreciones de sílice. Esta es la época
en que se debe cortar; allí donl,ie crece el bambú,
la madera es casi inútil. Nada más elegante que
'una casa construída con este vegetal; los troncos
sobrepuestos forman las paredes, que están sostenidas por un armazón de pértiga s largas y resistentes, cubierto de hojas de palmera; la galería que
rodea la casa, la puerta y los bancos, son de bambú. Las cañas, cortadas con el hacha y aplanadas
después, sirven para hacer tejidos y construír enrejados de la más perfecta simetría. Fabrícanse
también utensilios caseros, tinajas para el agua,
más cómodas y menos frágiles que las de barro;
caj8s para la sal y para otras varias cosas. En los
nudos del bambú es donde se recoge el bálsamo
de Tolú, la resina caraua y la manteca de corozo,
notable por su dulce perfume. Hasta los músicos
utilizan el bambú para construÍr un instrumento
llamado guache, que es hueco interiormente y se
llena con semillas del abrus precatorius, las cuales
producen los sonidos; otros forman una especie de
flauta.
Para apreciar el partido que la industria podría sacar del bambú, se debería ver de qué modo
tan admirable le trabajan los chinos para construÍl'
una multitud de objetos. Una de las obras más notables fue la bandeja, de una sola pieza y de ochen-
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DOCTOR SAFFRA y
231
ta centímetros de diámetro, que el Emperador de
la China regaló a la Reina María Antonieta.
Todos los pueblos civilizados poseen un lenguaje de las flores, símbolos graciosos que hablall por
los tímidos, reliquias cuya vista recuarda emociones adormecidas. Europa tiene el no me ol'/.:ides,. en
el Cauca se encuentra el quiéreme (thibaudia que1"eme) que es la flor favorita de la juventud. ¡, Qué
puede haber más inocente que ofrecer una flor'? Y
sin embargo, icuántas palabras quisieran su poesía! Después que la flor ha hablado, ¿ qué vale lo
que los labios puedan murmurad
El quiéreme es además una planta milagrosa, y
voy a decir cómo.
Esta flor se encuentra sólo cerca de Cali, en un
reducido cantón que se ha designado con el nombre
de Queremal. Cierto día se encontró allí una imagen de piedra que en rigor podía pasar por una
madona deteriorada; era sin duda el ensayo de un
artista desconocido, y la colocaron en una capilla
de la catedral. Al día siguiente vieron los fieles con
asombro que la pesada piedra no estaba en su sitia: habíase trasladado a los perfumados bosquecillos del Queremal, pero volvióse a encontrar casualmente, y erigiós'e entonces en el sitio mismo
donde se hallaba una modesta capilla, que tuvo sus
creyentes y sus peregrinos.
Las vírgenes milagrosas tienen muchos devotos
en Nueva Granada; hasta se ha creado por ellas
una competencia, pero hay una que se invoca a cada momento, oyéndose decir con mucha frecuencia:
j Válgame la Virgen de Chiquinquirá!
Chiquinquirá significa ~n ~l!K!J.a chibcha bru. mas: los indios llamaban así a un valle donde las
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232
VIAJE
A NUEVA
GRANADA
nubes solían con frecuencia aproximarse mucho a
la tierra, valle que formaba parte de los terrenos
concedidos a don Antonio de Santana, compañero
del conquistador Gonzalo Jiménez de Quesada.
Aquel caballero fundó allí una ciudad, o mejor dicho, mandó construír algunas cabañas. Esto sucedía en 1580, en cuya época habitaba en Tunja, ahora capital del Estado de Boyacá, un P!ntor llamado
Narváez. El fundador de Chiquinq.uirá le encargó
una imagen de la Virgen del Rosario, ajustando el
trabajo por veinte piastras, y Narváez comenzó la
pintura en un lienzo de algodón fabricado por los
indios. Terminada la imagen, y viendo que aún quedaba a cada lado un espacio libre, el artista representó a San Andrés y San Antonio. Cuenta la crónica que Santana colocó aquella obra maestra en
una cabaña que, según la historia, le servía de oratorio durante el día y de gallinero por la noche. La
santa pintura se deterioró muy pronto, como era de
esperar, y llegado el año de 1586 no se distinguía
nada en el lienzo, que estaba hecho jirones.
Ahora bien: Santana tenía una prima, y cierto
día, hallándose aquélla en oración ante la destrozada imagen, vio con asombro que, desprendiéndose el lienzo de la pared, rec<s'brabasu frescura y
permanecía suspendido en el aire. Recobrada de su
admiración, la joven osó apoderarse del lienzo y se
lo llevó a su pariente, que a su vez quedó atónito
al ver que la imagen parecía acabada de pintar.
Los dominicos de Bogotá proclamaron el milagro; el arzobispo fray Luis Zapata de Cárdenas
dio su aprobación, y acto continuo erigióse una
iglesia a la cual concedió el prelado todos los pri-
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DOCTOR SAFFRAY
233
vilegios canónicos. En 1823 se levantó un nuevo
templo.
En este último, sobre el altar mayor, y bajo un
dosel con adornos de plata, se ve el famoso cuadro,
cubierto de pedrerías y de joyas, entre las cuales se
observa una media luna de oro con filigrana y esmeraldas, que se ha colocado a los pies de la Virgen. La santa imagen tiene además como adorno
un cinturón de diamantes, regalo de la duquesa de
Alba, y una corona de oro con piedras preciosas;
el lienzo desaparece casi bajo tántos ornamentos.
Todos los años van a visitar a la Virgen de Chiquinquirá unos treinta mil peregrinos, procedentes
de todos los puntos de Nueva Granada, del Ecuador, del Perú y hasta de España. Las misas se pagan a razón de dos a diez piastras, y las salves y
rosarios de una a siete.
No puedo menos de decir alguna cosa acerca de
las jóvenes que allí llaman ñapangas. Las del Cauca, muy celebradas por los poetas del país, necesitan a menudo indulgencia en cuanto a su hermosura, pero siempre merecen alguna simpatía y atraen
en su favor. La ñapanga es joven y encuentra muy
natural que la digan que es bonita; tiene ojos negros con largas y sedosas pestañas, dientes blanquísimos y cabello que se creería demasiado hermoso para ser natural; es airosa en el andar, y hay
en ella cierta viveza y atractivo que seduce a primera vista.
En cuanto al traje, es a la vez sencillo y coquetón: una falda de muselina, algo hueca, de color rosado o blanco, cubre en parte otra bordada; siempxe__
-º-al~-ª
-ª,@l'gata-ª-iJIlNan __
Yn_ CiDturólLd!LGQlo:re!'?
_
vivos, cuyas extremidades quedan pendientes; el
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234
VIAJE A NUEVA GRANADA
busto está cubierto por una camiseta de espesa muselina de color, que deja desnudos el cuello y los
brazos. Para salir a la calle se ponen un pañuelo
o chal de lana, que sujetan ligeramente en la cabeza, cruzándole después sobre el pecho. La ñapanga
se adorna con pendientes de filigrana de oro; de su
cuello pende un rosario del mismo metal y ostenta
en los dedos algunas sortijas con esmeraldas.
Estas jóvenes se dedican comúnmente a elaborar cigarros, ocupación mal retribuída. Tocan un
poco la guitarra, gústales la poesía, hablan bien y
escuchan mejor. Mientras están en la edad de las
ilusiones, déjanse dominar fácilmente por una pasión amorosa. Cuando la ñapanga envejece cambia
de nombre; algunas se casan, otras se convierten
en beatas, y muchas pasan a ser pulperas: éste es
su retiro.
La danza del bambuco, o de las vueltas, especie
de pantomimas coreográficas, es el acto en que más
luce sus gracias la ñapanga, y por esto constituye
aquélla el recreo más apetecido de la juventud del
Cauca. Se baila con motivo de los nacimientos, de
las bodas, de las reuniones familiares, de las excursiones campestres, y hasta en honor de los angelitos.
Este último baile es peculiar del país en la clase
media y la inferior. Cuando muere un niño, los padres le visten con sus mejores ropas, cúbrenle de
alhajas y le depositan en el centro de una pequeña
capilla improvisada con cortinas, imágenes, espejos, inscripciones doradas, cintas y flores. Recomiéndase a los amigos la asistencia; pero la reunión no tiene nada de fúnebre: no se asiste a un
duelo sino a una fiesta; la muerte, al hacer un va-
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DOCTOR SAFFRA y
235
cío, deja en pos una alegría; hay un niño de menos
y un angelito más. La madre misma, según dicen
(cosa difícil de creer, por ser contraria a la naturaleza), no llora, no mira el ataúd, sino el altar del
querubín; su presencia es una bendición, la alegría
debe reinar bajo el techo que le cobija, y de consiguiente se ríe y se canta, y lo que parecería en otra
parte una profanación, expresa aquí una idea religiosa. Los parientes, los amigos imploran el privilegio de dar también alguna fiesta en su casa en
honor del angelito, pues creen que ésto les será propicio, y así es que los bailes se suceden durante varios días.
XXI
ROLDANILLO.-LA FAMILIA DE LOS CACTUS.-UN SABIO
SIN LIBROS.-MIS COLECCIONES SE ENRIQUECEN.-LA
TONGA.-MARCHA A P ALMIRA Y CALI.-CULTIVO DEL
TABACO EN NUEVA GRAKADA.-LAS VIRTUDES MEDICINALES DEL GUAYABO.--LOS VOLUXTARIOS.-UN
EJERCITO IMPROVISADO.
Invitado por algunos amigos, resolví trasladarme a Roldanillo para pasar alguno de los días de
ocio que me imponía la guerra civil.
Roldanillo es una pequeña ciudad situada en la
orilla derecha del Cauca, al pie de la Cordillera. El
clima es delicioso, el aire sano, y los alredores ofrecen los más bonitos paisajes alpestres o tropicales.
Jamás he visto un lugar más a propósito para servir de retiro a un filósofo o a un artista. Durante
la revolución, varias de las familias más distinguidas del Cauca leliabían----elegldopara su re-sídennia,
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VIAJE
A NUEVA GRANADA
y por todas estas razones, en vez de permanecer allí
una o dos semanas, como pensaba, prolongó mi
estancia durante varios meses.
El camino que hay de Cartago a Roldanillo es
bastante bueno y pintoresco. Las orquídeas abundan
en los añosos árboles, y en las partes descubiertas
y un poco áridas vegetan magníficas especies de
cactus. El opunita adquiere colosales dimensiones;
sus ramas, semejantes a hojas disformes están cargadas de grandes higos de un"jugo refrescante. Entre estos vegetales extraños predomina el cactus
pitijaya, cuyos tallos articulados, provistos de un.
fuerte esqueleto leñoso, alcanza una longitud de
ocho a diez metros cuando encuentran un apoyo. Su
flor no tiene rival entre las más hermosas del cactus; el robusto pedúnculo está cubierto de bracteas,
o escamas de un color verde muy delicado que se
prolonga gradualmente, palidecen y transfórmanse
en una triple o cuádruple corona de largos pétalos
de un tinte blanco mate.
Entre mis c~rtas de recomendación había una
para don Antonio Monzón. Este caballero, arruinado por la emancipación de sus esclavos, que explotaban minas de oro en el Chocó, había venido a
esta pequeña ciudad para entregarse al reposo durante los últimos años de su vida. Era un anciano
como los que pinta Homero, cargado de años, de
virtudes y de ciencia, si puede darse este nombre
a la acumulación de observaciones ingeniosas, de
tradiciones y de experiencias personales sobre los
fenómenos de la naturaleza.
Don Antonio me acogió con una benevolencia
paternal, y quedó convenido que nos veríamos a
menudo. Nuestras conversaciones versaban casi
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DOCTOR SAFFRA y
237
siempre sobre historia natural; él me anunciaba
hechos, y exponíale yo teorías. Cosa extraña: jamás había leído obra alguna relativa a su ciencia
favorita, y sus observaciones ganaban por lo tanto
en originalidad, pero carecían a menudo de buen
criterio, y admirábame ver tánta credulidad reunida
con los conocimientos prácticos de Ulla larga experiencia.
Gran coleccionista, había recogido ejemplares
de una infinidad de plantas, muestras de g'omas,
de resinas y de minerales, y debí a su liberalidad el
enriquecer mi colección, utilizando también las notas que me proporcionó.
He dicho que don Antonio, a pesar de su saber,
era excesivamente crédulo; cierto día que perdí un
objeto de algún valor, indicóme un medio, infalible
en su concepto, para encontrarle. Bastaba para ello
que, tomase el tonga o que se lo propinara a un
joven indio de pura sangre. Don Antonio me aseguró que él mismo había experimentado la eficacia
del medio.
"Cierto día, me dijo, volvía yo de Cali, y llevaba en el dedo pequeño una sortija que debía entregar a un amigo; cuando llegué a mi casa era ya
bastante entrada la noche, y noté que había perdido la alhaja. Recobrado de mi primera emoción,
tomé la tonga, y en una especie de sueño, vi la sortija en el camino, no lejos de aquí. Antes de la hora
del alba me puse en camino, y algunas horas después volvía, a casa. con el anillo. En el valle del
Cauca y en los Estados inmediatos se adquieren
las propiedades del sonambulismo cuando se toma
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robados o perdidos, las minas y los tesoros ocultos.
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VIAJE
A NUEVA
GRANADA
"Os advierto, añadió, que no dohéis ser incrédulo en este país, porque dejaréis de conocer maravillosas historias. Aquí llaman tonga a la datura
sanguínea, o más bien a su semilla, que es un narcótico y embriaga, propiedades que los indios conocían ya, puesto que las sacerdotisas del templo
del Sol, en Sogamoso, los comían para adquirir el
espíritu adivinatorio".
Deseando complacer a mi amigo, hice la prueba:
dimos a un joven indio, <1eunos quince años, doce
granos de tonga machacados con azúcar, y al cabo
de media hora ofreció síntomas de excitación cerebral; hizo varios gestos y murmuró algunas palabras ininteligibles, pero ninguna de sus respuestas
tenía sentido común. Poco a poco, el efecto excitante de la planta fue reemplazado por la reacción narcótica, y el joven quedó sumido como en un letargo.
Don Antonio atribuyó este mal éxito a un defecto
de raza, pues en su concepto, el tonga era infalible.
Desde Roldanillo pasé a Tuluá, ciudad situada
en la orilla derecha del Cauca; es cabeza de distrito
de una provincia, y residencia de un gobernador,
que había ido a instalarse en Roldanillo, por parecerle demasiado monótona la existencia en aquella
pequeña ciudad. De Tuluá me trasladé a Buga, justamente nombrada por la belleza de sus mujeres,
y después a Palmira, ciudad enteramente nueva,
pero ya importante, que debe su rápida prosperidad
a los grandes cultivos de tabaco establecidos en los
alrededores.
En Nueva Granada hay tres centros de producto
del tabaco, a saber :el Carmen, en la orilla izquierda
del Magdalena inferior, en el Estado de Bolívar,
cerca de los puertos de Cartagena y Barranquilla.
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DOCTOR SAFFRA y
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Ambalema, situado hacia el límite de la navegación
del Magdalena, y Palmira en el valle del Cauea. El
Carmen y Ambalema expiden una parte de sus productos a Alemania. Palmira abastece los mercados
del interior, hasta tanto que un buen camino en
dirección al Pacífico le abra también los mercados
europeos. He visto cultivar el tabaco en todas las
regiones cálidas de la República )Y por do quiera
obtienen buen resultado los plantadores. si cuidan
de descocar con perseverancia y no cog-er las hojaR
hasta que están completamente maduras.
En los mercados del interior se vende el tabaco
en hojas, de buena calidad, a ciento o ciento veinticinco pesetas el saco, de unas cien libras. Los cigarros se expenden al por menor a razón de trp.s
o cuatro pesetas el ciento.
Una de las principales ocupaciones de las mujeres consiste en hacer cigarros para sus maridos, sus
hijos y sus hermanos. Sólo en el caso dp no tener
familia es preciso apelar a la pulpera para satisfacer este vicio.
El consumo es enorme, pues la mayor parte de
las mujeres, y hasta los niños, fuman tanto como
los hombres. El comercio del tabaco es libre, pues
el pueblo no toleraría que le impusieran derechos
sobre este artículo, y sin embargo, consiste el monopolio en el aguardiente, por el que pa12:auna cuota
fija en cada ciudad o pueblo. Un impuesto moderado sobre el tabaco proporcionaría al gobierno los
recursos necesarios para abrir buenos caminos;
pero bastaría sólo proponerlo para decretar, por
decirlo así, una inmediata revolución.
_Lotindios de la~ dos Américas que vivían en el
estado natural, buscaban en el humo del tabaco las
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VIAJE
A NUEVA
GRANADA
mismas sensaciones que los pueblos civilizados de
nuestra época.
Los galos y los germano s aspiraban el humo del
cáñamo quemado sobre piedras enrojecidas al fuego, y el mismo medio empleaban con el tabaco los
indios de la América del Sur, aunque RU procedimiento era algo más perfeccionado. Véase cómo nos
le da a conocer Oviedo en su Historia de las Indias:
"Entre los diversos vicios a que se han dado los
indios, tienen uno muy malo, que consiste en aspirar yo no sé qué humo llamado por ellos de tabaco,
sobre todo cuando quieren perder los sentidos. Consiguiendo con el humo o perfume de cierta yerba,
que por lo que yo he podido entender, es como un
arbolillo llamado en castellano veleño, y vulgarmellte beleño. Los caciques y príncipes tenían unos palitos huecos muy pulimentados y bien hechos de un
palmo de longitud y del grueso del dedo pequeño de
la mano, provistos de dos pequeños tubos que se
correspondían con un tercero, formando todo una
sola pieza. Coloeaban los dos en sus narices, y el
otro entre el hmllO de la yerba que ardía, aspirando
así aquel vapor una, dos tres, o varias veces, mientras podían resistir, ha sta que por último perdían
el conocimiento y quedaban tendidos en tierra,
ebrios y entregados a un sueño profundo. A este
instrumento compuesto de tubos es a lo que llaman
tabaco, y no a la yerba o sueño que les sobrecoge,
como lo piensan algunos".
Según esta antigua traducción del escritor Oviedo, vemos que la palabra tabaco proviene de la especie de pipa de los indios, y no de la planta a que
se aplica, o de una isla llamada Tabago. Colón dice,
por otra parte, que los habitantes de Guanuharri
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DOCTOR SAFFRA y
241
aspiraban con tubos llamados tabacos el humo de
la planta, expidiéndole por boca y narices.
Los indios buscaban sobre todo en el tabaco los
efectos narcóticos, análogos a los que los modernos
piden al haschich; los más refinados añadían algún
perfume, así como los aficionados de nuestra época
le impregnan de olor de vainilla.
En su Historia de la conquista de Méjico, Antonio Solís dice que Motezuma, después de haber
tomado como postre su taza de chocolate, "fumaba
tabaco aromatizado con liquidambar, vicio que se
consideraba como remedio o medicina. Esta práctica era origen de cierta superstición por el jugo
de la yerba, constituía uno de los ingredientes por
medio de los cuales se producían en los sacerdotes
una locura o un furor pasajeros cuando necesitaban
perder la razón para escuchar al diablo".
Evidentemente no era Solís fumador, pues
muéstrase muy severo al criticar el vicio de Montezuma.
Sin embargo, he visto una comunicación oficial
de un mandarín al cónsul americano en Cantón, en
la cual se hablaba más despreciativamcnte del tabaco. Después de indicar los grandes esfuerzos que
habían hecho algunos para introducir el tabaco en
China, el funcionario terminaba con las siguientes
frases: "Os rogamos, querido hermano, que lo trasladéis al Presidente de vuestro país, para que sepa
que la inmundicia empleada para fumar está prohibida en nuestro Celeste Imperio".
No obstante el tabaco ha sobrevivido a todos las
injurias, y hasta parece haber llegado a ser una
--necesida-d--d-e--primer- ornerr-para-un--grannúmero
de pueblos, en la misma medida que el coca del
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VIAJE
A NUEV A GRANADA
peruano, el vetel del indio y el cáñamo y el opio de
los asiáticos.
No está lejano el tiempo en que Nueva Granada
podrá llegar a ser un centro importante del producto del tabaco. Este cultivo es uno de los que más
merecen llamar la atención de los extranjeros; no
exige muchos adelantos y el precio del artículo permite soportal' los crecidos gastos de transporte. El
valle del Cauca se presta especialmente a esta industria por su excelente terreno, sus estaciones regulares y su temperatura cálida, sin ser abrasadora. Añádase a ésto que las orugas son poco numerosas, que nunca graniza, que los materiales para
la construcción de zahumadores se venden a bajo
precio, y pOI' último, que es fácil encontrar operarios. Basta un poco de buena voluntad para ser
feliz en el valle; con algún esfuerzo más se llegará
a ser rico, pero a juzgar por lo que yo he observado no se busca la riqueza sino a falta de felicidad.
Desde Palmira a Cali no ofrece el camino nada
de particular; los paisajes se suceden sin variación, los pastos se pierden de vista, las haciendas
)'r" las grul1ja.s forman una, serie de cuadros semejantes. En algunos sitios, principalmente donde el
terreno es seco, se cruza por bosquecillos de guayabos silvestres, de tronco liso y ramas \-etorcidas,
cargadas de refrescantes frutos. La especie Poidimn pyriferu'm
es un árbol sumamente útil: no
sólo se prepara con sus frutos, sino que las hojas,
y sobre todo la corteza, son ricas en tanino, pudiendo utilizarse provechosamente en la medicina y
la industria.
Pison, en su tratado De morb'is lndicis, fue el
primero en llamar la atención sobre este árbol, que
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DOCTOR SAFFRA y
243
le parece "digno de figurar en Europa, en los jardines de los reyes."
Durante una epidemia de disentería en que no
tenía yo a mano otro remedio, administré a mis enfermos, con el mejor éxito, una decocción de corteza y de retoños del guayabo, en todos los casos
en que estaba indicada la acción de un tónico astringente. También hice uso de esta decocción muy
concentrada, para excitar úlceras tónicas, y los resultados fueron siempre muy satisfactorios cuando
los enfermos pudieron sujetarse a un régimen tónico. En tales condiciones, el guayabo producía U:!la
rápida cicatrización. Este árbol ha sido legado al
olvido desde los tiempos de Pison, cosa que yo me
explico, pues merece, tanto como otros muchos, figurar preferentemente en el reino vegetal.
Cuando salía de uno de los bosquecillos de guayabos, vi avanzar hacia mí una fila de hombres con
las manos atadas a la espalda, y sujetos todos por
una larga cuerda que llevaba cogida un militar a
caballo.
-¡, Quiénes son esos hombres', pregunté a Miguel. l. Son por ventura presidiarios?
-No, me contestó: son voluntarios que van a
incorporarse a su regimiento.
Acerquéme al soldado que sujetaba la cuerda, y
saludándole cortésmente, le hice algunas preguntas. Díjome que conducía aquellos reclutas a CaE,
y que dentro de una semana estarían ya suficientemente instruídos, para ser excelentes soldados,
poseídos del espíritu de cuerpo, y sin deseos de
huír. La cuerda, según me aseguró, era sólo una
.mera pr-ecaución- dllrante-.el-.(;amin(}~
Hé aquí cómo se juega en muchos países con la
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VIAJE A NUEVA
GRANADA
palabra libertad, y cómo se conduce al rebaño humano con·algunas palabras. Aquellos jóvenes no se
avergonzaban de ir atados, porque se titulaban voluntarios.
Más adelante encontramos varios destacamentos de tropas, legiones improvisadas que se concentraban hacia la parte alta del valle del Cauca. Nada
más extravagante que aquellos grupos de hombres
de todos colores y de todas las tallas, equipados de
la manera más grotesca. En la mayor parte consistía el uniforme en una especie de saco de cuero, que
llaman allí carriel; algunos llevaban un machete
sin vaina y un fusil de chispas; otros no tenían
más que esta última arma; los menos favorecidos
formaban grupos de lanceros a pie, pues los caballos escaseaban mucho. Los oficiales, todos montados, parecían orgullosos de su chaquetilla de franela con botones de cobre, e iban armados de un
verdadero sable; un kepis galoneado era un verdadero distintivo.
Llegado el día del combate, día que se procura
evitar por todos los medios posibles, no se puede
exigi1' mlldlO H llTIHS tropas sin 1nstrl1eeiones, sin
disciplina y sin espíritu guerrero, y así es que las
acciones duran muy poco tiempo. Los jefes conocen
perfectamente el adagio inglés que dice: "La más
segura salvación está en el temor", y éste, en efecto, es para ellos la mejor salvaguardia. y como ambas partes predominan el mismo sentimiento, las
batallas no son mortíferas. Una vez vi a todo un
cuerpo de ejército dejarse hacer prisionero por
fuerzas bastante inferiores en número, después de
una refriega de cinco minutos, durante la cual no
hubo muertos ni heridos.
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DOOTOR SAFFRA y
245
y no se crea, por lo que acabo de decir, que los
neogranadinos sean cobardes. Han dado pruebas
de 10 contrario durante la guerra de la independencia, pero en esas deplorables luchas, en que los
más toman parte contra su voluntad, no revelan la
menor inclinación a matarse entre sí. Dotados de
todas las cualidades que contribuyen a que la paz
sea feliz y fecunda, sufren con pesar las consecuencias de la política de algunos ambiciosos, y toman
parte sin entusiasmo en aquellas guerras fratricidas, pero en una causa nacional se encontraría en
los granadinos el ímpetu y la tenacidad de los vencedores de Boyocá.
XXII
DE CALI A BOGOTA
LA CIUDAD DE CALL--FUERZA DE LAS CONFITURA S.-UN
CUERPO DE EJERCITO EN CAl\IPA:&A.-EL TAULA
DESBORDADO.-MINAS
DE ·QUILICHA.-EL
OAMPAMENTO DE QUINA11:AYO.-JULIO ARBOLEDA.-UN poco DE POLITICA.-ME NOMBRARON PRIMER MEDICO
DEL EJERCITO DE NUEVA GRANADA.-USOS DE LA
GUERRA.-PELIGROS
y HAMBRE.-SE
LEVAXTA EL
CAMPAl\1:ENTO.-DESPEDIDA DE ARBOLEDA.
Cali es una de las más bonitas ciudades de Nueva Granada; su posición en medio del valle del Cauea le promete un gran porvenir, cuando un buen
camino la ponga en comunicación con el Pacífico.
Entonces será aquella ciudad una de las plazas comexciales -m-ás-importantes-de-la----Re-IráWi-ea- y-en -la
calle se desarrollarán todos los cultivos que convie-
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VIAJE
A NUEVA
GRANADA
nen a su suelo y a su clima. El azúcar, el café, el cacao, la vainilla, el algodón, el índigo y la quina, lle.
narán muy pronto los depósitos, acumulándose
también en ellos los productos europeos que se destinan al Estado del Cauca y a otros próximos.
Edificada al pie de las últimas ondulaciones de
la cordillera occidental, Cali ofrece un aspecto muy
pintoresco por la variedad de sus horizontes; está
limitada en el lado de las montañas por un límpido
río, sobre el que los Padres Franciscanos construyeron un sólido puente, que se enseña con orgullo a
los extranjeros. Por el norte se cansa inútilmente
la mirada cuando busca el límite de la tierra y del
cielo entre los azulados vapores que se elevan del
valle. Al este se descubren, a siete y ocho leguas, y
disminuídos por la distancia, los esbeltos picos de
la Cordillera Central, con sus apizarrados tintes;
y al sur se fija la vista en una inmensa extensión
de llanuras, que son las montañas de Quilichas.
Aquí se ve un paisaje suizo, con sus colinas de un
delicado tinte verde, bañadas por el sol y cubiertas
de rebaños; más allá se desarrolla la gran cadena
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que el viento del sur agita las grandes nubes blancas, semejantes a la espuma de un remolino gigantesco. Por un lado, en un espacio que se pierde en
lontananza, desarróllanse inmensos pastos que envidiaría la misma Irlanda; por el otro hay campos
de cañas de azúcar y de maíz, cortados por verjeles
en que abundan el naranjo y la guayaba, donde el
ananas perfumado crece junto a la yuca de fécula,
donde la diamela se abre al pie de la orgullosa astromela. Allí ostentan sus flores y sus frutos el árbol del cacao y el cafetal; el písamo eleva su copa
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DOCTOR SAFFRA y
cargada de flores de color escarlata, entre las cuales van por la tarde a buscar un abrigo las bandadas de blancas garzotas, y de trecho en trecho despliega la palmera su capitel de hojas amarillentas,
sobrepuesto de un verde penacho que despide reflejos a los rayos del sol. A corta distancia se distingue una laguna, punto de reunión de las aves
acuáticas, y un poco más lejos, percíbese por ciertos sitios el tranquilo Oauca, gran arteria del valle.
En último término y como complemento del cuadro,
se divisan picos nebulosos, agrisados, de formas
fantásticas, rocas desnudas, cimas blanqueadas por
la nieve, y glaciares en cuyo seno se oye a veces
rugir un trueno ahogado, mientras que el suelo se
estremece bajo los pies del viajero.
Las calles de Oali son regulares; las casas están
bastante bien construídas, todas con jardín o patio,
y las aguas, muy abundantes, conservan el aseo y
- la frescura. El clima, aunque cálido, es sano y agradable.
Entre los antiguos edificios se distingue sobre
todo el convento, habitado por los Padres Franciscanos, y después la catedral, construída según el
gusto italiano del siglo XVI. Esta iglesia es la única del país en que he visto una colección de pinturas de algún valor. El colegio, antiguo claustro, revela también los esfuerzos que hicieron las corporaciones religiosas, hace dos siglos, para introducir en el país las artes europeas. Ouando yo le visité servía de cuartel y de cárcel, los detenidos no
habían cometido más crimen que poseer algunos
miles de piastras en especies sonantes, lo cual era
- -dispensable,--porque- ai fin y -al <3ai)o-no-se hace-ia:guerra civil sin dinero. Sin embargo, con los pri-
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VIAJE
A NUEVA GRANADA.
sioneros ricos se tenía toda clase de consideraciones, pero si a los quince días no se determinaban a
pagar la suma exigida, los guardianes recibían orden de someterlos al régimen de las dulzuras. Desde este momento se les daba por la mañana una
gelatina de cedrato; a medio día, confituras de coco, y por la noche, pasta de guayaba; todo esto sin
bebida alguna. El hombre más robusto no. soportaba más de tres o cuatro días este suplicio; la sed
era cada vez más ardiente, buscándose un alivio
momentáneo en los alimentos azucarados; pero más
imperiosa era la necesidad de la bebida; hasta que
al fin se pedía gracia, acabando por pagar el rescate.
Oali es en tiempo de paz una ciudad comercial,
donde se encuentran mercancías de toda especie,
procedentes de Europa y de los Estados Unidos,
pero todo se vende muy caro, porque la navegación
en el río Dagua es tan difícil como peligrosa.
De todos modos, la carestía es casi tradicional
en aquella ciudad. En tiempo de su fundación, los
españoles tenían oro en abundancia, pero los objetos más indispensables se vendían a precios fabulosos, y las mercancías de Europa eran conducidw,;
por el hombre a brazo, debiendo recorrer un camino paralelo al Dagua. El historiador Cieza refiere
que vio pagar por una marrana y un lechón muy
pequeños; una suma equivalente a seis mil cuatrocientas pesetas de nuestra moneda; un cuchillo costaba sesenta y una hoja de papel de escribir treinta.
Sin duda por esta última razón no dio Cieza más
desarrollo a sus interesantes Memorias.
Fui a pedir al gobernador de Cali un pasaporte
para Popayán, pero aconsejóme que no hiciera este
viaje. "Toda la parte superior del valle, me dijo,
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DOCTOR SAFFRA y
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está en poder de los revolucionarios, que seguramente os detendrán para exigir luégo un rescate. Se
está disponiendo un cuerpo de ejército para enviarle en auxilio de Arboleda, que aislado en Quinamayo, cercado de enemigos, y sin base de operaciones, concentra todas las tropas leales a fin de tomar
la ofensiva en el Estado del Cauca, y si queréis esperar podréis viajar más seguro."
Siguiendo el consejo, resolví esperar aquella
ocasión para continuar mi viaje, y entre tanto me
concedió el gobernador provisionalmente una escolta particular.
Diariamente veía yo entrar en la ciudad destacamentos de infantería y caballería tan mal montados como equipados, pero llenos de confianza en el
éxito.
A los quince días de preparativos oí por fin el
toque de generala; reuniéronse en la gran plaza dos
'0 tres mil hombres, y detrás de ellos se agruparon
los bagajes, conducidos por escuálidos caballos, mulas cansadas y bueyes insensibles al aguijón; sonó
el clarín, pusiéronse las columnas en movimiento y
emprendieron la marcha a los gritos de "j Viva la
constitución! iViva la república!"
Extraño espectáculo era el que ofrecía aquel
ejército: Jefe y soldados estaban bajo un pie de
igualdad republicana que no podía menos de perjudicar a la disciplina; mas a pesar de todo reinaba
cierto orden, debido a la buena voluntad de unos y
otros. Los hombres, con los pies desnudos, mal vestidos y peor armados, excitaban menos compasión
aún que los animales, cuya carga era demasiado
pesada. Hacía muy mal tiempo; cubría los caminos
un barro tenaz y profundo, y asf es que los canallos
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VIAJE
A NUEVA
GRANADA
y mulas que caían no se levantaban ya; únicamente
los bueyes, a pesar de su raquítico aspecto, salían
lentamente de todos los malos pasos.
Detrás de las tropas iban algunas mujeres con
ollas y otros utensilios, cantineras de contrabando
de los regimientos. Las rabonas, nombre poco galante con que se las designa, formaban en otro tiempo un cuerpo numeroso detrás de los ejércitos, recordando los grupos de esclavos que acompañaban
a los españoles en la época de la conquista. Estas
rabonas llevaban la olla, los víveres, la ropa, y hasta el fusil del soldado; eran bestias de carga, ni
más ni menos, como la mujer india de la mayor
parte de las tribus. Hoy día, sin embargo, se va perdiendo este tipo, y dentro de poco habrá dejado de
existir.
Debo observar, no obstante, que el sexo llamado
débil estaba mejor representado
en nuestro ejército. Una mujer llamada Dolores, impulsada por
una extraña vocación, se había alistado desde el
principio de la guerra; cuando yo la conocí había
ganado ya por su bravura el grado de sargento, y
figuraba en la lista con su nombre femenino. El
regimiento estaba orgulloso de aquella mujer, .y
todos la respetaban.
Andábamos unas dos leguas diarias; llegada la
tarde, nos deteníamos en alguna hacienda desierta,
buscando leña para hacer la cena y caña de azúcar
para los animales; mientras que algunos veteranos
iban al merodeo y volvían conduciendo escuálidas
vacas, último recurso de alguna familia arruinada
ya por otros destacamentos. Sin embargo, con frecuencia faltaban las vacas, y entonces debíamos
contentarnos con arepas y chocolate mezclado con
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DOCTOR SAFFRAY
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harina de maíz. Los menos favorecidos bebían agua
dé panela, simple solución de azúcar en agua templada. Los jefes tenían arroz y las rabonas vendían
aguardiente y cigarros.
A pesar de tan míseros víveres, las tropas no
se permitieron una queja; formábanse grupos al
rededor de los que jugaban a los naipes, y algunos
entonaban coplas populares hasta el toque de silencio.
De Cali a Quinamayo no hay más que ocho a
diez leguas, pero necesitamos nada menos que cinco
días para llegar al campamento. Al cuarto atravesamos varios terrenos inundados por una avenida
del Cauca, y excitaba la copasión ver a los hombres
y animales chorreando agua, cubiertos de fango,
cayéndose en los fosos y luchando contra las corrientes. No se divisaba camino alguno, nada indicaba el lecho del río en medio de la inundación, y
con frecuencia se sumergían del todo los hombres.
El día se pasó con estos sufrimientos y peligros,
y hacia la caída de la tarde llegamos al río Tuluá,
que era preciso atravesar. Sus aguas, rechazadas
por el Cauca, habían invadido toda una parte del
bosque, y como no contábamos más que con algunas
piraguas, llenáronse éstas con exceso; los caballos
seguían sujetos por una larga correa.
Cuando me tocó turno, mandé embarcar mis
bagajes, empapados en agua, y mi silla de montar;
entregué a Miguel una rienda del caballo, cogiendo
yo la otra, y di la orden de marcha; pero varios
impacientes por llegar a tierra, insistieron en pasar
con nosotros, a lo cual no pude negarme.
Sólo tenía la embarcación dos o tres pulgadas
de banda, y la menor maniobra falsa sería suficien-
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VIAJE
A NUEVA
GRANADA
te para hacernos zozobrar. En lo más profundo de
la corriente, los seis caballos que remolcábamos se
espantaron de tal manera, que a cada oscilación
la barca se cargaba más de agua; algunos minutos
más y nos hubiéramos ido a pique. En tan apurado
trance, mandé soltar los caballos dando yo el ejemplo. Dos de ellos ganaron la orilla; los otros fueron
arrastrados por la corriente, o se enredaron entre
las cañas y las yerbas, donde tardarían poco en
perecer: tal fue la suerte de los míos.
La tierra firme estaba a cuatrocientos metros
del punto de desembarque, y no teniendo fuerzas
para recorrer esta distancia, rogué que me dejasen
en la rama de un árbol mientras iba un criado a
buscar un caballo.
El jefe, instruído de mi percance, envió gente
en mi auxilio, y por cierto que ya era tiempo. Había
permanecido dos horas, en medio de la noche, sobre una rama, mojado, rendido de fatiga, yerto de
frío y acosado por el hambre.
Aquella noche fuimos a dormir a Bolsa, a una
granja habitada en la que pudimos adquirir algunos
víveres.
En la tarde del día siguiente penetrábamos ¿n
Quilichao, pequeña ciudad pintorescamente asentada sobre el primer tramo de colinas que limitan por
el sur con el valle del Cauca. La ciudad era en otro
tiempo mucho más importante que hoy, situada en
el centro de un vasto distrito minero; tenía por habitantes ricos propietarios de esclavos que hacían
explotar los aluviones auríferos de los alrededores.
Desde la emancipación de los esclavos quedaron
abandonados los más de los yacimientos; los trabajos que se ejecutan hoy son de poca. importancia,
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DOCTOR SAFFRAY
253
y empléanse de preferencia mujeres, las cuales se
contentan con un salario muy módico.
Las mujeres de las minas llevan por único vestido dos piezas de sarga azul: la una arrollada en
la cintura, formando una falda corta, y la otra alrededor del busto, pendiente un poco sobre la primera los hombros y los brazos quedan desnudos;
con el cabello se hacen dos trenzas, y cubren su cabeza con un sombrero de paja de nacuma. El domingo suelen ponerse una especie de manto parecido a la falda.
Quilichao estaba en poder de los revolucionarios,
que eran simpáticos a la población, pero al recibir
la noticia de nuestra llegada, juzgaron prudente
dejar el paso libre retirándose a las mQntañas.
El campamento de Quinamayo distaba sólo una
media legua del punto donde nos hallábamos y las
tropas tenían mucha necesidad de reposo y alimento. La tentación de pasar la noche en cómodos alojamientos era muy grande, pero los jefes temían
una sorpresa de los liberales y por lo tanto resolvieron avanzar hasta el campamento de Arboleda,
a donde llegamos por la noche.
Nada había dispuesto para las nuevas tropas,
que hubieron de repartirse entre las diversas tiendas, atestadas ya de soldados. Los víveres escaseaban; contábase con nuestra reserva para abastecer
a las tropas, pero durante nuestra marcha de un
día por campos inundados, se habían perdido del
todo las provisiones, consistentes en azúcar, sal y
chocolate.
El campamento estaba situado en una inmensa
explanada m~llzada pDT barrancos y cuhierta demontecillo s cortados a pico, prestándose el terreno
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254
VIAJE
A NUEVA GRANADA
admirablemente para formar obras defensivas. Arboleda se había visto en la precisión de replegarse
desde Popayán al valle del Cauca, contando apenas
con mil hombres fieles, perseguido de cerca por los
liberales, sin tener un solo cartucho seco, y convencido de que su retirada iba a cambiarse~en derrota,
no sabía ya qué hacer, cuando le chocó a primera
vista la posición favorable de Quinamayo. Sin vacilar un momento mandó hacer alto a vista del
enemigo; dispuso a su gente en orden de batalla;
mandó levantar a toda prisa un parapeto de tierra,
e hizo colocar en sus cureña s cojas cuatro pequeños cañones llenos de barro.
Esta atrevida resolución le salvó: Sánchez, que
le daba caza con fuerzas considerables, viendo a
Arboleda detenerse de pronto para hacerle frente,
creyó que habría recibido refuerzos y parecióle más
prudente acampar a la vista de su adversario. Desde aquel momento, liberales y conservadores se
hallaban en presencia unos de otros; los primeros
no osaban atacar a un enemigo prevenido; los segundos llamaban en su auxilio a todas las fuerzas
del Cauca.
Hacia el centro del campamento, sobre una eminencia, había establecido Arboleda un reducto, en
el cual estaba su tienda, las del estado mayor y de
105 veteranos. Allí fUe donde tuve con él :ni primera entrevista. Este poeta notable era un hombre
de aspecto frío, y parecía muy cil'cunspecto, interrogaba con frecuencia, pero hablaban muy poco.
Sin embargo, al cabo de algunos días mostróse menos reservado, y entonces discutimos sobre la gue'rra, las fases de la revolución y los medios de salvar
al gobierno legítimo.
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DOCTOR SAFFRA y
255
Observé desde luego que Arboleda no tenía ya
la menor confianza en la causa que defendía; un
desaliento profundo había reemplazado en él al
entusiasmo de las primertl.s campañas.
Sin embargo, Arboleda llenaba hasta el fin sus
deberes; el campamento quinamayo se reforzaba
diariamente; los conservadores podían esperar aún
la victoria, pero ialtábanles convicción, arrojo y
patriotismo.
El jefe había destacado toda su caballería para
practicar un reconocimiento, esperando distraer así
la atención del enemigo, para tomar el camino de
Popayán, pero aquél vigilaba muy bien el campamento, y de aquí resultó que la expedición fue derrotada, dejando en poder del enemigo muchos
prisioneros, entre los {males hallábase el prime!'
médico del ejército. Casualmente era íntimo amigo
de Arboleda, quien me manif€stó el sentimiento que
le causaba la pérdida de un hombre q~e le había
prestado muy buenos servicios.
Al día siguiente me propuso el general que reemplazase al médico prisionero, lo cual rehusé al principio, pero como insistiese, a los pocos días cedí
a sus instancias, con la condición de no contratarme
por un tiempo determinado.
Mi nueva posición me permitió estudiar más
de cerca los males de la guerra, pero hubiera preferido no adquirir este género de experiencia. Los
enfermos eran numerosos, los socorros casi nulos,
y el servicio médico exigía una reorganización completa. Como no teníamos medicinas, propuse marchar yo a buscarlas a Cali, a pesar de los peligros
que ofrecía la empresa. D~é_ó.rdenes-para -el- esta'
blécÍmientú de un hospital central, y emprendí la
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256
VIAJE
A NUEVA
GRANADA
marcha con una escolta de veinte lanceros. Cerca
del campamento encontramos una columna que había ido a merodear: traía bueyes, mulas, algunas
cargas de maíz y varios prisioneros.
Ambos partidos se echaban en cara mutuamente
el mal tratamiento que se daba a los prisioneros de
guerra, y por cierto con muy justa razón, pues observábase con ellos una conducta bárbara. En Cali
estaban amontonados quinientos de estos infelices
en un patio de ochenta pies en cuadro; algunos se
cobijaban debajo de una galería, pero los demás
estaban día y noche expuestos a la intemperie, alimentándose cada cual como le era posible. Los que
no tenían dinero mendigaban de los otros los restos
de su mísera pitanza. El acumulamiento, a falta
de abrigo, de ropas y de víveres, produjeron bien
pronto terribles enfermedades. Se daba el caso de
que los muertos permanecieron atados varios días
con sus compañeros de cadena; para cambiar de
sitio les era necesario arrastrar el cadáver y tenderse a su lado para dormir. Casi todos los prisioneros desfallecían de hambre, y muchos no tenían
fuerza para sost8I!Ars:;e.Cuando era necesario trasladar los muertos desde la prisión al cementerio,
atábanlos a una caña de bambú por un pie y un
brazo, y dos soldados llevaban así por las calles los
cuerpos casi en estado de putrefacción.
Cierto día, indignado ante aquel espectáculo, me
presenté al gobernador para suplicarle que mandara dar a los prisioneros una ración diaria, pero el
digno funcionario me contestó que sabía mejor que
nadie lo que pasaba, y que en vez de mandar fusilar
a los prisioneros los dejaba morir de hambre.
y hé aquí cómo unos hombres de carácter dulce,
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DOCTOR SAFFRAY
257
buenos y de costumbres patriarcales, perdían el
sentimiento de moralidad bajo la influencia de las
pasiones políticas.
En el campamento de Arboleda vi crueldades
de otro género: por una falta contra la disciplina
se castigaba a los soldados a latigazos, y a los espías se les colgaba de un pie por espacio de varias
horas.
A mi regreso vi que no había cambiado nada
en la situación, y que los víveres escaseaban cada
vez más. Cada hombre recibía diariamente dos onzas de arroz, dos de azúcar y una de chocolate;
algunas veC8Sse distribuía carne, pero esto era un
extraordinario. Vendíase la sal a veiticinco pesetas
la libra, y aun a este precio no se podía adquirir
siempre.
El enemigo nos rodeaba por todas partes: algunas avanzadas, cuyos individuos estaban provistos
de carabinas de gran alcance, hacían llover las balas
en nuestro campamento, resultando de aquí que soldados y jefes morían lastimosamente y sin gloria
en sus mismas tiendas. Todos los días esperábamos
un ataque; veíase a las guerrillas desplegarse, como
para preparar una batalla decisiva, pero todo se
limitaba a simples escaramuzas.
Estábamos en lo más fuerte de la estación de
las lluvias; todas las tardes, a eso de las seis, se
desencadenaba una tempestad sobre el campamento; el agua nos invadía por todas partes; el viento
se llevaba nuestras tiendas, y nos era preciso dormiren medio del barro. A las pocas semanas no
fue ya sostenible aquella situación; atacóme una
neumonía que se agravaba diariamente. v con más
insistencia que nadie pedí la batalla o la retirada.
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258
VIAJE A NUEVA
GRANADA
Una tarde, en ocasión que llovía copiosamente,
Arboleda mandó arrasar todas las obras de tierra,
hizo plegar las tiendas y preparó a su ejército para
la marcha o el combate. A eso de media noche estaba dispuesto ya todo.
El general en jefe reunió las tropas detrás de
una serie de montecillos y colinas que se elevaban
a corta distancia del gran reducto desmantelado.
Su objeto era hacer creer al enemigo que habí¡ levantado el campo, y envolverle rápidamente, si osaba practicar un reconocimiento. Nosotros oíamos
distinta mente los clarines de López; al cabo de dos
horas de ansiedad se tocó generala, y pocos momentos después dióse la orden de marcha.
El general López se inquietó sin duda al ver
que se desocupaba nuestro campamento, y no sabiendo qué sucedía, tuvo miedo. De ello nos dio bien
pronto una prueba, pues a poco vimos a su ejército
tomar el camino de Caloto por la cordillera central.
Pregunté al general Arboleda qué pensaba hacer, y me contestó que iba a retirarse a Popayán,
pues ya no se debía esperar ni temer la batalla. Yo
había permanecido en mi puesto mientras hubo peligro, pero no sintiéndeme con fuerzas para emprender una campaña, y obligado a estar continuamente a caballo, porque tenía las piernas muy débiles, vime precisado a presentar mi dimisión al
general.
La despedida fue triste, como lo son todas en
la mayoría de los casos.
Presiento, me dije Arboleda, que no tendré, como
vos, la suerte de volver a Francia, donde he dejado
mi familia y mis más caras afecciones . ..Al sacrificarme por mi país, hubiera querido que mi muerte
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DOCTOR SAFFRAY
259
le fuese cuando menos útil, pero no ha llegado aún
el tiempo. Que la suerte os acompañe. i No me atrevo a deciras hasta la vista!
Seis meses después supe en Panamá que el bravo
general había sido asesinado, poco tiempo después
de subir. Mosquera al poder.
'
XXIII
POPAYAN.-SU
PASADO Y SU PRESENTE.-CIVILIZACION
DE LOS INDIOS DE LA PROVINCIA DE POPAYAN.
PLANTAS TINTORERAS DE NUEVA GRANADA.-RO.
MENAJE A LA MEMORIA DE CALDAS.-ESTADISTICA
DE LAS MONEDAS DE POPAYAN y DE SANTA FE DE
BOGOTA.-COMERCIO E INDUSTRIA.-PORVENIR
DE LA
PROVINCIA.-COM:UNICACION CON EL MAR PACIFICO.
LA LANGOS'l'A EN LA AMERICA DEL SUR.
Popayán es una de las más antiguas ciudades
de Nueva Granada. Sus fundadores, compañeros de
Belalcázar, consiguieron que se erigiese en capital
de provincia, estableciendo un obispado y un colegio, con la intención de que fuera la rival de Quito.
Varias corporaciones religiosas erigieron monumentos que no serían dignos de atención en Europa,
pero de los cuales se muestran muy orgullosos los
habitantes, a causa de las dificultades excepcionales
con que tropieza la arquitectura en un país en que
los trasportes se hacen a brazo o por medio de mulas, y donde no hay obreros capaces de trabajar los
metales ni de explotar las canteras.
Los edificios más notables son: la iglesia de San
Francisco, edificada por la Cofradía da la Propagación de la Fe; la de los d-emÍl:ÍlCos,y la catedral, 1e-
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260
VIAJE A NUEVA GRANADA
vantada por los jesuítas, y de un buen estilo jónico.
En Popayán se reconoce el sistema deconstrucción ordinario del país; las calles, bastante limpias,
están casi desiertas, y en ellas crece la yerba como
en nuestros pueblecillos.
En Popayán viven todavía muchas antiguas familias españolas, que forman una especie de aristocracia. La buena sociedad es relativamente nume¡'osa, y se observa, hasta en la clase artesana, más
educación, más cultura, más cortesanía que en la
mayor parte de las otras ciudades de Nueva Granada.
La provincia actual estaba habitada, antes de
la conquista, por indios algo civilizados, los Coconucos, los Polindaras y los Guambias, de la raza
indo-peruana. Aliados de sus hermanos de Pasto,
mantuvieron su independencia contra los 1ncas,
quienes enviaron desde Quito varias expediciones
a fin de someterlas. Al acercarse los españoles, destruyeron todos los plantíos para que aquéllos pereciesen de hambre, y careciendo ellos mismos de
alimento, echaron suertes para ver cuál de ellos sería devorado por los demás. Sus descendientes conservan aún el espíritu guerre:ro que distinguía entonces a las tribus mandadas por el cacique Popayán, cuyo nombre ha tomado la ciudad actual.
Los indios de Pasto, situados más al sur, han
conservado también los signos característicos de la
raza ando-peruana. Son valerosos, tienen mucho
apego a su país, y se dedican a la agricultura o son
pastores.
Pasto goza de mucha nombradía en toda Nueva
Granada por sus telas de lana, y más principalmente por sus tapices y sus fuanas. Se da este nom-
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DOCTOR S.AFFRAY
161
brc a unos tejidos tan uniformes y compactos, que
pueden rivalizar con los mejores impermeables ingleses. Tienen por lo general rayas de colores muy
vivos, y las lanas se tiñen con plantas del país, por
procedimientos muy sencillos..
No cabe duda que Nueva Granada abastecerá
algún día a Europa de muchas plantas útiles, algunas de las cuales no conocemos aún.
Sin contar los numerosos vegetales empleados
para la tintura negra, como la coesalpina coriaria,
la coulteria tinctoria y la acacia farnesiana, debo
citar la madera del Brasil (hoematoxilon Brasileta), el palo mora (madura tinctoria), el índigo y la
orellanam, cuya corteza se utiliza para hacer cuerdas, y cuya madera, muy ligera, se calienta y se
enciende a los pocos minutos cuando se frota vivamente en un agujero practicado en madera dura.
Los indios de Pasto hacen un tinte rojo y persistente con la raicilla (Rubia nitida) y rojo de ocre
con la fécula de chica (Bignonia chica), el espino y
el tuno (Miconia granulosa); les dan el amarillo, el
aliso, abedul de los Andes, el anaranjado, pero lo
más notable que obtienen es el color verde inalterable, que sacan de la chilca (Baccharis polyantha).
También hay en Pasto verdaderos artistas, escultores en madera que trabajan por inspiración,
sin más maestro que la naturaleza, y sus obras, por
lo general de muy pequeñas dimensiones, no desmerecerían al compararlas con las mejores de la
Selva Negra.
Hay otra industria mucho más importante, que
consiste en la fabricación de objetos de madera,
-llamaoos-de----F-a-ste-,-tales--oomo-eeí'reeillos,copas-y
tazas cubiertas de una goma resina, llamada en el
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!8S
VIAJE A NUEVA GRANADA
país barniz de Pasto, producto de la eloegia 'utilis.
La goma-resina, de color gris verdoso pálido, se
extiende, después de ablandarIa por el calor, sobre
el objeto que debe cubrir, alisándola en seguida con
un hierro caliente y después con la mano. Sobre este fondo uniforme, calentado con precaución, se
pegan adornos, comUllmente flores formadas con
recortes de un papel a que se han comunicado colores transparentes sobre una capa plateada.
Los indios sacan muy buen partido de estos sencilloselcmcntos; la ornamentación es rica, los tonos vivos armoniosos, el conjunto recuerda las mag'níficas telas de brocado del Japón.
Después de Bogotá, Popayán es la ciudad que
ha dado más hombres notables a la República: está
orgullosa de sus legistas, de sus naturalistas y de
sus poetas; eutre sus sabios Francisco José de Caldas ha dejado un recuerdo imperecedero. Sus padres, que deseaban siguiese la carrera de abogado,
le enviaron a estudiar leyes al colegio de la capital,
pero al poco tiempo, no sintiendo inclinación para
ello, aceptó en la provincia de Neiva la regencia de
un establecimiento comercial, donde hizo malos negocios, volviendo pobre y oscuro a Popayán. Díjose
entonces que no era apto para cosas algunas, pero
a Caldas le gustaban las plantas y la naturaleza, y
leía con pasión los pocos libros que podía adquirir.
Una feliz casualidad dio a conocer su disposición,
abriendo el camino de su brillante carrera.
Durante la permanencia de Humboldt en Popayán, el célebre geólogo trabó conocimiento con Caldas, aprecióle y le presentó a Mutis, botánico español, encargado por su gobierno de estudiar la flora
de Nueva Granada. Este envió a Caldas a recono-
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DOCTOR SAFFRA y
263
cer la región de las quininas en los alrededores de
Popayán, y más tarde utilizó sus observaciones.
Sin dejar sus trabajos en botánica, Caldas estudiaba con ardimento la física y la astronomía, construyó por sí mismo un barómetro y un sextante, y
determinó la altura y posición de varias estaciones
de importancia. Así como Deluc, cuyos experimen- .
tos no conocía, describió la relación que existe entre
la temperatura de ebullición del agua y la altura
barométrica y publicó una memoria acerca del modo
de medir la elevación de las montañas, sin más instrumento que un termómetro.
Deseoso Mutis de estimular a su discípulo y
amigo, confióle la dirección del observatorio de Bogotá, y en este primer templo erigido a U~ania en la
tierra de América, Caldas prestó importantes servicios a la ciencia. Este observatorio, situado a los
4° 30' del Ecuador, en un punto privilegiado; allí se
ven los dos trópicos casi a la misma altura, y el cielo de ambos hemisferios ostenta diariamente sus
riquezas, el sol pasa dos veces al año a su cenit; su
altura le preserva de los grandes desvíos de refracción, y las estrellas brillan sobre un fondo del más
intenso azul, con un fulgor desconocido en Europa.
Consérvanse en aquel observatorio varias reliquias preciosas, entre las cuales está el cuarto de
círculo empleado por Humboldt en su viaje al Orinoco, y después por Caldas en su expedición a Quito; el péndulo astronómico que sirvió a los académicos franceses para determinar la dirección de la
Tierra en el Ecuador y una masa de mármol blanco,
que dejaron allí como recuerdo de haber medido un
gr-ado,.-Y--e.Il-1a-c.uaLe.stá-graba.da.la_pD..sición
exacta .
de la base de sus observaciones.
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VIAJE A NUEVA GRANA.DA
A. Caldas es a quien se debe que se haya conservado este monumento histórico, que durante varios
años sirvió de puente sobre un riachuelo. Sin embargo, aquel sabio era también un gran patriota:
abrazó la causa de la independencia, fue cogido por
los españoles y le pasaron por las armas.
El colegio' de Popayán es uno de los mejores
de la república, pero la educación que allí se recibe
es superficial. Muchachos de doce a catorce años
aprenden a la vez gramática, física, química, francés, historia, geografía, matemáticas, 'Cosmografía.,
elementos de economía social y metafísica. Los jóvenes neo-granadinos son por lo general inteligentes, tienen gran memoria, y he observado en sus
escuelas, así como en las de los Estados Unidos, un
verdadero deseo de aprender, una emulación bien
entendida, y sobre todo una disciplina perfecta, que
se obtiene de dignidad personal. Los niños, los estudiantes jóvenes se conducen casi como hombres
formales.
La instrucción primaria, largo tiempo descuidada en el país, progresa rápidamente desde hace
al~unos años. pero la proporción de los que no conocen las letras es todavía de un cuarenta por ciento, lo cual debe atribuírse a diversas causas, a la
diferencia de razas, a la diseminación de los habitantes en un territorio inmenso, y a la falta de
vías de comunicación. Sin hablar aquí de las tribus
indias que se han conservado salvajes, las que pasan por civilizadas no adquieren más instrucción
que algunas nociones supersticiosas acerca del cristianismo. El indio de pura sangre no experimenta
el deseo de aprender, y los que utilizan su trabajo
tienen interés en que se mantega en la ignorancia.
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DOCTOR SAFFRAY
Los negros se muestran más dispuestos a instruírse
y son mucho más inteligentes, pero los más viven
en las minas o en las plantaciones, y otros habitan
en valles lejos de las ciudades. Los cholos y los
mestizos son inteligentes, muy susceptibles de educación y manifiestan deseos de aprender, pero por
desgracia, en las provincias de más poblaciones están separadas las familias por grandes distancias,
y viven en un aislamiento forzoso. En resumen, lo
que se necesita es abrir caminos. En las ciudades,
en los pueblos, allí, en fin, donde la educación es
posible, no hay apenas quien no conozca las letras.
El comercio, la industria, la instrucción, en una
palabra, toda la prosperidad de este país, depende
tan sólo de una cosa: de los caminos. Cuando Nueva
Granada los tenga, es indudable que se podrá proclamar como un país sin rival, porque en rigor no
sabe lo que posee, y parece no haber apreciado,
como merecían las inmensas riquezas que le podrían
convertir en una de las repúblicas más florecientes
del mundo.
El establecimiento de la Casa de Moneda es uno
de los que ofrecen más interés en Popayán, por
más que ahora no tenga la misma importancia que
bajo el gobierno españoL En tiempo de los virreyes,
el tesoro recibía, no sólo la quinta parte del producto de las minas, sino que, no habiendo derecho
para exportar los metales preciosos, era preciso
venderlos a dicho centro o al que había 'en Bogotá.
Desde 1800 a 1830 la Casa de Moneda de este último
punto acuñaba todos los años, por término medio,
quince mil piastras en moneda de oro, y la de PopayáD.. ulLmi1LÓnL.El.-ID'Oq~º-to_~s menor hoy día
porque la moneda de plata europea,y--sObre
tocfo
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VIAJE
A NUEVA GEANADA
la francesa, está diseminada por todas partes y en
las ciudades se ven, hace algunos años, muchas monedas de oro americanas. Las de plata de Nueva
Granada escasean ahora bastante, porque se buscan
con prima para el comercio con el Ecuador, y en
cuanto a las piastras mejicanas, expórtanse también con ventaja. Las antiguas monedas del Perú
se han desterrado, por creerse que son de ley dudosa. La pieza CIeveinte céntimos francesa se admite generalmente por veinticinco, la onza y el doblón españoles son bastante escasos y ganan prima.
La moneda de oro del país es el cóndor, que
vale diez piastras fuertes, o cincuenta pesetas, y la
cual es preciso estudiar, porque las hay de varias
especies aunque todas llevan la marca de Bogotá
o de Popayán. Encuéntranse muchas cuya aleación
está muy sobrecargada o que no tiene todo el peso;
para reconocer1as se necesita la balanza, pero ésta
no es tampoco suficiente, porque en Nueva Granada
hay particulares que fabrican muy legalmente la
moneda falsa, es decir, que se contentan con el beneficio que reserva para sí el gobierno. Sus productos son generalmente aeeptIH-loR¡pero no pueden
circular forzosamente. Siempre se reconocen por
algún defecto o imperfección . .Algunas veces se dice:
"esta pieza es de Fulano y la recibió", o bien:
, 'esta otra es de Mengano y no la quiero".
El gobierno molesta poco a los monederos falsos, y para el pueblo son personas hábiles, lo cual
no deja de ser una excelente recomendación.
Cierto negociente hubo de comparecer un día
ante el juez porque se le acusaba de haber fabricado
moneda falsa. Hallábanse presentes varios testigos,
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y el juez, enseñando al culpable una moneda de oro,
le dijo:
-Se os acusa de haber fabricado esta moneda.
-Se engaña quien lo diga, repuso el acusado.
-Sin embargo, los testigos lo afirman.
-Os digo que se equivocan.
-b Qué tenéis que alegar en vuestra defensa?
El acusado examina con detención la pieza de
oro y se la devuelve al juez; después saca otra de su
bolsillo y exclama con aire de indignación:
-Es vergonzoso que me acusen de haber hecho
una moneda tan tosca; los testigos me calumnian;
esa pieza no ha salido de mi casa; ahí tenéis la mía;
comparad y veréis cuán mejores son las que yo fabrico.
El comercio de Popayán no está muy desarrolIado; si exceptuamos el trigo y un poco de café,
que se cultiva en los alrededores para el abastecimiento del valle del Cauca, la ciudad no exporta
ningún producto de su suelo. Es el depósito natural
de las mercancías de Quito y de Pasto, que consisten en tejidos de lana, tapices, ruanas, pinturas de
pacotilla al óleo, y objetos de laca. Popayán recibe
de Cali todos los arHculos europeos: la industria
es casi nula.
Esta ciudad no adquirirá cierta importancia
hasta que abra una comunicación fácil con el Pacífico, paro lo cual le ofrece los medios el río Patía.
Por esta. vía mejorada llegarían más rápidamente
y con menos gastos para Cali las mercancías de
Europa y de los Estados Unidos, y las quininas
seguirían el mismo 'camino para la exportación.
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para el cultivo del cacao en las partes bajas, y este
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TIAJE A NUEVA GRANADA
producto podría hacer competencia al de Guayaquil.
Los gastos necesarios para abrir un camino hasta
el límite de la navegación, la creación de etapas a
lo largo del río y de un puerto en la desembocadura, quedarían cubiertos bien pronto con sólo explorar los bosques de ambas márgenes.
Sin embargo, el valle del Patía ofrece un inconveniente: es la única región de Nueva Granada
donde se encuentra la langosta formando espesas
nubes, y de allí"parten a intervalos para invadir el
valle del Cauea, y hasta el Estado de Antioquia.
Su presencia es siempre una. desgracia, pero en un
país en que la vegetación es tan superabundante,
los destrozos que ocasiona no son comparables a
los que afligen a nuestros países.
XXIV
LAS QUINQUINAS DE PITA YO y DE ALMAGUER.-ESTUDIO
DE LA REGION DE LAS QUINQUINAS.-TRABAJO
DE
llUTIS.-RECTIFICACIONES
BOTANICAS.-UNA
P ALA"ARA DE VOLT~t\.IRE.DEL CULTIVO DE LAS QUII~QUI~
NAB.-EXCURSION AL RIO VINAGRE.-ALTURA DE LOS
ANDES.-REGRESO
AL VALLE DEL CAUCA.-PREPATIVO PARA EL PASO DEL QUINDIO.-IJOS CONDUCTOBES.-LA MONTAIU.
La provincia de Popayán encierra una de las
regiones más ricas en quinquinas, que es la de Pitayo. La especie de este distrito (Cinchona Pitayensis W addel) se distingue de la Tunita (Cinchona
officinalis), por su corteza, sus cápsulas de forma
redonda, con nervios salientes, sus hojas coriáceas
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DOCTOR SAFFRAY
269
y menos dentadas y por la disposición casi corimbiforme de sus inflorescencias.
Esta especie vegeta entre dos y tres mil metros
de altitud, y se la encuentra asociada con la quinquina tunita desde los cuatro grados de latitud sur,
en la República del Ecuador, hasta cerca de Pitayo
y Sumbico, a dos grados de latitud norte, mientras
que la tunita se extiende por la rama oriental de la
trifurcación de los Andes, hallándose representadas
más allá de Bogotá por algunas variedades de poca
importancia, hasta el octavo grado de latitud. En
Pitayo hay también algunas variedades, pero no se
aprecian para el comercio.
Los indios de la provincia de Popayán son muy
hábiles para la busca y explotación de las quinquinas. Los que ejercen este oficio reciben el nombre de
cascarilleros, porque en el país se designa comúnmente la quinquina con el de cascarilla, o corteza,
así como los peruanos la llamaban quina o quinaquina, corteza por excelencia.
Rudo oficio es el de cascarillero: después de
haberse entendido con un negociante acerca del precio que recibirá por la corteza, y de pedir adelantada
alguna pequeña suma, el indio se interna en el bosque con alimento para una semana, y armado de
un hacha y de un machete, avanza sin brújula
abriéndose paso penosamente a través de lo desconocido. Interroga a las cortezas y hojas caídas;
de vez en cuando trepa a un alto árbol, para reconocer en el océano de '\ferdura que le rodea cierto
reflejo del iollaje, una cima florida, que le indique
la presencia de una quinquina.
Descubierto el árbol, debe hacer el vacío a su_
alrededor con eChacha, pues no basta cortarle en
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270
VIA.TE A NUEVA
GRANADA
la base, porque quedaría suspendido de los bejucos
y las ramas próximas. Si el indio juzga que la cosecha será buena, construye una choza provisional
para él y la corteza, y comienza acto seguido su
trabajo. Derribado el árbol, frota el tronco con
yerbas secas y ásperas, para purgarle de las criptógamas; después desprende la corteza con su machete y en seguida comienza la operación de secarIe.
Al cabo de ocho días, si hace buen tiempo~ empaqueta su cosecha y vuelve al pueblo.
Hace unos quince años que se pagaba en Pitayo
la quinquina de buena calidad a tres y cl;¡.atrofrancos la arroba; hoy día no se encuentra a menos de
diez y seis o diez y ocho.
Las quinquinas ricas en quinina escasean ahora
mucho en el distrito de Pitayo. El indio corta lGS
árboles jóvenes y los vástagos de los troncos viejos,
y no tiene interés alguno en dejarlos crecer, mientras que si los respetase, otro podría utilizarlos.
A esto se debe que se exploten las raíces hace algunos años; su corteza no es de buen aspecto, pero sí
muy rica en alcaloide s, y se vende en Europa más
cara que la corteza de los tallos y ramas.
Las quinquinas de Almaguer son poco apreciadas, pero aún se venden en los Estados Unidos.
Cuando la mejora de los caminos permita fabricar
ventajosamente el sulfato de quinina, las quininas
de Almaguer y de Túquerres, pertencientes al Cinchona Pitaye1lSis y aun a las especies inferiores,
llegarían a ser una gran riqueza para estos países.
Además de las dos Chinchonas verdaderas, Tunita y Pitayenses, Nueva Granada posee la Cinchona cordifolia, conocida en el comercio con el
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DOCTOR SAFFRAY
271
nombre de Quinquina de Cartagena. Esta especie,
que comprende diversas variedades, se extiende hacia el norte hasta el décimo grado de latitud, en los
alrededores de Maracaibo y de Caracas; no se eleva
sobre la zona templada y prospera hasta altura de
dos mil metros: hoy día se exporta muy poco, porque es muy pobre en quinina.
La zona de las quinquinas comienza en el Perú
hacia el Potosí y La Plata, a los veinte grados de
latitud austral, y se continúa sin interrupción en
los Andes de Bolivia, del Ecuador y de Xueva Granada, hasta Santa Marta, por los once grados de
latitud boreal. Este árbol se halla entre los setecientos cuarenta y los tres mil metros de altitud,
aunque abajo, son la Cinchona ablongifolia y langiflora, de Mutis, y las que resisten mejor el frío:
la Cinchona lancifolia y cordifolia del mismo autor.
Algunos viajeros pretenden haber hallado quinquina s a la altura de cuatro mil seiscientos metros,
pero no pueden haber visto a semejante elevación
más que Weinmania y Winteras, cuyas cortezas,
ricas en tanino, se emplean como febrífugos.
Es un error atribuír a Mutis el descubrimiento
de las quinquinas en Nueva Granada. Trajo sus
primeras muestras de los alrededores de Bogotá
en 1752 mientras que Miguel Santisteban había
dado a conocer veinte años antes una Cinchona
Pitayensis, especie de la cual se envió la primera
muestra a Europa en 1824, si, mal no recuerdo, por
el doctor Canning. Lo que se debe a Mutis es el
primer gran trabajo sobre las quininas. En su
Quinología, obra publicada por primera vez en 1793,
en un diario de Bogotá titulado El Arcano, describe cuatro especies mooíCíñales: la-qUinifHt--rtaranja--
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VIAJE
A NUEVA
GRANADA
(Cinchona lancifolia),
la roja (C. oblongifolia),
la
amarilla (C. cordifolia) y la blanca (C. ovalifolia).
Mutis cita además tres especies no oficiales, las
que llama Cinchona disimiliflora,
parviflora
y longiflora; pero las dos primeras son l.lasionemas y
la última una Cosmibuena.
Un joven botánico neo-granadino, ya célebre, y
digno sucesor de Mutis, el doctor Triana, exhumó
últimamente la Quinologia, sepultada en los archivos del museo de Madrid, y gracias a él nos hemos
podido dar cuenta de los errores cometidos por el
ilustre sabio, de quien dijo Linneo con razón:
, ,Nombre inmortal, cuyo recuerdo no se borrará
jamás" .
La quinina naranja, la que Mutis califica de
primitiva, determinándola con el nombre de Cinchona lancifolia, es la verdadera Cinchona officinalis; la amarilla, C. cordifolia, conserva su nombre; la blanca, C. ovalifolia, no es una Cinchona
verdadera, porque pertenece al género afine de las
Cascarillas, sino al C. tnacrocarpa; y por último, la
roja (C. oblongifolia),
pertenece también a este género, y es la cascarilla magnifolia.
Con el nombre de quinquina roja, confundía
Mutis varías especies de cascaríllas, considerándolas como simples variedades de su Cínchona oblongifolia, y creía que estaban dotadas de propiedades
idénticas, conteniendo los alcaloide s de las cinchonas. Este error tuvo graves consecuencias para el
comercio de las quinquinas de Nueva Granada. No
se compraban entonces las cortezas, como se hace
hoy; servía de base la denominación botánica así
como los caracteres exteriores y así es que cuando
a fines del siglo último y aun más tarde, se reci-
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DOCTOR SAFFRA y
273
bieron en Europa grandes cantidades de corteza
del grupo cascarilla, procediéndose a la comparación con la quinquina roja del comercio, resultó una
pérdida considerable para los compradores, una
gran confusión para los botánicos, y las quinquinas
de Nueva Granada quedaron desacreditadas. La
verdadera quinquina roja escasea hoy bastante y
sólo se cosechan pequeñas cantidades en la República del Ecuador.
El consumo de las quinquinas y de sus alcaloide s
aumenta diariamente, al paso que los bosques se
van despoblando, de modo que se puede prever ya
el tiempo en que ni aun se podrá decir como V01taire: "Dios ha puesto la fiebre en Europa y la
quinquina en el Perú". Fernel estaba quizás más
cerca de la verdad que Voltaire, al decir que existe
cierta afinidad entre las plantas y los hombres de
cada clima, y que no hay necesidad de ir a buscar
remedios en lejanos países.
En efecto, para suplir a Ías quinquinas que se
agotan, sería bueno vulgarizar el empleo de nuestros febrífugos y tónicos indígenas, reservando la
corteza exótica y sus alcaloide s para los casos, poco
numerosos, en que obra como específico. Convendría también hacer lo que los ingleses en la India,
y los holandeses, es decir, establecer plantaciones
de quinquinas para explotarlas con regularidad.
Una empresa de este género en Nueva Granada, y
principalmente en la provincia de Popayán, daría
magníficos resultados; pero antes de ir tan lejos,
deberían aclimatarse las quinquinas en Argel, no
como se ha hecho hasta aquí, en las partes altas
expuestas a los vientos del norte, cargados de prin---cÍj:lÍossalÍnos-cRIodeTOs Monos, Valle de la Chifa),
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274
VIAJE
A NuEVA
GRANADA
sino en el Oasis de Guemar (provincia de Constantina), que parece ofrocer todas las condiciones apetecibles.
¡/"i
No lejos de Popayán se halla el pueblo de Puracé, al pie del volcán de este nombre, cuya actividad intermitente es una continua amenaza para los
habitantes. Desde dicho punto no hay más que una
corta etapa hasta el río Pusambio, que forma tres
cascadas, una de las cuales no tiene menos de ciento
veinte metros de altura. El Pusambio, conocido con
el nombre de Río Vinagre, es una de las más notables curiosidades de Nueva Granada. Hacia su fuen\ te tienen las aguas la temperatura de unos diez
grados centígrados más elevada que la de la. atmósfera; están cargadas de óxido de hierro, y contienen
los ácidos sulfúrico s y clorhídrico, de lo cual se
deriva el nombre de Río Vinagre. Ningún pez puede vivir en aquellas aguas, ni tampoco se encuentra
uno sólo en el Cauca hasta cinco leguas más allá del
punto donde recibe las aguas del río ácido. Un químico ha propuesto emplear el agua del Río Vinagre
para la extracción del sulfato de quinina de las
·quinquinas de la provincia de Popayán. La idea
sería conducente en Europa; pero en aquellos parajes pa.rece más sencillo fabricar el ácido sulfúrico
necesario para esta operación.
Desde las alturas del Puracé se contempla uno
de los más hermosos panoramas de los Andes: en
esta región, y en las partes aún más elevadas del
distrito de Almaguer, es donde el viajero puede
comprender mejor el vasto sistema de montañas
que atraviesa a Nueva Granada de sur a norte.
Hacia el sur hasta los confines de la República
del Eouador, la masa compacta de los Andee no
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DOCTOR SAFFRAY
275
está cortada por ningún gran valle. Toda esta re:
gión es fría, propia para el cUltivo de las patatas
y del trigo, así como para la cría de ganados. Los
carneros prosperan y no cabe duda que allí se aclimatarían los llamas del Perú. Casi toda la población se compone de indios, de carácter pacífico, benévolos, sencillos, laboriosos, ignorantes, muy afectos a su país, y que dirían también como su~ hermanos de la vecina República: "Vivir en Quito es
vivir en la gloria". Su vida es enteramente contemplativa: siempre en presencia de los majestuosos cuadros de la naturaleza, reciben impresiones
que no pueden analizar, pero que no por eso dejan
de ser menos fuertes.
Al este se desarrolla el Patía que baja tumultuosamente hacia el Pacífico, mientras que por el
lado opuesto surgen las corrientes del Caquetá o
Yapura, que después de un curso de trescientas leguas hacia el oeste, van a perderse en el gran río
de las Amazonas.
Hacia el norte comienza la gran trifurcación de
la cordillera, y por la derecha se prolonga sin interrupción hasta el mar la rama llamada oriental,
no lejos de Río Hacha. Sobre sus mesetas florecen
Neiva, Bogotá, Tunja, Bucaramanga y Ocaña, y
allí vivía en otro tiempo una raza civilizada, de la
cual hablaremos después. A la izquierda se extiende
la ramificación occidental, que se aleja poco de la~
costas del Pacífico, y por último, la central, paralela a las dos primeras, divide las aguas del Cauea
y del Magdalena. Estas dos grandes arterias que
nacen allí, casi a nuestros pies, bañan en su curso,
de unas doscientas veinticinco leguas, los países
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276'
VIAJE
A NUEVA GRANADA
más fértiles del mundo, y sus aguas reunidas van a
verterse en el océano Atlántico, en Sabanilla.
He pasado algún tiempo en este punto culminante con la esperanza de ver cómo se abría el camino de Quito, pero las dificultades y los peligros
aumentaban cada día, la revolución y la guerra civil
estaban por todas partes, y no era realizable el
proyecto.
Mosquera había soñado reunir bajo su poder
,las tres repúblicas que formaban en otro tiempo
la Colombia, y quería titularse Presidente de los
Estados Unidos de Colombia. El Ecuador se resistía
a esta anexión, y Mosquera le declaró la guerra con
tal motivo.
Cuando se me demostró que no podía aventurarme sin peligro en aquella dirección, tomé el partido
de bajar otra vez por el valle del Cauca hasta Ca1'tago, para dirigirme desde aquí a Bogotá.
Nueva Granada es el país de los malos caminos:
habíanme prevenido que si iba a Bogotá vería uno
de los caminos reales más impracticables del mundo,
situado en las montañas del Quindío, que fo1'rman
parte de la cordillera central, entre Cartago e
Ibagué.
Llegué a Cartago en plena estación de lluvias:
durante la sequía se puede atravesar la montaña
más o menos bien, con mulas elegidas, arrieros
prácticos, y los bagajes convenientes, en cuyo caso
se emplean seis o siete días para llegar a Ibagué;
pero en invierno no se evita con las mejores mulas
la exposición de peligros que sería temerario arrostrar, sin una necesidad absoluta.
Sin embargo, resuelto a no esperar la estación
seca, aprovechéme de una experiencia caramente
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DOCTOR SAFFRAY
277
adquirida para hacer mis preparativos de viaje. En
vez de mulas, ajusté conductores, pues aunque más
caro, era también más seguro. Construí una tienda
que debía sustituÍr a la sencilla choza de ramaje
cubierta de hojas, que se forman para pasar la noche cuando no se tiene la suerte de encontrar una
de las pocas cabañas que hay en el camino. :Mandé
comprar encerados, correas, una olla de hierro,
una chocolatera de cobre, un hacha, un machete,
algunas calabazas, sacos para llevar los víveres y
mochilas.
En cuanto a las provisiones, conviene llevar
harina de maíz tostada, arepas, bananas cortadas
y cocidas al horno, tasajo seco, azúcar, 'chocolate,
sal y café. Las calabazas, los troncos de bambú y
las grandes hojas flexibles, sirven perfectamente
para el embalaje.
A fin de evitar la mala voluntad de los conductores, las tardanzas y los accidentes, ningún fardo
ha de pesar más de cuarenta kilogramos, y cada
paquete debe ir envuelto en tela einbreada, atándole cuidadosamente para que ofrezca el menor
volumen posible.
Dos conductores prácticos, conocedores del camino, ofrecerán más seguridad que uno solo; se les
promete una gratificación en el caso de que el viaje
sea feliz, y se les confía la dirección de la caravana.
Si quieren dar por terminado el día a las dos o las
tres de la tarde, no se debe contrariar su voluntad,
pues sus razones tendrán para obrar así: el día siguiente puede ser penoso y se necesita un largo
descanso, o bien se teme que sorprenda la noche en
los pasos difíciles, o ya, en fin, se trata de albergarse en una cabaña conocida. En una palabra,
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VIAJE
A NUEVA
GRANADA
aconsejo al viajero que deposite toda su confianza
en esos honrados hombres, pues nunca tendrá que
arrepentirse; pero adviértole también que no inteute darse demasiada importancia como amo, puel:'
será el primero en sentido. Los conductores desempeñan honradamente su oficio de bestia de carga,
pero quieren que se les trate con la debida consideración, pues por llevar una carga no dejan de
ser hombres.
Un oficial español que atravesaba el Quindío
parecía complacerse en injuriar a su conductor,
porque le parecía que iba demasiado despacio, aunque el indio hacía cuanto le era posible. El viajero,
empeñado en acelerar la marcha, gritaba siempre,
y al fin, calzándose las espuelas, hirió con ellas al
conductor. Llegados a un punto donde el camino
bordea un espantoso precipio de cuatrocientos metros de profundidad, el indio, que esperaba su hora,
se arqueó de pronto sobre su férreo palo, y de un
vigoroso empuje lanzó al oficial en el abismo. Todos los conductores del Quindío saben esta historia,
y enseñan el sitio donde fue precipitado el viajero.
El aspecto general de las altas montañas cuyo
conjunto se designa con el nombre de Quindío, recuerda al viajero los paisajes del Páramo del Ruiz.
Es la misma vegetación, la misma naturaleza en
toda la vertiente occidental de la Cordillera. Por
la otra parte ofrecen los cuatro más variedad, apareciendo algunas plantas nuevas a intervalos. Allí
fue donde vi por primera vez el Eupatorium Aya
Pana, variedad del guaco, y que tiene propiedades
análogas a las de la Mikania de las regiones cálidas.
Al llegar al pequeño valle de Tochecito se encuentra uno de los vegetales más notables de la tie-
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DOCTOR SAFFRA y
279
rra: el Ceroxylum .Andícola, o palmera de cera.
Todo es particular en este árbol; diríase que ha sido
creado para las abrasadoras
orillas del Pacífico,
pero también habita en los climas templados o
fríes, y prospara en las montañas del Quindío y del
Tolima, entre los mil ochocientos y dos mil novecientos metros de altitud. Allí donde parecerían las
plantas menos sensibles al frío, o tomarían una
forma achaparrada;
la de que hablo presenta un
estipo de cincuenta metros de elevación, graciosa y
elegante columna que corona un vasto chapitel de
penachos. Del axila de color gris anacarado, que
no es otra cosa sino cera, tan pura como la de las
abejas, pero un poco más quebradiza. Generalmente
se mezcla con sebo para fabricar las velas usadas
en el país.
Cuando no estábamos más que a una jornada de
Ibagué, y después de atravesar un vasto espacio
de palmeras de tronco alto y raquítico, coronado de
un ramo de hojas, divisamos a lo lejos una cabaña
y por cierto que ya era tiempo, pues los hombres
iban extenuados y hacía horas que nos faltaban los
víveres.
Llegados a la mísera choza, donde vi una mujer anciana, detrás de la cual se escondían dos jóvenes, preguntó la dueña que cuántos éramos.
-Ocho, contesté yo.
-Pues no tengo sitio para todos, repuso.
-Está bien: pero si lo permitís nos albergamos
debajo del cobertizo.
-Como gustéis.
Mi conductor preguntó entonces si se podría
darllOS-.algo-par-aeenar,alo
{;U.al-eoutestó-la mujer
que no tenía cosa alguna, pero como esta réplica me
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aso
VIAJE
Á NUEVA
GRANADA
recordase la anécdota de aquel soldado que no en- ..
contraba de comer en la posada, anécdota muy antigua que todo el mundo sabe, resolví seguir su
ejemplo. El resultado sobrepujó mis esperanzas:
pidiendo poco a poco obtuvimos huevos, azúcar y
frutas. Después resultó que oprimiéndose un poco
habría lugar para que todos durmiesen en la cabaña.
Al día siguiente penetrábamos en la bonita ciudad de Ibagué; y después de un día de reposo alquilé mulas para continuar mi viaje.
Bajando primero por los últimos contrafuertes
de la Cordillera, cruzamos a poco el Magdalena, y
siguiendo luégo un camino montuoso menos practicable, llegamos sin percance alguno al pueblo de La
Mesa, situado en una vast& meseta, limitada a lo
lejos por Ulla línea ondulante de montañas azuladas: en la falda de éstas se halla Santa Fe de Bogotá.
xxv
DE BOGOTA A BUENAVENTURA
CIVILIZACION DE LOS lNDIOS CRIBCRAS ANTES DE LA
CONQUISTA ESPAROLA. - TRADICIONES.-RELIGION.
LEGISLACION.-COSTUMBRES.-COMERCIO
E INDUS,
TRIA.-ORIGEN
RISTORICO DE EL DORADO.-FUNDACION DE SANTA FE DE BOGOTA.-ENCUENTRO
DE
TRES CONQillST ADORES.
Cuando los españoles descubrieron la América
intertropical, había en este país tres centros de civilización: Méjico, el Perú y Nueva Granada. Todo
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nl Iatirdc J1Cl Icr:.~c 1:1 ~l~st~i'.~a ;::'c ~Js fC J' L~8..~'_-J8 Y la
de ICG 1~t_CJ .•.C~hTI2S; ~l-;e~~J cr~.· - ~0]::J:;C J.a do l:;s chib-
chas '{
UU terrltQl'':o OCd.p2.~~!A.l:t:,S cl8 cci~;~~_l:_:rLs.c :~6~~ii:1.S
cuadradns, entre l~:s 4° y '[0 de l~'..';:bc~ S(~l;te.ntrional, compr8Úlienclo 1<;.svastas lr;cs" ~:;.D y los fértiles v;:lLs, dcnc'.e ss eJeV2-E G~cc:cro, ""léloz, TUYlja y
Bogotá.
A falta
de dccllmBl/ws
j21'2glíft~'JO 1;2.:'1ro.::mero-
sos como los de les meji8f'..llOSo de anales escritos
con combinaciones d.e nudo~, ccmo les quipos del
Porú, tO¡¡ia.ll trad:cicllCS, cuidadoGmnente
conser,radas por Ul1t1 ~astf1 cc",c8r~~0tal. ~CG 88pr~:5.olcs hubieran podido legan10s lE. llistol'ia de los chib~has;
pero fue tan rápid.o 8n Nue?a Granada el aniquila-:
miento de los in,~ioo, <:':::;'8 nI c.abo de P0l}OB nños no
quedó persona alguna que :r;udiese referir las tradiciones del país.
Por otra parie, los frailes y los sacerdotes que
seguÚm a les eOBq¡;¡is~;2d~lC3,GC8plegaro~'1un celo
iconoclasta terriblo; les temples, las imágenes, los
objetos sagra¿cs, y bs ~CG::;S je;:,oglíficos que existían, fueron destruhlcs 2,cme obra del demonio y el
nombre mis·,no de ko ::;11ib::;:iasestuvo a punto de
ser suprimido, puco les so:::r.ñoles, vídimas de un
error de los primeTcs (~Í2.s,continuaron llamándoles ¡'í1..1YSCf1-S) ::~eu('mi~1f'c:6r. ql"'.e en el idioma de aquel
pueblo sigí.1ificrJ)[1.~C?l¿~S, :n¿ividuos o personas.
Los cio::uillentos q:'.9 nos quedan, relativos a los
chibcbas, están diseminrdos en las rela.ciones de los
primeros cronistas. Yo he sacudido el :polvo venerable 00 sus-~ito&pa:ra.. reunir 100 -llOOhos 00 cuatro siglos de olvido, a una nación que tiene derecho
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1"!tA31i1 ANUJ!lVA GRANADA
a ocupar SU lugar en la historia del Nuevo Conti-
nente .
. En el país de los ehibchas no residía todo el poder en las mismas manos. La dirección de los asuntos, espirituales pertenecía ai gran sacerdote de
Iraca ;dal gobierno civil estaba encargado en el
norte el Zaque de Runza (hoy Tunja), y en el sur
el Zipa de Mequetá (ahora Funza).
Al llegar los españoles, el Zipa extendía su influencia sobre los Usaques, o jefes de la mayor
parte del territorio del Zaque, de modo que la monarquía .hereditaria tendía a reemplazar a la confederación primitiva de las diversas tribus.
El gran sacerdote de Iraca era elegido alterna, tivaniente por las tribus, según lo había establecido
Namterequeteba, personaje legendario a quien se
atribuye la civilización del país, llamándole también
XuéjOhinzapagua, o sea el Enviado de Dios. Cuéntase <Íliellegó del Oriente, tal vez de las llanuras
del Orinoco; era un anciano venerable, de luenga
barba blanca, y vestía una túnica y un manto cuyas
puntas estaban sujetas en los hombros. En la época
de la conquista llevaban los chibchas este traje.
Nemterequeteba encontró a los indios en un estado de completa barbarie, sin gobierno, sin leyes,
sin religión, y comenzó por enseñarles a hilar y tejer los algodones. Vivió largo tiempo entre los chibchas dándoles ejemplo de todas las virtudes y haeiéndoles aprender las artes más indispensables.
Estableció ceremonias religiosas, una administración y leyes; y más sabio que los legisladores de
Méjico y del Perú, ocupóse de la condición de las
mujeres. Los'Usaques o jefes de tribu eran, respecto a sus subordinados, infalibles e inviolables, pero
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DOCTOR SAFFRA y
283
sus esposas legítimas tenían derecho a juzgar su
conducta y aplicarles, en caso de falta grave, hasta
ocho latigazos. y no se limitaban sus atribuciones a castigar al marido, sino que al morir, estaban
autorizadas las mujeres para imponerle cinco años
de viudez, como correctivo por la falta de consideraciones a los malos tratamientos.
Cuando Nemterequeteba creyó terminada su misión, retiró se bajo el nombre de Idacanza, al santo
valle de Traca; vivió algún tiempo en Suamos, y
desapareció luégo en las llanuras de Casanare, unos
mil cuatrocientos años antes de la conquista.
En memoria de este acontecimiento¡ los indios
dieron a los últimos parajes donde habían visto a
su bienhechor el nombre de Sugamui (Lugar de
la Desaparición), que los españoles cambiaron por
el de Sogamoso.
Un fraile tuvo ocasión de ver, cerca del pueblo
de Bosa, donde Nemterequeteba había comenzado
su vida pública, un hueso de dimensión extraordinaria, venerado de los indios como procedente de
un animal que había conducido al misterioso personaje. Poco experto en materia de paleontología,
el reverendo creyó reconocer en aquella reliquia un
hueso de camello y p'retendió demostrar que el civilizador de los chibchas no podía ser sino San Bartolomé. El P. Zamora, cronista de la orden de los
Predicadores, halló más tarde argumentos irrefutables en favor de Santo Tomás, mientras que el
franciscano P. Simón, declaraba que no podía asegurar ni negar nada.
Yo creo que se trataba de un hueso de mastodonte, pues hallaron otros' de este animal, así como
dientes, en los aluviones del río Suacha.
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VIAJE
A NUEVA
GRANADA
SegÚn la leyenda de los chibchas, al principio
reinaba la oscuridad en la tierra; hallábase la luz
encerrada en un gran espacio, del cual se escaparon
al fin enormes aves que lanzaban llamas por el pico. La luz, o el Dios creador, se llamaba Chiminigagua; el día en que se disiparon las tinieblas, vióse
salir de la laguna de 19uachué, cerca de Tunja, una
mujer admirable, Bachué, llamada también Fuzachogua, es decir, Buena Mujer. Llevaba en sus brazos un niño de tres años, y cuando éste llegó a ser
hombre, casóse con Bachué, la cual dio a luz cinco
niños a la vez, con lo que se pobló la tierra rápidamente.
Cuando vio Bachué que ya había bastantes hombres, volvió con su esposo a la laguna de Iguaqué,
donde ambos desaparecieron bajo la forma de serpientes.
Los chibchas adoraban a Bachué, a la cual elevaban estatuas de madera y oro, y además del Dios
creador, reconocían una trinidad, cuya existencia,
según dice Oviedo, les fue enseñada por Bochica,
personaje legendario como Nemterequeteba. Cierto
es que entre sus ídolos había uno de tres cabezas.
Creían en la inmortalidad; pero así como la mayor parte de los pueblos de América, su ideal de la
segunda existencia no consistía en la contemplación y el reposo. Creían que los muertos bajaban al
centro de la tierra, y que allí encontraba cada cual
todo cuanto acababa de abandonar. Los sacerdotes
tenían una idea bastante clara de un Dios supremo,
tributaban a Bochica los mismos honores que al
Dios universal, pero el pueblo adoraba sobre todo
a las divinidades particulares. La principal de ellas
era Chibchacum, o Apoyo de los chibchas, a la que
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consideraban come su protector es:¡:;ecid; :m1. [labre
todo el D:cs de los 0ult~v&c~ai.·¿u~dJ :C8 1~1.~-: ,,': Jc_:'s
y de les tejedores y de los pintores de telas, y PlGsidía también las fiestas en c¡"V.e
se cebí? >. C:'l :la.
Los illdios le representaban 1;ajo la figu:'a ,IG 'C:
oso o de una garduña, no le prcfesaban gran ve,::.\)ración y decían que en vez de 011'33e:r10,
201:10 a les
otros dioses, oro, esmeraldas y alhaJ8s, bf>.s'i:8.ba
darle chicha.
El dios Chaquen presidía en los bgarss CGllSF'grados por recuerdos religiosos o po:!.' ce:'emo:,iRs,
y protegía también los límites de 1.8.Sl::JI'cpiedEdcs.
Ofrecíanle las diademas de plumRs y al'D qUEJ:eVéiban los guerreros en los combates.
Adoraban asímismo el arco iris, al qne daban
el nombre de. Cuchavira, venerado sobre todo lJ:-T
los enfermos. El origen de este culto se enlaza"ua
con la tradición de un diluvio parcial, del que se reconocen vestigios evidentes :m las mesetas de los
Andes, desde Bogotá hasta Tunja, habiél'.dose hallado aquel espacio lleno de piedras cubiertas de
jeroglíficos.
Véase ahora cómo explicaban. los c1ibchas este
diluvio. Chibchacum, descontento de los habitantES
de la llanura de Bogotá, cambió el curso de los ríos
Sopó y Tibito, dirigiéndolos hacia el llamado Fu.nza, y convirtió así todo el país en un inmenso lago.
Los habitantes, refugiados en las alturas y expuestos a morir de hambre, invocaron a Bochica. Compadecido el dios al ver su miseria, apareció en la
punta de un arco iris y lanzó en el espacio una varita de oro.,la. cualpracticó enIas aguas. una salida
al caer, formando el salto de Tequendama. Y para
castigar a Chibchacum por el mal que había hecho,
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286
VIAJE
A NUEVA GRANADA
condenóle Bochica a llevar sobre sus hombros la
Tierra. Sin embargo, pareciéndole demasiado pesada, consintió en que la trasladara de vez en cuando de un hombro a otro, lo cual explica los terremotos.
Los lugares elegidos para la adoración eran por
lo regular lagos, rocas y cascadas, pero también
había algunos templos al rededor de los cuales habitaban los cheques o sacerdotes, cuyas funciones
eran hereditarias como las de los Usaques. El niño
destinado al sacerdocio entraba a la edad de doce
años en un seminario llamado Cuca, donde permanecía hasta los veinticuatro. Allí se le iniciaba en
los dogmas religiosos, en la verdadera computación
del tiempo y en las tradiciones que formaban la
ciencia de la casta privilegiada. Terminados los
doce años de estudio, perforábanle la nariz y las
orejas para ponerle anillos de oro, y recibía la investidura de manos del Zipa, quien le entregaba
algunas hojas de la planta llamada eritroxilo coca,
como emblema de la vida retirada, ofreciéndose
después a los dioses algunos sacrificios.
Los sacerdotes no salían de su morada sino para
dirigir las ceremonias, y debían conservarse castos
y puros bajo la pena de perder su rango. En los
templos había grandes vasos que representaban de
ordinario un hombre o un animal, y que servían
para. depositar las ofrendas de oro y de esmeraldas. Cuando estaban llenos, los sacerdotes ocultaban el contenido en los parajes accesibles de las
montañas, o lo arrojaban en los lagos y los ríos.
Los chibchas adoraban también el sol; pero no
le erigían ningún templo, alegando" que era un dios
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DOCTOR SAFFRAY
287
demasiado poderoso para encerrarle entre paredes".
De los datos recogidos resulta que los ehibchas
castigaban con pena de muerte el homicidio, el rapto
y el incesto: a los acusados de este último crimen
se les encerraba en una caverna con reptiles e insectos venenosos. Los cobardes eran condenados a
vestirse como las mujeres y a dedicarse a sus mismos quehaceres; y el ladrón recibía cierto número
de latigazos. Había también delitos por los que no
se imponía a menudo más pena que la de llevar la
ropa desgarrada; pero esto era ya una nota infamante. A la mujer en quien re caían sospechas de
infidelidad, condenábanla a este último castigo. No
había cárcel por deudas, pero el Usaque .enviaba a
la casa del mal pagador un hombre de su confianza, encargado de atar a la puerta un tigre pequeño
y un oso, animales que se reservaban para este uso
y que el acusado debía mantener, juntamente con
el mensajero, hasta dejar satisfecho el débito. Cuando faltaban los animales, el enviado del jefe apagaba el fuego del hogar, y no permitía que se encendiese hasta que se hubiera satisfecho la deuda.
La industria de los cmbchas consistía principalmente en tejer y adornar las telas de algodón y en
fabricar hamacas, armas y útiles de piedra o de
madera dura. Eran muy hábiles en trabajar el oro,
que compraban en polvo a los pueblos de las orillas
del Magdalena o de Girón. Construían también ídolos, figuras de animales, vasos, diademas, cinturones y adornos para la nariz y las orejas, )T trabajaban asínlismo ~COll.- mucoo arte las~nchas,
que
servían de copas.
En cuanto al territorio que ocupaban, era rico
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VIAJE
A NUEVA GRANADA
en salinas y manantiales; los indígenas sabían evaporar las aguas en vasijas de barro, y la sal así ohtenida constituía el objeto de cambio más importante en el tráfico.
Sin contar los mercados locales, que se ccld,í':1.ban el primer día de cada semana, orgallizab:m
grandes ferias, a las que acudían los habitantes (le
los pueblos inmediatos. En toda la }\mérica, los
chibchas eran los únicos que usaban una verdadera
moneda, consistente en discos de oro de dimCll!'>i0nes y peso uniformes. Vendíase también a cd,dito;
pero la deuda se duplicaba a cada luna despué,'] de
celebrarse el contrato.
La venta a crédito y el uso de la moneda implican un sistema de numeración: los chibchas contaban primeramente por los dedos de la mano, A t.a,
Bosa, Mica, Muyhica, Risca, Ta, Cuhupeua, Suhuza, Aca, Ubchihica; si pasaba de este número añadían la palabra pié, Quihicha, y decían: Quihicha
ata, Quihicha bosa, etc.
El número de veinte se expresaba por la palabra Gueta, que también signifi(\8 CHsa; y luégo contaban por veintenas.
Todos los nombres de los números correspondían a las fases de la luna y a los trabajos agrícolas
o a las ceremonias religiosas, de modo que su llUmeración se leía casi como su calendario, formando
el conjunto un sistema mnemónico.
¿ Quién no ha oído hablar de El Dorado (Eldorad), país maravilloso donde el oro, tan común como entre nosotros el hierro, formaba montes que
resplandecían a los rayos del sol YDurante dos siglos estuvieron saliendo expediciones del Orinoco,
de Venezuela, de Nueva Granada y del Perú, para
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DOCTOR SAFFRA y
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descubrir esa tierra prometida, cuyo nombre, según el P. Simón, "resuena agradablemente al oído
y parece regocijar el corazón, porque evoca el reeuerdo del precioso metal."
Entre los aventureros célebres que recorrieron
las soledades inexploradas de América, en busca
del país del oro, figuran en primer término: Orellana, enviado por el virrey del Perú; Felipe de
Urré, gobernador militar de Coro, antigua capital
de Venezuela; y Berrera, a quien González, gobernador del Perú, no quiso ceder la mano de su hija
sino a condición de que consagrase su existencia al
descubrimiento de El Dorado. El ilustre sir Walter
Raleigh intentó también la aventura; y uno de los
motivos que impulsaron a los jesuítas a establecerse en el Orinoco fue la esperanza de llegar al
país del Oro. El P. Gumilla escribía en 1740 lo siguiente, en su Historia del Orinoco: "Lo que se refiere sobre las riquezas y los tesoros de El Dorado
no tiene nada de particular ni debe admirarnos".
y más lejos, dejándose llevar de un transporte de
celo, exclama: "Si algún día nos es permitido ir a
predicar la fe en El Dorado, i cuántos indios podremos salvar!"
Si el interior de Nueva. Granada no hubiera sido
conocido de los españoles antes de 1536, la nombradía de un país que llamaban El Dorado, y de
cuya existencia se hablaba vagamente desde el Perú hasta el mar de los Caribes, habría sido lo suficiente para que lo descubrieran a la. vez tres hombres que habían partido, el uno de Santa Marta, el
segundo de Coro y el tercero de Quito.
Federmáft,-teniente 1ielgobernador Espira, SAlió de Coro en 1535 a la cabeza de doscientos hom-
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VIAJE
A. NUEVA
GRANADA
bres; cruzó las llanuras de Casanare, franqueó el
río Meta, afluente del Orinoco, por la parte superior de su curso, y después de sufrir por espacio de
tres años todas las privaciones, todos los padecimientos imagina bles en una excursión de semejante
naturaleza, ganó las mesetas de la Cordillera oriental. Al mismo tiempo, Gonzalo Jiménez de Quesada
salía de Santa Marta con trescientos hombres y sesenta caballos, para descubrir por el sur una tierra
que se suponía rica en oro; y por último, mientras
que Federmán y Quesada proseguían lentamente
su objeto, un compañero de Pizarro, Sebastán Belalcázar, partía de Quito para conquistar también
la tierra del Oro, acerca de la cual fue el primero
en recoger datos positivos.
Hé aquí lo que le refirió un indio que, según
dijo, llegaba de un país situado al norte, conocido
con el nombre de Cundinamarca. "Hay en mi país
un lago sagrado que llaman Guatavita, a donde van
todos los años el jefe y los sacerdotes en solemne
procesión. Al llegar a la última de las gradas de
piedra por las cuales se baja al nivel del agua, el
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al centro del lago, y una vez allí, arroja en las ondas vasos llenos de oro y de esmeraldas, así como
figuras de animales del mismo metal. Los sacerdotes y el jefe van a su vez revestidos de placas de
oro y de diademas de piedras preciosas. Después
de la ofrenda ordinaria, el jefe se despoja de sus
hábitos, para que le froten con trementina de frailejón; cúbrenle el cuerpo de polvo de oro, y haciendo entonces una invocación al sol, se bañan en el
lago" .
Tal es el verdadero origen de la palabra El Do-
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DOCTOR SA.FFRA.y
291
rado, el Hombre Dorado, que se convirtió después
en Eldorado, aplicando a un país lo que en el origen se refería a una persona.
Bajo la fe de este relato, Sebastián Belalcázar
avanzó por el territorio de los indios de Pasto, descubrió el valle del Patía y el de Popayán, franqueó
la. Oordillera Oentral, así como el valle de Neiva,
y dio por último vista a la gran extensión en que se
hallaba Bogotá, nombre que significa en chibcha
límite de los campos en cultivo.
Aquel era el país que llaman Eldorado, pero Belalcázar lo ignoraba aún. A Quesada estaba reservada la gloria de recorrer triunfante. el país de los
chibchas y recoger sus riquezas.
Quesada, prosiguiento su camino a lo largo de
la Oordillera Oriental, cruzó el río Sarabita, afluente del Sogamoso, y atravesó luégo el territorio de
Guachetá, donde los indios le ofrecieron oro y esmeraldas.
Sin embargo, noticioso el Zipa de la llegada de
los extranjeros, publicó un bando de guerra, presentando batalla a los españoles cerca de Nemocón,
donde se explotaba una salina. Los castellanos quedaron vencedores.
El Zipa se retiró a sus tierras; desapareció luégo, llevando consigo todas sus riquezas, y dejó a
los españoles en posesión de Bogotá.
Como quiera que los indios asegurasen a Quesada que las esmeraldas procedían del nordeste, púsose aquél en marcha en dicha dirección; reconoció,
en efecto, las minas de Somondoco, y engañado por
sus guías, anduvo errante cerca de dos meses a una
jornada de.Hunza, residencia deIZa-qúe· Quemunchatocha. Sin embargo, un traidor le enseñó el ca-
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VIAJE
A NUEVA GRANADA
mino, y entonces precipitóse hacia la ciudad, cuyas
puertas, revestidas de placas de oro, resplandecían
desde lejos a los rayos del sol.
Los españoles forzaron la entrada de la casa
del Zaque, a quien hallaron sentado e impasible, rodeado de varios jefes que ostentaban adornos de
oro y escudos del mismo metal. Quesada mandó
agarrotar al Zaque, visto lo cual por los indios, emprendieron la fuga en todas direcciones. El saqueo
duró toda la noche, a la luz de las antorchas; entre
otros objetos preciosos, encontróse en la habitación
de Quemunchatocha una especie de urna funeraria
de oro, que contenía osamentas y esmeraldas y se
calculó en quinientas mil piastras el valor del botín.
Sabedor de la existencia del templo de Sogamoso, Quesada proyectó apoderarse" de él, y después
de haber derrotado a los indios del valle de Iraca,
llegó, al ponerse el sol, a la vista del famoso templo, donde residía el gran sacerdote. Durante la
noche penetraron dos soldados en el sagrado recinto y al resplandor de una tea vieron brillar placas de oro en las columnas, sobre las momias, en
las paredes y hasta é.u el pavimento, pero en su precipitación por apoderarse de tánta riqueza, depositaron sus teas sobre una esterilla, y comunicándose
el fuego al punto, las llamas rodearon muy pronto
el edificio.
Después de una expedición poco ventajosa por
el valle de Neiva, Quesada volvió a establecerse en
el territorio del Zipa, no lejos de Teusaquillo. Allí
mandó a los indígenas construír doce grandes casas, en recuerdo de los doce Apóstoles, y un edificio
más vasto, que serviría de iglesia, y a principios de
agosto de 1534, el feliz capitán tomó posesión de la
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DOCTOR SAFFRA y
293
nueva ciudad, en nombre del emperador Carlos V,
dándola el nombre de Santa Fe de Bogotá, así como
el de Nueva Granada a los países nuevamente sometidos. Celebróse la primera misa el 6 de agosto, de
cuyo día data la fundación social de la capital; pero, según observa el P. Simón, "Quesada no mandó
levantar ningún patíbulo ni horca, ni estableció un
curato, ni nada de lo que exige el buen gobierno de
una ciudad."
Tomando a Bogotá por base de operaciones,
Quesada envió a reconocer el país de las cercanías;
pero a poco le trajo uno de sus tenientes la noticia
de que se acercaba una tropa de españoles, vestidos
de seda y con magníficas armas, la cual se dirigía
por el valle de Neiva con un verdadero ejército de
indios cargados de bagajes: era la expedición de
Belalcázar; Quesada, temiendo la presencia de un
rival, envió un embajador al jefe para ofrecerle
varios objetos de oro, felicitarle por su llegada. y
sondear sus intenciones; pero Belalcázar aseguró
que no era su ánimo molestar a los que primero habían llegado, y que sólo deseaba continuar su camino para ir en busca de El Dorado.
Mientras que se disponía Quesada a recibir a
Belalcázar como amigo, supo que por la parte del
Oriente, y cruzando los páramos de Sumapaz, avanzaba otra tropa de españoles, a las órdenes de Federmán. En este segundo ejército, hombres y caballos iban muy flacos, la humedad había inutilizado
las municiones, por lo cual se tiraron los arcabuces;
las espadas, cubiertas de orín, no salían de la vaina, y los aventureros iban cubiertos de pieles de
an~alespara
preaervarse .dBlli'íQ de-las montañas.
- Temiendo Quesada que Federmán se uniese a
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VIAJE
A NUEVA GRANADA
Belalcázar para imponer condiciones, trató apresuradamente con aquel jefe, quien se contentó con
una suma de diez mil piastras.
Así se reunieron en la llanura de Bogotá, en un
reducido espacio, aquellas tres expediciones que habían partido de puntos tan lejanos en busca del país
del oro y de las piedras preciosas. Los cronistas
nos dicen que cada tropa se componía de ciento sesenta hombres y un monje, el cual hacía las veces
de embajador. Después de muchas conferencias, los
tres jefes se pusieron de acuerdo: Belalcázar resolvió fundar en Neiva una ciudad que pertenecería
a la jurisdicción de Popayán, cuyo gobierno esperaba obtener, y reclamó para sus soldados el derecho de regresar al Perú. Los compañeros de Fp.dermán fueron admitidos a compartir con los so1-·
dados de Quesada los futuros beneficios de la conquista.
Después de ha,berlo arreglado todo amistosamente, los capitanes marcharon a España, a fin de
dar a conocer sus derechos V limitar sus jurisdic.
ciones, según lo dispusieron al emperador Carlos V.
XXVI
BOGOTA.-USOS
y COSTUMBRES.-COMERCIO
E INDUSTRIA.-AGRICULTURA
y PRODUCTOS.-ARTES
LIBERALES.-ANTIGuEDADES.-LOS
INDIOS DE LOS ALREDEDORES DE BOGOTA.-EL SALTO DE 'TEQUENDAMA.
OBSERVACIONES GEOLOGICAS y PALEONTOLOGICAS
EN LA MESETA DE BOGOTA.-LAS SALINAS DE ZIPAQUIRA.
Los neo-granadinos se muestran orgullosos de
su capital, Santa Fe de Bogotá; para los que no
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DOCTOR SAFFRA y
2~5
han viajado es la primera ciudad del mundo.
Desarróllase graciosamente en la falda de los montes Monserrate y Guadalupe, a dos mil seiscientos
cuarenta y cuatro metros sobre el nivel del mar;
cuando se le ve desde la llanura, con sus torres y
!3UScampanarios, creeríase que es una bonita ciudad egropea, pero tiene muchas calles angostas de
dudosa limpieza. Como cada cual es libre de edificar
a su antojo, vénse miserables casuchas junto a elegantes edificios, de gran fachada y vistosos miradores.
Las casas de Bogotá están dispuestas como las
de otras ciudades del país; el cuerpo principal del
edificio se desarrolla alrededor de un patio central,
adornado con una fuente y arbustos.
En muchas casas hay muebles a la europea y
parece qUl;llospianos han invadido aquellas alturas,
donde se esfuerzan para destronar a la tradicional
guitarra.
Los monumentos son numerosos: cuéntanse
treinta y cuatro iglesias o capillas, ocho conventos
y dos hospicios, todos de construcción antigua. Las
iglesias más notables son las de los Dominicos y
de .San Juan de Dios. La Catedral, que aspira al
estilo corintio, fue edificada según los planos de un
arquitecto neo-granadino, en el mismo emplazamiento del templo de m-ªdera, cubierto de rastrojo,
que mandó levantar Quesada. Un criado me la enseñaba con orgullo, diciéndome que era magnífica
y que lo más notable de ella consistía en haber sido
edificada en el país. Bien se podía dispensar semejante rasgo de vanidad al reflexionar con cuántas dificulta des se tropi eza en aquel país .para llevar
a cabo los trabajos más sencillos. El altar mayor
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VIAJE
A NUEVA
GRANADA
de la Catedral es muy rico; la estatua de la Virgen
está adornada de mil trescientos cincuenta y ocho
diamantes, mil doscientas noventa y cinco esmeraldas, trescientas setenta y dos perlas y cincuenta y
nueve topacios y amatistas. Esta Virgen es una de
las más ricas de la América del Sur.
Bogotá posee una biblioteca pública, un colegio
nacional, un arzobispado, un observatorio y la Oasa .
de la Ciudad. Esta última, de buena construcción,
ocupa uno de los lados de una plaza adornada con
una magnífica estatua de Bolívar. La población de
Bogotá es de unas cincuenta mil almas, lo cual no
se creería, a juzgar por la calma y la soledad que
reina en todas las calles; la más animada es la Calle
Real, donde están los principales almacenes, que
en rigor no son sino pequeños bazares universales
en los que se venden telas de diversas clases, velas,
vinos, zapatos, artículos de quincallería yagua de
Colonia.
En los más de los almacenes se forma una tertulia entre los amigos de la casa y los desocupados,
que hablan de política, critican a los transeúntes y
murmuran de! prójimo.
En todas las ciudades de Nueva Granada se
asemejan las costumbres tanto como las casas; sólo
hay diferencias de más o menos; pero en Bogotá,
sin embargo, se observa en los habitantes algunos
de los rasgos característicos en las capitales. Son
sociables y corteses, y aunque muy afectuosos a su
país, interésanse por lo que sucede en los más lejanos. Parece que las damas de Bogotá gustan en
todas partes; llevan con una gracia sin igual la
mantilla de encaje, o el adorno de baile, y casi todas
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DOCTOR SAFFRAY
297
tienen magnífico cabello negro y hermosos ojos del
mismo color.
Su educación es más completa y su vida menos
retirada que en las otras ciudades del interior, pero
las puritanas de provincia no podrán nunca criticar
a las damas de Bogotá por tal concepto, pues son
jóvenes recatadas y fieles esposas.
En Bogotá no hay comercio de exportación; las
importaciones se hacen siempre por el Magdalena.
Las mercancías de los Estados Unidos no son muy
apreciadas; se prefieren los artículos ingleses, alemanes, suizos y franceses, que llegan en pequeños
vapores hasta Honda, desde donde los transportan
en mulas por un camino que podría ser mejor. En
lo futuro, cuando las llanuras del Este, en los Estados de Boyacá y de Cundinamarca, estén conve·
nientemente pobladas, Bogotá podrá ponerse en
comunicación con Venezuela y el Brasil por el río
Meta, tributario del Orinoco.
La industria de Bogotá es casi nula: hasta los
artículos que sería más fácil fabricar en el país,
tales como el papel, el jabón y las bujías, se traen
del extranjero a gran costo. No hace mucho tiempo que se fabrican algunos objetos de hierro. Los
artesanos granadinos imitan bien, pero no saben
crear; no han recibido educación profesional, y sus
útiles son insuficientes, pero en cambio se distinguen por su sobriedad e inteligencia y pueden llegar
a ser hábiles cuando haya quien los dirija.
La llanura de Bogotá, cuya altitud media es de
dos mil quinientos metros, disfruta de un clima salubre, aunque algo húmedo; la temperatura media
anual es. de c,atorce grados centígl~adosj· perQ durante las noches muy claras, el termómetro baja
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298
VIAJE
A NUEVA
GRANADA
algunas veces hasta cero. En resumen: el terreno
y el clima se prestan, sobre todo a la cría de ganado
y al cultivo de los cereales.
Los productos de la llanura consisten en trigo,
centeno, maíz, habichuelas y patatas. De Bogotá
procede la patata que fue enviada por primera vez
a Europa por el inglés Juan Hawkins.
En los jardines abundan los perales, los manzanos y los albérchigos, cuyos frutos, preciso es decirIo, son pequeños y poco suculentos. Podríase
cultivar con éxito la oca y la mayor parte de lluestras legumbres herbáceas, de las cuales sólo figura
la col en la alimentación ordinaria.
Lo que más falta hace en esa vasta llanura de
ocho leguas de largo por· diez y seis de ancho, son
los árboles, que evitarían la monotonía que observa
el viajero, obteniéndose a la vez no pequeñas utilidades. Podría cultivarse, sobre todo con ventaja, el
drymis granatensis, llamado aquí canelero de montaña, si su corteza no puede competir con la verdadera canela, el aceite esencial que contiene en
abundancia hallaría fácil salida en los mercados
,..,
..•..•.•.•
"Y"\nno
CiU.J. Vf.I,,-,v.u.
Bogotá es la ciudad más civilizada de Nueva
Granada. Además de los estudios clásicos ordinarios, se enseña allí leyes y medicina; pero el gusto
a las ciencias es menos general que el que se muestra a las letras. Las artes liberales se cultivan poco,
aunque los hijos de Bogotá son aficionados a cuanto a ellas se refiere, y hasta pudiera decirse que
todos nacen artistas o poetas. Como la poesía no
se aprende, alcanzan mejores resultados en este
arte que en otros muchos, y si los mejores poetas
de Nueva Granada no alcanzan al genio, no se les
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299
puede negar en cambio la inspiración, la gracia y
el sentimiento. Sin hablar aquí de Arboleda ni de
Caro, podría citar varios poetas cuyas composiciones no desmerecerían .de las de Espronceda o de
Zorrilla.
El dibujo es la parte más descuidada en la edu. cación en las escuelas que anuncian su enseñanza
en el programa; el maestro se limita a que el discípulo copie narices,. ojos, algún perfil de árbol, un
carnero o una iglesia.
Casi todas las mujeres aprenden un poco de música, la guitarra o el piano, con lo cual quiero decir
que al cabo de cierto número de lecciones llegan a
poseer un pequeño repertorio, compuesto de dos o
tres romanza s, un rigodón y un vals.
En una palabra, en Bogotá existe el gusto a las
artes y a la inspiración natural, pero nada más:
faltan maestros y oportunidades para que los artistas den pruebas de su talento. El gusto al lujo
no se ha desarrollado bastante aún para que las
artes prosperen en Bogotá.
En todos los ramos del saber humano se encuentran, no obstante, algunos hombres de talento
y de conocimientos profundos, pero la inmensa mayoría no sabe nada, o apenas sabe alguna cosa. Los
hijos de Bogotá se fijan mucho en algunas felices
excepciones y hasta cierto punto tienen razón; pero
si establecieran un término medio, verían que en
su Nueva Atenas está todavía casi todo por hacer
en cuanto a la educación elemental y clásica y a la
enseñanza de las artes liberales.
Vásquez era indudablemente un buen pintor,
pe~o.. est.o..no .hasta para. dar -gl.o.ria.a.unpaís.
Elteatro de Bogotá posee una orquesta, mas no me-
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300
VIAJE
A NUEVA GRANADA
rece ni 8iquiera el nombre de tal. En fin, aquí ni
hay escuelas profesionales, ni academias ni museos.
Esta capital debería poseer colecciones de todas las
riquezas naturales del país, pero desgraciadamente el único individuo que aquí se titula naturalista
es a la vez barbero y peluquero. No hay más remedio que dirigirse a los particulares, dar infinitos
pasos y solicitar presentaciones sin fin para ser
admitidos en el local donde se guardan las antigiiedades de madera, piedra, barro y oro, que se libraron del celo de los curas y de la avaricia de los conquistadores.
He visto en Bogotá objetos de alfarería procedentes de las tumbas de los chibchas, y aseguro que
pueden rivalizar por la pureza de las líneas, el buen
gusto de los adornos y la viveza de los colores, con
las obras más perfectas de este género halladas en
Méjico. Algunas piezas son de un magnífico negro
y otras de un rojo pardo con dibujos blancos. Varios ídolos de oro indican un arte muy avanzado.
Los indios sabían fundir, alear, soldar y cincelar
el oro; hacían figuras de dioses y amuletos, adornos para la guerra y alhajas.
Entre los objetos de piedra que dejaron los chib. chas, uno de los más notables consiste en un calendario de petrosilex, en el cual se ven representadas
dos figuras humanas, dos regatones, dos carcaj es
guarnecidos de flechas, dos cestillos y dos ranas.
Dejo a los anticuarios el cuidado de interpretar este
documento, del cual no he hallado la clave en la
numeración, ni en la computación del tiempo adoptado por los chibehas. Más feliz fui en lo que se
refiere a la relación de los números de uno a diez
con el año lunar y el astronómico.
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DOCTOR SAFFRA y
301
Demos a los diez dedos los diez nombres de los
números: el mes de la sementera, que corresponde
al principio de la estación de las lluvias, caerá cada
año dos dedos más allá que el que sirvió de punto
de partida: de modo que al tercer año, para hacer
que corresponda el año astronómico con el lunar,
ha de intercalarse una luna, es decir un dedo, y este
mes intercalado era el que se llamaba entre los chibchas Cuhupcua, o sea luna sorda.
Comencemos por Ata: los indios la representaban en sus jeroglíficos por la rana símbolo de las
aguas, o por la rana saltadora, para aludir además
al principio del año. Si llamamos a este mes enero
de 1870, vemos que el correspondiente de 1871 caerá
en Mica, que es la d~cimatercera luna después de
Ata; que enero de 1872 corresponderá a Hisca, décimatercera luna después de Mica, y que enero de
1873 coincidirá con Sahuza, es decir con el mes lunar
que sigue a la luna sorda. Como el año civil de los
chibchas constaba de veinte lunas, era preciso intercalar un mes en el tercer año lunar para que los
treinta y siete meses formasen un año astronómico:
el pueblo no se daba cuenta de esta intercalación,
inventada por los sacerdotes.
En cuanto a la piedra grabada de que antes
hablé y cuyo dibujo conservo, las figuras, en número de diez, como los dedos y los símbolos representados, me inducen a creer que es un calendario.
A cierto ciudadano de Bogotá, que siguiendo la
costumbre se había puesto a mi disposición, le
rogué me acompañase a los alrededores del río
Choachí, donde esperaba encontrar descendientes
de los cllibchasy pero al llegar, al sitio perdí del todo
las ilusiones. & Cómo se podía esperar que una
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30t
vIAJE
A NUEVA GRANADA
servidumbre de varios siglos no hubiera borrado
hasta el último vestigio de la originalidad de aquel
pueblo T
Los indios de Boyacá son pesados de cuerpo y
de espíritu e indolentes; no tienen pasiones ni virtudes; son enemigos del trabajo, y muéstranse rebeldes a la civilización. Sus cabañas son pequéñas
y sucias; sus campos están mal cuidados; su única
industria consiste en tejer sombreros y cestas. No
se les puede ocupar como criados, pero como correos
no tienen rival.
Ellos son los que han inventado el caballo de
paja, excelente para viajar en sus montañas cónicas,
cubiertas de césped casi por todas partes. Este caballo de paja consiste simplemente en un haz de
largas yerbas; durante la subida, el indio se lo
carga al hombro, pero en la bajada, se pone sobre
él en cudillas; cógele por el cuello, mientras la cola
arrastra por detrás, y por la sola fuerza de la gravedad, hombre y montura descienden rápidamente.
Por una pequeña retribución está siempre dispuesto
el indio a repetir sus curiosos ejercicios de alta
escuela.
Después de haberme asegurado de que mi nuevo
amigo don Fernando no me hacía sus ofrecimientos
por cumplido, y que su complecencia era sincera,
acepté su invitación de ir a visitar la cascada del
Tequendama que se halla a cuatro leguas de la
capital.
El Tequendama no es otra cosa sino el río Bogotá o Funza, con su caudal aumentado por numerosos afluentes. Reina la más completa calma en
sus orillas cubiertas de bosques; pero el conjunto
de la vegetación no ofrece el carácter tropical; di-
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DOCTOR SAFFRA y
303
ríase que es más bien la naturaleza del mediodía de
Francia en un día de otoño. Acá y allá forman los
vapores ligeras nubes alrededor de los árboles,
nubes que disipan muy pronto el aire o el sol.
Sobre el salto de agua, a la altura de dos mil
cuatrocientos setenta y siete metros, el Bogotá, que
ofrece en aquel sitio unos cincuenta de anchura, se
desliza tranquilamente entre paredes coronadas de
verdura. De repente se estrecha diez o doce metros
de ancho, obstruída por algunas rocas diseminadas,
conviértese el río en un rápido torrente, que cada
vez más impetuoso llega por fin al borde de un
precipicio cortado a pico, de ciento ochenta y tres
metros de profundidad, y entonces precipítase allí
en forma de ondas espumosas, que saltan, se rompen, silban y producen al llegar al fondo un fragor
semejante al del trueno. En vano se trata de medir
con la vista el abismo, pues en aquella inmensa
caída parece reducirse el agua a polvo; la espuma,
a través de los grandes árboles, semeja una deslumbrante columna de vapores ondulantes en los que
se pinta el arco iris.
El sitio donde se ve el salto del Tequendama era
sagrado para los chibchas; allí se celebraban sacrificios en conmemoración de la varilla mágica de
Bochica, que abrió aquella brecha para salvar a
su pueblo del diluvio, del mismo modo que los tesalianos dan gracias todos los años a Neptuno por
haber abierto para el río Pené un paso entre los
montes Pelion y Ossa, y así como los hidroforios
transmitían la leyenda del templo erigido por Deucalion a Júpiter Olímpico, después que el rey de
los dioses_y d!;llos hombres_ hllbo_abierto un lecho
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804
VIAJE
A NUEVA GRANADA
para las profundas aguas que amenazaban sumergir a Atica.
Volvamos ahora a la meseta de Bogotá. He visto
en varias colecciones de curiosidades del país algunas osamentas fósiles, que procedían evidentemente de diversas especies de grandes animales de los
períodos mioceno y plioctmo, así como de la época
cuaternaria. Cerca de Soatá (Tundama) se han
hallado, en un terreno calizo, a mil trescientos vein, ticinco metros de altura, muchos huesos de mastodonte, de los cuales me enseñaron un colmillo de
dos metros de longitud. En el terreno margoso más
antiguo, el de la Laguna Verde, se ha descubierto
un omoplato de ochenta centímetros de largo por
sesenta de ancho, y vértebras de treinta de diámetro. El depósito más considerable de estas osamentus está a la altura de dos mil setecientos veintiocho
metros, en los alrededores de Soacha. Los fragmentos de esqueleto que se han recogido, provienen
sin duda del mamuth (Elephas primigenius), cuya
presencia se reconoció en la formación cuaternaria
de los Andes, desde Chile a los límites de la cordillera oriental, y en los terrenos de la misma época
en Méjico y los Estados Unidos hasta el Canadá.
El megaterio se encuentra en la América del
Sur, en los terrenos de diluvium, desde el Paraguay, donde fue descubierto por primera vez hasta
las llanuras bajas del Magdalena, cerca de Tenerife.
La llanura de Bogotá, así como las mesetas de
Túquerres, de Tunja y de Pamplona, pertenece a
la formación secundaria. Encuéntranse en ella numerosas esfloraciones de los terrenos jurásicos y
triásicos, y hasta del calcáreo carbonífero.
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DOCTOR SAFFRA y
305
En los alrededores de Moniquirá hay amonites
perfectamente conservados, que tienen hasta un
metro de diámetro, y en diversos puntos se ha descubierto la hulla y el petróleo. A pocas leguas de la
capital se explota en pequeño una mina de carbón
de tierra.
Desde Bogotá a Tunja se extienden bancos de
marga s y de arcillas mezcladas con capas de sal
gema, que alimentan numerosas fuentes salinas,
algunas de las cuales eran explotadas ya por los
chibchas. La sal gema se extrae ahora abundantemente de la mina de Zipaquirá.
Los hijos de Bogotá- tienen, pues, motivo para
estar orgullosos con su gran llanura: allí tienen a
mano canteras de arenisca, de yeso y de margas;
minerales de hierro en abundancia, salinas, minas
de carbón y depósito de petróleo. El suelo se presta
además maravillosamente a los más variados cultivos.
XXVII
REGRESO POR EL QUINDIO.-UNA GRANJA.-LA HOJA DEL
CALADIUM.-EL P APAYO.-LAS FIERAS.-:MI RECEP·
eraN EN CALI y DESPEDIDA.-LA CIUDAD DE JUNTAS.
NAVEGACION EN EL DAGUA.--CANTO DE LOS NE·
GROS.-UN PEZ QUE VALE SU PESO EN ORO.-EL
PUERTO DE BUENAVENTURA.
Los acontecimientos políticos continuaban cerrándome el camino de Quito, que yo esperaba ganar por Neiva, A.lmaguer, Pasto y Túquerres.
Para regresar a Europa me quedaban dos ca:
minos:el Magnalena, qtte-ya- eonoma,y el Dagua,
que desemboca en las costas del Pacífico, en el
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306
VIAJE
A NUEVA GRANADA
puerto de Buenaventura. Todo me inducía a elegir
este último itinerario. Había dejado en Cali la mayor parte de mis bagajes, de los cuales sentía estar
separado tánto tiempo, y por otra parte deseaba
ver el Chocó, acerca del cual sólo me habían dado
algunas noticias incompletas. En su consecuencia,
tomé el camino del Quindío para volver a Cali.
Después de pasar por Nesa, Juntas y Jataquí,
crucé el Magdalena. Experiméntase una inexplicable sensación de bienestar cuando se baja rápidamente de las tierras frías para penetrar en las tierras cálidas.
Las orillas del Magdalena ofrecen aquí una vegetación casi tan poderosa y variada como en las
partes bajas del río: los cédros y las higueras dominan sobre los árboles y arbustos inferiores; los
bejucos parecen pendientes como cuerdas lisas, y
a pocos pies de tierra proyectan un ramo de ra1cillas. Tan pronto forman al rededor del árbol que
invaden una cortina de plantas trepadoras, como
una especie de tapiz esmaltado de flores; otras
veces se asemejan a gruesos cables de buque, y
enlazan con la tierra la cima de un elevado tronco,
recto como un mástil.
Algunos son planos y se arrollan en espiral;
otros trepan retorciéndose y la vista no puede seguir sus caprichosos nudos e intrincado enlace.
Las orillas del río están cubiertas de cañaverales, cuyo aspecto recuerda el de las cañas de azúcar;
de trecho en trecho invaden la húmeda tierra espesas matas de caladium, una de las cuales bastaría
por si sola para preservar a un hombre del sol y de
la lluvia.
Detuvímonos a descansar un poco en nna peque-
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DOCTOR SAFFRA y
307
ña granja, situada a poca. distancia del río; el amo
estaba. a.usente, pero su mujer, joven chola de color
mate y ojos negros, nos hizo los honores con mucha gracia. Consistía. su traje en una falda de indiana y en una camiseta de espesa. muselina, sin
mangas y muy escotada. Su negro cabello pendía
en largas trenzas y un escapulario de filigrana de
oro adornaba su bien perfilado cuello. Su hermano,
joven de unos quince años, de aspecto inteligente,
se empeñó en servirme de escudero, mientras que
mi criado cuidaba de los bagajes.
La casa, construída de bambúes y cañas y cubierta de hojas de palmera, estaba protegida. por
la sombra de algunos grandes árboles. Un plantío
de bananos ocupaba un lado del recinto, y en el otro
vagaba. de un lado a otro una escuálida vaca en
medio de los tallos de maíz resecados.
En la sala principal había dos mesas cubiertas
de tazas de porcelana, vasos de a.dorno, guirnaldas
y divisas; de las paredes pendían varias imágenes
iluminadas con colores charros; una representaba
al mártir San Andrés, la otra a la Virgen de los
Siete Dolores y la tercera un episodio de la historia
de cierto capitán que se casó con una sultana.
En las dos extremidades de la sala veíanse unas
cortinas medio levantadas, sostenidas por cintas,
y que ocultaban en parte la. entrada de las a.lcobas.
En la que me cedieron había una cama, que se componía de un cuero de buey tendido sobre un marco,
cubierto de una esterilla. muy fina, y de cuyos bordes pendían unos paños de muselina con dibujos;
la indispensable mosquitera estaba sostenida por
cuatro -delgadas- -eolunmas. Una sina, Ulla mesa y
un espejo, completaban el mobiliario.
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308
VIAJE
A NUEVA GRANADA
Trajéronme agua en una gran calabaza y por
servilleta un pedazo de tela de algodón, con bordados de color en ambas extremidades y guarnecida
de una larga franja.
Nos sirvieron para comer un sancocho, especie
de olla podrida del país, una tortilla de bananas
y un jarro de mazamorra; para postre nos dieron
granadas.
Después de comer nos fuimos a tomar el fresco
a un prado contiguo, en cuyo centro crecía un magnífico papayo. Exceptuando los helechos arborescentes, no he visto nada tan gracioso como esta
planta, que en su tallo recto y unido presenta un
ramo circular de frutos en todos los grados de madurez, protegidos por grandes hojas de graciosos
recortes.
Aquella granja de las orillas del Magdalena,
situada en medio de una naturaleza tan espléndida,
entre los frutos, las aguas vivas, las flores y las
aves, me pareció una morada deliciosa; pero mi estancia allí no fue más que de un día, y la dulce
impresión que experimenté pasó como un sueño.
Des!'u'rollábase ant.e nosotros la extensa sabana
de Ibagué, limitada por las altas montañas del
Quindío, y fue preciso volver a pasar por el mismo
fango, costear los mismos precipicios, trepar por
las mismas rocas y pendientes por donde había pasado algunos meses antes.
Cuando llegábamos temprano al término de la
jornada, emprendía yo cortas excursiones a las
montañas para buscar plantas, piedras e insectos.
En uno de estos paseos vi en un montecillo, sostenido por paredes de pÍzarra, una planta que me
pareció ser la del fresal. No esperaba encontrar
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DOCTOR SAFFRA y
309
en la cima de los Andes este género, pues creía que
era exclusivamente propio del antiguo continente.
La duda, sin embargo, se convirtió bien pronto en
certidumbre, porque a pocos pasos más allá vi un
ejemplar bien auténtico cargado de fruto.
Sí; a una altura ae dos mil novecientos metros
y a los 4° 40' de latitud septentrional, se encuentra
en el Quindío una verdadera fresa (fragaria ... )
de una variedad desconocida en Europa, y no creo
que se haya visto en ningún otro punto de la América del Sur.
En Cali me esperaba una mala noticia: mi casa
había sido saqueada durante mi ausencia, bajo la
dirección del gobernador de la prcvincia, por haberle dicho los liberales que yo había abrazado la
causa de Arboleda, y servido en su ejército en clase
de médico.
El gobernador, sabueso muy fino a lo que parece, había descubierto en casa de un inglés un
cofre que yo dejé, creyéndole bien seguro allí. Contenía mis objetos más preciosos como recuerdo y
como valor, y habiéndole agradado a dicho funcionario, mandó que lo trasladaran a su domicilio, sin
duda para guardarlo en clase de rehenes.
Haría apenas dos horas que me hallaba en Cali,
cuando se me presentó un agente en nombre del gobernador, para rogarme que le siguiese a casa de
su amo..
El alto funcionario me recibió cual convenía a
las circunstancias; tratóme de rebelde y de conspirador, y en un sentido dicurso declaróme que se
veía en la triste necesidad de reducirme a prisión.
Mis protestas roeroninútiles-;mi eofre me había
perdido.
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310
VIAJE
A. NUEVA. GRANADA
Dos alguaciles me condujeron a la cárcel, donde
encontré muy buena sociedad, pues algunos de los
prisioneros eran amigos míos; uno de ellos me ofreció la mitad de su esterilla y al cabo de una hora
quedé completamente instalado.
La primera cosa que hice fue escribir dos cartas:
una a cierto negociante liberal a quien yo había
prestado servicios durante la guerra, y la otra al
superior de los Padres Franciscanos, con quien estaba yo en buenas relaciones.
Sus visitas no se hicieron esperar y al punto les
expliqué el asunto de que se trataba.
Al principio se mostró el gobernador inflexible,
sin que nada bastara para convencerle; pero cuando se habló de arreglo, de rescate y de multa, prestó
atento oído, y fijó el precio de mi libertad en diez
mil piastras fuertes. Después de largos debates
conseguí que se rebajara la cantidad a seis mil,. to~
mando valores diversos del cofre confiscado.
Sufrí una cruel decepción al hacer el inventario
de lo que había querido dejarme, pero creí lo más
prudente no reclamar.
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temente despojado; poco me importaba el dinero;
pero la pérdida de mis colecciones era irreparable,
y con el mayor abatimiento me alejé de Cali para
dirigirme hacia el Pacífico.
Durante dos días seguimos un camino accidentado, que por una serie de terrazos conduce a las
alturas de la Cordillera occidental. En aquel acumulamiento de montañas no se ven despejados horizontes, y las cimas están casi siempre envueltas
en la bruma. Después de algunas horas de marcha
por las pendientes que miran al Pacífico, se ve de
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DOCTOR SAFFRA y
311
pronto, al doblar un recodo del camino y en el fondo de un precipicio, un pueblo situado en la confluencia de los ríos Dagua y Pepita. Las gentes del
país llaman a este pueblo la ciudad de Juntas; el
sendero que baja a esta especie de abismo es tan
sinuoso, que de una curva a otra no hay a menudo
más que el largo de una mula.
J untas tiene de ciento cincuenta a doscientas
casas del más mezquino aspecto, que parecen deterioradas por la humedad del clima; por todas partes se elevan altas montañas cubiertas de bosque;
el aire, cálido y saturado de vapores, no puede renovarse, y por lo tanto hace un calor sofocante.
Nadie vive por su gusto en Juntas; la población
se compone de traficantes y comisionistas, por cuyas manos pasan todas las mercancías transportadas por el Dagua; también hay unos doscientos negros, los más de los cuales tienen piraguas. La parte femenina de la población parece poco numerosa,
pero añadiré que esto no es de sentir, aunque mal
me esté decirlo.
Dos mocetones de un color negro de ébano, dos
verdaderos atletas, .me juraron por todos los santos
del paraíso, que me conducirían sano y salvo a Buenaventura; y después de tomar informes, acepté
sus ofrecimientos. Uno de los negros era propietario de una barca, en lo cual vi cierta garantía, porque estaba en su interés conducirme con prudencia.
Debo advertir que en el alto Dagua es la navegación tan difícil como peligrosa, hasta el punto de
que la vida del viajero depende a menudo de un
grito, de un gesto, de una mirada del que dirige la
maniobra.· Las embarcaciones son· piraguas de reducido tamaño, sólo de dos pies de anchura, y no
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312
VIAJE
A NUEV A GRANADA
hay sitio más que para el viajero y dos cofres. Es
preciso sentarse de una manera por demás incómoda y fatigosa, con las rodillas a la altura del pecho,
y se ha de permanecer completamente inmóvil.
Al principio hay muy poco fondo; los negros
arrastran, por decirlo así, la piragua sobre un fondo de piedras muy lisas, o la introducen en medio
de pequeños canales, a donde, flotando unas veces
y levantada otras a brazo, avanza a duras penas.
Bien pronto se penetra en las corrientes que forman entre las rocas que interceptan el lecho del río,
a cortos intervalos, una serie de pequeñas cascadas
y de remolinos. Los dos negros, armados de largas
pértigas, dirigen el frágil tronco de árbol en medio
de los pasos más peligrosos, con una sangre fría
admirable. Un golpe de pértiga en falso, un esfuerzo mal medido, o un segundo de tardanza, y todo se
pierde sin remedio, embarcación y hombres. Así
murió un amigo mío que me seguía por el río, a un
cuarto de hora de distancia.
Durante las ocho primeras leguas de esta temible navegación, se hace una bajada de trescientos
och~nta ll1etros por lo menos. p.t..lllegar a un sitio
llamado el salto, son tan infranqueables los obstáculos, que es preciso tomar tierra y cambiar de
piragua. Más allá no son las aguas tan peligrosas; .
la pendiente disminuye, el caudal del Dagua, aumentado con el tributo de numerosos riachuelo s,
pierde poco a poco sus condiciones de torrente, y
entonces se puede avanzar a remo. A intervalos se
encuentran cabañas de negros cuyos campos de
maíz, de cañas y de bananos, forman en el bosque
cuadros pintorescos.
En una noche clara y serena seguíamos lenta-
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DOCTOR SAFFRA y
313
mente el curso del río, y ya comenzaba a dormirme
el monótono rumor produci{lo por los remos, cuando
oí de pronto a mi capitán entonar una de esas senttdas melodías que tánto gustan a los negros, y que
me causó agradable impresión en medio del silencio
que nos rodeaba.
Al leer por segunda vez mis notas relativas al
río Dagua, hallo el siguiente extracto de un libro
impreso en 1826, que por su título se anuncia como
"útil a los marinos, y particularmente a todo viajero negociante":
"Río produce un pez muy singular, llamado en
el país chalua; no tiene escamas, su cabeza es enteramente igual a la de un sapo grande, y su boca
ofrece una forma idéntica a la de .dicho reptil; su
carne, tan deliciosa como nutritiva, es preferible a
la de cualquier o~ro pez. Encuéntrase de ordinario
en su vientre gran cantidad de oro en polvo, y a
menudo piedras preciosas. Los negros que se dedican a pescar1e conocen por motivo del agua el sitio
donde se encuentra, y no perdonan esfuerzo alguno
para apoderarse de él. Algunos individuos han hecho su fortuna con esta pesca, por haber tenido la
suerte de dar con peces que contenían mucho oro y
piedras preciosas ".
Por mucho que he preguntado en Juntas, en las
orillas del Dagua y en Buenaventura, no he podido
descubrir el origen de semejante fábula. El autor
de ella era seguramente algún hombre de tan buena
fe como Plinio, quien nos cuenta que hay en la India minas de oro explotadas por hormigas.
Bajando por el Dagua no se ve más maravilla
que una. veg~taciÓItespléndída, Ia~cual
prolonga
hasta la gran laguna en que las aguas del río se
se
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314
VlA.JlU A. NUEVA. GRA.NADA
confunden lentamente con las del mar, debajo de
bosques medio sumergidos.
r
Más allá de esta laguna está la bahía de Buena¡'
ventura: la ciudad, levantada a orillas de la playa;
viene a ser una copia de la de Juntas, aunque bas,
tante mayor. Vi cinco o seis casas de agradable aspecto; las otras son tan míseras por fuera como en
el interior. La iglesia, erigida en una altura, parece
una granja.
Reina el mismo clima de toda la costa del Chocó, llueve casi todos los días, y el calor húmedo ocasiona fiebres intermitentes de mucha gravedad.
Buenaventura es el depósito de las mercancía!:;
extranjeras para el interior del Chocó y el Estado
del Cauca: allí se embarcan también las quininas
de los Andes de Popayán; el puerto es poco frecuentado por los buques de vela; pero los vapores
que hacen el servicio de Panamá a Guayaquil tocan
en él todos los meses.
En resumen, aquellos parajes son muy tristes;
y como.aún tenía que esperar cuatro o cinco semanas hasta que pasara un buque, resolví internarme
por el Chocó, siguiendo el curso del río San Juan,
aun a riesgo de retardar mi marcha, en el caso de
llegar el buque antes de mi vuelta.
I
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DOCTOR S.A.FFRA y
315
XXVIII
DEL CHOCO A PANAMA
EL RIO SAN JUAN.-LOS INDIOS DEL CHOCO.-LA CHICA.
EL VENENO DE RANA.-CAZA AL ACECHO.-LUCHA
DE UN JAGUAR Y DE UN BOA.-LOS PEQUE~OS ENEMIGOS.-EL
ULTIMO DESCENDIENTE DE CAMAGRE.
MOMIAS EN MINIATURA.-LA SELVA VIRGEN.
Para ir de Buenaventura a Nóvita, que está en
el interior del Chocó, hay dos caminos: se puede
seguir la costa hasta la desembocadura del San
Juan y remontar después el curso de este río; pero
entonces debe buscar el viajero un barco capaz de
hacerse a la mar. Los habitantes del país prefieren
lo que ellos llaman la vía terrestre. Salen de Buena"Ventura en una simple piragua, provista de flotadores laterales de madera. de corcho, ganan la desembocadura del San Joaquín y remontan luégo este
torrente durante un día; abandonando entonces la
embarcación, bástanles dos o tres horas para franquear a pie el grupo de colinas que separa el San
Joaquín del Guinea; toman de nuevo la piragua,
siguen el curso de este últi~o hasta el Calima y llegan al San Juan, río de una navegación fácil.
Como mi objeto no era recorrer muchos lugares
y sí ver lo más posible, había encargado a mis negros que no se apresurasen y que se detuviesen en
todas las cabañas que se hallaran al paso. Con frecuencia hacíamos también alto en alguna playa umbría: yo colgaba mi hamaca, y mis hombres se iban
a cazar. Algunas veces pedíamos hospitalidad a los
indios y siempre nos dispensaban buena a.cogida.
Los inaigerias del Chocó -tienen .frente alta, ojO!
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316
VIA.JE A NUEVA
GRANADA
oblicuos, nariz saliente, boca muy grande, labios
gruesos, cara ancha, cabello negro y liso, piel muy
cobriza y miembros fornidos; su tipo recuerda al
punto el de los tártaros.
Cuando van a las ciudades se visten un poco,
pero si están en sus tierras se limitan a cubrirse el
cuerpo con una capa de pintura con base de orellana o de chica. Esta base se obtiene de las bignonias y se extrae de ella una fécula de bonito color
rojo ocre, que utilizan los indios para pintarse, así
como también para confeccionar la tintura. Las hojas, y sobre todo la raíz de la bignonia chica, poseen virtudes depurativas análogas a las de la zarzaparrilla y merecen figurar en nuestra materia
médica.
La bodoquera es el arma ordinaria de los habitantes de San Juan; pero en vez del curare emplean
cierto veneno de rana. El batracio que le proporciona no se encuentra sino en ciertos cantones, y es la
especie Phyllobates melanorrhinus, que tiene unas
tres pulgadas de largo, el dorso amarillo con manchas rojas, los ojos negros y muy grandes y una
mancha del mismo tinte en la nariz; :l. falta del Phyllobates se busca una variedad de vientre negro.
Los indios conservan estos pequeños reptiles en
nudos de bambú; cuando quieren obtener el veneno
necesario para su caza, atan al pobre animal a una
rama verde, colocándole sobre un fuego lento; el
cuerpo de la rana se cubre poco después de una especie de moho blancusco, y luégo de un aceite amarillo, que se recoge raspando la piel de la víctima.
Hecho esto se vuelve a colocar el reptil en su prisión, y si no muere, servirá más tarde para dar una
nueva cantidad de licor tóxico. Así como el curare,
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DOCTOR SAFFRAY
317
el veneno de rana ejerce sólo su aCClonsobre los
órganos locomotores y mata por asfixia ..
Parece que existe en el Brasil una rana igualmente venenosa, según se desprende del siguiente
pasaje de una obra del naturalista Pison:
"Los naturales secan la rana llamada cururu y
confeccionan con ella bebidas mortíferas; algunas
la cuelgan al sol y recogen su bilis, que mata muy
pronto y en secreto".
Al tratarse de un reptil saurio, el Lácerta Gecko, en la obra de Boutin, titulada HistoTia N átztral
de las Indias Orientales, he leído también lo siguiente: "Los insulares de J ava le suspenden y
golpean, recogiendo al propio tiempo el licor viscoso que mana de su boca; una vez seco este último
sirve para envenenar las flechas. De los mamelones
del dorso se desprende asímismo un jugo cáustico,
que produce la inflamación y la gangrena de las
partes con que se pone en contacto."
Los egipcios conocían también una especie venenosa de gecko; los caribes llaman a este animal
mabonia (genio maléfico) ; pero los naturalistas modernos, en cambio, han tratado de proclamar la inocencia de dicho reptil, notable por su fealdad y por
las ventosas de sus patas, que le permiten fijarse
en una pared lisa, y hasta sostenerse en un techo.
Por mi parte, sé que se encuentra en las inmediaciones de San Juan un gecko de unos veinte ceno
tímetros, de cabeza triangular, cuerpo aplanado,
patas earnosas Y color pardo con manchas grises y
amarillas; el dorso está cubierto de papilas verrugosas, de las cuales exuda cuando el animal se irrita, una substancia que produc.een_Ia. piel granitos
y un ardiente escozor.
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318
VIAJE
A NUEVA
GRANADA
Deeeoso de reconocer los efectos del veneno de
rana en los animales de gran tamaño, rogué a un
indio que me proporcionase los medios de hacer la
prueba. No podía, haber hecho mi demanda más a
tiempo, pues el hombre acechaba hacía algunos días
a un jaguar, y estaba resuelto a obtener su piel
para venderla en Nóvita. Yo ofrecí por su futura
víctima doble precio del que podía esperar el cazador, con la condición de que me dejase acompañarle al acecho, pues debo advertir que el indio no
espera a la luz del día al temible jaguar sino que
se embosca por la noche en una espesura o detrás
de una roca, cerca del sendero donde las huellas
revelan el paso del feroz animal.
El jaguar del Chocó es grueso, pesado y poco
temible para los habitantes, a menos que no le acose
el hombre o se vea perseguido muy de cerca. Al
salir y al ponerse el sol, indica su presencia con un
grito agudo y prolongado, que repite cinco o seis
veces. Su presa ordinaria consiste en pecaris, en
pacas y corzos; acomete al tapir, acecha a la nutria,
y en caso de necesidad, sabe pescar. Para esto elige
una ra,ma que avance sobre las onda,s; cuando se ha
colocado bien, se hace el muerto, y de vez en cuando
alarga rápidamente la garra para coger el pez que
pasa a su alcance.
A eso de la media noche nos pusimos en marcha
para ir a situarnos en el punto elegido por los cazadores; la luna iluminaba con su luz melancólica
todo el paisaje, y así pudimos avanzar fácilmente
por la selva.
Las únicas armas del indio consistían en su bodoquera y un machete, y en cuanto a mí, habíame
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DOCTOR SAFFRAY
319
provisto de un cuchillo de caza, pues mI revólver
no estaba servible.
A las dos horas de marcha llegamos a la desembocadura de un torrente y el indio, mostrándome en
la arena algunas huellas de corzo, me dijo entonces:
"El tigre acecha allí donde los corzos vienen a
beber. "
Después de inspeccionar el terreno con la sagacidad del salvaje, mi compañero me situó de modo
que, permaneciendo en la sombra detrás de los árboles, podíamos descubrir la fiera a respetable distancia.
Largo tiempo permanecimos silenciosos, inmóviles, escuchando los misteriosos rumores de la noche, siempre alerta, con la esperanza de ver llegar
al enemigo. A largos intervalos hacía mi compañero un gesto de impaciencia y de contrariedad, al
que contestaba yo con otro de confianza; mas al
poco tiempo comenzó a teñirse el cielo de un color
sonrosado hacia el oriente: eran los primeros albores de la aurora.
De repente oímos el grito del jaguar, seguido
de otros más o menos distintos, lo cual indicaba
que el animal se alejaba de nosotros. Perdida ya
la esperanza, propuse a mi compañero retirarnos;
pero contestóme que a falta de la codiciada presa,
se contentaría con cualquiera otra de menos valor,
y que no quería volver con las manos vacías. Hízome luégo seña para que le siguiese, y fuimos a emboscarnos cerca del agua. A los pocos momentos
nos llamó la atención un ligero rumor entre las hojas, y vimos avanzar tranquilamente un magnífico
eor~quenarranGabaa
su nJl.a~o~lgunas ramas de
espesura.
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320
VIAJE
A NUEVA
G~ANADA
El indio acercó lentamente a sus laoios la extremidad de la cerbatana, dilatóse su pecho, inflamáronse sus mejillas, y la flecha voló.
El cervato, herido en la cabeza, saltó hacia el
bosque; pero ya se había precipitado el indio en
su persecución y a los diez minutos vi a mis pies
el cuadrúpedo, vivo, aunque incapaz de sostenerse.
Cuando un animal de este tamaño es herido por una
flecha envenenada en parte donde la circulación sea
rápida, y sobre todo en la cabeza, sólo puede lmír
por espacio de dos o tres minutos; sus miembros
se enervan, detiénese, tiembla y cae; los movimientos voluntarios cesan completamente; el pecho se
paraliza, falta el aire en los pulmones y el corazón
deja de latir.
Era ya muy entrado el día cuando nos dirigimos
a nuestras viviendas; pero como ya comenzase a
picarme el no haber conseguido nuestros deseos en
aquella primera expedición, convine con el indio en
volver al acecho todas las noches hasta que diéramos muerte al jaguar.
Al llegar cerca de un claro, oímos en las altas
yerbas y entre las cañas un sordo rumor, acompañado de rechinamientos y roncos sonidos. El indio
desenvainó en silencio su machete, yo empuñé mi
cuchillo, y sin saber por qué avanzamos ligeramente en la dirección de donde partía el ruido.
A los pocos pasos nos detuvimos inmóviles ante
el terrible espectáculo que se ofreció a nuestra vista. El animal que habíamos esperado tántas horas,
el jaguar que con tánto afán acechaba mi compañero, estaba allí pero no solo. Había encontrado a
su paso una serpiente boa de gran tamaño; el hambre aguijoneaba sin duda a los dos animales; en
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DOU'l'OR SAFFRA y
vez de huírse, se habían atacado, y nosotros llegábamos prec~samente en el momento en que más encarnizada era la lucha. Las garras del jaguar habían inferido a la serpiente numerosas heridas, desgarrando su piel en varios sitios; pero el monstruo
consiguió enroscarse en el cuerpo de su adversario,
que encabritándose con furia trataba en vano de
desprenderse, lanzando' rugidos de cólera. La serpiente, atenta a todos los movimientos de su enemigo, abría sobre la cabeza del jaguar su enorme
boca, guarnecida de ganchudos dientes, y de repente produjo un fúnebre silbido. A los pocos momentos oímos crujir los huesos de la fiera; el boa
multiplicó sus anillos al rededor del cadáver, le
ablandó, y prolongó, y se dispuso a tragarle. 0011
un poco de audacia hubiéramos conseguido tal vez
castigar al vencedor, pero confieso que no tuve
valor para acometer a semejante enemigo.
Aunque sean muy numerosos en Chocó los jaguares, los pumas y los boas, no se' debe creer por
eso que el viajero esté expuesto a graves peligros,
pues allí donde abunda la caza, esos temibles animales huyen del hombre. En aquellas regiones cálidas y húmedas, los enemigos más de temer son con
frecuencia los más pequeños.
Aconsejo al viajero que no vaya a pasear por
las praderas, pues en ellas abundan un hemíptero
rojo llamado niaibi, que apenas percibe nuestra
vista se introduce en el cuerpo, ocasionando un
picor insoportable. Un baño no basta para encontrar alivio; sólo el aceite o el alcohol pueden librarnos de esa especie de polvo escarlata que se fija
tenazmente en la epidermis.
A orillas del agua abunda un clnif~ designado
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322
VIAJE
A NUEVA
GRANADA
allí con el nombre de Jajeu, que acosa al hombre de
continuo, cubriéndole de picaduras, aun a través de
sus ropas. Las manos y el rostro se hinchan, y experiméntase un picor insufrible. Al entrar en la
cabaña para preservarnos de aquellas legiones de
sanguinarios insectos, se encuentra Ulla especie de
culex, o mosquito, más temible aún que el de Europa, el cual nos acosa sin dejarnos tranquilos un
momento.
Aun hay otra cosa peor: de pronto se siente en
los pies Ullas punzadas, circunscritas primeramente
a dos o tres partes; el dolor, sordo al principio, es
más agudo después; los nervios se irritan, huye el
sueño de los párpados, los pies doloridos se niegan
a sostener al paciente, declárase después una supuración acuosa en varios sitios; los síntomas son cada
.vez más alarmantes, y la gangrena parece inminente.
La causa de todo este mal es un insecto áptero,
muy pequeño, llamado nigua (pulex penetrans), que
apenas tiene un cuarto de milímetro de largo, y
cuyo cuerpo, aplanado y de color parduzco, está
provisto de un órgano perforador, por medio del
cual penetra debajo de la dermis. Una vez fijado
en ella cubre de seda el sitio que elige y pone algunos centenares de huevos que dan nacimiento a una
colonia voraz.
En este caso no se debe esperar a que se verifique la eclosión para librarse de los terribles insectas: es preciso abrir la piel con la punta de un
cortaplumas, sacar el saco blancuzco que contiene
la madre y los huevos y cauterizar la pequeña herida con ceniza de tabaco o con alcohol. Se ba de
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DOCTOR SAFFRA y
323
evitar sobre todo el contacto del agua fría, porque
pudiera producirse un tétano mortal.
Las niguas me han ocasionado crueles pa(1ecimientos, y por lo mismo busqué y encontré el medio
de impedir su aproximación. Basta impregnarse el
calzado con esencia de trementina y hacerse con ella
diariamente fricciones en los pies.
Se ha calculado que los insectos de las regiones
cálidas ocasionaron más víctimas entre los españoles, durante la conquista, que todas las flecbas envenenadas de los indios. Para la nigua no conocían
el remedio, y para librarse de los mosquitos se veÍall
obligados a menudo a sepultal'se en la arena.
En algunos países fue el más tenible enemigo de
los conquistadores una mosca de matices metálicos
azules y purpúreos, con la cabeza amarilla y alas
poco transparentes:
era la lucilia hominívora. Al
hablar de la especie que habita en Cayena, se ha
dicho que atacaba a los presidiarios "cuando urco
de estos hombres degradados, que viven en la más
sórdida miseria se quedaba dormido por efecto de
la embriaguez".
La mosca de la Guayana puede
dar pruebas de eclectisismo; pero la de Nueva Granada no hace distinción ni tiene preferencias en este
sentido, pues yo he visitado a perscnas mu~~ h011radas, sobrias y cuidadosas de su persona, que eran
presa de las larvas de la lueilia hominÍ\Tora. 'Todo
lo que habían hecho de malo consistía en haberse
dormido en el bosque; la mosca. les perforó la piel
del cráneo con su taladro dentado, y sus huevos,
depositados debajo de la dermis, dieron nacimiento
a larvas que, creciendo siempre, devorando y produciendo atroces dolores, llegaron a mediT C{UillCG
milímeh'úb de l::mgitud:
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vIA.JE
A NUEVA GRANADA
Nadie está libre de este percance;" pero se puede
evitar que tenga sensibles consecuencias. Apenas se
reconoce por el dolor la presencia de las larvas, es
preciso practicar una incisión en la parte inflamada
y verter en ella jugo de tabaco o echar polvo de cebadilla. Los gusanos salen a menudo por sí mismos,
o bien mueren, y entonces no es difícil extraerlos.
En Chocó abundan las cigarras: su canto se
distingue entre todos los demás rumores; es muy
desagradable cuando se oye de cerca; pero a cierta
distancia producen mejor efecto sus alegres vibraciones, que dominan, como el pífano de una orquesta, las inmensas armonías de la naturaleza.
Al salir de Nóvita, pequeña ciudad sin importancia, situada en una colina próxima al San Juan,
navegamos un día más por este río hasta llegar al
caserío de San Pablo. En cinco horas franqueamos
las colinas que encierran el valle de aquel nombre,
y tomando una nueva piragua, descendimos por el
río Quito. Dos días después estábamos en Litara,
en el tranquilo Atrato, que vierte sus aguas en el
golfo de Darién, después de recorrer un trayecto
de ciento treinta y cinco leguas.
En las orillas del Atrato, cerca de su desembocadura, habitan los indios Cunas y Caimanes, las
dos únicas tribus de esta región que los españoles
no pudieron someter, y que siguen conservando toda
su independencia. Hablan, como sus antecesores, la
lengua cueba, que era la más generalizada desde
Veragua a Guayaquil y encuéntranse en ellos casi
todas las costumbres de las antiguas épocas. Se
pintan de rojo; viven principalmente de la caza y
de la pesca, y han cambiado el arco de sus padres
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DOCTOR SAFFRA y
325
por fusiles de pacotilla, los cuales reciben a cambio
de concha y algunos productos de sus bosques.
Los Cunas y Caimanes prestan obediencia al
cacique-y al sacerdote, que desempeña también las
funciones de augur y .de médico, y con menos exposición que en otra época. Antiguamente cuando un
jefe enfermaba, el médico tenía el deber de tomar
la mitad de todos los medicamentos que prescribía;
€n el caso de morir el paciente, introducíanle en la
boca un polvo compuesto de fragmentos de sus
uñas, de un puñado de su cabello y de una planta
misteriosa; y preguntábanle si el médico había tomado exactamente los remedios. Cuando el espíritu
del muerto contestaba que no, vigilábase al esculapio durante los funerales, y terminados éstos, los
parientes del difunto le apaleaban, sacándole los
ojos y le mutilaban completamente.
En Quibdó, una de las ciudades más importantes del Chocó, hice conocimiento con un anciano indio llamado Comagre, descendiente en línea recta
del cacique Comagre, que en tiempo de la conquista
era jefe de una numerosa y rica tribu en el istmo
de Darién. El anciano había recibido intacta de su
padre la tradición de los memorables acontecimientos que ocurrieron e:q.su país hace más de cuatro
siglos. Aunque participando de la vida civilizada,
Comagre se conservaba indio de corazón, y con sus
entusiastas relatos parecían renecer en él los fuegos
de la juventud, al evocar los recuerdos del pasado,
mientras se despertaban a la vez sus sentimientos
de odio, adormecidos con el tiempo.
Hé aquí los pormenores que me refirió durante
nuestras largas veladas.
Los españoles habían fundado e111509, cerca de
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826
VIAJE
A :NUEVA GRANADA
la desembocadura del Atrato, llarnada entonces el
Darién, una ciudad llamada Santa María la Antigua, a la que acudieron muchos aventureros deseosos de hacer fortuna. Después de un año de expediciones .sin resultado, a consecuencia de las cuales
se agregó la discurdia a otros obstáculos, Vasco
Núñez de Balboa reunió cien hombres escogidos
para ir a descubrir tierras por la parte del poniente.
La primera tribu que encontraron fue la del cacique Careta. Balboa le pidió víveres, pero el jefe
indio le expuso que la guerra había impedido a su
pueblo hacer la siembra y que por tanto, carecía
de provisiones. No dando crédito a estas palabras,
los españoles atacaron el pueblo e hicieron prisionero al cacique y su familia; mas como Careta lmbiese dicho la verdad, su vencedor le dejó libre, a
condición de que obligase a su tribu a sembrar maíz
en abundancia. Prometióle, en cambio, ayudarle
después de la cosci'ha en una expedición contra Poucha, su más peligroso vecino. Entre tanto envió
Balboa a uno de sus tenientes a Santo Domingo en
busca de hombres y armas.
Una vez provistos de víveres, los españoles, sin
esperar el refuerzo de Santo Domingo, emprendieron la campaña contra POlleha, que emprendió la
fuga, retirándose a los bosques con toda su tribu.
N o lejos de sus tierras, en un valle donde se veían
por todas partes campos y verjeles, habitaba el .
poderoso cacique Comagre, quien noticioso de la
aproximación de los blancos, enviÓles como embujador 1:1 su hijo Panquiano para ofrecerles paz y
amistad. Balboa aceptó, y prcsentósc como amigo
con toda su gente. La casa de Comagre ocupaba
todo un lado de una plaza de ciento eil1cnenta paso::;
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l)OC'l'UH
8AFJ!'RAY
de largo; estaba construída con gruesos troncos y
cubierta de hojas de palmera; una hilera de árboles
le protegía de los ardores del sol y rodeábala un
muro compuesto de piedras y maderas entrelazadas
tan admirablemente que apenas daban los españoles crédito a sus ojos. El interior del edificio se
dividía en vastas salas: a la derecha del vestíbulo
estaba la habitación del jefe, qne comunicaba con
la de las mujeres, y con una galería dando se hallaban suspendidas las momias de los antecesores,
envueltas en telas de algodón cubiertas de placas
de oro y ricas joyas. A la izquierda estaba el almacén de víveres, una bodega para bebidas fermentadas, la cocina y la habitación de los esclavos.
Sabiendo Comagre qué era 10 que los blancos
iban a buscar tan lejos de su país, regaló a Balboa
brazaletes, anillos y diademas de oro. El jefe distribuyó estos objetos entre sus hombres, y como se
suscitase una reyerta entre los soldados por cuestión de la parte que a cada uno correspondía, indignado Panquiaco al ver que aquella gente se mataba por unas joyas tan poco apreciadas por los
indios, exclamó: "Puesto que tan ávidos os mostrais de adquirir oro, yo os daré a conocer un país
donde los objetos más vulgares son de ese metal;
está situado más allá de los montañas que veis en
el último confín dal horizonte; allí hay hombres
que navegan en grandes embarcaciones de vela;
mas para llegar es preciso que atraveséis el territorio de los helicosos caribes, y no os sohrnrr, si
lIeyáis mil hombres."
Ac1min:.do al oír que existía otro mal' más allá
de la cordillera, Balboa formó el proyecto de dirigirse hacia aquellaao, y como no llegflbm.1 los mu:i-
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328
VIAJE A NUEVA
GRANADA
líos que pidiera a Santo Domingo, envió a. un oficial
para que se apresurase la marcha. Entre tanto, a
fin de evitar que sus hombres se desmoralizaran
con el ocio, marchó a la descubierta, remontando
el curso del Atrato.
Al regresar encontró algunos refuerzos, y sin
querer esperar a que llegase con otros su segundo
mensajero, púsose en camino a la cabeza de ciento
ochenta hombres y mil indios de servicio. Atravesó
el territorio de Careta, hízose amigo de Paucha,
quien le proporcionó guías; venció a Quareca, que
pretendía cerrarle el paso, y hallóse bien pronto al
pie de las montañas que forman la cresta de los
Andes. Habiéndole indicado un indio el punto culminante desde donde se descubría el Oceano Pacífico, el feliz capitán dio la voz de alto a su
tropa, y subió solo a la montaña. A la vista de
aquel mar desconocido, que se perdía en el horizonte, Balboa se prosternó para dar gracias al Todopoderoso por haberle concedido la gracia de hacer
este descubrimiento. Después, mandó avanzar a sus
compañeros, dispuso que se elevaran unas pirámides de piedra, sobrepuestas de una cruz, en señal
de posesión. Era el 25 de septiembre de 1513.
Las promesas de Panquiaco iban a realizarse:
los españoles, poseídos de ardimiento, descendieron
por el flanco occidental de la cordillera y llegaron
a orillas del golfo de San Miguel.
Balboa, penetrando en el mar, armado y con la
espada desnuda, tomó posesión en nombre del rey
de Castilla, jurando defender sus derechos contra
todo aquel que osara atacarlos. A su lado estaba
Francisco Pizarro, qne más tarde debía conquistar
el Perú.
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DOCTOR SAFFRA y
329
A pesar de las advertencias de los indios, Balboa.
embarcó a su tropa en piraguas para cruzar el golfa; la flotilla fue arrojada por el viento a una isla
baja, y vióse luégo en la precisión de buscar refugio en la costa.
El cacique Tumaco quiso oponerse a la invasión
de sus tierras, y fue derrotado, quedando su hijo
prisionero durante la refriega; pero Balboa se lo
devolvió al cacique con varios regalos y ofrecimiento de paz. El jefe indio, a su vez, dio a los
vencedores un gran número de objetos de oro y
doscientas cuarenta perlas, las primeras que desde
el Gran Océano pasaron a Europa.
Cemo la estaci6n de las lluVÍ2.sy borrasc~s in:.pedía el reconocimiento de las islas donde se pescaban las perlas, Balboa marchó otra vez a Santa
María la Antigua, por un camino diferente del que
siguiera antes de atravesar el Istmo.
El cacique Poucra huyó al tener conocimiento
de la aproximación de los españo18s; pero como
Balboa le prometiera su amistad, el jefe indio se
presentó confiadamente. Preguntáronle entonces
dónde estaban las minas de que sacaba el oro para
sus ornamentos; el cacique persistió en contestar
que todo provenía de los cambios, y aunque se le
castigó cruelmente, no se pudo obtener ningún dato.
Algún tiempo después, el cacique Tumanamá rehusó también indicar dónde se hallaban sus minas;
pero los españoles hallaron pequeñas cantidades de
metal nativo en la arena de los riachuelos, y regocijáronse mucho por aquel descubrimiento, pues
hasta entonces no habían visto más que oro trl\-
bajado.
Una vez en Santa Marta, Balboa procedió al
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330
VIAJE
A.NUJ!JV~ GlM.:N"ADA
repartimiento del botín, que ascendía a cien mil
piastras de oro, sin contar las perlas, y después
separó el quinto real, según estaba mandado.
y aquel a~enturero, que hubo de escapar algÚn
tiempo antes de Santo Domingo, metido en un tonel, para sustraerse a la acción de la justicia, fue
nombrado gobernador de las costas del Pacífico.
Mi amigo Comagre tenía la palabra fácil y elocuente y he resumido aquí su relación, que tan
pronto me recordaba a Homero como a los bardos
y sus cantos. No se cansaba de darme a conocer
las costumbres de sus antecesores, sus creencias en
Dios y en otra vida, y el culto de los muertos en
que ningún pueblo les aventajó.
Cuando moría un jefe, ponían su cadáver sobre
un fuego hasta que se conseguía la desecación perfecta; después le envolvían en tela de algodón adornada de oro, de perlas y de alhajas, y se guardaba
religiosamente en una habitación separada. De los
individuos del pueblo no se conservaba sino la, cabeza. Comagre me enseñó una, reducida al estado
de momia; le habían extraído los huesos, secándola
de tal modo, que la piel, después de estrecharse de
una manera uniforme, ofrecía una reproducción del
original, reducida a una sexta parte del volumen
primitivo, sin arrugas y sin deformación de las
facciones.
Algunas veces emprendíamos correrías por el
bosque, del cual conocía mi amigo Comagre así las
plantas como los animales salvajes; y en más de
una ocasión permanecimos desde el amanecer hasta
la caída de la tarde en aquellas soledades vírgenes
de las orillas del Atrato.
Allí se elevan, llenas de vigor, las cedretas de
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DOCTOR SA:E'FRAy
331
troncos enormes, las bertoletias gigantescas, el hemotoxylum de madera roja, la preciosa caoba y el
gayac incorruptible. Aquí se elevan las bromelias
de agudos dientes y se retuercen los cactus espinosos; allá las espesuras de colocarias; más lejos
las heliconias argentadas, cuyas espigas de flores
tricolor penden graciosamellte; las bignonias forman guirnaldas al rededor de los grandes árboles,
de los que penden, a manera de cordones de seda,
las ramas de las ballhinias. La luz se refleja en las
copas de los árboles, se dispersa y parece perderse
en la espesura; allá abajo ruedan con estrépito las
aguas de un torrente; más acá, un pantano negruzco y fangoso oculta legiones de seres inmundos; de
aquel coloso, caído de vejez, que se descompone y
fermenta, salen larvas deformes, gérmenes diversos
y en fin, por todas partes se reconoce una invencible
aspiración a la vida.
XXIX
EL PASADO DE LA PROVINCIA DEL CHOCO.-LAS MINAS
DE PLATINO.-EL
CHOCO DE HOY DrA.-CLIMA,
POBLACION, COSTUMBRES.- VIAS DE COMUNICACION.
PRODUCTOS NATURALES.-NA VEGACION EN EL ATRATO.-COMERCIO.-EL
ISTMO DEL DARIEN.-EL
ARCHIPIELAGO DE LAS PERLAS.-PROYECTOS
DE CANALES
INTEROCEAKICOS.-EL
ITSMO DE PANA~IA.
Chocó es la provincia de Nueva Granada que ha
gozado de más reputación por sus minas de oro.
Enciso, fundador de Santa María la Antigua, hizo
circular el rumor,' en Santo Domiugt} y España, de
que en ciertos parajes de la Castilla de Oro se pes-
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f.
391
VU.TE
.!. NUEVA. GRANADA
caba el precioso metal con redes, noticia que no dejó
de atraer a un gran número de aventureros a su
jurisdicción. Lo cierto es que los indios del Chocó
explotaban las minas, fabricando en el país mismo
los ornamentos que constituyeron tan rico botín
para los conquistadores.
Cuando se asociaron para el descubrimiento del
Perú Francisco Pizarro, Diego de Almagro y el
canónigo Hernando Luque, emplearon el oro del
Chocó en los preparativos de su memorable expedición.
La explotación de las minas de dicho punto por
los españoles comenzó algún tiempo después del
primer establecimiento en aquella provincia, y continuó hasta la abolición de la esclavitud en Nueva
Granada. Cuando se publicó el decreto por el cual
se concedía la libertad a tantos infelices, ya estaban agotados los más ricos aluviones, y los demás
yacimientos no eran bastante productivos para sufragar los gastos que exigía la explotación. En
el Chocó se encuentra de ordinario el oro en partículas muy finas o en polvo, aunque también se
han hallado pepitas bastante grandes, entre otras
una de veinticinco libras.
Humbolt trajo del Chocó otra pepita célebre, que
pesaba mil ochenta y ocho gramos, pero no amarilla, sino blanca, porque era platino. Este metal
se encuentra en abundancia en las minas de oro del
Chocó, algunas de las cuales contienen seis u ocho
veces más platino que oro. Como la densidad de
ambos metales difiere poco, no es posible separarlos durante el lavado, y se hace preciso acudir a la
mezcla mercurio, que amalgama el oro y deja intacto el platino.
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DOCTOR SAf'FRA y
333
Durante varios siglos desecharon los mineros
e~te metal como inútil; mas ahora se explotan minas de oro abandonadas, sólo para extraer el platino diseminado en los restos.
Pero si lo que llamaba platita no tenía valor
cotnercial, los antiguos mineros hallaron el medio
de "emplearla para falsificar los lingote s de oro, lo
cuaf dio origen a una real orden en que se prevenía
terminantemente a todos los propietarios de minas
que\arrojasen el platino al mar.
1¡1ntrelos que habían comprado en el Chocó lingotes con aleación, creyéndolos de oro puro, figuraban varios mercaderes holandeses, que furiosos
al saber el fraude, y humillados por haberse dejado
engañar, colgaron de las vergas de sus buques, para
escarmiento, a los mineros que les burlaron.
En 1741 el metalúrgico Carlos Bood recibió de
un comerciante de Jamaica la primera muestra. de
platino del Chocó que se enviaba a Europa. Cuando
se supo en América que el nuevo metal no dejaba
de tener su valor, los traficantes le compraron en
las minas a un ínfimo precio, y después de haberle
conservado por espacio de diez o doce años, realizaron verdaderas fortunas.
A las minas ha debido el Chocó su prosperidad
relativa durante varios siglos: hoy que están casi
abandonadas, la mayor parte de los propietarios y
traficantes se han alejado del país, cuyo clima hÚmedo conviene poco a la raza humana. Las lluvias
del Chocó son proverbiales.
Sin estas lluvias casi diarias, las partes bajas
y pantanosas del país no serían habitables; sólo
una o dos-semanas de sequía bastan para que se
verifique un desprendimiento enorme de miasmas;
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334
VIAJE
A. NUEVA
GRANADA
t
y los vapores que se elevan del suelo transport
los espórulos invisibles de las algas, cuya presenci
en la sangre determina la invasión de las fiebr '
que afligen al país.
I.1~población se compone de negros y mestizgs,
a qmenes se censura por su pereza, su amor a },be
placeres y sus costumbres poco severas, defectos
que provienen en parte del clima y sobre todo fiel
aislamiento en que vegeta aquella provincia.
:
Los bautismos, los entierros, las bodas Yi' los
negocios son en el Chocó motivo de fiestas, en q-qese
baila y se bebe a porfía. Me ha sorprendido mucho
ver que se pract.icaba allí una singular cost~bre,
muy general, según Strabon, entre los celtíbero s,
observada en Córcega en la época de Diodoro de
Sicilia, hallada por Marco Polo en el país de los
Tártaros independientes, y por Pison en el Brasil.
Durante las dos últimas semanas de su embarazo,
la. mujer obliga a su esposo a permanecer echado,
mientras se ocupa ella en los quehaceres domésticos
y en preparar los más. sabrosos manjares. En estos
quince días, los parientes y amigos van a felicitar
al esposo y le ofrecen regalos.
No debo, sin embargo, burlarme mucho de esta
costumbre, pues parece que en la buena provincia
de Bearne se conducían hace poco los maridos lo
mismo que los del Chocó. Dícese que dos semanas
antes de ser padres, guardaban cama, y recibían en
ella las felicitaciones de los vecinos.
La provincia del Chocó carece absolutamente de
caminos; sas únicas vías de comunicación son las
corrientes de agua que cruzan el país y van a verterse en el San Juan o en la arteria principal, o seA
en el Atrato; por eso ejerce la sequía de cierto!
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DOCTOR SAFFnA.Y
meses una influencia notable en el volumen y la
rapidez de las aguas de este gran río. Los habitantes del Chocó no tienen industria ni comercio:
ignoran o descuidan las riquezas que la Providencia
les concedió. Los únicos objetos que exportan son
el caucho y la concha; y sin embargo, su favorecido
país produce en las mismas orillas del río los bálsamos de Tolú y de copaiba, el copal de algarrobo,
el estoraque, las maderas del Brasil y de campeche,
la caoba, el cedro, el gayac, el marfil vegetal, etc.
El indio y el negro de aquella provincia no necesitarían más que un hacha y una piragua para hacer
fortuna.
Por el Darién comenzará la regeneración del
Chocó. Ningún país ofrece a las 3mpresas de todo
género un campo tan fértil como aquella faja de
tierra; allí están acumuladas todas las riquezas:
árboles preciosos en los bosques, metales útiles en
la tierra, perlas en el fondo del mar.
Las pesquerías de perlas del archipiélago de
San Miguel, en el golfo de Panamá, frente al Darién, son las más importantes de Nueva Granada.
Los españoles comenzaron a explotarlas poco después del descubrimiento de aquellos parajes: véase
lo que dice Las Casas sobre este particular:
"La tiranía que ejercen los españoles contra los
indios para que pesquen las perlas, es de las más
crueles que se puedan imaginar. No hay aquí abajo
una existencia tan desesperada como la de esos infelices, aunque no deja de ser muy ruda también la
de aquellos que se ocupan en extraer oro de la tierra. Los obligan a. estar en el agua, a tres o cuatro
brazas de profundidad, desde la mañana hasta que
~epone el sol, y están nadando .eontinllaltlente para
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336
VIAJE
A NUEVA
GRANADA
arrancar las ostras donde se engendran las perlas.
Cuando salen a la superficie para descansar un
poco, los vigilantes que están eu las barquillas les
maltratan a golpes, empujándoles en el agua a fin
de que continúen las pescas. Su único alimento es
la parte carnosa, que contienen las perlas, pan de
cazabe y un poco de maíz ... Así morirán pronto,
en tan diabólico trabajo, todos los indios de la provincia".
Del golfo de Panamá de la isla Margarita y de
las costas de Riohacha, se extraen anualmente por
valor de un millón quinientos mil francos de perlas,
que son buscadas en el comercio a causa de su belleza, y porque no están perforadas como la mayor
parte de las de procedencia asiática. Los pescadores son hoy hombres libres, pero su vida es siempre
miserable. Puesto que se necesitan perlas para satisfacer los caprichos del lujo, tpor qué no se adoptan, para la pesca de las ostras perleras, los anteojos submarinos, que permiten explotar el fondo
del mar a considerables profundidades, y los aparatos para buzos, por medio de los Guales puede un
hombre trabajar sin fatiga debajo del agua durante
más de media hora 1 Para los mismos propietarios
de las pesquerías sería esto ventajoso; podrían vigilar mejor las operaciones, y el buzo, trabajando
holgadamente, elegiría las ostras de siete a ocho
años, en vez de arrancar al acaso las primeras que
encuentra. De este modo se preservarían también
los bancos de la destrucción lenta que se ha observado en todas las pesquerías de Nueva Granada, y
tal vez pudieran aplicarse a la Meleagra margaritíf'era de aquellas orillas los procedimientos de 08-
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DOCTOR SAFFRA. y
337
tricultura, que dieron para las ostras comestibles
tan excelentes resultados.
Los traficantes en perlas venden casi todos sus
productcs a negociantes de Panamá, que los compran al por mayor, y que los expiden a las grandes
ciudades, lo cual explica que en la misma localidad
escasean más las perlas y tengan más precio que
en Europa.
Durante mi residencia en el Chocó me ocupé de
la cuestión de comunicaciones intr,roceánicas y en
particular de los proyectos de canales a través del
itsmo del Darién.
En Oriente puso Mr. Lesseps en práctica la idea
de los Faraones; en América basta remontar a
Montezuma. Este emperador demostró a Herllán
Cortés que bastaría un canal de poca longitud para
enlazar el Chimulapo, que se vierte en el Pacífico,
con el Goazacoalco, que desagua en el mal' de las
Antillas. Carlos V aplaudió la idea de un canal a
través del istmo de Tehauntepec; pero este proyecto
no se realizó.
El establecimiento de un canal en Honduras no
ofrece nada de imposible; pero los puntos que se
trata de enlazar están demasiado distantes para
inspirar confianza a los capitalistas; por el San
Juan y el lago de Nicaragua sería el trazado mucho
más corto. El rey de Holanda, Guillermo 1, mandó
estudiar esta última empresa, con el ánimo de intentarla; y más tarde publicó el príncipe Napoleón
una memoria sobre el mismo asunto. Después se
fundaron varias sociedades para tomar por su cuenta el proyecto; pero ninguna reunió el dinero necesario j únicamente la compañía americana de tránsito del Nicaragua se propone establecer un camino
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vrAJl1JA
NlJEV A GRANADA
de hierro en la dirección que debía seguir el canal.
El istmo del Darién está hoy más de moda, contándose dos proyectos igualmente atendibles, uno
de los cuales consiste en pasar desde el Atrato a
la bahía de Cupica. Un piloto vizcaíno, llamado
Goyeneche, fue quien primero llamó la atención
sobre este paso. Efectivamente, el único desfiladero,
muy bajo, de la cordillera que forma el istmo del
Darién, se abre frente al pueblo de Cupica, en el
Pacífico.
Humboldt dice que después de haber recorrido
cinco o seis leguas marinas sobre un terreno plano,
se llega a un río navegable que él llama Niasi,
pero cuyo verdadero nombre es Niapipí. El terreno
debió parecerle plano, comparativamente con las
montañas del país, pero en todos los demás puntos
podría decirse que es accidentado, pues comprende
tres cadenas de colinas, y en cuanto a la condición
de navegable que el sabio atribuye al Niapipí, es
preciso explicarse.
Desde que yo he visto, en el Dagua, que se puede
navegar casi en seco, y que se hace subir a las piraguas cerca de cuatrocientos metros en un trayecto de ocho leguas, necesito explicaciones precisas
cuando se me dice que tal río o tal torrente de los
Andes es navegable. Gracias a la fuerza y habilidad
de los bogas, basta un arroyuelo para hacer flotar
una piragua de dos pies de anchura por seis u ocho
pulgadas de calado. El curso superior del Niapipí
se asemeja mucho al Dagua; es un torrente poco
profundo, rápido, obstruído por las rocas, y por
donde no pueden naveg'ar grandes piraguas sino en
su inmediación de su desembocadura en el Atrato.
Siento mucho arrebatar sus ilusiones a varios hom-
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DOCTOR SAFFRA y
339
bres de buena fe, pero en cuanto a mí, no creo en la
posibilidad de un canal entre el Atrato y la bahía
de Cupica.
y por otra parte, iepor qué buscar un paso, cuando, a decir verdad, hace mucho tiempo que está
abierto en el canal interoceánico, por el cual se ban
transportado municiones desde el Atlántico al Pacífico durante la guerra de la independencia?
Entre el río Noanamá, afluente del San J uall,
que a su vez se vierte en el Pacífico, y el río Quito,
tributario del Atrato, está el barranco de la Raspadura, que tiene unos quinientos metros de largo.
A principios del siglo, el cura de un pueblo inmediato a Nóvita puso los dos torrentes en comunicación por medios de una zanja, y gracias a ésto, pueden navegar pequeñas piraguas por la Raspadura
durante lo más fuerte de la estación lluviosa, pasando desde la cuenca del Atrato a la del San Juan.
Mas para que esta vía fuera fácilmente accesible a los grandes barcos, y aun a los planos, sería
preciso ejecutar trabajos gigantescos, y aún así,
sólo en la estación de las lluvias bastarían las aguas
superiores para la alimentación de las esclusas.
Sería igualmente indispensable mantener la nuyegación del Atrato y del San Juan en un trayecto de
ciento cincuenta leguas;· la barra del primero de
estos ríos no está cubierta en la estación seca más
que por cinco pies de agua y en la mayor parte de
su curso no da paso el Atrato sino a embarcaciones
que no calen más de siete pies.
Entre Panamá y Cbagrés es donde se debe buscar el punto para pasar de un mar a otro valiéndose
del curso _del rio Chagrés Y-del río Grande, que desemboca cerca de Panamá. Este proyecto fue estu-
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340
VIAJE
A NUEVA
GRANADA
diado por el ingeniero Garella, bajo los aUSpICIO!!
de Mr. Guizot: tratábase de un canal de esclusas,
y en el informe se hacían deducciones favorables,
pero yo he reconocido que en la estación seca carecerían estas esclusas de agua.
La ciudad de Panamá, donde se trasladó la población de la Antigua del Darien, fue fundada en
1519 por Pedro Dávila, gobernador de la Castilla
de Oro. En 1670, después de haber sido asolada por
los filibusteros, fue reconstruída un poco más al
norte y hoyes una de las ciudades más importantes de Nueva Granada. El comercio está del todo
en manos de los extranjeros, americanos, alemanes,
franceses e italianos. La importación más considerable proviene de los Estados Unidos; de Francia
es de donde se reciben los más de los objetos de
adorno y de lujo.
Encuéntranse en Panamá todas las comodidades
de las ciudades europeas, y una sociedad de las más
obsequiosas. Las criollas siguen las modas, leen un
poco, poseen la música bastante bien, son aficionadas al baile y graciosas en el decir: cuando jóvenes
tienen una timidez encantadora, y una vez casadas,
hacen felices a sus esposos, que escogen de ordinario entre los extranjeros ..
El clima de Panamá no merece hoy día su mala
reputación, pues los desmontes han saneado mucho
el país. Lo mismo diré de Aspinwall o Colón, ciudad improvisada a donde se traslada el viajero por
la vía férrea en tres o cuatro horas, desde Panamá.
Casi todas las casas de esta última ciudad son
de madera, lo cual contribuye no poco a que se tepitan con frecuencia los incendios bajo aquel cielo
tórrido. Hay gran número de hospederías, de alma-
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DOCTon SAFFRáY
R41
cenes y talleres; todo recuerda a los Estados Unidos; el nombre español tiende a desaparecer, y no
parece sino que se quiere sustituírle por el del rico
americano Aspinwall.
En el Istmo de Panamá fue donde los compañeros de Colón recogieron por primera vez oro en el
continente americano, cuando aquel grande hombre
hizo su último viaje; halláronle en las fuentes del
río Urira, cerca de Ver agua, donde los indios explotaban unas minas de España, y apenas llegó esta
noticia a la corte de España, el almirante recibió
para sí y sus descendientes el título de duque de
Veragua. Aquel territorio, sin embargo, así como
todos los demás valles del Istmo, dista mucho hoy
de responder a las grandes esperanzas que bizo
concebir al principio. El Estado de Panamá es uno
de los que cuentan menos población en Nueva Granada, annque posee territorios muy fértiles para el
cultivo.
xxx
POLITICA ESP A~OLA EN LAS INDIAS OCCIDENTALES.
VEJACIONES DE LAS COLONIAS.-REVOLUCION
DE
BOLIVAR.-INDEPENDENCIA
DE NUEVA GRANADA.
POLITICA y ADMINISTRACION.-PORVENm
DE LA
REPUBLICA.
En 1443, Alejandro VI expidió "Espontáneamente, de ciencia cierta, y en virtud de sus plenos
poderes apostólicos ", una bula en la que otorgaba
a los Reyes Católicos, Fernando e Isabel, el derecho de conquista, de anexión y de gobierno en las
Indias Occidentales. "Quien se opusiera a ello, decía elltreottas cosas, atraerá sohr~ sí el castigo de
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342
VIAJE
A NUEVA· GR.ANADA
Dios todopoderoso, y de sus bienaventurados apóstoles San Pedro y San Pablo."
Habiendo recibido plenos poderes del Soberano
Pontífice, los españoles se consideraron, no como
conquistadores, sino como propietarios que iban a
tomar posesión de sus bienes.
En Nueva Granada, lo mismo que en Santo Domingo y en Cuba, perecieron entonces centenares
de miles de indios; a muchos se les ocupó en los
trabajos de las minas de oro y los que escapaban
de los combates eran reducidos a la esclavitud.
Por doquiera reinaba la violencia y la opresión:
los feudatario s de Vélez redujeron a tal extremo de
miseria a los indios Tunebas, que éstos se precipitaron por familias enteras, desde las Cl"estade una
roca de cuatrocientos metros de altura, al río de la
Nieve, donde aún se ven restos de sus osamentas.
La.s tribus de los Agatoes y de los Cocomes se suicidaron en masa para sustraerse a tánta tiranía.
Los indios del Perú, tratados en las minas como
presidiarios, debían comprar al corregidor todo
cuanto necesitaban; los mestizos no salían mucho
mejor librados, y aun entre los mismos españoles
de raza pura, contábanse muchos que se lamentaban de su suerte.
EllO de agosto 1809, la provincia de Quito se
declaró independiente: apenas se hubo recibido en
Bogotá la noticia de este acontecimiento, el virrey
convocó a la junta para deliberar sobre las medidas que deberían tomarse, a fin de impedir que
Nueva Granada siguiese el ejemplo, pero la revolución había penetrado hasta en el Consejo, y así
es que la asamblea declaró que aprobaba la determinación de Quito.
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313
La nación entera hizo entonces causa común contra España y en 1811 se promulgó el acta de inde.."endencia del antiguo virreinato, organizado el.
confeder&.c:.vll.
Bolívar era el hombre más temible, como alma
de la revolución, y por lo mismo los españoles trataron de apoderarse de su persona; pero pudo escapar, no sin que costase la vida a su secretario.
El Libertador, como él se llamaba, confiaba en su
estrella; el 8 de agosto de 1819 se le vio en el campo
de batalla de Boyacá, donde se batía como un héroe, luciendo su vistoso uniforme de color escarlata, bordado de oro. A los que le aconsejaban la
prudencia, responmales con acento de convicción:
"Dios vela sobre mí para asegurar la independencia de mi país."
Su fé quedó recompensada: habiendo alcanzado
una victoria decisiva, el virrey huyó de Bogotá, entrando luégo Bolívar triunfante. A los pocos días
marchó a Venezuela y llevó a cabo con el mejor
éxito la misión que se había propuesto.
El 17 de diciembre de 1819, el Congreso Nacional reunido en Angostura (hoy ciudad de Bolívar),
decretó el establecimiento de la República de Colombia, dividida en tres departamentos: el Ecuador, Cundinamarca y Venezuela, con Quito, Bogotá
y Caracas por capitales.
Ofrecióse a Bolívar la presidencia de la nueva
república, pero el intrépido guerrero rehusó generosamente, y la historia ha conservado su noble respuesta:
"La espada, dijo, será inútil en la paz: un hombre como yo representa un peligro para un gobierno popular; es una alllilnaza constante contra la
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344
VIAJE
A NUEVA GRANADA
soberanía del pueblo. Prefiero' el título de ciudadano al de libertador, porque éste proviene de la
guerra y el otro de la ley. Cambiad todos mis honores por el nombre de buen ciudadano".
Aquel gran hombre era sincero: hubo un partido que deseó investirle con la dictadura, y asustados los republicanos sospecharon injustamente una
traición. Cierto día, con motivo de un banquete que
se dio en Bogotá para obsequiar a Bolívar, uno de
los concurrentes pronunció el siguiente brindis: "Si
alguna vez se estableciera el gobierno monárquico
en Colombia, brindo porque sea Bolívar nuestro
emperador.' ,
Pero uno de los generales de la Independencia,
levantándose al punto, contestó: "Si alguna vez
admitiéra Bolívar el título de emperador, corra la
sangre de su corazón como el vino de mi vaso". El
Libertador abrazó a su compañero, y repuso: "Si
los sentimientos de este hombre honrado animan
siempre a los habitantes de Colombia, nuestra independencia y libertad no peligrarán jamás."
Sin embargo, si convenían las instituciones republicanas a las antiguas colonias españolas, como
el porvenir lo ha demostrado, no podía realizarse
sino por la centralización del poder la unión duradera de los tres departamentos de Colombia. Y por
otra parte, parece que las tres grandes provincias
reunidas bajo un nombre habían sido destinadas,
por la misma naturaleza, a gozar de la autonomía
que cada cual reclamó bien pronto. Venezuela se
proclamó república independiente en 1829; al año
siguiente separóse el Ecuador; y el 21 de noviembre de 1831, el departamento de Oundinamarca
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DOCTOR
8A1<'1i'RAY
34;;
ca.mbió SU nombre por el de República de Nueva
Granada.
Hoy día, después de una prolongada serie de revoluciones y guerras civiles, la república está dividida en nueve Estados independientes, que poseen cada cual su gobernador, su Asamblea legislativa y su Tribunal supremo de justicia. Las municipalidades están organizadas bajo la base más
liberal; todos los cargos públicos, incluso las fUllciones de magistrados, se someten a la elección popular. El Senado, elegido también por sufragio, reside en Bogotá, así como el Tribunal supremo.
En un país donde no se han desarrollado aún
la industria, el comercio y la agricultura, donde la::;
iustituciones tienden a aislar las diversas partes
de un territorio poco poblado, que carece adcmas
'de caminos, es natural que haya un gran nÚmero
de hombres cuya ambición se cifra sólo en obtener
los empleos públicos. Por otra parte, con semejantes condiciones, los funcionarios de todas las jerarquías procuran, como es lógico, acrecentar su influencia política, sacando el mayor provecho posible de su pasajero cargo.
y hé aquí porqué la AdministracIón deja mucho
qué desear bajo el punto de vista de la aptitud, y
con frecuencia hasta de la honradez. La política, el
favoritismo y los intereses personales son las únicas ruedas que ponen en movimiento la máquina;
la justicia no es siempre azaz independiente y en
los procedimientos se observa una deplorable lentitud.
Por lo demás, Nueva Granada posee todos lo¡;:,
elementos apetecibles para la prosperidad: una
vasta ~xteHf;ioo de costas en dos océanos, gTandes
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346
VIAJE
A NUEVA,GRANADA
ríos navegaJlles y un inmenso número de otros más
pequeños; un clima generalmente salubre, y un suelo fértil donde, según la altura, nacen espontáneamente o se pueden cultivar todas las familias vegetales. El árbol del cacao, el añil, el algodonero y la
vainilla crecen en el estado silvestre. Las maderas
más buscadas para la tintura y la ebanistería, los
bálsamos, las resinas y el caucho, abundan en las
inmensas selvas vírgenes; y las playas producen
el nácar, las perlas y la concha. La majestuosa Cordillera de los Andes se ramifica en su territorio,
como para ofrecer a sus valles las riquezas de sus
montañas, el oro, el platino, la plata, el plomo, el
hierro, el cobre, los pórfidos, los mármoles, las areniscas, la hulla, la sal y las piedras preciosas.
Lo que le falta a Nueva Granada son las vías de
comunicación: sería preciso abrir un camino de
carretera desde Honda a Bogotá y haeel' Twvegable el Magdalena, al menos para pequeñas embarcaciones, hasta el valle de Neiva. Convendría además establecer un camino viable desde el Magdalena
al Atrato, por Medellín y Antioquia, y otro desde
Cartago al Magdalena; poner a Cali y Popayán en
fácil comunicación con el Pacífico; hacer accesible
para las grandes piraguas el istmo de la Raspadura, y abrir el de Panamá a la navegación del mundo.
Por su posición geográfica, por sus recursos de
toda especie, por sus instituciones y por las cualidades de sus habitantes, Nueva Granada debe llegar a ser la primera de las naciones de la América
meridional. j Plugiera al cielo que estuviese próxima
la época feliz para ese Estado! Este es mi más ardiente deseo al abandonar la tierra privilegiada.
donde dejo verdaderos amigos, sinceras afecciones,
y cuyo recuerdo será siempre grato para mí.
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1 N DIe
E
Págs.
PROLOGO
.
7
l.-DE
SANTA MARTA A TURBACO ...•......
Introdueci6n geográíiea.-A la vista de Santa Mar·
ta.-Deseripei6n de la dudad.-EI
tasajo.-La
pa·
tada al tibur6n.-La Virgen de Río Haeha.-Ojeada
retrospectiva sobre Santa Marta.-Los
indios de
Sierra Nevada.-Noticias
sobre el E'I'yth'l'ozyZov/'
Coca.
11
1r.Cartagena de Indias.-Su
pasado.-Deseripei6n de
Cartagena.-Danzas y Cantos.-El bambueo.-Interior de la eatedral.-La inquisici6n en Amériea.-Paseo al mercado.-Los cocnyos.-Productos y comercio.
21
111.- ......•.•....•.............••.•••••...
Un muletero modelo.-La verdad acerca del Arbol de
la Noehe.-Los volcanes de aire de Turbaeo.-El Templo del Espíritu de las euras.-Antigiiedades indias de
Tnrbaco.
36
IY.-DE TtmBACO A NARE ...•..........•.•.
Países que los españoles llamaron Tierra Firme.-Nneva Andalucía y Castilla de Oro.-Crist6bal OoIGny
el paraíso terrestre.-Reforma de la carta geográfica
de Nueva Granada en tiempo de la Conqnista.-Política y táctica de los conquistadores.-Usos y costumbres de 108 indios de las c08ta8 del Atlántico.
Lassep11ltul'as del Río Zenll.-Las armaa envenenadas.-El manzanillo.
41
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VIAJE
34,8
A N~VAGRAN.A.DA
Págs.
v.-
4,9
Camino de Turbaco a Calamar.-Las avispas cartoneros.-PaRo del canal de Cartagena,-Cuadros de
la naturaleza tropical.-Los
comedores de tierra.
Modo de navegar en el Magdalena.-La ciudad de
Mompox.-Dos palabras acerca del Valle de Upar.
6Son las hormigas comestibles'-Opini6n
sobre el
origen. de las lenguas indias.
VI.La. isla Margarita.-Los monos aulladores.-EI vino
de palmera y la col palmista.-Desengafio acerca de
los cocoteros.-las islas flotantes.-La tierra de las
mariposas.-El marfil vegetal.-El cedro.-Diversos
modos de cazar el caimán.-Llegada a Nare.-Su
situaci6n, comercio y habitantes.
61
VII.-DE NARE A MEDELLIN
Navegaci6n por el río Nare.-La bodega de San
Crist6bal.-Caminos de las cordilleras.-Medios de
transporte.-Los
tambo8.-Arqueología de Nueva
Granada..-La naturaleza en los Andes.-Marinilla.
Riñas de gallos.-De Ríonegro a Medellín.- Vista de
la cima de la montaña de Santa Elena.
75
VIII.Medellín y sus alrededores.-Usos y eostumbres.-Pepito y Pepita.-LOIS aguinaldos.-Las
serenata;!!.
Comercio.
91
IX.Paseo por el mercado de Medellín.-El pan de yuca.
El hilo de cabuya y de pita.-Honores al Santísimo
Sacramento.-Monumentos de Medellín.-CaaaB particuIa.res.-Constnucciones por apisonamiento.-La
fiesta.
100
X.-LA PROVINCIA DE ANTIOQUIA ....
Descubrimiento de Antioquia.-El guerrero Santiago.-Civilizaci6n de los indígenas.-Invención de la
109
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DOCTOR 8AFFRA Y
349
balanza.-EI peno amcricano.-Límites de la pro,:nciu.-División y puntos notables de la cordillera.
RIos.-~nvegación en el Cauca.-Vías de comunicación.
XI.Clima de la provincia.-Tierras
cálidas, templadas
y fría s.-Población y costumbres.-Comercio e in·
dustria.-Historia
de la caña de azúcal'.-El azúear
cllllsiderado como alimento.-Ojeada sobre la fauna
y la flora de la pl'ovincia.
125
XI~.Geología ~. mineralogía.-Manantiales salados.-Yac:mientos metálicos.-Estado aetual de los distritos
milleros.-Diversas especies de minas de oro.-Trabajos de explotación.-Estadística de las minas di>
oro de :Nueva Granada.-Influencia
del descubrimiento de las minas del nuevo mundo sobre el "alar
de los metales preciosos de Europa.
140
XnI.-DE
MEDELLIN A ANTIOQUI~
Camino de l\fedellín a Santa Fe de Antioquia.-Un
panorama.-Las playas ardientes.-Paisaje
del Cauca.-Estación a orillas del río.-Hospitalidad.-Pruebas hist6ricas de la existencia del banano en América
ar.:cs de la Conquista.-Cultivo y producto del banano.-Su influencia sobre la civilizaci6n.
145
XIV.,
La ciudad de Antioquia.-Sangre azul y sangre Juezclaua.-Razas y castas en las colonias españolas.-PaSeO por un arrabal.-Una
nueva enfermedad.-ExcavRCionesen las tumbas indias.-La diosa esmeralda.
Minas de esmeraldas en Nueva Granada.-La reina
de las mariposas.-Festividades del Corpus.
15i
XV.-
168
plantío de tierra eáH4a.-Vm-dadera historia del
é::-colate.-Un caso de conciencia.-Excursi611 ma"(Tn
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-VIAJE
350
A NUEVA
GRANADA
Págs,
tinal.-Los
frutos de los trópicos.-Dónde
se fabrican los sombreros de panamá.
y cómo
XYT.-~DE BID VERDE A MANIZALES ....
Proyecto de camino de Antioquia a Atrato.-En
busca de salvajes.--Tribus independientes de Nueva
Granada.-Mareha
a Río Verde.-Mi compañero de
aventuYas.-Casas de Río Verde.-Los indios y sus
costumbres.
XVII.-
178
191
Pesca milagrosa.-Una bonasca.-Comunicaciones en
el valle de Río Vcrde.-Un poco de verdad sobre las
serpientes y los remedios empleados contra sus mOl'·
deduras.-El
guaco.-Caza
con la bodoquera.-:El;
veneno llamado CUl'al'e';--Mis colecciones.-Consejos
practicos a los viajeros naturaJistas.-La
medicina
de los indios.-Regreso al país civilizado..
XVIIl..
De Río Verde a Sonsó!l.---.~l'llla, Supía y Anserma.
Antropofagia.-Origen
de la geografía botánica.
Los pasaportes en Nueva Granada.-En camino para
Cartago.
204
XIX.El Valle del Callca.-Mi Ilega,la a Cartago.- Visita
ohligatoria al general comandante de la plaza.-In·
t,l'igas y sospechas.-Milital':ismo y cOl'tesía.-Des.
cl'ipc:ión de Cartago.-Tiendas
y tellderos.-Estudio
del maíz y sus prodllctos.-Elefallcia
y papel'a.
2.12
XX.El gran valle.-Población.-Clima.-Agl'icultul'a
y
comercio.-La caza, con lazo.-Usos y costumbres.
El bambú J su empleo.--La leyenda de Queremia.
La Vil'gen de Chiquinqulrá.-~Las ñapangas.-Bailes
de los angelitos.
222
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DOOTOR SAFFRAY
351
.xXT.RnldaniJlo.-La familia de los eactus.-Un sabio sin
libros.-:i'vIis colecciones se ellTiquecen.-La tonga.
)¡[al'cha a Palmira y Cali.-Cultivo del tabaco en
::VuevaGranada.-Las virtudes medicinales del gua·
yabo.-Los voluntarios.-Un
ejército improvisado.
235
XXII.-DE
CALI A BOGOTA
La ciudad de Cali.-Fuerza de las cOllfituras.-Un
cuerpo de ejército en campaña.-El Taula desbor·
dado.-Minas de quilicha.-El campamento de Qui·
namayo.-Julio Arboleda.-Un poco de política.-Me
nombraron primer médico del Ejército de Nueva
Granada.-Usos de la guerra.-Peligros y hambre.
Se levanta el campamento.-Despedida de Arlloleda.
~45
;..::XIII.-
'0'
2;')9
Popayán.-Su
pasado y su presente.-Civilizaci611
de los indios de la provincia de Popayán.-Plalltas
tintoreras de Nueva Granada.-Homellaje a la me·
moria de Caldas.-Estadística de las monedas de Po·
payán y de Santa Fe de Bogotá.-Comercio e industria.-Porvenir
de la pl'ovincia.-Comullicación con
el mar Pacífico.-La langosta en la América del Sur.
XXIV.Las quinquinas de Pitayo y de Almaguer.-Estudio
de la regi6n de las quinquinas.-Trabajo de Mutis.
Rectificaciones botánicas.-Una palabra de Voltaire.
Del cultivo de las quinquinas.-Excursión al río Vi·
nagl'e.-Altura de los Andes.-Regreso al Valle del
Cauca.-Pl'epal'ativo para el paso del Quindío.-Los
conductores.-La montaña.
XXV.-
.. "
268
280
Civilización de los indios chibchas antes de la conquista
española.- Tra diciones.- Religi6n..-Legislaei6n.-Costumbres.-Comereio
e industria.-Origen
ñisfórlCo de El Dm'adlt.--FundaCÍÓI1de Santa Fe de
Bogotií.-Encuentro de tres conquistadores.
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352
Págs.
XXVI.- ....
,........•.......................
Bogotá.-Usos y costumbres.-Comercio e industrias.
Agricultura y productos.- Artes liberales.- Antiguedades.-Los iudios de los alrededores de Bogotá.-EI
Salto de Tequeudama.-Observacioues geológicas y
paleontológicas en la meseta de Bogotá.-Las salinas
de Zipaquirá.
294
:XXVII.- .. "
Regreso por el' Quindio.-Una granja.-La hoja del
caladium.-EI
papayo.-Las :fieras.-Mi recepción
en Cali y despedida.-La ciudad de Juntas.-Navegación en el Dagua..-Canto de los negros.-Un pez
que vale su peso en oro.-EI puerto de Buenaventura.
305
XXVIII ..,.-DEL CHOCO A PANAMA
El río San Juan.-Los indios del Chocó.-La chica.
El veneno de rana.-Caza al acecho.-Lucha de un
,jaguar y de un boa.-Los pequeños enemig()~.-El
último descendiente de Camag-ré.-Momias el] miniaturu.-La selva virgen.
315
XXIX.,
El pasado de la Provincia del Chocó.-Las minas de
platino.-El
Ohocó de hoy día.-C1ima, población,
costumbres.-Vías de cOlllunicación.-Pl'oduetos nao
turales. -Navegación en el Atrato.-Comercio.-El
Istmo del Darién.-EI archipiélago de Las Pedas.
Proyectos de canales intel'oceánicos.-EI Istmo de
Panamá.
331
XXX.-
341
Política española eu las Indias Occidentales.- V,daciones de las colonias.-Revolución de Bolíval'.-In,
dependencia de Nueva Gl'anada.-Polítíca y admi·
nistl'ación.-Pol'venil' de la República.
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